«Hay muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribiesen, el mundo no las comprendería».

«¿Acaso ignoras todavía que “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo” es inmensamente más que erigir unos pobres templos de piedra y madera en honor del Señor de los cielos y la Tierra?».

«¡Alegraos con todo tipo de reflexiones u observaciones útiles! Mirad algún hermoso paisaje, observad las flores y muchas otras cosas, y recordad cómo un Dios bondadoso ha creado todo esto a partir de Su sabiduría y omnipotencia, y sed verdaderamente agradecidos en vuestros corazones, y así pasaréis el tiempo de la manera más provechosa y sentiréis una gran alegría en vuestros corazones».

«No te preocupes demasiado por nadie en el gran más allá, porque el Amor, la Sabiduría y la gran Misericordia de Dios prevalecen en todas partes, también en el gran más allá. Aquellos que abracen y se ajusten al Amor, la Sabiduría y la Misericordia de Dios, y que se guíen por ellos, no se perderán. Pero aquellos que no lo hagan, ni aquí en el más acá, ni allá en el más allá, para ellos se aplica el principio: “No se le hace ninguna injusticia a quien voluntariamente quiere el mal que le perjudica”».

¿Cómo se puede tener dominio absoluto sobre el infierno interior del hombre, es decir, que deje de estar activo y que se vuelva pasivo por completo?

«Esto es muy fácil, hay que perdonar con plena firmeza y de todo corazón a ambas partes, tanto al ofensor como al ofendido, en nombre del Señor, y bendecir a ambas partes con total sinceridad y, de esta manera, todo el infierno interior estará sometido y dominado».

«He venido a este mundo para liberaros de todos esos muchos errores mediante la luz viva de la verdad. Si no expones tus críticas de la Ley de Moisés a la luz del día, permanecerán dentro de ti y podrán marchitar la vida de tu alma; pero si te deshaces de ellas, también te liberarás de ellas, y la luz de la verdad eterna tomará su lugar en tu corazón. Por lo tanto, habla y critica sin ninguna reserva, y Yo te daré una luz verdadera nuevamente».

«La desigual distribución de los bienes en la tierra y existencia de ricos y pobres, es parte de la sabia voluntad de Dios, y Él permite tal relación entre los hombres porque, de otro modo, sería difícil o incluso imposible que la humanidad pudiera subsistir».

«Jesús le dijo (a Felipe): ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?».

«Yo soy vuestro Padre, pero también soy vuestro Dios, y fuera de Mí no hay nadie más. ¿Me queréis como Padre o como Dios? Vuestras obras Me darán la respuesta decisiva».

El Amor es paciente, tolerante y amistoso;

El Amor no se apasiona, no es celoso ni envidioso;

El Amor no actúa con malicia ni hace nada indebido, no es caprichoso ni dañino;

El Amor no se infla de orgullo, ni se envanece;

El Amor no actúa de manera inapropiada;

El Amor no busca lo suyo, no se deja amargar;

El Amor no cuenta las maldades que recibe;

El Amor no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad;

El Amor todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

«Haces bien en llorar un poco por tu hijo, porque buenos hay pocos en este mundo. Mas los que son como él bien merecen que se les llore. ¡Mira, Yo Mismo vierto una preciosa lágrima por él! Así fueron creados todos los mundos, de una lágrima de Mis ojos. Y así mismo será también formado el nuevo Cielo. Yo te digo que las buenas lágrimas son de un grandísimo valor en el Cielo, porque con estas joyas preciosas se adornará eternamente el Cielo».

«Se debe a que en el interior aún no habéis abandonado por completo el viejo mundo. Si ya os hubierais librado totalmente de los antiguos temores, no volveríais a tener miedo de nada, porque el Espíritu es tan fuerte que puede dominar la naturaleza entera».

«“¡Dejad que los niños vengan a Mí y no se lo impidan, porque de los tales es el reino de los cielos!”. Y quien no sea como ellos, no entrará pronto en mi reino, hasta que sea como ellos, que no dudan, sino que creen en sus padres con sencillez y actúan en consecuencia».

«Los espíritus recién creados por Dios estaban conscientes de su gran Poder. El mayor de los tres, par a la Luz de la Divinidad, se encendió en su avidez y quiso apoderarse del todo lo de la Divinidad, y también se encendieron una gran parte de los Espíritus que habían surgido de él. La Divinidad, en su ira arrojó a la cuadrilla malvada a la profundidad más profunda de su indignación».

«Yo no sé cómo vivo, mi vida es pura gracia del Señor; por lo tanto, no puedo hacer nada más que amar a Dios, alabarlo y ensalzarlo en todo momento con todas mis fuerzas. Si tu vida es como la mía, haz lo mismo, y el Señor se complacerá más en ello que si discutiéramos mucho sobre los asuntos religiosos».

«La vida justa no es nuestra, sino del Señor, ¡y es un don! Quien cree vivir justamente por sí mismo, vive ante Dios ciertamente menos justo; pero quien siempre confiesa su culpa ante Dios, ese es el que vive justamente ante Él».

«Descansad y reflexionad en silencio y de manera consciente... sobre vuestras acciones y omisiones, sobre la Voluntad de Dios que es bien conocida por vosotros, sobre si la habéis cumplido en las diferentes etapas de vuestras vidas. Esto es todo. Así os habéis mirado a vosotros mismos en vuestro interior».

