1. El Sol, resumen integral de los mundos planetarios. Nociones elementales sobre el suelo y el crecimiento de las plantas en el Sol
2. Algunas ideas elementales sobre el hombre del Sol
3. Los caminos de desarrollo de los hombres solares, conformes o contrarios al Orden de Dios
4. Enseñanza sobre la luz solar. La esfera atmosférica, envoltura de luz.
5. El Sol central principal que brilla por sí solo. La luz reflejada por los Soles subalternos
6. La envoltura etérea de los cuerpos celestes y de sus sistemas. El mayor conjunto de cuerpos celestes: un cúmulo cósmico globular
7. La luz propia de los Soles
8. Causa y naturaleza de las manchas solares
9. Las razas humanas del Sol y las zonas donde residen. Los cinturones solares
10. El cinturón central. Paisaje y habitantes del cinturón central. Una erupción solar
11. Medición del tiempo en el cinturón central mediante un reloj de péndulo. El oficio de guardián del reloj y otros oficios
12. Hundimiento y desaparición de la protuberancia solar
13. El derecho de propiedad y las necesidades básicas de los habitantes del cinturón central
14. Los hogares del cinturón central
15. Los alrededores de una casa del cinturón central. La arboricultura
16. La agricultura en el cinturón central. Campos para cultivar legumbres, pasto para ovejas y “campos de pan”
17. Colegios públicos en el cinturón central
18. Templos sencillos en el cinturón central
19. La instalación interior de un templo sencillo. La orquesta del templo
20. Un templo de la clase siguiente
21. La tercera y suprema clase de templos. El secreto de la encarnación de Dios y el de la cruz. Ordenación al sumo sacerdocio
22. El Templo sumamente santo: el “Templo Ardiente”. Iniciación más profunda en los misterios de la Encarnación de Dios y de la Filiación de Dios. Dios Padre como guía
23. La vida en familia, el matrimonio y la procreación en el cinturón central
24. Días festivos. El proceso de “morir” de los habitantes del cinturón central
25. La primera y más próxima pareja de cinturones junto al cinturón central. El paisaje y sus hombres. Belleza exterior e interior
26. Más detalles sobre la figura, ropa y costumbres de la vida de los hombres en la primera pareja de cinturones laterales
27. Las viviendas dispersas y las de las urbanizaciones en hilera, en los dos primeros cinturones laterales
28. Los edificios de las comunidades dedicados a las artes y las ciencias
29. La agricultura y la fauna en los primeros cinturones laterales
30. Situación doméstica en el primer par de cinturones laterales. Orden meticuloso y ridículo de sus habitantes
31. Escuelas de la primera pareja de cinturones laterales para adquirir la sabiduría y formar la voluntad
32. El servicio divino y la celebración del enlace matrimonial en la primera pareja de cinturones laterales
33. La segunda pareja de cinturones corresponde a la Tierra
34. La tercera pareja de cinturones. El cinturón norte corresponde al planeta Marte
35. El cinturón meridional de la tercera pareja de cinturones. Los asteroides
36. La cuarta pareja de cinturones solares correspondientes a Júpiter. Sus hombres
37. Viviendas y anexos en la cuarta pareja de cinturones
38. Carácter y costumbres de los habitantes de la cuarta pareja de cinturones
39. Reglas generales de vida. Comportamiento afable entre hombre y mujer
40. Flora y fauna en la cuarta pareja de cinturones
41. El cultivo del trigo. Otros cultivos
42. Religión de los habitantes de la cuarta pareja de cinturones
43. La quinta pareja de cinturones, correspondiente al planeta Saturno. Territorio y habitantes
44. La sexta pareja de cinturones, correspondiente al planeta Urano. Examen de este planeta
45. La sexta pareja de cinturones correspondiente al planeta Urano. Hombres, flora y fauna del cinturón
46. Extracción de minerales y utilización de los mismos. Arquitectura y viviendas en la sexta pareja de cinturones
47. La gran carretera anular de la sexta pareja de cinturones
48. El complejo de un templo de la sexta pareja de cinturones
49. El museo de artes del templo
50. La escuela superior de conocimientos espirituales y el templo principal más interior
51. La organización doméstica, estatal y religiosa en la sexta pareja de cinturones
52. Continuación de las explicaciones sobre la religión de los habitantes de la sexta pareja de cinturones
53. La séptima pareja de cinturones, correspondiente al planeta Mirón (Neptuno), desconocido durante mucho tiempo
54. Vegetación maravillosa del planeta Mirón (Neptuno). Variedad de sus formas de vida
55. El árbol de la fidelidad, la caña viva y el árbol de pan volante
56. Los bosques relampagueantes. El árbol-burbujas
57. La fauna del planeta Mirón. El “vaporizador”, el “tamborilero” y el “soplador”
58. La cabra del Mirón. El apisonador del suelo
59. La vaca del planeta Mirón
60. La gran riqueza del mundo animal de Mirón. Los bípedos
61. Los hombres del planeta Mirón. Las viviendas y las aldeas de Mirón
62. Relaciones de propiedad en Mirón. Propiedad común y propiedad particular
63. Relaciones domésticas. Buenas reglas de vida social. Música e instrumentos musicales en Mirón
64. El instrumento de esferas, el arte musical y la notación musical. La óptica, la mecánica y el arte de escribir del planeta Mirón
65. Religión íntima, llena de afán de acción. Procreación, sepultura de los muertos. La astronomía como medio para conocer a Dios
66. La séptima pareja de cinturones y sus gigantescos habitantes
67. Condiciones de vida de los habitantes de la séptima pareja de cinturones. Su carácter
68. Lo fundamental sobre la religión de los habitantes del Sol. Naturaleza de las revelaciones divinas
69. La verdadera clave para comprender todas las religiones y revelaciones
70. La devoción a Dios. Características esenciales de la religión y de la vida en la séptima pareja de cinturones
71. Procreación, matrimonio y fallecimiento en la séptima pareja de cinturones
72. Los Soles interiores y sus habitantes. Ascensión ordenada y desordenada de los espíritus de la luz fundamental del Sol
73. El destino de los amotinados solares. El desarrollo de los cometas y de los planetas. La eterna obra inconmensurable de la Creación. Fin de esta revelación
Info
1. No será necesario determinar con detalle la posición de esta estrella luminosa como en el caso de todas las demás pues cada día lo hace ella misma con toda evidencia. Así que, antes de nada, queremos responder a la cuestión principal: ¿Qué es el Sol?
2. Cierto es que se trata de una estrella fija respecto a los planetas que giran alrededor suyo. Sin embargo, para sí mismo es un planeta perfecto; pues al igual que la Tierra con su Luna gira alrededor de este Sol, también el Sol mismo, con todos sus planetas, gira alrededor de su Sol central que ya conocéis. Sólo que para girar alrededor de este Sol central, vuestro Sol necesita bastante más tiempo que la Tierra para girar alrededor del suyo, pues tal viaje orbital dura casi veintiocho mil años terrestres.
3. De modo que ya sabéis que el Sol no es meramente un sol, sino más bien un planeta perfecto que, como cuerpo celeste, también está bañado, en proporción a su tamaño, en mucha más luz que cada uno de los pequeños planetas que le rodean.
4. Ahora bien, como el Sol mismo es un planeta perfecto, sin duda alguna debe contener de la manera más perfecta todos los componentes planetarios que, en proporciones mucho más reducidas o limitadas, existen también en los demás pequeños planetas que giran alrededor suyo. De modo que en él debe haber, con una gran perfección, todo lo que en forma mucho más reducida y en un estado mucho más imperfecto existe en Mercurio, en Venus, en la Tierra con su Luna, en Marte, en los cuatro pequeños planetas particulares Palas, Ceres, Juno y Vesta, en Júpiter y sus cuatro Lunas, en Saturno con sus anillos y sus siete Lunas, en Urano y sus cinco Lunas, en un planeta aún más lejano y sus tres Lunas y, finalmente, en los doce millones de cometas que todavía giran alrededor de este Sol a enormes distancias.
5. En pocas palabras: el planeta perfecto Sol es el modelo perfecto de todos sus hijos celestes. Es decir, en este planeta perfecto existe todo en lo que hay en cualquier planeta, Luna o cometa de su sistema, pero mucho más perfecto. Para comprenderlo mejor añadiremos algunos ejemplos.
6. La tierra o suelo de vuestro planeta está muerto, es duro, pedregoso e incapaz de producir nada sin la luz del Sol. En cambio el suelo del Sol es suave, no pedregoso ni arenoso, sino blando como la carne de un hombre. O para que lo entendáis todavía mejor, en todas partes es casi elástico, de manera que nadie que cayera al suelo se haría daño, pues caería como sobre colchones llenos de aire. No es resistente como lo son en vuestro planeta la goma o el caucho elástico, sino blando por completo; no sólo es elástico en su conjunto sino también en sus partículas más ínfimas, receptáculos ínfimos llenos de verdadero éter vital.
7. Lo mismo pasa en el suelo de vuestro planeta, pero en él estos receptáculos ínfimos resultan demasiado quebradizos y no ceden cuando se les empuja, sino que se aprietan o comprimen fuertemente unos con otros y, cuando durante muchos años unas capas están sobre otras sin ser removidas, se transforman completamente en piedras. Es natural que en tal estado ofrezcan una resistencia mayor que antes, cuando estaban amontonados de manera suelta. Aquí tenéis la razón por la que la vegetación de un planeta es mucho más mísera y pobre la de un perfecto planeta solar.
8. Porque sobre un cuerpo planetario como vuestra Tierra, una semilla provista de embrión ha de descomponer antes su parte grosera en el suelo, obligando con este proceso a que también se descompongan los receptáculos ínfimos de tierra que la rodean, o sea, a que se reblandezcan, para que el germen vivo liberado pueda absorber posteriormente de ellos el alimento etéreo que le conviene. Después, el germen vivo debe echar una multitud de raíces entre los receptáculos reblandecidos de tierra y aplastarlos tenazmente con su crecimiento, logrando así el alimento necesario para su desarrollo.
9. ¿Acaso en el perfecto planeta solar es necesario un proceso semejante? ¡En esto hay una gran diferencia! Siendo su suelo tan suave, delicado y blando, las partes subterráneas de cualquier planta se agarran directamente a él - y esto sin necesidad de semillas... Luego crecen sobre el mismo brotan las plantas más diversas e innumerables, con una belleza, calidad y utilidad que, al igual que el Sol supera en luz y tamaño a sus hijos celestes, sobrepasa todo lo imaginable en los demás planetas.
10. Ningún árbol del Sol, sea de la especie que sea, ni ningún arbusto, ni tampoco ninguna planta tienen raíces ni semillas, sino que allí todo crece y se forma casi de la misma manera como lo hacen en vuestra Tierra el musgo primitivo de las rocas, el moho y los hongos. La diferencia es que en el Sol estas plantas no son tan perecederas ni de tan corta duración como las de vuestra Tierra; donde tales fuerzas vegetativas hacen que algo crezca, esto continuará creciendo. Aunque los habitantes del Sol corten la planta, no muere sino que vuelve a regenerarse. Como las “raíces” de tales plantas no son de materia grosera sino más bien venas etéreas ardientes, tras sufrir el corte de su parte superior, la fuerza vegetativa vuelve a movilizarse y de nuevo la planta sigue creciendo en magnificencia y grandiosidad.
11. Aquí alguien podría objetar: «Si las plantas no pueden ser extirpadas de la superficie del planeta, pronto la ocuparán toda y, con tanta flora, ya no habrá sitio para seres libres».
12. No es el caso porque los hombres naturales de este planeta perfecto tienen una fuerza de voluntad todavía mucho mayor que la fuerza motriz de la vegetación del suelo solar. Por ello en el Sol no crece ni un árbol, ni un arbusto, ni una planta, ni un tallo de hierba sin el consentimiento humano. Por ello, la voluntad humana es en el Sol la única semilla, infinitamente heterogénea, de toda clase de vegetación. En el suelo solar un árbol, un arbusto o una planta, sólo crece, según su especie, dónde y cómo el hombre del Sol quiere. Por tal motivo en todo el reino vegetal de este planeta perfecto tampoco hay especies constantes y definidas, pues las mismas dependen siempre de la voluntad concreta del hombre. Cuando un hombre ha dispuesto con su voluntad que el suelo produzca cualquier árbol o planta, posteriormente nadie podrá exterminarla sino él mismo o alguien que tenga autorización del creador.
13. Precisamente por este motivo el reino vegetal del Sol es de una diversidad infinita. Ni entre vecinos se encuentran dos plantas de la misma especie pues cada cual las crea del suelo como las quiere. Podéis recorrer a pie las campiñas extensas del Sol durante miles y miles de años y siempre hallaréis maravillosas y nuevas especies de plantas, pero nunca dos que realmente se parezcan. Con este ejemplo podéis haceros una cierta idea de por qué el Sol es un planeta perfecto. Verdad es que en cada cuerpo celeste o pequeño planeta hay cosas similares; pero comparadas con las del Sol, siempre resultarán imperfectas.
14. También en vuestra Tierra se pueden transformar, perfeccionar y ennoblecer las plantas, pero con métodos mucho más laboriosos y complicados. Una parecida perfección sólo se pone de manifiesto entre los hombres, y también en los demás planetas, en el espíritu. Por ejemplo en los frutos de la fantasía poética, sea expresando ideas mediante palabras, por la escultura, por el arte pictórico que perfecciona el dibujo con colores, y, especialmente, por los sonidos con los que un compositor que tenga ingenio en este arte puede crear la mayor diversidad. Pero incluso esta perfección evidente en los planetas sólo es un trasunto débil de lo que existe en el perfecto planeta Sol.
15. Que todas las cosas de los planetas sean formadas por la luz que el Sol irradia, ya confirma que el Sol es un planeta perfecto que debe reunir todas las características planetarias. La diferencia entre el planeta perfecto y los imperfectos se manifiesta en que, en estos últimos, todas las formas producto de la luz solar son necesarias y determinadas, no se alteran fácilmente y hasta se pueden contar. Mientras que en el perfecto planeta solar todas las formas son libres y no tienen restricción ninguna sino la voluntad del hombre, por lo que son incontables e infinitamente diversas.
16. De vez en cuando se da el caso que hasta en los planetas imperfectos se extinguen algunas viejas formas de vida por la misma influencia del Sol, y en su lugar se originan otras, aunque esto ocurre raras veces. Los periodos de transición y transformación requieren incomparablemente más tiempo que en el perfecto planeta solar.
17. En vuestro planeta terrestre ya se han extinguido algunos miles de especies de árboles, arbustos, plantas e hierbas, de las que todavía se encuentran fósiles aquí y allá entre estratos de piedras y rocas. Desaparecieron varias especies de árboles gigantescos que hoy podéis ver en forma de hulla. También desaparecieron por completo muchos animales gigantescos, como por ejemplo el mamut, y gran cantidad de los enormes anfibios alados conocidos hoy con el nombre de “dinosaurios”.
18. Igualmente se extinguieron varias especies de hombres conocidos en los tiempos primitivos con el nombre de “gigantes”. Y también varias especies de grandes aves y muchos peces ignorados, que ocasionalmente se encuentra aquí y allá entre las rocas y que todavía se conservan en buenas condiciones.
19. Sin embargo, todas estas transformaciones son muy lentas en un planeta imperfecto, y las formas posteriores no difieren tanto de las anteriores como ocurre en el perfecto planeta solar.
20. Por esto el Sol puede ser llamado un planeta perfecto, pues todo lo que hay en todos los planetas también está presente en su suelo, en forma muy perfecta y con la mayor diversidad. Por lo dicho, comprenderéis que el Sol es verdaderamente un planeta perfecto, porque es un modelo completo de todo lo que forma un planeta, desde su núcleo hasta todo lo que hay en su superficie. Si no fuera así, ¿cómo podrían los rayos del Sol producir cosas parecidas en los cuerpos terrestres?
1. Ya sabéis que el Sol es un planeta perfecto. Por ello no nos entretendremos más en comparaciones sino que lo examinaremos desde un polo al otro. Sin embargo, no lo haremos siguiendo el orden de un planeta imperfecto, sino exactamente al revés.
2. Preguntaréis: «¿Por qué?».
La respuesta es muy fácil. Podríais encontrarla vosotros mismos si vuestro espíritu abandonara su habitual pereza.
El motivo es el siguiente: En los planetas imperfectos todo se crea progresivamente hasta que el último escalón de la escalera de la creación progresiva llega al ser humano, grado el más perfecto de las cosas y los seres. Pero en el perfecto planeta solar, el hombre se encuentra como fundamento de todos los seres en la base de la escalera de perfección, porque todos surgen de él.
Las potencias inferiores e imperfectas son proyectadas por la voluntad del hombre hacia los planetas imperfectos mediante los rayos de la luz solar. Allí originan elementos y seres minúsculos, una especie de cultivos de mohos etéreos muy delicados todavía desconocidos a los científicos, que luego, como ya es sabido, se desarrollan progresivamente hasta llegar finalmente a ser hombres.
3. Si pensáis en ello, comprenderéis que, en cierto sentido, sois hijos de los hombres solares. Pero pese a que exteriormente sois hijos suyos, en lo que se refiere al verdadero espíritu que habita en vosotros sois como sus padres. Pues el espíritu inmortal en vosotros está más cerca de Mí que el de ellos, porque el vuestro es un espíritu en el camino de regreso, mientras que el de los hombres solares es un espíritu que se expande.
4. Ahora os preguntáis necesariamente: «¿También el espíritu de los hombres solares debe convertirse y volverse espíritu humano en el hombre de la Tierra?».
¡Esta cuestión es un gran secreto hasta ahora no vislumbrado por hombre alguno! Pero os llevaré a la respuesta de esta pregunta.
5. Conforme al Orden divino todos los planetas de nuestro sistema solar tuvieron su origen en el Sol, así como el propio Sol tuvo su origen en uno de los incontables Soles centrales fundamentales. También sabéis ya por otras comunicaciones qué es lo que en el fondo es toda la materia de un planeta: sólo la manifestación visible de fuerzas primitivas o espíritus, cautivos.
«¿De dónde habrán surgido los mismos?».
6. Si todo planeta tiene su origen en el Sol, entonces también planeta y contenido, todo, hasta el último átomo, es exactamente lo mismo. Ahora se trata de indicaros cómo ha surgido un planeta del astro solar y cómo, de tanto en tanto, todavía siguen surgiendo. Entonces comprenderéis claramente cuál es la suerte que les espera a una gran parte de los espíritus de los hombres solares.
7. Para que lo comprendáis mejor os explicaré primero la estructura física del propio Sol.
8. En tanto que cuerpo planetario está formado por siete Soles, dispuestos de tal manera que siempre un Sol menor está en el interior de otro mayor, como una bola hueca dentro de otra. Solamente el Sol más interior, en cierto sentido el corazón del planeta solar, es macizo desde su núcleo hasta la superficie.
9. Estos siete Soles están completamente habitados. Entre cada Sol hueco hay un espacio entre mil y tres mil leguas, lo que permite que cada Sol interior sea perfectamente habitable.
10. Cierto es que también los planetas imperfectos tienen algunas características parecidas, aunque mucho más imperfectas no sólo en el número de “bolas huecas” sino también en su estructura.
11. Ahora bien, como en el perfecto planeta solar cabe una multitud extraordinariamente grande de seres humanos debido a su enorme tamaño, no debéis sorprenderos si os digo que el total de los hombres del sol es mil veces mayor que el de la totalidad de los hombres de los planetas, Lunas y cometas que giran a su alrededor, y eso sin considerar ahora si la estatura del hombre del Sol es o no mayor que la del de la Tierra.
12. Ahora os interesa saber en qué consiste realmente la materia del cuerpo solar, y luego también cuál es la naturaleza de sus hombres.
13. La materia del cuerpo solar, en lo que se refiere a lo exterior, es un medio psíquico algo más condensado donde hay un sinnúmero de espíritus en cautividad no muy rigurosa. Por mi Gracia y Amor, en el planeta perfecto solar también fue creado un segundo tipo de cuerpo humano de una sustancia algo más densa, muy apto para acoger a los espíritus retenidos en la materia solar. Si tal cuerpo, un verdadero hombre del Sol, es procreado por voluntad de uno ya existente, en seguida este hombre recién creado acoge a un espíritu para su futura prueba de libertad. En cuanto el espíritu es acogido, lo que siempre ocurre inmediatamente después de la procreación, el hombre solar ya está completamente vivo. Luego se le comunican las condiciones establecidas por mi Voluntad y se le señala la perfección de la suya propia, en virtud de la cual posee una verdadera fuerza creativa: basta con que lo quiera firmemente, y el suelo del Sol producirá lo que desea.
14. A esta libre voluntad del hombre solar también se le da a conocer el Orden de mi Voluntad, y se le instruye al mismo tiempo sobre la ley sancionadora para que en modo alguno infrinja el Orden eterno con la perfección de su voluntad creadora.
Sabed que en semejante medio de libres voluntades se cometen muchas infracciones contra mi Voluntad; pues cuanto más libre y menos restringida es la suya, tanto más fácil resulta infringir las normas de la Mía.
1. Preguntaréis: «¿Qué sucede con los que no observan la ley del Orden de la Voluntad divina?».
Tienen que abandonar sus cuerpos para integrarse en el primer sol interior donde son acogidos por cuerpos adecuadamente preparados. Esto ocurre, para que sepan que tal estado es un castigo por haber obrado contra la ley viva de mi Voluntad, siendo plenamente conscientes de su condición anterior. Allí también tienen una libertad de voluntad perfecta y poderosa, por lo que pueden actuar como antes. Si vuelven a abandonar mi Orden, de nuevo irán al próximo sol inferior. Y si insisten en su obstinación con nuevas violaciones de mi Orden, serán escarmentados desplazándolos al sol más interior, el más material y más sólido.
2. Los que en él se someten al Orden vuelven a ascender para poder perfeccionarse. De lo contrario quedan aprisionados para ser arrojados en forma de bloque desde el cuerpo solar al espacio infinito.
3. Al respecto podéis consultar “La Mosca”. En este escrito veréis las consecuencias que con el tiempo sufren las potencias espirituales expulsadas y transportadas en estos bloques arquetipos. A veces se da el caso que estas potencias espirituales, todavía bastante incoherentes, se esfuerzan por cumplir el Orden, gracias a su conciencia que todavía les es consentida. Entonces el Sol vuelve a acogerlos para su perfeccionamiento futuro. De lo contrario siguen expulsadas para formar parte de la peregrinación desordenada y de larga duración de los cometas, en los que quedan aprisionadas cada vez más rigurosamente, hasta que finalmente son obligadas a entrar en el orden férreo de un planeta o, peor, de una Luna.
4. Ahora sabéis lo necesario para deducir de qué espíritu sois hijos vosotros mismos, y también resulta evidente en qué sentido sois hijos de los hombres solares.
5. Pero tampoco será difícil averiguar en cuál podéis ser sus padres. Os lo digo: podéis serlo de dos modos. Uno es éste: en el caso de que vuestros hijos mueran prematuramente, tales espíritus, si son de mejor índole y de buena voluntad, regresarán antes; pues acabáis de saber que cuando los espíritus expulsados del Sol en un bloque se vuelven obedientes y sumisos en el cometa, entonces el Sol vuelve a aceptarlos sin necesidad de que pasen por la prueba completa de la maduración en un planeta.
6. Ésta es la primera manera de la que sois padres de tales hijos prontamente vueltos al Sol. La segunda, un grado mucho más perfecto, es que podéis ser padres de toda la humanidad que habita el Sol cuando, junto con el apóstol Pablo, podáis decir: «Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí7».
7. Ahora comprenderéis esa aparente contradicción y, con ello, entenderéis más claramente lo que quiere decir: «Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre». Y: «¡Hágase tu Voluntad!».
Dondequiera que se cumpla la Voluntad del Padre, o tan sólo exista la inclinación dominante a cumplirla, ningún ser espiritual precisa una dura prueba de maduración en un planeta para regresar al Reino de la Vida verdadera o para poder decir en espíritu: «¡Venga a nosotros tu Reino!».
8. Si reflexionáis un poco sobre todas las relaciones examinadas hasta aquí, ya no os parecerá lamentable ver como una multitud de flores y frutos inmaduros caen de los árboles.
¿Queréis saber por qué y cuál es su destino?
¡Echad una ojeada al Sol! Él os lo dirá; pues no siempre es necesario que un planeta haya madurado materialmente para volver espiritualmente al lugar donde tiene su origen.
Más tarde conoceréis otras relaciones importantes respecto a nuestro perfecto planeta solar.
9. Ahora puede preguntarse qué sucede con los espíritus del Sol que, aun habiéndose servido de su libre voluntad, siempre actuaron en armonía con mi Voluntad, y si hay muchos espíritus perfectos en el Sol que no precisen sufrir otra degradación para poder ascender penosamente a la perfección partiendo de un grado más bajo.
10. En el Sol hay muchos de estos espíritus ya perfectos que, tras haber alcanzado su perfección, no se quedan en él sino que ascienden a un Sol superior, al Sol central del que salieron junto con el Sol. Allí se consolidan en su humildad, y luego vuelven a ascender nuevamente hasta que llegan a un Sol central más elevado que excede indeciblemente en tamaño, luz y magnificencia al Sol central antes mencionado.
11. Estos espíritus, cuando desde el Sol central anterior donde eran más que candentes, llegan a este Sol central más elevado, tienen la sensación de ser relativamente oscuros, como si careciesen de cualquier clase de luz.
Por tal motivo, los espíritus allí reinantes los introducen gradualmente en las nuevas condiciones y los preparan de tal manera que se vuelvan aptos para ascender de nuevo. Así llegan finalmente a un Sol central casi infinitamente grande, un Sol que es al mismo tiempo la última escuela preliminar para el Cielo verdadero, hogar original de todos los espíritus perfectos. Pero en este último y a la vez mayor Sol central de un cúmulo cósmico globular hay muchas etapas por las que han de pasar los espíritus, vestidos de un cuerpo etéreo, antes de ser aptos para que se les acepte en el mundo solar espiritual llamado Cielo.
Este es, en pocas palabras, el camino de los espíritus perfectos del Sol.
12. Si alguien quiere preguntar por qué este camino ha de ser tan largo, la respuesta es obvia: Como, partiendo del mayor Sol central principal mencionado, tales espíritus habían tomado antes el camino hacia abajo y habían sido expulsados del mismo hacia Soles principales inferiores, volviéndose más materiales en cada uno de estos grados o nivel de Soles, ahora deben recorrer el mismo camino en sentido inverso para poder librarse en él, de grado en grado, hasta del último átomo de la materia que habían acogido, volviéndose así aptos para integrarse perfecta y eternamente en el mundo solar celestial verdadero y purísimo.
13. Esto os habrá quedado claro.
Pero veo todavía otra pregunta escondida en vosotros: «¿Acaso también los espíritus de los hombres planetarios tienen que recorrer ese camino, luminoso pero enormemente largo, hasta poder entrar en el verdadero Cielo?».
14. Esta pregunta no puede ser respondida inmediatamente ni con un sí ni con un no, pues depende de tres factores. Han de recorrer este camino los niños y los hombres que después del fallecer en la Tierra todavía necesitan purificarse. Igualmente tienen que recorrerlo también la mayoría de los hombres eruditos en sabiduría mundana, presumidos y arrogantes, y, de vez en cuando, de una manera aún mucho más pesada: cuando, empezando por esta Tierra, deben recorrer aún antes de poder llegar al Sol la escuela preliminar y purificadora de los diversos planetas.
15. Existe una gran diferencia entre los niños fallecidos prematuramente, inmediatamente aceptados en el Sol, y los hombres aceptados más tarde en la escuela del Sol. Los espíritus de los niños criados y educados en el Sol son inmediatamente admitidos en una u otra asociación angélica del verdadero Cielo, mientras los hombres madurados en los planetas, sin excepción, han de recorrer todo el camino prescrito. De modo que el fallecimiento temprano de los niños en esta Tierra no es una desgracia tan grande como parece.
16. Pero sobre todo han reducido considerablemente ese camino tan largo aquellos hombres que en esta Tierra se volvieron puro amor para conmigo, los que por este amor han renunciado a todas las cosas mundanas y materiales y sólo me desean a Mí: pues ellos son verdaderamente mis hijos, mis hermanos y mis hermanas. Y por este motivo, después de haberse desprendido con alegría de su cuerpo material, llegan enseguida a Mí, o sea, llevados por su gran amor hacia Mí, llegan directamente al Cielo superior donde vivo Yo sustancialmente, en persona.
17. Estos son los diferentes caminos que existen después de haber dejado atrás su cuerpo, sobre todo para los espíritus de este planeta terrestre. Hasta cierto punto, aunque rara vez, el mismo caso puede darse con los habitantes del planeta Júpiter, y también, aunque en más contadas ocasiones todavía, con los habitantes de los planetas Saturno, Urano y del tercer planeta que todavía os es desconocido. Sin embargo, desde ninguno de los planetas mencionados los espíritus llegan directamente al Cielo superior, sino sólo al primer Cielo de la sabiduría.
18. Ahora sabéis también estos caminos. Puesto que conocéis las condiciones exteriores del Sol, podemos pasar ya a describir su disposición interior y contemplar sus magnificencias. Veréis cosas con las que nunca habéis soñado. Pero para que la contemplación no sea interrumpida, queremos reservarla para la próxima comunicación; así que acabamos por hoy.
1. Para estudiar el Sol examinemos antes de todo su envoltura de luz, porque sólo debido a esta envoltura exterior el planeta perfecto solar constituye lo que es: el Sol.
2. Preguntaréis: «¿Cuál es la naturaleza de esta envoltura de luz?».
Esta envoltura de luz es la verdadera capa atmosférica que rodea al planeta solar, cuyo enorme resplandor sólo se manifiesta en su atmósfera exterior, volviéndose el astro cada vez más oscuro hacia su superficie. Es de tal naturaleza que desde la superficie del astro se puede mirar, como desde cualquier otro planeta, el libre espacio universal a través de la misma sin el menor problema. Desde cualquier planeta resulta por el contrario imposible atravesarla con la vista para ver la superficie del cuerpo solar.
3. Necesariamente preguntaréis: «¿Cómo es posible que desde la superficie del Sol se pueda mirar al universo sin problemas a través de estas masas intensas de luz, mientras que resulta imposible ver su superficie a través de este mar de luz desde el exterior?».
4. La causa del fenómeno es muy sencilla y un conocido ejemplo natural os lo aclarará perfectamente: Supongamos que estéis delante de la ventana de una casa cuyo vidrio refleja los rayos solares y que el reflejo caiga en vuestros ojos. ¿Qué veis? Sólo el reflejo deslumbrante del Sol que os llega de la ventana, la cual es para vosotros un obstáculo invencible para mirar lo que hay tras los vidrios. ¿Acaso eso le impide a una persona que esté detrás de la ventana y mire hacia fuera, ver lo que pasa cerca y lejos, si es que el vidrio de la ventana está limpio? ¡No, en manera alguna! Mientras vosotros no veis desde el exterior de la casa sino el vidrio brillante de la ventana, la persona de dentro puede contar cómodamente vuestros cabellos.
5. Este es exactamente el caso del Sol. El brillo de su luz se produce del siguiente modo: el Sol recibe todos los rayos de mil millones de otros Soles, cada uno de los cuales se reflejan casi infinitamente en la superficie reflectora de la vasta atmósfera solar. También el mismo Sol se refleja así en otros planetas: en los objetos sólidos, en la superficie de las aguas y sobre todo en la capa atmosférica que los rodea.
6. Ahora preguntáis: «¿Y por qué nuestro planeta, y cualquiera otro, no está rodeado de un fuerte brillo luminoso como el del Sol, si todos ellos se encuentran, al igual que el Sol, en medio de todo esos mil millones de Soles? Si fuera como se ha dicho, ¡incluso la Luna tendría que lucir con una luz tan fuerte como la del Sol, pues recibe los rayos de todos los dichos mil millones de Soles!».
7. Para que os deis cuenta claramente de la falta de consistencia de esta hipótesis, quiero poneros otro ejemplo. Tomad diversas bolas de vidrio de diferentes tamaños, la más pequeña no mayor que un grano de arena, la siguiente como un grano de mostaza, otra como un guisante, otra como una avellana, otra como una castaña, otra como una manzana, otra como un puño doble, otra del tamaño de la cabeza humana y así sucesivamente hasta una bola de un diámetro de una braza.
Poned todas estas bolas de vidrio en un sitio expuesto a los rayos solares y observad el reflejo del Sol en cada una de ellas. En la más pequeña apenas notaréis luz; en la segunda descubriréis un puntito luminoso, en la tercera el reflejo luminoso ya molesta un poco el ojo. El reflejo del Sol en la cuarta bola tiene un tamaño tan grande que no podéis mirarlo durante mucho tiempo. En la superficie de las bolas mayores la luz ya resulta más deslumbrante, y el tamaño del reflejo del Sol es cada vez más importante. Si miramos la bola del tamaño de una cabeza humana, la imagen del Sol aparece en ella con un diámetro de una pulgada, y no podréis mirarla sin usar un filtro óptico.
8. Lo mismo que ocurre con la luz del Sol en las pequeñas bolas de cristal también sucede con los diferentes cuerpos celestes del universo. Las estrellas fijas o Soles lejanos que desde la Tierra sólo percibís como puntitos de luz tenue, son para los habitantes de Júpiter, particularmente aquellas que clasificáis como estrellas fijas de primero, segundo y tercer orden, grandes como una moneda de veinte cruzados, de diez cruzados y de cinco cruzados. ¿Por qué?
9. Porque el planeta Júpiter corresponde a una bola de vidrio cuatro mil veces mayor que vuestra Tierra y por ese motivo también debe recibir necesariamente la imagen del Sol en una escala mayor que vuestro planeta, mucho más pequeño. Esta es la razón por la que Júpiter, pese a su distancia mucho mayor al Sol que Marte y vuestra Tierra, recibe una luz mucho más fuerte.
10. Supongamos ahora que el Sol es más de un millón veces mayor que vuestra Tierra. Entonces va de sí que todos los Soles de vuestro campo solar, por lejos que estén, deben producir una imagen importante en la extensa superficie de la atmósfera de vuestro Sol. Por ello, hasta los Soles de campos solares muy lejanos cuyo conjunto, aun utilizando un telescopio es visto por el ojo en vuestra Tierra como una pequeña nebulosa, producen en él una imagen de un diámetro de una, dos y hasta tres pulgadas, imagen cuyo brillo no podríais mirar ni un sólo momento con el ojo libre, sin usar un filtro.
11. Ahora pensad en las imágenes producidas por los Soles más cercanos que frecuentemente tienen una dimensión de cien a mil leguas cuadradas. Después tened en cuenta el sinnúmero de tales imágenes reflejadas en la extensa superficie de la atmósfera del Sol, y os estremeceréis ante la intensidad de luz obtenida.
12. Este es el origen de la luz solar que cada día ilumina vuestro planeta. Esta explicación os aclarará las relaciones antes mencionadas y ahora comprenderéis fácilmente cómo es posible que los habitantes del planeta solar puedan ver a través de la envoltura de la luz solar, mientras que para el ojo humano sea imposible penetrar dicha envoltura y ver el cuerpo solar.
13. Bueno, esto ya lo sabéis.
Pero veo una pregunta escondida en vosotros: «Esta teoría de la luz solar parece ser verdaderamente razonable y correcta, es decir, que los Soles en su totalidad sean iluminados así; pero si cada Sol brilla a causa de estas relaciones, surge la cuestión de dónde procede realmente la luz del conjunto de ellos. Si la luz de cada uno es sólo una luz ajena recibida de los rayos de otros Soles, es decir, si ningún Sol tiene una luz propia sino que sólo refleja la luz de otros, ¿de dónde toman estos otros Soles su luz, si por sí mismos todos son totalmente oscuros?».
14. ¡Buena pregunta! Pero como su contestación resulta algo compleja para vuestra comprensión, la dejamos para mañana. Así que vale por hoy.
1. Mediante un ejemplo fácilmente comprensible quiero mostraros cómo se vuelven tan luminosos todos los Soles y cada uno de ellos, y cómo la luz de un Sol puede reflejarse en la superficie de la atmósfera de otro. Imaginaos una vivienda cuyas paredes fueran de cristal pulido ya preparado con una superficie metálica de modo que formara un espejo perfecto. Imaginaos también que el interior de esta vivienda sea enteramente redondo, una gran esfera hueca. En esta vivienda, o sea, en esta gran esfera hueca, colocáis diversas bolas de vidrio o de metal pulido de diferentes tamaños. Y exactamente en el centro de la misma un farol, es decir, una fuente de luz muy potente. A continuación observad todas las pequeñas bolas pulidas colgadas en la esfera hueca: ¡están iluminadas por todos los lados y parecen cuerpos con luz propia!
Preguntaréis: «¿Cómo ocurre?».
2. Es fácilmente comprensible: las paredes pulidas reflejan desde todos lados la luz del farol sobre el mismo, en absoluto de manera atenuada sino concentrada, o más bien potenciada. Así, todas las bolas colgadas en la esfera hueca quedan repetidamente iluminadas por todos lados:
En primer lugar, directamente por la propia luz del farol.
En segundo lugar, por la luz del farol reflejada desde las paredes pulidas que, juntas, forman un espejo cóncavo cerrado cuyo foco está exactamente en el centro de su propio espacio.
En tercer lugar, por una reflexión mutua y directa entre ellas, y por una reflexión mutua indirecta, causada por su reflejo en las paredes pulidas.
Y, finalmente, por el vaivén de los rayos de luz reflejados entre las paredes pulidas de la esfera.
3. El modelo sirve de sobra para responder a la pregunta antes formulada, pues las mismas leyes que rigen la propagación de los rayos de la luz en la esfera hueca también rigen la realidad, el gran universo.
Ahora, en vez de la gran esfera hueca, imaginaos el cúmulo cósmico globular que ya os es conocido. Está rodeado por una especie de aguas etéreas, de dimensiones para vosotros inconcebibles. Imaginad a continuación, en el centro del cúmulo cósmico globular, un Sol central principal de un tamaño que para vosotros excede todo lo imaginable, cuya superficie está cubierta en su totalidad de llamas extremadamente brillantes. (Sea dicho para información vuestra que estas llamas de suma intensidad son originadas por los espíritus que allí, o empiezan su camino de purificación, o lo terminan, regresando de una profunda caída). Esta es la respuesta completa a la pregunta hecha.
La luz de este gran Sol central llega hasta las “paredes” del cúmulo cósmico globular antes mencionado, desde donde es reflejada para atravesar amplios espacios y campos solares de tamaños que no podéis imaginar.
Aunque todo lo que os parece infinitamente grande, ante mis ojos es como un grano de arena que cogierais en vuestras manos para jugar con él.
4. Ahora queda demostrada una propiedad esencial de todos los Soles: cómo a causa de la gran superficie de su atmósfera son capaces de recibir la imagen luminosa proyectada por otro Sol, y luego reflejarla como un espejo que recibe luz y la devuelve.
En seguida comprenderéis mejor el enorme brillo de vuestro Sol. Ya sabéis que en el centro de ese cúmulo cósmico globular hay un farol solar, con luz propia y de tamaño para vosotros inimaginable, cuya luz llega hasta su periferia, iluminando ya un lado de cada Sol que encuentre en su camino. Cuanto la luz del farol solar sea reflejada por la envoltura exterior del cúmulo, entonces los rayos iluminarán también el otro lado de todos los Soles que encuentran en el camino.
Cuando todos los Soles de un cúmulo cósmico globular sean iluminados así en debida forma, todavía se iluminarán mutuamente entre ellos.
5. Con una facultad normal de pensar lógicamente no os quedarán dudas sobre la procedencia de la luz intensa de un Sol.
6. Además, cada Sol tiene también su luz propia originada por los espíritus que lo habitan. Sin embargo, esta clase de luz no tiene, ni lejanamente, la intensidad de la luz que veis en vuestro Sol; más bien consiste en una animación intensa de la atmósfera de cada cuerpo solar, para que esta pueda acoger y a la vez reflejar tanto más viva y perfectamente la luz que le llega directamente del Sol central, la que le llega por su reflexión en las paredes, y la irradiada por los otros Soles.
Por ello existen en cada cuerpo solar una gran cantidad de volcanes, sobre todo en la zona ecuatorial. Mirando un Sol por un telescopio con filtro ennegrecido, estos volcanes se manifiestan frecuentemente como manchas oscuras. Su función y de qué manera mantienen la atmósfera solar en condiciones para que refleje la luz sin permitir que llegue a la superficie, os será revelado en la próxima comunicación.
1. Después de saber de dónde reciben su luz los Soles y cómo la reflejan, algunos críticos sutiles objetarán:
«No estamos contra esta hipótesis de la luz del Sol, pero habría que demostrar de dónde recibe su luz llameante el Sol central principal citado. En realidad ¿en qué consiste la luminosidad de estas llamas aparentes? ¿Cuál es la causa o el origen de las llamas? ¿Qué es ese combustible perdurable que nunca puede ser consumido por las llamas tan intensamente resplandecientes?».
2. Estas son preguntas bastante importantes.
Sin embargo, en el fondo hay otra pregunta aún más importante, y alguien podría decir:
«Es evidente que todo este asunto tiene cierta base concreta, pero aun así sigue siendo problemático: ¿Es que podemos realmente dar por cierta la existencia de tal cúmulo cósmico globular con semejante Sol central ardiente en su centro?
Si se nos puede dar una prueba contundente de todo ello, entonces nosotros, que somos científicos y astrónomos, lo aceptaremos. Pero sin tal prueba no podemos tomar la hipótesis en su conjunto sino como un resultado bien conseguido de la fantasía poética».
3. En esto consisten las objeciones que podrían oponernos. Y para que tales críticos sutiles no vean la necesidad de dirigirse al autor para pedirle pruebas contundentes, les presentaremos aquí mismo una bien pensada explicación incuestionable.
4. El cúmulo cósmico globular tiene infinidad de analogías con las más ínfimas criaturas de un planeta, de un Sol o de todo lo que gustéis observar.
¿Dónde existe algo en lo que los muchos elementos que lo componen no estén envueltos en cualquier clase de cáscara, corteza o piel?
5. Observad tan sólo el ojo humano o animal. Se corresponde exactamente con un cúmulo cósmico globular, pues también en su centro, o sea, en el foco, se encuentra la pupila. En el caso de muchos animales, la pupila tiene una luz propia y recibe la luz de otros objetos al igual que un Sol, sea del grado que sea, dentro de su envoltura.
Luego observad las paredes del ojo desde el interior y veréis como todos los rayos externos recibidos a través del cristalino y reforzados por la luz propia del mismo, son reflejados a su vez hacia fuera, a toda distancia imaginable.
Sabed que no veis los objetos mismos sino sólo sus correspondientes imágenes proyectadas por la lente cristalina a la retina, una piel reflectora que los recibe y, nada más recibirlos e iluminarlos perfectamente, los refleja hacia fuera. Sólo entonces veis los objetos en el sitio donde se encuentran, fuera de vosotros y en su entorno natural. Pues si vierais los objetos mismos, los tendríais que ver a su verdadero tamaño natural. Con el resultado de que allí donde vierais un ácaro, lo tendríais que percibir del tamaño de un elefante. Y con el ojo espiritual tendríais que verlo hasta del tamaño de un planeta.
6. El fenómeno de que por la naturaleza del ojo, el cual tiene las características de un cúmulo cósmico globular, percibís todas las cosas a una escala muy reducida, ya está confirmado más que suficientemente por el hecho que todos los objetos, por pequeños que sean, se dejan aumentar extraordinariamente por un microscopio. Pues tal ampliación no es sino un acercamiento progresivo de la reproducción luminosa del objeto mirado al tamaño real del mismo.
7. Si no fuese así, de ninguna manera se podría descubrir en la imagen ampliada de un objeto los más diversos detalles de cosas perfectamente formadas, que el ojo, tal como es, nunca podría descubrir.
¿Acaso tal descubrimiento no demuestra claramente que el mismo ojo natural, es decir, sin la ayuda de lentes de aumento, de ninguna manera ve los objetos mismos sino sólo sus imágenes extremadamente reducidas? Si no fuera así, ¿cómo habríais podido descubrir multitud de infusorios y otros microorganismos en una pequeña gota de agua?
8. Quien tiene una inteligencia suficientemente despierta, ha de descubrir a primera vista la analogía entre el ojo, un planeta, un Sol y, finalmente, también un cúmulo cósmico globular.
9. Incluso el hombre corresponde a la misma analogía:
¿Qué es su corazón en sentido natural? ¿Acaso no es un sol central para todo el cuerpo? Y todo el sistema de nervios y fibras incontables, ¿acaso no son soles subordinados?
La piel exterior cubre como envoltura todo el organismo vivo. ¿Podría existir un hombre sin esta envoltura exterior que es una protección útil para todos los órganos internos del cuerpo humano y también el animal?
Aquí tenéis otra analogía sobre un cúmulo cósmico globular.
10. ¡Mirad también el huevo de un pájaro! ¿Qué es? En el sentido más amplio una imagen de todo un cúmulo cósmico globular, de un sol central en particular, de un sol subordinado, de un planeta... Y lo mismo sucede con cualquier otro objeto.
Al respecto también podéis contemplar incluso un planeta y, si queréis pensar un poco más profundamente, veréis que sin envoltura exterior ningún planeta puede existir. Aunque le quitaseis una capa exterior tras otra, finalmente tendríais que eliminar su núcleo, pues también este, mientras exista, siempre tendrá una envoltura que mantiene sus componentes unidos.
11. En pocas palabras: allí donde se manifieste una vida, y precisamente para que se manifieste, debe haber un organismo útil cuyos elementos estén concebidos de tal manera que, dentro del Orden supremo, los unos están en correspondencia con los otros, de manera que una parte orgánica estimule, tire y despierte a otra, como en el caso de un reloj en el que una rueda dentada engrana en otra y, propulsándola, la despierta.
12. ¿Acaso las ruedas dentadas darían el mismo resultado si sus ejes no tuviesen un soporte fijo, parecido a una envoltura, donde están colocados en el orden que permite su movimiento?
Cuando todo ello ya existe, ¿qué falta todavía para que las ruedas puedan moverse ordenadamente? Les falta un “sol central”, lo que en el reloj es el muelle. De modo que el reloj no podría funcionar si las ruedas no tuviesen un soporte fijo, ni si faltara una fuerza motriz interior.
13. Lo mismo sucede con la planta más insignificante, la cual debe poseer una envoltura exterior, indispensable para que en su interior se pueda mantener un organismo útil, desde cuyo centro, de manera similar a la luz del Sol central, pueda irradiar la fuerza vivificadora y estimular todo el organismo, hasta llegar a la envoltura exterior donde se detiene y vuelve hacia el centro.
¿Acaso esto sería posible sin la envoltura exterior? ¡Seguro que no! Pues sin un recipiente no se puede traer ni una gota de agua a la casa, y menos aún mantener una vida orgánica.
14. El organismo de un animal, así como él de un hombre, debe ser encerrado igualmente en una envoltura exterior, dentro de la cual puede ser organizado y animado desde el punto central.
15. El mismo caso sucede con un planeta cuya existencia sería imaginable sin parecidos arreglos, y que, sin ellos, menos aún sería capaz de proporcionar sustento a cualquier forma de vida que lo necesite.
Aún más notable sería el asunto tratándose de un Sol que es un punto central de todo un sistema planetario, motivo por el cual debe estar provisto de una envoltura múltiple, como en el caso del corazón en el cuerpo humano.
Pues para que sus efectos sean mayores, el organismo del Sol debe ser más perfecto y diverso que el de cualquier planeta. Por este motivo incluso cada sistema planetario, con su Sol en el centro, tiene una propia envoltura etérea, dentro de la cual vive y gira, estimula, tira y despierta mutuamente todo el sistema planetario.
16. Aún más extremo es el caso del próximo Sol central correspondiente, alrededor del cual ya giran hasta millones de Soles de sistemas planetarios con sus planetas. El conjunto forma un campo solar que representa un organismo mucho más grandioso que un pequeño Sol planetario con sus planetas.
También estos millones de Soles de sistemas planetarios tienen una envoltura etérea propia, motivo por el cual veis los campos solares lejanos como nebulosas bastante claramente delimitadas, lo que no sería posible si no estuviesen rodeados por una “piel etérea”. Analógicamente, también en el cuerpo humano o animal cada nervio individual está envuelto por una película propia sin la cual el nervio no podría existir ni funcionar.
17. Ya sabéis que un gran número de tales campos solares también posee un Sol central común, alrededor del cual giran y funcionan, animados por la fuerza de este mismo cuerpo central. Su conjunto forma una región solar. Como ya os podéis imaginar, tales regiones solares también poseen una envoltura exterior o “piel etérea” propia.
Un sistema de regiones solares, en el que muchas regiones solares giran alrededor de un Sol central mayor, con el cual forman un universo solar, también está envuelto por una “piel etérea” aún mayor. Y, finalmente, esos grandes sistemas de universos solares, en gran número, giran alrededor de un punto central común aún mucho mayor, a saber, alrededor del verdadero Sol central principal que tiene su propia luz. Y todos están sumamente activos dentro de una envoltura o “piel” común, extraordinariamente vasta. Aquí tenéis un cúmulo cósmico globular, un organismo solar perfecto y autónomo.
18. ¿Qué le sucedería a este organismo si se le quitase la envoltura de “agua etérea” tan sumamente necesaria?
A este organismo, y en consecuencia también a cada una de sus piezas sueltas, le sucedería lo mismo que a un ojo al que se le quitase la córnea exterior, o a un huevo la cáscara, o a una planta toda la corteza exterior, o a un cuerpo animal la piel, o, finalmente, a un planeta la corteza exterior.
Lo mismo ocurriría también con todo un organismo solar, pues en parte se desharía, en parte se secaría, en parte se dispersaría en el espacio infinito, y al fin se apagaría totalmente y perecería.
Tal cúmulo cósmico globular debe existir necesariamente como organismo solar perfecto; por lo que también debe tener una fuerza motriz interior, un corazón o un Sol central común.
A ver si nuestros científicos sutiles consiguen calificar esta teoría como una hipótesis poética.
19. Ahora sólo nos queda por demostrar la luminosidad del Sol central principal y el asunto de las llamas vivas que lo envuelven. Una vez aclarado esto, podremos vagar tranquila y cómodamente por las campiñas de nuestro Sol y alrededor de sus volcanes, y mirar allí todas las maravillas y esplendores del mismo.
1. El origen de la luz de una llama ya fue explicado en la comunicación “La Mosca”. Aunque para una mayor comprensión de este fenómeno sirva el suplemento siguiente.
2. Ya sabéis que lo espiritual no puede existir como tal sin una envoltura exterior o un organismo, sea el que fuere, para poder manifestarse. Esta envoltura exterior no es sino mi Voluntad amorosa que envuelve lo espiritual. La Misericordia de mi Voluntad programa lo espiritual, imponiéndole de esta manera cierto orden, para ponerlo en condiciones de poder cumplir con determinada parte de mi gran Voluntad, y eso para conseguir cierta finalidad que se corresponde con los designios de mi Orden eterno. ¡Así es la cosa!
3. ¿Qué sucedería si cualquier fuerza oculta, por insignificante que sea, fuera estimulada, sacudida o empujada, en el margen de mi Voluntad amorosa, por las circunstancias o efectos que fueren? Esto alteraría su orden, por lo que la fuerza perdería su equilibrio, se sentiría cohibida y molesta, y trataría de restablecer su estado anterior o, si ha sido excitada en demasía, trataría de reventar su envoltura y pasar así a un estado libre.
4. Ahora pensad que como el diámetro de este Sol central principal tiene una longitud tan enorme que la luz necesitaría más de un trillón de años para ir de un extremo a otro, el tamaño natural de este cuerpo cósmico tiene que ser impresionante.
En este cuerpo, ya infinitamente grande para vuestra manera de pensar, ¿no ejercerá su materia una presión inimaginable sobre el centro desde todos los puntos de su periferia? Por supuesto, ¡sin duda alguna!
5. Pensad en el peso de un solo monte de vuestra Tierra fútil. Imaginaos el peso del mismo planeta. Pensad luego en el peso de vuestro Sol que, para empezar, es un millón de veces mayor que vuestra Tierra y, por lo tanto, posee una fuerza de atracción un millón de veces más grande. Si no fuese así, el Sol no sería capaz de atraer sin que puedan alejarse de su esfera de influencia a cometas que están a una distancia de hasta de muchos miles de millones de leguas.
Hay que tener en cuenta que un cuerpo que atrae más tiene una gravedad mayor, proporcionalmente correspondiente a su fuerza de atracción.
6. Teniendo en cuenta que juntos todos los Soles centrales, los Soles de los sistemas planetarios, los planetas y los cometas, apenas constituyen la millonésima parte de un Sol central principal, ¡qué grande y poderosa debe ser la fuerza de atracción de este Sol y qué inmensa su presión sobre el centro!
7. Preguntáis: «¿En que consiste la materia?».
Sabéis ya que la materia es una cárcel para lo espiritual, o sea, para los espíritus.
En la Tierra, cuando chocan dos piedras o dos rocas, frecuentemente estallan algunas potencias espirituales presas. Y cuando en el interior de la Tierra la presión proveniente desde su periferia se hace demasiado fuerte, no tardará mucho en que haya explosiones tan violentas que muchas veces grandes montañas y vastas comarcas quedan removidas o destruidas. Y si queréis entrar en detalles, encontraréis que no fueron más que en algunas brazas cúbicas donde las potencias espirituales, presas en la materia y demasiado oprimidas, reventaron las barreras para buscar una salida, obligando en el proceso a romper también las suyas a muchos otros espíritus.
Sí así sucede en la Tierra, y también sobre y dentro de ella, aplicad esta relación en “miniatura” de vuestro planeta al Sol central principal y podréis haceros una idea sobre la opresión que los espíritus presos allí tienen que soportar constantemente. Pero ello es por mi Misericordia, pues con esta opresión enorme estos presos en su rigurosa cautividad son cada vez de nuevo rigurosamente animados a la vida.
8. Por tal razón, este Sol central principal está repleto de una multitud de grandes volcanes, de los cuales el menor tiene un diámetro en cuyo cráter cabrían fácilmente treinta mil millones de Soles del tamaño del vuestro, y eso por no hablar de los cráteres mayores de este Sol central principal.
9. Ahora sabéis que la luminosidad tiene su origen en las convulsiones o vibraciones de la fuerza espiritual en el interior de la envoltura en la que está encerrada.
Cuanto más violentamente sea excitado un espíritu preso en su envoltura por una presión, un empujón o un golpe exterior, tanto más deslumbrante e intensa se vuelve la manifestación de esta vibración, que es la luminosidad de una llama o de una chispa.
¿Dónde pueden ser apretadas, golpeadas y empujadas estas potencias espirituales con mayor violencia que, precisamente, en y sobre este Sol central principal?
10. En virtud de estas condiciones, una chispa desprende allí una luz tan intensa que el ojo humano no podría soportarla ni un solo instante.
En verdad os digo que si en vuestra Tierra una chispa del tamaño de un grano de trigo desarrollara a una altura de mil leguas una luz con la misma intensidad que en el Sol central principal, la intensidad de su irradiación evaporaría la Tierra en un abrir y cerrar de ojos como una gota de agua sobre un hierro candente.
11. ¡Ahora imaginaos el gigantesco Sol central principal enteramente cubierto de semejantes llamas de luz tan intensa, y estimad vosotros mismos lo lejos que podrán llegar sus rayos, migración de espíritus liberados!
Así entenderéis cómo y de qué manera tal Sol puede muy bien ser un farol común en el gran “hogar” de un cúmulo cósmico globular. Cuando lo hayáis comprendido, también comprenderéis fácilmente de qué manera cada pequeño Sol planetario, y también cada planeta, puede desarrollar su propia luz, siempre con una intensidad proporcional a su volumen y a su fuerza de gravedad.
12. En vuestro planeta podéis ver fácilmente la llama de una vela. ¿Por qué?
Porque al quemar la vela, los espíritus presos en su mecha y en su materia grasa no están excitados sino ligeramente, lo que les basta para destruir su envoltura con facilidad, ganando una gran libertad de acción.
Ya no podéis mirar tan fácilmente un horno. Porque los espíritus todavía retenidos en el carbón necesitan una excitación más fuerte para liberarse de su cárcel mediante vibraciones más violentas. Más difícilmente aún soportaréis la luz de las llamas surgidas de un volcán en erupción porque deben su origen a una excitación mucho más intensa de los espíritus que se encuentran en el interior de la Tierra.
13. Aplicad estas relaciones al Sol donde cada reacción de este tipo debe ser multiplicada por un millón, y pronto veréis hasta qué punto cada Sol es capaz de producir su propia luz mediante sus volcanes. Sin embargo, esta luz propia de un Sol sería todavía demasiado floja para iluminar y calentar totalmente los planetas lejanos.
Pero sirve perfectamente para mantener constantemente la superficie de la atmósfera solar en un estado de máxima pureza y limpieza que le permite estar en perfectas condiciones para poder recibir la luz del Sol central principal y, al mismo tiempo, también la luz de todos los Soles iluminados por él.
14. Con esto hemos contestado todas las preguntas. Ahora, como antes dijimos, podemos andar con tranquilidad sobre nuestro Sol y estudiar con admiración sus suntuosidades y magnificencias.
15. Pero, ¡estad preparados! En verdad os digo que no se tratará de un juego de niños; pues todo lo que será visto en este planeta perfecto será extraordinario en su tamaño, grandeza, magnificencia, sublimidad y seriedad más profunda.
1. Os habréis fijado ya en que el Sol presenta frecuentemente manchas de diversos tamaños, la mayoría de las veces en su zona ecuatorial, alrededor de las cuales, mirando con el telescopio, se ve una orla elevada parecida a un terraplén, detrás de la cual se extienden hacia todos lados ondas luminosas que vuestros astrónomos llaman “antorchas”.
Los científicos se han preguntado a menudo qué pueden ser estas manchas solares. Y ha habido otras tantas respuestas hipotéticas, aunque nunca una realmente acertada.
2. Pero ahora recibiréis una verdaderamente definida. ¿Cómo haremos para que quedéis convencidos?
Responderéis: «Basta con que Tú nos lo digas y te creeremos enteramente».
Cierto es; pero lo que Yo os explicaré aquí, algún día llegará también a los oídos de la ciencia mundana. ¿Pensáis que los científicos creerán incondicionalmente lo que Yo os diga al respecto?
Me respondéis: «Seguro que no, porque esta gente no tiene fe; pues ni siquiera cree, y menos aún con el corazón, que seas Tú quién nos da esta Revelación, ni que exista un Dios como el que presenta esta Revelación, sino que a lo sumo te aceptarán como su intelecto tan altamente “sabio” imagine».
Por tal motivo no creerán un simple relato falto de pruebas, sino que todo lo tomarán por un producto de la fantasía poética.
3. Así que debemos apretar la cuerda y prepararles a estos zorros un cepo muy original, un cepo para cazar con él no sólo su pata sino todo su ser repleto de inteligencia.
«¿Cómo lo haremos?».
¡Un poco de paciencia!
4. Si perforáis una bola exactamente por el centro y pasáis un husillo a través de este agujero, si luego sumergís la bola en el agua y la hacéis rodar sobre su propio eje, y acto seguido la sacáis fuera del agua, ¿qué parte de la superficie de la bola pensáis que salpicará más?
Responderéis: «La parte de la superficie más alejada del husillo, pues a causa de la rotación alrededor de su eje, allí es donde existe la máxima fuerza centrífuga».
5. Ahora tomad una esfera de vidrio hueca que tenga un agujero en ambos lados, meted un poco de agua en ellos, y luego pasad un husillo a través de toda la esfera. Luego colocad la bola de manera que el husillo esté en posición horizontal, y ponedla a rodar. ¿A dónde se dirigirá el agua a causa de la rotación?
«Sin duda alguna, otra vez allí donde haya la mayor distancia al husillo».
6. Estos dos ejemplos son una buena base para ilustrar nuestro asunto lo mejor posible. Como sabéis, vuestro Sol también es una esfera, y tiene un diámetro de doscientas mil leguas. Esta esfera gira alrededor de su eje en aproximadamente veintinueve días. ¡Considerad lo rápido que debe ser el movimiento en el ecuador del Sol cuando un punto hace en veintinueve días un viaje de más de seiscientas mil leguas prusianas, lo que corresponde a siete veces la distancia entre la Luna y la Tierra! Si un jinete rápido debiera cubrir esta distancia, necesitaría setenta años viajando día y noche.
7. Si tenéis en cuenta la rapidez del movimiento de un punto del ecuador del Sol, os maravillaréis calculando cuántas leguas cubre en un minuto. Como conocéis la gran rapidez de este movimiento, podéis también imaginaros claramente la fuerza centrífuga existente en el ecuador del Sol.
8. Puesto que estáis al tanto de esta fuerza, os llamo ahora la atención sobre la segunda esfera, la de vidrio hueco, sobre cómo el agua de la misma era empujada al ecuador cuando rodaba.
¿Qué condiciones regirán en el Sol, desde al interior al ecuador? ¿No serán impelidas todas las partes algo más etéreas hacia el exterior del ecuador? ¿No tendrán allí, a causa de la fuerza centrífuga, bastante impulso para penetrar en la “corteza” superior del Sol, y lanzarse luego con una velocidad increíble hacia fuera, hacia el espacio infinito?
9. En la comunicación precedente habéis aprendido qué es la materia (sea de la clase que sea) y qué consecuencias se derivan al empujarla o golpearla excesivamente.
En los diversos puntos de la región ecuatorial del Sol, ¿no estará la materia también expuesta a una presión extrema, debido al movimiento enormemente rápido y a la fuerza centrífuga del ecuador solar?
10. Ya hemos armado el cepo y no necesitamos sino un zorro. Podéis estar seguros que no se nos escapará de la trampa.
11. Al principio habéis aprendido que el suelo del planeta solar no es tan duro y macizo como el de vuestra Tierra, sino que en todas partes es más bien elástico, especialmente en el ecuador.
Si el suelo del Sol fuera tan quebradizo como el de la Tierra, ¿qué sucedería a causa de la extraordinaria fuerza centrífuga, especialmente en su ecuador? Montañas y zonas enteras serían arrojadas una tras otra con gran ímpetu desde la superficie solar hacia el espacio infinito. Pero como el suelo solar es tan viscoso, una cosa así no resulta posible ni aunque el movimiento fuera el doble de rápido de lo que realmente es.