Pablo a la comunidad de Laodicea:

«¿Queréis acaso con esto realizar un servicio agradable al Señor, adorándole en un templo, construido por las manos de los hombres, a través de ceremonias e inciensos, y a través de oraciones muertas escritas sobre papiros largos o anchos? Oh, mirad, ¡cuánto os ha engañado un apóstol de Satanás! Acaso no fue Cristo —en Quien vive la plenitud de la Divinidad— sentenciado a muerte en el templo? ¿Acaso no profetizó Él mismo con anticipación sobre la completa destrucción del templo?».

«Pero yo os digo: ¡Id y destruid el templo, eliminad el día festivo del calendario, destituid al falso obispo y sus servidores que quieren enriquecerse a costa del trabajo de vuestras manos al igual como hacen los de Jerusalén y que ya han construido una caja metálica muy grande para guardar el oro y la plata que ahorrasteis, y quemad las vestimentas adornadas que ahora son un horror ante Dios, así haréis al Señor un servicio mucho más agradable que dejaros matar espiritualmente en aquel templo durante mil años!».

«Yo he venido para que ustedes tengan vida [eterna], y la tengan [por siempre] en abundancia».

«No teman a los que pueden matarles el cuerpo, pero no pueden hacerles daño al alma. Tengan miedo de Dios, que puede permitir que el alma y el cuerpo sean destruidos en el infierno [que uno mismo se lo genera]».

Dice el Señor:

«¿Pensáis que la destrucción [de la iglesia romana] es el camino hacia el mejoramiento!? Oh no, aquí os equivocáis horriblemente, porque así pensaron también todos los fundadores de las sectas. La consecuencia fue: discordia fraternal, guerras, asesinatos y atrocidades de todo tipo! ¿Fue bendecido ese mejoramiento? ¿O puede decir alguna secta: “¡Mi doctrina no ha sido sellada con la sangre de los hermanos!”?».

Dice el Señor:

«Pablo, apóstol de Jesucristo por la Voluntad y la Gracia de Dios,... a la santa comunidad de Laodicea. ¡Que la Gracia esté con vosotros y la verdadera Paz de Dios, nuestro Padre, en el Señor Jesucristo!

(Timoteo y yo) hemos oído, a través del Espíritu del Señor, del hermano Epafras y de Ninfas, que habéis caído en algunos puntos y os habéis elegido un obispo y un sacerdocio, y queréis hacer un ídolo de Cristo — y os habéis reservado una casa (como templo), un día festivo y vestiduras adornadas,... Y ahora, para que estéis enterados, os hago saber sobre la lucha que tengo que sufrir por vuestra causa, vosotros que habéis visto o no la carne de mi persona».

«El renacimiento del agua y del espíritu significa que el alma precisa primero de la purificación por el agua de la humildad y abnegación ( agua: símbolo de la humildad, acepta todo lo que se le hace, busca los lugares más bajos del mundo, huye de las alturas) y luego por el espíritu de la Verdad. Quien con su alma purificada asimila la Verdad y la reconoce como tal, la misma Verdad le liberará su espíritu. Este tránsito del espíritu a tal libertad es la entrada del espíritu al Reino de Dios».

«Quien Me busque en Mis obras y señales, tendrá una tarea muy ardua y laboriosa, y se cansará fácilmente bajo la gran carga y el peso. Pero quien Me busque en y por el Amor, Me encontrará pronto y fácilmente dentro de sí mismo como la fuerza de toda vida. Y si Me ha encontrado, entonces también ya ha encontrado todo como la Vida eterna, su Poder, Fuerza y Sabiduría».

«Los hombres pueden tener placer en la belleza de la Tierra, pero siempre deben recordar en sus corazones a Aquel que hizo la Tierra tan hermosa y bien adornada, entonces serán edificados en sus corazones y estado de ánimo. Porque quien contempla las obras de Dios con ojos verdaderos, también puede gozar del vano placer en ellas. Los amigos de la hermosa naturaleza de la Tierra son, con seguridad, hombres de mejor índole y fácilmente llevados a la madurez para el Reino de Dios».

«Es siempre un gran error entre los hombres que solo unos pocos se dan cuenta de lo que les falta y dónde. Porque si los hombres lo notaran y lo sintieran, buscarían con gran diligencia y esfuerzo lo que ha desaparecido y tratarían de encontrarlo, y encontrarían mucho. Pero como son perezosos y no saben ni sienten lo que aún les falta, tampoco buscan lo que les falta ni lo encuentran. Pero el que busca, encuentra; y al que pide, se le dará; y al que llama a la puerta, se le abrirá».

«Porque en verdad Yo os digo que nadie vendrá a Mí, a menos que el Padre lo atraiga hacia Mí. Todos debéis ser enseñados por el Padre, es decir, por el Amor eterno en Dios, si queréis venir a Mí. Todos debéis ser perfectos, así como el Padre en el cielo es perfecto.».

«No debes destruir, ni a ti mismo, ni todo lo que es de tu hermano; porque la preservación es la ley fundamental eterna en Dios mismo, por lo tanto, Él es eterno e infinito en Su poder. Pero, ya que en la tierra también el cuerpo del hombre es necesario para la educación eterna del espíritu hasta el tiempo determinado por Dios, entonces, sin un mandato expreso de Dios, nadie tiene el derecho de destruir ni su propio cuerpo ni el de su hermano por su propia voluntad».