12. Pese a todo sí que es posible que a causa de la gran fuerza centrífuga originada por el empuje interior, en la región del ecuador puedan haberse formado, aquí y allá, enormes aglomeraciones de masas endurecidas bajo la superficie solar que, en cierto modo, pueden ser consideradas como una enfermedad del Sol.
Bien entendido que también los cuerpos celestes pueden estar físicamente enfermos. A consecuencia de lo dicho, finalmente esos bultos endurecidos se encienden debido al gran empuje hacia fuera y rompen el suelo solar sea cual fuere su consistencia. A continuación, lo espiritual liberado de los bultos reventados se aleja de la superficie solar con la mayor fuerza hacia la profundidad casi infinita del espacio o, por lo menos, hasta tan lejos como se encuentran los planetas que conocéis.
13. Esta es la causa de las manchas oscuras del Sol. Pues la erupción enorme no sólo rompe la corteza del planeta solar, sino que también abre su envoltura de luz, con el corolario de que allí donde esto sucede no es capaz de recibir la luz de los otros Soles, ni de reflejarla, ni tampoco de irradiar la luz propia que se produce continuamente en el suelo elástico del Sol, salvo cuando se deteriora de la manera explicada.
14. También se ha dicho antes que estas manchas oscuras del Sol, observadas con un telescopio, parecen estar rodeadas por un terraplén más claro.
15. Ahora preguntaréis:
«¿Qué puede ser esta especie de terraplén?».
Se trata de un “montículo” del suelo elástico del Sol que se levanta allí donde el suelo es perforado por la erupción de tales masas endurecidas. Pues cuando hay una erupción, las “paredes” del cráter se levantan, formando un muro parecido a un embudo con la parte estrecha hacia arriba.
Si queréis tener un ejemplo más claro de la formación de este terraplén alrededor de las manchas negras, construid una semiesfera hueca de barro suficientemente blando y, con un palo embotado, haced en ella un agujero empujando desde el interior hacia fuera: veréis en el lado exterior de la semiesfera un terraplén levantado que se forma durante la penetración del palo. Sólo que este terraplén resultará un poco rajado porque las partículas del barro tienen menos cohesión que las del suelo solar.
16. El que este terraplén se presente ligeramente iluminado en comparación con el centro negro de la mancha también tiene su explicación:
Aunque encima de las partes reventadas el aire atmosférico no sea brillante, sus potentes oscilaciones desprenden todavía bastante luz propia, parecida a la luz propia del Sol. De esto podéis deducir la intensidad de la luz propia del Sol, con la cual también brillaría sin ayuda de la luz general procedente del exterior.
17. Ya sabéis que al lado de tales terraplenes se forman ciertas ondas de luz solar o “antorchas”.
Su causa es la ondulación del brillante aire atmosférico del Sol producido por la erupción. Cada onda se refleja en su vecina, lo que produce una interferencia entre sus rayos de luz, resultando un resplandor más fuerte de una suma mientras que una diferencia puede incluso anularlo.
18. Como veis, hasta ahora lo hemos presentado todo no sólo de manera clara sino hasta evidente; pero supongo que todavía puede haber algunos zorros sabios que, suspirando hondamente, pregunten con aire de gran sabiduría:
«Bueno, suena bien. Pero parece que hasta ahora el autor ha olvidado que tales manchas solares vuelven a desaparecer o cambian de forma. ¿Cómo saldrá del apuro respecto a su teoría sobre la formación del terraplén como consecuencia de la erupción? Además, con telescopios potentes se han visto movimientos increíblemente rápidos en él. Se supone que este detalle puede desvalorar considerablemente el concepto de “muro parecido a un embudo”, e incluso invalidarlo...».
19. ¡Oh, no, queridos zorros! ¡Esto es precisamente llevar el agua más importante a nuestro molino! Estos detallistas debieran considerar que desde el principio hasta ahora, por motivos fundados, hemos hablado de un suelo elástico del Sol, un suelo que después de una erupción así seguramente no conservará la pétrea solidez de las paredes de un volcán en la Tierra sino que, debido a sus propiedades elásticas, volverá a contraerse paulatinamente. Como la herida producida por un forúnculo que se cura después de supurar, sin que poco después quede rastro de ella.
20. Como dicho terraplén no es sólido como un muro sino elástico, pueden explicarse fácilmente sus movimientos y sus grandes y rápidos cambios, así como también su desaparición paulatina.
21. ¿Queda otra objeción? Veo que en el fondo todavía acecha un zorro. Ha medido varias manchas con sus instrumentos matemáticos y ha descubierto que son tan grandes que fácilmente cabrían en ellas treinta Tierras juntas.
22. Preguntáis: «¿Qué es lo que quiere decir con eso?».
Quiere decir lo siguiente:
«Suponiendo que semejante mancha se forme como se ha explicado, si se tratara de una mancha ubicada en la orla del Sol visible desde la Tierra, entonces, en primer lugar, el terraplén debería ser más elevado y destacarse visiblemente de la superficie, ¡pero no se ve nada parecido!
23. En segundo lugar puede plantearse todavía otra pregunta muy importante: si el Sol expulsa esas enormes masas interiores, ¿hasta dónde llegarán? Y ¿no disminuirán el volumen del Sol semejantes pérdidas descomunales?
Porque considerando la dimensión de las mayores manchas solares, puede suponerse que el volumen expulsado hacia el exterior equivale, en números redondos, a mil cuerpos terrestres. Suponiendo que el Sol tenga un volumen un millón de veces mayor que la Tierra, se llega a la conclusión que miles de manchas seguidas del mismo tamaño tendrán finalmente que devorar el Sol por completo».
24. Este zorro tiene dientes agudos y ojos matemáticos aún más agudos. Sin embargo, también caerá en la trampa, pues Yo sé calcular mejor todavía que esos zorros, por no hablar de mi mayores conocimientos.
No quiero responder inmediatamente la pregunta crítica de este zorro de dientes y ojos agudos, sino hacerle otras. Si me las contesta también satisfaré las suyas.
25. Por ejemplo, ¿cuántas veces cabrá en el volumen de un roble lo que el árbol produce y pierde anualmente, pongamos durante 200 años? No obstante, si mide el roble cada año, seguramente comprobará que en vez de disminuir se ha vuelto más grueso y más alto.
Preguntaréis: «¿Cómo ha sido posible?».
¡Por la constante reposición realizada por las fuentes alimenticias de los árboles! Por eso le digo: Da con las mismas narices en el Sol y verás que también allí se repone continuamente lo que se pierde. Así que hemos eliminado igualmente esta objeción.
26. Sin embargo, antes que nuestro objetor alegue los pequeños levantamientos existentes alrededor de los bordes de las grandes manchas solares, que intente ver a simple vista un tallo de hierba distante diez leguas, lo que ni mucho menos es lo mismo que querer descubrir con un telescopio un levantamiento a veintitrés millones de leguas. Hay que saber que este levantamiento apenas sobrepasa la envoltura luminosa del Sol una diez milésima parte de su diámetro.
27. Teniendo todo esto en cuenta, el objetor habrá de admitir, aun si con sus lentes pulidos no descubre torres babilónicas sobre el borde del Sol, que las relaciones pueden muy bien ser tal como las explicadas. Además, las partes del terraplén que con la erupción quizá sobrepasen su envoltura luminosa, serán eclipsadas en un instante por la intensidad de los rayos de esta envoltura deslumbrante, motivo por el que cual nunca se descubrirá un levantamiento al borde del Sol.
28. Con esto hemos resuelto el asunto de las manchas solares. Veamos a continuación esas erupciones junto con los habitantes del Sol.
1. Al fin del mensaje anterior dijimos que queremos observar una de esas erupciones solares desde el principio hasta el final acompañados por los habitantes solares.
2. Sin embargo, para poder hacerlo de manera provechosa, debemos conocer antes a los habitantes del Sol exterior.
3. Ahora preguntáis: «¿Qué aspecto tienen estos habitantes solares y cómo se organiza su vida? ¿Son seres más bien espirituales o más bien materiales? ¿Hay en este gran planeta sólo una clase de hombres o hay varias?».
4. Ya se dijo al principio que en el cuerpo solar hay todo lo que existe en los planetas como forma embrionaria, en los que todo resulta más raquítico y duro.
5. Lo mismo pasa con los hombres. Por ello no sólo podéis encontrar en el planeta solar todas las razas humanas de esta Tierra sino también las de todos los otros planetas y las de sus Lunas, y eso de una manera muy perfecta en lo que se refiere a la forma.
Sobre todo la forma del hombre, aunque también la de todo lo demás, se encuentra en un grado de perfección suprema.
De manera que no hallaréis en toda la superficie terrestre una forma humana más hermosa y perfecta que las del planeta solar. Podéis creerlo profundamente: los hombres y las mujeres en el Sol son tan extraordinariamente hermosos que no seríais capaces de contemplar su belleza durante tres segundos sin perder la vida. Sin tener en cuenta ya la impresionante hermosura de su forma humana, el brillo del cuerpo del hombre solar es tan intenso que si estuviese sobre un monte a una distancia de diez leguas, no seríais capaces de mirarle a causa de su exorbitante luminosidad. Si estuvierais más cerca de este ser solar, su resplandor os quemaría instantáneamente reduciéndoos a cenizas. La complexión de la mujer es más pronunciada y más suave, pero su resplandor es menos fuerte que él del hombre.
6. Os preguntaréis: «Si es así, ¿cómo pueden subsistir tales hombres, cuyos cuerpos son también más o menos materiales, sin ser derretidos inmediatamente por su propia luz?».
Os digo que ya me he ocupado de eso. Verdad es que en la Tierra no hay materia que pueda resistir la luz del Sol; pero la materia del Sol se rige por otras leyes distintas a las de un planeta imperfecto. Por lo que también la materia corporal de un hombre solar es de una sustancia totalmente diferente a la de vuestro cuerpo, motivo por el cual resiste a los rayos más intensos, pues es más espiritualizada y, por ello, mucho más sublime que la vuestra.
En tales condiciones los hombres solares pueden existir perfectamente, disfrutar de su vida y aprovecharla para los fines más útiles.
7. Los hombres más hermosos de todos los habitantes del Sol son los blancos, aunque ninguno de los que tienen otro color pueden considerase feos.
8. La estatura de los hombres solares también es muy diferente. En el ecuador, o mejor dicho en la región del ecuador, habitan los más pequeños, que no son mucho mayores que los hombres más grandes de vuestra Tierra. Todos son blancos y son los más hermosos del planeta solar.
Alrededor de los polos del Sol viven los hombres más altos, de un color casi rojo oscuro, que también resplandecen de luz. Si uno de esos hombres se encontrara en la Tierra, a nivel del mar, podría coger fácilmente entre el pulgar y el índice la cumbre del Himalaya sin tener que levantar mucho las manos,
Desde donde vive esta raza gigantesca hasta las regiones ecuatoriales donde habitan los hombres pequeños, la estatura disminuye progresivamente a lo largo de varias zonas.
9. Os preguntaréis: «¿Qué ocurre si estos gigantes y los hombres pequeños se encuentran ocasionalmente en un viaje?».
Pregunta inútil porque debido a las condiciones planetarias del planeta solar, cada raza humana depende de su zona específica y no puede abandonarla, al igual que vosotros tampoco podéis salir de la Tierra para hacer un viaje a la Luna por mucho que os apetezca.
10. Se supone que vais a preguntar: «¿Cómo debemos entender eso? Cierto es que viajar a la Luna es imposible porque está separada de la Tierra. Pero el Sol es un cuerpo continuo. ¿Por qué le sería imposible a cualquier especie humana hacer un viaje largo?».
11. ¡Tened un poco de paciencia! Examinaremos minuciosamente los impedimentos. Escuchad pues:
En primer lugar el suelo del cuerpo solar, desde cada uno de los polos al ecuador, es de densidades diferentes. Alrededor de los polos es casi tan sólido como el de vuestra Tierra, aunque no tan quebradizo ni frágil. Este suelo sirve perfectamente para los gigantes antes mencionados. Cuando el terreno comienza a ser más blando, ya no sirve para soportar el peso de los mismos. Si uno de ellos continuara el viaje sobre el suelo elástico y blando, pronto comenzaría a tambalearse y, si insistiera en seguir, se hundiría más a cada paso, hasta la mitad de su cuerpo.
Lo mismo pasaría si fabricaseis un enorme colchón de un grueso de tres brazas. ¿Cómo sería un viaje por semejante colchón lleno de plumones? ¿No os hundiríais al primer paso sobre el mismo, y no resultaría vano todo esfuerzo por continuar, aunque su tamaño sólo fuera cien brazas?
Pero un ratón que soltarais encima podría correr muy bien por él, y más aún una mosca.
Debido a este obstáculo para los viajes solares cada raza humana queda confinada en la región que le corresponde.
12. Otro obstáculo son los alimentos de las diferentes clases de hombres, pues los productos del suelo, aunque sean resultado de la voluntad del hombre, son según es el suelo.
Alguien pregunta: «¿Cómo se debe entender eso?».
Casi como en la Tierra, sólo que en un sentido más perfecto. El suelo solar no obedece en todos sitios de la misma manera a la voluntad del hombre, al igual que en la Tierra donde tampoco responde uniformemente a la actividad humana. Por más que se obstine un terco, no podría cultivar piña tropical en las islas de Spitzberg, ni tampoco musgo nórdico en los desiertos del ecuador.
13. La disposición del suelo terrestre depende de las condiciones climáticas. No ocurre así en el planeta solar, aun cuando sus regiones polares no sean tan calurosas como las ecuatoriales. Así que en el Sol la disposición del suelo depende sólo de su mayor o menor blandura.
Un hombre solar procedente de un terreno más sólido también podría hacer crecer algo en otro más blando, y el producto tendría más o menos una forma según su voluntad; pero el producto sería menor y más débil, con lo que no resultaría adecuado a las exigencias del estómago del productor. Lo mismo pasaría si vosotros tuvierais que saciaren saciar vuestro estómago con musgo, con el que nadie ni engordaría ni entraría en carnes. Aunque un hombre de la región polar del Sol se trasladara a la zona ecuatorial por medios artificiales, en ellas moriría inevitablemente de hambre.
14. El tercer obstáculo son los grandes canales de agua que, desde el polo hasta el ecuador solar, separan la tierra firme siete veces. Estos canales tienen una anchura de varias miles de leguas y, en el centro, una profundidad de diez a veinte leguas en algunos casos.
15. El agua del Sol es mucho más ligera que la de los planetas; por eso ni sirve para la navegación ni tampoco se puede nadar en ella. Esto constituye un obstáculo que los habitantes del Sol no pueden superar. Por tal razón permanecen tranquilamente en sus zonas y no tienen ni idea si más allá de las aguas puede haber o no otro suelo firme.
16. El cuarto obstáculo, no hace falta decirlo, son los muchos volcanes y otros montes altos situados a lo largo de las orillas de los canales de agua. Estos volcanes están casi continuamente en una actividad tan intensa que vosotros, habitantes de la Tierra, no podéis haceros la menor idea del espectáculo. Algunos cráteres son más grandes que toda Europa, e ininterrumpidamente salen de ellos fortísimos rayos, acompañados por ruidos estrepitosos. Los habitantes del Sol no son, ni por asomo, amigos de tales magníficos espectáculos naturales, y por ello, se atienen a vuestro dicho: “Más vale lejos que cerca”.
Estos volcanes también son un obstáculo para que los hombres que habitan el interior del país emprendan viajes “intercontinentales”, por lo cual prefieren quedarse en casa.
17. Todavía hay más obstáculos, pero los mencionados bastan para que entendáis que las razas humanas del planeta solar pueden vivir fácilmente en el mismo cuerpo celeste con sus diferentes estaturas.
Con lo dicho habéis dado un vistazo preliminar, aunque sea superficial, a las condiciones físicas en las que viven los hombres solares, así como a los habitantes mismos. De modo que ahora podemos volver a ocuparnos de los hombres más hermosos del Sol, los que viven en el ecuador, y asistir con ellos a una de las escenas naturales mencionadas.
1. La parte habitable del cinturón central del Sol se encuentra a ambos lados del ecuador y tiene una media de un poco más de veinte mil leguas de anchura. Es la parte más poblada del Sol y cualquier habitante puede recorrerla en todas direcciones sin problemas.
El suelo de este cinturón es blando por todas partes, como si estuviera acolchado, así que ninguna persona que se cayera se haría daño alguno.
2. Las montañas más altas e importantes forman al Sur y al Norte del mismo una cadena ininterrumpida, en su mayor parte inaccesible e infranqueable. También hay aquí y allá montañas que se extienden a lo ancho del cinturón ecuatorial, aunque de menos altura y fácilmente atravesables.
Lo que no pasa al Sur y al Norte de este cinturón ecuatorial, donde los montes tienen frecuentemente una altura de cien y hasta de doscientas leguas, y en su mayoría son tan escarpados y lisos como si los hubieran pulido, de modo que nadie es capaz de poner pie en ellos.
3. Aunque aquí y allá las pendientes tengan una inclinación que todavía puede subirse, aunque con grandes esfuerzos, cuanto más arriba llegara un escalador, tanto más le deslumbraría la luz porque los montes altos del Sol tienen la propiedad de que cuanto más elevados son tanto más insoportable se vuelve su brillo.
La causa es que cuanto más altas son las paredes de estos montes, tanto mayor es su fricción, producida por la revolución del Sol, con el aire solar. A causa de ello, las envolturas que encierran lo espiritual vibran más ampliamente, lo cual tiende a dilatarlas, dando por resultado, como ya sabéis, la luminosidad que los caracteriza, que cada vez se vuelve más intensa.
4. Tal es la razón por la que estos “Himalayas y Chimborazos”, quizás escalables, no llaman la atención de los habitantes del Sol, a no ser desde una distancia comprendida entre las cien y las mil leguas desde donde los pueden abarcar con la vista. A los habitantes del Sol les gustan apasionadamente los montes más bien bajos, y en su mayor parte habitan precisamente en ellos porque en las amplias y extensas llanuras nunca están a salvo de una erupción.
Pero como ya dicho, vamos a asistir a tal fenómeno, junto con los habitantes del Sol.
5. Las extensas llanuras están salpicadas aquí y allá por grandes mares que los habitantes contemplan con mucho gusto, pero a los que no se atreven a acercarse demasiado porque frecuentemente se desbordan de repente, no pudiendo huir con suficiente rapidez de las olas que los persiguen, pues cada uno de tales mares fácilmente tiene más agua que todos los de vuestra Tierra juntos.
6. Pese a ello, los muchos miles de millones de hombres que habitan este cinturón disponen de terreno más que suficiente porque las estribaciones de los montes antes citados, más bien planas, son por lo general mayores que Asia, África y Europa juntas.
Así que podemos concluir que no hay que preocuparse de que a los habitantes del Sol les falte espacio. Además, estas colinas solares no son comparables con las de la Tierra, porque fácilmente se elevan hasta cinco o diez leguas sobre el nivel de la llanura, lo que equivale a una altura diez veces mayor que la de vuestros montes más altos.
La vista que se tiene desde una colina solar es verdaderamente magnífica, porque la diversidad de las montañas cercanas, los magníficos edificios de los hombres que las habitan, la gran variedad de la vegetación silvestre, los mares que brillan a gran distancia, la diversidad indescriptible de los colores de las cosas, los templos de enseñanza majestuosamente edificados... todo esto, visto desde la colina, es un paisaje sublime, imposible de describir.
7. Los innumerables animales de la superficie y del aire son mansos, hermosos, y de una variedad increíble. Con lo dicho os podéis hacer una idea sobre la vida en esta región solar.
8. Ya habéis visto muchas cosas, así que sentémonos cómodamente en una de estas colinas para asistir junto con los habitantes solares a un fenómeno natural de gran importancia. Para que podáis observar esta escena extraordinaria con entusiasmo, vamos a mezclarnos con ellos y oír lo que discuten durante tales manifestaciones.
9. Allí, no muy lejos de un gran templo cuya techumbre puntiaguda se apoya en mil columnas de color blanco resplandeciente, hay un grupo de unas cien personas de ambos sexos. ¡Fijaos como miran más allá de la colina, apuntando con el dedo hacia abajo!
Os preguntaréis: «¿Qué será lo que ven?».
Pronto vais a saberlo.
10. Ahora ya estamos entre ellos.
11. Allá lejos, en el centro de un mar, empieza a levantarse una colina cónica. ¡Ved cómo aumenta a ojos vistas! Escuchemos la conversación de los habitantes solares ya familiarizados con este tipo de fenómenos.
12. Cerca de nosotros hay dos maestros que lo observan y se ponen a hablar.
Dice A: «Hermano, ¿qué piensas de lo que está surgiendo? ¿A qué altura se elevará esta vez la protuberancia antes de producirse la erupción? ¡Mira, está creciendo con gran rapidez!».
13. Dice B: «Aún no podemos determinarlo. Pues, como sabes, si no surgen protuberancias secundarias, sólo habrá una erupción normal. Pero veo muchos bultos levantándose sobre la superficie del agua. ¡Mira! ¡Tras el cono ya se eleva otro mucho más voluminoso, y aún con mayor rapidez! Escucha, hermano, esta vez tendremos que retirarnos a mayor altura, porque si esto continúa así, el agua llegará hasta aquí antes de que la protuberancia entre en erupción».
14. Habla A: «Sí, querido hermano, tienes razón. Aumenta rápidamente y aún se levantan otras más en el agua. Y, además, todavía no se ve que las cimas estén incandescentes. ¡Escuchad todos, hermanos y hermanas!, ¡dirijámonos rápidamente más arriba, a la próxima colina que está detrás de nosotros, donde se encuentra el templo principal de enseñanza!».
15. Mirad como todos abandonan este lugar a toda prisa y, como si se los llevara el viento, se retiran corriendo y suben a una colina de una altura considerablemente mayor.
16. Ahora llegan al templo dicho, y nosotros con ellos. Continuemos escuchando su conversación.
17. Dice A: «Qué piensas, hermano, ¿será peligroso esperar aquí la erupción? ¿No ves tú también como el primer cono se inclina en dirección nuestra?».
18. Habla B: «¡Es verdad! ¡Que el gran Dios nos indique ahora el lugar más seguro donde tenemos que refugiarnos, de lo contrario estamos perdidos junto con todo lo que hay aquí!».
19. Todos se ponen de rodillas, temblando y rogando al gran Dios que tenga misericordia de ellos y que ilumine a sus maestros y guías para que les puedan llevar a un lugar seguro donde puedan esperar hasta que termine el desastre.
20. Ved como A y B se levantan. Dice A: «Hermano, ¡demos eternamente las gracias al gran Dios! Mira hacia arriba. Detrás de nosotros, en la tercera colina, junto al pequeño templo que sólo tiene setenta y siete columnas, se presenta un espíritu angélico de la guarda que viene de la esfera luminosa. ¡Vayamos corriendo hacia él, porque mientras llegamos, la gran protuberancia estará ya a punto de reventar! ¡Mira que impetuosamente se levantan todos los conos y cómo aumentan de volumen! ¡Son los síntomas de una erupción tremenda!».
21. Todos se levantan y se dirigen apresuradamente al lugar donde el ángel de la guarda les indica un lugar seguro. Mirad como se cogen de las manos y se llevan unos a otros para que nadie se quede atrás o se fatigue. Ya están cerca del lugar seguro.
22. «Hemos llegado», dice A. «¡Eterna gloria y gracia sean dadas al gran y poderoso Protector que nos ha salvado! Y tú, nuestro ángel de la guarda, si así fuera la Voluntad del gran Dios, ¡quédate con nosotros durante el desastre y ayúdanos a consolar a los débiles!».
23. Habla B: «¡Sí, ahora y eternamente hágase la Voluntad única y poderosa del gran Dios!».
24. Un tercer hombre se acerca a ambos y dice: «Hermanos, mirad como las impetuosas olas ya bañan el lugar donde estábamos antes allí abajo. El techo del templo apenas se ve».
25. Un cuarto hombre se junta a los tres y dice, señalando hacia arriba: «Mirad, hermanos, por el Amor del Dios omnipotente, ¡la protuberancia sobresale de los montes más altos y presenta grietas candentes!, ¡¡y se están formando miles más!!».
26. Dice A: «¡Permaneced tranquilos, hermanos míos! Estamos a salvo y a cubierto. La protuberancia toma otra dirección, y apunta a la parte opuesta a la que estamos; cuando reviente no nos dañará».
27. Dice B: «¡Preparaos! Todo el cono ya se está poniendo al rojo vivo y de las grietas salen millones de relámpagos. ¿Qué altura tendrá ahora la protuberancia? ¿Habrá alcanzado ya la superficie luminosa de la atmósfera?».
28. En este momento el ángel de la guarda se acerca a ellos y manda que todos se tumben en el suelo y se tapen los oídos con las manos, porque la protuberancia ya se levanta por encima de la superficie del aire luminoso y está a punto de estallar.
29. Mirad ahora: todos están silenciosos en el suelo, tapándose los oídos con las manos. Escuchad también vosotros y mirad el cono hinchado, que tiene un diámetro de varias miles de leguas37!
¡Ahora se rompe! Sigue un estallido que hace temblar el suelo del Sol. También los montes tiemblan intensamente. Y, provocados por esta sacudida, de todas las cumbres de las montañas salen millones de enormes relámpagos, acompañados de los truenos más atronadores.
30. Ved como las paredes del cono se vuelven cada vez más oscuras y empiezan a moverse convulsivamente. Si miráis hacia abajo, veréis que algunos conos secundarios aún no han explotado. Y más a la derecha, hacia el Sur, hay todavía un cono que estallará en la región baja.
Tened cuidado: en cuanto su cumbre empiece a resquebrajarse, a volverse incandescente y a soltar relámpagos, entonces se romperá con una explosión. Un poco de paciencia y veréis un espectáculo magnífico.
¡Ahora mismo estalla!
31. ¡Mirad las enormes masas que, con la rapidez del rayo, son expulsadas al espacio desde el profundo abismo!
Ahora preguntaréis: «¿Qué son esas masas?».
Ya las conocéis. Se trata del nacimiento de nuevos cuerpos celestes constituidos por los espíritus en regresión que no han aprobado su prueba de libertad.
32. Mirad como un gran número de proyectiles luminosos de tamaños diferentes vuelven a caer en la vasta superficie del agua. Y echad también una ojeada al espacio infinito y ved como el firmamento está lleno de “estrellas fugaces”. Luego fijaos como salen del cráter enormes columnas de humo y de nubes, y se dirigen con la máxima velocidad hacia las lejanas zonas planetarias.
33. Ahora el gran cráter empieza a encogerse y a hundirse en el abismo.
34. Los habitantes solares se levantan del suelo y me alaban en alta voz por haberlos protegido de la explosión de semejante protuberancia, en verdad enorme como pocas veces.
35. Acabamos de ver el fenómeno de una protuberancia solar. Aunque sabido es que el proceso natural de la aparición y desaparición de tales erupciones, al igual que la de todos los demás fenómenos aquí mencionados, tarda mucho más tiempo que su descripción.
La próxima vez hablaremos con los habitantes sobre estos fenómenos. Y sobre todo entraremos en relación con los hombres que habitan este cinturón.
1. Como todavía estamos junto a nuestro grupo de habitantes solares del cinturón central, quedémonos un poco con ellos y escuchemos lo que dicen.
2. Se encuentran en la tercera colina, cerca del pequeño templo que no tiene más que setenta y siete columnas.
Ved como el habitante B vuelve a acercarse a A, y le pregunta: «Hermano, según tu opinión y conocimientos, y puesto que la protuberancia ya se ha librado del bulto conflictivo, ¿cuánto tiempo le complacerá todavía al gran Dios dejarla al descubierto?».
Contesta A: «Querido hermano, tú sabes que no hay cosa más difícil para nosotros que medir el tiempo. ¿Cómo puedes entonces hacerme esta pregunta? Dame un medidor de tiempo y te lo diré».
Responde B: «Escucha, el lugar donde hemos colocado nuestro medidor de tiempo está inundado y no puedo proporcionarte otro. Pero tal vez puedas decirme qué distancia podré recorrer a paso normal hasta que la protuberancia se normalice».
Contesta B: «Quizás podrás dar cincuenta y siete millones de pasos hasta que desaparezca, se cierre completamente, y finalmente forme un lecho liso para el gran mar».
3. Ahora me preguntaréis: «¿Por qué los habitantes solares no miden el tiempo calculándolo a base de años, días y horas?».
La respuesta es más que evidente: porque en el Sol nunca se hace de noche, siempre es de día. Tampoco hay Luna alguna que pueda servirles para medir el tiempo.
4. Además, desde el cinturón ecuatorial es muy difícil ver las constelaciones celestes porque en él la atmósfera está más agitada que en las demás zonas, pues las turbulencias son extremas debido a la enorme rapidez de la rotación del cuerpo solar, sobre todo en las regiones más elevadas.
Precisamente este es el motivo por el que a menudo el aire se incendia y resplandece fuertemente en las regiones más altas. Esta continua iluminación hace que desde el cinturón ecuatorial solar sea más difícil contemplar el espacio infinito de la Creación que desde otros lugares del Sol, donde su atmósfera es más tranquila como ocurre en las regiones polares.
5. Puesto que no existen ni la mañana, ni el mediodía, ni la tarde, ni tampoco la noche, a los habitantes solares del cinturón ecuatorial les resulta muy difícil medir el tiempo.
Preguntáis: «Entonces, ¿qué hacen para establecer una cronología?».
6. Hacen crecer del suelo árboles de altura considerable, lo que no les cuesta mucho tiempo, esfuerzo, ni tampoco trabajo; basta tan sólo con que uno u otro maestro visualice en su imaginación un árbol así. Cuando lo ha visualizado por completo, se agacha y hace en el suelo un agujero lo más profundo posible con una herramienta puntiaguda. Luego la saca y pasa sus dedos sobre él, diciendo: «¡Hágase la Voluntad del gran Dios!».
El árbol visualizado empieza a brotar inmediatamente del suelo solar y poco después es como lo imaginó su diseñador, que se servirá de él para el fin por el cual le dio existencia.
7. Estamos hablando de un árbol que debe servir para medir el tiempo; veamos como lo preparan para ello.
8. El árbol tiene un tronco redondo con un diámetro de aproximadamente cinco brazas y una altura de trescientas. En vez de ramas se ven a ambos lados peldaños gigantescos en forma de cuernos de buey.
Su parte superior se dobla hasta una altura de cinco brazas sobre el suelo, donde la copa se recorta a gusto personal. Atan a ella una cuerda con un péndulo esférico bastante pesado, sin que el mismo llegue a tocar el suelo. Luego un hombre coge la esfera y la hace oscilar empujándola con toda su fuerza tan lejos como puede. Debido al impulso recibido, la esfera oscila durante cierto tiempo hasta que finalmente se para. El tiempo se mide por lo general según las oscilaciones de este enorme péndulo.
9. Cada una de sus oscilaciones dura aproximadamente medio minuto. Un determinado número de ellas hace un periodo, de manera similar a la Tierra, donde llamáis “hora” a un período determinado. El tiempo que el péndulo está oscilando, desde su puesta en marcha hasta que se para por completo, les sirve como otra unidad de medida, al igual que en vuestro caso el “día”.
10. «¿Qué pasa cuando se acaban las oscilaciones del cronómetro?».
Entonces entra en funciones el guardián del cronómetro y le da un nuevo impulso. El trabajo de guardián del cronómetro es un cargo muy importante entre los habitantes del Sol.
Estiman mucho al guardián y le tienen por la persona más importante de toda su sociedad, pues dicen: «Si no mantuviera continuamente el péndulo en marcha, nadie sabría cuando nació ni qué edad tiene».
11. Lo que da pie a que alguna vez corrompan a estos guardianes del cronómetro, pues a los habitantes solares de este cinturón nada les resulta más molesto que la edad. Aquí tenemos una fuente de la eterna juventud: sólo hay que ponerse de acuerdo con el guardián del cronómetro para que suspenda el movimiento del péndulo durante un cierto período, lo que desbarata inmediatamente todos los cálculos temporales anteriores y los invalida por completo, con lo que tienen que comenzar a contar desde “cero”.
12. Y preguntaréis en tal caso: «¿Qué sucede con el tiempo transcurrido antes de que el péndulo deje de funcionar?».
Queda borrado de la cronología porque no hay manera de determinar cuanto duró la parada del péndulo. Con lo que todos los hombres vuelven a tener la misma edad a base de las nuevas oscilaciones, lo que ni siquiera es absurdo porque el envejecimiento del hombre no es allí una función de su condición natural. Allí un hombre que tiene varios centenares de años según vuestra noción del tiempo presenta el mismo aspecto joven y alegre que si tuviese veinte.
De manera que el “rejuvenecimiento” descrito tiene un pase. La cuestión de si uno es joven o mayor sólo depende de su sabiduría.
13. El gusto de parecer joven es más bien un capricho del sexo femenino y, en el caso del sexo masculino, únicamente cuando alguno quiere contraer matrimonio. Sólo cuando se trata de solicitar un oficio o una función importante los hombres cuentan hasta las paradas de los péndulos, de modo que en tales ocasiones hay algunos que llegan a presumir de una edad tan avanzada que incluso a los sabios maestros y a los distribuidores de oficios se les saltan las lágrimas de risa.
En semejantes circunstancias no se calcula la edad según las oscilaciones del péndulo, sino que los maestros plantean al postulante unas cuantas preguntas difíciles en un templo especial. Si las contesta a entera satisfacción de los maestros, entonces se le reconocerá la cualificación necesaria para asumir el oficio solicitado y le darán un número que establece su edad. Aunque no tenga más que treinta años, pueden declarar que tiene sesenta a causa de su sabiduría.
14. Preguntaréis ahora: «¿Qué oficios hay en el Sol?».
Os digo que en ningún otro planeta hay tanta diversidad de ellos. Aunque no existen oficinas regionales ni otras por el estilo como en la Tierra, hay sin embargo una multitud de profesiones que no podéis ni sospechar. Así que citaremos algunas de las más importantes.
15. La más considerada es la docencia, por cuyo motivo, particularmente en este cinturón central del Sol, hay un sinnúmero de suntuosos templos de enseñanza. Están preferentemente situados en las terrazas más altas y en ellos se enseñan todos los temas y materias posibles.
16. El segundo oficio principal es el sacerdocio. Consiste en que los sacerdotes tienen que familiarizarse diligentemente con el Ser divino y su Orden. Pese a ello, los maestros de la primera clase son sin embargo más considerados; ellos son los verdaderos sumos sacerdotes y también los regentes de todo el pueblo.
17. Otro oficio consiste en educar la voluntad del hombre para guiarla, ordenarla y formarla según la Voluntad de Dios. Se demuestra de manera “teórica” y “práctica” que el hombre sólo puede actuar y operar con pleno vigor cuando su voluntad está en perfecta armonía con la Voluntad del gran Dios.
Por ello, el primer deber de cada hombre consiste sobre todo en escudriñar y reconocer esta Voluntad sumamente poderosa y santa, porque sin ella nadie puede producir en el suelo solar ni una sola planta.
18. Todo esto se enseña también prácticamente. Un maestro elige a cualquier discípulo novato y le invita a trazar con un dedo una señal en el suelo solar, y luego a visualizar su idea según su propia voluntad, tocando el suelo suavemente con sus dedos para que produzca lo que está pensando; pero tratándose de un novato, todos ven que no aparece ningún fruto ni planta alguna. Acto seguido el maestro explica a los discípulos la Voluntad del gran Dios, procurando que queden absortos en ella. Luego anima a todos a que hagan una señal en el suelo, a que lo toquen con los dedos y a que, en armonía con la Voluntad conocida del gran Dios, hagan brotar de él la idea de cada cual. Así los discípulos comprueban el poder de la voluntad cuando la misma se halla en armonía con la Voluntad del Altísimo.
19. Los maestros enseñan igualmente a sus discípulos que el hombre puede sacar del suelo todo lo que quiera, sólo que no deben hacerlo como si fuera debido a su propio poder sino por la oración y mediante el poder de la Voluntad del gran Dios.
20. Esta es una profesión muy importante porque enseña la verdadera agricultura del Sol.
21. Otro oficio consiste en enseñar al hombre el orden que debe ser el marco de la actividad a la que se dedique. También este oficio es de suma importancia porque con él los hombres solares aprenden a conocer mi Orden.
Mediante enseñanzas y experiencias prácticas les enseñan que un orden contrario al Orden divino tiene un efecto destructor sobre todo lo que ha creado el Orden divino. Les muestran cómo un tal desorden pone en peligro todo lo que vive y existe sobre el inmenso suelo solar.
22. Otro oficio es el de la distribución del suelo solar. Aunque en el Sol no haya un derecho de propiedad como tal, existe una distribución a causa del amor al Orden divino. Se les enseña a los hombres dónde pueden hacer crecer esto o aquello, y en qué orden, para que árboles, plantas e hierbas no crezcan mezclados de manera caótica.
También este es un buen oficio, gracias al cual todo este inmenso cinturón solar parece un solo jardín enormemente grande, adornado con las más hermosas y magníficas plantaciones de árboles, de arbustos, de plantas y de hierbas.
23. En otro oficio, ya más variado, enseñan a los hombres cómo hacer buen uso de los productos obtenidos del suelo y, al mismo tiempo, los instruyen para que mantengan una justa moderación en todas las cosas.
24. Otro oficio se ocupa del reino animal al que divide en especies, y enseña el uso útil de los animales, instruyendo también a los hombres sobre por qué no son capaces de crear animales conforme a su propia voluntad.
Otro oficio enseña cómo deben comportarse los hombres ante los diferentes vientos y corrientes de llamas procedentes de las montañas.
Hay otro oficio que les enseña, mediante una especie de escritura parecida a vuestros números, a apuntar las diversas relaciones entre las cosas, a conocer estas relaciones y a informar a los demás al respecto.
Otro oficio se ocupa del sector de la construcción y enseña cómo deben ser construidos los edificios, los departamentos oficiales, los templos de enseñanza y, finalmente, los templos de Dios. Así se forma un gremio de arquitectos que se ocupa exclusivamente de la construcción.
De modo que hay una multitud de oficios de los cuales aún conoceréis algunos.
25. Vayamos ahora a dar un vistazo al grupo anterior y veremos cómo empieza a bajar de la tercera colina a la segunda, donde hay un gran templo, porque la protuberancia ya se ha encogido tanto que el agua se ha retirado de la primera colina, en la que hay un péndulo que sirve de cronómetro. Uno del grupo se apresura a volver a ponerlo en movimiento para poder seguir más exactamente el curso del incidente de todo el fenómeno.
26. Abandonemos por hoy a nuestro grupo luminoso, y dejemos algo para la próxima comunicación.
1. Ved como ahora el hombre B vuelve a dirigirse a A, y le dice: «¡Mira, hermano! El péndulo ya oscila rítmicamente. A mi parecer, dentro de diez mil oscilaciones podremos ver como la cima de la protuberancia habrá descendido de su altura actual, pues su base presenta muchos pliegues, por lo que sabemos que pronto bajará».
2. Dice A: «Tienes razón. La base de la protuberancia muestra en efecto pliegues y concavidades verticales, aunque no veo los pliegues horizontales que en ocasiones semejantes empiezan a cortar los verticales, indicando que la protuberancia ya empieza a hundirse. No creo que veamos la cumbre luminosa tan pronto».
3. Habla B: «Hermano, como según dices no veremos la cumbre tan pronto, conviene que entremos en el templo para averiguar si la inundación que ha llegado casi hasta el techo causó daños. En caso afirmativo habremos de tomar medidas inmediatas para reparar lo que haga falta».
4. La propuesta es aceptada. De modo que examinan las columnas y demás instalaciones del templo, el cual tiene según vuestras medidas una legua de largo y un cuarto de legua de ancho, para descubrir cualquier daño posible. Sus rostros satisfechos ya nos dicen que salvo algunas filtraciones, el oleaje no ha causado daño alguno.
5. Ahora preguntaréis: «¿Cuánto tiempo ha durado la inspección?».
Unos tres días según vuestra noción del tiempo; sin embargo, en el Sol tal operación tarda menos debido a que, como ya sabéis, nunca hay noche sino sólo un día permanente.
6. Mirad, el grupo ya sale del templo. Mandan una persona al guardián del péndulo para saber cuantas unidades de las nuevas oscilaciones han transcurrido después de haberlo puesto nuevamente en movimiento.
El mensajero recibe la respuesta: «Diez unidades, cada una a veinte mil oscilaciones».
De modo que el mensajero vuelve con esta respuesta.
7. Ahora B observa un pliegue horizontal a lo ancho de la protuberancia y lo señala a A.
Todo el grupo recibe la noticia con alegría y las mujeres gritan: «¡Mirad, mirad, se ve un pliegue horizontal!».
8. La protuberancia empieza a hundirse y A, dirigiéndose a todo el grupo, dice: «Ya estáis viendo el primer surco bendito. Por ello, ¡arrodillémonos y glorifiquemos al gran Dios con todas nuestras fuerzas! En este sitio no habrá otra protuberancia tan pronto porque el primer pliegue horizontal dificulta fuertemente su aparición».
Todos se arrodillan y me glorifican con entusiasmo como se les ha pedido.
9. Sólo A y B permanecen de pie. Observan la protuberancia y al mismo tiempo las oscilaciones del péndulo del cronómetro que está junto al templo.
B, lleno de alegría, descubre otro pliegue encima del primero y se lo señala a A, diciendo: «Hermano, qué te parece, ¡debe ser un segundo pliegue!».
Y A le responde: «Sí, tu observación es correcta, se trata de un pliegue considerable. Pero, ¡mira!, debajo del primero se forma otro, y otro más encima de ambos. Para Dios Omnipotente toda la alabanza y la gloria. La protuberancia grande se hunde rápidamente. Verdad es que aún no veo la cumbre, pero en mi opinión pronto se verá».
10. Y B dice: «Mira allí arriba, si la vista no me engaña veo algunos relámpagos enormes que, como sabes, acompañan habitualmente a la cima».
Y A contesta: «Es verdad, tienes razón. También oigo el continuo eco sordo de los truenos que viene de la cumbre».
En este momento invita al grupo a que se levante y mire hacia arriba, desde donde empieza a acercarse la “salvación” a grandes pasos.
11. El grupo se levanta con gran júbilo y mira hacia arriba con las manos juntas. Los relámpagos caen cada vez más cerca y los truenos retumban cada vez con más estruendo. Todos observan silenciosamente durante un rato los innumerables relámpagos que, ininterrumpidamente, caen en todas direcciones desde la protuberancia, la cual tiene todavía una extensión de varias miles de leguas.
12. El guardián del cronómetro acaba de dar un nuevo empujón al péndulo. Pero la cumbre tarda en mostrarse...
Instantes después B y varias personas del grupo gritan en voz alta: «¡La cumbre, la cumbre! Mirad, ¡allí se ve la cumbre! ¡Ahora estamos completamente a salvo! ¡Todavía algunas oscilaciones y podremos mirar por encima de la cumbre luminosa!».
Y A se dirige a todos: «Aún no habrán terminado todas las oscilaciones de este empujón y podremos ver la cumbre y mirar por encima de ella».
13. B pregunta: «En tu opinión, ¿a qué distancia estará cuando se ponga a la misma altura que nosotros?».
Responde el A: «Pienso que a treinta womes».
En la lengua de los hombres solares treinta womes corresponden a tres mil leguas, para la Tierra una distancia considerable, pero para los habitantes solares un wome no más importante que diez minutos andando en la Tierra.
14. Vuelve a hablar B: «¿Qué anchura tendrá la cumbre esta vez?».
Y A responde: «A juzgar por la extensión de la protuberancia podrá tener cuarenta womes, aproximadamente».
15. Ahora A se dirige de nuevo al grupo: «¡Hay que tener cuidado! Los pliegues horizontales han comenzado a temblar, señal de que el cráter no se hundirá tranquilamente sino que se desplomará con violencia. Estad pues preparados y no os espantéis ante el súbito estrépito. ¡Sentaos en el suelo para no caeros cuando se estremezca por el desplome! ¡Y rogad a nuestro gran Dios que conserve nuestros hogares y nuestros templos!».
16. B se acerca a toda prisa a A y le llama la atención sobre la gran oscilación de la cima que ya se ve perfectamente.
Y A dice: «Sí, hermano, has visto bien porque también yo observo el balanceo de la cima, tal vez cien de womes de amplitud.
La oscilación se vuelve cada vez más violenta. Y los lados de la cumbre se mueven como una gran bandera que estuviera sobre nuestro templo mayor y fuera agitada por un viento violento. Así que tened cuidado porque la cima, que está a unos cinco womes de nosotros, en pocas oscilaciones pendulares se precipitará a un nivel mucho más bajo que el nuestro, de modo que, suponiendo que las paredes interiores del volcán aún no se hayan juntado, todavía podremos apreciar la horrorosa profundidad del cráter.
Atención, ¡ya caen las balas luminosas, así que en seguida se producirá el derrumbamiento!».
17. Escuchad y ved: de repente todo el grupo se levanta y da grandes voces. Miles y miles de trombas de agua se levantan enfurecidas sobre las masas que se precipitan a la superficie del mar. Grandes bolas luminosas del tamaño de vuestra Luna caen desde la cumbre incandescente en el oleaje que brama furioso, y cada una de ellas va acompañada por millones de millones de relámpagos. Mirad la ebullición de las grandes masas de agua y los vapores y humos que se producen donde caen las bolas incandescentes.
18. Todos están preparados para el derrumbamiento. El guardián del cronómetro ata el péndulo al árbol. También los dos maestros se sientan en el suelo al lado de los árboles y se agarran a ellos. Lo mismo hace todo el grupo; el guardián del cronómetro se junta con los demás.
19. Mirad como todos clavan los ojos en la cumbre cuyos turbulentos movimientos son increíbles e imposibles de percibir por vuestros sentidos, porque se producen cada segundo oscilaciones de una amplitud de ocho a diez mil leguas de lado a lado, siendo las transversales de tres mil a cuatro mil leguas, también por segundo.
Ahora imaginaos como se ven estos movimientos desde donde está nuestro grupo solar. Aunque se encuentre a una distancia de treinta womes del fenómeno, eso es una pequeñez para los ojos agudos y perspicaces de los hombres solares, por lo que pueden ver fácilmente sus espantosos movimientos.
20. Mirad, ahora la cumbre se hunde, aunque no bruscamente como era de esperar. Por tal motivo la sacudida de los alrededores no ha sido tan intensa como suele serlo en casos parecidos. Pero aun así el derrumbamiento ha empujado el oleaje hasta cerca de nuestro grupo, pese a que la colina en la que se encuentra está más de cinco leguas sobre el nivel de las aguas.
21. ¿Podéis haceros una idea de semejantes movimientos? ¿Qué diríais y cómo os sentiríais si, por ejemplo, estando en la Tierra en una pradera alpina a la altura de la montaña “Gran Campanero”, a cinco o seis leguas del mar, si el mar enfurecido por la fuerza de un huracán empujara las olas hasta que llegasen a la pradera? ¿Acaso no empezaríais a mesaros los cabellos con desesperación?
Pero tal fenómeno terrestre visto con los ojos de los habitantes del Sol sería un banal juego de niños, porque esta colina, la más baja de todas, ya está cinco veces más elevada sobre el nivel del mar solar que vuestros montes más altos de la Tierra.
22. Si reflexionáis un poco sobre esta comparación, la magnitud del oleaje producido por el rápido derrumbamiento de la protuberancia debe saltaros a la vista.
Comprendedlo bien, para que os quede bien claro Quién es Aquel a quien vosotros llamáis un buen y querido Padre.
23. Ahora fijaos en nuestro grupo de hombres solares. Todos acuden al maestro y alaban al gran Dios. El guardián de cronómetro corre a su árbol y suelta el péndulo, dándole un nuevo empujón.
24. Mirad con los habitantes solares más allá de la protuberancia, por encima de su cima. La anchura de sus bordes es todavía tan grande que fácilmente cabrían, una al lado de otra, dos de vuestras Tierras. Pero la misma garganta del cráter pierde rápidamente más anchura que altura.
25. Ved como los habitantes del Sol, ya acostumbrados a semejante luz, se tapan los ojos a causa del intensísimo brillo del borde de la cumbre. Y observad cómo desde lo hondo todavía son lanzadas, aquí y allá, grandes bolas luminosas que alcanzan una altura de dos veces la distancia desde la Tierra a vuestra Luna. Mientras tanto, de la cima, todavía muy agitada, salen ininterrumpidamente innumerables relámpagos.
26. Tal es el curso de este magnífico fenómeno, el cual se deshace poco a poco porque las paredes de la cumbre se juntan cada vez más. Por lo general acaba con una lluvia enorme y continua que dura varios días según vuestra noción del tiempo, durante los cuales las orillas incandescentes se enfrían y se vuelven a unir. De este modo las masas que emergieron descienden más y más hacia su nivel primitivo bajo el nivel del agua.
27. Mirad ahora a nuestros habitantes del Sol que, felices y de todo corazón, glorifican al gran Dios que todo lo volvió a arreglar tan sabiamente y restableció el antiguo orden. Ved también cómo se abrazan, se saludan, y luego se apresuran a entrar en sus hogares, y cómo de ellos salen a su encuentro una multitud de niños, hermanos y hermanas, todos a salvo.
28. Así acabó el fenómeno. La próxima vez observaremos algunas instalaciones domésticas de los hogares, y también echaremos un vistazo a todo este cinturón.
1. En el Sol -y sobre todo en el cinturón central- no existe un derecho de propiedad como en la Tierra. Pero hay un derecho basado en el principio de que cada cual debe tener propiedad urbana. A tal fin hay funcionarios que miden el terreno que será concedido a uno u otro para que se sirva de él. De modo que los propietarios usufructúan ilimitadamente su terreno, aunque sólo mientras viven.
2. Tras su muerte toda vuelve a disposición de los funcionarios competentes designados por los maestros para que dispongan de los terrenos legalmente. De modo que en el Sol ni hablar del derecho de herencia de los hijos que en la Tierra siempre me contrarió. Pues allí, sin excepción y según sus conocimientos y facultades, todos los niños son atendidos por los funcionarios.
3. Si un matrimonio tiene cuatro hijos, entonces se procede a repartir el terreno cuando los hijos son mayores de edad, aún en vida de los padres: los hijos reciben dos tercios y los padres se quedan con uno. Pero después de la muerte de los padres su parte no recae en los hijos sino que vuelve a disposición de los funcionarios competentes, quienes lo pueden asignar a alguien que aún no tenga.
Esta práctica se aplica como máximo durante dos generaciones. A la tercera se procede a juntar varias parcelas troceadas para asignarlas legítimamente.
4. Si en esa ocasión quedan personas que no pueden ser atendidas, se les concede un terreno de “reserva”. Se trata por lo general de terrenos hasta entonces nunca asignados, o también de islas que han surgido aquí y allá de las aguas a causa de los fenómenos ya observados.
5. En el Sol nadie vive en la miseria, pese a que el cinturón central está densamente poblado. Aunque la estatura de los hombres de allí es poco más que la vuestra, apenas tienen la centésima parte de vuestras necesidades, por lo que se dan por satisfechos con un terreno mucho más pequeño que en vuestra Tierra.
6. Como ropa no llevan sino un taparrabo y un sombrero bastante amplio. Su suelo produce tantas veces al año como lo necesitan. Así que cada propietario tiene suelo de sobra, aunque no posea sino una superficie de medio yugo.
7. Esta fórmula de repartición legal de los terrenos tiene la consecuencia de que los hombres del cinturón central desconocen totalmente qué puedan ser los pleitos por la propiedad.
8. Preguntáis: «¿Acaso los propietarios tienen que pagar tasas a los diversos funcionarios competentes?».
Eso es completamente desconocido para los habitantes del Sol, porque todos los funcionarios y los maestros, incluso el guardián del cronómetro, tienen terrenos propios que les han sido asignados.
9. Ahora preguntáis: «Si alguien tiene hambre, ¿es posible que se sacie en el campo de su vecino?».
Pues sí, porque en caso de emergencia todos los terrenos asignados son patrimonio público. Pero no está permitido hacerlo intencionadamente y, en realidad, nadie lo hace. Sólo reglamentos y leyes no realistas pueden crear delincuentes.
Donde se respeta, dentro de lo posible, la libertad de la voluntad, resulta muy fácil darle una educación favorable al orden público.
10. Una voluntad demasiado oprimida por leyes excesivamente severas resulta también demasiado atormentada y no encuentra incentivo alguno en semejante orden. Entonces, todo lo que busca es tranquilidad y poco le importa si procede dentro del orden impuesto o no, pues la pauta de sus acciones no es sino su propio bienestar. Pero si se da libertad a la voluntad y dentro de ella reconoce las leyes, entonces pronto se familiarizará con la importancia de las mismas y posteriormente se complacerá en el Orden divino en el que entró.
11. Esta es una regla básica también en la educación de los niños del Sol, una regla cuya aplicación en la Tierra daría mejores resultados que la enseñanza que atiborra la memoria, maltrata al intelecto y mata al espíritu.
Bueno, pero no estamos en la Tierra sino en el Sol. Así que observemos con los ojos del espíritu bien abiertos cómo se presenta allí el Orden divino incluso en los hogares más modestos y en las actividades realizadas en ellos.
1. Para poder observar los diversos aspectos del orden doméstico será conveniente examinar en primer lugar la pieza a la cual los asuntos caseros deben su denominación: la casa misma. De modo que convendrá primero echar una ojeada a algunas casas de nuestros habitantes solares y fijarse en cómo funcionan.
2. Preguntaréis: «¿Qué aspecto tienen las casas de los habitantes del Sol en este cinturón central? ¿Se parecen a las terrestres? ¿Son numerosas y están agrupadas como en nuestras ciudades?».
¡En absoluto! En todo el cinturón central, que tiene una anchura aproximadamente igual a la distancia entre vuestra Tierra y la Luna, no hay, para empezar, ni una sola ciudad. Y, además, las casas tienen una forma totalmente distinta a las vuestras y están construidas de otra manera.
3. Imaginaos un círculo de un diámetro entre cincuenta y cien brazas. Este círculo está formado por columnas cuadradas de una altura de más de veinte brazas y media braza de anchura, todas a una distancia de dos brazas entre sí.
En la parte superior de cada columna hay un capitel de forma redonda, hermosamente ornamentado. Sobre los capiteles hay travesaños macizos que unen los capiteles de todo el círculo. Y encima de cada travesaño, donde este se apoya en la columna, hay colocada una viga. Todas ellas están inclinadas hacia arriba de tal modo que se juntan en el centro, formando una pirámide poligonal.
4. Cada una de las vigas tiene un tamaño igual al diámetro del círculo, por lo que los de una casa pequeña no necesitan ser muy largas, mientras que las de las casas más grandes deben serlo lo suficiente para poderse juntar arriba en el centro y formar la pirámide.
5. Los tejados deben tener una forma puntiaguda, como algunas de las torres de vuestras iglesias góticas. Así que se sobreentiende que la longitud de las vigas ha de ser considerable para que, con un diámetro tan importante del cerramiento, pueda hacerse el tejado. Por ello hay frecuentemente vigas de trescientas brazas de largo y más.
6. Ahora vais a preguntar: «¿Para qué necesitan semejantes techos en el Sol, donde llueve raras veces y en algunas regiones quizás nunca?».
Estos techos no sirven ni mucho menos de paraguas de las casas, sino que se los considera protecciones muy apropiadas contra el calor y contra la luz.
Aunque los hombres solares pueden vivir a gusto con una luz y a temperaturas para vosotros apenas imaginables, siguen siendo amigos de la sombra y prefieren un ambiente “fresco”.
7. No hay techo alguno que sirva mejor para proteger no sólo de la luz sino también del calor, que un techo puntiagudo, pues elimina continuamente la luz y también el calor asociado a ella.
Podéis hacer un pequeño experimento para convenceros: tomad una pieza de metal bastante larga con un extremo en forma de punta, y poned la parte puntiaguda en el fuego. Veréis que cuando la parte puntiaguda está incandescente, en la parte opuesta, más gruesa, ni siquiera notaréis el calor. Sin embargo no lo podréis aguantar si la barra metálica tuviera el mismo diámetro.
8. No puede haber mejor protección contra la luz y el calor que servirse de semejante techo puntiagudo, además, hecho de un material que no sea conductor ni de una ni de otro.
9. Las vigas son cubiertas a todo lo largo de la casa con una especie de listones entre los que apenas se deja espacio. Encima ponen placas reflectoras, de color blanco, fabricadas de una tierra solar especial parecida a la de vuestras tejas. Las placas tienen un aspecto parecido a un tronco de pirámide de papel al que cortarais con unas tijeras, dejando en su parte superior unos pliegues rectangulares.
Estas placas reflectoras tienen apenas el grosor de vuestro cartón ondulado y son tan flexibles como vuestras placas de plomo.
Sus pliegues superiores son introducidos en el escaso espacio que queda entre los listones y luego pegados con una masilla adecuada.
10. Así se cubren los tejados de las casas que, una vez terminados, tienen un aspecto precioso porque la parte exterior de las placas es de un blanco más intenso que vuestro alabastro perfectamente pulido, por lo que reflejan todos los rayos y así no absorben calor.
11. Sin embargo el interior está pintado hasta la punta más alta del tejado con un colorante muy oscuro que se encuentra a orillas de los grandes mares, sobre todo después de la erupción de las protuberancias solares que ya conocéis.
12. Me preguntáis: «Y las columnas, ¿de qué material son?».
Las columnas son fabricadas de una especie de ladrillos que más o menos tienen la forma de vuestras tejas, con la diferencia que son enteramente transparentes, parecidos a vuestras piedras preciosas, motivo por el cual las columnas tienen un aspecto extraordinario.
Tanto para los travesaños como para las vigas hacen crecer árboles adecuados, ya con la forma necesaria para su fin.
13. Entre todas las columnas hay arriates redondos con las plantas más exóticas y preciosas. Los habitantes solares entienden bien el arte de ordenar las plantas, pues cuanto más cerca están del centro, tanto más altas son las plantas. De modo que, salvo el portal de entrada, se ve muchas pirámides de las flores más preciosas.
No podéis haceros ni la menor idea de la diversidad de semejantes pirámides florales, porque cada una de ellas está adornada por mil flores diferentes, y también cada una es diferente de todas las demás pirámides que hay entre las columnas vecinas. Además, también cada casa está adornada por flores distintas.
14. Lo dicho es la descripción de la forma de un hogar de los hombres solares, aunque, a causa de la debilidad de vuestra imaginación, resulte algo superficial. Sin embargo, si queréis dar rienda suelta a vuestra fantasía espiritual, entonces todavía podéis imaginaros más cosas que las que esta descripción corta y resumida os haya podido suministrar.
En pocas palabras, podéis fantasear cuanto queráis, pero no podréis descubrir en el Sol algo menos perfecto que lo que haya podido imaginar toda la riqueza de vuestra fantasía.
Vais a preguntar: «¿Y por qué no?».
Porque no podríais imaginar, especialmente en lo que concierne a la flora, una forma que no exista más perfectamente en el Sol. Porque así como la luz del Sol ilumina todos los planetas, los hombres mucho más espiritualizados del Sol engloban la fantasía de todos los espíritus que viven en esos planetas. Así que podéis fantasear cuanto queráis, que con toda vuestra fantasía no seréis capaces de idear forma alguna que aún no exista realizada en el Sol.
15. Por esta razón y como ya hemos dicho, en el Sol encontraréis no sólo todos los productos realmente existentes en todos los planetas, y eso en un grado de máxima perfección, sino también la realización palpable de toda clase de ideas tan sólo pensadas por los hombres de los cuerpos terráqueos.
16. Así que podemos contemplar los hogares de los hombres solares y deleitarnos en ellos; ningún hombre terrestre puede imaginarse cosas más diversas y magníficas que las que puede encontrar realizadas en el Sol.
Tan sólo el intensísimo blanco de las columnas antes descritas es de una magnificencia tan majestuosa que, comparado con él, el brillo más resplandeciente de vuestros diamantes resulta parecido al reflejo de un charco sucio; como ya se dijo al principio, mientras que en el cuerpo terrestre todo respira más bien la muerte, en el Sol todo rebosa vida.
17. Ya que habéis visto el exterior de las casas, entremos en una de ellas y observemos su interior y sus instalaciones.
18. El suelo parece que fuera de oro oscuro transparente, pulido, semejante a vuestros topacios, sólo que no es tan duro sino más bien blando y elástico.
19. En la parte interior de la casa, hay entre todas las columnas una pirámide cuadrangular que parece hecha de los diamantes más finos. La pirámide se apoya en un pedestal que la rodea como un banco espacioso y que tiene una circunferencia de seis a ocho brazas. Los habitantes solares suelen descansar en él como vosotros en un sillón, es decir, sentados. No es del mismo material que la pirámide; tiene un color verde oscuro, es transparente y está perfectamente pulido. Al igual que la pirámide, no es duro sino blando y elástico.
20. Delante de estos asientos piramidales hay columnas redondas más bien bajas cuya parte superior es más ancha que la inferior. Tienen el aspecto de un rubí bien pulido y sirven como mesas de comedor.
21. En el centro de la casa hay una pirámide escalonada cuyos escalones suben en forma de caracol. En su parte inferior tiene un diámetro de diez y a veces hasta de quince brazas.
Los peldaños están provistos de unas barandillas artísticamente elaboradas. La parte superior de la pirámide no termina en punta sino que es plana y está cercada por una barandilla en cuyo interior se encuentran unos cuantos de esos pequeños bancos piramidales. El material de la pirámide es de color morado claro, aunque también las hay del rojo de las rosas. Las barandillas están hechas de materiales transparentes bien pulidos que no existen en ningún otro planeta, sino únicamente en el Sol. También esta pirámide es elástica en todas sus partes.
Ahora preguntáis: «Pero, ¿para qué sirve todo esto?».
22. Esta pirámide sirve para deliberar profundamente sobre asuntos divinos. En el centro, en la parte superior, hay una especie de púlpito, elaborado de una materia transparente de color verde claro luminoso, desde donde el padre de la familia suele instruir sobre Dios a sus hijos y parientes.
23. Preguntaréis: «¿Por qué tal pirámide está precisamente en el centro de la casa?».
La razón es muy sencilla: subiendo a ella por la escalera de caracol, los hombres penetran bastante profundamente en la parte puntiaguda del techo. Allí quedan aislados y no pueden contemplar las magníficas atracciones exteriores del Sol, con lo que les resulta más fácil ensimismarse.
Incluso la subida en forma de caracol ya les muestra que la vía del espíritu es necesariamente muy estrecha, y que únicamente por tal vía se puede llegar al apogeo de la verdadera vida interior.
Los ornamentos tan artísticamente elaborados de las barandillas de la escalera, representan en forma misteriosa mi prodigiosa Encarnación en la Tierra.
24. Delante de la puerta de entrada, frente de la pirámide central, hay una elevación sobre el nivel del suelo. En general tiene una altura de media braza y forma un cuadrado cuyos lados miden dos brazas. Sobre este basamento, que lleva por tres de sus lados una barandilla artística, se encuentra uno de esos estupendos bancos piramidales. Ahí encontraréis algo que os gustará mucho.
Ahora preguntáis: «¿Para qué sirve esta construcción?».
25. Sirve para una orquesta particular que no debe faltar en ninguna casa solar. En ese pedestal hay un arpa impresionante, porque cada hombre solar sabe tocar el arpa de nacimiento. El instrumento sirve para acompañar cánticos sublimes que siempre cantan después de una reunión espiritual para alabar y glorificar al gran Dios.
Pero os digo que mientras todavía estéis presos en la carne humana, no podéis ni figuraros cómo es el sonido de este instrumento y la voz sumamente clara y pura de los hombres solares.
26. Estas son todas las instalaciones de una casa en el Sol. Pero no penséis que se trata de una forma impuesta para todos los hogares. Cierto es que la instalación y la construcción de las casas siguen la tradición; pero la realización de las partes mencionadas se diferencia considerablemente tanto en la forma como también en el color.
27. De modo que en algunas casas las columnas parecen compuestas de nubes superpuestas que se unen en agrupaciones heterogéneas. A veces presentan el aspecto de rocas, otras veces como cúpulas de torres, como columnas góticas, o como animales grandes, por ejemplo caballos blancos levantados sobre sus cascos traseros, otras veces como elefantes incandescentes que con sus trompas estiradas soportan el techo. Y así hay un sinnúmero de formas de presentación de las columnas.
28. De modo que las instalaciones interiores se parecen más o menos al modelo descrito y sólo se distinguen en la realización externa. Únicamente los tejados son los mismos en todas partes.
29. Ahora digerid un poco la descripción y preparaos a cosas aún más extraordinarias.
1. Preguntáis: «¿Cómo son los alrededores de una de estas casas?».
Sus aledaños consisten por lo general en una ronda de árboles muy altos, los cuales son de la misma especie en torno a una casa, aunque no encontraréis la misma especie alrededor de otra.
Si vuestra vida terrenal fuera lo suficientemente larga para recorrer todo el cinturón central en todas sus direcciones (tiene una anchura de más de cuarenta mil leguas y una longitud de casi seiscientas mil67), nunca encontraríais una casa junto a la cual haya la misma especie de árboles frutales que en otra.
Por ejemplo, los árboles de nuestra primera casa parecen enormes columnas retorcidas cuya parte superior está adornada con una corona en forma de sauce llorón. Las hojas tienen un largo de un palmo y una anchura de casi media pulgada, el envés es de color carmín, y el haz verde dorado. En la punta de cada hoja pende una perla extraordinariamente luminosa que despide una luz azul.
Entre las hojas, en tallos largos y blancos, cuelgan frutas parecidas a vuestra algarroba, pero todas sin pepitas, pues ya sabéis que en el Sol las frutas carecen de pepitas y tienen un sabor sumamente fino y dulce. Por este motivo son la comida favorita de los habitantes de esta casa.
2. Ahora preguntáis: «Si los árboles son tan altos, ¿cómo pueden los habitantes solares alcanzar las frutas?».
Se hace de una manera muy fácil y sencilla, porque a tal fin tienen unas varas con tenazas, instrumento del cual se sirven en todas las regiones. Con él cogen fácilmente toda clase de frutas para saciarse.
3. Pensáis en secreto: «¿Por qué los hombres hacen que los árboles crezcan tan altos si su crecimiento, como él de todas las plantas, depende de su voluntad?».
Quien pregunta de esta manera está equivocado. Los habitantes solares son muy sabios y no hacen cosa alguna inútilmente y sin un objetivo determinado, motivo por el cual cada ornamento y decoración debe tener una utilidad minuciosamente estudiada y bien probada. De modo que la gran altura de la copa de los árboles sirve a un buen fin, múltiple y preciso.
4. Ahora preguntáis: «¿En qué consiste ese fin útil?».
En primer lugar habéis de saber que en ningún otro planeta hay tantos extensos paisajes llenos de encantos y maravillas como en el Sol.
Allí no es raro que desde una colina mediana se puede apreciar con la vista una zona de por lo menos cinco mil leguas de diámetro, es decir, una distancia equivalente a casi cuatro veces el diámetro de vuestra Tierra, de polo norte a polo sur. Hay que tener en cuenta que el aire solar, especialmente en este cinturón, es de una máxima pureza etérea, lo que favorece mucho la visión panorámica, sobre todo para los muy agudos ojos de los hombres solares.
5. Como los habitantes solares son grandes aficionados y amantes de los paisajes hermosos, ponen las copas frutales tan altas para que no perjudiquen las vistas.
Esta es una razón que no tiene gran importancia en la Tierra pero sí en el Sol.
Pero no se trata sólo de contemplar el panorama. Una buena visibilidad es allí muy importante para los hombres porque muchas veces se presentan fenómenos muy diversos, buenos y malos.
Por este motivo hay que observarlo todo con mucha atención; de lo contrario los habitantes solares, especialmente los de este cinturón central, corren el riesgo que ellos mismos, sus hogares y también su entorno, puedan ser dañados e incluso arruinados considerablemente por uno de esos fenómenos si se les acerca.
6. Para que podáis tener una idea más clara, os pondré un pequeño ejemplo: No pocas veces sucede que aparecen repentinamente estrellas rojas sobre algunas de las colinas, situación en la que hay que calcular sin pérdida de tiempo que altura tiene la colina sobre la que aparecen y qué dirección toman.
Supongamos que tales estrellas hayan sido descubiertas sobre una colina de mediana altura, a una distancia de mil leguas, y que se estén dirigiendo hacia la colina donde nos encontramos. No pasarán ni tres minutos y esas estrellas, que antes parecían tan pequeñas, ya se muestran como pequeños astros acercándose a nosotros. Su velocidad es enorme porque su naturaleza es fundamentalmente eléctrica. Todo lo que hay en su camino lo destruyen en un instante.
7. ¿Qué hacen los habitantes del Sol en semejantes situaciones? Sin demora se acogen al amparo del Dios viviente y en una colina descubierta colocan astas de banderas muy puntiagudas. Como si fueran imanes, estas astas desvían las masas eléctricas candentes hacia más arriba, de modo que finalmente se pierden en las montañas. Así quedan a salvo los hogares, los árboles, los animales y los hombres que se encuentran en las llanuras.
8. Este es otro buen motivo para que sea necesaria una buena visibilidad. Por la misma razón todos los árboles están siempre alineados con una columna de la casa; para que incluso sus troncos no impidan la vista libre si se mira desde el centro de la misma.
9. Otro fenómeno frecuente, sobre todo en la región de los grandes mares y también en la cercanía de las altas montañas fronterizas al cinturón, es la aparición de colosales trombas de agua y de fuego, inconcebibles para vuestra imaginación.
Las trombas de agua nunca se alejan mucho de la región acuática. Pero las trombas de fuego son muy devastadoras.
Algunas de ellas tienen un vórtice de un diámetro de cien a mil leguas y giran tan rápidamente que dan una vuelta entera en un segundo, lo que quiere decir que la circunferencia exterior de las llamas recorre un trayecto que oscila entre trescientas y tres mil leguas por segundo.
10. Pensad en los efectos que tal fenómeno natural puede causar en la región donde se mueve.
Vais a preguntar: «¿Qué hacen los habitantes solares frente a tal acontecimiento natural?».
Inmediatamente, con profunda confianza, se ponen bajo mi protección.
Y colocan un recipiente enorme lleno de agua en la colina más elevada a la que pueden subir. Alrededor del recipiente clavan lanzas bastante largas en el suelo, colocándolas en forma de radios. Según la experiencia de sus maestros sumamente sabios, esta sencillo ordenamiento tiene el poder infalible de atraer la tromba de fuego, y de atenuar inmediatamente su potencia.
11. Si pudierais ser testigos de tal fenómeno, lo observaríais con gran sorpresa y curiosidad; pues aunque cuando la tromba empieza tiene un diámetro enorme, tan pronto como alcanza la colina en cuestión, empieza en pocos segundos a reducir su diámetro inferior desde mil leguas a una braza.
Y en cuanto alcanza efectivamente la altura donde está el recipiente de agua con las lanzas colocadas en forma de radios, toda la tromba pierde anchura hasta que no queda de ella sino un tubo de fuego enormemente largo que, poco a poco, se desploma sobre el recipiente y desaparece.
12. Poco después los habitantes solares vuelven a subir a la colina para recoger sus utensilios preventivos y los encuentran enteramente intactos. Sólo el agua, aunque no haya disminuido en cantidad, se ha vuelto totalmente negra.
13. Preguntaréis: «¿Por qué toman los habitantes solares precisamente esta clase de medidas?».
Porque dicen: «En estas montañas tan altas moran espíritus que, cuando padecen mucha sed ante tanta calor, se reúnen en gran número y, como enfurecidos, buscan refrescarse. Por este motivo conviene ir a su encuentro y ofrecerles agua para que no infesten las llanuras en busca de aguas refrescantes, destruyendo con ello todo lo que se encuentre en su camino, como nuestras casas y nuestras frutas».
14. Y os confirmo que tal suposición y experiencia espiritual de los habitantes solares está verdaderamente fundada. Pasa en el Sol con esta tromba de fuego lo mismo que en vuestro cuerpo terrestre, como ya os he revelado en otra ocasión. Porque en todas partes un espíritu sigue siendo un espíritu, tanto en el Sol tanto como en los planetas. Sólo que la esfera de acción de cada espíritu está menos limitada en el Sol que en un planeta.
15. Ya os habrá quedado claro por qué le es tan necesario a los habitantes solares tener la vista despejada hasta el horizonte. Por esta razón cada casa se halla en una colina muy pronunciada, por lo que todo el terreno que le pertenece está más abajo. Nunca encontraréis una casa en las llanuras; las viviendas y las diversas oficinas están edificadas sobre colinas, y los templos para adorar y venerar al gran Dios están en las más altas.
16. Hay todavía una multitud de motivos importantes por los cuales los habitantes del Sol necesitan tener una vista despejada. Sin embargo, no podemos perdernos en demasiados detalles.
17. Otro motivo por el que los habitantes solares colocan las copas de los árboles frutales tan arriba es porque desde allí diminuyen mejor la luz que llega a las viviendas desde lo alto.
El mismo hecho que las copas de los árboles atraigan considerablemente la luz se manifiesta en las perlas luminosas que se forman en las puntas de las hojas, y que no son sino haces de luz no consumida por árbol, parecidas al fuego de San Telmo que se manifiesta en vuestra Tierra en todos los objetos puntiagudos cuando el aire está saturado de electricidad. Eso, en la Tierra, sólo se ve de noche. En cambio en el Sol, como no hay noche, siempre se ve de día.
18. Un tercer motivo por el cual las copas de los árboles son tan altas es para que los niños se vean siempre obligados a dirigirse a sus padres cuando tengan hambre. El motivo es excelente, porque podéis estar seguros que para el espíritu inmaduro de los niños no hay cosa más nociva que los caprichos.
Los niños se vuelven soberbios y obstinados con ellos, dos vicios que son una base indestructible para todos los demás vicios imaginables.
19. En el Sol, donde los hombres tienen en todos los aspectos una mayor libertad de actuación, esta educación de los niños es imprescindible para que su voluntad se desarrolle, gracias a ella, en un sentido indispensable para el mantenimiento del orden general.
Cierto es que sería deseable lo mismo para vuestros propios hijos en la Tierra; pero la mayoría de los hombres terrestres es más bien de espíritu obstinado y estrecho de miras, motivo por el cual han sido colocados en la tan áspera Tierra.
Para el hombre nada resulta tan inoportuno como una obediencia espontánea que, en realidad, constituye la única escuela con la que obtener la verdadera fuerza de voluntad interior espiritual. Por este motivo muy pocos hombres de la Tierra la alcanzan durante su vida corporal, pese a que obtenerla es, en el fondo, la razón de su vida terrenal.
20. Pero no estamos ahora en la Tierra sino en el Sol. Por ello queremos continuar describiendo las instalaciones domésticas y, como hasta ahora, en lo que se refiere a su parte natural. Porque sólo a partir de ésta podremos pasar a la espiritual, y luego a la parte celestial puramente espiritual.
De modo que a continuación prestaremos atención a otras partes fundamentales de la casa y a su utilización conveniente y apropiada.
1. Aproximadamente de tres a cinco brazas más allá del cerco de árboles se encuentra una especie de huerto rodeado por arbustos frutales. Estos arbustos son cultivados de tal manera que alcanzan a lo sumo una altura de braza y media.
En el mismo huerto crecen diversas plantas frutales bajas parecidas a vuestros melones, tomates, fresas y otros más; pero no debéis pensar que se crían exactamente las mismas frutas que en la Tierra. Sólo las hay parecidas. Pero en general su variedad es extraordinariamente grande y, como en todo lo demás, ningún propietario cultiva la misma especie que otro.
2. Ya sé que hace rato tenéis una duda al respecto: «¿Por qué no ha de producir el suelo de un vecino lo mismo que el de otro? Se supone que los productos del suelo de un vecino también le gustarán al otro. Entonces, ¿por qué no habría de cultivar en su propio suelo lo que le agrada de su vecino? Si no lo hace será porque haya una ley que se lo prohiba o porque desprecie todos los productos de los demás, tomando por extraordinario sólo lo que él mismo es capaz de cultivar en su propio suelo».
3. La pregunta merece atención y es digna de ser respondida. Pero antes de contestarla hay que señalar que no está justificada sino en el ámbito de vuestro astro terrestre; sin embargo en el Sol carece de fundamento, por lo que no puede haber respuesta alguna.
4. «¿Por qué?».
Os digo: Miraos mutuamente y decidme por qué, siendo hermanos, sois tan diferentes entre sí. Como seres individuales os diferenciáis por vuestras facciones de tal manera que ni siquiera un hermano de sangre se parece completamente a otro, mientras que por la figura cada cual puede ser reconocido perfectamente como individuo. ¿Podéis contestarme esta pregunta? Porque os digo que precisamente en su respuesta está la contestación a vuestro “por qué”.
5. Pero veo que os cuesta responderla. Por ello os digo que la causa es la condición individual del espíritu. Porque además de sus características generales, cada espíritu está también provisto de una propiedad especial muy específica suya, en cierto modo un “talento”.
Ese “talento”, o esa característica individual, diferencia a cada espíritu de los demás, diferencia que se manifiesta también en la forma exterior de cada hombre, y de la manera más evidente en su rostro.
6. Lo mismo pasa con los habitantes del Sol, sólo que en medida mucho mayor. En el Sol no sólo la fisonomía del hombre manifiesta la constitución característica de su espíritu, sino también todo lo que produce por medio de su voluntad.
Cierto es que un hombre solar puede hacer crecer en su propio suelo una planta que ha visto en el jardín de su vecino, pero en su propio jardín ya no tendrá el mismo aspecto, al igual que su vecino tampoco tiene el mismo aspecto corporal ni espiritual que otro, sino un aspecto específico diferente que se observa en todo lo que produce. En esto estriba la razón verdadera por la cual no se puede encontrar cosas ni plantas absolutamente idénticas entre vecinos.
7. Esta diversidad todavía tiene otra ventaja: cada hombre solar que pone sus pies en el suelo vecino, conoce inmediatamente por las plantas de qué índole es el propietario del terreno. Ya tenéis la respuesta completa.
8. En el fondo hay una analogía con los astros terrestres, donde cada cual tiene plantas distintas en su jardín, y también construye una casa diferente a la de su vecino. Sólo que en los astros terrestres la diversidad de los jardines se refleja en el orden de la plantación y no en la especificidad de las plantas, debido a que en ellos las plantas se desarrollan según las propiedades de las semillas, las cuales tienen un orden invariable y permanente.
Sin embargo, en el Sol crecen según la perfección de la voluntad del espíritu, motivo por el cual se atienen al orden del espíritu que las hace surgir por su libre voluntad.
9. Como ya conocéis las razones de la diversidad, echemos un vistazo a cómo está organizada la finca de un habitante solar.
10. Debajo de la huerta destinada a frutas menores hay una zona circular yerma en la que no se cultiva nada y que sólo sirve para acceder a ella. Su parte más baja está rodeada por dos filas de pequeños árboles, parecidos a los árboles enanos que cultiváis en vuestros jardines.
También son todos diferentes, de modo que raras veces se encuentra más de siete de la misma clase. Producen una gran variedad de frutas semejantes a vuestras manzanas, peras, pomelos, y otras, en el Sol todas de un gusto exquisito.
11. A esta fila de pequeños árboles le sigue otra zona circular yerma, cercada por una especie de valla “viva”. Detrás de ella se extiende un prado de hierba verde exuberante, de una anchura de siete a diez brazas. La hierba del suelo es siempre de la misma especie.
12. Este terreno sirve de pasto a las ovejas, únicos animales domésticos de los habitantes solares, pese a que en el Sol hay en todas partes una gran cantidad de animales de todas clases, menos serpientes que sólo se encuentra en algunos astros terrestres.
13. Preguntaréis: «¿Por qué es precisamente la oveja el único animal doméstico?».
En primer lugar, porque de todas las especies animales es el más manso, apacible y paciente.
En segundo lugar, porque a los habitantes solares les encanta su leche. Y en tercer lugar porque, también en el Sol, este animal proporciona a los hombres la materia prima para su ropa con su lana abundante y extraordinariamente fina. Por este motivo se les ha reservado una pradera en el entorno de la casa.
14. Ya que antes hemos dicho que en el Sol hay una innumerable cantidad de animales, vais a preguntar: «¿Dónde los guardan y de qué se mantienen?».
Sabéis que en el Sol, especialmente en este cinturón, hay llanuras inmensas que no están habitadas. Y también sabéis por la descripción de las manchas solares, qué consecuencias ocasionó en el ecuador solar la erupción de la gran protuberancia.
Estas llanuras son las que habitan las innumerables especies de animales.
15. Pero ahora vais a preguntar: «¿De qué viven los animales, puesto que en el Sol la vegetación depende únicamente de la voluntad humana?».
La respuesta a esta pregunta es muy fácil.
En las llanuras hay también una gran cantidad de plantas, y eso en cierto modo según la voluntad de los hombres, que en las llanuras las crean mediante ruegos y la unión más intima con la Voluntad fielmente reconocida del gran Dios.
«Entonces, ¿cómo se cultiva estas llanuras?».
Por la bendición del maestro superior, cuando en la altura muy elevada del templo de las setenta y siete columnas se reúne una comunidad para adorar en él al gran Dios.
16. Todavía queda una pregunta pendiente: «¿Cómo impiden los habitantes solares que los animales de las llanuras suban a sus hogares y arruinen sus valiosas plantaciones».
Los habitantes solares lo impiden bloqueando colectivamente todas las regiones de las colinas, en todas direcciones, con vallas “vivas” infranqueables. Tales vallas “vivas” consisten en troncos de árboles en forma de columnas, frecuentemente de mil brazas de altura, que sólo tienen copas muy frondosas en la parte superior de los troncos.
Estos árboles producen una gran multitud de frutas que sirven de alimento a los animales.
17. Las vallas van frecuentemente varios centenares de leguas en línea recta a lo largo de la falda de una colina, hasta que cambian de dirección. Las copas de sus árboles son siempre verdes, de un verde muy claro. Los troncos son por abajo de color rojo oscuro, volviéndose gradualmente más claros por arriba. Junto a las copas son de color rojo muy claro; su conjunto presenta un aspecto precioso.
18. Ya sabéis cómo se abastece a los animales; por ello volvamos a nuestra casa, para ver qué hay después del prado vallado.
19. El prado está rodeado en el lado inferior de la valla “viva” por un terraplén con fuentes de agua dirigidas hacia las columnas de la casa.
Aquí vais a preguntar: «¿De dónde cogen los habitantes del Sol el agua para hacerla brotar en el terraplén y dirigirla a dónde sea?».
20. Para los habitantes del Sol no hay nada más fácil. Meten un tubo de unas diez brazas en el suelo, dejando fuera sólo una. La parte introducida en el suelo está perforada por multitud de pequeños agujeros que permiten que la humedad penetre en él, saliendo el agua de allí con bastante presión en forma de un chorro importante. Así está a disposición de hombres y animales.
21. Debajo del terraplén se encuentra el llamado “campo del pan”, un terreno de una anchura de diez brazas.
«¿Por qué se llama el campo así?».
Porque en él crece el único fruto que no es producto de la voluntad humana. Se trata de un fruto parecido a vuestro trigo, que se debe directamente a la Voluntad de Dios. Por tal motivo el campo es considerado un santuario.
22. Razón por la cual tampoco siembran en él, sino que sólo lo preparan para ese fin. Y cuando llega el tiempo de la cosecha, entonces rezan explícitamente para que produzca fruto, siempre con una gran solemnidad. Acto seguido el padre de la casa pasa por el campo bendiciéndolo. Le siguen todos los miembros de la familia según su orden. Esta procesión se hace siete veces. Después todos ofrecen al gran Dios una oración de gratitud, de alabanza y de gloria y el “campo de pan” está cultivado.
23. Este “campo de pan” está circundado por una barandilla preciosa y artística, que al mismo tiempo limita el terreno.
24. Aquí preguntaréis: «¿Por qué está este campo bendito tan lejos de la vivienda? Pues, simbólicamente, todo lo que es más bien de naturaleza divina debería encontrarse más cerca del hombre que todo lo que pertenece a su propia naturaleza».
La pregunta muestra que vuestra filosofía no es mala, pero los habitantes solares filosofan todavía mejor, porque con ello ponen de manifiesto que lo Divino no sólo sujeta el punto central de la vivienda sino que abarca también todo lo exterior.
También el hombre debe erigir igualmente en la Tierra, en el más profundo interior de sí mismo, un trono que sirva de morada para que el Espíritu divino pueda abarcar desde allí todos sus pensamientos, deseos y acciones. Porque así podrá ser, tanto interna como externamente, un hombre perfectamente conforme a la Voluntad del gran Dios.
25. Todo esto significa que los hombres deben vivir y actuar enteramente según mi Voluntad, es decir, que deben permitir que mi Espíritu los abrace y los penetre hasta su interior más profundo.
Pero no a la manera como ahora lo hacen muchos que creen ser “hombres mejores”, y que se conforman con el mero conocimiento de mi Voluntad. Hombres cuyas actividades mundanas Yo debería tolerar si, en el mejor de los casos, me tratasen sólo como lastre.
En tales hombres la parte exterior no es un “campo de pan”, sino sólo un campo puramente mundano que no produce frutos de mi Voluntad sino únicamente egoísmo, vida mundana, perdición y muerte.
26. De esta descripción concisa podéis deducir que los habitantes solares son mejores filósofos que vosotros.
Porque el orden que dan a su organización doméstica es sin duda alguna, incluso desde un punto de vista simbólico, más afín a mi Orden que el que vosotros aplicáis a la vuestra.
Cierto es que a vosotros os resulta imposible en vuestro planeta observar un orden externo similar. Pero, en realidad, este detalle no tiene tanta importancia. Aun así os permito que lo contempléis para que podáis regular vuestros conceptos espirituales conforme ello.
El motivo principal de esta descripción es que vosotros debéis cultivar vuestro campo espiritual de la misma manera.
Debéis hacerlo y tomároslo con interés. A continuación visitaremos los templos y las diferentes oficinas de los funcionarios. Y después examinaremos las constituciones generales y la organización doméstica de los habitantes de este cinturón.
1. Los edificios municipales no están construidos en las colinas como las viviendas, sino en los valles que hay entre las montañas. Eso por el sabio motivo de que los alumnos de los colegios allí existentes, en los que se enseñan diversas materias, no se distraigan con las amplias y encantadoras vistas.
2. Para que os podáis hacer una idea mejor sobre la zona en la que se encuentran los edificios municipales, conviene presentaros las regiones de las colinas algo más plásticamente.
3. En el Sol hay tres clases de colinas:
Primero, las colinas generales que se extienden en todas direcciones sobre este cinturón solar en cadenas inmensas parecidas a las cordilleras de vuestra Tierra.
Segundo, las diversas cumbres de estas colinas, parecidas a conos truncados, alineadas regular y simétricamente una al lado de otra, de modo que finalmente el conjunto forma un tronco de pirámide.
Tercero, las pequeñas colinas individuales que son una especie de anexos de las normales, por lo que allí las llaman “senos” de las colinas. En general sirven para construir viviendas en ellas; el resto de estas colinas pequeñas se aprovecha para la agricultura, siempre sobre la base de media yugada por persona.
Como son por lo general perfectamente redondas, sucede a veces que tres, y también cuatro de dichos terrenos lindan en su parte más profunda, formando un pequeño valle entre ellas.
4. Y como los círculos no pueden tocarse sino en un punto, entre los terrenos lindantes queda un espacio desocupado. Precisamente allí es donde construyen los edificios municipales.
5. Algunos de ellos son más pequeños que las viviendas, otros son sin embargo más grandes, depende de cual sea su finalidad. Los pequeños edificios municipales se destinan a la enseñanza elemental de los niños, motivo por el cual son pequeños en general y su mobiliario sencillo. Conviene mencionar que los hay de dos clases: unos para la enseñanza de los niños y otros para la de las niñas.
Sólo se diferencian en un detalle: en los colegios para las niñas han plantado entre las columnas pequeños arriates redondos de flores, mientras que los colegios de niños no tienen adorno alguno.
6. El resto de instalaciones de estas casas municipales es casi idéntica a la de las viviendas. Todo es sencillo y sin ornamentos, conforme a los conocimientos de los alumnos, que, al igual que sus valores espirituales interiores, aún no están desarrollados.
Los arriates con flores de los colegios de niñas les indican que también su aspecto exterior debe ser limpio y grácil, para que, en base a ello, pueda formarse en su interior un espíritu placentero y atractivo.
7. De modo que esta es la primera clase de edificios municipales, los cuales no sirven de vivienda ni para los funcionarios ni para los maestros. Las suyas están en una colina vecina a la de sus lugares de trabajo.
8. Vais a preguntar: «¿En qué se distingue la vivienda de un funcionario de la de uno que no lo es?».
En nada, a no ser que desde la vivienda del funcionario hay un camino directo a su oficina, mientras que los caminos de las demás casas van directamente a los puntos donde se tocan los círculos de sus terrenos. Por lo demás, la instalación y mobiliario de sus casas son absolutamente idénticos a las de los otros.
9. «¿Qué niños asisten a esos colegios públicos?».
Sólo los que habitan en la vecindad más próxima, como mucho de cinco casas.
10. «¿Y cuánto tiempo dura una clase?».
A lo sumo quinientas oscilaciones del péndulo. Luego tienen permiso durante cinco mil oscilaciones. Así continúa la enseñanza hasta que los alumnos dominen perfectamente las lecciones elementales, consistentes en una instrucción sobre ciertas leyes que deben observar.
11. Por ejemplo se prohibe a uno u otro alumno mirar cierto objeto, es decir, que evite mirarlo durante mucho tiempo, hasta que el funcionario está convencido que al alumno ya no le cuesta nada ignorarlo.
Luego, mediante diversos estímulos, los tientan a que infrinjan el precepto. Por ejemplo, hacen representaciones o espectáculos en lugares a donde les está prohibido mirar. A los alumnos les cuesta mucho esfuerzo y un gran sacrificio apartar los curiosos ojos del objeto en cuestión. Pero ya se sabe que la costumbre hace el oficio.
Cierto es que los alumnos pierden frecuentemente el control. Entonces se les amonesta y, si infringen varias veces el mandato, se les aplica un pequeño castigo adecuado. Y así, poco a poco, se consigue el sabio objetivo.
12. Una vez que los alumnos son capaces de cumplir un mandato, se les impone otro parecido, etcétera, hasta un máximo de treinta reglas.
13. Cuando han aprendido a controlar los ojos así, entonces deben aprender también a refrenar la lengua. En este caso el maestro observa atentamente a cada alumno para averiguar cuál es su tema favorito. Luego se le prohibe al muchacho hablar del mismo durante mucho tiempo. Cuando finalmente es capaz de controlarse también en este punto, el maestro vuelve a indagar otras inclinaciones y tendencias del alumno y se las prohibe de manera muy adecuada.
14. En el Sol la enseñanza elemental consiste en lecciones de esta clase, que tienen el único fin de anular de la manera más adecuada la voluntad propia de los alumnos, para que con ello se vuelvan receptivos para acoger la Voluntad divina, disciplina que se enseña en un instituto público superior.
15. Como en este colegio elemental los alumnos quedan fuera de cualquier actividad externa, por lo que todos sus sentidos exteriores, pensamientos y deseos están controlados, en el siguiente, de enseñanza superior, se les exhorta a cumplir otras exigencias según la Voluntad del gran Dios.
Por tal razón los edificios de estos colegios de segundo nivel ya no son tan sencillos como los de enseñanza elemental, aunque su construcción y estructura siguen siendo parecidas a los de las viviendas.
16. En ellos, edificados por lo general en lugares donde se tocan hasta cinco terrenos, los adornos son siempre acordes con las actividades prescritas a los alumnos.
Preguntaréis: «¿En qué consisten esas actividades?».
Sólo en observar fijamente objetos diversos.
17. Por ejemplo, se muestra a uno u otro de ellos un objeto para que lo observe ininterrumpidamente durante mucho tiempo. Luego debe describir al maestro lo que ha visto. Cuando termina su exposición, es invitado a observar la misma cosa aún más atentamente y a comprobar si no ha omitido nada. Terminada la segunda observación, el alumno explica qué es lo que se le había pasado por alto la primera vez.
18. «¿Acaso eso es todo?».
Pues, no. Frecuentemente el maestro hace repetir el ejercicio al alumno hasta treinta veces, insistiendo en que se fije mejor en el objeto.
Aquí preguntáis: «¿Para qué puede servir esto? Nadie puede encontrar en un objeto más cosas que las que este mismo manifiesta al observarlo cuidadosamente la primera vez».
Os digo que ese examen es superficial y no sirve para nada al espíritu del hombre; cualquier animal puede mirar un objeto fijamente.
19. Pero la observación repetida obliga a que el observador vea en el interior de su espíritu los diversos vínculos, las conexiones y las relaciones, con lo que adquiere una firmeza en su mirada y en su capacidad de observación, absolutamente necesarias para el espíritu, de por sí fugaz. Con esto ya conocéis los ejercicios de este segundo tipo de institución docente.
20. Cuando los alumnos ya son muy expertos en esto, y más aún en cumplir leyes y mandatos, entonces son admitidos en un tercer colegio público aún superior, que ya no está en la profundidad de un valle sino en una altura aún mayor que la de las viviendas.
21. El edificio tiene un tamaño considerable y, por lo general, cuatro tejados piramidales como los que ya conocisteis cuando se describieron las viviendas.
Estos colegios públicos se consideran como el equivalente a vuestros Institutos de Enseñanza Media.
Vais a preguntar: «¿Qué se enseña en ellos?».
En cierto modo se dedican al análisis de todas las cosas visibles y a enseñar a los alumnos el Orden divino que reina en ellas.
22. Por esta razón, tanto su interior como su exterior están arreglados de manera tan ostentosa que no podéis ni imaginároslo. Las cien columnas sobre las que se apoyen los cuatro tejados de estos edificios presentan continuos adornos en relieve, tan artísticamente elaborados que parecen animados. Los adornos de estas columnas, exactamente cuadradas, se parecen mucho a los jeroglíficos egipcios, con la diferencia que todas las figuras son de una perfección y diversidad indecible.
23. En su centro hay cuatro grandes pilares que ayudan a sostener la viguería del tejado. La parte inferior de estos pilares, hasta la línea del techo, está adornada con una decoración de mayor nivel, relacionada con la actuación del gran Dios.
24. Las columnas, todas de un diámetro de dos brazas y una altura de veinte, están fabricadas de un material que se parece a vuestra cornalina, y sus adornos parecen estar hechos con diferentes piedras preciosas. Sus bases son redondas y fabricadas de una sustancia que tiene el aspecto de oro candente. El material de los capiteles se parece a la amatista.
25. Sobre ellos hay grandes esferas blancas, unidas de columna a columna con arcos preciosos. En los capiteles se apoyen las vigas maestras del tejado, fabricadas de una sustancia semejante al rubí. Sólo allí empiezan las verdaderas vigas que, en este caso, no son negras como en las viviendas, sino de un color entre violeta y azul oscuro.
26. En pocas palabras, en un edificio municipal de esta clase domina en todas partes una simetría y uniformidad apenas imaginable para vosotros. Una cosa está en armonía con otra y, pese a la extraordinaria abundancia de ornamentos magníficos, no hay nada recargado.
El pavimento está hecho de forma parecida a vuestros mosaicos. No hay en él trabajos en relieve, pero cada objeto, dibujado en cuadros en miniatura, está hecho con tanta perfección que, aun mirándolo atentamente de cerca, no podréis dejar de tener la impresión que todo debe ser un trabajo en relieve.
27. También han colocado delante de las columnas, como en las viviendas, los tan magníficos bancos.
El edificio municipal tiene cuatro secciones, como puede deducirse por los cuatro tejados, y bajo cada uno de ellos, en su centro, hay una pirámide con escalera de caracol, adornada e instalada como ya lo habéis visto en las viviendas.
28. De ordinario, el funcionario habita con su familia en este edificio municipal a cuyo alrededor existen la misma organización del terreno y los mismos cultivos, todo en igual orden que en las viviendas corrientes, sólo que en dimensiones mayores.
29. El terreno que rodea al edificio municipal en cuestión tiene frecuentemente una extensión de mil yugadas según vuestras medidas, aunque cada persona no utiliza más que media.
Vais a preguntar: «¿Por qué tanto terreno para un solo funcionario cuya familia, sin duda alguna, no es más numerosa que la de las otras casas?».
30. El motivo es muy sencillo: todos los alumnos del instituto viven también allí hasta terminar su formación porque en él, como ya sabéis, han de aprender mucho: el Orden de Dios en toda la variedad de las cosas. O sea, tienen en cierto modo que aprender a leer en el gran libro de la divina naturaleza, habiendo sido afinados a tal fin los adornos antes mencionados.
31. Para que al menos podáis tener una somera idea, os explicaré concisamente el significado de una columna.
El pie redondo significa la Fuerza de Dios, o sea, el Poder de su Voluntad que es la Base eterna de todas las cosas.
La columna cuadrada que se apoye en él representa la Fuerza procedente de esta Base, que sostiene el Cielo y todas las cosas creadas.
Las cosas creadas están simbólicamente presentes en los adornos que rodean la columna, y están relacionadas entre sí, como también con la Fuerza que las causa y las sostiene.
Debéis saber también que todos esos adornos no han sido hechos ni colocados sobre los pilares por manos humanas sino sólo por la Voluntad superior del gran Dios, la cual se manifiesta en el corazón enteramente purificado de todo hombre.
Los capiteles de los pilares corresponden a la Sabiduría, y las esferas sobre los mismos la imposibilidad de sondear la Sabiduría de Dios. Los arcos que unen estas esferas representan las vías inescrutables con las que la Sabiduría de Dios penetra y une todo en el Orden supremo que lleva, conserva y mantiene toda la infinitud.
32. Esto no es sino un resumen superficial del cual podéis deducir cuál es la intención con la que están construidos los edificios municipales en todas sus partes.
Todo esto han de aprenderlo los alumnos mediante la enseñanza apropiada para que, a partir de la asimilación de tal orden, aprendan conocerlo todo por sí mismos.
¿No os parece que tal enseñanza vale más que la vuestra en latín? ¡Este es un instituto de enseñanza con fundamento!
33. En otros tiempos también había escuelas así en vuestra Tierra, pero la codicia y el egoísmo de los hombres las borró completamente del suelo terrestre. Por este motivo vuelvo a daros con todo esto una instrucción procedente del Sol; para que aprendáis cómo debe ser acondicionada una escuela justa para la formación viva del espíritu humano. En la próxima presentación de los templos conoceréis más detalles.
1. Preguntáis: «¿Cuál es la importancia de un templo en el Sol, concretamente ahora la del primer templo situado en una de las colinas aún no tan altas?».
2. Ese templo de la primera clase tiene la importancia de una escuela pública de educación general básica. A él van los alumnos que han pasado por los colegios municipales anteriormente nombrados. No debéis pensar que van al templo los alumnos de un solo colegio municipal, en él se congregan fácilmente los de treinta a cuarenta de esos colegios municipales, razón por la cual tiene que ser lo bastante grande para poder acoger a varios miles de alumnos.
3. Tal templo ya no tiene forma circular, sino que se parece a vuestros barcos. Si fuese construido circularmente, habría muchas dificultades para construir el tejado. Pero como su forma es elíptica, la construcción del tejado no resulta más problemática que la de una vivienda.
4. «¿Cómo se distingue la importancia de estos templos?».
Viene determinada por la cantidad de sus columnas.
«¿Es el número de las columnas el mismo en todos los templos de esta primera clase?».
No, el número de las columnas depende de la región, de las más o menos viviendas y edificios municipales que hay en ella. Por este motivo un templo de esta clase puede tener como mínimo mil columnas, y como máximo diez mil columnas. Las columnas de estos templos son mucho más altas y también mucho más gruesas que las de una vivienda. La mayoría de las columnas son de color verde transparente, todas redondas, en un estilo muy sencillo.
5. Aunque tengan la misma forma global y siempre estén destinados a la misma finalidad, el estilo arquitectónico de los templos es muy variado.
De modo que hay una gran variedad de columnas: las que tienen el aspecto de pirámides, otras como compuestas de una gran cantidad de barras, y otras parecidas a esferas aplastadas superpuestas. También las hay que parecen nubes amontonadas, y otras que parecen conos invertidos, es decir, el lado ancho arriba y el estrecho abajo. En fin, hay un sinnúmero de formas de columnas para apoyar una techumbre.
6. Los templos construidos así ya son de una magnificencia mucho mayor que la de los edificios municipales donde los alumnos deben aprender mi Orden.
Estos templos tienen varios tejados, entre los cuales el que cubre el centro del templo es considerablemente más alto que los demás. En su punta hay una bandera que simboliza la victoria que los discípulos tienen que conseguir en él. Los demás tejados, en forma de pirámide, son gradualmente más bajos.
A ambos lados del alto tejado piramidal central hay otros siete tejados, orientados de manera tal que sus puntas se orientan hacia la punta del tejado central principal. Una construcción cuyo conjunto también forma una pirámide.
7. También las puntas de los tejados más bajos están adornadas con banderas, pero su tamaño es menor, acorde con la menor altura de los tejados. También estos tejados son construidos de la misma manera que los de las viviendas. Según sean las dimensiones del templo, la altura del tejado central alcanza fácilmente mil brazas, y nunca es inferior a quinientas.
8. Sin duda preguntaréis: «¿Cómo es posible que los habitantes del Sol puedan colocar vigas tan extraordinariamente largas sobre las columnas? ¿Y dónde consiguen árboles de mil brazas de longitud?».
Aquí debo decir, como ya lo he hecho en otra ocasión, que los habitantes del Sol no los fabrican con las manos sino únicamente con su fuerza de voluntad. Ya sabéis que antes tienen que hacer que el suelo produzca esas vigas mediante su voluntad. De la misma manera tiene que obtener también las columnas.
Una vez producidas todas las piezas necesarias para construir el templo, entonces, mediante la voluntad colectiva de muchos hombres, primero lo ponen todo en el orden adecuado y luego realizan la construcción.
9. Aunque hay algunos trabajos en la construcción de tales templos que los hombres solares los hacen con sus manos. Por ejemplo nivelar el suelo, tejar el tejado, y pintar el techo interior; de modo que ahí entra la mano de obra.
10. «¿Cuánto tiempo dura un edificio así?».
Si no queda destruido total o parcialmente por un siniestro natural observado demasiado tarde, o por cualquier incidente imprevisto, tales templos, y también cualquiera otra clase de edificios, dura eternamente; porque en el Sol nada se pudre, ni se descompone, ni se cansa, sino que todo permanece como recién hecho, conservando su perfección inicial.
11. Ahora sabéis a qué ateneros sobre la construcción y la forma exterior del templo; por ello demos un vistazo a su interior y a lo que le rodea.
12. Ante todo hay que fijarse en su altura majestuosa. Pues, según su tamaño, las columnas que sirven de apoyo al tejado tienen una altura entre cien y quinientas brazas, y son relativamente gruesas y voluminosas.
Los zócalos de las columnas siempre son circulares. Desde abajo hasta la parte superior en la que reposa el pie de la columna, estos zócalos tienen siete abombamientos cada uno de los cuales mide cuatro pies de altura. Por supuesto, la dimensión de los zócalos está en relación equilibrada con las propias columnas. La mayoría de los zócalos de los templos es sólida, semi-transparente y de color azul. Las columnas son enteramente blancas, pero cubiertas de ornamentos en relieve de colores variados.
13. Las columnas del templo no suben ininterrumpidamente a la techumbre, sino que sirven al mismo tiempo de pilares para tres galerías interiores que recorren todo el templo a lo largo de la fila de columnas. Estas galerías están provistas de barandillas preciosamente elaboradas.
14. Vais a preguntar: «¿Cómo se sube a estas galerías?».
En seguida lo veréis.
En el interior, en vez de los bancos de reposo piramidales junto a cada columna, hay una pirámide con escalera de caracol, cuyos peldaños están circundados por unas barandillas preciosas. Subiendo por ella y cuando se llega a la altura de la galería, se continúa por un pasillo muy bonito que conduce hasta la misma. Mediante este pasillo, cada galería está unida a las escaleras de caracol.
15. «¿De qué material está hecha esa pirámide?».
La pirámide misma es de un material que tiene el aspecto de vidrio de color rojo pálido, totalmente transparente. Las barandillas son como de oro macizo, adornadas con muy diversos y hermosos ornamentos muy significativos.
16. El pasillo es de un material como oro macizo, y también tiene barandillas dobles, desde la escalera de caracol hasta la galería principal.
17. Va de sí que las galerías principales también están provistas de barandillas, tanto hacia el interior como hacia el exterior, que consisten en pirámides brillantes, es decir, fabricadas de un material que brilla como vuestros bien pulidos diamantes bajo los rayos del Sol.
Entre los pasillos de cada galería, estas pirámides están colocadas de manera que sus bases se tocan, mientras que las partes superiores están unidas por una espaldera que parece oro macizo, preciosamente trabajada en forma de bonito ramaje. Esta espaldera se extiende de pasillo a pasillo, pues no puede continuar ininterrumpidamente. De lo contrario, para seguir desde de un pasillo hacia la galería principal, habría que saltar por encima de ella.
Esto, por supuesto, se refiere a la parte de las galerías que da al interior del templo. En la que da hacia fuera, las barandillas continúan por supuesto ininterrumpidamente, con un respaldo todavía más reforzado.
18. De columna en columna, la galería principal se apoye en arcos con la forma y colores del arco iris, que juegan vivamente con los colores del mismo.
19. En el interior de las pirámides con las escaleras de caracol, sobre un pedestal cuadrado de color rojo oscuro hay pirámides similares a las que habéis visto en las viviendas detrás de las columnas.
20. Los pedestales cuadrados que, con una anchura de media braza, rodean la pirámide como un banco espacioso, son utilizados como bancos para descansar. Cuando llega el momento del descanso, los alumnos se dirigen a estos lugares donde descansan según lo necesitan. Estos bancos son sobremanera blandos y elásticos, parecido a colchones de aire. Igualmente blando y elástico es también el respaldo, realizado por la misma pirámide. Aun descansando todo el tiempo que uno quiera, no ocasionará deformación permanente ni en el banco ni en el respaldo, porque, cuando la persona se levanta, todo vuelve a su estado perfecto como antes de haberlo usado.
21. También el respaldo está adornado lujosamente. En su parte superior, en la punta de la pirámide, hay una esfera luminiscente de color verde, lo que da al templo un aspecto sumamente espléndido, siempre y cuando los alumnos no produzcan desarmonía alguna mientras descansan.
22. Esta es la disposición general de un templo. En el próximo capítulo veréis su extraordinaria instalación interior, y también sus alrededores.
1. Sabéis ya que este templo tiene quince tejados: el más alto en el centro y siete más pequeños a ambos lados.
En su interior, en el centro de cada tejado, hay una escalera de caracol suntuosamente construida que entra en el techo. Y cuanto más cerca está del tejado principal, tanto mayor, más significativa y magnífica es.
2. Bajo la alta techumbre central no hay escalera de caracol, porque esta se apoya en columnas luminosas de color violeta, las cuales forman un círculo con unas treinta piezas. Son casi doble de altas que las del exterior, motivo por el cual la parte central del templo resulta más elevada que las demás.
3. Dichas columnas están provistas de siete filas de galerías a las que puede accederse a través de escaleras de caracol que giran alrededor de las columnas. De modo que cada una de ellas está rodeada por la escalera de caracol hasta la séptima galería.
En el centro de este círculo de columnas hay una gran columna principal que llega hasta la punta más alta del alto tejado. Desde esta columna central principal salen, a la altura de la cuarta galería, donde esta toca el círculo de columnas, cuatro pasillos que la comunican con la cuarta galería; en realidad se trata de dos pasillos que se cruzan en el centro.
4. A partir de dichos pasillos en forma de cruz, una ancha escalera de caracol gira alrededor de la columna principal hasta la punta más alta del techo. Las galerías que se extienden alrededor de las columnas de este círculo principal están apoyadas en arcos radiantes con los colores del arco iris, aunque en este caso cada arco no irradia sino un solo color; y como las siete galerías necesitan también siete arcos para apoyarse, cada uno irradia un color diferente. Cuando se miran las siete galerías a la vez, se disfruta de la vista de un arco iris difuso.
5. Las barandillas de las galerías de este círculo central parecen de oro candente y, no sólo están artísticamente trabajadas, sino que también se encuentran embellecidas con todos los colores imaginables, de manera parecida a como en la Tierra la corona de oro y de plata de un emperador está artísticamente trabajada y, además, adornada con diversas piedras preciosas muy brillantes.
6. Los respaldos de las galerías son de color rojo oscuro luminiscente. Los suelos se parecen al cielo nocturno cuando rebosa de incontables estrellas.
7. La columna central se levanta desde el suelo hasta la punta más alta como una columna de nubes ardiendo.
«¿Para qué sirve esta columna principal?».
En primer lugar ayuda a soportar el alto tejado que pesa muchísimo, función que es la suya natural.
En segundo lugar sirve para que se pueda llegar hasta debajo de la punta más alta del tejado mediante la escalera de caracol, por si acaso alguna vez hubiera que reparar algo.
En tercero, conviene que esté en este instituto para que al subir los hombres por ella se acostumbren a mirar hacia abajo sin experimentar vértigo, experiencia muy importante, sobre todo para aquellos habitantes solares que tienen la intención de ejercer cualquiera de las diversas profesiones de la rama de la construcción.
Y, finalmente, en sus diferentes alturas se examina la eficacia de la voluntad de los hombres, es decir, hasta qué profundidad es todavía capaz de tener efecto en el suelo. Debéis saber que tal columna no es de una altura insignificante; las de algunos templos pueden fácilmente rivalizar con la de los montes más altos de vuestra Tierra.
8. Esta columna principal es muy voluminosa, especialmente en la base, donde puede alcanzar un diámetro de cien brazas. Verdad es que desde la base hasta arriba su diámetro disminuye continuamente. Como la columna es tan voluminosa, podéis imaginaros fácilmente que también las escaleras de caracol que la rodean tienen la anchura correspondiente, particularmente en su parte más baja, donde es tan ancha que sin dificultad pueden subir por ella cien hombres uno al lado de otro.
También las siete galerías que giran alrededor de este círculo principal son extremadamente espaciosas.
Lo mismo puede afirmarse de los pasillos en forma de cruz que unen las galerías centrales con la columna principal. Tal pasillo es tan ancho que también en él pueden estar cómodamente más de cien hombres uno al lado del otro.
9. «¿Para, qué sirven estos dos pasillos en forma de cruz, así como la galería central?».
Aquí hay al algo que os gustará: los pasillos sirven para colocar la orquesta del templo. En cada uno de ellos hay setenta y siete arpas, y los sitios de los cantantes principales están en la galería. En ella y en los pasillos ofrecen antes y después de cada acto, cánticos de alabanza al gran Dios, acompañados con las arpas. El himno de alabanza resuena entonces majestuosamente en todo el espacioso templo.
10. No debéis pensar que un arpa solar suena como las de vuestra Tierra. Su sonido es tan puro y tiene una dinámica tan sorprendente que no os los podéis ni imaginar. El de vuestras más potentes campanas parecería un mero “pianísimo” comparado con su intensidad.
Y su finura es tan suave, que con ninguno de vuestros instrumentos podéis producir sonidos tan misteriosamente dulces y bajos como los del arpa solar. Además, el sonido de vuestras arpas acaba de sonar inmediatamente, mientras el de la solar, una vez tocado, suena hasta que el músico lo para.
Así que esa arpa es capaz de producir una variedad de sonidos que podría sustituir fácilmente en la Tierra a una orquesta bien equipada diez veces mayor.
Si lo tenéis en cuenta, os podéis imaginar cómo son los conciertos en un templo solar.
11. Para esto es para lo que han construido el círculo central. Esta parte del templo es el verdadero oratorio, donde no está permitido hacer otra cosa sino alabar al gran Dios en comunidad.
12. La única excepción son los ejercicios de voluntad que hacen en el oratorio, a diferentes alturas de la columna, para que la voluntad de cada hombre se vaya uniendo más con la Voluntad del gran Dios. También hacen los ejercicios antes mencionados mediante los cuales los hombres solares deben capacitarse para mirar con indiferencia desde las alturas sin experimentar vértigo alguno, algo que consiguen en efecto.
13. No sería malo hacer también este ejercicio en la Tierra, donde los hombres padecen frecuentemente vértigo. Apenas uno está un poco más alto que otro ya le horroriza mirar abajo; y cuanto más alto se encuentra, tanto más le arrebata la altura. Lo mismo podéis ver frecuentemente entre los aristócratas de alta nobleza: les da horror mirar hacia abajo, de modo que prefieren que los maten las balas de diez cañones antes que arriesgarse a mirar hacia abajo y verse a sí mismo con la sencilla blusa de un campesino.
¿Acaso exagero? ¡En absoluto!
Mirad los nobles. ¿Acaso no preferirían que sus hijos murieran en el campo de batalla a manos del enemigo, antes que vinieran a sus padres y les dijeran: «Prefiero vivir como un campesino en vez de morir como comandante en plena batalla»?
14. Para conseguir que los hombres pierdan esta clase de vértigo, les convendría pasar por la escuela de escaladores de un templo del Sol. Sin embargo, los hombres de la Tierra todavía se complacen demasiado en esta enfermedad dañina. Así que volvamos a los lugares donde se hace todo lo posible para prevenir tal enfermedad, tanto en sentido natural como espiritual.
15. El círculo principal del que hablamos tiene un aspecto sublime y lujoso según vuestros conceptos. Quien sea capaz de despertar tan sólo un poco su fantasía, pronto podrá imaginárselo aproximadamente. Sin embargo una idea cabal está reservada a aquel que pueda ver estas maravillas con sus propios ojos transfigurados y que pueda escuchar la música celestial con el propio oído espiritual.
16. Las demás partes del templo sirven para las diversas enseñanzas e instrucciones y también como hogar, tanto para maestros como para alumnos.
Un ala del edificio está reservada al sexo masculino, y otra al femenino. Dentro del templo los dos sexos nunca entran en contacto, con excepción de las presentaciones en el círculo principal. Fuera de él se encuentran frecuentemente para pasear al aire libre del Sol y para ir de excursión y subir a regiones más montañosas.
17. Esto es todo lo que se refiere al interior y al exterior del templo. En lo concerniente al terreno que hay a su alrededor, todo es como en las viviendas, sólo que la extensión del terreno del templo es tanto mayor cuanto más personas habitan en él.
18. Si lo habitan diez mil personas, entonces el terreno alrededor suyo tiene, según vuestras medidas, una superficie de diez mil veces media yugada95bis. También los diversos campos están separados entre sí por prados mucho más anchos para pasear. Y los árboles frutales que rodean la colina del templo están plantados un poco más abajo, para que en manera alguna dificulten la vista de la que se disfruta desde el templo.
19. Por la misma razón hay alrededor del templo una llanura espaciosa donde sólo cultivan una hierba exuberante de un color verde oscuro muy vivo.
20. Sus límites son columnas surtidores cuyas aguas refrescan tanto la llanura como el terreno en pendiente, en todas sus direcciones.
21. Así es un templo de la primera clase. La próxima vez veremos los de las dos clases siguientes.
1. A los templos de la segunda clase se les llama normalmente el gran templo. En seguida veremos por qué.
2. Por lo que se refiere a su construcción y a la cantidad de columnas que tiene, no es mucho mayor que el que acabáis de conocer. Quizá algunos tengan mil o dos mil columnas más, pero eso no basta para justificar el sobrenombre de “gran templo”.
3. Aunque tenga más columnas, están más juntas y no son tan altas como las del primero, por lo que el espacio que ocupa no tiene por qué ser mayor que el del templo anterior. Tampoco los techos son, ni mucho menos, tan altos.
4. Preguntaréis: «Entonces, ¿por qué se le llama “el gran templo”?».
Porque en él no se enseña sino exclusivamente cómo servir al gran Dios. Esta es la razón de que lo llamen así.
5. Su instalación interior y también su parte exterior son, salvo algunos adornos libres, exactamente los mismos que acabáis de ver en el templo anterior. Sólo la orquesta es todavía más esplendorosa y tiene doble cantidad de arpas; también el número de cantantes es siete veces mayor, porque en el templo viven siete veces más alumnos.
6. En este gran templo se reúnen frecuentemente los hombres de hasta siete templos de la clase anterior, para recibir en él una instrucción más sublime sobre cómo servir al gran Dios. Por ello hay mucho movimiento tanto en su interior como en sus alrededores.
7. Si alguna vez no es posible acoger en él a todos los hombres, entonces se construyen más abajo, donde están los prados, pequeñas viviendas de diez a doce columnas, pero sin escalera de caracol; el resto de estas pequeñas casas están preparadas como las viviendas habituales.
8. Frecuentemente hay cientos de casas así junto a estos templos. Cada una de ellas tiene su propio funcionario que está subordinado al maestro principal del templo. Su única función es la de ocuparse de mantenerlo todo en orden.
9. De lo dicho se deduce que los terrenos que rodean al templo son más grandes y extensos que los del templo anterior.
10. Cerca del mismo también hay un guardián universal del tiempo por el que deben regularse todos los demás guardianes del tiempo diseminados en su amplio y espacioso entorno.
«¿Dónde se encuentra este guardián universal del tiempo?».
A unas mil brazas del templo, en una colina de forma cónica, se hace crecer un árbol muy fuerte que fácilmente puede alcanzar una altura que supere las quinientas brazas. De su copa se cuelga un péndulo mediante una cuerda que llega casi hasta el pie de la colina, a cuyo fin cortan la pared por ese lado de la misma. Tres hombres ponen el péndulo en movimiento. Según vuestras nociones del tiempo, cada oscilación dura casi treinta minutos.
11. Todos los demás péndulos deben ser sincronizados con éste. Como son más pequeños, no pueden oscilar tan lentamente, aunque pueden ser ajustados de tal manera que dos o cuatro de sus oscilaciones duren exactamente lo mismo que una sola del péndulo principal.
12. También en las pequeñas viviendas que hay alrededor del gran templo existen pequeños péndulos “manuales” cuyas oscilaciones son más rápidas y subdividen el tiempo marcado por las del grande.
Preguntaréis: «¿Cómo son conocidas en el entorno las oscilaciones del péndulo principal?».
Para ello han colocado funcionarios que trabajan por turnos de cien oscilaciones. Siempre hay cien funcionarios encargados del cronómetro principal, cuatro por turno.
14. Estos funcionarios o cronólogos gozan de una consideración parecida a la de vuestros más sesudos astrónomos. Sin embargo, no los traemos a colación aquí por eso, sino para saber cómo comunican el tiempo a todo su entorno.
En los cuatro lados de la relativamente extensa colina han colocado unas especies de campanas, bastante diferentes a las de vuestras iglesias, más bien parecidas a una ampliación enorme de las pequeñas campanitas sonoras de vuestros despertadores.
15. Cada propagador del tiempo tiene un martillo y a cada oscilación del péndulo da un golpe en la “campana”. Así se comunica a toda la región cuando, una tras otra, terminan las oscilaciones.
También en la parte más alta de la colina hay dos guardianes que las cuentan y comunican el resultado a los guardianes del templo mediante señales concertadas.
Se sobreentiende que tanto los comunicadores del ritmo como los del número de oscilaciones, trabajan por turnos.
De modo que acabáis de conocer el templo de segunda clase. La diferencia con el de la primera sólo estriba en su finalidad y en el número mucho mayor de discípulos.
17. Ya se ha dicho que los templos de esta clase están situados en lugares más elevados, es decir, en colinas más altas y espaciosas que los primeros.
18. Si pudierais mirar este templo del Sol en cuerpo mortal, o tan sólo estar en uno de sus extensos prados, no podríais soportar ni su sublime magnificencia ni sus vistas maravillosas. Por esta razón Yo no consiento que esto le ocurra a nadie, ni siquiera en sueños, porque incluso en sueños el resultado sería mortal. Si el espíritu del hombre accediera a una visión semejante, rompería inmediatamente todos vínculos que le mantienen preso a su cuerpo para precipitarse allí donde se complacería más que en la pesadez y torpeza del mismo.
Por este motivo no os doy aquí sino una muestra superficial y fugaz de toda esa magnificencia, pues si os la presentara un poco más detalladamente exponiéndola así claramente a la contemplación de vuestra fantasía, aunque tan sólo fuera con meras palabras, no podríais ni ponerlo por escrito porque vuestro espíritu se ensimismaría de tal manera que olvidaría completamente vivificar vuestro cuerpo para cualquier actividad.
19. Por la misma razón tampoco os digo nada sobre la enseñanza que se da allí en mi servicio. Primero no podríais comprender su sublimidad en el estado en que os encontráis. Y si realmente pudierais comprenderla, en el mismo momento en que la percibierais ya no podríais seguir viviendo vuestra vida terrenal. Porque si pudierais percibir tan sólo una Palabra de mi boca en toda la plenitud de su sentido sublime, en el mismo instante toda vuestra naturaleza y el mundo en su totalidad, os parecería una escoria monstruosa, sobre todo ante una palabra del Padre o del Amor eterno.
20. Pero para que pese a ello podáis tener una mínima idea acerca del alcance de una Palabra del Padre, os digo que, por ejemplo, tan sólo pronunciar la palabra Amor referida a Mí, produce en estos habitantes del Sol un gozo indescriptible a causa del cual no toman después alimento alguno durante bastante tiempo.
Incluso en toda esa vasta zona se anuncia con toques de trompeta desde la altura superior donde se encuentra el último templo, que un año después, según vuestra concepción del tiempo, esta palabra será pronunciada en relación con Dios.
Ya al primer toque todos los habitantes solares de este cinturón se prosternan en el suelo. Apenas se atreven a respirar por el gran respeto que les infunde el hecho venidero, y se estremecen en arrebatos de temor y suma alegría.
21. Cuando llega el tiempo y el sumo sacerdote y maestro desciende al segundo modelo de templo para pronunciar allí las palabras “¡Dios es el Amor!”, entonces cada hombre queda conmovido de tal manera que parece que hubiera muerto.
Puede decirse que la pronunciación de esta palabra hace que todos entren en un estado de suma transfiguración y disfrutan en él de delicias angélicas. Cuando vuelven a recuperar fuerzas, salen corriendo del templo, se postran delante del mismo y alaban, elogian y dan las gracias al gran Dios por la enorme Gracia de haberlos considerado dignos de poder oír una vez más esta palabra sagrada por la boca de su sumo sacerdote.
Durante cierto tiempo nadie se atreve a atravesar el umbral. Y cuando nuevamente entran, lo hacen en forma de procesión solemne y sumamente humilde.
22. Con esta descripción ya podéis haceros una idea sobre la metodología y efectos de la enseñanza de este templo.
Podéis aceptar una pequeña indirecta para que seáis conscientes de vuestra gran necedad y de la manera cómo me respetáis. Porque no sólo hice que ciertos maestros y sacerdotes divulgaran mi Palabra, sino que Yo mismo, el Padre como Amor supremo en persona, peregriné entre vosotros en toda mi Abundancia divina y os enseñe por mi propia boca palabras de la Vida eterna.
Y pese a ello los hombres me olvidan ante un puñado de tierra y me tienen en mucho menos aprecio que todo lo demás que los rodea. Pues de lo contrario, ¿cómo es posible que tantos cuiden todo el día con todas sus fuerzas de su vida terrenal, mientras a Mí apenas me dedican un mísero cuarto de hora?
23. En verdad os digo que si Yo hubiera hecho en el Sol lo que hice en la Tierra, la luz de su alegría y de su gozo habría envuelto toda la infinitud.
Pero los hijos de la Tierra, a los que hice hijos de mi Corazón, son capaces de alejarse del Padre y de despreciarle.
24. Si no podéis aprenderlo en la Tierra, ¡aprended entonces del Sol Quien es Aquel, que por Amor infinito incluso estuvo dispuesto a sangrar para vosotros en la dura cruz! ¡Reconoced de una vez que el Padre es el Amor!
1. Después de haber conocido la segunda clase de templos, subamos a una altura considerable que frecuentemente abarca una región de varias miles de leguas cuadradas y allí conoceremos la tercera clase.
2. Generalmente construyen estos templos de la tercera clase en el punto más alto de una región. Por lo general a tal templo están subordinados de cinco a siete templos de la segunda clase.
3. Preguntáis: «¿Qué aspecto y forma tiene?».
La estructura de este templo tiene casi cuatro veces el tamaño de una vivienda normal, pero no llega ni mucho menos a la altura de los templos de la primera y de la segunda clase. A veces se encuentra algunos que no son mucho más altos que una vivienda.
4. Tampoco tiene forma de un barco, sino que siempre es completamente redondo. El tejado no es puntiagudo sino casi plano, aunque conserva todavía la forma de una pirámide de una altura considerable. A su alrededor hay una almena provista de una buena barandilla, por la que se puede circunvalar el tejado. Desde ella anuncian con trompetas determinados acontecimientos a los templos de segunda clase que hay en el entorno.
5. Su interior está dispuesto como el de una vivienda normal, sólo que en el centro hay una columna blanca lisa en vez de la escalera de caracol. Llega casi hasta la punta de la techumbre sin disminuir su grosor y también soporta el tejado.
Alrededor suyo gira una escalera de caracol. A la altura de la almena exterior se cruzan en ella dos pasillos que, por cuatro aberturas, conducen a la misma.
En el interior del templo, desde donde se unen los dos pasillos formando una galería bastante espaciosa, la escalera de caracol continúa girando alrededor de la columna hasta la parte más alta de la techumbre. Todo es muy sencillo y sin adornos y casi parece que el conjunto estuviera construido con planchas de madera lisamente cepilladas.
6. En el pasillo transversal ya no hay arpas. Toda la orquesta de este templo está compuesta por cuatro trompetas extraordinariamente potentes, cuyo sonido frecuentemente se puede oír a causa de la pureza del aire hasta una distancia de mil leguas.
7. El suelo de este templo se parece a vuestro parquet y los bancos de reposo alrededor de las columnas tienen el aspecto de los bancos de madera de vuestros jardines. Sólo las columnas son albas como si estuviesen hechas de una especie de madera blanca.
8. En pocas palabras: allí no se percibe el menor lujo exterior.
9. Alrededor del templo frecuentemente pueden verse hasta treinta pequeñas cabañas de madera sin columnas. Se parecen a las de los pastos alpinos de vuestra Tierra, sólo que los techos son más altos. Siempre hay una de ellas situada muy cerca del templo: la vivienda del sumo sacerdote. Las otras están habitadas por su familia, por los funcionarios y por algunos pocos alumnos o discípulos.
Pues la escuela de este templo no la frecuentan sino aquellos alumnos que sienten la vocación de ser consagrados como maestros superiores o funcionarios de los templos, tanto de los inferiores como también para servir en este templo superior.
10. Vais a preguntar: «¿Qué enseñan en él?».
Es un templo de los misterios más profundos, en los que sólo pocos son iniciados.
«¿En qué consisten esos misterios?».
Consisten en que los hombres toman allí conciencia de que Dios es un Hombre, y que en este Hombre vive el Amor supremo que ha creado todo lo que existe desde su propia Fuerza.
11. «¿Qué más se enseña?».
Se enseña lo sumamente secreto y lo más sublime: cómo Dios, como Amor purísimo, se hizo completamente Hombre, con un cuerpo pesado, susceptible de ser muerto, en un planeta llamado Tierra (en el Sol este planeta se llama Pjur), y vivió allí humildemente sin poseer cosa alguna, pese a que todos los Cielos son suyos, y como prueba de su Amor infinito y de su humildad inconcebible hasta se dejó clavar en la cruz y permitió que le mataran.
12. Enseñan que eso pasó exactamente cuando, como todos los habitantes solares saben, se oscureció totalmente su mundo solar. Una obscuridad total que duró doce oscilaciones grandes. Debéis saber que algunos de los hombres en el Sol llegan, aquí y allá, a una edad muy avanzada y todavía hoy en día, especialmente entre los sumos sacerdotes, hay varios que fueron testigos de ese fenómeno.
13. Os sorprenderá encontrar allí una cruz en una colina enfrente del templo. Tiene el mismo aspecto que cualquier monte Calvario de vuestra Tierra. Sin embargo, éste del Sol está rodeado por una valla formada por troncos de árboles muy altos, de modo que a no ser que el sumo sacerdote permita la entrada por un portillo muy estrecho, no se puede ver nada desde fuera. Pero la entrada está reservada a los destinados a ser maestros superiores del segundo templo.
14. No se consiente el paso tan fácilmente y quien quiere entrar debe someterse antes a pruebas de fidelidad. Incluso así, cuando franquea la pequeña puerta estrecha ni mucho menos ha llegado todavía a su destino pues aún no ve nada del monte Calvario.
15. Porque inmediatamente tras esta valla de árboles altísimos, que frecuentemente alcanzan una altura de dos mil brazas, hay un lago que rodea todo el monte Calvario y que tiene doscientas brazas de ancho y una profundidad variable.
Quien quiera cruzarlo ha de conocer bien los caminos, completamente cubiertos de agua. Bajo ella no hay sino uno solo que lleva a la otra orilla. Quien no conoce exactamente donde está el camino principal, pronto regresará al punto donde puso sus pies en el agua, porque todos los demás vuelven a llevar al visitante al sitio donde empezó.
Por eso cada cual debe tantear bien con sus pies si se trata de un camino muy estrecho o más bien ancho, porque sólo andando por el estrecho es posible llegar a la otra orilla.
16. De modo que cruzar el lago no resulta tan fácil como pensabais. Pero si por fortuna alguien supera este obstáculo, todavía le espera otro mayor: a setenta brazas más arriba del lago anular hay un camino que pasa por un matorral ardiendo. Sus arbustos en llamas se parecen a uno de vuestros bosque cuando se incendia, con la diferencia que los arbustos tienen una altura mucho mayor que en vuestra Tierra los árboles más altos.
Este matorral ardiente tiene también una anchura de aproximadamente doscientas brazas103n y rodea toda la colina, mayor que en la Tierra algunos de los pastos alpinos más extensos.
17. Allí es muy difícil encontrar el camino correcto. Quien no descubra el camino más estrecho intentará pasar inútilmente, porque le resultará imposible atravesar el matorral ardiente. Cierto es que algunos lo encuentran, pero temen continuar entre las llamas que frecuentemente se juntan por encima del camino, por lo que prueban otro donde no ven tantas. Sin embargo esos intentos son vanos, porque quien no quiere luchar contra las llamas no llegará al lugar del mayor misterio. Pero quien no teme esta lucha en el sendero más estrecho, llegará bien, sano y salvo, al lugar deseado en el que podrá contemplar el milagro de la Crucifixión en la mayor Luz del Amor, lo que equivale a su consagración para el sumo sacerdocio.
18. Algunas referencias sobre la gran Encarnación se encuentran por todas partes, incluso en las viviendas; pero la contemplación íntegra del misterio sólo se ofrece en esta Colina del Calvario solar.
19. En el próximo mensaje conoceréis más detalles acerca de la Colina del Calvario del Sol.
1. Quien sale del matorral ardiente y llega a los terrenos libres de la Colina del Calvario, es inmediatamente recibido por un sabio misterioso que vive allí. Este sabio le invita a entrar en su hogar, muy sencillo. Después de atenderle, le acompaña a un pequeño templo que se encuentra un poco más arriba.
2. Allí puede contemplar una escultura que representa la Última Cena.
3. Saliendo del templo, el sabio le lleva a un espacio libre, donde otro grupo representa a Cristo con sus apóstoles en el huerto de Getsemaní, en el Monte de los Olivos.
4. Un poco más arriba se ve un grupo que representa el apresamiento del Señor.
De esta manera el discípulo aprobado y aceptado va subiendo el camino helicoidal de la colina, avanzando de un grupo a otro, los cuales representan las diferentes fases de la Pasión del Señor, siempre de manera muy significativa.
5. Finalmente, en un espacio libre de la cumbre de la colina, hay una gran cruz en la que está clavada la figura del Señor en su forma humana terrenal. A ambos lados, en cruces bastante más pequeñas, se ven los dos conocidos ladrones.
6. Cuando el discípulo aprobado ha contemplado suficientemente todas estas representaciones con la mayor devoción de su corazón, el sabio le lleva más abajo a un pequeño templo en cuyo interior puede ver el sepulcro del Señor.
7. Por fin, muy cerca de los arbustos ardientes, el guía le muestra un templo un poco mayor que arde continuamente en llamas muy vivas. Cuanto más se acerca uno, tanto más intensa es la irradiación de la luz, de modo que resulta insoportable incluso para los ojos de los habitantes solares, más acostumbrados a la luz intensa.
Por este motivo el guía lleva consigo una especie de velo que protege los ojos del visitante de esta luz extremadamente fuerte. Por vivas que sean las llamas, no queman a quien las toca, sino que le acarician abanicándole suavemente y refrescándole como una brisa de mar.
8. Acto seguido el guía entra con el visitante en este templo ardiente. En su centro se ve un pequeño altar en forma de tronco de columna, en el que se encuentra la santa Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento, en la antigua lengua hebrea.
9. En este momento, cada uno de los visitantes pregunta al guía: «¿Qué significa esto?».
Y el guía le dice que se trata de un libro en el que, mediante signos particulares, está anotada la Palabra de Dios en su sentido intrínseco, cómo guía al género humano y a toda la infinitud.
10. Luego el huésped pregunta: «¿Aquí se enseña esta escritura y se permite leer estos libros?».
«Quien viene aquí está obligado a asimilar todo esto», le responde el guía, «pues, ese es el verdadero motivo por el cual se llega a este lugar.
11. Puesto que has activado tu voluntad de manera tal que te obedece el suelo solar, sabe que también estos signos obedecen a una voluntad sincera y justa, y se dan a conocer y entender a quien quiere conocerlos».
12. Entonces el guía invita al huésped a que toque el libro, y tan pronto como lo toca, queda penetrado por un fuego y está en condiciones de saber leer y comprender los signos.
Cuando el invitado empieza a leerlo, le embarga una gran admiración y en este momento a nadie tiene por más feliz y bienaventurado que a sí mismo, porque comprende por primera vez palabras que surgieron directamente de la boca de Dios y percibe también la guía maravillosa y plena de Amor del gran Dios.
13. Pero cuando estudian el Nuevo Testamento, cada huésped queda muy penetrado por el mismo y muy conmovido, porque llega a entender todo el misterio del Monte Calvario y no cabe en sí de gratitud, alabanza y elogio. Sólo le resulta inexplicable cómo fue posible que el gran Dios permitiera que le hicieran sufrir tanto.
14. El guía le llama la atención sobre el gran Amor en Dios, y le dice que precisamente por esta obra de la máxima Humildad divina, Él ha otorgado a los hombres el verdadero derecho a la filiación divina, particularmente a los que viven en la misma Tierra; lo que obliga a cada cual a reconocer al gran Dios como Padre sumamente amoroso y a dirigirse a Él como tal.
15. Luego el huésped pregunta al guía: «¿Pueden también los hombres solares recibir la inefable felicidad de la filiación divina?».
«El derecho a tal felicidad inconmensurable lo tienen no sólo los hombres de este Sol», le responde el guía, «sino todos los hombres que habitan todos los Soles y todos los planetas en toda la infinitud. Pero no hay otro camino para llegar a ella sino el de la humildad más profunda y, a partir de la misma, seguir, con el impulso de todo su ser, el camino del amor más perfecto hacia Dios».
Tras esta instrucción el sabio y su huésped salen del templo. Regresados a la vivienda del sabio guía, este le da explicaciones profundas sobre todas las cosas lo que, según vuestras nociones del tiempo, llevará fácilmente tres años terrestres. Se sobreentiende que durante este tiempo hacen frecuentes excursiones a todos los lugares antes mencionados.
17. Al fin de la enseñanza, el guía anuncia al huésped que más arriba de su astro, en la perfecta región de la luz, hay un mundo aún más perfecto, mundo en el que todos los habitantes solares recibirán en espíritu una instrucción perfecta sobre la Encarnación del Señor.
A continuación, si lo desean, pueden recibir la verdadera filiación de Dios siempre que sean capaces de humillarse hasta la última fibra de su ser. Pero tienen que humillarse de una manera tal que, pese ser habitantes de un mundo perfecto, deseen volverse los últimos e ínfimos servidores de aquellos hijos de Dios que Él mismo adoptó e hizo hijos al encarnarse en la Tierra.
18. Y el guía continúa: «Pues nosotros, los habitantes del Sol, vivimos en un ámbito de gran perfección y con nuestra voluntad señoreamos auténticamente nuestro mundo; por ello siempre nos será difícil juntarnos con aquellos cuya voluntad no es capaz de hacer crecer ni siquiera un solo tallo de hierba de su suelo.
Querido huésped, de todas las instrucciones y de todo lo que has visto puedes deducir que el gran Señor del Cielo y de todos los mundos no se complace en los grandes y poderosos sino en los pequeños y débiles, con el resultado de que a los pequeños, los de poca edad, y a los hombres enteramente simples y sencillos, les revela cosas mayores que a los espíritus angélicos más sabios.
Así que si nosotros, los habitantes solares, queremos alcanzar la filiación de Dios, no nos queda otro remedio sino poner voluntariamente toda nuestra grandeza solar, nuestra fuerza y nuestro poder, a los pies del gran Dios, y lleno de amor y buena voluntad someternos a aquellos que Él ama.
Sabido es que su Amor abarca a todos los seres humanos de toda la infinitud. Pero entiéndelo bien: Sólo sus hijos llegarán a vivir eternamente con El bajo el mismo techo. Por este motivo, en adelante, procura tú también ser el más pequeño e insignificante; sé un servidor de todos los hombres con los que tendrás que tratar, y así atraerás la atención del Padre eterno hacía ti; atención que es la primera chispa por mediante la cual recibirás una vida nueva, una vida que te conducirá a la filiación del gran Padre».
19. Acto continuo el guía coge al huésped de la mano, sale con él del templo, señala hacia arriba a la cruz, y le dice:
«Mira, querido hermano mío, este es el camino hacia Él. Si quieres llegar al Padre como hijo, tienes que elegir este camino: el de la cruz.
20. Este camino es la verdadera humildad del corazón; los hijos deben parecerse al Padre.
Pero ¿cómo podría alguien alcanzar la filiación del Padre si su amor hacia Él aún no está lo suficientemente desarrollado para poder humillarse ante el Padre como le corresponde a un hijo?
Y eso tanto más cuanto que el Padre mismo consintió que le clavasen en la cruz, sufriendo mucho por Amor a sus hijos, para morir por ellos en lo que se refiere a la carne, haciendo posible mediante este sacrificio que nadie que le ame sobre todo tenga ya que sentir o palpar la muerte.
Por ello cada cual, precisamente mediante su máxima humildad, participa en esta santa cruz con la que, lleno de Amor, el gran santo Padre ha extendido sus poderosas manos sangrantes hacia toda la infinitud.
21. El motivo por el que se ha colocado aquí esta imagen santísima es para que sepamos que Él también ha extendido sus manos hacia nosotros. Pues también nos quiere abrazar. Pero antes debemos dirigirnos a Él, andando los caminos señalados de la cruz. Por ello mira otra vez este santo signo».
22. A estas alturas, el huésped, conmovido por un gran amor, por la veneración y por un sumo respecto, se pone de rodillas y adora el gran Misterio.
23. Cuando vuelve a levantarse, gran sorpresa, ¡todo lo que había en el monte ha desaparecido, salvo el guía y su casa! El guía coge nuevamente al huésped de la mano y otra vez le lleva a la cumbre donde le pregunta si lo ha asimilado todo bien en su corazón, lo que el huésped le confirma con todas fibras de su ser.
24. Acto seguido, le impone sus manos y le dice: «Todo lo que has visto y oído aquí, guárdalo de momento en tu corazón, hasta que llegue el tiempo en que al Padre le parezca conveniente publicarlo a todos los hombres de este mundo solar, ya sea todavía aquí a los que tengan una gran ansia de Él o, más probablemente en el Más Allá, en el espíritu, a todos los que tienen una voluntad justa y perfecta.
25. Y ahora, ¡reconoce a tu Guía! ¡Yo soy el Padre!
¡Pero no digas a nadie Quién es el guía!».
26. Acto seguido el guía desaparece y sólo queda su vivienda. El huésped, penetrado de sumo amor y de adoración continua, regresa a la vivienda del guía, donde le recibe otro sabio que por lo común vive allí, el mismo que le recibió primero. Este le lleva, atravesando el matorral que ya no arde, hasta el lago que a la vuelta ya no tiene agua.
27. Luego este segundo guía vuelve a su hogar. El huésped, sin embargo, lleno de ánimos sublimes y penetrado de gran amor y humildad, vuelve al templo de la tercera clase.
28. Durante bastante tiempo, por sumo respeto, nadie se atreve a hablar con él, hasta que su modo de actuar les confirma que el peregrino del Monte Calvario se pone voluntariamente, donde ello sea beneficioso, al servicio de todos.
29. En el Sol esta es la educación más alta dada por un maestro.
Con esto ya hemos tratado todo lo que quedaba por deciros del Monte Calvario del Sol de una forma comprensible para vosotros.
30. La próxima vez os instruiremos sobre algunas normas de conducta domésticas de los habitantes solares.
1. Algo ya hemos dicho al describir las viviendas. Así que ahora hay que informaros sobre todo de la vida familiar y del verdadero culto religioso.
2. Como ya sabéis, en el Sol y especialmente en este cinturón central, nunca vive en una casa más que un solo matrimonio, o sea, una sola familia. Los hijos contraen matrimonio tan pronto como son mayores de edad y han sido educados. Cuando se forma así un nuevo matrimonio, en seguida se cuida que le sea adjudicado un terreno y con él también una vivienda propia.
3. Preguntaréis: «¿No hay servidumbre, sirvientes y sirvientas, en el Sol?».
En absoluto, porque en este ancho cinturón central del Sol todos los funcionarios de todos los grados son en cierto modo servidores del pueblo libre. Allí incluso el sumo sacerdote es un servidor de grado inferior; por este motivo su templo y su vivienda son de los más sencillos y de los menos lujosos.
Pero aun así, estos sumos sacerdotes disfrutan de una gran estima por parte del pueblo, y cuando uno visita cualquier vivienda o templo para prestar un servicio, entonces, pese a toda su sencillez, es recibido como un ángel del Cielo. Cierto es que este servidor nunca exige atención alguna de nadie; por el contrario, siempre ruega que no le abrumen con distinción ninguna, pues no es ni mucho menos un señor sino, en el sentido más cabal de la palabra, un humilde servidor de todos. Pero esta disculpa no mengua su dignidad, la favorece por el contrario.
4. Y sabed con toda seriedad que este es también el caso en los Cielos, donde los supremos espíritus angélicos son los menos vistosos y, frente a los demás, como servidores ante sus señores. Sin embargo gozan por parte de mi Amor y de mi Sabiduría de la suprema estima que les corresponde.
5. «¿Qué hace ese servidor cuando llega a una vivienda popular?».
Espera afuera hasta que el padre de familia le vea y, lleno de respecto, salga corriendo para invitarle a entrar en ella. Luego el sumo sacerdote le pregunta si necesita algo o precisa de sus servicios. Y si el padre de la casa le confía cualquier cosa que le preocupe, ya se trate de algo natural o de algo espiritual, el sumo sacerdote se pone sin demora a su disposición.
6. Pero ningún padre abordará ningún otro asunto sino el siguiente: «¡Altísimo maestro de nuestro gran distrito! ¡Sólo necesitamos una palabra de tu gran sabiduría y luego tu bendición fraternal desde arriba, en la Gracia del gran Dios, y nos habrás servido de la manera más amorosa!».
7. Acto seguido este sumo servidor le bendice y le instruye en todo lo que le conviene. Luego se va a visitar otras casas para prestar en ella sus servicios. Habiendo atendido e iluminado todo un distrito en compañía de algunos otros asistentes, casa por casa y templo por templo, vuelve a las alturas de su templo para servir voluntaria y amablemente a todos los que estén allí.
8. Cuando alguien necesita sus servicios, sólo tiene que dirigirse a él o enviar a que le busquen, y siempre hallarán un servidor complaciente. Su vivienda no está vigilada y su puerta nunca esta cerrada. No tiene horas de audiencia y siempre está preparado para todo el que precise sus servicios.
9. «¿Ese servidor recibe una buena paga?».
Nada de eso. En sentido humano, ese servidor es en el Sol el más “miserable” de todos porque, por lo general, le toca en su alta colina uno de los terrenos más pequeños y áridos que apenas mide media yugada. También su vivienda es de muy poca apariencia, su vestido el más sencillo y las frutas que saca del suelo las más humildes y pequeñas.
10. Os preguntaréis: «¿Depende de determinadas contribuciones de toda su región?».
Pues no, tampoco es el caso, porque si alguien quiere darle algo por un servicio prestado, en seguida le dice: «Querido amigo y hermano, lo que tú tienes, te lo ha dado el Señor para ti y para tu casa. ¿Cómo tomaré algo que el Señor te ha dado a ti? ¿Es que te puedo vender lo que el Señor me ha dado? Si quisiera dártelo a cambio de algo, ¿no tendría el Señor el derecho a exigir una compensación mía?
Y si fuera así, ¿qué podría yo darle a Él, si todo lo que tenemos, hasta el aliento de nuestros pulmones, es Suyo? No soy sino un servidor de la casa del Señor, por lo que debo entregar sus dádivas a los demás igual que las he recibido, sin recompensa alguna».
11. Esta norma fundamental veta a todo servidor aceptar cualquier obsequio y, con mayor motivo, impide cualquier colecta. Ese servidor sabe muy bien que estando a mi servicio particular recibe la mejor atención.
12. La mayor recompensa por todos sus servicios en el Sol consiste en que durante su vida “física” como sumo servidor, de vez en cuando, aproximadamente una vez por año según vuestra noción del tiempo, puede visitar el Monte Calvario que ya conocéis. O que en ocasiones extraordinarias le visita un ángel de los Cielos que le avisa de peligros venideros y le da normas de conducta para proteger todo su distrito.
13. Vosotros preguntáis: «¿Qué tamaño tiene un distrito al que tenga que atender ese sumo servidor?».
En muchos casos mayor que el mayor imperio de la Tierra, un terreno en el que predominan las colinas y las montañas, en el que pocos caminos llanos hay.
14. Si ese servidor peregrina varias veces por un territorio tan extenso durante el desempeño de su cargo oficial, que dura toda su vida, me preguntaréis, cómo viaja y cuál es su medio de transporte.
Os digo que el mismo que empleaban mis apóstoles, o sea “per pedes apostolarum”. Aunque “ir a pie” en el Sol resulta en primer lugar mucho más fácil que en cualquier planeta, porque el suelo solar es por todas partes más suave y elástico.
En segundo lugar, aunque los habitantes de este cinturón solar casi doblen vuestra altura, son más ligeros que vosotros porque sus cuerpos son más etéreos o, en otras palabras, de materia mucho más fina que los vuestros. Además, los caminantes del cuerpo solar os llevan la ventaja de que su gran voluntad los fortalece grandemente, y debido a ella son capaces de moverse a pie mucho más rápidamente de lo que vuelan en vuestra Tierra los pájaros más veloces. Por tal motivo es cosa muy fácil para un habitante solar atravesar un monte bastante alto en pocos minutos, lo que en vuestra Tierra necesitaríais varias horas.
15. Sabiéndolo, comprenderéis fácilmente cómo el sumo servidor puede viajar repetidas veces en todas las direcciones de su territorio para estar presente donde se precise su ayuda.
16. Así son las relaciones entre dueño y servidor; en el Sol el padre de familia no necesita servidor otro ninguno sino sólo uno para las necesidades espirituales.
17. De todos modos, el padre de familia cultiva su suelo con gran facilidad mediante su voluntad. Su mujer y sus hijas, si las tiene y si ya han terminado su educación escolar y todavía son solteras, pueden ayudar fácilmente ordeñando las ovejas, y de vez en cuando esquilando la lana muy buena, hilándola y haciendo con ella sus sencillos delantales.
18. De todo lo demás, por ejemplo de los edificios, de todas sus instalaciones y de todo en lo que se necesita en la vivienda, se encargan en la mayoría de los casos los funcionarios de la construcción. Por eso el campesino solar sólo tiene que cultivar su suelo y disfrutar de sus frutas continuamente maduras.
19. Por ello la mayor parte los hombres solares se entretiene cultivando su espíritu. Les gusta recibir y hacer visitas, ocasiones en las cuales admiran las fuerzas espirituales que se manifiestan en todas partes de diferente manera en forma de productos de la voluntad humana.
20. Esta es la razón por la cual los habitantes solares no tienen otras leyes o normas de conducta que las de la vida social y hospitalaria, consistentes en deleitarse y perfeccionarse mutuamente, y así aprender a conocer más profundamente a Dios y la finalidad por la cual Él los ha creado.
21. Además, los habitantes solares se tienen un gran afecto, cariño, amor mutuos y son muy amables entre sí. Nunca hay querellas, aunque existe una continua competencia por adelantarse unos a otros en cualquier servicio. En cierto modo se trata de una constitución social libre, no a consecuencias de cualquier ley, sino de la libre voluntad debida al conocimiento de Dios y por ello también al conocimiento de cuál es la finalidad de la vida humana.
22. Allí todos son hermanos y hermanas. Incluso el maestro y su discípulo se consideran como verdaderos amigos y hermanos íntimos.
23. Preguntaréis: «¿Cómo se regula la vida moral?».
Por adelantado podéis saber que allí no existe la menor impudicia.
En primer lugar, la procreación no se realiza en el Sol como en vuestra Tierra, sino mediante la oración en común y, a continuación, por una voluntad amorosa, también en común, lo que en realidad concluye en una unión de todo lo bueno con lo verdadero, en una unión de la luz con el calor, siendo el procreador la luz y la coprocreadora el calor.
24. La pareja experimenta la mayor de las delicias en esa unión que nada tiene que ver con vuestra voluptuosidad sensual; se trata de un estado parecido al que se produce en la Tierra cuando se encuentran dos almas afines conscientes de que se encuentran en el ámbito del mismo bien y la misma verdad. Sólo que tenéis que pensar en un estado similar pero superlativizado.
25. Así es como se realiza el acto de procreación de los hombres solares, especialmente en este cinturón central; por ello no existe allí en ninguna parte la necia situación de estar “enamorado”, que en la Tierra corrompe tan fácilmente la moral. En el Sol la inclinación mutua no tiene otro motivo sino realizar lo bueno y verdadero.
26. Como regla general el sexo femenino es en el Sol de tal belleza que os resulta totalmente imposible haceros la menor idea de su perfección extraordinaria. No obstante, allí esta belleza carece de importancia para el hombre, a no ser que armonice perfectamente con sus conceptos de lo bueno y lo verdadero.
Pues en el Sol nadie encuentra nada atractivo en la forma, de manera parecida a como vosotros tampoco consideráis atractivas las letras de un libro o las notas individuales de una canción por sí mismas, sino sólo por lo que representan. Si lo que representan es sublime y lleno de espíritu, también apreciaréis los signos de la obra, pero si la obra representada por los signos es sin valor e insípida, tampoco besaréis sus símbolos ni les dedicaréis vuestro amor.
27. Así es como el hombre solar considera la forma; si corresponde a su conocimiento de lo bueno y de lo verdadero, entonces tiene un valor decisivo para él. Pero si no corresponde, entonces, por hermosa que sea, no vale para él más que para vosotros un folleto publicitario de cualquier periódico que quizás hace publicidad de viviendas en China. Aunque tal folleto publicitario estuviese impreso con las más hermosas letras, preferiríais un Salmo de David, aun escrito en letras muy sencillas, a esa propaganda suntuosa.
28. De modo que en el Sol todo lo exterior resulta como una escritura que solamente tiene valor cuando su significado es perfecto.
Así pasaba también antiguamente en la Tierra; pero ya hace mucho tiempo que eso se perdió.
Por este motivo Yo os doy tales mensajes: para que cuando los hombres reciban estos conocimientos se atengan a ellos, poco a poco, si quieren volverse verdaderamente dichosos, felices y benditos, aquí y en el Más Allá.
29. Si queréis saber cómo se contraen matrimonios en el Cielo, ¡que os sirvan de ejemplo los matrimonios en el Sol! Estos matrimonios del Sol duran eternamente, mientras que los vuestros, la mayoría pésimos, a lo sumo duran hasta la tumba, aunque muchas veces ni siquiera tanto porque su fundamento no es sino mera exterioridad, por cuyo motivo son para Mí una contrariedad horrible y abominable.
30. Creedme, el casamiento más despreciable de la Tierra es el que se hace por dinero o interés; ciertamente acabará de manera definitiva en cuanto su base encuentre su fin inevitable.
Igual de perniciosos y despreciables son los matrimonios basados en la sensualidad y en la atracción mutua por las formas corporales, porque también estos acabarán como su mala base.
Lo mismo sucede con los matrimonios políticos; tampoco perdurarán más que su fundamento.
Igual sucede con los matrimonios entre jóvenes prematuros; también acabarán como aquello en lo que se basan.
Y los matrimonios espectaculares también terminarán como su fundamento pernicioso.
31. Sólo los matrimonios que me tienen a Mí como única base durarán eternamente porque su fundamento es eterno.
32. Os he dado esta enseñanza para que aprendáis cómo se contraen los verdaderos matrimonios, cuáles deben ser sus condiciones y cuál es fundamento que deben tener.
33. ¿No decís vosotros mismos: «Sobre un suelo malo no pueden crecer frutos buenos y nobles, sino sólo espinas y malas hierbas»?
Cuando veis que todo el mundo va de mal en peor, os preguntáis: «¿Cuál puede ser el motivo?».
Yo os digo: Fijaos en el suelo en el que han crecido estos frutos, y juzgad si en tales lodos y ciénagas pueden crecer buenas cepas. Vosotros plantáis la vid en los montes para que absorba allí los jugos más puros y respire un buen aire, y decís: «Este es el mejor suelo para la vid».
34. ¡Del mismo modo también los frutos vivos del género humano, la planta más noble de la Tierra, debieran sembrarse en el mejor suelo!
Por ello no os asombréis si los frutos malos son cultivados en charcos, cloacas, pantanos y ciénagas. Esos suelos y bases son los de vuestros matrimonios mundanos. Así que: ¡A tal suelo, tal fruto!
¡Qué suelos más inmundos para sembrar la semilla viva de un fruto que debe persistir eternamente!
35. Pero basta ya de este asunto que me resulta una contrariedad.
Así que volvamos a nuestro suelo del Sol que es mejor, y aprendamos todavía de los habitantes solares algunas normas que también debieran existir en la Tierra. Sobre todo nos interesa el culto religioso de los habitantes solares del cinturón central, y cómo lo realizan, tanto exterior como interiormente.
36. Lo discutiremos en la próxima ocasión.
1. Hay quienes preguntan: «¿También los habitantes del Sol celebran los domingos y otros días festivos?».
2. Vaya, en el Sol donde no hay días ni noches, ¡cómo va a haber domingos u otros días festivos! Allí existe otro orden diferente al de los planetas.
3. Aun así cuentan con un período definido en el que descansan de los trabajos diarios comunes.
4. Ya sabéis que el Sol gira alrededor de su eje en aproximadamente veintinueve días. También sabéis que los habitantes solares pueden ver bien el cielo estrellado que hay sobre ellos. Lo que mejor ven son las estrellas fijas que vosotros consideráis de primero, segundo y tercer grado. Las del primero y segundo grado son para ellos tan grandes como el Sol visto desde vuestra Tierra. Las del tercer grado las ven relativamente más pequeñas. Algunas veces, cuando el aire está muy tranquilo y sereno, también pueden ver estrellas de cuarto y quinto grado; más no alcanza el ojo de los habitantes solares de este cinturón.
5. En cuanto los habitantes solares ven salir en el horizonte la estrella fija a la que llamáis Sirio, la mayor y más esplendorosa que contemplan, empieza para ellos un período de fiesta que dura hasta que asciende al cenit; lo que equivale a algo más de siete días terrestres.
6. Durante este intervalo cada péndulo debe ser parado, salvo el péndulo principal del segundo gran templo que nunca debe detenerse. En ese período festivo no se trabaja ni se enseña; cada padre de familia se queda en casa con los suyos. Y a nadie le está permitido salir fuera del límite de las columnas de una casa, salvo cuando amenaza el gran peligro elemental ya conocido.
Ese peligro ocurre raras veces en la primera mitad del tiempo en que se ve la estrella mencionada, aunque sí en la segunda, que lógicamente dura el mismo tiempo. Se sobreentiende que el fenómeno no sucede siempre en la misma región, lo cual depende de la Voluntad de la Sabiduría divina.
7. «¿Qué hacen los hombres solares en sus hogares durante este período?».
Hacen ciertos votos que siempre cumplen rigurosamente en ese tiempo.
8. Estos votos consisten por lo general en diversos ejercicios de abnegación, parecidos a vuestros verdaderos ayunos. Pero no los hacen de la misma manera en todas las casas, porque dependen de qué tipo de debilidades han detectado en cada familia.
9. Por ejemplo, si una familia es muy habladora y locuaz, durante este período se impone ayuno riguroso a todas las lenguas de la casa y a nadie se le permite soltar ni una sola sílaba, sino sólo dedicarse a la contemplación interior.
También en la Tierra tales ayunos serían muy aconsejables, en particular en casas donde no hacen sino hablar tonterías desde la mañana hasta muy avanzada la noche, deshonrando al prójimo a más no poder y otras cosas por el estilo.
10. En una casa solar donde la familia da mucha importancia a las comidas, durante este período se come lo menos posible para frenar tal debilidad.
11. Si en una casa hay miembros pendencieros que siempre quieren tener razón y que insisten en que su punto de vista sea aceptado como el mejor, tal egoísmo ha de ser dominado durante ese período, y tienen que aceptar, sin discutir, que los otros tienen razón.
Como durante este período también los institutos de enseñanza están cerrados, todos los niños están en casa, de modo que en cada vivienda hay una multitud de personas; y si los hay pendencieros, el ayuno impuesto durante este período les viene muy a propósito y les resulta muy beneficioso.
12. Como ya hemos dicho, este ayuno se realiza en cada casa de diferente manera, según las tendencias que se hayan observado a una u otra debilidad del espíritu.
13. Cuando la estrella alcanza su cenit, todas las puertas se abren de nuevo y todo el mundo acude corriendo a los tres templos para dar debidamente las gracias en ellos por el fortalecimiento recibido durante este período, se entiende por sí solo a quién.
14. Terminados los agradecimientos y tras recibir una bendición colectiva del sumo sacerdote, todos vuelven de prisa a casa para dedicarse de nuevo a sus quehaceres y trabajos diarios.
15. Estos son los servicios y ceremonias religiosos del Sol. El culto religioso espiritual es continuo, porque el objetivo de la vida de un habitante solar consiste en dedicarse ininterrumpidamente a conocer y cumplir estrictamente la Voluntad divina, es decir, la parte más espiritual de todo servicio religioso.
Pero lo más espiritual consiste en que los hombres solares discuten a fondo entre sí mi Encarnación y en que procuran adentrarse más y más en esta gran Obra de Amor.
Así que ésta es la parte más espiritual del culto religioso de los habitantes solares.
16. Lo que a vosotros, los hombres terrestres, os llamará mucho la atención es que también la muerte física de un hombre del Sol es parte del culto religioso espiritual.
Preguntaréis: «¿Por qué?».
Porque en el Sol, en particular en este cinturón central, el proceso de “morir” tiene un aspecto profundamente espiritual.
17. «¿Cómo debemos entender eso?».
Tened un poco de paciencia, en seguida lo sabréis.
18. Los hombres del Sol nunca enferman. Sin embargo, cuando su espíritu alcanza la madurez necesaria, destruye en un instante su envoltura tras escaparse de ella echando una llamarada. A continuación el espíritu va a un mundo más elevado del que hablaremos más adelante.
19. Al respecto ya habéis recibido algunas indicaciones al principio; a continuación discutiremos el asunto más detalladamente.
20. Como los hombres del Sol desaparecen súbitamente al “morir”, esta desaparición se celebra con una profunda devoción espiritual, y se alaba al Señor por haber liberado nuevamente a un hermano de los vínculos materiales y por haberle repatriado al Reino original de toda Luz y toda Vida.
21. Por eso llaman a esta parte espiritual del culto religioso el último canto de alabanza, porque cuando un hombre “fallece” así, ya no habrá otro canto de alabanza en memoria suya.
22. Verdad es que un hombre “fallecido” no queda borrado de la memoria de los que siguen viviendo, porque en el Sol, la historia de su mundo se sigue mucho mejor que en cualquier otro planeta, sobre todo mucho mejor que en vuestra Tierra, donde no pasan a ella sino quienes consiguieron que les coronasen la cabeza o quienes mataron a un gran número de hermanos suyos.
En los templos del Sol cada habitante está inscrito a perpetuidad, según su carácter y su modo de vivir, y si fue testigo de uno u otro fenómeno natural. También se conservan los productos de su voluntad, y ello en la misma casa donde vivió.
Por esta razón no hay en esas viviendas adorno alguno que sea vano, sino que todos son una letra significativa en el libro de la historia de uno u otro de los hombres que la habitaron.
23. En el Sol no se celebra la memoria de un hombre fallecido como lo hacéis vosotros en la Tierra, mediante funerales pomposos y misas pagadas, siempre iguales. En el Sol lo recuerdan contemplando con frecuencia lo que obró con la parte de mi Gracia que le fue propia. Eso es incomparablemente mejor que cualquier devoción pagada.
Pues Yo, el único que puede ayudar, no necesito dinero. De modo que quien pretende forzarme a ayudar a cualquier alma mediante vanas ceremonias pagadas, está más que equivocado. En verdad os digo que antes criarán pelos a las ranas que Yo otorgue una Gracia por un rezo pagado.
Y creedme: Entre todos los delitos y desafueros practicados por los hombres, el peor es el de hacer pagar a sus hermanos plegarias supuestamente eficaces.
Me agrada que una mosca zumbe, que un molino tabletee, o que croe una rana en un charco; pero los rezos por dinero me resultan asquerosamente repugnantes; y no hace falta que os diga más.
24. De estas pocas palabras podréis deducir fácilmente para qué sirven los funerales pomposos y las repetidas celebraciones de misas pagadas. Sólo os remito al Evangelio. Leedlo bien y sabréis qué recompensa prometí a los fariseos que, por dinero, engañaban con largos rezos a pobres viudas y huérfanos. Si reflexionáis bien sobre estos pasajes, deduciréis con facilidad el valor que tienen vuestros funerales católico-romanos.
25. Pero basta ya de esto. Regresemos ahora a nuestro Sol y miremos todavía un poco algunas casas en las que el padre o la madre ha llegado a la liberación de la materia. Sea dicho que los niños no mueren en el Sol en manera alguna, porque en él todo debe alcanzar en el mayor orden una madurez perfecta, especialmente en este cinturón.
26. Vais a preguntar: «¿Qué sucede con los que se quedan?».
En seguida el viudo o la viuda entrega toda la administración doméstica al hijo primogénito y permanece en la casa como maestro y consejero en asuntos divinos hasta alcanzar la completa madurez de su espíritu.
27. En adelante, el viudo o la viuda se encuentra frecuentemente con el espíritu del cónyuge difunto. De tal aparición espiritual no se entera nadie sino sólo el cónyuge al que sigue eternamente unido en matrimonio.
28. Por la misma razón en el Sol nadie se casa por segunda vez, y durante toda la vida no desea otra cosa sino la eterna unión con el objeto de su corazón.
29. Con esto hemos llegado al detalle más destacado que nos ofrece el cinturón central del Sol. Así que vamos a abandonarlo y a dirigirnos al cinturón vecino que, por supuesto, tiene un tamaño menor.
30. Todavía quiero decir que a ambos lados del cinturón principal ecuatorial hay siete cinturones por cada parte. De modo que cuando hablamos de uno de ellos, siempre hay que tener presente que hay otro que se le parece en el hemisferio opuesto: uno al sur y otro al norte los cuales, salvo algunas diferencias, siempre presentan las mismas condiciones.
31. Todo lo que nos ofrece el próximo cinturón, algo más pequeño, y el que le corresponde, lo sabremos en el próximo mensaje.
1. Estos dos cinturones son más estrechos y su suelo es considerablemente más duro que el del cinturón central.
El cinturón central es el verdadero mundo solar, mientras que los cinturones laterales sólo son mundos que corresponden a los planetas que giran alrededor del Sol.
2. Estos dos primeros cinturones laterales corresponden a los planetas Mercurio y Venus, ambos bien visibles para los habitantes de estos cinturones: Mercurio del tamaño de vuestra Luna y Venus aproximadamente la mitad más pequeño.
3. El cinturón del norte corresponde a Mercurio y el del sur a Venus. Por lo que en el cinturón del norte se encuentra todo lo que hay en el planeta Mercurio, aunque en forma más perfecta, y el del sur ofrece todo lo que contiene Venus, también de manera más perfecta.
4. Era necesario hacer esta observación preliminar para que sepáis previamente a qué ateneros con estos cinturones laterales. Cuando estéis familiarizados con ellos, tendréis conocimientos considerables sobre los propios planetas.
5. Para que nuestra descripción no produzca confusión alguna en vuestro entendimiento, nos serviremos sobre todo del cinturón del norte para las explicaciones, mencionando el del sur sólo cuando difiera del primero. También debéis saber previamente que los planetas Mercurio y Venus tienen casi la misma naturaleza y características, por lo que la totalidad tanto de los habitantes de Mercurio como de Venus, son hombres en los que reina la sabiduría.
Aun así hay una diferencia entre ellos.
Los habitantes de Mercurio quieren volverse sabios mediante experiencias propias y sensibles, de las cuales deducen hipótesis y sacan diversas conclusiones sabias, y verdaderamente lo consiguen. Por este motivo son muy aficionados a viajar pese a ser espíritus: quieren ver toda la Creación con sus propios ojos para informarse y cerciorarse íntimamente que sus sabias conclusiones, deducidas en los tiempos de su vida corporal, no eran erróneas.
Esta es una de las características principales de los habitantes del planeta Mercurio.
6. Si queréis observemos los habitantes de Venus. En el fondo son idénticos a los de Mercurio, sólo que empiezan a construir su sabiduría donde los habitantes de Mercurio la acaban. Y su sabiduría colma lo que estos empezaron.
En otras palabras: los habitantes de Mercurio primero reflexionan según las experiencias realizadas, y por último miran. Por el contrario los de Venus primero miran y después reflexionan sobre las experiencias hechas.
7. Diréis que no hay gran diferencia, como tampoco la hay en si una escala musical asciende o desciende, cosa que sólo afecta a cómo se oye: los intervalos siguen siendo los mismos.
8. Por ello estos dos cinturones se corresponden especialmente. Comprenderéis pues con facilidad por qué no es necesario describirlos en detalle por separado. Basta sólo con el del norte, porque de las condiciones del mismo se pueden deducir fácilmente, según la peculiaridad antes explicada, las del cinturón correspondiente del sur.
9. Antes de pasar a describir los hombres mismos debemos examinar más detalladamente las condiciones ambientales.
10. Ya sabéis que el cinturón central del Sol está limitado al norte y al sur por cordilleras continuas, altas e infranqueables. También separan a nuestros dos cinturones laterales del cinturón central.
11. Visteis en el cinturón central que entre estas cordilleras fronterizas había muchas estribaciones montañosas y muchas colinas en todas direcciones. No ocurre así en la parte que da a los dos cinturones laterales, porque allí son totalmente escarpadas, sin estribaciones, y se levantan casi verticalmente sobre el llano, que está cubierto por aguas profundas.
Así pues, a lo largo de la alta cordillera que separa a los dos cinturones laterales del cinturón central, se extiende un cinturón de agua de una anchura aproximada de dos mil leguas por termino medio.
12. Sólo después de este mar anular empieza la zona habitable. El paisaje, tanto el del cinturón del norte como el del sur, es sumamente montañoso y tiene pocas zonas llanas. Por este motivo tampoco hay lagos ni ríos de gran importancia. Los mayores apenas superan vuestro río Danubio y vuestro lago Constanza; sin embargo, abundan los ríos y los lagos pequeños.
13. La anchura de este cinturón, hasta la próxima cordillera infranqueable es, por término medio, aproximadamente de cinco mil leguas, allanándose paulatinamente en dirección de esta segunda cordillera fronteriza, pero sin perder altura, porque es como si las montañas se juntasen cada vez más y sus cumbres formasen una especie de altiplano bastante ancho, que sirve principalmente para las viviendas.
14. Las condiciones del territorio habitable de este cinturón lateral del norte son idénticas a las del cinturón lateral del sur. De manera que también en el cinturón sur tras la alta cordillera fronteriza sigue primero un cinturón acuático, y sólo después un territorio muy montañoso que se allana en dirección a la próxima cordillera.
15. Si comparáis estos dos cinturones, empezando por el norte y dirigiéndoos hacia el sur, observaréis necesariamente que en el cinturón del norte el altiplano es su parte más septentrional, en el centro se encuentra el territorio montañoso, más bajo, y el cinturón acuático forma su parte sur.
En el cinturón del sur es exactamente al revés. Allí el cinturón acuático es la parte más septentrional, la parte central es también un territorio montañoso más bajo, y en la parte más meridional se encuentra el altiplano.
16. Ya encontramos aquí una correspondencia entre ambos cinturones. Mirando siempre en el mismo sentido, uno de ellos termina en el lado sur con lo que en el otro empieza en el lado norte, y viceversa. Esta es la relación que encontraréis también en todas las revelaciones que siguen sobre estos dos cinturones que se corresponden.
17. Para permanecer fieles a nuestro orden acostumbrado, comencemos con la descripción detallada de los hombres mismos.
Ya preguntáis: «¿Cómo son los hombres del cinturón norte y qué aspecto tienen?».
18. Si conocierais a los hombres del planeta Mercurio, entonces podría limitarme a deciros que los de Mercurio tienen el mismo aspecto que los hombres de este cinturón, al igual que los del cinturón sur se parecen a los del planeta correspondiente, Venus.
Pero como no podéis conocerlos os los describiré más detalladamente:
19. Los habitantes del cinturón norte son un poco más altos que los del central y también más que sus hermanos correspondientes del planeta Mercurio. Sin embargo, no tienen la belleza brillante de los hombres del cinturón central. Pese a ello son todavía mucho más hermosos que los de los planetas correspondientes y también considerablemente más que los hombres de vuestro planeta terrestre.
20. La causa de ello es su sabiduría, porque la sabiduría tiene la propiedad de expresarse en la hermosura del hombre. Con el amor sucede al revés; el interior está lleno de belleza infinita y el exterior es sencillo y modesto.
Por tal motivo una forma exterior de gran belleza no debiera engañar a nadie porque no tiene, ni mucho menos, el valor de la interior. Pues la belleza exterior es a la interior como la de un cristal a la de un diamante en bruto.
Sabido es que un diamante brilla mucho menos en estado bruto que cualquier cristal que se ha formado de manera natural con una superficie resplandeciente. Pero cuando el diamante está tallado y pulido, y así presenta su claridad interior, ¡comprobad vosotros mismos qué pobre parece la belleza del cristal natural comparada con el fuego y la riqueza de los colores del diamante!
21. Que a todos los verdaderos hijos del Amor, vosotros incluidos, les sirva este ejemplo para permanecer verdaderamente tranquilos cuando oigáis hablar de una extrema belleza física de seres humanos. Yo os digo que un solo corazón de vuestra Tierra que me ama verdaderamente vale más que toda la belleza imaginable de todo un sistema solar.
Y os digo más todavía. Ese corazón es inexpresablemente más hermoso en su interior que todo el Cielo de la sabiduría de los ángeles y también más que el segundo Cielo del Amor y de la Sabiduría de los espíritus angélicos más elevados.
22. No necesito deciros más.
Cuando os desvele más detalladamente la belleza de los hombres de estos cinturones, sabréis de antemano a qué ateneros.
23. En el próximo capítulo observaremos la forma y el aspecto de los hombres, dos cualidades que tienen aproximadamente la misma relación que la sabiduría y su fundamento.
1. La forma, especialmente la de los hombres del cinturón norte, se parece más o menos a la que aun hoy día se ve en algunos habitantes de las montañas de la Tierra, por ejemplo en la parte occidental del Cáucaso; sólo que, por lo general, son el doble de altos que dichos asiáticos.
2. El sexo femenino es de una delicadeza extraordinaria, aunque las plantas de sus pies son un poco duras y ásperas como una lima. Eso para que puedan andar por cualquier parte del suelo liso del Sol sin riesgo de resbalar. Una caída allí es para esos cuerpos grandes y pesados más dolorosa que en el cinturón central, puesto que el terreno de estos cinturones tiene mayor solidez.
3. Por lo demás, todo el cuerpo femenino es sumamente tierno, suave y bien formado. El cabello de las mujeres es de un blanco radiante, y el color de su piel rosado, como el de un pétalo de rosa atravesado por los rayos del Sol. Porque también en este cinturón los hombres tienen luz propia, y si una mujer del mismo estuviera de noche en uno de vuestros montes, su cuerpo iluminaría considerablemente los alrededores con una luz rosácea. Sólo su cabello ya irradia una luz blanca tan intensa que no podríais soportar con los ojos abiertos ni de día ni de noche.
4. Sus ojos son grandes y sumamente vivos. El globo ocular es blanco radiante, el iris, azul claro. La pupila no es negra, sino verde oscura por un motivo muy sabio: para que soporten más fácilmente la luz y puedan ver claramente. Esto es, en pocas palabras, lo que se refiere a la forma.
5. Suponiendo que una figura femenina perfecta os es bien conocida, junto con todo lo que exteriormente presenta y puede llamar la atención, no será necesario describir todas las demás partes del cuerpo.
6. De modo que de la forma descrita se puede fácilmente deducir la presencia. Pero, para que sepáis lo que debéis entender aquí por “presencia”, os digo que por ella se entiende el aspecto global propio al conjunto de la forma.
7. Si por ejemplo veis un pie perfecto y bonito, un cuerpo bien proporcionado, un brazo hermoso y redondeado, un cuello suave y torneado, una cabeza relativamente pequeña y un rostro bien formado, todo ello constituye una forma bonita a la que nada se puede objetar pues todo es perfecto: el pie, el cuerpo, el pecho, los brazos, el cuello y la cabeza. Si todo eso lo encontráis en un cuadro y os fijáis preferentemente en los detalles, entonces no habéis considerado sino la forma.
8. Si os preguntáis: “¿Qué me dice esta forma?”, recibiréis la respuesta abarcándolo todo con una sola mirada: viendo cómo una parte está relacionada con otra, fijándoos en la impresión final... Pues eso y la armonía que se percibe son lo que hay que entender por “presencia”.
9. Ya que conocéis la forma, vosotros mismos deduciréis fácilmente la presencia.
10. Vais a preguntar: «¿Y cómo está vestida?».
La ropa consiste solamente en un delantal bastante grande alrededor de la región lumbar, como el que ya habéis visto entre los habitantes del cinturón principal.
Además, desde el brazo izquierdo hasta la cadera derecha y cubriendo la mitad del cuerpo, llevan una especie de capa blanca, cortada en la parte del brazo de forma que deja al descubierto el brazo derecho y el seno.
11. Las mujeres llevan alrededor de la frente una cinta roja que simboliza allí el amor a la sabiduría.
12. Esta es la presentación global de la mujer.
13. Preguntáis: «¿Qué aspecto tiene el hombre?»
El hombre le lleva una cabeza a la mujer. Su figura es absolutamente noble y perfecta.
14. También tiene las plantas de los pies duras y ásperas, parecidas a limas gruesas. Pese a ello no parecen rígidos. Lo mismo pasa con el cuerpo y las manos. El cuello es redondo hasta la parte delantera, y en la región de la garganta tiene dos músculos bastante fuertes, de manera que entre ellos aparece una pequeña hendidura.
15. La barbilla está adornada por una barba partida en dos, muy abundante y de color amarillo tirando a verde. El cabello, también muy abundante, es de un color amarillo muy claro. Las cejas son verdes oscuro y los ojos como los de las mujeres.
16. Las orejas, comparadas con la cabeza, resultan más bien grandes. La expresión de la cara refleja siempre la sabiduría y el deseo de experimentar; el color de la cara es un poco más rojizo que él de la mujer.
17. También el resto del cuerpo, según qué partes, es más rojizo que él de la mujer.
18. La ropa del hombre consiste en una toga blanca que le llega hasta las rodillas. Está preciosamente bordada en la orla inferior, también alrededor del cuello, y toda por delante. Ni el hombre ni la mujer llevan sombrero.
19. Con esto hemos descrito detalladamente la forma del hombre y su presencia.
20. Preguntaréis: «¿Qué aspectos tienen los del cinturón sur?».
21. Exactamente el mismo que los del norte, sólo que son un poco más grandes. El sexo femenino es considerablemente más hermoso que el del cinturón norte.
22. Sólo hay una diferencia en la ropa. En el cinturón sur la mujer cubre su esbelto cuerpo con una toga bordada de color rojo, cerrada con un cinturón color verde dorado.
El hombre lleva un taparrabos que le llega hasta más abajo de las rodillas y encima esa especie de media capa como la que llevan las mujeres del cinturón del norte, sólo que considerablemente más larga.
23. En el cinturón sur la mujer lleva una cinta azul en la cabeza, mientras el hombre se sirve de un bonete rojo que simboliza su amor preferente por la sabiduría. La cinta azul que lleva la mujer simboliza su constancia como adepta fiel a la sabiduría del hombre.
24. Habéis visto que los hombres del cinturón central principal son muy curiosos; pero eso no es nada comparado con la curiosidad exagerada de los habitantes de los dos cinturones laterales.
Sobre todo en el cinturón norte el hombre tiene unas ganas enormes de observar ininterrumpidamente y sin cambiar de sitio un fenómeno de la naturaleza, aunque dure varios años según vuestras ideas del tiempo.
Por este motivo ya he tomado las medidas necesarias para que un fenómeno de la naturaleza no dure demasiado, tanto en este cinturón como en el otro.
25. La mayoría de los fenómenos naturales de estos dos cinturones laterales se producen en general donde ambos tocan las cordilleras fronterizas.
Esos espectáculos naturales duran mucho tiempo, sobre todo cuando se trata de las erupciones de las protuberancias que tienen lugar en el cinturón principal; pero como el cinturón acuático que los separa tiene una anchura bastante más que el diámetro de vuestra Tierra, a estos curiosos habitantes no les llega mucho de esos espectáculos capitales.
Cuando las erupciones son muy grandes, una gran cantidad de bolas luminosas son arrojadas por encima de las cordilleras, Pero debido a la enorme distancia no las ven mucho mayores que la Luna que miráis con un telescopio corriente, pese a que tales bolas tienen frecuentemente el tamaño de esa Luna vuestra. Además, no tardan en caer sino algunos segundos, por cuyo motivo el espectáculo nunca satisface la curiosidad de los habitantes de estos cinturones.
26. Por ello prefieren observar el cielo estrellado y a menudo, especialmente los del cinturón norte, se atreven a conjeturar qué es lo que pueden significar los diversos astros y constelaciones, y cuál el fin por el que pueden haber sido creados.
27. Los habitantes del cinturón sur incluso tienen un dispositivo para ayudar a la vista, parecido a vuestra “cámara oscura”. Con él reproducen las imágenes de las estrellas y las estudian diligentemente.
Pero no por eso no tienen más suerte que vosotros en la Tierra con vuestros telescopios, porque aun con el artilugio dicho no llegan a conocer sino el movimiento de las estrellas y quizás su tamaño.
Sólo aventajan a vuestros científicos en que, siendo ellos mismos habitantes de una estrella fija, pueden medir más fácilmente las distancias, los movimientos y los tamaños de otras estrellas fijas, siempre que sus ojos y aparatos tengan el alcance necesario. De lo contrario, como también os pasaría a vosotros, se acaban sus cálculos.
28. Estos dos cinturones laterales también se diferencian en que los habitantes del cinturón norte se dedican más a la hipótesis y la conjetura que a observar, mientras que los del cinturón del sur primero observan atentamente y después pasan a las conclusiones y a la conjetura.
29. Habéis conocido en pocas palabras las inclinaciones principales de estos hombres. Falta saber si tanto los del cinturón del norte como los del sur conviven entre sí, si son solitarios o viven en sociedad.
30. Los habitantes del cinturón norte viven, como los del cinturón central, en casas individuales separadas unas de otras, cuyas construcciones estudiaremos en el próximo capítulo. Vivir en casas dispersas para no ser molestado en sus meditaciones es una singularidad de los sabios.
31. Pero especialmente a orillas de pequeños lagos y también en los altiplanos, hay ciertas comunidades que viven en urbanizaciones de edificios grandiosos colocados en filas, que recuerdan a las ciudades. Estas urbanizaciones son patrimonio público y en la mayoría de los casos están habitadas por los mayores sabios de la región.
32. En el próximo capítulo describiremos el aspecto de las viviendas solitarias y el de las hileras de urbanizaciones, así como también su utilidad.
1. Las viviendas aisladas parecen al principio casi exactamente iguales a vuestros pabellones, sólo que tienen techos mucho más altos y puntiagudos. No son tan abiertas como las del cinturón central, sino cerradas con paredes sólidas, hechas de una materia transparente de color verde que permite que entre suficiente luz a su interior.
2. «¿Cómo son de grandes y qué aspecto tienen por dentro?».
Su interior es lo suficientemente amplio para que fácilmente quepa en él un edificio grande de vuestra Tierra. Las paredes rara vez son más altas que una de vuestras torres de altura media, aunque el tejado frecuentemente tiene tres veces su altura.
3. En la parte este del edificio hay una puerta de tamaño aproximado al de las puertas de vuestras ciudades. No está a nivel del suelo, y para llegar a ella hay que subir diez escalones.
4. Delante de la puerta misma siempre hay una especie de atrio espacioso. La escalera y el atrio están cubiertos por un tejado, sostenido por columnas cuadradas bastante sólidas.
5. Una vez franqueada la puerta, hay que bajar otra pequeña escalera para llegar al suelo de la vivienda. Pero para bajar por ella, antes hay que atravesar otro atrio interior provisto a ambos lados de una barandilla de columnas poligonales grácilmente elaboradas.
6. Desde este atrio interior sale un pasillo bastante espacioso que rodea la vivienda a lo largo de toda la pared, sostenido por fuertes columnas blancas de forma hexagonal. Este pasillo está provisto de una barandilla sencilla, lo que allí quiere decir con gusto, pero sin ningún trabajo artístico en relieve.
7. Después del pasillo siguen varios círculos de columnas que van desde el suelo hasta los arquitrabes y los sostienen. Estas columnas son relativamente macizas y robustas: frecuentemente tienen una circunferencia de tres a cuatro brazas.
8. En el suelo hay bancos redondos alrededor de cada columna, bastante cómodos y blandamente acolchados.
9. Alrededor de la gran columna central sube hasta el desván una escalera de caracol, en la que hay una puerta que lleva a una galería del tejado, que allí llaman “observatorio”. También está rodeada por una barandilla de pequeñas columnas hechas con mucho gusto. A veces tiene un tejado, salvo en los elevados altiplanos en los que, aún el mismo Sol, la temperatura es mucho más menor que en las regiones más bajas.
10. Alrededor de los bancos de las columnas hay varias mesas que tienen el aspecto de una bandeja plana sostenida por tres pies en forma de columnas; por regla general hay cuatro de estas mesas alrededor de cada columna.
11. Debajo del pasillo, a lo largo de la pared, hay bancos espaciosos que tienen la forma de vuestros sofás, donde los habitantes suelen descansar después de su trabajo. Las mesas sirven para tomar comidas y refacciones.
12. De las muchas mesas podéis deducir que la familia de una casa así es bastante numerosa. Por término medio siempre viven en ella cien personas.
13. En el fondo de la vivienda hay un arcón precioso, muy grande, con tantos cajones como personas viven en ella. Cada uno tiene el nombre del miembro de la familia al que corresponde. Así todos guardan en su cajón lo que necesitan, tanto física como espiritualmente.
14. Sus necesidades físicas consisten en un poco de ropa y en determinadas herramientas que precisan.
15. Para las necesidades espirituales disponen de unos libros dibujados por ellos mismos con imágenes que plasman todas sus experiencias y observaciones.
Cuando un hombre reúne cierto número de ellos, los entrega a un “colegio” al que está subordinado. Este colegio examina escrupulosamente todas las experiencias y observaciones anotadas. Todo lo que es útil lo protocolizan en un libro de actas común. Lo inútil y lo que carece de importancia, lo tachan por regla general. Acto seguido devuelven los libros corregidos.
16. Cada cual escribe o dibuja todo lo aprobado en un nuevo libro: el libro principal de la casa. Habitualmente destruyen los diarios antiguos.
17. Las mujeres deben hacer lo mismo que los hombres: también tienen que anotar con esmero sus experiencias y observaciones y, como ellos, llevar un libro principal.
18. El patriarca de la casa posee también un libro general en el que está compilado de forma muy reducida el contenido de todos los libros principales de la familia, tanto los del sexo masculino como los del femenino. El patriarca de la familia dispone en el fondo del pasillo circular de una caja bastante grande para guardar este libro general. Salvo a él mismo nadie se le permite mirar en esta caja.
El patriarca controla de vez en cuando todos los libros principales basándose en el general.
19. Así son la forma y distribución de una vivienda del cinturón del norte.
20. Las casas del cinturón sur se parecen mucho a las del norte, sólo que los tejados no son puntiagudos sino redondos. Las columnas tampoco son angulares sino cilíndricas. Esta es toda la diferencia.
21. Podéis suponer que las casas del cinturón sur son un poco más grandes que las del norte porque, como ya hemos dicho antes, sus habitantes son un poco más altos.
22. También podéis tomar nota que los habitantes de ambos cinturones, mientras les sea posible, construyen sus casas en lugares más altos.
Pero dirijamos ahora nuestra atención a las viviendas dispuestas en fila, las de las comunidades que viven en urbanizaciones.
23. En estas urbanizaciones hay entre cien y mil edificios, según sea el terreno, no todos iguales, porque tanto su tamaño como su forma dependen de cuál sea su utilización.
24. En el centro de la urbanización siempre está el edificio principal que, al mismo tiempo, es el mayor y el más alto de todos.
25. Siempre tiene forma de rectángulo alargado. En cada una de sus esquinas hay una torre muy alta, generalmente sin tejado, desde la cual pueden hacer observaciones en todas direcciones.
A menudo el edificio tiene una longitud de mil brazas y una anchura, a lo sumo, de cincuenta. Su altura puede llegar hasta ciento cincuenta brazas. El tejado del edificio es, como mínimo, la mitad más alto que el mismo edificio. Las paredes son de color lila claro, las de las torres verde claro, y el tejado rosado oscuro.
26. Sus muros no son tan cerrados como los de las casas aisladas, pues cada una de sus paredes tiene, a distancia conveniente, ventanas de una altura de más de cincuenta brazas y de una anchura aproximada de dos. Puesto que la luz entra en el edificio por las ventanas, no se necesita que los muros sean transparentes. Las ventanas no se abren sino que, al estilo de vuestras ventanas góticas, están hechas de una clase de vidrio elástico multicolor muy transparente.
27. El exterior del edificio principal ofrece un aspecto impresionante debido a su tamaño colosal. Pero, por lo demás, no hay en su exterior la menor suntuosidad.
28. Aunque tanta más magnificencia encontraréis dentro; sólo que no debéis pensar en las magnificencias indescriptibles de un templo de la primera o de la segunda clase del cinturón principal, sino en las que se producen cuando una luz armoniosa, aunque no tenga la misma intensidad de la luz exterior, juega con las formas.
Así es la magnificencia interior del edificio principal de una comunidad.
29. Su entrada tampoco está a nivel del suelo. En el centro de uno de los lados estrechos del edificio hay un magnífico atrio, al que se llega subiendo varios escalones.
Este atrio es cuadrangular, bastante espacioso, y provisto de un tejado apoyado en varias columnas blancas, también cuadrangulares. Por él se accede a un portal de entrada cuya altura es de veinte brazas.
En el interior del edificio el atrio es más ancho que fuera. Continúa por dentro, formando una galería de una longitud de veinte brazas, al mismo nivel, para terminar en dos escaleras. Bajándolas se tiene acceso a las instalaciones del edificio.
30. A media altura de ambas, la galería continúa hasta el otro lado del edificio con un tercio de la anchura original, formando así un pasillo central.
A sus dos lados, a la misma altura, hay dos anchos pasillos que, tanto en el centro del edificio como al final, se comunican con el pasillo central. Estos pasillos están a unas diez brazas sobre el suelo y se apoyen en columnas cuadrangulares que distan entre sí cinco brazas.
Huelga mencionar que el tanto el pasillo central como los laterales tienen barandillas hechas con buen gusto, apoyadas en pequeñas columnas octogonales y semitransparentes de color verde claro.
31. El suelo de la galería y el de los pasillos está hecho de los más diversos mosaicos, pulidos como vuestros espejos. Aunque también todo lo demás está bien pulimentado.
32. Entre el pasillo central y los dos laterales hay dos filas de grandes columnas que sostienen la techumbre y el tejado del edificio.
33. En la parte más baja del edificio, alrededor de cada columna, han colocado bancos para descansar, tapizados con una tela elástica de color rojo brillante. Alrededor de ellos hay mesas semejantes a las que ya habéis visto en las casas aisladas.
34. En el centro, entre el pasillo central y la fila principal de columnas, hay dos filas de mesas dispuestas en paralelo, de una longitud de cien brazas cada fila, alrededor de las cuales están dispuestas una gran cantidad de butacas.
35. Entre las columnas que soportan el pasillo central, en vez de mesas hay un arcón entre cada dos columnas, donde guardan los libros principales. Delante de cada uno de ellos hay una escalera móvil de tijeras, preciosamente elaborada, que permite acceder fácilmente a cada cajón.
36. No creáis que estos arcones están hechos de madera, pues son de una especie de oro rojo cuyo brillo supera todo lo que habéis visto brillar. Están elaborados preciosamente y colocados con gusto entre las blancas columnas del pasillo, armonizando con la belleza de la arquitectura.
37. Debajo de los pasillos laterales, a lo largo de la pared y siempre entre dos columnas, hay más arcones hechos de oro amarillo que tienen doble anchura que los que están entre las columnas del pasillo central.
Estos arcones colocados a lo largo de la pared de todo el edificio son los archivos. Hay edificios principales en que existen más de dos mil de ellos, los cuales tienen frecuentemente mil cajones, con una cabida de dos mil “libros”. Si multiplicáis estos números tendréis una biblioteca considerable. Sólo que aquí no debéis pensar ni siquiera en vuestros fascículos, porque aunque sus “libros” tienen a lo sumo diez hojas, con varias imágenes en cada una, estas imágenes abarcan tantas cosas que, si quisierais describirlo todo con vuestras palabras, llenaríais mil de vuestros libros, de cinco mil páginas cada uno.
38. Con lo dicho podéis haceros una idea de cuánta sabiduría encierra el edificio principal. Si tenéis en cuenta que en cada uno de estos cinturones solares hay aproximadamente cinco millones de edificios principales, multiplicando podréis averiguar cuántos libros de sabiduría hay en ellos en vuestra escritura y según vuestras ideas.
39. Pese a lo cual, toda esta sabiduría no es ni una gota de la sabiduría de un sólo hombre del cinturón principal del Sol.
Y tampoco es apenas una gota comparada con la de un sumo sacerdote del mismo cinturón que obtiene la suya del amor. Más aún: la sabiduría del mismo sumo sacerdote también es apenas una gota en comparación con la del hijo inferior de mi Amor.
¡Ahora imaginaos la sabiduría de los habitantes perfectos de los Cielos y, finalmente, la Mía!
40. Pero dejemos reposar la sabiduría en estos archivos y examinemos las demás instalaciones de este edificio principal.
41. Su techo es una triple bóveda de gran solidez, también de color oro rojo brillante. Las paredes son azules y están bien pulidas.
A la mitad de la altura del edificio hay bolas blancas luminosas colgadas del techo que no tienen luz propia. Pero, debido al tallado minuciosamente pulido, la luz procedente de las ventanas se refracta en una gran cantidad de colores, lo que da un aspecto precioso al interior.
42. A lo largo de las paredes y en los pasillos hay bancos bien acolchados, para que todos los que dan largos paseos puedan descansar después en ellos.
43. Esta es toda la instalación de un edificio principal de las urbanizaciones. En cada esquina interior del edificio hay una pequeña puerta que lleva dentro de las torres.
44. Las torres mismas no ofrecen nada de especial en su interior, sólo una cómoda escalera que permite subir a un mirador tras otro, construidos de manera tal que nadie se maree por la altura.
Para que os lo podáis figurar más fácilmente, imaginaos una torre que tiene una altitud de mil brazas. Su interior está subdividido en plantas cada diez brazas, todas ellas con un descansillo, desde el que sube hasta el próximo una escalera con barandilla.
45. Imaginaos aún que la torre cuadrangular tiene una circunferencia de cuatrocientos brazas, y ya podéis haceros una idea sobre la construcción.
Se sobreentiende que cada una de las plantas de las torres tiene por lo menos tres ventanas, porque los muros son opacos.
46. Esto es todo. La próxima vez nos fijaremos en los demás edificios y al mismo tiempo echaremos una ojeada al cinturón sur.
1. Los demás edificios de la urbanización se distinguen de las casas aisladas sólo en que sus muros tienen ventanas, motivo por el cual los muros son opacos como los del edificio principal. Por lo común, las ventanas de los demás edificios de la comunidad tienen forma de semicírculo; muy pocos las tienen enteramente redondas o hexagonales.
2. Los tejados de los edificios vecinos no son tan altos como los de las casas aisladas, sino más bien truncados y bajos. Algunos edificios de la comunidad tienen tejados en forma de cúpula, por lo que esas urbanizaciones parecen ciudades bastante importantes.
3. Su exterior está rodeado como regla general por un terraplén muy alto donde hay varias torres que sirven para hacer toda clase de observaciones.
En esas comunidades también existe comúnmente un teatro, aunque no como los vuestros. Es más bien una galería para exponer pinturas que versan sobre las variadas experiencias realizadas por los hombres.
La exposición se hace a base de cuadros que representan fielmente el lugar donde el autor hizo la experiencia. Es sabido que los habitantes de este cinturón son muy aficionados a las Artes Plásticas. Por esta razón todos ellos, con muy pocas excepciones, son pintores competentes y hábiles. Además la pintura es allí la única manera de escribir; sólo que cada cual está obligado a saber cómo imitar con ella fielmente a la naturaleza.
4. Teniéndolo en cuenta, comprenderéis más fácilmente cómo funciona el teatro, que no se basa sino en la exposición de pinturas excelentes, colocadas habitualmente en una galería redonda, de modo tal que todo el teatro tiene el aspecto de una de esas grandes pinturas panorámicas vuestras que representa una ciudad entera o una región interesante.
Por supuesto que tal pintura panorámica es en el cinturón en cuestión considerablemente mayor que algo similar en la Tierra, porque dicho teatro tiene una circunferencia por lo menos de trescientos a cuatrocientos brazas y frecuentemente una altura de cincuenta.
5. Se supone que queréis conocer este edificio un poco más de cerca.
No se puede entrar en él como en las demás casas, porque tiene una entrada subterránea.
Por ello se ha construido en uno de sus lados un anexo parecido a la capilla lateral de vuestras iglesias. En ella, bajo de un saliente, han cavado una plataforma de una profundidad considerable y de una anchura de unas tres brazas. Al final de la misma hay una puerta cuyos batientes abren hacia fuera. Desde esta puerta desciende una escalera bastante ancha, como en vuestros sótanos, a una profundidad de siete brazas. Cuando la escalera llega a la parte más baja, allí mismo encuentra otra que sube al centro del edificio teatral.
6. En el interior del edificio, a tres brazas de la pared, hay una fila de columnas que sostiene el techo del teatro y el tejado del mismo. A una altura de tres brazas sobre el nivel del suelo también sostienen una galería espaciosa y preciosa, desde la cual se tiene una vista general óptima y puede apreciarse magníficamente la exposición.
7. En el centro del edificio, a una distancia de una buena braza de la entrada, hay todavía una columna extremadamente fuerte que, aunque también ayuda a sostener la techumbre, sirve sobre todo para soportar una escalera de caracol que gira desde el suelo hasta el techo.
8. Detrás de esta fuerte columna hay todavía otra más pequeña que también llega al techo. A unas cinco brazas debajo de él hay un pasillo que desde la columna principal central pasa por la segunda columna, y después por una de las columnas en fila, hasta llegar al muro del edificio.
9. A la misma altura han instalado alrededor de toda la pared del edificio interior un pasillo de una anchura de una braza y media que, por supuesto, tiene una barandilla. Este pasillo no se apoya en columnas sino en soportes diagonales fijados en el mismo muro.
10. Vais a preguntar: «¿Para qué sirve este pasillo?».
Sirve para colgar en su barandilla la pintura panorámica mediante ganchos adecuados. La pintura llega frecuentemente desde la barandilla hasta el suelo pues la misma tiene fácilmente una altura de hasta más de cien brazas.
11. De nuevo preguntaréis: «¿Cómo hacen entrar una pintura tan grande por una puerta de entrada tan pequeña?».
Lo hacen preparando la pintura en tiras de una anchura de tres brazas. Estas tiras las cuelgan una junto a otra en el orden correcto en los ganchos de la barandilla del pasillo, por lo que luego se ven perfectamente.
12. Cuando vuelven a recogerlas, las enrollan y las llevan a otro edificio, a la biblioteca del teatro; como alternativa el pintor tiene la entera libertad de llevarse su obra, sobre todo si las experiencias documentadas en ella no lograron una gran aprobación.
13. Los habitantes de este cinturón aprecian las obras poéticas más que las obras en prosa.
Ahora vais a preguntar: «¿Qué entienden estos hombres por piezas en prosa y por piezas poéticas?».
En una obra en prosa el autor expresa sus propias experiencias en el ámbito de su vida diaria. Si no son nada extraordinarias o instructivas se devuelven sin más las obras al autor, con la observación de que tales representaciones no sirven para esta casa en la que sólo admiten obras que enriquecen la sabiduría del espíritu humano. Cuando tales obras en prosa representan escenas extraordinarias, las admiten y las conservan. Pero las obras corrientes las devuelven al autor.
Obras poéticas son aquellas que no tienen como origen las experiencias particulares, sino un producto de la fantasía espiritual. Normalmente, estas obras las exponen en el teatro durante mucho tiempo para que puedan ser contempladas.
14. «¿Por qué aman tanto esas obras poéticas?».
Porque son más raras, particularmente entre los habitantes de este cinturón, pues la sabiduría es muy pobre en fantasía, peculiaridad del amor creativo.
Por este motivo, cuando presentan esas obras poéticas siempre se cumple allí vuestro conocido dicho: “¡Cuando los grandes e importantes construyen, los pequeños están ocupados hasta más no poder!”.
Lo mismo ocurre aquí porque tales obras enumeran predicciones sin fin y cada cual las interpreta de diferente manera, lo que siempre da motivos para una buena conversación, ocupación favorita de los hombres de este cinturón.
15. Esto es lo esencial del teatro. Aunque un crítico sabihondo pudiera decir: «Arriba, a lo largo de los muros, hay una galería desde la que la pintura panorámica cuelga hasta el suelo, los muros son opacos y en el techo no hay aberturas. Como todas las posibles ventanas estarán evidentemente cubiertas por la pintura expuesta, rogamos al autor que traiga también una luz al interior del edificio, de lo contrario no veremos gran cosa».
16. ¡Un poco de paciencia, por favor, que pronto tendremos luz suficiente!
En la Tierra ya tenéis un cierto arte en pintar decoraciones teatrales. Algo similar pasa aquí también; pero aquí la pintura no depende de exageraciones teatrales sino de preparar el cuadro con colores luminosos que irradian luz. Estos colores son también los más vivos y los más duraderos; porque en el Sol todo color que no tiene luz propia pronto se desvanece; pero si la tiene, entonces ella misma ya contiene el arma con la que luchar contra la invasión destructiva de la luz exterior.
17. De ahí procede la iluminación de las obras. Cierto es que el teatro tiene ventanas, pero sólo sirven para poder ver durante el montaje de las obras de arte. Una vez que todo está en su sitio, las cierran todas meticulosamente para que el encanto de los cuadros no sea perjudicado por inoportunos rayos de luz exterior.
18. Aunque en el Sol no es muy difícil trabajar con estos colores, se necesita mucha práctica para obtener una distribución óptima de luces y sombras. Con colores no luminosos resulta muy fácil conseguir el sombreado. Pero al pintar con colores que emiten luz se presentan dificultades insospechadas para destacar los diferentes matices de las sombras.
No obstante, en especial los pintores de las comunidades de nuestro cinturón, tienen cierta maestría mediante la cual son capaces de terminar fácilmente esas pinturas panorámicas en un año, según vuestras concepciones del tiempo.
19. Para que podáis tener una idea de cómo las hacen, llamo vuestra atención sobre una clase de pintura de vuestra Tierra muy parecida a esta de nuestro cinturón solar. En vuestra Tierra se llama “pintura sobre porcelana”. Utiliza colores que en su estado crudo parecen insípidos, aunque cuando las piezas pasan por calor del horno, aparecen en ellas los colores más hermosos.
20. Así se pintan estas obras de teatro. Una vez pintadas las tiras, las barnizan y los colores empiezan a resaltar vivamente gracias a la influencia de la luz solar que reina libremente en todas partes. Esta luz solar es absorbida por los colores originalmente sin brillo que la retienen vivamente para siempre.
21. Con esto ya hemos tratado de todo lo que es notable en un teatro de pinturas de una comunidad.
22. Los demás edificios sirven como viviendas para los profesores de la sabiduría, y también, en parte, para guardar colecciones de diversas cosas memorables y pinturas pequeñas.
23. Queda por decir que estos edificios están dispuestos normalmente alrededor del edificio principal en un círculo más bien elíptico. Como ya dijimos al principio, estas urbanizaciones están construidas por lo general a orillas de pequeños lagos, o de ríos importantes de los altiplanos.
24. En el cinturón del sur no tenéis más que imaginaros todo de un tamaño mayor y más redondeado. Con eso tenéis todo lo que presenta el cinturón del sur.
25. En el próximo capítulo nos dedicaremos al cultivo del suelo de estos dos cinturones.
1. El suelo se cultiva de tres maneras distintas en las regiones que hay a lo largo de las orillas del mar, en las regiones de las colinas, y en los altiplanos.
2. «¿En qué consiste la agricultura de las regiones que hay a lo largo de las orillas del mar?».
Los habitantes de las urbanizaciones procuran cultivar preferentemente aquellos frutos que prosperan bien en suelo húmedo. A esta clase de plantaciones pertenece la arboricultura.
3. «¿Pero cómo plantan y cultivan aquí los árboles? Ya hemos oído que en el cinturón central la semilla de innumerables plantas diferentes es la sola voluntad del hombre. ¿También ocurre así en este cinturón secundario?».
No digo enteramente que sí, ni enteramente que no. Veamos a continuación cómo ocurre.
4. En este cinturón la flora tampoco tiene semilla. Por lo que los habitantes, debido a su voluntad más débil, carecen de ella. Aun así depende mucho de la voluntad del hombre dónde quiere que haya un árbol o una planta.
Yo ya he tomado las medidas necesarias para que crezcan las plantas en este cinturón, de modo que nadie puede cultivar otra distinta a la destinada a esa zona. Así que con cierta habilidad manual, y sobre todo mediante su voluntad, los hombres pueden conseguir que el suelo produzca las plantas previstas para este cinturón.
5. A esta forma de cultivo se le llama allí “cultivo primitivo”, y no todos son capaces de hacerlo, sólo algunos sabios de fuerte voluntad que se han dedicado a esta especialidad.
6. Los demás se dedican por lo general al “cultivo secundario”, consistente en servirse de ramas de árboles ya existentes que plantan en el suelo de manera parecida a como vosotros hacéis con los sauces y las vides.
7. «¿Cómo se hace el cultivo secundario?».
El campesino coge un bastón puntiagudo y lo mete en el suelo hasta una profundidad de media braza. Acto seguido toma un recipiente con agua a la que antes le ha echado el aliento varias veces, luego la vierte gota a gota en el agujero y, cuando este la ha absorbido toda, ruega a Dios, el Sumo Sabio, que haga germinar allí una u otra planta fructífera. Después se inclina sobre el agujero, de manera que caiga exactamente bajo su cabeza, y fija la vista en él durante una hora.
Luego se va y hace otro agujero con su bastón en otro lugar, repitiendo el proceso ordenadamente, y así continúa hasta plantar el número previsto de la misma clase de árboles.
8. Cuando termina el trabajo, da gracias a Dios, el Sumo Sabio, por haberle concedido la fuerza, la paciencia y la perseverancia necesarias, y bendice las plantaciones. Luego, confiando todo a la Voluntad de Dios, se marcha a casa.
9. Al año según vuestra noción del tiempo ya hay en las plantaciones árboles cargados de frutos, que son según los definió el campesino cuando los plantó.
Los árboles criados según el “cultivo primitivo” son los más duraderos, llegando frecuentemente a una edad de más de mil de vuestros años.
10. Igual que los árboles plantan también otras plantas más pequeñas y también la hierba. Sólo que para hacer los agujeros en el suelo se usa otra herramienta consistente en una especie de rodillo provisto de muchas puntas que se pasa por el suelo. Tras el rodillo va un plantador común del método primitivo que lleva consigo un recipiente lleno de agua a la que le ha echado el aliento. Este recipiente tiene la forma de vuestras regaderas. Con él riega cuidadosamente el suelo agujereado.
Cuando ha plantado de esta manera un trozo determinado, reza sobre él, haciendo en cierto modo lo mismo que hizo individualmente al sembrar cada árbol. Transcurridos tres días de los vuestros, todo el trozo plantado queda completamente cubierto por las plantas que el plantador deseaba.
11. Igualmente se plantan praderas extensas de hierbas cultivadas. Una especie de hierba que allí es considerada silvestre u ordinaria, y también algunas plantas pequeñas que crecen por sí solas aquí y allá, sirven de alimento al reino animal, poco numeroso.
12. Así está organizado el cultivo primitivo, el cual se hace preferentemente en las tierras que están a orillas del mar o de los lagos donde viven los habitantes de las urbanizaciones.
13. Ahora vais a preguntar: «Entonces, ¿cuáles son los cultivos de las regiones de las colinas?».
Los cultivos de las zonas de colinas se limitan a la arboricultura, basada en la plantación secundaria. Por lo general allí no hay plantas pequeñas.
14. Los árboles que consiguen con la plantación secundaria mediante injertos están en cierto modo ennoblecidos: sus frutos se vuelven mucho más grandes y son más sabrosos que los de la plantación primitiva.
15. Sólo os hablaré del más notable de ellos. No es muy alto, pero se extiende mucho. Su tronco principal alcanza normalmente una altura de unas cuatro brazas, pero de él salen ramas en todas direcciones, de una longitud que puede llegar hasta doscientas brazas.
Estas ramas están siempre cargadas de frutos maduros extremadamente sabrosos muy parecidos a las más gruesas de vuestras uvas. Tienen un exquisito sabor extremadamente dulce, pero no es tan jugoso como las uvas sino más bien como vuestros melones. Es el alimento principal de los habitantes de este cinturón porque prospera bien en todas las regiones.
16. Los frutos de otros árboles son más bien golosinas y no verdaderos alimentos.
Sin duda vais a preguntar: «¿No tienen estos hombres pan como en la Tierra?»
No, no hay pan en ninguna parte, pero los hombres secan lo que sobra de los frutos mencionados y este fruto seco lo sustituye.
17. Así son los cultivos de la zona de las colinas. También conviene señalar que los habitantes de estas zonas siegan diligentemente la hierba silvestre para hermosear el paisaje. Después parece como si las colinas estuviesen cubiertas por un sedoso terciopelo verde.
18. Esto es todo sobre el cultivo de las zonas de las colinas. Queda todavía por hablar de los altiplanos. No llevará mucho tiempo, porque sólo se diferencian de lo que ya sabemos en que en los altiplanos no comen los frutos de los cultivos primitivos sino sólo de los secundarios.
19. Por este motivo, la agricultura primitiva allí consiste únicamente en preparar viveros para árboles y plantas que luego siembran por el método de ramas que ya conocemos. En los altiplanos sólo la hierba se planta según los métodos del cultivo primitivo.
20. Con esto hemos terminado con los cultivos en el altiplano. Hay que añadir que los frutos de los altiplanos son, con mucho, los más nobles. También los habitantes de esta región, la mayor de estos dos cinturones, son los más sabios y nobles.
21. Sin duda diréis: «Tal como está dispuesto el cultivo de la tierra y el asentamiento de la población, se supone que en el altiplano habrá pocos animales».
Tenéis razón, porque salvo unos cuantos pájaros canoros no lo hay. Sin embargo, en las regiones más bajas existe una especie de cabras rojas y otra de ovejas blancas. Las ovejas son criadas por los habitantes; aquí y allá también las cabras, aunque sólo excepcionalmente.
22. En las regiones más bajas, o sea, a orillas del mar, vive una clase de vacas que más bien parecen ovejas gigantescas. Frecuentemente los habitantes de las urbanizaciones tratan de cazarlas, intentando cogerlas vivas, lo que les cuesta mucho trabajo. Carecen de malicia, pero son extraordinariamente rápidas y los cazadores necesitan tener mucha astucia para que caigan en las trampas.
23. Aunque en tierra firme escasean los animales, en el mar anular son abundantes y variados. Las islas importantes que se levantan aquí y allá sobre la superficie acuática están pobladas por multitudes de pájaros de las más diversas especies. Por este motivo, cuando el tiempo está tranquilo y sereno, a los habitantes de las urbanizaciones les gusta ir a la orilla del gran mar anular para ver las especies que pueblan las grandes aguas.
24. Es todo sobre los cultivos de estos dos cinturones. Los cultivos son los mismos en ambos, pero en el cinturón sur todas las cosas tienen un tamaño algo mayor que en el cinturón norte.
25. Así acabamos este capítulo. El próximo lo dedicaremos a la situación doméstica y después también a la espiritual y a la religiosa. Con esto basta por hoy.
1. La situación doméstica es muy sencilla por un lado, pero por otro muy complicada.
Ya preguntáis: «¿Cómo es posible que una cosa sea sencilla por un lado y, a la vez, complicada por otro?».
Nada hay más fácil, no hace falta sino comprenderlo bien.
2. Coged por ejemplo una manzana. Su exterior es muy sencillo y monótono. Pero si la cortáis y la examináis con un microscopio, entonces veréis en el interior de la sencilla manzana algo tan complicado que os marearéis.
3. Lo mismo ocurre con la situación doméstica de los habitantes de nuestros dos cinturones.
Si observáis una casa y sus habitantes durante diez años, no veréis otra cosa sino una continua repetición y todo os parecerá sencillo y monótono; un palomar de vuestra Tierra os ofrecería más variación.
4. Pero el interior es otra cosa; allí todo es tan complicado y tiene tanta importancia, que el asunto más insignificante os produciría vértigo si el padre de familia empezara a explicaros las consecuencias que acarrearía no observar todas las importantes reglas que el mismo lleva implícitas.
5. Para que os podáis hacer una idea de la complicación del gobierno doméstico, bastará con que os ponga algunos ejemplos claros.
6. Seguro que sabéis algo acerca de la simetría y del equilibrio, aunque no será nada comparado con lo que los habitantes de estos cinturones llaman “simetría y equilibrio”.
7. Primero un ejemplo de simetría. Si un habitante solar de este cinturón entrara en uno de vuestras habitaciones y viera el orden que tienen en ella objetos como arcones, mesas, bancos, decorado y otras cosas por el estilo, instantáneamente se llevará las manos a la cabeza y, tras recuperarse un poco de su primer susto, os probaría que semejante desorden perjudica al equilibrio de todo el astro; y que una vez que estuviera desequilibrado, todo lo que hay en él se desequilibraría con el tiempo. Os demostrará que si esta o aquella caja, u otro objeto de la casa, no se nueve muy cuidadosamente, toda la Creación visible quedaría en el mayor desorden durante mil millones de años.
Y os lo demostraría no sólo desde un punto de vista físico, sino también metafísico, todo ello con un rigor extraordinariamente filosófico, diciéndoos por ejemplo: «¡Insensatos!, ¿no os dais cuenta que para ordenar los objetos de vuestra vivienda, tenéis necesariamente que ordenar antes vuestros pensamientos sobre ellos?
¿Pero cómo los ordenaríais si los forzáis a contemplar una silla al lado de un arcón, y sobre él un recipiente, no teniendo ni la silla ni tampoco el recipiente la menor relación con el arcón? ¿Y si en otro rincón del cuarto hay una cama, y a su lado una mesa, junto a la cual se encuentra otro objeto sin relación alguna momentánea o, peor, definitiva, con ambas?».
8. Luego continuaría preguntándoos: «¿Sabéis lo que significa la sabiduría? La sabiduría es la simetría infinitamente perfecta en todas las cosas; es el más sagaz de los órdenes calculados, con el cual la suprema Sabiduría de Dios ha creado todas las cosas y las mantiene.
¿Cómo queréis adquirir la sabiduría si ni siquiera tenéis cuidado que estas pequeñas cosas sean dispuestas y ordenadas de manera tal que vuestro ojo se acostumbre a ese orden? ¿Y que viéndolas continuamente también vuestros pensamientos, por lo menos los referentes a ellas, se empiecen a acostumbrar a un cierto orden y, desde este, pasar paulatinamente a otro superior?
Pues si no sois ordenados ni os acostumbráis al orden cuando podéis hacerlo, ¿cómo queréis descubrir y contemplar un orden superior con vuestro espíritu habituado al desorden? ¿No será tan imposible como tratar de encontrar la raíz cuadrada exacta de una fracción elegida al azar?
Para ello debéis elevar todos vuestros pensamientos hasta un número entero, y sólo entonces podréis atreveros a descubrir en otras magnitudes una raíz adecuada que cumpla la condición de ser exacta».
9. Y ese sabio habitante del cinturón solar continuaría como sigue: «¿Sabéis el peso de vuestro cuerpo celeste? ¿Sabéis qué fuerza le hace rodar sobre su eje? ¿Sabéis qué es lo que le mantiene y le sostiene en el libre espacio infinito?
Es el equilibrio.
Si vuestras casas están construidas con una simetría perfecta, si ninguna es mayor ni más pequeña que las demás, si todos los cuartos están distribuidos de la misma manera, y si en todas partes el mismo mobiliario está ordenado de idéntica forma, entonces todo eso no perjudicará al movimiento de vuestro cuerpo celeste.
De lo contrario, habréis de admitir que un amontonamiento de materiales, con uno u otro grado de materialidad pero siempre contrarios a la simetría, debe producir necesariamente un desequilibrio cuantificable en el cuerpo celeste que flota libremente en el espacio. El desequilibrio, por pequeño que sea, influirá en el movimiento y, con el tiempo, originará desordenes acumulativos, primeramente en la temperatura y en segundo lugar en la rotación misma, la cual se acelerará o se ralentizará. Si vosotros mismos producís a vuestro alrededor un desorden semejante debido a vuestra propia falta de habilidad, ¿cuándo pensáis que podréis impulsar vuestro espíritu para que ascienda a un orden superior y alcance a través de dicho orden superior la sabiduría verdadera?».
10. Así razona el sabio acerca de la simetría. Pero antes de entrar en más detalles añadiremos aún algunas palabras acerca del auténtico equilibrio.
Ya preguntáis: «¿Qué otro equilibrio podrá esgrimir todavía este sabio sino aquel a causa del cual ya ha desaprobado más que suficientemente la falta de simetría de nuestro mobiliario?».
11. Pues os digo que eso no ha sido sino una ligera muestra de lo que uno de los sabihondos habitantes de este cinturón solar entiende por “equilibrio”. La cuestión del equilibrio llega entre ellos a un extremo que vosotros los habitantes de la Tierra no podéis ni sospechar.
12. Para respetar el equilibrio pesan la ropa que llevan puesta con una báscula extremadamente sensible. Por ejemplo, si en una casa habitan cien personas, cada una debe llevar un vestido que pese exactamente lo mismo que el de las demás.
Por este motivo, todos deben aceptar que, de tanto en tanto, sea comprobado el peso de su ropa. Y si resulta que pesa una pizca menos que la de los otros, tal fallo debe ser corregido de inmediato.
13. También se pesan todos, sirviendo de referencia el de mayor peso. Los más ligeros tienen que llevar lastre consigo para equilibrar su peso con el del más pesado. Lo mismo ocurre con las mujeres. Se averigua cuál de ellas es la más pesada y las demás deben llevar un peso adicional para equilibrar su peso con el normalizado.
Los niños están agrupados según su edad y deben mantener siempre un peso determinado por grupos de edad. Este peso se conserva dándoles desde el principio una pequeña pesa de plomo, de la que, de vez en cuando y según indique la balanza, se quita una parte para que el niño lo mantenga hasta que entre en la próxima clase de edad donde el proceso se repite.
14. También los alimentos son pesados con la mayor exactitud y han de recogerse siempre del árbol con el mayor de los cuidados. Siempre han de ser dos hombres quienes los lleven a la casa, exactamente en medio de ellos, depositándolos en ella exactamente en el centro de una mesa destinada a tal fin.
15. Cuando, con la mayor simetría, hay amontonados en la mesa frutos en cantidad suficiente, llegan dos pesadores marcando el paso y, orientándose por un sistema de líneas señaladas en la mesa, uno exactamente frente al otro, cogen al mismo tiempo un trozo del fruto del mismo tamaño y lo pesan con la mayor precisión.
Una vez pesadas las dos primeras piezas, las quitan de la balanza y, también marcando el paso, las ponen en una fuente ya dispuesta para ello en una de las líneas.
Realizada la primera pesada, los pesadores se dirigen a otra línea, siempre marcando el paso, donde pesan una segunda porción. Y así continúan hasta que todas las fuentes estén llenas de frutos. Acto seguido los dos pesadores abandonan la mesa andando simétricamente y llevan sus balanzas al lugar que les corresponde.
16. A continuación se da una señal y todos los habitantes, con la máxima calma y siempre marcando el paso, se dirigen hacia la mesa respetando las líneas y los círculos dibujados en el suelo con extrema precisión. Todos deben servirse marcando el paso y consumir los frutos según el orden prescrito.
Después de comer dan las gracias al gran Dador sabio y abandonan la mesa en el mismo orden para ir a reposar.
17. Posteriormente todos se levantan de los bancos de reposo a una señal dada y, cómo no, marcando el paso, se dirigen de dos en dos a la galería interior de la casa, o algunas veces también al tejado. Sin embargo, cada movimiento debe hacerse uniformemente, es decir, a nadie se le permite dar un paso más rápido o más largo de lo que está dibujado en el suelo.
18. Observan estos movimientos ordenados sobre todo en el interior de las casas, y fuera de ellas sólo en unos alrededores determinados. Fuera de estos límites, cada cual puede moverse más libre y espontáneamente. Todo esto lo justifican diciendo que el suelo de su astro no debe cargar con una casa pesada que perturbe el equilibrio.
19. La simetría y equilibrio de las urbanizaciones están reguladas por idéntica ridiculez.
20. Estos dos ejemplos bastan para que podéis haceros una idea sobre el orden doméstico en estos dos cinturones. Todas las demás actividades e instalaciones están sujetas igualmente a su ritmo, establecido con exactitud.
Como se ha dicho antes, este orden doméstico tiene por un lado un aspecto muy sencillo y monótono, pero por otro es tan complicado que vuestros más pedantes sabios se llevarían las manos a la cabeza.
21. Seguro que estáis profundamente asombrados ante todo eso, y diréis: «¡Vaya un grado de extravagancia la de estos hombres para introducir semejantes reglas hasta en el orden doméstico!».
Pero en este caso os digo que vuestra desaprobación no es acertada, porque así es la naturaleza de toda sabiduría si no se basa en el amor.
22. ¡Entrad alguna vez en la vivienda de un auténtico supersabio, observad su comportamiento, y preguntadle también cuál es la razón de que un objeto esté colocado aquí y otro allí! Y si sabéis cogerle por su punto flaco, os sorprenderéis cómo sabrá explicaros los motivos, uno tras otro, con dignidad y precisión histórica y matemática.
23. Si por casualidad descubrís una antigua vasija medio rota en un rincón de su cuarto y le preguntáis si tiene un significado especial, os contará su historia, y os dirá que cuando Alejandro Magno marchaba contra Persia, se sirvió de ella para tomar la tisana que su médico le había prescrito. Luego os relatará toda la historia de la notable vasija y finalmente os informará de cómo ha llegado a sus manos.
24. Si a continuación le preguntáis: «¿Cómo es que Vd. coloca esta pieza de antigüedad tan sumamente extraordinaria en un rincón tan apartado del cuarto, si debería conservarse enfundada en oro en la caja fuerte donde se guardan los tesoros?». Entonces el sabio sabrá explicaros con la mayor precisión histórica y matemática que Alejandro Magno, después de haber vaciado la vasija, la dejó en un rincón de su tienda de campaña que corresponde exactamente a este de aquí. Y el fragmento que falta saltó de la vasija cuando Alejandro la rompió al mover imprudentemente su pie.
25. Así se expresaría el sabio tratándose simplemente de una vasija rota que probablemente habrá servido para cualquier cosa, menos para el Rey de Macedonia. Y si le preguntarais por otro objeto que, lleno de polvo, se encuentra en otro rincón de su cuarto, entonces el sabio os sabrá explicar detalladamente no sólo cada uno de pliegues sino también el polvo que se encuentra sobre el mismo, de una manera tal que quedaríais sorprendidos.
26. De esto podéis deducir fácilmente las peculiaridades de la sabiduría y, en consecuencia, de todos sus productos, cuando, como ya se dijo, no tienen su fundamento en un grado justo del amor.
27. Os he explicado todo esto para que podáis comprender cómo es el orden doméstico de los habitantes de estos dos cinturones, y para que a partir de ello podáis deducir, en general, como está constituida la sabiduría.
Pues precisamente porque mi Orden y mi Sabiduría son infinitos e inescrutables, a los meros pedantes no les queda otra cosa que exagerarlo todo de manera inimaginable para vosotros.
28. A un sabio que se basa en el amor, tales exageraciones deben resultarle absurdas y ridículas, tan ridículas como un asno vestido con toga romana. Ciertamente semejante necio que pretende ser sabio, no es espiritualmente sino ese mismo burro en una tribuna de oradores.
29. En el próximo capítulo aprenderéis algo sobre los aspectos espirituales y religiosos.
1. Los habitantes de estos cinturones entienden por constitución espiritual todo lo que el hombre tiene que aprender para llegar a ser un sabio perfecto.
2. Para llegar a conocerla más profundamente sólo hay que examinar las materias que enseñan. Conociéndolas se conoce también íntegramente la constitución espiritual, sobre todo cuando una u otra de esas materias explica también la manera de impartirla y cómo hay que estudiarla.
3. Preguntáis: «Entre las muchas materias, ¿cuál es la fundamental que orienta todas las demás?».
La misma que el mundo docto de vuestra Tierra considera como materia base de toda ciencia: allí la llamáis matemáticas. Sin embargo en nuestro cinturón la ciencia equivalente se llama retención.
4. Esta ciencia se enseña aquí en primer lugar y se continúa con ella hasta que termina toda la formación de la mente.
Como resultado de esta enseñanza cualquier hombre debe ser capaz de definir con extrema exactitud las dimensiones de cualquier cosa y encontrar fácilmente en cada objeto, por irregular que sea, el número entero que le es propio, un número que es la base de su forma y finalidad.
Aquí dicen: «Todo cálculo con una magnitud es inútil si no se conoce su número raíz».
5. Por ello, un ejercicio fundamental que los estudiantes realizan después de la enseñanza elemental es calcular a ojo la superficie y el volumen de un objeto de una forma cualquiera, y luego, partiendo del resultado, determinar el número raíz y en base a este la unidad.
Os aseguro que con el tiempo estos hombres desarrollan una habilidad tal en la materia que, con una ojeada furtiva, son capaces de determinar con la mayor exactitud el volumen de cualquier cosa y también la altura de cualquier monte que tengan delante. Su vista se vuelve tan aguda que incluso con sólo un vistazo a los cuerpos celestes más lejanos hacen cálculos mejores y más correctos que vuestros astrónomos más experimentados, los cuales no serían capaces de llegar durante varias décadas a resultados tan exactos.
6. También saben elevar en un instante cualquier número a no importa qué potencia, por grande que sea, y dividir fracciones de tal manera que finalmente resulte una fracción par o un número entero. La causa de ello estriba en que ya desde niños están prácticamente inmersos en todas las relaciones numéricas.
7. Igual habilidad tienen en determinar el peso y de las proporciones. No es necesario extendernos en más detalles sobre todo esto, porque con las explicaciones dadas os quedará suficientemente claro en qué consiste la ciencia fundamental de estos habitantes, cómo la enseñan y, finalmente, cómo la aplican.
8. Dediquémonos a otra materia que consiste en una especie de arquitectura, base del arte de la construcción.
9. Los estudiantes deben componer distintas figuras perfectamente simétricas con diversas piezas macizas de formas totalmente irregulares; luego tienen que juntar los montajes y hacer construcciones mayores hasta obtener la maqueta de una vivienda, del edificio principal de una urbanización, un archivo, un teatro, u otro edificio tradicional.
10. Tras haberse familiarizado con este arte en modelos de poca consistencia, los estudiantes pasan a la verdadera construcción sólida y consistente. Cuando por fin se han perfeccionado en este arte, son instruidos en el de la ornamentación y más tarde en la decoración adecuada y necesaria de algunos edificios.
11. Cuando los estudiantes son capaces de ejecutar todas estas materias con habilidad suficiente, entonces empiezan, en cierto modo, a aprender a leer y escribir. Aunque allí escribir no es otra cosa sino lo que vosotros llamáis dibujar y pintar. Aprender a leer consiste en familiarizarse con las correspondencias análogas de todas las cosas visibles y reconocer el sentido interior de las mismas a partir de su apariencia externa. Luego, juntando cosas distintas, deben ser capaces de darles un sentido nuevo. La interpretación de las correspondencias se llama leer y la composición de los signos escribir.
12. Cuando los estudiantes dominan ambos campos, se les enseña a reproducir fielmente casas y regiones enteras de manera gráfica.
13. Una vez que lo aprenden a la perfección, y si muestran un talento especial, se los inicia también en la poesía, y con ella empiezan a pintar en rollos blancos las cosas de su mundo interior. Ya habéis conocido productos perfectos de este arte cuando describimos uno de los teatros de los pintores de la comunidad.
14. Cuando los estudiantes completan también este ramo de su educación espiritual, es decir, si ya son maestros perfectos en él, entonces examinan su fuerza de voluntad. Aquel que, entre varios, la tiene más fuerte, entra en la escuela secreta, donde le enseñan la plantación primitiva.
En primer lugar el estudiante debe familiarizarse perfectamente con toda la botánica de este cinturón, y analizar las partes más pequeñas de todas las plantas, desde su raíz más profunda hasta la punta de la hoja más alta. Y debe saber exactamente cómo se relacionan todas ellas, qué es lo que une una a otras y cómo obra lo verdadero substancial-espiritual en lo material visible.
15. Pero para que el estudiante alcance este grado superior de conocimiento, se le inicia antes en una contemplación intensa de sí mismo. Porque a no ser que previamente haya establecido en su interior una base absoluta para lo espiritual, nadie puede, partiendo exclusivamente de su propia materia, ponderar lo espiritual encerrado en otro lugar.
Sólo después de que alguien se conoce a sí mismo y, en cierto sentido, se ha encontrado a sí mismo, sólo entonces se le inicia más profundamente y se le enseña que ya no debe producir efectos mediante su materia sino que, en adelante, debe acostumbrarse a producirlos todos mediante el espíritu.
16. Al principio se le somete a algunas pruebas simples en las que el espíritu obra sin ayuda de la materia. A partir de ese momento continúan desarrollando más y más el espíritu, hasta que, finalmente, alcanza la maravillosa perfección con la que el estudiante consigue más con él en un instante que mediante la materia durante un tiempo considerable.
17. También se enseña claramente a estos estudiantes que todo trabajo manual es en el fondo un trabajo del espíritu, sólo que el espíritu no puede acabarlo con rapidez porque la materia del mismo le supone un gran obstáculo. Pero una vez que de esta manera sabia ha superado el obstáculo, entonces, a partir de su condición absoluta, podrá actuar tanto más rápida y eficazmente.
18. Preguntaréis: «¿Cómo es posible que el espíritu pueda obrar más rápida, fuerte y eficazmente a partir de su condición absoluta que con ayuda de su materia?».
Cuanto más perfecto es el espíritu cautivo en la materia, tanto mejor reacciona esta. Pero cuando un espíritu perfecto consigue volverse amo y dueño de su propia materia, tanto más lo será también de cualquier materia ajena que encierra espíritus mucho menos perfectos y más débiles.
19. Sólo cuando un estudiante ha asimilado todo esto, será iniciado en el conocimiento más profundo del Espíritu divino y de su Voluntad eterna, enseñándosele entonces de qué manera cada espíritu humano que ha superado las ataduras de su materia puede ponerse espontáneamente en unión eficaz con el Espíritu eterno e infinito de Dios, a condición de que sea dentro del Orden divino.
20. Después que los estudiantes han realizado estas experiencias con éxito, se les introduce en el Amor del Espíritu eterno y se les demuestra que este Amor es el único medio de unión entre el espíritu humano y el Espíritu divino.
21. Sólo cuando el discípulo ha asimilado verdaderamente todo esto es cuando los sabios maestros le entregan el bastón puntiagudo para hacer agujeros y el cántaro con agua. Acto seguido el discípulo intenta realizar plantaciones de la primera clase, el cultivo primitivo, consiguiéndolo sin dificultad en la mayoría de los casos.
22. Con esta materia espiritual termina la instrucción en este cinturón solar, porque un espíritu así formado penetra ya con tanta claridad en cualquier tema, que cada palabra que pronuncia vale como la obra hecha. Por este motivo ya no necesita instrucción alguna porque, en este estado, toda enseñanza posterior es dada por el Espíritu de Dios mismo.
23. Nota bene: También en vuestra Tierra un programa como este tendría mejores resultados que todos los colegios, liceos, universidades y seminarios espirituales, de donde los alumnos se llevan ceremonias sobre el espíritu santo, pero nada del verdadero Espíritu Santo de la perfecta Vida interior. Así que también las obras que realizan son como el “espíritu” que recibieron.
Y, además, os digo que un programa semejante, una escuela así para recibir el verdadero Espíritu vivo, resultaría incomparablemente menos costosa que la vuestra, donde sólo se obtiene un espíritu muerto que no es nada, no fue nada y nunca será nada, durante toda la eternidad.
Cierto es que en vuestra Tierra ya existen los primeros indicios de tales escuelas espirituales, las cuales crecerán con el tiempo; pero muchísimo más extendida seguirá estando la dura escuela de las piedras. Ya comprenderéis lo que os quiero decir con esta expresión.
24. No obstante ahora estamos en nuestro Sol, de modo que queremos concluir nuestra instrucción espiritual agregando que la misma da también excelentes resultados en el cinturón sur, aunque allí está más generalizada.
25. Ahora conocéis la naturaleza completa de las condiciones espirituales. La próxima vez trataremos de la religión que está estrechamente relacionada con ellas, que ciertamente no os decepcionará.
1. En estos dos cinturones no se celebra nada parecido a las ceremonias externas de un culto religioso exteriormente manifiesto.
Sus habitantes son los más acérrimos enemigos de semejante culto porque según sus normas y principios fundamentales, establecidos con el mayor orden, una cosa exterior y material no puede estar ligada a algo puramente espiritual.
2. Por esta razón no existe entre ellos el menor indicio de cosa ninguna que sea sublime o elevada y, por el mismo motivo, tampoco días festivos o de descanso.
3. Y por lo mismo tampoco tienen ningún método para medir el tiempo, pues dicen: «Medir el tiempo está en manos del Espíritu supremo; de modo que el hombre no debe medir aquello para lo que el Altísimo no le ha dado una norma». También afirman: «El gran Constructor de los mundos ha desplegado el nuestro delante de nosotros y su propia extensión se presta a que cada cual pueda medirla. Pero para medir el tiempo no ha dado ninguna norma. Por ello el hombre no debe dividirlo arbitrariamente.
Existen ciertas normas como, por ejemplo, la duración de nuestra propia vida. Con la bóveda celeste Él también nos ha dado una gran medida, según la cual se mueven mundos lejanos, rigiéndose también el nuestro propio por esta medida enorme.
Pero nunca Él nos ha puesto un instrumento en la mano con el que podamos medir el tiempo».
4. Así que el transcurrir del tiempo les trae sin cuidado, hasta el extremo que hay habitantes que no saben cuál el mayor de sus hijos adultos. Sólo cuentan la edad según la madurez del espíritu, aunque en algunas regiones toman como referencia el peso del cuerpo.
5. De lo dicho podéis deducir fácilmente que allí no hay nada parecido a un “sábado” o a un “domingo”.
6. Vais a preguntar: «¿Entonces en qué consiste la religión, si externamente no vemos nada que nos la recuerde?».
Todo lo que hacen estos habitantes, visto desde la óptica de sus principios, es un servicio a Dios. Sus sabios tienen y enseñan el siguiente lema: “No hemos surgido por nosotros mismos, sino que nos ha hecho así y nos ha colocado en este suelo la Fuerza de la suprema Sabiduría de Dios. Esta misma Fuerza nos mantiene y nos guía constantemente; continuamente estamos en su mano sumamente sabia.
Si esta Fuerza nos ha hecho, nos mantiene, nos guía continuamente y cuida de nuestro bienestar, ¿cómo y cuándo podríamos realizar obra alguna sin que cada gesto que hacemos nos recordase que debemos y queremos hacerla al servicio de Aquel que nos proporciona continuamente toda posible energía?
7. Por ello, ¡que nadie piense que hace algo para sí mismo, pues todo lo que hace es para Aquel que continuamente le proporciona toda la energía necesaria! De modo que el verdadero servicio a Dios son la sabiduría y actuar fielmente según ella. Así que cada cual debe hacer sin demora lo que, conforme a su saber, ha reconocido como perfecto según el Orden divino.
¡Sirvamos, pues, siempre a Aquel que en su suma Sabiduría nos ha puesto ante tareas mediante las cuales debemos corresponder, según el orden reconocido, a esta intención suya altamente perfecta!
8. Por este motivo debemos servir a Dios cada vez que respiramos, y cada uno de nuestros pasos debe ser bien medido y ponderado. Pues con todo eso reconocemos que Dios es en sí mismo el Orden perfecto.
9. De modo que sirve a Dios quien actúa en todo según ese Orden. Pero quien lo infringe a la ligera y no es prudente en la medida de sus pasos y de sus manos, se parece a una planta insensata que quisiera hacer crecer sus raíces en el aire y sus ramas en la tierra. Cierto es que con el tiempo las ramas echarían raíces en la tierra, pero las raíces aéreas nunca se transformarán en ramas que puedan dar frutos.
10. Un niño no puede medir con sus pies una distancia porque sus pasos son todavía muy cortos y demasiado flojos y torpes para moverse con precisión. Pero en cuanto madure y se haga adulto, también sus pasos tendrán el tamaño adecuado para poder medir grandes distancias.
Igualmente tiene que desarrollarse cada hombre, partiendo también de su propia debilidad, volviéndose cada vez más capaz de juzgarse a sí mismo. Cuando encuentre su propia medida, entonces podrá apreciar con ella la medida divina de una manera correcta.
11. La medida es el orden. Antes de conocer su propio orden, nadie puede conocer el Orden supremo de Dios. Y si no conoce el Orden divino, todo lo que hace es inútil; pues ¿qué valor puede tener una obra si está hecha por alguien que no sabe lo que hace?
12. Por este motivo nadie debiera hacer cosa alguna para la que no tenga medida. Pero una vez que la tenga, que obre según ella; pues la medida correcta es el Orden de Dios conforme el cual cada uno está destinado a obrar”.
13. Por lo que se refiere a la religión, tal es el principio fundamental de estos habitantes. Por lo tanto sirven continuamente a Dios, por lo que toda su vida resulta para ellos un “sábado” perpetuo.
14. Este es el motivo por el que su comportamiento y su orden doméstico van a la par. Puesto que reconocen a Dios como Orden supremo, no quieren contravenirle en manera alguna.
15. Sólo hay entre ellos un acto que podría considerarse una ceremonia religiosa: el enlace matrimonial.
Cuando dos cónyuges desean contraer matrimonio, se procede de la manera siguiente. Primero el hombre busca una mujer de buena presencia y, cuando la encuentra, en seguida se dirige a los padres de la escogida. El padre es invitado a presentarse ante el pretendiente, que le espera fuera de la casa, para que ambos puedan verse cara a cara, y el pretendiente le dice: «He visto el rostro de tu hija y me gusta. Si te parece bien, examinaré su corazón».
16. El padre se acerca al pretendiente con pasos bien medidos y le responde: «Muéstrame la medida de tu pie y de tu mano, y después entraremos en mi casa donde podrás ver la medida de mi hija».
El pretendiente siempre extiende sus manos y también muestra sus pies tanto como haga falta. El padre los mide, y si el resultado le parece bien, entra en su casa con él, con pasos bien medidos, y le permite que compruebe la medida de su hija.
17. Sí corresponden a las del pretendiente, el padre se la entrega sin poner el menor reparo.
Si por el contrario no corresponden, el pretendiente se retira sin demora, porque su medida y la de la hija están en una relación inarmónica.
18. Pero si el pretendiente acepta la novia porque encuentra adecuadas sus medidas, inmediatamente la lleva al exterior de la zona del orden meticuloso de la casa que ya conocéis y espera allí a todos los habitantes de la casa que pronto le seguirán.
19. Cuando todos se encuentran en el exterior de la zona del orden meticuloso de la casa, se arrodillan y alaban al gran Dios por haber hecho que el novio encuentre una novia adecuada.
Después de la alabanza todos se levantan de nuevo, el padre impone sus manos a la nueva pareja de recién casados y dice: «El Orden de Dios os ha unido; permaneced siempre en él. Y si la Sabiduría de Dios os da descendientes, iniciadlos en el mismo Orden del que vosotros mismos os habéis vuelto una unidad».
20. Acto seguido el padre y su numerosa familia vuelven a entrar en su casa y el marido lleva su esposa a la vivienda de sus padres. Cuando llega a la zona del orden meticuloso de la casa, los padres y hermanos del marido, vienen a su encuentro con los brazos abiertos, e invitan a los recién casados a entrar en la vivienda.
21. También allí el padre impone las manos a la pareja de recién casados y dice las mismas palabras que antes dijo el padre de la novia. Acto seguido se vuelve a alabar a Dios y se toma una comida bien ordenada.
22. Los recién casados, acompañados por los padres del novio o por un hermano y una hermana si los padres ya no viven, van después de la comida una de las urbanizaciones de la región a la que pertenecen. El sumo sabio de esta urbanización da un nuevo nombre a la pareja recién casada y les indica un lugar donde puede establecer una nueva propiedad.
23. Los novios, reconfortados física y espiritualmente, permanecen en la urbanización hasta que los sabios arquitectos de la misma les hacen una casa y les preparan el ajuar indispensable.
Entonces la pareja recibe una cantidad de tallos de frutos variados y, acompañados por algunos sabios, se dirigen a su nueva vivienda. La comunidad de la urbanización abastece de alimentos a la pareja hasta que sus propios cultivos produzcan frutos suficientes, lo que, según vuestra noción del tiempo, tardará a lo sumo un año.
24. Los padres de los novios, o los hermanos y hermanas, vuelven a sus casas tan pronto como el sumo sabio se ha encargado de la nueva pareja.
Los padres no visitan las casa de los hijos, ni los hijos las de los padres, ni los vecinos se visitan entre sí; pero todos se ven con frecuencia delante de las casas, en las urbanizaciones o al aire libre. Siempre están muy contentos de volver a verse.
25. Esta es la única ceremonia que podría considerarse como un culto religioso exterior y visible, debido a que se trata de un hecho que empieza con un acto exterior, aunque, por lo general, también el matrimonio depende más bien de una actividad interior espiritual que de una externa. En todas las demás actividades se examinan primero los pensamientos y sentimientos internos antes de realizar ningún acto exterior.
26. Sin duda alguna querréis saber algo sobre la procreación y el fallecimiento de los hombres de estos cinturones, pero al respecto os remito a la descripción de los habitantes del cinturón central principal del Sol. En la procreación y la muerte, los dos cinturones laterales y el cinturón central son idénticos.
Con esto ya conocéis todos los datos notables de estos dos cinturones. La próxima vez nos dedicaremos a la vecina pareja de cinturones.
1. Estos dos cinturones también están separados de los anteriores por una alta e infranqueable cordillera fronteriza. Desde ella se extienden sierras en todas las direcciones del cinturón hasta que, a través de estribaciones aquí y allá, se llega a la próxima cordillera fronteriza que separa el segundo cinturón del tercero.
2. Los segundos cinturones son considerablemente más estrechos que los dos anteriores. En cambio, tanto el del norte como el del sur corresponden solamente a un planeta.
3. Ninguno de ellos tiene mar anular. Pero abundan los lagos enormes y hay muchos ríos grandes. En el cinturón sur son considerablemente más caudalosos que en el cinturón norte. Con lo dicho ya tenéis una idea general sobre estos dos cinturones.
4. Preguntáis: «Hemos aprendido que los dos cinturones precedentes corresponden a Mercurio y a Venus. ¿A qué planeta corresponden estos dos cinturones estrechos?».
5. Para convenceros que corresponden a vuestra Tierra, no necesitaréis prismáticos ni hará falta que os deis de bruces con ellos.
La Tierra es el planeta que corresponde a estos dos cinturones, el del norte al hemisferio norte terrestre y el del sur al hemisferio sur terrestre.
6. Si queréis saber cómo son estos dos cinturones, entonces trasladad a ellos las particularidades de vuestra Tierra, tanto las públicas como las privadas, y os parecerá estar en la misma Tierra.
Pero no trasladéis sino la parte más cultivada de ella, porque allí están excluidos los pueblos paganos y sus instituciones, y también los africanos y varias otras especies humanas de piel oscura, con todas sus instituciones domésticas, políticas y religiosas.
7. El cinturón del norte es parecido a como era la Tierra antiguamente, en los buenos tiempos de los verdaderos cristianos. El del sur es como la Tierra en los tiempos en que Josué gobernaba al pueblo israelita.
8. Sabiendo esto, acabaremos pronto y fácilmente con estos dos cinturones correspondientes a la Tierra y sólo nos faltará mencionar sus peculiaridades en el Sol. Con ello tendremos todo lo necesario para conocer exactamente las características de estos dos cinturones.
9. Vais a preguntar: «¿En qué consisten las peculiaridades solares que los diferencian de la Tierra?».
10. En primer lugar, en una perfección mucho mayor de todo lo que veis en los dos hemisferios citados de la Tierra.
11. En segundo lugar, en que en ambos cinturones no existen anfibios acuáticos o terrestres, ni tampoco animales feroces. Hay animales de forma parecida a la de las fieras terrestres, pero son mansos y nobles. Ninguno de ellos está provisto de armas ni de garras como los terrestres, y todos son mansos como las ovejas y se alimentan de hierbas y raíces.
12. Una tercera peculiaridad reside en la vegetación. Encontraréis más de doscientos mil especies de hierbas, plantas y arbustos como los de vuestra Tierra. Pero todos ellos carecen de semillas, como en el cinturón central del Sol, y crecen espontáneamente en lugares específicos, como ocurre entre vosotros con el musgo, ciertos hongos y algunas plantas más, especialmente en las regiones ecuatoriales de vuestra Tierra.
Además de la posibilidad de reproducir árboles y plantas mediante tallos, también pueden plantar los mismos frutos, aunque no tengan pepitas como les ocurre a una especie de uvas terrestres de Oriente. Si se pone un fruto maduro en el suelo, pronto crecerá de él una planta o un árbol de la misma especie.
13. Estas son las principales diferencias y peculiaridades solares.
14. Los hombres y sus instituciones, gubernamentales, domésticas y religiosas, corresponden perfectamente a lo que ya hemos dicho antes.
15. Ahora preguntáis: «¿Creen en Jesucristo, el Crucificado?».
Os digo que en todo el cinturón norte nadie conoce a otro Dios que Jesucristo, el Crucificado, porque los mismos apóstoles que le anunciaron en la Tierra, también le anunciaron allí.
Aunque no debéis suponer que su cristianismo esté organizado jerárquicamente. ¡Ni pensar que allí pueda haber iglesias o monasterios inútiles y ociosos! Todo el cinturón forma una sola comunidad cristiana que no tiene sino un solo Evangelio y que reconoce fiel y verdaderamente al mismo Cristo, en Espíritu y en toda Verdad.
16. En cuestiones religiosas, el cinturón sur se diferencia del cinturón norte porque sus habitantes conocen muy bien el Antiguo Testamento, antecedente del Nuevo Testamento eterno, y a él se atienen básicamente.
También los habitantes del cinturón norte conocen el Antiguo Testamento, pero dicen: «Honramos y estimamos todo lo que se relacione con nuestro Señor, por poco que sea; pero ya que le tenemos a Él mismo, dejamos aparte todo lo demás y nos quedamos con Él».
Por este motivo, los habitantes del cinturón norte son mucho más sabios que los del sur, porque los primeros están dentro del Templo, mientras que los segundos no se encuentran sino en su atrio. Dicho de otra manera: los del norte están en el Amor y por este motivo en plena Sabiduría, mientras que los del sur están en la Sabiduría y a partir de ella llegarán al Amor.
17. Ahora preguntáis: «¿Son los hombres de allí capaces de pecar? ¿Existe también un bautismo para el renacimiento y una redención de la muerte para ganar la Vida eterna?».
Todos los hombres de todos los astros pueden pecar, de modo que también los del Sol. Porque donde hay seres absolutamente libres, necesariamente existen leyes, ocasionales o permanentes, gracias a las cuales los seres libres pueden tomar conciencia de su gran libertad.
Pues la libertad consiste únicamente en el hecho de que un ser sepa que puede cumplir o no cumplir una ley promulgada, según su libre albedrío.
Se comprende por sí solo que, en todas partes donde existan seres que hayan de pasar una prueba de libertad, sea fácil pecar contra la ley o infringirla, precisamente a causa de la libertad.
18. Lo mismo ocurre con los habitantes de nuestro cinturón; sólo que debido a la seriedad de los habitantes solares, un pecado contra la ley del Amor es allí más raro que cumplir cabalmente dicha ley en la Tierra.
19. Si pese a ello hay pecadores aquí y allá, entonces también debe existir una remisión de los pecados, y un bautismo y una redención.
Allí redención, bautismo y penitencia son una sola cosa, porque todo pecador que al regresar a la ley del amor se arrepiente de su falta y vivifica a Cristo en su corazón, participa inmediatamente en la redención, queda bautizado por el Espíritu y consigue el renacimiento a la Vida eterna.
20. Igual ocurre en el cinturón sur, sólo que como allí todo es más exuberante, también los hombres son más sensuales, por lo que hay una mayor tendencia al pecado que en el cinturón norte.
21. Salvo estas diferencias, todo lo demás se parece a vuestro planeta. Incluso hay ciudades, pueblos y también familias que viven aisladamente. Os maravillaríais contemplando los espléndidos viñedos y las altísimas montañas cubiertas de bosques y selvas hasta alturas donde ya nada puede crecer. Encontraríais incluso el arado y la hoz. Sólo que debéis imaginaros todo ello en un estado mucho más perfecto que en vuestro planeta.
22. Los mismos hombres no son mucho más altos que en la Tierra, pero sí mucho más perfectos y hermosos. Su ropa es muy sencilla, parecida a la del pueblo israelita de aquellos tiempos.
23. Su sociedad es puramente patriarcal y el gobierno teocrático. Por este motivo están en contacto permanente con los Cielos, y en comunicación continua con lo espiritual visible. Yo mismo estoy frecuentemente entre aquellos que son los más puros y perfectos en el amor y la humildad.
24. Sus matrimonios son verdaderamente contraídos en el Cielo, es decir, en el amor puro hacia Mí, y bendecidos en mi nombre por los padres y por los ángeles.
25. Cierto es que la procreación del género humano se realiza mediante la cohabitación, pero allí es un acto de los más religiosos, devotos y espirituales.
26. El fallecimiento consiste por lo general en la libre salida del hombre de su cuerpo físico, el cual es después enterrado en un campo destinado a tal fin. Su descomposición es rápida y siempre desprende un olor agradable para todos, porque en cierto sentido les ofrece un anticipo de los aires puramente celestiales.
27. Tampoco estos hombres tienen días de fiesta ni manera de calcular el tiempo, y poco se preocupan por los misterios de la naturaleza. Su sabiduría suprema consiste en exclusiva en su afirmación permanente: «Si tenemos a Cristo, ya lo poseemos todo; sin embargo, sin Él todas las cosas del espacio infinito y eterno nos resultan huecas».
28. Si alguno de vosotros desea recibir de ellos cualquier información sobre no importa qué asunto, también serán capaces de dárosla con profundidad aunque carezcan de escuelas. Cristo es su única escuela exclusiva, y podéis estar seguros que de esta escuela salen los sabios más doctos.
29. Quizá penséis que habrá allí innumerables hombres que pongan largas caras de beatos y que apenas se atrevan a levantar la vista del suelo. ¡Todo menos eso!
Os digo que no encontraréis en ninguna región de la Tierra hombres tan alegres, divertidos y sociables como allí. Tienen hasta música, teatros y también grandes conciertos; aunque todo eso con un sentido, en la mayoría de los casos, distinto al vuestro. Porque de todos estos entretenimientos, el Señor es el punto culminante en torno al cual gira todo, mientras que en la Tierra no os acordáis de Él ni incluso en las ocasiones más propicias.
Ahora estáis bien informados sobre estos dos cinturones.
30. Las condiciones climáticas son casi idénticas a las de los otros cinturones, lo que no es extraño porque todos ellos pertenecen al mundo solar.
31. También en estos cinturones abundan los fenómenos naturales maravillosos, pero nunca tienen consecuencias catastróficas.
32. Ahora preguntáis: «¿Existe también una correspondencia de la Luna en estos dos cinturones?».
Sabed que ninguna Luna tiene correspondencias en el Sol: todas ellas las tienen en los planetas a los cuales pertenecen.
33. Con esto terminamos estos dos cinturones. La próxima vez nos ocuparemos del tercer cinturón.
1. Como hemos dicho, nos dirigiremos ahora a la tercera pareja de cinturones.
Ambos, tanto el del norte como el del sur, son los más pequeños de todos los del Sol. La anchura del cinturón norte, definida por las cordilleras que lo separan de los cinturones vecinos, es de unas mil leguas, mientras que su circunferencia llega a más de trescientas mil.
2. Tampoco tiene mar a lo largo de su cordillera fronteriza, aunque cuenta con lagos mucho mayores y más extensos que la pareja de cinturones precedente.
3. Su paisaje es menos montañoso que todos los que hemos conocido hasta ahora, excepto en las regiones cercanas a las cordilleras fronterizas, cuyas importantes estribaciones se extienden por la zona de los llanos.
Estas estribaciones, junto con algunos ramales insignificantes de las mismas, son las únicas montañas del cinturón que, como ya hemos dicho, es llano en su mayor parte.
4. Salvo el cinturón central principal, todos los demás cinturones descritos hasta ahora corresponden a un planeta; el cinturón norte de la tercera pareja de cinturones corresponde a Marte.
5. Como este planeta es el más pobre de todos, también lo es el cinturón que le corresponde en el Sol.
6. Preguntáis: «¿En qué consiste esa pobreza?».
No es una pobreza en sentido espiritual sino más bien en el natural.
7. En primer lugar los hombres tienen una apariencia poco llamativa. Son pequeños, un poco gruesos y su físico no presenta atractivo alguno. Su color es marrón claro, aunque también los hay más oscuros.
Sus facciones recuerdan a la de vuestros habitantes de Groenlandia, a los lapones y esquimales. Sin embargo, su ropa no parece a la de estos pueblos, y consiste en una especie de delantal que se cuelgan en el cuello, cuyos pliegues cubren todo el cuerpo hasta debajo de las rodillas. El delantal tiene la misma forma para el hombre y para la mujer. Está provisto de aberturas a ambos lados para que las personas puedan sacar sus brazos y hacer cualquier trabajo. Cuando no trabajan, vuelven a meter dentro brazos y manos pues no son precisamente hermosos. Esta es su primera desventura.
8. En segundo lugar resultan perjudicados en lo que se refiere a la vegetación y a la fauna. Su vegetación se limita a unas cuantas especies de árboles frutales de mala presencia cuyo cuidado proporciona a los habitantes de este cinturón un alimento apenas suficiente. Su escasa hierba se parece al musgo que veis frecuentemente en vuestra Tierra sobre algunos árboles viejos y, de vez en cuando, sobre los viejos tejados de paja de las cabañas de los campesinos pobres.
9. El suelo es bastante duro y a veces también muy pedregoso y arenoso, especialmente a orillas de los lagos y ríos importantes.
10. El reino animal está formado por una sola especie de ovejas, parecidas a los alces de Siberia. Este animal les proporciona una leche bastante sabrosa, y con su lana, que es muy fina, los habitantes confeccionan su ropa. También existe una especie de gusanos que comen hierba. Son, más o menos, como vuestros gusanos de seda, y tejen largos hilos sobre el suelo, de manera similar a vuestras arañas. Los habitantes de este cinturón los recogen y con ellos fabrican una tela que es la preferida por el sexo femenino para hacer abrigos.
11. El aire está habitado sólo por una especie de pájaros que se ven con bastante frecuencia. Los habitantes los domestican y usan las plumas para preparar sus bancos de reposo, que consisten únicamente en un montón de tierra sobre el que extienden estas plumas, cubriéndolo con la misma tela de la que fabrican sus abrigos.
12. Esta es otra desventura en lo referente a la naturaleza.
Hay bastante animación en los lagos y los ríos porque los habitantes del cinturón navegan en pequeñas embarcaciones a lo largo de sus orillas.
13. La tercera desventura es la extraordinaria sencillez de sus hogares. Generalmente consisten en una cavidad excavada debajo de un montón de tierra, el cual tiene una altura de tres brazas sobre el nivel del suelo. En él cavan un hueco que también tiene una profundidad de unas tres brazas.
En el hueco hay uno de los bancos de reposo ya descrito y, al fondo, una mesa, también hecha de un montón de tierra, sobre la que los habitantes ponen sus frutos alimenticios cuando quieren comer.
14. En algunas regiones, sobre todo en las montañas, hay también viviendas más grandes, pero cavadas en los montes.
15. En esas casas algo mayores fabrican las herramientas indispensables para sus labores. A esto se limita toda su industria y toda la riqueza natural de los habitantes de este cinturón.
16. De modo que ya veis que este cinturón está tan pobremente dotado en lo que se refiere a su riqueza natural como el planeta al que corresponde. Pero en lo que concierne a su ámbito espiritual, no es ni mucho menos tan mísero.
A cambio de los pocos atractivos que estos habitantes encuentran en arreglar su mundo, se complacen en una continua contemplación interior, con la que su mundo tan extremadamente desdichado se glorifica y se transfigura íntimamente de tal manera que les proporciona una alegría inmensamente mayor que la que el mundo del cinturón central principal puede producir a sus habitantes.
17. Ciertamente no son campeones de la voluntad, pero sí de cualquier tipo de abnegación. En eso son verdaderos Diógenes. Por ello su vida espiritual interior tiene unas dimensiones mucho mayores y, con los ojos de su espíritu, ven en las cosas más insignificantes magnificencias con las que ningún sabio de vuestra Tierra hubiera soñado nunca.
18. De todo lo dicho se puede deducir fácilmente que su organización gubernamental, domestica y religiosa es muy sencilla.
19. Su organización gubernamental se limita en realidad a la relación familiar, debido a la cual las familias emparentadas construyen sus viviendas muy cerca unas de otras, y viven en paz y unión entre sí.
20. La educación se limita a lo puramente espiritual. Su única preocupación consiste en que el espíritu de sus hijos adquiera autonomía interior lo más pronto posible. En cuanto los hijos demuestran con su actividad y comportamiento que son suficientemente maduros para ello, los encaminan hacia el Hombre Dios, al que deben reconocer como Origen de todas las cosas y único Guía del género humano.
21. Porque dicen: «Si estás en casa ajena, poco puedes hacer; si te encuentras en la de tus padres, estás atendido en todo. El mundo en el que estamos es para nosotros como una casa ajena, ¿por qué habríamos de cuidarlo?
Pero si estamos en la autonomía de nuestro espíritu, entonces, como en la casa paterna, nos hallamos bien provistos. Pues Dios, el mejor Hombre, cuida en esta casa de todas sus criaturas como el mejor padre de sus hijos en la suya propia.
Por eso no tenemos sino una sola preocupación: la de poder entrar cuanto antes en esa casa. Una vez en su interior ya estamos provistos de todo. Y aunque el mejor Hombre Dios haya equipado escasamente nuestro mundo exterior, casa ajena para nosotros, tanto más abundantemente ha arreglado nuestra vivienda espiritual interna, en la que únicamente Él cuida de todos nosotros como el mejor Padre para sus hijos».
22. A causa de este sencillísimo principio, la organización religiosa de estos habitantes consiste en que cada cual aspira primero a obtener la autonomía de su espíritu mediante la humildad y la abnegación, y luego a conocer más y más al Hombre-Dios y a ser guiado por Él.
23. Esto es todo lo que se puede decir sobre la cultura de los habitantes de este cinturón.
Así que allí no encontráis templos, ni iglesias, ni tampoco escuelas, sino sólo el hueco paternal que hay en la casa de cada familia, que para ellos es el non plus ultra. En este hueco el padre de familia reúne de vez en cuando a toda su familia, que a veces cuenta con treinta miembros, y les enseña a encontrar la patria interior y, en ella, al único y verdadero Padre de casa.
Realizada esta enseñanza mediante diversas conversaciones y anécdotas apropiadas, el padre bendice a su familia y esta puede volver a sus quehaceres, o retirarse a sus huecos propios, más pequeños, para meditar en la más completa soledad sobre la enseñanza recibida y, al mismo tiempo, comprobar hasta qué punto se les ha abierto ya el fuero interno.
24. La oración y todo el servicio religioso consisten en la viva añoranza y el deseo continuo y ardiente de llegar a conocer lo más pronto posible al Hombre Dios, y así al único y verdadero Padre de casa.
25. La señal característica de que uno u otro se encuentra ya cerca de la entrada de la vivienda del Gran Padre de la casa, que se le abrirá pronto, consiste en percibir sonidos celestiales extraordinariamente armoniosos. A causa de este fenómeno dichos habitantes tienen un aforismo que dice: “En cuanto oigas que los grandes mundos cantan un sublime himno de alabanza al gran Padre de casa, entonces sabe que ya te encuentras ante el umbral de la puerta que conduce al hogar santo del único verdadero y sumamente buen Padre de casa”.
26. Si uno u otro puede contar que ha oído tal cántico, todos los demás le felicitan y le desean mucha suerte y perseverancia al seguir su destino.
27. Cuando alguien entra del todo en esta patria interior, toda la familia celebra una fiesta silenciosa de alegría, a la cual están invitados los vecinos. Esta fiesta es la única que podéis ver allí. La celebran con una comida siempre sobria, alabando al único y verdadero Padre de casa.
28. A los que ya se encuentran enteramente en el hogar de su fuero interno, se les informa también sobre la Encarnación del Señor, en lo que encuentran una suma alegría. Lo que no se les dice es la ingratitud de los hombres de la Tierra hacia el Sumo Padre de casa, quien concedió a su planeta la indescriptible Gracia de querer vestirse en el mismo con la carne de la naturaleza humana.
29. Esto es todo lo referente el cinturón norte.
El cinturón meridional correspondiente incluye cuatro planetas pequeños cuyas condiciones examinaremos en el próximo capítulo.
1. A los cuatro pequeños planetas mencionados, dispersos en cierto modo, podríamos llamarlos planetas muertos porque en ellos apenas quedan seres vivos, y los que todavía quedan son casi exclusivamente naturales y carecen de nociones espirituales dignas de mención.
2. Además, estos planetas son tan pequeños que incluso el mayor no tiene siquiera el diámetro de vuestra Luna. Su vegetación es también misérrima: allí no crece nada salvo unas pocas hierbas y arbustos insignificantes.
3. Sólo en el mayor hay una especie miserable de árboles frutales, apenas más grandes que los árboles enanos de la Tierra, los cuales producen un fruto inferior al de vuestros hayucos.
4. Sus escasos habitantes son muy bajos, se alimentan fácilmente con todo lo que produce su pequeño mundo y se visten con las plumas de unos pájaros mansos y con las pieles de unos cuantos animales domésticos, los mayores de dicho asteroide, parecidos a vuestros conejos, ratas y ratones.
5. También hay una especie de gusanos, algunos insectos, y unas cuantas clases de peces y de ranas acuáticas, aunque los habitantes no se sirven de ellos.
6. La mayoría de sus viviendas son hoyos cavados en el suelo donde se acomodan como los pájaros en el nido una vez que los han rellenado con diversos residuos blandos.
7. Estos hombres, que apenas llegan a los tres palmos, tienen algo en común con algunos animales de vuestra Tierra: la hibernación. Porque el invierno de estos cuatro pequeños astros dura a veces más de dos años de los vuestros, aunque en ocasiones es más corto debido a lo irregular de su órbita alrededor del Sol.
8. La irregularidad de sus órbitas puede ser demostrada porque giran los cuatro alrededor del Sol, entre Marte y Júpiter, acercándose bien a la órbita de Marte bien a la de Júpiter, pese a que entre ambas hay una distancia de muchos millones de leguas.
9. La causa de que vaguen como abandonados por el espacio celeste se debe a que originalmente fueron un planeta que explotó. Sus fragmentos se dispersaron por el gran espacio universal, cayendo trozos importantes suyos sobre casi todos los planetas de este Sol, así como también sobre el Sol mismo.
Los cuatro pequeños planetas en cuestión son las cuatro lunas del planeta estallado que, conservando el agua, ocuparon su sitio y recibieron una nueva órbita alrededor del Sol.
10. Los escasos hombres, animales y plantas que quedaban en los cuatro astros se redujeron considerablemente cuando se perdió el planeta guía.
11. Esta observación previa es necesaria para que las descripciones del cinturón sur de la tercera pareja de cinturones sean mejor comprendidas.
«¿Qué aspecto tiene este cinturón sur?».
12. Es muy diferente de su pareja norte. En primer lugar está separado del mismo, además de por la cordillera fronteriza, por un cinturón acuático muy ancho.
Al mismo le sigue una región extremadamente montañosa con muy pocas llanuras, además, cubiertas por las aguas.
De una cordillera fronteriza a otra, el cinturón sur está dividido en cuatro partes por unos mares tan anchos que a sus habitantes les resulta imposible ponerse en contacto con los del otro lado. Los mejores marinos de la Tierra no se atreverían a navegar allí debido a la furia de las aguas, cuyas olas son frecuentemente más altas que las montañas terrestres más altas.
13. Los terrenos de estas cuatro zonas son los más pobres y miserables de todo el Sol y están habitados por los hombres más pequeños que hay en él. No hay allí faustos ni pompas, sólo la propia luz que se extiende uniformemente por todo el cuerpo solar.
14. Tampoco los hombres disponen de casas sino que cavan hoyos en las montañas, cuyas entradas son parecidas a la sección de un cono truncado. Tienen una profundidad de diez brazas y en su espacio más interior hay una especie de nido que sirve para que los habitantes descansen. Cada vez que el nido se gasta, lo cambian por uno nuevo.
15. La vegetación es igualmente muy mísera y pobre: unas cuantas hierbas y dos especies de arbustos que dan frutos en abundancia parecidos a vuestras almendras y avellanas. En ninguna de las cuatro partes hay frutos jugosos; sólo lo es un poco la raíz de una verdura parecida, aunque mucho más pequeña, a vuestros nabos blancos.
Dicha raíz es el único alimento jugoso que crece en este cinturón del Sol.
16. También es pobre en animales. Los habitantes no cuentan sino con dos especies de cuadrúpedos domésticos. Uno tiene más o menos la forma de vuestras martas cibelinas, aunque su lana es más abundante y más fina. Con ella hacen sus sencillísimos vestidos de manera parecida a como los hacéis vosotros con vuestro algodón. Como el terreno es muy pedregoso, ponen las fibras sobre una superficie plana, por ejemplo sobre una pizarra. Sobre ella aplastan la lana y la mojan con un líquido pegajoso, producto de una raíz, con lo que las fibras se unen permanentemente como si estuviesen cubiertas por una goma elástica. Así logran confeccionar piezas bastante largas y bastante anchas, de las cuales cortan sus vestidos, muy sencillos, que no consisten sino en un delantal rígido alrededor de la región lumbar que les cubre sus órganos genitales. Todas las demás partes del cuerpo quedan al descubierto.
17. El aspecto de estos hombres no es repugnante en absoluto. Sobre todo el sexo femenino tiene una apariencia bastante grácil. Sólo que, como media, apenas llegan a la estatura de vuestros niños de cinco o seis años.
18. Habitan preferentemente en regiones altas porque le tienen mucho miedo al agua. Cuando ven un mar algo grande piensan que allí empieza el fin del mundo y que las aguas suben continuamente, idea inspirada por las grandes y fuertes olas, debido a las cuales, como ya se ha dicho, prefieren las regiones más altas.
19. Estas son las peculiaridades de las zonas de este cinturón y las “facilidades” que las mismas ofrecen a los hombres. El aire carece de habitantes, pero sí los hay en las aguas, en las que pululan los animales más diversos.
20. Todavía nos queda por conocer su organización: gubernamental, doméstica y religiosa.
21. La gubernamental consiste en que los escasos hombres forman grupos familiares que se apartan lo máximo posible de otros grupos para que nunca surjan disputas sobre propiedades o terrenos.
22. El más anciano de cada familia es el jefe que dirige todos los miembros de la misma: determina lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer.
23. Estos habitantes se sirven de una especie de arcilla para fabricar una paleta. La ponen donde la intensidad de los rayos de la luz solar sea máxima, y así la herramienta se endurece como la piedra, quedando lista para usarse.
24. Por lo general cavan con ella sus hoyos habitables en las montañas. Otro uso de este instrumento bastante afilado es cortar, más bien picar, el material para sus vestidos. Su tercera aplicación consiste en sacar con ella del suelo hierbas y raíces.
25. Del mismo modo fabrican otra herramienta: una especie de peine. Con él esquilan al animal antes mencionado cuando es la temporada, época en la que la lana se desprende con gran facilidad.
También la usan con otro animal doméstico que se ve muy raras veces; un animal parecido a una vaca enana, pero sin diferencias entre el sexo masculino y el femenino. Dicho animal tiene ocho tetas de leche. Si quieren ordeñarlo, ponen las tetas entre los dientes del peine y así peinan la leche de las tetas, lo que normalmente hacen sobre una piedra lisa y cóncava.
26. Después de haber peinado de esta manera la leche de su vaca enana, dejan que el apacible animal busque de nuevo su alimento. Luego machacan frutos de sus árboles enanos y los mezclan con esta leche, preparando así un puré que les gusta mucho. Y se lo comen sirviéndoselo cómodamente con las propias manos.
27. Esto es todo lo referente a su organización. Así que, con pocas palabras, hemos terminado con su organización política y doméstica.
28. Su religión es tan sencilla como su organización doméstica.
29. Creen en un Dios que, según sus ideas, es un Hombre gigantesco, absolutamente perfecto y sobre todo omnipotente. También saben que este Hombre perfecto ha creado el cielo y su mundo.
30. Son sobremanera humildes y miedosos y por ello temen enormemente a este Hombre sumamente perfecto. Poseen conocimientos sobre el Cielo, sobre el infierno y sobre su propia inmortalidad.
31. Temen profundamente al infierno. Sin embargo creen sinceramente que para el Cielo son demasiado malos. Por tal razón les amedrenta grandemente la muerte de su cuerpo y tratan de mantenerlo vivo tanto como les es posible.
32. A veces hay ancianos que reciben visitas visibles de los espíritus de sus antepasados. Pero nunca les alegran tales apariciones porque las consideran como señal de que pronto habrán de abandonar su mundo carnal.
33. Se alegran mucho cuando los espíritus les dicen que el Hombre perfecto los ha aceptado con gran Amor, aunque siguen considerándose demasiado indignos de semejante Gracia. Pues dicen: «Somos demasiado miserables para que tal Señor nos mire siquiera, más aún para que nos agasaje con una Gracia suya aún mayor».
34. Por este motivo rezan diligentemente y agradecen todo lo que disfrutan; incluso los escasos frutos que recogen de sus árboles enanos. También agradecen con fervor cada brizna de hierba que sacan del suelo, considerándose siempre indignos de tal regalo; no pueden comprender cómo es posible que ese Hombre tan sumamente perfecto pueda acordarse de ellos tan amorosamente.
35. En esto consiste toda su religión, completamente exenta de ceremonias.
Si os empeñáis en encontrar algún tipo de ceremonia, sólo puede encontrarse en el casamiento de los novios.
36. Esta unión conyugal no consiste sino en un abrazo mutuo, y en que el más anciano de la familia bendice a la pareja, siguiendo un agradecimiento general. Poco después la pareja procede al acto carnal, acto que entre estos hombres figura entre los más solemnes y sublimes.
37. Para sus difuntos cavan hoyos parecidos a sus viviendas en una región más baja. Luego los envuelven en toda clase de hierbas y los depositan en esas tumbas abiertas. Las hierbas las ponen para que los difuntos encuentren alimento si acaso vuelven a despertarse.
38. Los habitantes visitan las tumbas en grupo, y como los cuerpos se descomponen rápidamente, por lo general no encuentran ni resto de los difuntos, por lo que piensan que se habrán despertado y que, desde entonces, o los espíritus se los habrán llevado o vagarán por cualquier parte.
39. Esta es la razón por la que rezan mucho por sus difuntos, a los que les desean mucha suerte de todo corazón.
40. Ya hemos descrito todo lo que se refiere a este cinturón. La próxima vez visitaremos el cuarto cinturón en el que nos detendremos un poco más porque veremos cosas impresionantes.
1. Os digo de antemano que tanto el cinturón norte de esta pareja de cinturones como el cinturón sur, corresponden al gran planeta Júpiter.
Ya sabéis que este planeta es el mayor de todos: aproximadamente cuatro mil veces más grande que vuestra Tierra. Así pues, también los cinturones que le corresponden en el Sol son los mayores y los más esplendorosos después del cinturón central principal que, propiamente hablando, es el verdadero mundo solar y tiene correspondencias en todos los demás cinturones solares.
2. Vais a preguntar: «¿Qué tamaño tienen juntas las dos partes, norte y sur, del cuarto cinturón correspondiente a Júpiter?».
Ambos cinturones juntos tienen una anchura de aproximadamente veinte mil leguas y una longitud, por término medio, de doscientas mil. Por sólo las dimensiones podemos deducir fácilmente que deben contener muchas cosas magníficas.
3. También este cinturón está separado del anterior por una cordillera fronteriza altísima. Las montañas son, en su mayoría, de un mármol blanco muy duro que no se funde ni con las mayores temperaturas. Sus altísimas cumbres, que llegan a la más alta atmósfera solar, parecen que siempre estuvieran candentes al blanco, lo que no es el caso en manera alguna. Parecen tan brillantes porque sus cumbres altísimas son de un blanco tan intenso que no os podéis ni imaginar, motivo por el cual vuelven a reflejar íntegramente todos los rayos luminosos que les lleguen.
4. Las altas paredes lisas de estas cordilleras están bañadas en su parte baja por un cinturón acuático de una anchura de dos mil leguas. Estas aguas no se continúan ininterrumpidamente sino que en muchos lugares tienen grandes islas, penínsulas aún mayores y considerables brazos de tierra, todos ellos habitados por los hombres de este cinturón.
5. El paisaje mismo es más llano que montañoso y las montañas de las tierras bajas no son tan altas como en los demás cinturones que ya conocéis. Pese a ello están mucho más altas sobre el nivel del mar solar que las montañas más elevadas de vuestra Tierra, aunque no son tan escarpadas e inaccesibles como las vuestras.
En las llanuras abundan lagos, corrientes, ríos, arroyos y fuentes. Por este motivo son extremadamente benditas y fértiles.
6. Todo el territorio está muy poblado.
El reino animal es allí sumamente variado.
7. Ya conocéis el aspecto físico del cinturón; según nuestra costumbre, dirijamos seguidamente nuestra atención a los hombres.
Ya preguntáis: «¿Qué aspecto tienen? ¿Qué tipo de organización y qué religión? ¿Cómo están relacionadas con ellos las demás cosas?».
Contestaremos primero globalmente, pasando luego a los detalles.
8. La estatura de los hombres es enorme, su apariencia extraordinaria y, por su carácter, son los más mansos y mejores de todo el Sol.
9. Su organización es patriarcal, en el fondo también teocrática y, sobre todo, cuida del bien común.
10. También su religión es muy sencilla, sin ceremonias. Por ello, la educación de sus hijos no consiste sino en prepararse para la unificación con los Cielos y con el Señor.
11. Estos son, en términos generales, los puntos más notables relacionados con los hombres de este cinturón. Entremos ahora en los detalles.
12. Frecuentemente el hombre tiene una estatura de cien brazas. El color de su piel es blanco suave, con ligera tendencia a un morado parecido al de la amatista, aunque más natural y pálido.
En vuestra Tierra puede verse ese color de piel en algunos lugares, sobre todo entre las tribus que viven en las montañosas del Cáucaso, en Asia, donde mujeres de constitución delicada presentan uno parecido, sobre todo cuando llegan los vientos glaciares. Así es el color de los habitantes de este cinturón.
13. «¿Cómo es su rostro?».
Tienen facciones muy viriles, es decir, no una pinta como la que se encuentra frecuentemente entre los hombres de la Tierra. Por otro lado el rostro es más redondeado, suave y delicado que la del sexo masculino de vuestra Tierra. Los labios tienen una forma perfecta, y también las comisuras de la boca.
El mentón es bastante prominente aunque no marcado de forma acentuada, sino suavemente redondeado y sin barba. La cabellera es abundante y larga, de color marrón oscuro, igual que las cejas y los párpados. La frente es alta y su blanco intenso contrasta con el color del cabello. Las orejas y la nariz son proporcionadas a todas las demás partes de la cara.
14. También el cuello está bien proporcionado, es largo y redondo; los hombros son muy anchos y los torneados brazos son proporcionados a los hombros. Sólo las palmas de las manos son un quinto más largas que las vuestras en relación con la mano entera. Las uñas de los dedos son del mismo color que el cuerpo; sólo hacia el final son mucho más pálidas y fuertes.
15. El resto del cuerpo está bien proporcionado hasta las caderas. Sin embargo el trasero es un poco más pronunciado que el vuestro. El resultado es que siempre mantienen una postura perfectamente derecha, sobre todo cuando el hombre está de pie y no anda; pues, desde su infancia, el hombre se inclina fuertemente hacia delante al andar.
16. Los pies son normales. También las partes pudendas. Sólo las plantas de los pies son proporcionalmente un poco más grandes que las vuestras.
17. Ahora preguntáis: «¿Cómo se visten?».
La ropa del hombre, como la de la mujer, no consiste sino en un delantal para cubrir sus órganos genitales; todas las demás partes están descubiertas. Pese a ello en ningún otro lugar reina una castidad como la de los habitantes de estos cinturones solares.
18. La mujer es más pequeña que el hombre que la sobrepasa una cabeza; todas las partes de su cuerpo son perfectamente redondeadas. Su piel es mucho más fina que la del hombre, pero más gruesa: por término medio la del hombre tiene un grosor de palmo y medio, mientras la de la mujer tiene dos palmos, aunque, pese a ello, resulta mucho más blanda y fina que la del hombre, incluso más blanda y elástica que la de vuestras mujeres terrestres.
19. Los pechos de las mujeres son perfectamente redondos y aparecen sobre el tórax como dos grandes semiesferas, lo que allí es considerado muy hermoso.
20. Su rostro es también extraordinariamente atractivo, amable y bonito. El cabello es muy abundante y les llega hasta mucho más abajo de la rodilla, siendo su color un poco más claro que el del hombre.
21. En casi ninguno de los demás planetas las mujeres son tan hermosas como aquí. Los hombres aprecian mucho esta belleza física.
Dicen: «Si una mujer tiene un corazón justo y, por lo tanto, también un espíritu justo, su cuerpo debe reflejarlos mediante una gran armonía. Si no la presenta, entonces debe haber una razón.
La aportación del corazón consiste en el amor abundante y constante al Señor, amor que es el alimento del espíritu para la Vida eterna.
El espíritu es el escultor del cuerpo. Si el espíritu degeneró debido a alguna falta del corazón, entonces también su obra será degenerada. Hay que averiguar si la falta fue de los padres o de los hijos. Si fue de los padres, entonces los hijos son inocentes y no debemos culparlos. Pero si la falta se originó en corazón de los hijos, entonces es deber nuestro ayudarles a tener un corazón justo, devolviendo así, si todavía fuera posible, la hermosura a su cuerpo.
Si no lo fuera, sigue siendo deber nuestro al menos rectificar el corazón de tal manera que, en adelante, el espíritu pueda recibir del corazón el alimento conveniente».
22. Esta es la razón por la cual los habitantes de este cinturón estiman mucho la belleza corporal perfecta, sobre todo tratándose de mujeres, a las que aman sobremanera si corresponden a este orden.
A una mujer fuera de este orden se la menosprecia y, si no entra en él, pronto la someterán a un poco curioso adoctrinamiento.
23. Esto es todo lo que podemos decir acerca de la apariencia y el modo de pensar de los hombres de este cinturón.
La próxima vez hablaremos sobre su gobierno doméstico.
1. Antes de que pasemos a la organización doméstica será necesario familiarizarse un poco con las viviendas de estos hombres, porque sin casa no hay gobierno doméstico.
Ya preguntáis: «Las casas que habitan estos hombres altos como montes, ¿cómo son y con qué material las hacen?».
2. Sus casas se parecen mucho a las del cinturón central principal del Sol y están hechas con piedras y madera. Pero son proporcionalmente más grandes, en la misma proporción en la que estos hombres son más altos que los del cinturón central principal.
Aunque no debéis tomar tales proporciones demasiado al pie de la letra, porque las casas del cinturón central principal, al igual que todos los demás edificios, tienen una altura excesiva, en manera alguna necesaria.
Las del cuarto cinturón no las construyen pensando en el lujo sino únicamente según las necesidades. De modo que en parte ninguna encontraréis edificios más altos que, a lo más, el doble de la altura de los hombres que los habitan.
No hay en ellos ni galerías ni terrazas como las que habéis visto en el cinturón principal y en los dos primeros cinturones laterales, sino que, para una mayor utilidad, los construyen a nivel del suelo.
3. Antes de examinar las instalaciones interiores debéis familiarizaros con su forma y su tamaño. Esto se entenderá mejor viendo la construcción de una casa desde sus cimientos hasta el tejado. ¡Fijaos, pues!
4. Mirad, allí en la llanura están empezando a construir una nueva vivienda. Hay un solar de dos mil brazas de largo y doscientas de ancho para la construcción. Pero no penséis en un rectángulo matemáticamente correcto, sino en una pista completamente recta a lo largo, un poco más estrecha al principio y más ancha al final.
5. Veis como a todo lo largo del terreno, a ambos lados, los constructores levantan quinientas columnas que deben alcanzar una altura de doscientos brazas. Cada una tiene un diámetro de veinticinco brazas.
En la parte estrecha del terreno, al principio de la pista que es también la entrada, sólo levantan veinte, de un grueso inferior a las que se erigen a lo largo del solar; el lado opuesto, o sea, el final, está cerrado completamente.
6. Los constructores colocan travesaños macizos sobre estas columnas y, en el interior de la construcción, a todo lo largo de la misma, levantan dos filas más de columnas de la misma altura pero de un diámetro mucho menor.
Ahora fijaos en que también sobre estas columnas ponen travesaños macizos para conseguir una construcción sólida. Y sobre ellos colocan por todas partes tablones relativamente fuertes, sin dejar hendiduras.
7. Ya están puestos los tablones. Mirad cómo colocan ahora sobre los mismos tres tejados, de los cuales el del medio es la mitad más alto que los dos exteriores. Ya los acaban. Pero continuad observando cómo los unen con una especie de tablas, fijadas tan estrechamente unas a otras, que no están separadas por un espacio mayor que una línea.
8. Acabado también este trabajo, fijaos en que alrededor de todo el edificio se ven grandes montones de placas. Sirviéndose de escaleras extremadamente fuertes, estos hombres gigantescos suben y bajan para tejar el tejado, de manera idéntica a la que ya habéis visto en el cinturón central principal. El lado de las placas que da al interior es completamente oscuro, mientras que el exterior parece de oro bien pulimentado.
9. Los bordes del tejado, es decir, de sus dos partes estrechas, se embellecen doblando elegantemente estas placas que parecen ser de oro.
El entramado del tejado queda abierto para que siempre pueda circular por él el aire, manteniendo así fresco, desde arriba, todo el interior del edificio.
10. Habiendo visto, en espíritu, toda la construcción, ya sabéis cuáles son la forma y el tamaño de la casa. Nos queda ver su interior, y así conoceremos la totalidad del edificio y también su finalidad, bastante sencilla.
11. Ved como entre las columnas centrales, empezando desde la segunda, hay a lo largo de todas ellas una pared de una altura de veinte brazas. En medio de cada dos columnas, la pared presenta una convexidad hacia ambos lados. También vemos como la parte superior de esta pared está acolchada blandamente. Se supone que ya sabéis para qué puede servir la pared: es el lugar de reposo de la vivienda, donde los habitantes suelen descansar después de su trabajo.
12. «Entre esas columnas exteriores vemos también columnas truncadas de una altura de cincuenta brazas, ¿cuál es su finalidad?».
Como veis, la superficie de las mismas está cubierta por diversos frutos, por lo que no tendréis que romperos mucho la cabeza para saber averiguarlo: son las “mesas comedor” de los habitantes de este cinturón.
13. Vayamos ahora al final cerrado de esta gran vivienda, que tiene una forma como abombada hacia el exterior. Desde allí han construido un pedestal de una altura de unas treinta brazas que se abomba hacia el interior de la casa contra la fila central de columnas interiores, de modo que presenta una forma ovalada, como cuando se corta un huevo longitudinalmente.
14. Fijaos ahora que este área, que mide varios cientos de brazas cuadradas, está cubierta de un extremo a otro por colchas blandas, debido a que, primero, es la sede del padre de casa y, segundo, le sirve de cátedra para la instrucción de toda la familia.
15. Con esto hemos acabado la descripción de toda la vivienda, cuya construcción tiene sencillos fines: para el reposo, para las comidas y para la enseñanza.
16. Ahora preguntáis: «Aparte de las casas-viviendas, ¿hay otras construcciones?».
Todas las casas tienen a ambos lados de la entrada, a una distancia de unas doscientas brazas, dos torres circulares idénticas, consistentes en un muro continuo con algunas ventanas redondas. Cada una tiene un diámetro de mil quinientas brazas y una puerta relativamente alta y ancha, orientada hacia la entrada de la vivienda, de tamaño adecuado a la estatura de los hombres. Pero la torre carece de tejado y está completamente abierta por arriba. Al interior sus paredes están provistas de galerías que no sirven para pasear sino para guardar todos los enseres que necesitan en la casa.
17. La otra torre sirve de despensa, y también en cierto modo de cocina, porque en este cinturón hay ciertos frutos que tienen que hervir antes de consumirlos.
Para ello han construido en el centro de esta segunda torre un fogón de cincuenta brazas sobre el nivel del suelo, con un diámetro de sesenta a setenta brazas. En su centro hay un hueco en el que vierten una especie de petróleo que se enciende fácilmente mediante chispas producidas golpeando ciertas piedras y que arde con una llama viva totalmente blanca de gran poder calorífico. Los frutos, metidos en ollas de verdadero oro que se colocan en círculo alrededor del fuego, pronto están cocidos a punto.
Con esto ya conocéis todas las instalaciones de la segunda torre.
18. Ahora pensáis en secreto: «Al principio de la descripción de las torres hemos sabido que sus paredes cerradas tienen varias ventanas redondas. ¿Para qué pueden servir si las torres están abiertas por arriba?».
19. Sirven para la ventilación, porque en este cinturón abundante en agua, el aire es bastante húmedo por lo general, de modo que en sitios cerrados aparece fácilmente el moho, los frutos se pudren y las herramientas se oxidan. Con el fin de evitar este inconveniente, en todas partes hay previstas aberturas adecuadas para que el aire circule, seque y limpie continuamente los espacios interiores.
20. Los sabios habitantes de este cinturón saben aprovechar muy bien las muchas corrientes de aire que hay en él debido a sus extensas llanuras.
Con esto acabáis de saber algo nuevo sobre los hogares de estos hombres.
21. Y para que podáis completar vuestra idea acerca de la organización doméstica, llamo vuestra atención sobre el gran recinto para animales que hay detrás de las dos torres, construido según lo permita el terreno. Está cercado por una pared de setenta brazas de altura y cinco de grueso. En la parte de fuera hay un muro de apoyo cada cien brazas. Un recinto de tamaño medio puede medir diez mil brazas de largo y ocho mil de ancho.
22. Este recinto está preparado para una especie de animales que no existen en vuestra Tierra y que los habitantes de este cinturón aprecian tanto como vosotros vuestras ovejas. Su tamaño puede superar fácilmente cien veces el de vuestros elefantes. La cabeza se parece a la del camello y el cuerpo al de la vaca. Las piernas y los pies son similares a los de la jirafa, porque sus piernas delanteras son la mitad más altas que las traseras. La cola tiene la forma de una bola de lana que los habitantes utilizan para fabricar sus delantales, fin único por el que mantienen este animal doméstico.
23. Ahora ya conocéis todo lo necesario para el gobierno de la casa de los habitantes de este cinturón. Así que podemos pasar sin más dilación a su organización doméstica, que examinaremos la próxima vez.
1. Una parte de la organización doméstica ya la podéis deducir de la observación atenta que habéis hecho sobre la construcción de la propia vivienda.
Pero también hay otras normas de conducta que no pueden inferirse de su estructura. Para informaros sobre ellas es preciso que os familiarice antes con el carácter de los habitantes.
2. Los hombres de este cinturón son los más suaves y amables de cuantos habitan el Sol. Toda su conducta es de una humildad, amabilidad y suavidad que no podéis ni imaginar.
3. Por ejemplo, como la mujer es más pequeña que el hombre, ninguno se atreve a andar enteramente derecho en su compañía para que ella no tenga que alzar los ojos cuando le mira.
Cuando anda, los hombres agitan las manos para mover y refrescar el aire a su mujer, que siempre le acompaña, y para enrarecerlo delante de ella con objeto de que pueda seguirle más fácilmente.
Por consideración amorosa hacia su mujer también acortan mucho el paso y, en vez de darlos de setenta brazas que son los suyos normales, los reducen a apenas veinte para que la mujer pueda seguirles fácilmente y sin esfuerzo.
Por idéntico motivo nunca caminan al lado de su mujer porque, si lo hicieran así, ella misma tendría que vencer la resistencia del aire o pasar de vez en cuando por malos pasos. Siguiéndole no tiene que vencer dicha resistencia y también puede andar por sitios buenos.
4. De la misma manera tratan a sus hijos. Los crían y educan con gran amor y todo lo que el padre les enseña es estimulante, lleno de suavidad y de dulzura, y agradable como una lana suavísima.
5. Los habitantes solares de este cinturón consideran que ya un rostro adusto es un pecado. Por ello siempre tienen una sonrisa en sus labios; son tan compasivos que cuando ven a un hermano que parece sufrir por algo, en seguida se conmueven hasta llorar y se esfuerzan por aliviarle dentro de lo posible.
6. Si un vecino se dirige a otro para pedirle un favor, encontrará la mejor disposición; no podéis ni imaginaros una disposición mayor a mostrarse serviciales con los vecinos que la que acostumbran a tener los habitantes de este cinturón.
Si, por ejemplo, un vecino visita a otro y le ruega que le preste una herramienta o cualquier otra cosa, no sólo le da la pieza pedida con la mayor amabilidad, sino que le pregunta si no puede servirle con algo más.
Y si el otro le da las gracias muy amablemente y le dice que no, entonces insiste en llevar él mismo la pieza pedida a casa del otro, y le ofrece sus servicios caso que no sepa con seguridad cómo servirse adecuadamente de ella.
7. Si un vecino viene a pedir frutos o telas, no sólo le dan abundantemente lo pedido sino que, además, el dador lleva las cosas con sus propias manos a la vivienda de su vecino, rogándole encarecidamente que nunca se le ocurra devolverle el favor.
8. Todavía más extraordinaria es esta amabilidad complaciente con los forasteros que viajan para conocer mejor su mundo. Siempre los reciben con la mayor deferencia y les tributan los mayores honores que se acostumbran entre ellos.
Estos consisten en que enseguida le invitan a entrar en la casa y le ofrecen muy atentamente la sede del padre de casa para que pueda descansar.
Entonces todos los miembros de la familia se apresuran a dedicarle la mayor atención imaginable. Y el día que el huésped continúa su viaje y tiene que despedirse del anfitrión, siempre hay escenas conmovedoras.
9. La penosa escena de la separación entre la madre más cariñosa de la Tierra y su hijo que debe viajar a un país muy lejano, apenas es una pálida huella de la pena que experimentan los habitantes de este cinturón cuando el huésped continúa su viaje.
10. Cuando el huésped se va, recibe bendición tras bendición del padre de casa y de todos los miembros de la familia para que tenga mucha suerte en su viaje y para que, si ello fuera posible, les visite de nuevo al regresar.
Luego se le provee de todo lo que pueda necesitar. Y cuando finalmente abandona la casa de su anfitrión, toda la familia le acompaña hasta que llega cerca de otra vivienda. Allí vuelven a bendecirle y cuando el huésped se va, por supuesto agradeciendo fervorosamente la muestras de afecto de las que ha sido objeto, los que le han acompañado le siguen con la mirada hasta que se pierde de vista; sólo entonces regresan a su casa, no hablando en el camino de vuelta de otra cosa sino del huésped forastero y deseando que el amoroso y buen Señor de los Cielos y de la Tierra le proteja de cualquier contratiempo.
11. De estos pocos ejemplos podéis deducir fácilmente el carácter de estos hombres, y, del mismo, su organización doméstica.
12. Nunca se obliga a nadie a realizar trabajo ninguno. Cuando un trabajo es necesario, entonces cada cual compite con los demás en ayudarse y apoyarse mutuamente para que nadie tenga una vida demasiado dura.
De todo esto resulta evidente que la organización doméstica sólo consiste en amar al prójimo, de lo cual se derivan todas las demás reglas.
13. Entre ellos no existe ninguna ley promulgada, ni siquiera positiva, porque su única ley, que está viva en el corazón de todos, es el amor.
14. Si alguna vez alguien falta contra ella en lo más mínimo, inmediatamente el padre de casa le reprende con mucho amor y dulzura con las palabras siguientes: «Querido hijo mío, has faltado en tu corazón y no has pensado que el hermano que te ha pedido un pequeño favor posee, como tú, un eterno espíritu inmortal. Este espíritu es un espíritu vivo de Dios y una parte de su Amor infinito, que también emana de Él infinita y eternamente.
¿Qué cosa noble y del agrado del gran y amoroso Señor de los Cielos y de las Tierras podemos hacer si no reconocemos su Amor infinito en todos nuestros queridos hermanos, y, por ello, los amamos desde la profundidad de nuestro corazón, porque, al igual que nosotros, son partes del infinito Amor de Dios?
No tenemos sino una sola ley: “¡Amad el Amor!”.
Nuestros hermanos son, como nosotros, Amor surgido de Dios. ¿Cómo no íbamos a amarlos entonces y, cuando precisen algo nuestro, dárselo con mucho gusto? Pocas oportunidades hay para que podamos servir en algo a los queridos hermanos y hermanas. Si no las aprovechamos, ¿en qué quedará nuestro amor a Dios, Él que en todas partes se nos adelanta con su Amor infinito?».
15. Estas palabras bastan para mover a la persona que ha faltado alguna vez levemente contra su hermano a que, con la mayor dulzura y amabilidad, repare cien veces la falta cometida. En esto se resume toda la organización doméstica.
16. ¡Sólo quisiera que vuestra actitud también fuera así! También entonces todos vosotros llevaríais mi Palabra viva dentro de vosotros...
Sin embargo, vuestra organización está únicamente movida por vuestro interés personal, por lo que mi Palabra en vosotros, y en la mayoría de los hombres de la Tierra, parece un cadáver que se está pudriendo en una tumba en la que ya no hay nada vivo salvo los gusanos que se lo comen. Con el tiempo, los gusanos consumirán completamente el cadáver, con lo que finalmente transforman el templo de la vida en una casa de la muerte.
17. Fijaos bien en semejante organización doméstica, comparadla con mi Ley del Amor, y reconoceréis, primero, que en este Amor mora oculta la Vida eterna, segundo, que Yo en todas partes soy el mismo Amor purísimo y, tercero, que estos hechos deben garantizaros que todo lo que Yo os digo es cierto, porque la Verdad es una Luz que emana de la Llama del Amor.
Si encontráis en ella el verdadero Amor, entonces también tendréis la Luz verdadera que os garantiza la entera Verdad de todo lo que en ella fluye del mismo Amor, fundamento de toda la Verdad eterna.
18. Como ya sabéis esto, podremos examinar perfectamente con esta óptica la organización gubernamental de los habitantes de este cuarto cinturón. Lo haremos en la próxima ocasión.
1. La organización estatal propiamente dicha no es sino la parte ceremonial de la organización religiosa, y contiene las reglas referentes al servicio interior a Dios que siempre hay que observar.
2. Cierto es que estas reglas son mucho más amplias en el propio planeta al que corresponde este cinturón: Júpiter. No obstante, las reglas del cinturón están en relación correcta con lo que tienen de bueno esas reglas en Júpiter.
3. En el cinturón no hay otro jefe político más que el padre de casa, mientras que en el planeta, existen aquí y allí hombres que también se consideran señores y que exigen que se les reconozca como tales, forzando con castigos a que lo hagan quienes se les oponen.
Así que en el planeta existen hombres que se consideran semidioses y mediadores entre el pueblo y Yo. Estos hombres quieren ser reconocidos como auténticos señores. Escarmientan duramente a todos quienes no les rinden pleitesía, y, en casos extremos, les condenan a morir en la hoguera.
Estos “señores” son paganos en cierto modo y adoran el Sol como rostro de Dios, no negando explícitamente que Yo sea el Señor. La diferencia entre esta clase de paganos de Júpiter, poco numerosa, y los habitantes buenos del planeta, consiste en que los “señores” me consideran como Señor supremo, mientras que los buenos dicen que Yo soy el Señor único.
4. Con estos y otros usos que en el planeta son costumbre, la organización estatal ha de ser allí incomparablemente más complicada que en el correspondiente cinturón solar, donde no hay señores, ni mediadores y, menos aún, semidioses paganos. Así que no debéis considerar que las reglas que mencionemos aquí sean costumbres arraigadas en el planeta correspondiente sino, como mucho, las buenas tendencias de las mismas.
5. «¿Cuáles son entonces las normas estatales en el cuarto cinturón solar?».
Algunas ya las conocéis por la organización doméstica, con lo que sólo nos queda considerar algunos detalles.
6. La primera regla se refiere a su manera de comunicarse. Según ella, todo habitante del cinturón tiene la obligación sagrada de no hablar nunca de asuntos espirituales con palabras articuladas, sino sólo por medio de la mímica y de gestos, sirviéndose para ello de los ojos, de la frente, de los labios, de las comisuras de los labios, del mentón, de ambas mejillas y de las manos. Sólo en asuntos naturales y con los forasteros está permitido servirse de palabras articuladas por la boca.
7. Los habitantes de este cinturón observan esta regla ya desde edad temprana, de manera tan natural y desenvuelta como para vosotros lo es pasear por un hermoso jardín, sobre todo si es vuestro.
8. Esta es una primera regla.
Otra norma es que cuando los hombres del cinturón en cuestión caminan acompañados, nunca uno debe ir detrás de otro, con la única excepción de las mujeres que deben andar detrás de sus maridos.
En Júpiter esto no le está permitido ni a las mujeres. Por eso los habitantes del planeta, al igual que los del cinturón solar correspondiente, miran frecuentemente hacia atrás para ver si alguien les sigue y les mira.
Si se ve a alguien, todo el grupo, o el individuo si se trata de una persona, se para, da media vuelta y espera al “perseguidor” hasta que este los alcanza.
9. Inmediatamente le preguntan si, siguiéndoles, ha visto algo de sus espaldas. Si lo admite, entonces se le amonesta prudentemente y se le advierte que no lo comunique a nadie. Cuando no ha visto nada se le llama la atención sobre el riesgo que podría haber corrido si ellos no hubieran mirado atrás diligentemente.
10. Sin duda preguntaréis: «¿Cómo es posible que estos hombres, tan buenos y afectuosos en todo lo demás, puedan ser tan insensatos?».
Pero os digo que por necia que esta regla pueda parecer a primera vista, tiene su fundamento muy sabio, que pronto conoceréis.
11. Ya se dijo que la organización estatal es, en cierto modo, la parte ceremonial del culto religioso interior, razón por la cual tal norma de comportamiento debe ser excusable.
«¿De qué manera?».
En seguida lo veréis.
12. La cara, y en realidad toda la parte delantera del hombre, simboliza la verdad, mientras que su parte posterior simboliza la mentira.
Estos hombres consideran la mentira como el vicio más humillante. Entre ellos no existe la falsedad, porque el gran amor que tienen a sus hermanos les hace decir siempre la pura verdad. Por ello nunca quieren mostrar a estos hermanos muy queridos la parte de su cuerpo que corresponde, aún simbólicamente, a la mentira.
Pues dicen: «Nadie debe tener ante su hermano cosa secreta que ocultarle. Y lo que uno lleva dentro de su corazón, no lo puede manifestar a su hermano por la espalda.
Quien da la espalda a su hermano, intenta esconderle su corazón. Por ello, quien quiera mostrarle abiertamente el corazón, siempre apartará su espalda de la cara del hermano, no dándole así el menor motivo para que sospeche que hay algo oculto que no le quiere enseñar.
Ya que el amoroso y único Señor de los Cielos y de las Tierras evita con sumo esmero y cuidado dar la espalda a los hombres y a todas sus criaturas, y les muestra la Faz santísima, de la cual recibimos la Vida eterna y toda la Sabiduría, ¿por qué no haremos mutuamente entre nosotros, los hombres, lo que el amoroso y único Señor de los Cielos y de las Tierras hace ante nosotros y las criaturas, debido a su Orden eterno e infinitamente sabio?».
13. Mirándolo desde el punto de vista de la verdadera sabiduría, el habitante de este cinturón no pierde nada cumpliendo esta regla, porque toda acción deja de ser necia si se hace por amor a Mí y al prójimo.
Cuando, por hermosa que parezca, tiene por fundamento el amor propio y el egoísmo, será una mera tontería a los ojos de los espíritus verdaderos y puros.
14. Ya que conocéis esta regla, os presentaré otra. Esta tercera regla conviene examinarla en el interior de una vivienda.
«¿En que consiste?».
En que a la hora del descanso nadie debe dirigir su cara hacia fuera; todos tienen por el contrario que mirar hacia dentro.
«¿Por qué?».
Estos hombres dicen: «Durante el descanso debemos alzar nuestros ojos a Dios. Pero Dios, en su manifestación como Amor infinito, es lo más interior de todas las cosas. Por ello el interior de la vivienda representa en cierto sentido el Amor de Dios, del que el hombre nunca debiera apartar sus ojos».
15. En las viviendas de Júpiter, construidas un poco diferentemente, los hombres disponen de camas acolchadas con hojas de higueras, árboles muy frecuentes en aquel planeta. Están orientadas de manera que la cara de quienes duermen en ellas mire hacia el interior de la casa.
En el cinturón solar correspondiente no existen camas en las viviendas, sino sólo en los bancos de reposo ya descritos que hay entre las columnas. En ellos, como ya hemos dicho, se sientan los hombres de modo que sus rostros estén dirigidos hacia el interior de la casa.
16. Sólo entran en los dos pasillos exteriores de su casa y vuelven su rostro hacia el exterior cuando comen, porque, como ellos mismos dicen, sirven a su cuerpo, es decir, a su naturaleza exterior, servicio que no debe ser mezclado con el servicio a Dios.
17. Acabamos de describir unas de esas reglas estatales que, analizadas detalladamente, se basan sin duda en sabios principios. Pasemos a otra:
18. La siguiente regla concierne a cómo estar sentado fuera de la casa en un lugar libre, por ejemplo, bajo la sombra de árboles muy grandes.
Todos, hombres y mujeres, están obligados a sentarse como entre vosotros los turcos, es decir, con las piernas cruzadas; además, siempre en círculo, con la espalda hacia fuera y la cara hacia el centro y, a ser posible, siempre una mujer entre dos hombres.
19. Esta manera de sentarse es una forma de vida social; durante tales reuniones siempre se habla mucho para entretenerse agradablemente.
20. Ahora preguntáis: «¿De qué hablan normalmente?».
Habitualmente hablan con voz normal, aunque un poco baja. Charlan sobre fenómenos y otras cosas extraordinarias, aunque el tema favorito de su conversación siempre seguirá siendo el amoroso Señor. Una vez que empiezan a hablar de Él, la conversación ya no pasa fácilmente a otro tema.
21. En cuanto tocan este tema, todos enmudecen y el lenguaje mímico sustituye a la voz. Pero no debéis pensar que se trata de un lenguaje mímico incomprensible como el de vuestros cómicos terrestres... Se trata por el contrario de un lenguaje que, por pertenecer al espíritu, es un lenguaje perfecto que puede describirlo todo, y ante el cual la palabra hablada, aún en su máxima perfección, resulta pobrísima.
Para que podáis haceros una idea más clara del mismo, os pondré un ejemplo fácilmente comprensible:
22. Buscad dos videntes de las cuales una piensa el contenido de una carta dirigida a cualquier persona y permitid que la segunda se ponga en conexión magnética con ella. La segunda escribiría la misma carta que pensó la primera. Este ejemplo evidente os permite haceros una idea de cómo es el lenguaje mímico de los habitantes del cinturón.
23. Así que esta es otra regla que tiene un fundamento adecuado y una buena finalidad.
Pero pasemos ahora a otra, consistente en que cuando un hombre habla oralmente con una mujer, debe cuidar mucho de no hacerlo en voz demasiado alta, porque una palabra demasiado alta dirigida a una mujer delicada puede darle la impresión que se tiene algo desagradable contra ella, lo que fácilmente podría perjudicar su espíritu, con el resultado de que se volvería estéril.
24. Por este motivo la ternura del hombre hacia la mujer es tan extraordinaria que en vuestra ruda Tierra en manera alguna os la podéis imaginar. Además, de esta misma ternura brota una delicia indescriptible que allí los cónyuges experimentan mutuamente, gozo del que tampoco podéis tener la menor idea.
25. Incluso vosotros en la Tierra entendéis que el valor de una mujer puede aumentar increíblemente con la dulzura y la ternura que se le demuestra.
Si alguna vez habéis estado en una fiesta, la mujer que más os habrá impresionado habrá sido sin duda alguna la que gozara de mayor prestigio entre los demás. Y cuanto más respetuosamente se la considerara, tanto más felices os habréis sentido junto a ella. El ejemplo es un poco pobre, pero en vuestra Tierra no se puede encontrar otro mejor. Por lo menos puede ayudaros a entender más claramente la razón por la cual en la cuarta pareja de cinturones, primero el sexo femenino es tan extraordinariamente tierno, dulce, delicado y lleno del amor más íntimo y, segundo, cómo este carácter siempre va acompañado de manera natural por la hechicera belleza exterior que le corresponde.
26. Es completamente cierto y seguro que la forma exterior del cuerpo expresa el carácter interior.
Si en la Tierra encontráis formas repugnantes, son el resultado de una depravación de muchos años del carácter de los antepasados. Pero si dicho carácter se ennoblece más y más, con lo que en su fondo más íntimo cada vez se parece más a Mí, entonces también sus manifestaciones exteriores aparecerán ennoblecidas.
27. De lo dicho podéis deducir que las mujeres de este cinturón son extraordinariamente hermosas y que, en cierto modo, en todas partes irradian amor y la mayor gracia. Así queda explicada la regla sobre el lenguaje oral que el hombre ha de tener ante las mujeres.
28. Con ella terminamos el mensaje de hoy. La próxima vez examinaremos algunas reglas estatales mucho más importantes.
1. Antes de pasar a las reglas estatales más importantes será necesario familiarizarse un poco con la flora y la fauna del cinturón.
2. Ahora pensaréis: «Mucho tiempo pasará antes que continuemos con ellas si hemos de ser informados sobre la abundantísima flora y fauna de este cinturón, aunque sólo sea superficialmente».
Pero Yo os digo que no os preocupéis. Sé muy bien talar el árbol de un sólo golpe cuando conviene. Así será ahora.
3. Antes de darlo, he de llevaros de nuevo al planeta Júpiter. Aunque sea aproximadamente cuatro mil veces mayor que la Tierra, ningún otro planeta tiene condiciones climáticas tan parecidas a las vuestras y, por lo tanto, una mayor similitud de flora y fauna.
Verdad es que presenta igualmente algunas peculiaridades que son corrientes en otros planetas, aunque desconocidas en el vuestro. Pero en Júpiter encontraréis todo lo que hay en la Tierra, sólo que bastante más grande.
4. Una peculiaridad concerniente al reino vegetal es que hay algunos sabios, muy piadosos y amorosos, con una fuerza de voluntad parecida a la de los habitantes del cinturón central solar, mediante la cual pueden obtener del suelo plantas y árboles de especies antes inexistentes. Esos árboles y plantas carecen de semillas, por lo que no pueden reproducirse, mientras que las plantas y los árboles positivos, es decir, los que crecen naturalmente como los de vuestra Tierra, llevan consigo una semilla vital.
5. Las plantas positivas son las mismas que produce vuestro suelo, pero más nobles.
Por ello encontraríais en la zona caliente de Júpiter todas las plantas tropicales terrestres; en sus dos zonas de clima templado, todos los frutos y plantas de las correspondientes zonas terrestres, y lo mismo pasa en las zonas frías. Sólo que debéis imaginároslos todo mucho más grande y espléndido.
6. Allí andaríais entre los tallos de hierba de un prado como en vuestra Tierra por un bosque joven, y los árboles serían diez veces más altos que los vuestros. Aunque no encontraríais en parte alguna los árboles gigantescos ni los animales enormes que habéis conocido en Saturno.
7. Tampoco los hombres de Júpiter alcanzan ni mucho menos, la estatura de los de Saturno, y son mucho más pequeños que los habitantes de su cinturón solar correspondiente: sólo son entre tres y cuatro veces mayores que vosotros en la Tierra.
8. Sabiendo todo esto, podemos proceder a dar el hachazo antes dicho y podéis estar seguros que con él llegaremos a conocer tanto la flora como la fauna de nuestro cuarto cinturón solar. Observad la flora y la fauna de vuestra Tierra; imaginaoslos todos de un tamaño cien veces mayor y tendréis ante vosotros el mundo vegetal y el reino animal del cinturón.
9. Por ejemplo, cinco de vuestros hombres tendrían suficiente para comer hasta hartarse con una mosca de este cinturón solar. Tampoco seríais capaces de consumir diez fresas, y dos hombres fuertes transportarían difícilmente un racimo de uvas. Y en la misma proporción todo.
Lo mismo sucede con los animales, salvo la única excepción de la serpiente que no existe ni en el planeta Júpiter ni tampoco en el cinturón correspondiente. Verdad es que hay lagartos, pero todos son benignos. Viven normalmente a orillas de los lagos y de los ríos y nunca se los ve cerca de las casas de los hombres.
10. Y llegó el momento en que podemos continuar con nuestras reglas estatales.
11. Hay una que indica que no deben tenerse dentro del recinto otros animales sino unos cuantos pájaros domésticos, gallinas, palomas, así como la bestia que ya habéis conocido.
Ahora preguntáis: «Si hay que respetar estrictamente esta regla estatal, ¿no habrá que tener en cuenta la inteligencia limitada de los animales?».
No es necesario, porque la regla simplemente indica a los habitantes de este cinturón la obligación de cercar sus terrenos que frecuentemente miden muchas leguas cuadradas, para que los animales no puedan entrar.
12. Ahora diréis: «Pero vallar todo eso les costará mucho trabajo».
Si hicieran el trabajo como vosotros, entonces tendríais razón; porque muchas veces los cercados tienen un perímetro de varios cientos de leguas.
13. «¿Cómo hacen entonces ese inmenso trabajo?».
Cogen una gran cantidad de excelentes semillas de árbol y, sirviéndose de una herramienta parecida a un arado, trazan un surco alrededor de su terreno. Para esto no utilizan animales porque ellos mismos son extraordinariamente fuertes. Después una mujer pone las semillas en el surco, y otra que le sigue lo cubre con una herramienta especial.
El trabajo se hace tan deprisa, que un pájaro volando con su vuelo más rápido apenas podría seguirles. Gracias a la enorme fertilidad del suelo, los árboles así sembrados alcanzarán en poco tiempo una altura de veinte brazas. Al cabo de tres años, según vuestro cómputo del tiempo, el cercado vivo ya estará acabado y completo.
14. Si queréis saber de qué clase de árboles se trata, se parecen en su mayoría a vuestros cedros, abetos y pinos. Sus troncos crecen tan densos que forman una pared, alcanzando la misma una altura de más de mil brazas.
15. Podéis estar seguros que con semejante vallado ningún animal puede entrar en el terreno así cercado.
De manera que esta regla advierte a los habitantes que tienen que vallar adecuadamente sus terrenos.
16. «¿Por qué los habitantes de este cinturón aborrecen tanto a los animales?».
Conforme a su sabiduría interior, ellos dicen: «Todos los animales tienen todavía almas impuras, de modo que su comportamiento podría contaminar el alma humana, porque todas las actividades de los animales llevan el sello del juicio en que se encuentran. Y el hombre, debido a su libertad, demasiado fácilmente podría imitar una u otra actividad de un animal, provocando así su propia caída en un juicio animal, lo que poco a poco dañaría su alma.
17. Por ello es nuestro deber, motivado por el amor, apartar estos animales de nosotros: más vale tenerles miedo que un afecto inadecuado. El amor a los animales produce con el tiempo un ánimo impuro y hace que el alma misma se vuelva animal. ¡Que nadie maldiga a los animales por ello! ¡Pero que menos aún el sagrado corazón humano les coja cariño!».
18. ¡Este es el punto clave de la regla estatal antedicha! Esta norma también confirma que los habitantes de este cinturón fundamentan sabiamente cada una de sus reglas.
19. De nuevo vais a preguntar: «¿Pueden colocar vallados para las moscas y otros insectos voladores, o para los pájaros salvajes? Porque el alma de estos animales tampoco es tan pura como la de los hombres».
20. Las moscas y otros insectos voladores son retenidos fácilmente a una buena distancia por la voluntad de los habitantes. De todos modos, estos animales sólo viven a orillas de mares, lagos y ríos.
21. Los pájaros no son peligrosos mientras vuelan. Si se posan en algún sitio, no se quedarán mucho tiempo y el poco daño que hagan puede olvidarse fácilmente porque también son de gran utilidad consumiendo toda clase de gusanos impuros.
22. Por ello existe otra regla estatal que prescribe que nadie debe ahuyentar un pájaro del lugar donde se posa.
Al respecto, también los habitantes dicen: «Todo lo que es capaz de elevarse por encima de nuestra valla y no respeta ese límite está guiado en beneficio nuestro por una Voluntad superior.
Por este motivo nunca debemos espantar lo que llega por arriba sino permitirle que nos sirva conforme la Voluntad de Dios según el modo en que, en beneficio nuestro, tal ser está destinado a hacerlo».
Y así los habitantes de este cinturón toleran bandadas enteras de pájaros, los cuales frecuentemente se alimentan en sus terrenos, diciendo: «Todo el que trabaja merece recibir alimento; por ello permitid que estos trabajadores coman, porque no acuden sin que sea la Voluntad de Dios, ni tampoco continúan volando sin ella».
23. Como veis, esta regla estatal se basa igualmente en una buena razón.
Pero aún preguntaréis: «Si los habitantes del cinturón vallan sus propiedades, ¿dónde viven los numerosos animales grandes?».
¡No os preocupéis por esto! Sus terrenos no lindan uno con otro como ocurre en la Tierra; allí existen frecuentemente entre las propiedades espacios libres de cien leguas que están a disposición de los animales los cuales, debido a ello, disponen por lo general de más espacio que los hombres.
24. De nuevo uno u otro de vosotros pudiera preguntar: «Hemos aprendido que los hombres de este cinturón viajan frecuentemente. Si lo hacen atravesando las zonas que hay entre las propiedades, ¿no corren el peligro de que los ataquen las bestias feroces?».
Pregunta vana porque, primero, los animales de este cinturón son mansos y temen a los hombres; segundo, porque el hombre es un verdadero amo de su mundo gracias tanto a su fuerza espiritual como a la corporal y, en tercer lugar, cada viajero es acompañado hasta la próxima propiedad vecina. Debido a estas tres causas todos pueden viajar tranquilamente. Además, en el Sol no corren el riesgo de que pueda hacérseles de noche.
25. Con lo cual ya conocéis otra regla que consiste en que siempre hay que dejar entre los terrenos vallados suficientemente espacio para los animales.
Además, cada propiedad debe tener en sus lindes siete entradas preparadas de tal manera que sólo puedan pasar por ellas esos hombres enormes pero no las bestias.
26. «¿Qué forma tienen los espacios reservados a los animales a los que se llega pasando por esas entradas?».
Por lo general hay mucho bosque en ellos. Estos bosques sólo clarean desde la entrada de una propiedad hasta la de la vecina: son caminos que hacen para que se puede viajar por ellos con seguridad.
27. Existe otra regla estatal sobre el mantenimiento de estos caminos vecinales, según la cual cada vecino ha de conservar siempre limpia su mitad.
Los habitantes dicen: «Los animales impuros pasan por la espesura de los bosques, pero el hombre siempre debe andar por caminos despejados. Los animales no pueden aclarar los caminos pero sí lo puede el hombre. Además, deben ser rectos para diferenciarlos de los caminos torcidos de aquellos seres que no son conscientes del placer que produce la línea recta y yerran en todas direcciones a través de la espesura de los bosques».
28. Estas son las reglas más importantes sobre el orden de las propiedades.
La próxima vez examinaremos todavía algunas reglas más, y después pasaremos a la religión.
1. Otra regla estatal es que los habitantes de este cinturón están obligados a cultivar trigo, a recogerlo en haces cuando está maduro, y a trillarlo para conseguir el grano limpio.
2. «¿Para qué lo utilizan?».
Hierven los granos de este cereal, casi tan grandes como vuestros huevos de gallina, y se los comen sin más. Si vosotros preparaseis así vuestros granos de trigo también tendríais un alimento muy nutritivo, aunque no os gustaría mucho porque no son tan dulces como los de este cinturón. El trigo cocido les gusta mucho y es su comida favorita.
3. Vais a preguntar: «¿Cómo algo así puede ser una regla estatal?».
¡Tened un poco de paciencia! A los sentidos exteriores no se les puede explicar instantáneamente con una sola palabra la totalidad de un asunto.
Escuchad lo que dicen los habitantes de este cereal: «De todas las plantas fructíferas que el gran y único Señor de los Cielos y de nuestro mundo nos ha regalado, ninguna merece tanto nuestra diligencia como precisamente el grano de trigo, porque ninguna otra es tan parecida como ella al Pan vivo de los Cielos.
Todos los demás frutos que conocéis nos los podemos meter en la boca en cuanto los cojamos de las plantas, arbustos o árboles. Pero antes de poder consumir el trigo, el mejor de todos nuestros frutos, tenemos que separarlo de la espiga, que está llena de pinchos y púas, limpiarlo y, para poder saborearlo, hervirlo en agua vitalizada por el fuego.
4. Ahora observad el Pan de los Cielos que es la Palabra santa que nos anuncian los espíritus de los Cielos. ¡Mirad cómo se parece al grano de trigo, nuestro alimento favorito tras una preparación laboriosa!
Sólo mediante muchos esfuerzos y pruebas espinosas logramos conseguir el Pan celestial. Habiéndolo recibido, debemos limpiarlo en nuestro interior con nuestro modo de obrar.
Pues, como sabéis, se nos da siempre de forma que la verdadera sustancia nutritiva para el espíritu inmortal está cubierta por una envoltura de profunda sabiduría celestial, difícil de penetrar.
Cuando por fin hemos liberado de la envoltura el puro grano interior, todavía tenemos que hervir este grano, aún duro, en nuestra propia agua vital del espíritu, con el fuego de nuestro amor a Dios, hasta que se ablande, transformándose así en una comida verdaderamente nutritiva para nuestro espíritu inmortal».
5. Si consideráis dichas palabras desde este punto de vista, entonces sin duda alguna comprenderéis por qué en este cinturón el cultivo del trigo es una regla estatal. Ya conocéis una importantísima norma más.
6. Otra regla determina en qué orden se deben cultivar los árboles, arbustos y demás plantas. En este cinturón todo está en círculos alargados alrededor de la vivienda. En la parte más alejada se encuentran los árboles frutales más grandes y, finalmente, el conjunto está cerrado por el vallado de los descomunales cedros y abetos.
7. También esta disposición, que según la sabiduría de los habitantes corresponde a mi Orden, tiene su buena razón, porque todo lo que sea de materia gruesa, símbolo de la sabiduría sublime pero insensible, se encuentra muy lejos del fuego central de mi Amor.
Todo lo delicado, pequeño y débil, está siempre más cerca de la eterna morada principal de mi Amor. Por ello, incluso en vuestra Tierra, hay un proverbio que dice: «El Amor de Dios se dirige a los pequeños y a los débiles». Y Yo mismo dije en ella: «¡Dejad a los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos!».
8. Con lo dicho entenderéis fácilmente por qué el orden del cultivo de los árboles frutales de una propiedad también es aquí una regla estatal.
Más claro aún os quedará si recordáis lo que ya dije antes de explicar estas reglas estatales: que las mismas son la parte ceremonial de la religión de los habitantes de este cinturón.
9. Hay todavía algunas reglas más, pero si analizáis bien las que ya hemos examinado, que son las más importantes, podréis concluir acertadamente que todas las demás tienen el mismo fundamento que las que acabo de daros.
10. Así que dejemos las reglas estatales y vayamos a la religión de los habitantes de este cinturón.
1. En ninguna parte la religión es tan sencilla como allí.
2. Consiste en creer de manera viva que Dios es un hombre sumamente perfecto y que creó el Cielo, su mundo solar y todas las cosas con su libre Voluntad; que creó todos los seres y al hombre a su viva imagen, y que le ha puesto en el mundo para que lo señoree y para que domine el mundo exterior y su propio mundo, o sea, la naturaleza de cada hombre durante su vida corporal.
Esto, que en cierto modo forma una primera parte de su doctrina religiosa, lo enseñan como rasgos fundamentales de su religión.
3. La segunda parte de su doctrina religiosa expone que el hombre es un recipiente perfecto para acoger la Voluntad divina. Y además que, tan sólo con acogerla, puede transformarse en un verdadero señor con poder sobre todas las demás criaturas del mundo, así como sobre el mundo mismo.
4. También explican en esta parte de qué manera puede el hombre acoger perfectamente la Voluntad divina: precisamente cumpliéndola.
Pues dicen: «Quien cumple cabalmente la Voluntad divina en su interior, tiene que haberla aceptado antes. Nadie puede acoger en sí la Voluntad divina mientras no haya suspendido su propia voluntad vana. ¿Cómo puede el hombre abandonar su voluntad? ¡Utilizándola para el fin para el que el Creador se la infundió!».
5. Vais a preguntar: «¿Cuál es ese fin?».
El siguiente: El hombre debe desear cumplir por voluntad propia la Voluntad divina, a la cual, precisamente por este motivo, debe querer conocer. A quien realmente quiere conocerla en serio, Dios pronto se la hará saber, en la medida conveniente.
En la medida que alguien conoce la Voluntad divina y, llevado por su propia voluntad obra según la Voluntad de Dios, en esa medida reúne su propia voluntad con la divina, con lo que se realiza una verdadera reunión entre Dios y el hombre, en lo cual consiste la verdadera religión en el sentido estricto de la palabra.
6. Por este motivo, cuanto más se esfuerza el hombre al entrar en el proceso religioso, es decir, en el proceso de volver a ligarse con Dios, por conocer la Voluntad divina y por obrar según ella, tanto más se liga también con la fuerza de la Voluntad divina.
Y si alguien la hace suya hasta el punto de no tenerla propia, ya ni siquiera para cumplir la Voluntad divina porque toda la de él se ha vuelto puramente divina, entonces no sólo se ha juntado con Dios sino que ha entrado en unión con Él.
7. Ya conocéis la finalidad de la religión: el hombre debe reunirse con Dios, es decir, no debe tener para obrar sino sólo la Voluntad divina, no otra.
8. Quien tiene únicamente la Voluntad divina como motivo de todas sus acciones, actúa fácilmente y de manera sumamente eficaz, porque la Omnipotencia de la Voluntad divina se manifiesta en todas partes y, por lo tanto, también en cada hombre, cuando ella es la única causa de su acción.
9. En lo brevemente apuntado consiste la segunda parte de la religión de los habitantes de este cinturón.
10. Queda todavía la tercera parte, que explica sólo la vida interior, también de manera breve y sencilla, como veréis inmediatamente cuando, como antes, os cite literalmente la doctrina.
11. Dice como sigue: «Dios es la Vida primaria en sí misma. Por esta razón reina eterna e intransigentemente en Dios la máxima enemistad con la muerte, pues la Vida nunca puede ser amiga de la muerte.
¿Cómo pudiera Dios, la eterna y verdadera Vida fundamental de toda vida, tener nunca relación con la muerte, que es el extremo contrario de toda vida?
12. Esta enemistad, fundada en el Orden eterno de Dios, es la “Ira de Dios”. Si Dios, fundamento de toda vida, ha creado por sí sólo el mundo y todas las cosas, sin duda alguna no los ha creado a partir de su “Ira”, sino de su Amistad eterna y sin fin. Esta Amistad, en tanto que Amor, es el verdadero y propio Ser fundamental de Dios en el que nosotros y todas las cosas tenemos nuestro origen.
13. Como nosotros, seres que viven, piensan y quieren, hemos nacido de manera evidente e irrefutable a partir de la Vida de Dios, en la cual no puede haber vestigio de muerte, resulta igualmente evidente que no hemos nacido para la muerte sino para la vida; y que así es, lo podemos deducir claramente del hecho mismo de que existimos como seres vivos.
14. Pues la muerte, ese absurdo sin ser, como no es sino lo imaginario opuesto a la vida, no puede producir nada de ninguna manera. Para poder producir algo, antes habría de tener una existencia real propia.
¿Cómo y dónde podría existir entonces la muerte, si el Ser vivo de Dios ocupa su propia infinitud enteramente ilimitada, fuera de la cual no puede haber nada?.
15. Como somos seres que viven, pues pensamos y somos conscientes de nuestra propia existencia, provenimos necesariamente del Dios vivo y, sea donde fuere, nos encontramos en el centro de su perfecta Vida eterna. Nada puede separarnos de ella, a no ser, durante poco tiempo, la propia voluntad nuestra que Él nos ha dado.
16. Cuando hayamos reunido nuestra voluntad con la suya, habremos vuelto a entrar en la Vida primaria y nada nos separa ya de ella, a no ser la débil piel de nuestro cuerpo físico. Cuando esta nos sea quitada, según la Voluntad de Dios, volveremos a entrar en una Vida con Dios, eternamente manifiesta con la mayor claridad y en la mayor perfección divina.
17. ¿Cómo percibimos esta divina Vida primaria en nosotros? La sentimos y la percibimos mediante el amor. Por lo que quien tiene el amor ya tiene también la Vida dentro de sí. Pero quien no lo tiene tendrá aún que pasar muchas pruebas hasta que se manifieste en él.
18. El amor a nuestros hermanos y hermanas es el principio de la vida interior. Y quien a partir de este amor ha pasado al amor a Dios, ha pasado del comienzo de su vida a la abundancia de la misma Vida divina.
19. Pues quien ama a sus hermanos y hermanas vive en sus corazones y ellos viven en el suyo. ¡Pero quien ama a Dios, vive en Dios y Dios vive en él!
20. Nadie puede amar a Dios tan sólo a base de su propio amor, porque Dios es la Plenitud de la Vida. Pero quien por su amor ha acogido vivamente en su corazón a sus hermanos y hermanas, ha ensanchado su propia esfera vital, condición previa para poder acoger seguidamente en ella la Plenitud de la Vida divina.
21. Pues la propia vida generada por su propio amor es demasiado impotente para acoger la Plenitud de la Vida divina.
Pero una vida de hermanos y hermanas unida en el corazón de un hombre por el amor, puede ser fortificada poco a poco de manera que luego sea capaz de acoger en sí misma la Plenitud de la Vida divina.
22. Aunque cada hombre es un ser vivo autónomo, su vida debe resultar más bien una auténtica muerte comparada con la Plenitud de la Vida divina, que nadie podría soportar si le sobreviniese en el aislamiento de su menguada vida. Por este motivo, ¡abrid mucho los brazos de vuestros corazones y abrazad activamente y con el amor más íntimo a todos vuestros hermanos y hermanas, y transformaréis vuestros corazones en una morada espaciosa en la que luego entrará la Plenitud de la Vida divina, tomando morada en ella por toda la eternidad! Porque Dios es grande, e infinita es la Plenitud de su Vida.
23. Sabemos que en un solo punto no puede haber demasiada fuerza. Pero si se unen muchos, su propia fuerza aumentará correlativamente a la importancia de la unión.
¿Acaso nuestro mundo enorme no está compuesto por muchos puntos?
Si tomamos uno y examinamos su fuerza, ¡qué poca parece ante la nuestra que puede destruirlo entre los dedos!
Pero ¿acaso somos capaces de hacer lo mismo con nuestro enorme mundo? ¡En absoluto! Porque la fuerza del mundo es una plenitud que corresponde a la multitud infinita de los puntos en que consiste. Y esta fuerza no es otra cosa sino la Vida de Dios que siempre obra poderosamente en nuestro mundo.
24. El hombre egoísta es un punto que incluso nuestra fuerza puede destruir; ¿pero qué suerte le cabrá entre los dedos de la Fuerza vital divina?
Cuando ensanchamos nuestros corazones mediante el amor a nuestros hermanos y hermanas, agrandamos en nosotros nuestro propio mundo por la unión de los puntos vitales separados, formando así un órgano apto para recibir fuerzas cada vez mayores.
Una vez que, de manera parecida al mundo exterior que nos lleva, este órgano está enteramente desarrollado conforme a la Voluntad de Dios, entonces será capaz de acoger en sí la Plenitud de Fuerzas superiores que surgen de la eterna Plenitud infinita de la Fuerza divina de Vida.
25. Por ello, ¡amad a vuestros hermanos y hermanas para que podáis amar a Dios, porque sin amor a los hermanos y hermanas nadie puede amarle a Él!».
26. Este es el tercer principio de Vida, tal como lo presenta la verdadera religión en este cinturón.
27. Basándose en él contraen los matrimonios. Esta es la razón por la que en ninguna parte se cuida el matrimonio tan íntima y cariñosamente como allí.
28. Que todo es igual, sin excepción alguna, en los dos cinturones correspondientes al planeta Júpiter, lo podéis deducir porque al describir el cinturón del norte nunca mencioné el cinturón sur.
De modo que hemos terminado con esta cuarta pareja de cinturones y, sin más tardar, nos dirigiremos al quinto.
1. Sobre el quinto cinturón sólo tengo que deciros que ambos, norte y sur, corresponden al planeta Saturno, bien conocido por vosotros. Como ya sabéis muchas cosas de él, acabaremos antes con su descripción que con la del cinturón anterior.
2. Lo que se refiere al cinturón norte de esta pareja vale igualmente para el sur, también separado del anterior por una alta cordillera fronteriza. Desde ella se extienden grandes cadenas montañosas, cuya anchura supera las cuatro mil leguas.
Por el norte acaba en una zona acuática cuya anchura no es uniforme porque tiene muchas ensenadas, algunas de las cuales penetran de dos a tres mil leguas en su interior. Su orilla norte es recta y limita con las cordilleras fronterizas cuyas paredes son muy escarpadas.
3. Lo mismo ocurre en el cinturón sur, pero a la inversa: su parte norte es un territorio habitable atravesado por muchas cadenas montañosas, y en la sur está el cinturón acuático, también con muchas ensenadas que penetran en muchos lugares del territorio habitable.
4. Pero nos limitaremos a describir el cinturón norte, sabiendo tácitamente que la descripción también sirve para el cinturón sur.
5. Ya preguntáis: «¿Cómo es el territorio de este cinturón norte?».
Basta fijarse en el planeta Saturno para saberlo.
6. Aquí encontráis los mismos árboles que en el planeta, por ejemplo, el árbol morada, el árbol-lluvia, el árbol-rayos, el árbol-embudos, el árbol-espejos, el árbol-paredes, el árbol-mezcolanza, y el árbol-pirámide.
7. Pero en este cinturón también crecen los arbustos y otras plantas que conocisteis en el planeta, sólo que mucho más imponentes. Incluso no falta aquí la planta-barco de la que se sirven, lo mismo que pasa en Saturno, porque en este cinturón ya empieza la navegación.
8. Sólo existen en el cinturón los mejores y más mansos de los animales del planeta; por ello el gran Mud y otras bestias malignas de Saturno, p. ej. el gran pez o el gran pájaro, no existen. Tampoco encontraréis los diferentes mariscos. Todos los demás animales existen como en el planeta. Incluso no faltan la gran vaca ni la oveja de los habitantes de las montañas, ya conocidas por vosotros,
Pero como ya he dicho, todo es más noble y mucho más manso que en el planeta.
9. Si queréis conocer de golpe todas las condiciones de vida de este cinturón, entonces dirigíos a los habitantes de las montañas del planeta. En ellas podéis enteraros del conjunto de peculiaridades de su vida civil, doméstica, gubernamental y religiosa.
10. También construyen templos para el servicio divino.
Los habitantes de este cinturón calculan el tiempo casi de la misma manera que en el planeta. La única diferencia consiste en que miden el tiempo por la rotación del Sol alrededor de su propio eje, la cual determinan con gran exactitud observando cierta constelación que hay sobre su cenit. La rotación del Sol dura unos veintinueve días terrestres, lapso de tiempo que dividen en siete períodos.
11. El período del cenit es habitualmente festivo, como para los habitantes de Saturno el séptimo día. Este período festivo se celebra en el cinturón de la misma manera que en el planeta.
12. Las viviendas, los vestidos y el alimento de los habitantes de este cinturón son absolutamente iguales a los que usan los habitantes de las montañas del planeta.
13. Los hombres y las mujeres son idénticos a los del planeta, sólo que los habitantes del cinturón son una tercera parte más pequeños que en Saturno.
14. Su carácter es sumamente pacífico y procuran evitar la menor excitación de ánimo. Por ello, incluso temen exageradamente un amor “excesivo”.
15. Este es el motivo por el que en este cinturón todo transcurre con tanta tranquilidad, que cualquiera de vosotros, pese a la gran plenitud de vida que hay en él, podría pensar de que allí mora la muerte.
¡Pero nada de eso! Cuando los habitantes se encuentran, están muy alegres y de muy buen humor. Les gustan los sonidos y muchas veces se deleitan durante largo tiempo escuchando los preciosos trinos de sus numerosos pájaros cantores. Sin embargo, ellos mismos son tan poco cantores o músicos como los habitantes de Saturno.
16. Se encuentran con los espíritus, y no pocas veces conmigo mismo, con mayor frecuencia que sus hermanos del planeta.
17. Son extremadamente castos y sólo aman de corazón a sus mujeres, extraordinariamente hermosas.
18. La procreación se realiza de la misma manera que en el planeta. Su voluntad es considerablemente más fuerte que la de los habitantes de Saturno, por cuyo motivo también son capaces con ella incluso de producir sin semilla algunas plantas y de dominar a todos los animales.
19. Pueden levantarse en el aire a voluntad. En caso de necesidad también pueden andar sobre el agua trayectos cortos, pero no se atreven a recorrer distancias más importantes.
Pues dicen: «Es un milagro. Por ello el hombre no debiera servirse de esta facultad sino en casos de extrema necesidad. Nadie debe hacer de esto una costumbre, porque el Espíritu de Dios se sirve de estas obras maravillosas solamente cuando su Sabiduría infinita las considera necesarias. Todo lo demás tiene que ser conforme al Orden eterno».
Por este motivo nunca se atreven a utilizar ininterrumpidamente su fuerza de voluntad, y sólo se sirven de ella en caso de extrema necesidad.
20. Tales son las diferencias entre los habitantes del planeta y los de este cinturón. Todo lo demás es completamente igual.
21. No hace falta decir que la mayoría de los habitantes de este cinturón habita las regiones montañosas, dejando por lo general las llanuras a los numerosísimos animales.
22. También existe en el cinturón el llamado “siervo doméstico”193, pero no ya como animal sino más bien como una raza humana de orden inferior, a la que los verdaderos habitantes de este cinturón consideran como vosotros en la Tierra a las tribus salvajes. Pero en el cinturón del Sol, cuyas llanuras habitan por lo común, ya no están al servicio de los verdaderos habitantes, sino que aprenden de ellos el auténtico modo humano de vivir, para evolucionar a la especie de los hombres verdaderos mediante este aprendizaje.
Por ello su modo de vivir es prácticamente el mismo que el de los habitantes principales del cinturón.
Sólo se diferencian de los mismos en la procreación, porque esta especie humana subordinada se reproduce mediante una especie de coito, aunque no es por ello, ni mucho menos, tan sensual como vosotros.
23. Esto es todo en lo que se refiere a este cinturón. Así que hemos terminado con sus dos partes, la norte y la sur. La próxima vez iremos al sexto cinturón.
1. Ya cuando describimos el quinto cinturón se dijo que a lo largo de la zona acuática hay una alta cordillera rectilínea. Es el principio del sexto cinturón, tanto al norte como al sur, aunque la pared del sur no es tan escarpada como la del norte.
2. Ahora preguntáis: «¿Qué altura tiene?».
La pared escarpada sólo se eleva hasta una altura de unas diez leguas sobre el nivel del agua.
La cordillera anular que hay tras de ella es menos alta, pero todavía la supera en una altura adicional de veinte leguas más. Una vez alcanzada la cumbre, la cordillera fronteriza baja al otro lado, entrando en el sexto cinturón. Desciende tan suavemente que sus diversas cimas, frecuentemente de una anchura de varias leguas, apenas bajan doscientos brazas a lo largo de una legua.
3. De modo que esta montaña desciende suavemente hasta el próximo cinturón acuático. Aquí y allá, por supuesto, hay algunas colinas importantes.
4. Estas son las condiciones imperantes en todo el sexto cinturón. Está habitado más que ningún otro, incluso en las más altas regiones de las cordilleras.
5. No hará falta decir que idénticas condiciones reinan en el cinturón meridional correspondiente, aunque no debéis imaginaros que hay un paralelismo absoluto; las peculiaridades del cinturón norte sólo son un modelo. En cada cinturón las cordilleras, las grandes mesetas, las corrientes y las cataratas, los lagos, los ríos y arroyos, son diferentes porque todos tienen una distribución y formación específica.
6. El territorio mide, desde su parte más meridional hasta la más septentrional, un poco más de tres mil leguas, y la anchura del cinturón acuático es de un poco más de mil leguas.
Ya hemos descrito el suelo por el que queremos movernos.
7. Para poder conocer más a fondo su naturaleza y finalidad, también será necesario en este caso echar antes una ojeada al planeta correspondiente al cinturón.
8. Ya os habréis dado cuenta que, según el orden acostumbrado, el cinturón corresponde al planeta Urano. Por ello visitaremos antes dicho planeta para obtener una visión de conjunto.
9. La distancia del planeta al Sol y su tamaño podéis encontrarlos en cualquier libro de astronomía; para el propósito por el que queremos visitarlo carecen de importancia. Lo que importa es que toméis nota de cómo y por qué el planeta es así.
10. Su volumen es casi cien veces mayor que el de vuestra Tierra, por lo que también su superficie es bastante grande; por este motivo Urano puede ser considerado como un planeta de primera categoría.
Su territorio habitado está, como en Saturno, a la altura del ecuador porque las regiones polares son totalmente inhabitables debido al frío que hace. Las ecuatoriales siempre tienen por el contrario un clima muy agradable, incluso cuando son muy montañosas.
11. En ninguno de los planetas que hasta ahora conocéis abundan tanto los volcanes activos como en Urano; sobre todo los bordes norte y sur de las zonas ecuatoriales habitables están rodeados por cadenas volcánicas casi ininterrumpidamente activas. Las regiones interiores tienen pocos sin embargo, razón por la cual hay en ellas bastante terreno llano muy habitado.
12. La vegetación es exuberante. En las plantas domina el color rojo-azul, siendo normalmente las flores entre blanco claro y verde, o entre blanco claro y azul.
No se puede decir que sea muy variada ni rica en especies, pero todo lo que hay crece tanto más exuberantemente.
13. También el reino animal, al igual que la flora, presenta una variedad de especies muy limitada en comparación con la de otros planetas. Pero las pocas especies animales existentes, marinos, terrestres y aéreos, son extremadamente fuertes y en su mayoría inmensamente grandes. En parte alguna hay animales pequeños como los insectos o los gusanos de la Tierra, con la única excepción de la mosca, que es de idéntica forma y constitución que la vuestra.
14. Los habitantes son bastante grandes, pues el hombre mide aproximadamente ocho brazas y la mujer siete. Su carácter es muy impetuoso y violento, por lo que sería imprudente por vuestra parte tratar de argumentar con ellos. Son extremadamente audaces y tienen muchísimo espíritu emprendedor, no temen ningún peligro y el miedo a la muerte les es totalmente desconocido.
15. Por esta razón hay que atarlos corto de manera rigurosa con diversos medios, para que su virtud, muchas veces exagerada, no se convierta de repente en un vicio maligno.
16. Igualmente hay que mantener totalmente aislados a los espíritus de los fallecidos de este planeta, porque comúnmente salen vencedores en cualquier conflicto con otros espíritus.
17. Quien no consiga nada con uno u otro de ellos, incluso con el amor más íntimo que todo lo sacrifica, que abandone el escenario lo antes posible pues son totalmente inabordables mediante la sabiduría. Pero cuando uno se los ha ganado mediante un profundo amor, ya puede considerarse dichoso porque son igualmente tenaces en su fidelidad. Ni el revés más severo puede hacerles cambiar de idea.
18. Motivo por el cual su organización es sumamente sencilla, pues se limita al amor. Lo que les inspira amor, lo hacen; y con tal perseverancia que nada puede detenerlos cuando han decidido hacer algo y lo han empezado. Para detenerlos habría que acabar con ellos mismos.
19. Para que podáis haceros una idea de su perseverancia, os podré un ejemplo.
20. Imaginad que alguien ha comenzado una acción pensada a fondo y, cuando va por la mitad, le sorprende la muerte, por lo que espíritu y alma deben abandonar su cuerpo. ¿Pensáis que ahora, siendo espíritu, puede ser apartado del sitio donde tuvo que abandonar su cuerpo con la obra sin terminar?
¡No hay manera! También pone manos a la obra como espíritu y no se separa de allí antes de haberla terminado completamente.
21. Por ello hay que conceder a los espíritus de este planeta una capacidad operativa natural después de la muerte del cuerpo hasta que terminen cualquier obra que hayan empezado. De lo contrario, a causa de su libre albedrío, no abandonaría el lugar de la acción ni después de eternidades.
22. Similar perseverancia tienen mientras todavía viven en su cuerpo.
Si, por ejemplo, se trata de construir un puente entre las cumbres de dos altas montañas, y los habitantes del planeta ya han dado su acuerdo al proyecto, entonces no descansarán antes de que ambas cumbres queden unidas por el puente que planificaron.
23. Este es la razón por la que en ningún otro planeta existen construcciones tan atrevidas como en este.
¿Qué son las pirámides egipcias y todas vuestras pretendidas maravillas terrestres comparadas con estas construcciones gigantescas?
La arquitectura ha alcanzado en este planeta dimensiones inimaginables. Para que os hagáis una idea, os pondré algunos ejemplos.
24. Imaginémonos que los habitantes de este planeta se encuentran en vuestra Tierra, justo en vuestro país. Dos de ellos han hecho un viaje a la Suiza donde les ha encantado un glaciar cualquiera. Su imagen se les ha grabado tan profundamente en la mente que continuamente lo ven ante sus ojos.
Cuando regresan, todos preguntan amorosamente a los viajeros qué es lo que más les ha llamado la atención de su viaje y si piensan ponerlo en práctica. Entonces los dos viajeros describen inmediatamente su objeto favorito y después lo dibujan en una pizarra.
Pero dibujar el objeto favorito equivale a prometer irrevocablemente que la montaña, o lo que sea, también debe ser erigida en alguna otra parte.
Para tal fin utilizan sin demora los materiales de vuestro Schöckel y los de sus estribaciones adyacentes, y, todavía el mismo día, veréis que muchas miles de manos entran en acción. Antes de que transcurran diez de vuestros años, tendréis ante vuestros ojos, en el sitio de vuestro modesto Schöckel, un Jungfrau, un Wetterhorn o un Schreckhorn.
25. He aquí un ejemplo de hasta qué punto los habitantes de este planeta hacen de las suyas con la arquitectura.
Pero veamos otro ejemplo. Imaginaos que alguien tiene allí un terreno muy extenso. Desgraciadamente lo atraviesa una montaña bastante alta del tamaño de vuestra Koralpe.
26. En este caso se procede a desmoronar montaña y estribaciones hasta la mitad de su altura, llenando con ello las hondonadas, o se le hace un corte ancho hasta el nivel del terreno, de manera que el propietario puede pasar por él a ras del suelo. El material sobrante de la nivelación se utiliza en parte para cercar la propiedad y en parte para llenar otras quebradas.
27. Pero si al propietario le parece más oportuno y conveniente, construye una carretera preciosa en la montaña y la adorna a ambos lados con pirámides magníficas y otros ornamentos suntuosos. Aunque en manera alguna la carretera serpentea por la montaña como en vuestra Tierra, sino que debe ser perfectamente recta, de principio a fin. Intentad vosotros construir una carretera así de recta en una montaña parecida y veréis los horrorosos trabajos y los gastos enormes que causará.
28. Para los habitantes de Urano todo eso es un desafío que les encanta, porque cuanto más dificultades presenta un terreno y cuanto más esfuerzo, trabajo y perseverancia requiere una empresa, con tanto más afán pondrán las manos a la obra.
29. También sus hogares son habitualmente gigantescos excesos de su arte arquitectónico, casi incomprensibles para vosotros. ¿Pensáis, acaso, que un habitante del planeta Urano se conformaría con una casa hecha de ladrillos como las vuestras de la Tierra? ¡Ni soñarlo! Allí se aplica bien vuestro dicho: “Éste quiere llamar la atención”.
30. Para construirla eligen un monte de muy buena piedra. Luego lo labran, dándole forma de cono. Acto seguido, centenas de manos se sirven de un gran cincel y de un martillo fuerte, transformando así el monte en una vivienda que, según su gusto, es impresionantemente grácil.
31. Dicha vivienda tiene varios pisos comunicados por escaleras anchas y cómodas. Cada uno de ellos debe tener una galería exterior a todo su alrededor. Una vez terminada, la casa presentará más o menos el aspecto de una torre babilónica, parecida a como vosotros soléis dibujarla, por supuesto a escala mucho mayor.
Pero no penséis que todas son similares, eso sí que no; cada una presenta realmente algo que la hace “llamar la atención”.
32. Lo más grandioso son sus templos porque para construirlos seleccionan cordilleras. Los habitantes piensan que Yo prefiero una u otra montaña, cosa que creen saber porque algunas de ellas, a veces de hasta diez leguas de largas, casi no son abruptas.
33. A esa montaña la transformarán infaliblemente en un templo de Dios, aunque sólo deshaciéndola hasta la mitad de su altura, porque el templo para glorificar a Dios siempre ha de estar en un nivel mucho más elevado que cualquier otra casa. Los capiteles de algunos templos son tan altos que hasta en el ecuador, donde siempre hace tanto calor como en vuestro verano, están cubiertos por hielos y nieves eternas.
34. De estos pocos ejemplos deduciréis fácilmente la mentalidad de los habitantes del planeta.
Son tan sencillos en sus costumbres como aficionados a la suntuosidad de sus hogares. También su ropa y sus alimentos son muy simples.
35. Lo fundamental de su organización consiste en que todos, en cualquier circunstancia, ayudan sin vacilar a cualquiera.
36. Su religión no tiene otro fundamento sino tributar a Dios el máximo honor. Al respecto su doctrina es tan sencilla como ellos mismos.
Pues dicen: «Sean como fueren nuestros hechos, siempre los hacemos en honor a Dios. Honramos a Dios en espíritu teniéndonos por insignificantes, abrazándonos amorosamente y ayudándonos mutuamente en todas las cosas; y le honramos en acto cuando empleamos todas nuestras fuerzas para ennoblecer lo que Él nos ha indicado que completemos y perfeccionemos en su honor».
En esto consiste la religión de los habitantes de este planeta.
37. En los templos no se reza como lo hacéis vosotros, pues no son sino monumentos que representan la grandeza y sublimidad de Dios. Por otro lado también sirven como espléndidos lugares centrales de reuniones donde deliberar sobre la realización de empresas grandiosas en honor a Dios.
38. No hay sacerdotes ni otros funcionarios. El padre más anciano de una familia, a veces de varios miles de personas, lo reúne todo en una persona.
39. Los matrimonios son respetados estrictamente; la procreación se realiza también mediante el coito.
40. Queman los cadáveres de los fallecidos y sus cenizas las ponen en elegantes recipientes que son depositados en los templos.
41. Los habitantes masculinos están en comunicación continua con los espíritus, pero no los ven nunca, los sienten. Sin embargo las mujeres tienen visiones con frecuencia.
42. Las mujeres cuidan de la ropa y de la comida, mientras que los hombres realizan trabajos fuera del hogar y son tanto metalúrgicos como arquitectos muy hábiles.
43. En este planeta escriben y dibujan. Por este motivo también tienen la Palabra escrita, en virtud de la cual me conocen como Ser en forma humana y como Creador y Señor de los Cielos y de su “Tierra”. También saben que Yo peregriné encarnado en otra Tierra, en cierto sentido semejante a la suya. Pero como por ello piensan que ese planeta es el Cielo supremo, se les ha impedido que puedan averiguar su posición pues le tributarían una veneración divina.
44. Esto es, en principio, todo lo que necesitáis saber acerca del planeta Urano, para poder aprovechar estos conocimientos cuando procedamos a la descripción del cinturón solar que le corresponde.
45. El planeta tiene cinco satélites dignos de mención y, alrededor del ecuador, un anillo nebuloso que astrónomos equipados de poderosos telescopios han llamado “Anillos de Urano”.
Como de todos modos las Lunas de un planeta no tienen correspondencias en el Sol, por lo menos no en cuanto a la finalidad de nuestras investigaciones, haremos caso omiso de ellas. Y en lo que se refiere al anillo nebuloso, como pertenece a la esfera natural del planeta, tampoco tiene que ver con el Sol que es el objeto de nuestras investigaciones.
46. Por ello dirijámonos inmediatamente a nuestro sexto cinturón solar.
1. Ya conocéis las características del suelo del territorio de este sexto cinturón solar por lo que antes hemos dicho de él.
2. Sólo nos quedan por examinar las personas, que viven en un orden que corresponde al de los habitantes del planeta.
Ya preguntáis: «¿Qué aspecto tienen los hombres en este cinturón?».
3. La figura humana es la misma que hasta ahora habéis visto en los demás cinturones, pues es fiel retrato Mío. Sólo la estatura difiere en cada cinturón solar; los de este cinturón son doble de grandes que los del planeta y más de diez veces más fuertes que sus “hermanos” planetarios.
4. Este es el motivo por el cual sus obras y construcciones son aún mucho más ambiciosas que las que conocisteis en el planeta. Son igualmente de un espíritu extraordinariamente emprendedor y les encanta realizar empresas gigantescas variadas.
5. Por ello veríais edificios que os producirían espanto. Incluso sus viviendas son de una grandiosidad como hasta ahora nunca habéis visto ni oído.
Y en lo que se refiere a sus templos, sería muy difícil proporcionaros tan sólo una idea mínima que se les aproxime.
6. Antes de examinar los edificios más de cerca, vamos a fijarnos más detalladamente en la figura humana.
Os resultará fácil comparar la estatura de los hombres del planeta y la de los del cinturón. Pero otra cosa es la figura, en la que nos detendremos un poco.
Veamos, pues, qué aspecto tienen las personas del cinturón.
7. Los pies no son voluminosos, pero sí extremadamente musculosos y muy sólidos. La planta es casi córnea. En relación con el mismo pie, la palma es más bien corta que larga. La rodilla es bastante puntiaguda porque la rótula debe ser muy pronunciada a causa de la robustez del pie. Los muslos no son precisamente redondeados, pues ya al menor movimiento de los pies muestran bultos de músculos. Comparado con ellos el trasero es elástico y muy pronunciado.
8. La espalda es muy fuerte y tiene una anchura impresionante, aunque en la región lumbar es considerablemente más estrecha que a la altura de los hombros, donde empiezan los brazos. El pecho es ancho, más bien plano pero rico en ligamentos musculares que se levantan poderosamente con cada movimiento de los brazos.
9. Tampoco los brazos y las manos son muy voluminosos pero, como los pies, están extremadamente musculados. Los codos sobresalen mucho. Sobre todo hay que fijarse en las manos y en los dedos. La mano es plana y tiene un músculo pulgar muy pronunciado que termina en un pulgar corto pero robusto y extremadamente fuerte. El dedo meñique es un poco más corto que los otros tres dedos, los cuales casi tienen la misma longitud, la misma fuerza y la misma orientación recta. Así es la mano.
10. El cuello es más bien corto que largo y más bien cuadrado que redondo. Todas las partes de la cabeza son muy acentuadas; la frente es alta y está más pronunciada donde comienza la cabellera. También las sienes y las cejas son muy acentuadas. Lo mismo pasa con las mejillas. Los ojos hundidos, que en relación con la cabeza son de tamaño normal, tienen una mirada centelleante. La nariz es fuerte y su arista muy pronunciada. En proporción a la cabeza, la boca resulta más bien grande y en ambas comisuras de la boca hay arrugas musculosas. También la barbilla es muy pronunciada y no lleva barba. Las orejas, en relación con la cabeza, son grandes y se encuentran más atrás de la cabeza que las vuestras.
11. La cabellera es ensortijada, sin rizos largos; su aspecto es como la de los negros de vuestra Tierra.
El color de la piel es castaño claro.
12. Este es el aspecto de los hombres. No hace falta decir que el órgano genital está desarrollado en proporción a esta constitución física muy pronunciada.
13. Respecto a la ropa, el hombre lleva una especie de pantalones parecidos a los de los israelitas, que fijan mediante una cinta sobre la región lumbar. En su parte inferior también se los atan bajo las rodillas con otra cinta.
Esta es todo la ropa del hombre de este cinturón solar. Sin embargo, en el planeta se visten casi como en otros tiempos iban vestidos los israelitas, sólo que el tono es más bien claro que oscuro.
14. Ahora preguntáis: «¿Y qué aspecto tiene la mujer?».
En conjunto tiene una forma más redondeada que el hombre. Pese a ello no le daríais en la Tierra un premio de belleza. Su piel es de color bastante más clara que la del hombre. En la Tierra diríais que es más bien delgada que gruesa.
15. Su cabellera es más lanuda que rizada y le llega casi hasta los hombros.
16. Tiene los pechos más bien caídos, poco llenos, y sólo hacia los pezones son algo más voluminosos.
17. Su ropa no consiste en otra cosa que en algo entre pantalón y delantal que, de manera parecida a como lo hacen los turcos, se cierra con muchos pliegues bajo las rodillas.
18. Lleva en la cabeza un sombrero en forma de cono, que se fija con una cinta debajo de la barbilla.
19. Con lo dicho tenéis una buena descripción del hombre y de la mujer.
Viendo la forma corporal de estos habitantes no necesitáis poseer muchos conocimientos de fisonomía para imaginaros cuál es su carácter.
Habéis visto lo que hacen y obran los habitantes del planeta; en el cinturón hacen lo mismo, sólo que en dimensiones mucho mayores.
20. La vegetación es parecida a la del planeta.
También el reino animal, sólo que en el cinturón se sirven mucho menos de él que en el planeta.
21. Tanto más se ocupan de la vegetación.
Tres especies de árboles merecen sobre todo una atención especial porque suministran el alimento principal a los habitantes de este cinturón.
Hay uno que se parece a vuestro cocotero el cual crece tanto, especialmente en terrenos de altura media, que sus ramas casi cubrirían todo vuestro país. Su tronco es frecuentemente tan grueso y fuerte que, si lo cortarais de plano, podríais construir en el tocón diez ciudades como la vuestra de Graz. Su altura no tiene ninguna relación con su grosor porque a lo sumo alcanza trescientos brazas. Pero tanto más fuertes y largos son sus ramas, continuamente repletas de frutos.
Podéis estar seguros que tal árbol produce en uno de vuestros años unos veinte millones de frutos, cada una de las cuales es tan grande como un barril terrestre que contuviera veinte cubos.
22. El fruto está envuelto en un tejido de fibras muy abundante y fuerte que los habitantes de este cinturón aprecian por su fuerza, flexibilidad y resistencia, y que utilizan para hacer sogas y cuerdas. Tras este tejido de fibras aparece una cáscara, sólida pero fácil de cortar por la mitad, parecida a la de vuestras nueces corrientes.
El fruto mismo consiste en una especie de pulpa abundante que sabe de forma parecida a vuestras avellanas.
23. Cada vez que los habitantes quieren comerlos, cogen uno fresco del árbol. Pues continuamente los hay maduros, medio maduros, y los que están naciendo. Proceden como antes se ha dicho: primero separan el tejido de fibras de la cáscara dura, cortan luego la cáscara en dos partes y, con un cuchillo rascador, sacan la pulpa y comen según el hambre que tengan.
La propia cáscara la utilizan para hacer diversos recipientes como tazas, vasos y otros utensilios.
24. Las grandes hojas de este árbol son muy blandas. Por esto los habitantes las recogen y las meten en sacos, pues les sirven para acolchar sus bancos de reposo.
25. Hay otro árbol que merece la misma atención.
Este segundo árbol no es tan grande, ni con mucho, pero se lo ve más frecuentemente. Produce un fruto sumamente sabroso que se parece a vuestras uvas. No hay tantos granos juntos en un racimo pero todos juntos tienen un volumen considerable. De cada uva se puede exprimir un cubo de sabroso jugo. Los habitantes del cinturón sólo apagan la sed con este zumo.
26. También, como ya hemos dicho, hay un tercer árbol que es igualmente digno de atención. Se parece a vuestra higuera, pero con una altura gigantesca. La forma de sus frutos es similar a la de vuestros higos. El fruto, cuando está enteramente maduro, es como si mezclarais migas con miel. Los habitantes lo aprecian mucho, razón por la cual lo cultivan diligentemente.
27. También aprovechan los frutos de otros árboles y plantas. Pero los de los tres árboles mencionados constituyen su alimento principal.
28. De los animales sólo se sirven de la gran vaca peliaguda, parecida a vuestro camello, aunque sin joroba en la espalda. Es casi cien veces mayor que vuestro elefante. Este animal es de pelo tan abundante que ni diez de vuestros mayores vehículos podrían transportar el que se obtiene esquilando uno de ellos una sola vez. No es necesario decir para qué lo utilizan los habitantes de este cinturón.
29. Con esto hemos terminado los detalles más importantes de la descripción tanto de los hombres como de la flora y la fauna. La próxima vez veremos las obras de los hombres de este cinturón.
1. Por obras de estos hombres se entiende sobre todo sus construcciones y sus trabajos metalúrgicos.
2. Las montañas solares tienen en este cinturón una especie de metal que parece una aleación de oro e hierro. Es muy frecuente en el cinturón, por lo que conseguirlo resulta fácil. Es duro y flexible como un muelle, por lo que les resulta útil para fabricar herramientas varias como cuchillos y hachas.
3. Los habitantes del cinturón son extremadamente hábiles en producirlo. Para ello disponen de grandes plantas metalúrgicas donde lo obtienen para fabricar con él diversos utensilios y herramientas.
En este ramo de la industria hay personas que se dedican exclusivamente a tal trabajo. No exigen nada a cambio, aunque existe la costumbre de que todo el que desea alguna herramienta, tiene que entregar su mismo peso en frutos.
4. Podéis imaginaros que tales herramientas pesan a veces enormemente, sobre todo cuando se trata de esos grandes martillos que sirven simultáneamente de hachas, los cuales fácilmente llegan a los cien quintales. Con esas herramientas los habitantes pueden construir fácilmente sus edificios gigantescos.
5. Las viviendas de este cinturón no están tan “amontonadas” como pudierais pensar; hay allí tanta distancia entre ellas como en la Tierra entre las capitales. Pero donde hay una, tiene mucho más importancia que la mayor ciudad de vuestro cuerpo terrestre, y aloja una numerosísima población, proporcional a su volumen. Frecuentemente las hay habitadas hasta por diez millones de personas.
6. Con estos datos podéis haceros una idea sobre su capacidad. Para describirlas en todos sus detalles tendríais que escribir diligentemente por lo menos durante diez años, y aún así no acabaríais con todo.
Pero para que podáis tener una idea general sobre ellas, os expondré un resumen tan corto como sea posible.
7. Generalmente una casa de estas engloba siete y, a veces, también diez hileras de pisos. Están repartidos de la siguiente manera:
Imaginad una superficie cuadrada cada uno de cuyos lados mida setenta leguas. A lo largo de todo el perímetro se levanta la planta baja, de una altura de treinta brazas. La anchura de las habitaciones de esta primera fila de pisos es de cincuenta brazas.
8. Esta planta o, mejor dicho, este gran edificio que corre a lo largo de todo el perímetro, no tiene un tejado oblicuo sino plano como todos los demás tejados. Sus saledizos, tanto los del exterior como los del interior, están provistos de barandillas muy sólidas, hechas con buen gusto. Las paredes son macizas y, a cada cinco brazas, hay ventanas muy altas como las góticas de vuestras iglesias. Cada habitación tiene de siete a diez de estas ventanas.
9. Su tejado plano se apoya en filas de columnas muy fuertes que hay a lo largo de la planta. Las ventanas son cerradas y de una especie de vidrio no tan duro y quebradizo como el vuestro, sino elástico y flexible. Se hace, de manera parecida a como vosotros hacéis cola con residuos de animales, con el jugo de una raíz que se cultiva allí abundantemente. Su color natural siempre es verde, aunque a veces los habitantes añaden otros tintes al jugo. Por ello los tienen de diferentes colores, y de ellos recortan los cristales para las ventanas.
10. El mobiliario es muy sencillo aunque, pese a ello, de buen gusto. Las paredes y el techo están siempre adornados con diversos objetos decorativos más bien simples. La solería es generalmente de baldosas cuadradas lisas, bien pulidas, y de diversos colores. A los habitantes les importa mucho el brillo de los objetos que hay en las habitaciones.
11. En el centro de cada una de ellas existen grandes bancos circulares rodeando las columnas; también los hay rectos a lo largo de las paredes. Todos están cubiertos por almohadillados muy suaves de hojas, adornados con elegantes colchas.
12. Si queréis saber cuántas habitaciones tiene una fachada, podéis hacer el cálculo: determináis su longitud por el número de ventanas y la distancia entre ellas y dividáis la longitud de setenta leguas que tiene toda la planta por la longitud media de la habitación, así sabréis cuántas hay.
Cada una tiene su propia entrada, tanto por el exterior como por el interior y, además, todas las habitaciones de la planta se comunican entre sí por puertas, de manera que se puede dar la vuelta a las cuatro fachadas atravesando las habitaciones.
Cada una tiene en la pared medianera con la que le sigue una escalera airosa y cómoda con barandilla, que sube al tejado plano.
13. Cada habitación es ocupada por una sola familia.
Así es la primera hilera exterior de pisos de la construcción.
Ahora imaginaos un espacio libre o, mejor, un callejón de cincuenta brazas de ancho. Allí empieza la segunda hilera de pisos, más exactamente, la de un edificio de dos pisos: el primero paralelo a los de fuera, y el segundo sobre el primero, de doble altura.
La distribución y las instalaciones de las habitaciones de estos dos pisos son exactamente las mismas que las de los de la hilera exterior. También el tejado es plano y está provisto de bonitas y sólidas barandillas.
14. Sabiendo que el callejón en línea recta mide casi setenta leguas, el tamaño de esta casa ya puede empezar a impresionaros.
15. ¡Atravesemos esta segunda construcción que tiene las mismas cincuenta brazas de ancho que la primera! Nuevamente nos encontramos con un callejón de una anchura de cincuenta brazas.
16. Encontraréis tras él una construcción de tres pisos, cada uno de los cuales tiene la misma altura que el edificio exterior, la cual, como ya hemos dicho, era de treinta brazas sobre el nivel del suelo. De modo que esta tercera construcción ya alcanza las noventa brazas de altura.
Nada nuevo hay en ella, a no ser que desde su azotea se puede mirar cómodamente por encima del edificio de dos pisos.
17. ¡Atravesémoslo también!
Volvemos a salir a un callejón de una anchura de cincuenta brazas. Al otro lado vemos un edificio de cuatro pisos enteramente idéntico a los anteriores, salvo que los pisos inferiores tienen muros proporcionalmente más fuertes.
También su tejado es plano y con una barandilla sólida, desde donde se puede mirar cómodamente por encima del edificio de tres pisos.
18. Atravesémoslo también y otra vez veis un callejón de cincuenta brazas y enfrente un edificio de cinco pisos cuya fachada, claro, es un poco más corta que la del edificio exterior, aunque su disminución respecto a él no es todavía ni siquiera de una legua alemana: os costaría varios días de viaje recorrer una sola de las fachadas de este edificio de cinco pisos.
Salvo los muros, es enteramente idéntico a los demás.
19. Atravesando este edificio de cinco pisos se nos abre un nuevo callejón de cincuenta brazas, tras el que se ve la fachada del sexto edificio, de seis pisos.
No se diferencia de los demás a no ser por los muros inferiores, más fuertes, y también por el color. A partir del edificio de seis pisos los empiezan a pintar según el orden de los colores del arco iris, lo que naturalmente da un precioso aspecto al conjunto.
La azotea está ahora rodeada por una barandilla hecha de pirámides cuyas puntas llevan grandes bolas de oro. Estas son las diferencias entre el sexto edificio y los anteriores que ya conocéis.
La disposición del interior de las habitaciones es la misma que la de los demás edificios.
20. Lo atravesamos y nos encontramos de repente con una calle de mil brazas de ancho. Su suelo es tan pulido como el de vuestros espejos.
Al otro lado se levanta el edificio de siete pisos, con sus columnas de un esplendor extraordinario. Se diferencia de los anteriores no sólo por los colores diferentes, sino también por las columnas que lo sustentan, tanto las del exterior como las del interior.
Pues las paredes maestras de este séptimo edificio se levantan sólo en el interior de las galerías de columnas poderosas.
Se sobreentiende que las columnas de los pisos inferiores siempre son más fuertes que las superiores porque tienen que soportar un peso que aumenta con el número de pisos. Cada fila de columnas es de un color distinto, en el orden de los colores del arco iris.
En el tejado en forma de azotea se levanta sobre cada una de las columnas que lo sustenta un obelisco cuya punta superior está adornada por una bola de oro. Cada uno de ellos está unido con el siguiente por una barandilla airosa, lo que da al conjunto un aspecto precioso.
Este séptimo edificio es proporcionalmente más ancho que los demás, pues cada una de las galerías de columnas que tiene a ambos lados tiene veinte brazas de anchura, de modo que la total es de cien brazas.
21. Aquí se acaban los edificios por lo general. En tal caso viene un patio interior extremadamente espacioso que forma un parque de plantas ornamentales, abundantemente provisto con muchas clases de pequeñas construcciones artísticas, y también con muchas avenidas de árboles frutales. Tampoco faltan diversos tipos de fuentes, pues los habitantes de este cinturón son grandes maestros en construir tuberías como parte de las urbanizaciones.
22. Pero hay viviendas que además de los siete edificios tienen tres más todavía, todos separados por callejones de cincuenta brazas como antes. Como estos tres nuevos edificios son similares a los de siete pisos, tienen la misma anchura de cien brazas. Por ello, claro, el patio utilizado como parque es más limitado, aunque todavía resulta tan grande que necesitaríais muchos días de viaje para recorrerlo.
23. Así son las viviendas de los habitantes del sexto cinturón. Vuestra fantasía es demasiado poca para poder imaginar ni siquiera aproximadamente el esplendor, la magnificencia y la suntuosidad que se ofrecen allí a la vista.
24. Pero no penséis que estos edificios son las obras más grandiosas y magníficas de su arte arquitectónico. Cuanto lleguéis a conocer sus carreteras, sus puentes y sus templos grandiosos, entonces podréis maravillaros ante el verdadero arte arquitectónico de los habitantes de este cinturón.
Lo más extraordinario siguen siendo sus carreteras y puentes; nunca habéis ni soñado con nada parecido. Podéis dejar volar vuestra fantasía tanto como queréis, os aseguro que estas carreteras y puentes darán cien vueltas a vuestras más atrevidas visiones.
25. Como su descripción ha de ser sin duda alguna un poco más detallada para que podáis haceros una idea clara sobre ellas, las dejamos para la próxima vez.
1. Al conocer las condiciones del planeta Urano supisteis que sus habitantes mantienen el principio de que todas las carreteras han de ser rectas. Aunque construir allí carreteras rectas presente mil dificultades debido a su enorme tamaño, esto no es nada comparado con las que genera el terreno de este cinturón del gran mundo solar.
2. Las montañas del planeta son cinco y hasta seis veces más elevadas que las de vuestra Tierra. Pero, ¿qué es esto comparado con las del Sol, cuya altura no se mide en brazas sino en leguas?
Imaginaos la construcción de una carretera principal a la altura media de los territorios de este cinturón. Tened en cuenta que hay muchos valles extraordinariamente profundos, muchos ríos enormes, torrentes, cataratas, lagos, ensenadas marítimas aquí y allá...
Si pensáis un poco en todo ello, ya de entrada os resultará evidente que construir allí una carretera completamente recta tiene que ser una empresa especial.
3. Considerad también que atraviesa como un aro el sexto cinturón solar entero, y ello tanto el cinturón norte como el sur, con la única diferencia que los adornos del parapeto de la carretera del cinturón sur son más redondeados que los de la del norte, más agudos. Y no olvidéis que tiene una longitud de casi doscientas mil leguas.
4. Si analizáis la empresa en detalle, la grandiosidad de semejante carretera os resultará cada vez más evidente. Os quedaréis más estupefactos aún sabiendo que tiene por todas partes una anchura uniforme de dos mil brazas.
Tened en cuenta los miles de valles sobre los cuales pasa este puente de cinco y hasta tal vez de diez leguas de altura. Pero pese a todas estas dificultades, inauditas para vosotros, allí arriba, por encima de todos esos horrorosos precipicios, realmente pasa esa carretera sólida y, a la vez, airosamente construida.
5. Ya tenéis una primera aproximación a la misma.
Decís asombrados: «No está fuera del alcance de nuestras facultades imaginar un proyecto así, ¡pero su construcción! ¡No!, sobre eso sólo tenemos que decir que, por supuesto, tal obra es posible a Dios, pero que seres creados puedan hacerla con los materiales disponibles y mano de obra, ¡eso que lo entienda quien pueda!
Consideraremos totalmente imposible semejante empresa hasta que podamos comprobar de qué fuerzas superiores disponen esos hombres y cómo las utilizan para que de sus manos pueda salir obra semejante».
6. Pero Yo digo: ¡Paciencia! Mirad algunos animales de vuestra Tierra y comparad sus obras con las vuestras. Vergüenza os tendrá que dar comprobar que las mayores obras de vuestras manos son como casitas de caracol comparadas con las suyas.
Para que lo comprendáis mejor, iré con vosotros a uno de esos hormigueros que frecuentemente tienen una altura de más de una braza.
¡Comparadlo con el tamaño de sus constructores! ¿No es respecto a ellos evidentemente mayor que si vosotros hubieseis construido, con vuestra estatura y con vuestra fuerza, un Chimborazo o un Himalaya?
Si la comparación os parece exagerada, echad la cuentas proporcionalmente, y veréis confirmado por completo lo que os digo.
7. Fijaos, por ejemplo, que la cabeza de una hormiga tiene tal vez una altura de media línea. Fijaos después en un hormiguero cuya altura frecuentemente llega a braza y media. Averiguad a continuación cuántas medias líneas caben en esta braza y media; luego multiplicad el resultado por vuestra estatura y hallaréis la altura que deberían tener vuestros edificios si su relación con vuestra propia estatura fuera igual a la de los hormigueros con las hormigas.
No quiero ni mencionar los miles de pasillos y recovecos del hormiguero, todos gigantescamente grandes en relación con sus constructores, pues el tamaño del propio hormiguero ya basta para poner en claro la relación entre el potencial constructivo de estos pequeños animales y el vuestro.
8. Podéis observar también cómo la pequeña avispa cuelga atrevidamente su panal en cualquier pared mediante una especie de palillo de un grosor de apenas dos líneas, lo que, comparativamente, es más audaz que si vosotros colgarais de un arco un gran palacio con fuertes cadenas, a gran altura.
9. Igualmente podéis observar la tela de una araña. ¡Cuántas veces tiende este pequeño animal sus hilos! Y en el centro de ellos, al aire libre, construye su vivienda. ¿No es este ejemplo lo mismo que si vosotros hubierais tendido cuerdas muy fuertes entre las cumbres de las montañas más altas haciendo así puentes suspendidos sobre valles y abismos profundos?
10. Todavía puedo citaros multitud de ejemplos sobre la capacidad constructiva de animales pequeños, pero de momento ya bastan estos.
Si estudiáis atentamente esa capacidad constructiva, veréis la insuficiencia de la vuestra, ruin comparada con ella. Si estos pequeños animales os superan y os avergüenzan, ¿cómo no van a existir seres humanos capaces de superar mil veces más que ellos vuestro potencial constructivo?
11. Esas son precisamente las habilidades de los hombres de nuestro sexto cinturón solar.
Pues sus facultades principales se manifiestan justamente construyendo, porque corresponden espiritualmente a los órganos del cuerpo humano que edifican su sistema vegetativo.
12. Sabiéndolo, podemos pasar a ver algunos detalles de cómo hacen la gigantesca carretera.
Cuando pasa por encima de extensos altiplanos, la construcción es fácil y no requiere grandes esfuerzos. Pero cuando pasa por encima de valles y abismos profundos y extensos, las dificultades y los esfuerzos aumentan según la profundidad de los mismos. En tales casos la carretera exige la construcción de puentes muy altos.
Ahora preguntáis: «¿Cómo los hacen?».
13. Los puentes se subdividen en plantas. Una planta de arcos se levanta sobre otra hasta alcanzar el nivel de la carretera en construcción.
Si tienen que hacerlo así, rellenan los huecos de los arcos, y encima colocan sillares macizos bien tallados. A ambos lados de la construcción levantan una baranda de piedra bastante alta, de varias brazas. La altura de cada planta de arcos alcanza fácilmente entre cincuenta y cien brazas, y podéis encontrar puentes en los que hay, una sobre otra, casi dos mil.
14. Ahora preguntáis: «Si un valle puede tener fácilmente una anchura de más de cien leguas, ¿cuánto tiempo necesitarán los constructores para acabar obra tan gigantesca?».
Os digo que, más o menos, el mismo que vosotros para construir una casa normal. En casos así hay normalmente varios millones de manos que se ponen a la obra, otras tantas que preparan los materiales de construcción, y millones más que lo transportan.
15. Por regla general, también allí las plantas inferiores son las únicas que están hechas de grandes sillares labrados, unidos mediante un cemento especial pegajoso. Las superiores las hacen de ladrillos cocidos, fabricados con una arcilla muy espesa que encuentran fácilmente en las montañas de este cinturón. La secan exponiéndola simplemente a la propia luz solar, hasta que cambia de color y produce un sonido seco al tocarla. Una vez que los ladrillos adquieren esta solidez, ya están listos para la construcción.
16. Vais a decir: «Ya hemos aprendido cómo se construye la carretera cuando pasa sobre valles y abismos. Pero todavía quedan ríos, lagos y ensenadas, que han de ser superados. ¿Cómo construyen la carretera sobre ellos?».
17. Tened un poco de paciencia y lo veréis en seguida. ¡Porque estos constructores son sumamente emprendedores, diestros, hábiles y perseverantes!
Fabrican una especie de balsa de madera muy dura, de una anchura de veinte brazas y de una longitud de mil. Para ellos es fácil, porque por todas partes hay bosques abundantes en árboles frecuentemente mayores que los árboles-pirámide de Saturno.
18. Cuando la terminan, empiezan a edificar sobre ella. La balsa, claro, empieza a hundirse por el peso del material cargado. Tan pronto queda bajo la superficie del agua, vuelven a colocar encima un segundo piso de árboles labrados, fijándolo al anterior mediante una especie de zunchos muy fuertes. Esta segunda planta, en realidad, es más bien un cerco alrededor de la base del puente que están haciendo.
Acto seguido aumentan la altura de la base.
Cuando el nuevo material pesa tanto que también este cerco queda debajo de la superficie del agua, colocan otro encima y siguen edificando. Así continúan hasta que los constructores notan que la primera balsa toca fondo, al menos por un lado. Si el fondo es llano, ya no hay dificultades y continúan construyendo el pilar, hasta una altura de muchas miles de brazas si fuera necesario.
19. Si no lo es, las dificultades de la construcción aumentan extraordinariamente. No les queda otro remedio que servirse de buceadores experimentados, preparados para este trabajo. Bajan al fondo y lo nivelan, y si hay grietas y abismos, los rellenan con materiales que les bajan desde arriba.
20. Vais a decir: «Pero habrá casos en que las grietas o los abismos tengan una profundidad que haga imposible rellenarlos. Y es imprescindible que la base de la construcción sea sólida. ¿Qué hacen en semejantes casos?».
En casos así construyen un enrejado de metal extraordinariamente sólido, lo sumergen y lo colocan con tanta habilidad en los arrecifes, que la balsa original con la base de la construcción se apoya perfectamente en él.
21. Ahora preguntaréis: «¿No se ahogan los trabajadores cuando tienen que trabajar tanto tiempo bajo el agua?».
No, porque en este cinturón no existe tanta diferencia como en vuestra Tierra entre el aire de la atmósfera y el del agua. El aire de este cinturón es mucho más condensado, de modo que las aguas, resultan relativamente más sutiles.
Por este motivo un hombre adiestrado puede respirar allí debajo el agua, recibiendo en sus pulmones, que ya están habituados a ello, agua en vez de aire. Cierto es que tienen practicar desde una juventud muy temprana, porque de lo contrario también el hombre de este cinturón se ahoga en el agua. Por ello siempre preparan algunos equipos a los que acostumbran al agua, de manera parecida a lo que hacéis vosotros en la Tierra con los buceadores, capaces de pasar hasta media hora sumergidos sin sufrir daño alguno.
22. Cuando se ponen a construir estos cimientos, empiezan con muchos miles de enrejados a la vez, según la anchura de la corriente o del lago, los cuales distan unas veinte brazas entre sí239.
Una vez fijados firmemente en el suelo, empiezan a unirlos con arcos metálicos muy robustos, ya desde fuera del agua. Después construyen nuevos enrejados sobre los primeros y también los unen con arcos.
Así levantan una planta de arcos sobre otra hasta que alcanzan finalmente el nivel de la carretera, donde proceden como sobre los valles.
23. «¿Qué hacen los constructores en lugares donde encuentran ensenadas cuyo fondo no alcanzan sus sondas, aun alargándolas al máximo? Pues suponemos que no sólo habrá ensenadas de una profundidad de mil brazas sino también de cincuenta y hasta de cien leguas».
24. En esos casos tienen que decidirse por puentes flotantes; sólo que los barcos que sirven para este fin son tan monumentales como la misma carretera.
Sobre los mismos no construyen en piedra sino que hacen todo el puente de madera solidísima, y, sobre el mismo, la edificación también debe alcanzar el nivel de la carretera.
25. Hacen los barcos lo más sólidos posible, por lo cual más parecen cestos gigantescos que navíos; normalmente miden una legua de largo y por lo menos quinientas brazas de ancho. Las paredes de estos cestos flotantes tienen habitualmente una altura de trescientas brazas y están fijadas entre sí mediante vigas de hierro macizo y zunchos muy fuertes.
Su fondo, construido con tres capas perpendiculares de troncos de árboles, está reforzado con una chapa de metal muy gruesa.
Metida en el agua, esta madera empieza a petrificarse. Impregnan la parte que se encuentra fuera con una emulsión, lo que la vuelve eternamente indestructible.
Estos cestos flotantes se tocan unos a otros, y están fijados entre sí mediante abrazaderas extraordinariamente fuertes, de manera que su conjunto forma una línea ininterrumpida que cruza la ensenada marítima.
26. Mirad con los ojos del espíritu este puente flotante desde cualquier altura, y habréis de reconocer que semejante empresa reduce vuestras fantasías más atrevidas a imágenes en miniatura.
27. Actualmente ya no están construyendo esta carretera, porque ya hay una que tiene unos sesenta mil años terrestres, más de los que hace que vuestra Tierra está habitada por seres humanos.
Aunque todavía hacen ahora vías de acceso a ella y también han de reparar algunos daños aquí y allá, en tales casos, por lo general construyen tramos enteramente nuevos.
28. Con esto hemos terminado de describir la construcción más gigantesca de los habitantes de este cinturón. Como ya no hay nada más que explicar sobre este asunto, la próxima vez visitaremos uno de sus templos.
1. Los templos de los habitantes de este cinturón, por supuesto consagrados a venerar a Dios, no son ni mucho menos tan grandes como la carretera que ya conocéis. Pese a ello son la obra maestra más extraordinaria de toda su arquitectura.
Dos factores sobre todo hay que tener en cuenta al examinarlos: su tamaño y su altura.
2. Por su tamaño, Hungría entera no sería lo suficientemente grande para darles cabida. Y por su altura, vuestras más altas montañas apenas servirían como adorno a sus diversos salientes.
3. «¿El templo es un sólo edificio?».
¡Oh no!, como todos las construcciones de este cinturón, es en cierto modo un complejo de viviendas y más parece una enorme capital que un edificio singular.
4. Está rodeado por una muralla periférica de más de cien brazas de altura, cuyo contorno no es rectangular sino que siempre se amolda a la naturaleza del terreno en el que el mismo se encuentra.
5. Detrás de ella han construido a lo largo de mil brazas torres que recuerdan lo que vosotros creéis que son las torres babilónicas. Todas están a distancias regulares entre sí, son iguales de altas y sobresalen de la muralla dos tercios de su altura.
6. Si el terreno del interior no está perfectamente nivelado, entonces rellenan todos los lugares hundidos, porque en el recinto del templo no admiten en manera alguna ni elevaciones ni depresiones. Allí piensan literalmente que “Los montes han de ser rebajados y los valles nivelados”.
7. Vais a preguntar: «¿Para qué sirven las torres?».
En cierto modo tienen el mismo fin que en la Tierra las antiguas grandes pirámides egipcias: sirven de sepulcros a los habitantes del cinturón pertenecientes a uno u otro templo. Pero una torre no es la tumba de un sólo hombre, sino la de muchos miles de ellos. Su perímetro inferior tiene frecuentemente cuatro leguas, y su altura es de poco más de trescientas brazas. Así es que más bien parece un monte hecho por albañiles. Hay templos que tienen dentro de sus murallas varios cientos de torres así.
8. Más adentro, a una legua de las torres, se levanta un gran edificio redondo de mil brazas de altura. Sólo tiene planta baja, porque el edificio no consiste sino en arcos que soportan una calle de más de dos mil brazas de ancha. La calle está adornada por ambos lados con barandillas y preciosísimos ornamentos. Además, en todos los sitios donde el pilar de un arco se levanta desde el suelo, han construido un magnífico arco de triunfo quinientas brazas más alto que la calle.
En el interior de cada pilar hay una escalera de caracol por la que se puede subir desde el suelo hasta la calle. Allí hay otra, construida en el muro lateral del arco de triunfo, que lleva a la galería superior del propio arco, plana en su parte superior. Esta galería también está cercada por una barandilla sólida de metal.
9. La calle se llama “Calle del Honor divino”. Acostumbran a hacer procesiones en ella para alabar el gran Poder y el Honor de Dios.
10. Hemos terminado las explicaciones sobre esta construcción, que puede alcanzar hasta las cuatrocientas leguas de circunferencia.
Así que continuemos nuestro camino otra legua más.
Encontramos un nuevo cerco de torres altísimas que, más que verdaderas torres, parecen obeliscos gigantescos.
11. Primero veis en el suelo pedestales cónicos uniformes que, ellos solos, ya tienen una altura de dos mil brazas. Encima se levantan los gigantescos obeliscos, de forma cónica redondeada y no piramidal, los cuales, desde los pedestales, tienen cuatro mil brazas de alto. Su superficie no es lisa como la de un cono perfecto sino con escalones, de modo que desde el pedestal, bien cercado por una barandilla robusta, se puede subir perfectamente hasta la punta del obelisco. Una escalera de caracol que tiene cada pedestal sube hasta los pies de los obeliscos que hay encima.
12. Ahora preguntáis: «¿Para qué sirven estos obeliscos?».
Para contemplar la Fuerza de la Sabiduría divina. Se sobreentiende que los constructores de este cinturón son también buenos matemáticos y saben que un cono encierra los mayores secretos del arte de la medición, causa por la cual buscan en los conos el fundamento de la sabiduría. Este es el motivo por el que levantan tales monumentos en honor de la Fuerza de la Sabiduría divina.
Bueno, ya hemos visto también esta parte del templo.
13. Continuemos caminado una legua más hacia el interior del recinto.
No encontramos edificio alguno sino un canal de más de una legua de ancho, completamente lleno de agua. No existen puentes para atravesarlo, y para ello hay que utilizar las pequeñas barcas que abundan en ambas orillas. Por todas partes la hondura del agua llega, a lo sumo, al cuello de un hombre.
14. Crucémosla y continuemos nuestro camino otra legua.
Aquí, delante de nosotros, se levanta, a una altura espantosa, el primer atrio del verdadero templo.
Nos encontramos frente a un muro de una altura de ocho mil brazas, de una monotonía absoluta y sin ventanas exteriores.
Por encima suya vemos a intervalos regulares, todavía a gran distancia, puntas blancas como agujas: son columnas ornamentales del borde superior del muro. Su altura es de dos mil brazas y su circunferencia de mil.
15. Ya estamos delante de este edificio gigantesco cuya puerta tiene forma de arco. Aunque no podremos recorrerlo tan rápidamente como pensáis, porque atravesarlo nos costará quizás hasta tres horas de las vuestras.
Por la puerta se entra en un pasadizo imponente cuya longitud es la misma que la del enorme edificio. Miradlo por dentro y contad todas las galerías y las innumerables arcadas en forma de túneles que conducen al interior del edificio. Y fijaos también al mismo tiempo en el movimiento y animación que hay en las galerías, que se cuentan por cientos, unas encima de otras.
16. Vais a preguntar: «¿Para qué sirve este enorme edificio?».
Es una escuela en cuyas diferentes clases enseñan a los jóvenes todo lo imaginable.
17. ¡Mirad el fuego llameante que hay al fondo de lo túneles a ras del suelo y escuchad el martilleo y los ruidos metálicos! Son las aulas de herrería donde enseñan a los aprendices a fabricar diversos objetos del metal.
En todas las galerías veréis algo distinto.
18. Ahora ya sabéis para qué sirve el edificio, de modo que podemos salir de él y continuar nuestra visita al templo.
1. Ante nosotros se extiende una llanura de tres leguas, de ancho, poblada de los más maravillosos árboles frutales, dispuestos en filas. Pasamos por estas avenidas perfumadas y nos encontramos nuevamente ante de un canal de agua de la misma anchura que el anterior.
2. «¿Qué hay al otro lado del canal?».
Crucémoslo en una de las pequeñas barcas y continuemos después el camino por una llanura de aproximadamente una legua.
3. Ya hemos llegado delante de un edificio aún más colosal que el anterior. No es tan ancho pero, por lo menos, tiene doble altura. Tampoco tiene ventanas externas, aunque sí muchas hacia dentro.
4. Todo el edificio está dividido en siete pisos que se diferencian, exterior e interiormente, por los colores del arco iris.
En el muro gigantesco, visto desde fuera, los colores parecen cintas continuas paralelas. Pero en el interior, cada una de las enormes galería está coloreada por una u otra de las tonalidades del arco iris.
5. Estas galerías tienen una altura tal que podríais colocar fácilmente bajo ellas las montañas más altas de Europa. Travesías de arcos bien proporcionados van desde las galerías al interior del edificio.
6. «¿Para qué sirve este edificio?».
Sirve para contemplaciones espirituales elevadas. En realidad, es un museo de las artes donde exponen obras interesantes y variadas, tanto para que sean vistas como para que las estudien.
7. Alguien podría preguntar ahora: «¿Por qué las salas son tan extra ordinariamente altas?».
Tened un poco de paciencia. Pronto comprenderéis que la cosa no es tan absurda como parece a primera vista.
La especialidad de los habitantes de este cinturón, particularmente la mecánica necesaria para la construcción, es extraordinariamente ambiciosa y frecuentemente resulta muy complicada, como, por ejemplo, sus extraordinarias máquinas elevadoras y sus catapultas, que también son enormes y muy complejas. Pensad en las descomunales construcciones de estos hombres, pensad hasta qué altura casi incomprensible para vosotros levantan piedras de varios miles de quintales de peso.
Si os detenéis un poco en ello, supondréis que para realizar semejantes empresas han de existir los medios adecuados.
8. Si os digo que en estas salas tan extremadamente altas están expuestas máquinas mecánicas, entonces ya no las consideraréis demasiado altas, menos aún si tenéis en cuenta que no hay en ellas sino modelos de los más diversos tipos de máquinas y no las máquinas verdaderas.
9. Todavía preguntáis: «¿Por qué hay siete galerías unas sobre otras, todas de una altura espantosa para nosotros?».
Esto se explica como sigue:
Pensad sólo en el andamio que necesariamente ha de existir para construir no ya edificios de unas cuantas brazas de alto sino de unas cuantas leguas. Un andamio así tiene siete partes, cada una de las cuales está construida de manera diferente; si todas fueran iguales la inferior no podría soportar las superiores.
Por esto es por lo que un solo andamio de siete partes sirve para las siete plantas construidas una sobre otra, siendo la base del mismo la que está a ras del suelo. Si después ya no hubiera más plantas, entonces basta con esta última.
Si la construcción tuviera doble altura, cada cual puede ver y estudiar en la segunda planta cómo el andamio correspondiente se superpone al de la planta baja. Y así puede analizarse el andamio y todos sus componentes en cada subdivisión sucesiva..
Para construir edificios aún más altos, el caso de los templos, en la galería contigua al museo se ve a ras del suelo la manera de construir la próxima planta y las otras que puedan necesitarse. Existen andamios diversos, conforme a la diversidad de los edificios, expuestos todos en las numerosas galerías de este museo.
10. Aquí exponen también las máquinas elevadoras, los tractores, las catapultas, las excavadoras, las máquinas para fijar lo uno con lo otro, y otras por el estilo, todas necesarias para construir esos edificios gigantescos.
11. Ya sabéis para qué sirve esta construcción enorme.
12. Salgamos de ella y continuemos nuestra visita. De nuevo vemos un campo de una anchura de tres leguas, con abundantes y variados árboles frutales. Está repleto de pequeñas construcciones de prueba, por lo que se ve que se trata de una escuela de arquitectura.
Por eso hay en él multitud de pequeñas viviendas para estudiantes y profesores, todos con derecho a servirse de los frutos.
La próxima vez examinaremos la vivienda más próxima.
1. Aproximadamente a una legua del último campo de árboles veis un edificio de forma escalonada. Podéis contar setenta escalones, cada uno de los cuales tiene una altura de mil brazas. En cada uno de ellos hay cuatro pisos con ventanas parecidas a las vuestras góticas, pero al menos cincuenta veces más grandes.
Como este edificio se ha construido tanto interior como exteriormente en forma de escalones y como todos, los del exterior y también los interiores, están provistos de una buena barandilla, podría preguntarse para qué sirve el edificio que, pese a ser parte del santa santorum del templo, tiene un perímetro de unas setenta leguas.
2. Por un lado sirve para educar en los conocimientos espirituales superiores y, por otro, de vivienda para los servidores del verdadero santuario interior del templo.
3. Estos servidores se dividen en setenta clases, cada una de las cuales desempeña en el templo una tarea específica. La que habita los cuatro pisos del primer escalón es la más ordinaria e inferior.
Cuanto más alto está un escalón, tanto mayor es la importancia del cargo y menos participan sus miembros en el servicio del templo. La clase que habita el escalón superior, es decir, el septuagésimo, baja muy raras veces de su altura para el servicio del templo: allí habitan sólo los sumos sacerdotes extremadamente sabios.
4. Ahora preguntaréis: «¿Quién lleva el alimento a los hombres que viven a esa espantosa altura?».
Ya se han ocupado de ello. Cada escalón, de mil brazas de ancho, es también un jardín ideal con un suelo rico y fértil, donde hay diversos árboles frutales de tamaño medio y otras plantas y raíces comestibles. También crían animales, de modo que hay alimento más que suficiente para ellos en dichos jardines.
5. «Otra pregunta todavía: ¿Dónde consiguen agua?».
El agua les llega mediante magníficos sistemas de tuberías desde la cordillera fronteriza anular, que tiene una altura de más de cien leguas y está a una distancia de mil.
También el edificio, en el que incluso hay estanques donde los habitantes pueden pasear en ágiles canoas, se aprovisiona de agua mediante un sistema de tuberías. En los jardines y entre los árboles frutales hay una multitud de fuentes que, desde las puntas de obeliscos, lanzan el agua hacia arriba para que luego caiga en forma de llovizna en uno de los estanques.
6. Ahora objetaréis: «¡Pero con esas lloviznas las viviendas estarán muy húmedas!».
¡No os preocupéis por esto! El edificio está construido con sillares cementados de manera tal que el conjunto carece de fisuras y es impermeable. Y la poca humedad que pudiera depositarse en su superficie, se secaría inmediatamente por el calor bastante intenso del ambiente solar, así que en las habitaciones no se nota la menor humedad.
7. A las diferentes plantas de este edificio se llega, internamente por innumerables escalones y escaleras, y, por el exterior, a través escaleras rectas, anchas y cómodas.
Vosotros poco avanzaríais por estos escalones de dos brazas de altura cada uno, aunque a los habitantes de este cinturón, de dieciséis a veinte brazas de estatura, les resultan más que cómodos. Pero también hay escalones de cuatro a cinco brazas de altos.
8. Las escaleras exteriores llegan hasta la máxima altura y están provistas a ambos lados de barandillas muy sólidas.
En su parte interior, saliendo del edificio, tienen un deslizadero inclinado. No sirve para que los hombres resbalen hacia abajo, sino para lo que un vertedero de basuras de la Tierra.
Es como medio tubo, con la parte de arriba abierta. Las personas pueden echar en él sus basuras y desperdicios desde cada tramo de escalera. Todo se desliza hacia abajo y, si algo se atranca, desembozan el deslizadero con un chorro de agua.
9. Habéis visto este edificio desde el lado izquierdo y desde el derecho, y nos hemos fijado en que se trata de una obra escalonada, por lo que se sobreentiende que también su sección ha de formar un triángulo similar. De ello podéis deducir que el edificio tiene que ser, a ras del suelo, tan ancho como alto, o sea, setenta mil brazas.
Las puertas de entrada y de paso se confunden con los mismos túneles, que tienen una altura de mil brazas y una anchura de cien. Su interior está iluminado con luz artificial, lo que allí no resulta tan difícil como pensáis, porque en este cinturón, como también en otros, hay una gran cantidad de piedras blancas luminiscentes, cuya luz no soportaríais debido a su intensidad, de manera similar a como tampoco soportaríais en la Tierra mirar la luz del Sol a mediodía.
De ellas labran bolas de dos brazas de diámetro y las colocan a distancias adecuadas sobre pedestales cuadrados, tanto en los túneles como en las habitaciones y otras salas interiores del edificio. Así todas los interiores están bañados por una luz más fuerte que en la Tierra la del Sol a mediodía.
La luz de estas piedras es mucho más débil que la exterior normal del Sol, pero todavía lo bastante fuerte para poder verlo todo claramente con detalle.
10. Sobre unas mil entradas y túneles atraviesan el gigantesco edificio. Si podéis dejar volar un poco vuestra fantasía no se os escapará su grandiosidad. Permitidme también que os lleve arriba, al escalón septuagésimo, para que admiréis desde su altura las regiones lejanas y todos los edificios que acabáis de conocer, y os convenzáis de la magnificencia y suntuosidad de este edificio.
11. Ahora dad la vuelta a esa terraza que tiene una altura de más de diecisiete leguas sobre el suelo. Fijaos en su espacio interior y el verdadero templo ya no os parecerá tan lejos.
12. Este templo no se asemeja en nada a otros edificios; más bien parece un monte de veinte leguas de alto.
Su perímetro no mide más.
De modo que más bien tiene el aspecto de una enorme torre gótica asimétrica, de un producto del azar pese a estar repleto de capiteles y almenas.
13. Este templo tiene miles y miles de bóvedas que se suceden unas a otras, muy altas, y en todas partes, tanto dentro como fuera, hay escaleras que suben. Sus capiteles más altos se pierden en las vaharadas de la atmósfera luminosa del Sol, y sólo acá y allá veis sus reflejos, que recuerdan estrellas claras centelleando en lo alto.
14. Como veis en vuestra fantasía, todo el edificio está construido con las piedras blancas luminiscentes que ya conocéis, y por ello hay igual claridad tanto dentro como fuera.
Incluso si estuvierais a cien leguas, su luminosidad poderosa cegaría instantáneamente vuestros ojos, porque dicha piedra brilla al aire libre mil veces más fuertemente que la luz del Sol vista desde vuestra Tierra. Para los ojos de los habitantes de este cinturón tienen la misma luminosidad que en la Tierra un terreno nevado al que le da el sol.
15. En el capítulo que trata sobre su religión se os explicará cómo los habitantes honran a Dios en este templo.
16. Ya habéis visto cuál es su aspecto y conocéis sus dimensiones.
De modo que podéis comparar las tres clases de edificios y saber cuál es la más grandiosa y gigantesca.
17. Si reflexionáis detenidamente, habréis de admitir que, por las dimensiones, la gran carretera sigue siendo lo máximo de la arquitectura de los habitantes de este cinturón.
Pero por lo que se refiere a la diversidad del arte arquitectónico, sin duda alguna el templo es lo más sublime y, en cierto modo, puede considerarse como la culminación de la grandeza del mismo.
18. No hará falta decir que en ese templo habitan varios millones de habitantes.
«¿Cuántos templos hay en el cinturón?».
No tantos. Difícilmente encontraréis más de diez.
«Entonces, ¿cuál es la extensión del distrito de un templo?».
Es mayor que en vuestra Tierra Europa, Asia y Africa juntas.
19. «¿Y cuántos edificios habrá en un distrito?».
Tampoco muchos: diez o doce, según el distrito. Aunque en cada distrito hay millones y más millones de habitantes. Sabéis ya que los edificios están extremadamente poblados, de manera que los hay donde viven dos o tres millones de personas. Si contáis también los varios millones de habitantes del templo, entonces el distrito os parecerá más poblado que lo que el número de templos y edificios deja sospechar.
20. Salvo en las regiones bajas a orillas de la mar, todo el terreno se utiliza para cultivar árboles frutales y de otras especies. En los valles cultivan sobre todo bosques cuyos árboles gigantescos utilizan para las diferentes construcciones. Los altiplanos, e incluso las faldas no demasiado inclinadas de las colinas, son usados, sin excepción, para cultivar árboles frutales y también otras plantas.
21. Siempre construyen los edificios y los templos en terrenos que no sirven para ninguna clase de cultivos, por ejemplo, en terrenos muy pedregosos. Al lado de la carretera principal también hay casas pequeñas que no pueden ser habitadas por más de cien personas, motivo por el cual hay menos distancia entre ellas. Distan, según sea el terreno, desde diez leguas hasta un máximo de treinta.
Sus habitantes se encargan de mantener la carretera y deben reparar los desperfectos menores por sí mismos. Si se producen daños mayores, han de señalarlos a los constructores del templo.
22. Esto es todo lo digno de mención relativo a las condiciones naturales de este cinturón. La próxima vez la dedicaremos a sus tres tipos de organización, a saber, la doméstica, la estatal y la religiosa.
1. Sin duda, diréis: «Donde hay casas tan grandes, también debe haber una buena organización doméstica que mantenga en ellas un orden justo».
Pues no, no es así. Pese a la inmensidad de la casa, su organización es tan extraordinariamente sencilla como no podéis imaginar. Y, al mismo tiempo, la organización doméstica y la estatal están fusionadas.
2. Sobre la organización doméstica hay que señalar especialmente que cada grupo familiar debe mantener su casa siempre limpia y ordenada. Si acaso se produce cualquier daño importante en el edificio, lo que sucede muy raras veces, todos los miembros deben cooperar en arreglarlo.
3. También la organización doméstica regula que los habitantes de la primera planta, o más bien del edificio periférico, cultiven los terrenos más lejanos; los de la segunda, los que están un poco más cerca; los del tercer piso los que se encuentran todavía algo más próximos, etcétera, y los habitantes de las plantas más altas, los más inmediatos.
4. Existe también otra regla doméstica según la cual las viviendas, hasta la quinta planta inclusive, no deben tener tuberías de agua porque debido a su poca altura resulta fácil traerla.
Desde la sexta planta hacia arriba toda vivienda debe estar provista de ellas. Tampoco debe haber cultivos en las terrazas superiores de los primeros cinco edificios; sin embargo, los siguientes edificios ya pueden disponer de jardines en sus terrazas para cultivar en ellos plantas, frutas y raíces comestibles.
5. Las personas más jóvenes tienen la obligación de ocupar los pisos superiores. Los patriarcas viven siempre en los edificios interiores, más altos y más bonitos.
6. Estos patriarcas deben utilizar el gran jardín interior. También hay una razón por la que viven en los edificios más altos: para poder abarcar con la vista todos los demás edificios desde sus terrazas elevadas. Aunque no siempre suelan hacerlo personalmente, pues tienen vigilantes que los sustituyen y que, desde la terraza superior, controlan por turnos el complejo de edificios. Si observan la menor irregularidad que pueda ser consecuencia de un pequeño desorden, enseguida avisan al patriarca: por ejemplo si ven alguna nube de humo o de polvo fuera de lo normal. De todos modos, cada habitante del edificio tiene la obligación inexcusable de comunicar al patriarca la menor irregularidad.
7. Igualmente existe un reglamento, tanto doméstico como estatal, que dispone que hay que llevar al templo a todos los varones para educarlos. Sólo instruyen en casa a las muchachas, enseñándoles la economía doméstica.
8. Cuando los adolescentes vuelven de la escuela, deben pasar en casa unos exámenes que demuestren ante el patriarca correspondiente las aptitudes adquiridas en el templo.
Si son considerados aptos, ya pueden contraer matrimonio e instalarse en una vivienda propia, de las que siempre hay una gran número disponible en semejante complejo de edificios.
Pero si no lo son tendrán que aceptar otra estancia poco grata en el templo, donde maestros bastante severos no los recibirán bien.
Una visita así no agrada ni a los discípulos reenviados ni a los maestros porque estos se sienten criticados si los patriarcas no están satisfechos con sus estudiantes. Por ello dichos estudiantes no son admitidos con “aleluyas” y siempre se les imparte la instrucción complementaria con bastante más severidad que la primera.
Pero como tales estudiantes son por lo general considerablemente más aplicados que los que van por primera vez a la escuela del templo, sucede por lo general que los suspendidos se vuelven con el tiempo muy diestros y hábiles, y ellos mismos se transforman en futuros maestros o instructores del templo, costándoles luego poco decir “adiós” a su patria.
Los habitantes del templo, sobre todo los instructores y maestros, gozan de una reputación extraordinaria, motivo por el cual los hay que prefieren habitar una de esas pequeñas casas del jardín del templo ya conocidas por vosotros, que ser el primer patriarca de un complejo de edificios.
9. Con esto hemos tratado todas las reglas domésticas y estatales de un edificio individual. Pero también existen reglamentos entre edificios vecinos, en virtud de las cuales todo habitante de una casa puede pedir en casos extraordinarios la ayuda de dos casas vecinas, ayuda que no le puede ser negada.
Si se quiere construir un nuevo edificio en algún sitio, no puede hacerse sin el consentimiento del consejo del templo ni sin la aprobación del sumo sacerdote.
10. Es natural que los habitantes de todos los edificios tengan que obedecer al templo en todos los asuntos generales con suma prontitud, lo que se pone claramente de manifiesto en la parte material de la religión.
11. Como hemos terminado de analizar los dos primeros tipos de organización, podemos dedicarnos ahora a la religión de los habitantes de este cinturón. Para que podamos estudiar de la manera más perfecta y precisa posible este apartado tan extraordinariamente importante, será necesario dividir la religión en dos partes, a saber, la material y la espiritual.
12. Ahora preguntáis: «¿En qué consiste la parte material de la religión de los habitantes de este cinturón?».
La parte material, o mejor dicho, la parte activa de la religión de estos habitantes, consiste en que todo lo que hace cada cual, debe hacerlo en honor de Dios. Para ello tiene que examinar si la acción que se propone es realmente adecuada para honrarle. Si él mismo no está totalmente convencido que el proyecto es digno ante Dios, entonces tiene la obligación de presentarlo al patriarcado doméstico para que lo examine. Si el patriarcado duda que sea adecuado, el solicitante ha de someter el asunto al sumo sacerdocio.
Si éste reconoce que la acción es adecuada para honrar a Dios, el solicitante puede proceder a realizar su proyecto sin más trámites. En caso contrario, es decir, si el sumo sacerdocio rechaza el proyecto por ser indigno de Dios, el solicitante debe desistir de él, y tiene, además, que hacer penitencia por haber planificado algo indigno de Dios. La misma consiste en que ha de quedarse durante cierto tiempo en el templo y prestarse a cualquier servicio inferior. Sólo después podrá volver a su patria.
13. Esta es una primera regla referente la parte material de la religión.
Una segunda regla prescribe que todos los habitantes de una casa deben presentarse una vez en el templo a lo largo de siete o por lo menos de diez “intervalos de la luz estelar”, para honrar a Dios y para escuchar de boca de los sacerdotes la doctrina sobre Dios en los diversos auditorios del templo.
14. También todos tienen la obligación de subir una vez en su vida a la parte más alta del templo para dar allí gracias a Dios por todo lo que ha recibido y para pedirle todo lo que todavía tiene que recibir en el futuro.
15. Cuando pasan diez “intervalos de luz estelar”, cada uno de los cuales dura algo más de veintinueve días terrestres, todos los habitantes están obligados a entregar al templo una cantidad determinada de frutos de sus tres árboles frutales principales.
16. Como la carretera principal es propiedad de los templos, habitualmente construidos en sus cercanías, cada habitante, caso que sea necesario, debe estar siempre dispuesto a ayudar con todas sus fuerzas a mantenerla.
17. Ya preguntáis: «¿Para qué la han construido?».
Su finalidad principal es comunicar y unir y a todos los habitantes del cinturón, y a todos los templos, para el Honor de Dios.
También les sirve a todos quienes quieren ser sumos sacerdotes para honrar a Dios, porque para ello les exigen que visiten todos los templos existentes y la única manera de hacerlo es recorriendo sus doscientas mil leguas.
Una tercera finalidad de esta carretera es que todo el que quiere saber y capacitarse pueda viajar rápida y cómodamente por ella.
18. Pues también allí existen vehículos con los que desplazarse velozmente por esa carretera tan llana. No se sirven de animales, y menos aún de hombres, como fuerza de tracción: disponen de máquinas que los transportan con una rapidez tal que, una vez en camino, ni una bala de cañón los puede alcanzar.
19. «¿Quién mantiene los vehículos?».
En primer lugar la dirección de las obras del templo. Sabéis además que a lo largo de toda la carretera hay pequeñas casas cuyos habitantes se ocupan de conservarla. Cada uno de ellos tiene siempre disponibles una cantidad importante de vehículos para recoger viajeros y llevarlos al próximo destino.
Esto incumbe al templo porque es una de las partes materiales de la religión. Continuaremos la próxima vez.
1. Existe también una regla establecida por el templo según la cual todas las carreteras secundarias deben acceder a la principal. Igualmente todos los edificios y el templo deben estar bien comunicados entre sí y tener fácil acceso a ella. Todas las carreteras deben ser completamente rectas.
2. Una carretera que sube, en manera alguna debe serpentear para llegar a la carretera principal más alta, sino que ha de ignorar colinas y valles y ascender gradualmente hasta alcanzarla. Si el terreno presenta muchos obstáculos importantes, han de ser comunicados al templo, el cual llama posteriormente a los vecinos para que ayuden a realizar la obra, lo que siempre hacen sin presentar excusas.
Si un edificio está más alto que la carretera principal, no está permitido que su acceso a ella forme un ángulo recto, sino, como máximo, uno de cuarenta y cinco grados.
3. Tampoco está permitido que las vías de acceso vengan de levante, es decir, de donde salen las estrellas, y entren en la carretera principal en dirección poniente, o sea, hacia donde se ponen. La vía de acceso debe venir siempre de poniente, con el fin de que nadie que salga de su vivienda para entrar en la carretera principal tenga que moverse hacia la puesta de las estrellas, sino siempre hacia su salida.
4. Hay otra regla según la cual nadie debe cruzar las cumbres de las cordilleras fronterizas porque al otro lado, en el quinto cinturón, inmediatamente hay precipicios inimaginables por los que nadie puede dar un paso adelante sin, evidentemente, jugarse la vida.
Los habitantes del sexto cinturón pueden divisar perfectamente desde dichas cumbres el quinto cinturón, pero no ven sino un mar infinitamente grande. No pueden observar detalle alguno del territorio porque está demasiado lejos.
5. Por ello piensan que el mundo termina en estas cordilleras y que en ellas empiezan las aguas infinitas.
Creen que su propio mundo es un aro enorme limitado por todas partes por las grandes aguas, y que su interior está o hueco, o lleno por ellas.
Esto es lo que piensa el pueblo. Pero como los más sabios del templo están en comunicación con los espíritus, saben muy bien cómo es su mundo, aunque no lo divulgan ante el pueblo porque se dicen: “Si nuestro pueblo supiese que el mundo que habitamos es mucho más grande que la parte en que vivimos, cavaría un túnel bajo la cordillera anular para pasar al otro lado con grandes vehículos anfibios y hollar como intrusos los territorios de otros pueblos. Pero esto es contrario a la Voluntad de Dios. Así pues, que el pueblo continúe con el concepto ingenuo de su mundo, siempre dispuesto a servir a la honra del gran Dios omnipotente”.
6. Ya tenéis una regla más.
Otra regla exige que las pequeñas casas que hay a lo largo de la carretera principal estén siempre abundantemente abastecidas de provisiones para atender con ellas a los viajeros. Por esta razón, los habitantes de todo edificio en cuyo territorio se encuentre una de esas pequeñas casas de guardianes, tienen el deber de suministrarles los alimentos necesarios. Si los edificios están demasiado lejos de la carretera principal, sus habitantes deben llevar su contribución a los vecinos más cercanos, y estos se ocupan luego de llevarla a las casas de los guardianes.
Y esto es todo lo esencial en lo que se refiere a la parte exterior activa de su religión.
7. «¿En qué consiste la parte espiritual?».
En doctrinas básicas muy sencillas sobre Dios. Todos deben conocerlas y cumplirlas fielmente, incluso en la parte activa de la religión.
«¿Cuáles son estas doctrinas?».
8. Son las siguientes:
“Dios es un Ser único y no hay fuera de Él nada ni nadie que sea como Él. Por este motivo Él es omnipotente sobre todo, es por encima de todas las cosas, es sumamente santo y lleno de la máxima Honra. Su actividad es la libertad de su Voluntad. Su Sabiduría es el cumplimiento de su propio Orden eterno. Él es el Creador de todas las cosas. Todo lo que Él hace, lo hace a base de su Voluntad; los principios son sus Pensamientos y su Voluntad los hace seres. Cuando crea un mundo, no necesita materia, porque la materia son sus Pensamientos. Y su Voluntad es el hacedor, según su propio Orden eterno. No podemos conocerle directamente, sino por sus Obras, las cuales nos manifiestan su gran Poder y su gran Honor.
Por este motivo no podemos honrar a Dios a no ser que imitemos su Naturaleza y hagamos obras en honor suyo con la materia que Él nos ha dado, por supuesto, dentro del margen de libertad que nos permiten nuestros conocimientos.
Dios no necesita nuestras obras. Porque Él, en un instante, crea cosas mayores que las que nosotros creamos con todas nuestras fuerzas en muchos miles de años.
Aun así hacemos obras tan grandes y sublimes como nos sea posible para poder demostrarle activamente de esta manera que todo nuestro ser está penetrado de su eternamente infinito Honor.
¡Las grandes obras que ya hemos hecho sin que Dios nos haya alabado por ellas! Pero eso no nos impedirá realizar obras cada vez mayores. ¿Cómo podrían todas nuestras obras, por grandes que sean, regocijarse con un elogio divino si todas juntas no son nada ante sus ojos?
Aunque Dios no mire nuestras obras, seguro que ve nuestra voluntad y nuestra perseverancia ante su Honor. No seremos bendecidos por nuestras obras sino sólo por la perseverancia de nuestra voluntad.
9. Sabiendo qué es lo que complace a Dios, nos amoldaremos a ello para que siempre podamos ser dignos de esta complacencia. Para volverse digno de la complacencia de Dios, cada cual debe adoptar necesariamente los siguientes lemas y virtudes fundamentales:
10. 1° Como Dios es el Altísimo, nosotros siempre hemos de ser los más bajos.
2° Como únicamente Dios es omnipotente, debemos siempre reconocer nuestra impotencia ante Él.
3° Como Dios está lleno de Honor supremo, debemos siempre estar llenos de la humildad más profunda.
4° Como Dios es sumamente santo, debemos siempre hincar nuestras rodillas ante su nombre.
5° Como todas las cosas pertenecen sólo a Dios, nunca debemos apropiarnos de ellas, sino que siempre debemos agradecerle cada regalo u obsequio, aunque se trate de una gota de agua, porque el hombre no es capaz ni de crear una sola.
6° Como toda la Fuerza y todo el Poder están únicamente en Dios, cada cual debe saber que también su propia fuerza es de Dios, y que sin Dios no puede hacer nada. Pero aquel a quien Dios otorgue su Fuerza, lo podrá hacer todo. Dios nunca privará a nadie de una fuerza que le pida si es para utilizarla únicamente en su Honra.
7° El mayor honor que podemos tributar a Dios consiste en que nos amemos y estimemos mutuamente, y que dentro de este amor y respeto también nos atrevamos a amarle a Él mismo, en su santuario, con toda la humildad de nuestro corazón”.
11. En esto consiste toda la religión de los habitantes de este cinturón; y no solamente en palabras sino siempre de manera real, en todos los hechos. Por eso la máxima bienaventuranza de todos los habitantes de este cinturón es la de poder visitar el templo y honrar a Dios allí de todo corazón.
12. Con esto hemos terminado completamente con este cinturón. De modo que la próxima vez nos dirigiremos al séptimo y último cinturón del Sol.
Ya dijimos antes que el cinturón sur de la sexta pareja de cinturones presenta las mismas características que el norte.
1. Como este cinturón, el séptimo que visitamos, corresponde a un planeta que aún no conocéis, también será necesario en este caso que echemos antes un vistazo rápido al propio planeta para que así podáis tener luego las ideas más claras. Pues, primero, sin conocer el planeta, el cinturón solar no tendría correspondencia a la que referirse. Y, segundo, no podríamos estudiarlo ni conocerlo en profundidad si no examináramos antes el planeta que le corresponde, al menos en sus detalles más importantes.
2. Dirijámonos pues al planeta. Pero para tener un punto de referencia que nos permita situarlo en orden de los planetas, será necesario darle antes un nombre. Como hasta ahora aún no se lo habéis dado, se plantea la cuestión de cómo le llamaremos.
Vais a decir: «El nombre carece de importancia. Llámese como se llame, será siempre la misma cosa».
3. En el fondo tenéis razón; pero no siempre el nombre de una cosa carece de importancia como uno u otro de vosotros pudiera pensar. Por este motivo no le daremos un nombre honorífico, sino uno verdadero.
Preguntaréis: «¿Pero dónde vamos a encontrar un nombre verdadero?».
En la Tierra por supuesto que no, porque allí todavía no saben nada de él.
«¿Tal vez en el cinturón correspondiente? Nosotros mismos no lo conocemos aún».
Lo mejor sería llamarlo con el nombre que le han dado sus habitantes.
«Pero tampoco los conocemos».
A eso os respondo que aunque vosotros no los conozcáis, Yo los conozco y sé exactamente cómo llaman a su planeta.
«Entonces vale, ¿Cómo se llama?».
Se llama Mirón, lo que significa “el mundo de los milagros”.
4. Este nombre es real y ya nos sugiere qué es lo que debemos esperar. Cuando esta comunicación haya terminado lo encontraréis aún más justificado. De modo que podemos pasar a los primeros datos del planeta Mirón.
5. «¿Cuánto dista del Sol?».
En su afelio un poco más de mil millones de leguas.
«¿Qué tamaño tiene?».
Es mayor que Urano y menor que Saturno; es mil quinientas veces mayor que vuestra Tierra. Pero su capa de aire es mayor que la del planeta Júpiter pues, tiene un diámetro de casi cien mil de vuestras leguas.
6. «¿Con qué velocidad gira alrededor del Sol?».
Se mueve muy lentamente y necesita casi quinientos años terrestres para completar una vuelta entera alrededor del Sol.
7. «¿Este planeta tiene también Lunas?».
Tiene diez Lunas que giran a su alrededor en diferentes órbitas y que, por sus diferentes posiciones, lo iluminan bastante bien durante la noche.
Giran bastante lejos del planeta: la primera ya está a más de sesenta mil leguas de distancia y la última a más de un millón. Cuentan los “años” por una vuelta completa alrededor del planeta de esta última Luna, para la cual necesita casi trece meses terrestres. Allí no usan los “años” solares porque, primero, no marcan diferencias perceptibles en el planeta, segundo, los períodos son demasiado largos y, tercero, no pueden contarse porque la vida humana no es lo suficientemente larga: en el transcurso de tal “año” solar se suceden por lo menos cinco o seis generaciones.
8. Las regiones ecuatoriales son también en este planeta las únicas habitadas. Sus regiones polares están cubiertas de nieve e hielo eternos, de modo que nunca se podrá pensar que dichas zonas sean habitables.
9. Si estuvierais en el planeta, veríais el Sol a lo más como una pequeña moneda. Pero sus habitantes lo ven tan grande como vosotros desde vuestra Tierra. La razón estriba en el mayor tamaño del ojo que, provisto de una pupila más ancha y más plana, es capaz de recibir un haz de rayos mayor que el vuestro.
Una segunda es que la capa atmosférica alcanza una altura extraordinaria sobre la superficie del planeta. Su región más externa recibe todavía una cantidad importante de rayos solares, los cuales, según la ley óptica de la refracción, conocida por vosotros, caen muy concentrados sobre la superficie del planeta donde, especialmente en las regiones ecuatoriales, producen una temperatura muy agradable.
10. Resulta que el planeta Mirón está también al menos mil millones de leguas más cerca de otro Sol que vuestra Tierra, un Sol del cual Mirón dista todavía siete billones novecientas mil leguas. Además, ya habéis oído hablar de la importancia de la capa atmosférica de Mirón. De todo ello resulta que el planeta Mirón aprovecha la luz y también algo de calor suplementario de ese otro Sol.
El calor que el propio Sol produce en Mirón podéis compararlo con el del severo invierno de la Tierra, pero gracias al suplemento calórico del Sol ajeno, la temperatura es equiparable a la de vuestro pleno verano.
11. Este planeta se sirve también de los rayos de otros Soles, lo que evita que en sus zonas polares se forme excesivo hielo; así que sólo hay hielo hasta cierta altura, como en vuestra Tierra. Más arriba, donde los rayos empiezan ya a llegar desde todos lados, las condiciones del aire se moderan hasta tal punto que ya no puede haber nieve ni hielo.
Podéis ver lo mismo también en vuestra Tierra, porque tan pronto como una cumbre supera los dieciséis mil pies de altura, sale ya de la región de la nieve y del hielo. Por esta razón veréis sin nieve ni hielo tanto la parte más alta del Chimborazo, en América, como igualmente la del Himalaya en Asia, y algunas otras cumbres más de estos continentes.
Las condiciones polares de este planeta son las mismas que las de vuestra Tierra.
12. Su territorio habitable tiene forma de cinturón, pues está rodeado al norte y al sur por cordilleras casi infranqueables, que nadie puede cruzar fácilmente para llegar a las regiones marítimas, en las que hace tanto frío como entre vosotros en el norte de Siberia. En aquellos mares hay continuamente hielos flotantes, por cuya causa no es aconsejable aventurarse a navegar por ellos.
13. Este cinturón habitable tiene más de mil leguas de ancho y forma un valle cerrado, cruzado por unas cuantas montañas de poca importancia. Y como este cuerpo celeste gira sobre su propio eje en diez horas terrestres, por lo que una noche dura apenas cinco, el cinturón tiene la tibieza de un verano suave en la Tierra.
Esta temperatura no está sujeta a cambios, salvo los producidos por los vientos y por los frecuentes cambios de las Lunas. De ello se infiere fácilmente que este planeta, pese a su gran distancia al Sol, es muy habitable y apto para que flora y fauna existan y se desarrollen en él.
14. Con lo dicho acabáis de conocer los datos más importantes sobre el mismo.
A estas alturas, un astrónomo dirá: «Si todavía quedase cualquier planeta en nuestro sistema solar, lo habríamos descubierto hace mucho porque ya hemos localizado incluso cometas mucho más pequeños, invisibles a simple vista».
Pero Yo digo: Todavía no habéis descubierto este planeta como tal porque a causa de su gran distancia al Sol su movimiento es muy lento y porque los tiempos de observación, aún con todos los instrumentos astronómicos, son demasiado breves. Por ello todavía lo consideráis como una estrella fija de tamaño insignificante, razón por la que se os escapa su naturaleza planetaria.
Lo mismo os pasó con Urano, que está mucho más cerca, al que durante miles de años tomasteis por estrella fija poco digna de atención debido a la poca potencia de vuestros instrumentos.
Debiera ser obvio para los científicos que, pese a sus observaciones agudas, todavía puede haber algún planeta sin conocer por la insuficiencia de instrumentos y observaciones.
15. Tras lo dicho, vamos a ocuparnos de la naturaleza de este planeta, es decir, del suelo habitable, de la vegetación y de los habitantes.
1. El suelo de este planeta es, por término medio, más llano que montañoso. Las llanuras están surcadas generalmente por arroyos, ríos y corrientes; y hay despeñaderos por donde las corrientes se precipitan al mar con gran estruendo.
En ninguna parte existen aguas estancadas de importancia. Los mayores lagos apenas tienen una circunferencia de algunas horas de paseo, según vuestra noción del tiempo.
2. Hay muchos volcanes en las cordilleras norte y sur y, por ello, numerosas fuentes termales de agua hirviente, incluso arroyos de agua muy caliente, por lo que la temperatura del ambiente aumenta considerablemente. En primer lugar el aire que corre por estos valles y llanuras se calienta y por ello no hay habitualmente vientos fríos. En segundo, el suelo se calienta desde dentro, por lo que es muy fértil y produce por todas partes los frutos más sorprendentes.
3. Hay que subrayar que las llamas y ascuas del fuego de estos volcanes no son de color rojizo sucio como en la Tierra, sino de un verde claro mucho más vivo, cuyo efecto calórico resulta bastante más agradable que el de vuestro fuego rojizo.
4. Los habitantes de este planeta ven también el Sol en una luz verde clara. La causa es la abundante atmósfera y su limpieza especial.
Por idéntica razón, las zonas y regiones alejadas tampoco se ven de color azul como en la Tierra, sino de color verde. Contrariamente, las hojas de los árboles, de los arbustos y de las plantas, así como la hierba, son azules; de modo que es exactamente al revés que en vuestra Tierra. También vimos que el color predominante en el planeta Saturno era el azul, aunque ni mucho menos tan intenso y vivo como aquí en Mirón.
5. Ahora preguntaréis: «¿Cómo es esto posible?».
Es muy sencillo y quienes conocen con alguna profundidad la refracción de la luz pueden comprenderlo fácilmente. El color verde de la luz es el más intenso, y por ello el predominante; penetra casi toda la flora de los planetas más cercanos al Sol, donde se refleja en las hojas de las plantas y en sus brotes. Los otros colores lo son menos, por lo cual no pueden penetrar sino los objetos más delicados. El color azul es el que tiene menos intensidad, por lo tanto también el que menos se absorbe, razón por la cual abunda en el aire. Este es el motivo por el que los objetos muy lejanos siempre tienen en vuestra Tierra una pincelada del color azul.
6. Pero en nuestro planeta Mirón, debido a su gran distancia al Sol y a su gran riqueza atmosférica, ocurre lo contrario.
La luz del Sol ha perdido necesariamente una parte de su intensidad a causa de la enorme distancia; podéis suponer que en todo el planeta Mirón no caen tantos rayos del Sol como en Africa.
Los pocos que caen sobre su extensa superficie atmosférica, son inmediatamente absorbidos por ella, sobre todo los más beneficiosos: los de luz verde.
Sólo los rayos azules, menos vivificantes, pueden atravesar el aire puro y caer sobre las plantas, la mayoría de las cuales, salvo los pétalos, son de un azul precioso.
7. Como para nuestros objeto no es necesario perdernos en más explicaciones físicas, dirijámonos sin demora al verdadero mundo vegetal de este planeta en donde, según las ideas que tenéis, encontraréis verdaderos milagros.
8. Por ejemplo, un árbol frutal continúa creciendo frondosamente hasta una altura de cien brazas durante veinte o treinta años de Mirón, que, recordemos, duran trece de vuestros meses. Ya sabéis que no usan su año solar y utilizan uno lunar.
Cuando el árbol alcanza su máximo desarrollo, se metamorfosea de un día para otro.
O desaparece repentinamente y en su lugar surgen una gran cantidad de insectos, o pierde sus ramas, de manera parecida a como caen la hojas en el otoño terrestre, y echa otras que, con el tiempo, dan frutos totalmente distintos.
Si el árbol se transforma en insectos, estos viven durante cierto tiempo donde estaba el árbol, mueren luego y, al poco, crece de la sustancia de los mismos que se descompone fácilmente, una nueva clase de plantas que no tiene nada común con el árbol anterior.
Pero no debéis pensar que en estas metamorfosis siempre aparecen los mismos insectos. Eso depende allí de las diferentes posiciones de las Lunas, razón por la cual, cada uno de estos árboles puede transformarse, según las diversas estaciones o los distintos lugares, en especies diferentes de insectos, de los cuales pueden surgir a su vez especies de plantas nuevas y distintas.
También, tras haber perdido sus ramas, puede transformarse en otra clase de árbol como explicamos antes.
9. Lo mismo que sucede con los árboles, ocurre también con las plantas más pequeñas.
10. Estas metamorfosis rigen igualmente el reino animal y afectan incluso a cuadrúpedos superiores. Así que los anfibios, los insectos y los pájaros también están sometidos a ella. Pero no a la manera como en la Tierra gusanos e insectos: de vuestras orugas siempre sale la misma mariposa y del mismo gusano el mismo insecto.
No pasa así en el planeta Mirón, donde todo sucede según las circunstancias y el tiempo; por ello nadie puede saber lo que aparecerá aquí o allí.
11. Este es el motivo por el que los habitantes del planeta no se dedican a la ciencia natural, sobre todo a la que estudia las plantas y los animales inferiores, aunque sí observan y estudian la naturaleza cuando sus formas son fijas.
12. En Mirón ocurre a menudo que un pájaro, una mariposa u otro insecto, pone sus huevos en el suelo caliente y, en vez de su propia especie, nacen plantas nuevas, las cuales viven durante un cierto tiempo, y después se extinguen definitivamente. De la sustancia en putrefacción de estas plantas extinguidas, y también frecuentemente de sus semillas, surgen a su vez, en vez de plantas de la misma especie, nuevos animales.
A veces, incluso al abrir vainas o cáscaras bastante grandes y duras puede encontrarse un pequeño animal relativamente bien formado.
13. Alguno dirá: «También paso algo parecido en la Tierra, porque, ¿quién no sabe que la mayoría de frutas y nueces ya incuban ya en su pulpa o en la corteza sus propios gusanos? Las bugallas, las agallas del roble y las de otros árboles, la tuberosidad áspera del rosal y otros más por el estilo, no son sino bultos donde crece un gusano vivo».
Y Yo os digo: Cierto es, pero hay una gran diferencia entre un fenómeno uniforme y uno que varia continuamente.
14. Por eso este planeta puede llamarse con todo derecho Mirón, es decir, Mundo de milagros, porque las condiciones de su flora y de su fauna son tan sorprendentemente variables que una planta o un árbol, o un animal, no reproducen allí su propia especie.
Hasta qué punto, además de por lo dicho, este planeta merece ese nombre peculiar, lo pondrá en evidencia el capítulo siguiente.
1. Ya que hemos comenzado nuestras observaciones de este planeta con la flora y con la fauna, continuaremos todavía con ellas y veremos algunas cosas extraordinarias más.
2. Entre las muchas especies de árboles de este planeta está el llamado árbol eterno. Es el único que nunca cambia su forma ni su naturaleza, por cuyo motivo los habitantes de Mirón le consideran símbolo de la fidelidad. Es muy alto y tiene pocas ramas, relativamente cortas. También su fruto es siempre el mismo.
«¿Cómo es el fruto y en qué consiste?».
3. Para poder contestar satisfactoriamente la pregunta será necesario familiarizarse antes con el árbol, y la pregunta se responderá por sí sola.
Crece en el suelo de manera parecida a como se forman los pequeños árboles de coral en los mares terrestres. Su materia prima no es la madera: tronco, raíces y ramas son de una sustancia mineral, parecida a la de vuestras conchas.
Por ello tampoco tiene corteza; es completamente liso y resplandece con un brillo blanco-azulado como el metal. Sus ramas son totalmente blancas. El tronco, sobre todo cuando se trata de un árbol muy viejo, alcanza frecuentemente una altura de trescientas a cuatrocientas brazas, y su grosor junto al suelo es de veinte a treinta brazas. En relación a su tamaño tiene pocas ramas, lo que salta a la vista si tenéis en cuenta que incluso el más grande de ellos no cuenta sino con veinte, de las cuales ninguna tiene más de cinco brazas de largo.
4. Las ramas son tan fuertes y rígidas como el tronco mismo, y forman robustos palos redondos siempre en posición totalmente horizontal. A ambos lados, también en posición horizontal, están provistas de una especie de rastrillos, es decir, que parece como si a las ramas les hubiesen clavado púas relativamente largas, aunque hacia el final se vuelven más cortas y débiles.
5. Cada una de las ellas termina en una multitud de pequeños tubos por los que continuamente sale un néctar dulce.
La savia de este árbol es la que constituye la totalidad del árbol y sus componentes; de ella saca todos los elementos que sirven para su desarrollo. Sólo lo que no le sirve lo libera en forma de gotas un poco pegajosas que caen al suelo.
Si este néctar queda expuesto al aire un cierto tiempo, se transforma en una harina dulce como el maná293 de la Tierra. Los habitantes de este planeta recogen dicha harina y la mezclan con la leche de sus cabras domésticas, y luego lo consumen con mucho gusto.
6. Con esto respondemos a la pregunta, y al mismo tiempo, aclaramos por qué a este árbol le llaman “el eterno” y “el fiel”. “El eterno” porque, primero, no cambia nunca su forma, segundo, porque casi nunca muere y, tercero, porque su fruto, el maná, lo da ininterrumpidamente.
Y “el fiel”, porque siempre hay fruto en sus ramas. Para que no se pierda nada de tan delicioso néctar, los habitantes de este planeta nivelan el suelo bajo el árbol lo mejor que pueden.
7. Aunque este árbol nunca cambie de forma, es también pese a ello una especie maravillosa. Pertenece más al reino animal que al vegetal porque toda su sustancia mineral no consiste sino en una aglomeración de ciertos animales ínfimos que se acumularon en una parte del suelo que les agradaba y que, al morir, dejaron atrás sus envolturas, y de esta manera lo constituyeron.
8. Ahora vais a preguntar: «¿Cómo sucedió eso y cómo es posible que de semejantes formaciones minerales pueda subir una savia?».
Un poco de paciencia; todo se os explicará claramente.
Estos animales ínfimos de los que el árbol está hecho desde sus raíces son unos discos pequeñísimos que en el centro de su parte inferior tienen dos especies de pies para subir y bajar. En el borde delantero del disco, delante de los pequeños pies, hay una abertura de succión, y en el borde posterior un canal de evacuación.
Estos pequeños animales, una vez que se han saciado y que cada uno de ellos se ha reproducido mil veces, suben unos sobre otros, perfectamente horizontales, y forman así columnas perfectamente redondas, cada una de las cuales tiene un diámetro de una décima de línea. Estas columnas se unen definitivamente de manera tal que siempre queda un canal finísimo entre cada tres columnas vecinas, cuya sección es triangular rectilínea. Por este sistema de tubos la savia sube desde el suelo hasta cualquier altura según la ley de la fuerza de atracción de los tubos capilares.
9. Cuando llega a cualquier conducto de los que siempre hay a la altura de las ramas, los pequeños animales que siguen estando vivos allí, por su instinto natural o, mejor dicho, por la inteligencia espiritual inherente a ellos, la absorben y la consumen.
Precisamente el excremento de estos pequeños animales forma luego el néctar pegajoso que gotea de las ramas, y que los habitantes recogen como fruto de este árbol memorable.
Ante tales evidencias no se os puede escapar la maravilla de semejante árbol.
10. Ahora vais a preguntar: «¿Acaso ese árbol no muere realmente nunca?».
Muere a la manera de las rocas de vuestras montañas. Cuando se desencadenan los elementos y lo hieren, entonces se desmorona, y empieza a reintegrarse paulatinamente en la tierra común. Como veis, es un árbol muy notable y digno de atención.
11. Otro vegetal con características similares es la caña viva.
También su tronco alcanza una altura de cien brazas. Presenta un aspecto como si hubieseis metido muchos embudos uno dentro de otro, lo que da la impresión de que se hubieran apilado grandes aros, superpuestos, en un palo vertical. También entre estos embudos o aros brota un dulce néctar pegajoso, apreciado por los insectos. Aunque estos mueren en cuanto se sacien del mismo.
De esta manera, las hendiduras entre los aros se llenan con los restos de los insectos, y pronto se produce una metamorfosis debido a la cual brotan allí diversas hierbas, con las que el tronco, en el fondo un elemento animal, adopta un aspecto totalmente vegetal. Casi parece uno de los álamos podados de vuestros jardines terrestres, que también frecuentemente tienen el aspecto de columnas verdes.
Si los frutos de esta supuesta plantación son comestibles, los habitantes los recogen, de lo contrario los ignoran.
De modo que, por su tronco, este árbol-caña es también estable, aunque la metamorfosis cambia su naturaleza externa, puesto que de la flora que se forma en los bordes de los aros puede surgir tanto un animal como una planta.
Esta es otra planta notable.
12. Uno de los árboles más curiosos y extraños de este tipo de vegetales es el pan volante, como lo llaman los habitantes.
Ya preguntáis: «¿Cómo puede haber una planta volante, y menos aún un árbol que vuela?».
Es comprensible que dicha planta os sorprenda de entrada; pero en seguida lo comprenderéis.
En las regiones más pantanosas crece una especie de árbol que, hasta cierto punto, se parece a vuestros arbustos coralinos y también a cierta clase de esponjas.
Alcanza frecuentemente una altura de cincuenta brazas y su tronco, relativamente corto, llega a tener en su parte inferior hasta sesenta brazas de grueso.
Su estructura consiste meramente en células y vasos capilares unidos por su propia fuerza de atracción, que forman de esta manera algo muy amalgamado, parecido a las células y vasos capilares de las esponjas de la Tierra antes nombradas. Sólo con la diferencia que los vuestros son muy delicados y frágiles, mientras que los de este árbol son más resistentes y elásticos.
Cuando, hacia los diez años, este árbol alcanza su tamaño normal, se cierran los vasos capilares de succión de su parte inferior, pues no tiene raíces debido a que pertenece al reino de las esponjas.
Una vez cerrados, se seca la savia en ellos. Pero el mismo proceso del secado produce en las células y los vasos capilares un aire mucho más fino y ligero que el de la atmósfera del planeta. Como a causa de la elasticidad de las células no puede escaparse, el árbol pesa cada vez menos que el aire ambiental, lo que provoca que finalmente se desprenda del suelo.
Sube hasta cierta altura, como un globo en vuestra Tierra, y allí continúa flotando durante varios días.
Con el tiempo se produce a través de los poros extremadamente finos de las células una compensación de la presión, y entonces el árbol empieza a bajar al suelo. Cuando los habitantes de este planeta descubren cualquier árbol flotando a poca altura, hacen todo lo posible para cogerlo sirviéndose de palos, varas y ganchos. Después de haber logrado a atraparle, lo cortan en varios trozos que secan todavía más al sol. Una vez convenientemente seco, se lo comen tal como está conforme lo van necesitando.
13. Ahora sabéis por qué este árbol se llama “el árbol del pan volante” y cómo es posible que pueda volar. La próxima vez habrá más milagros.
1. En las montañas vecinas a importantes fuentes de aguas minerales o de volcanes crecen con frecuencia, en muy poco tiempo, bosques enteros de “árboles relampagueantes”.
Estos bosques no perduran, a lo más duran tres años. Pero particularmente para los habitantes que viven en sus cercanías, estos tres años resultan muy molestos, pese a tener sus ventajas.
Estos bosques molestan porque, primero, mientras existen nadie puede pasar por ellos sin riesgo de su vida.
Segundo, porque el aire de este planeta, que fácilmente entra en vibración, resuena tanto con los truenos incesantes producidos por los árboles, que nadie que se encuentra cercano al bosque puede escuchar su propia voz.
2. Ahora preguntaréis: «¿Pertenecen verdaderamente estos árboles al reino vegetal?».
Pues no. Se trata de elementos puramente “electrostáticos” como soléis decir en vuestra jerga científica. Porque cuando en la región mencionada se acumula una cantidad exuberante de electricidad, de cuya magnitud no podéis ni haceros idea en la Tierra, originada por las grandes fuentes de aguas ricas en minerales o por volcanes activos, la electricidad atmosférica atrae las partículas atómicas minerales ambientales que tienen afinidad con ella. Lo que pronto se manifiesta en la aparición visible de pequeñas bolas y pequeños ganchos que se unen y luego caen al suelo donde este los atrae más.
Como consecuencia de ello se forman sobre el suelo troncos arbóreos completos, provistos de una gran variedad de ramas nudosas. Dichas ramas absorben aún más electricidad, pero toda carga que excede su capacidad la descargan mediante relámpagos, los cuales producen los truenos mencionados.
3. Tal proceso dura generalmente hasta que se calma un volcán muy cercano o, de manera general, hasta que el exceso de la carga eléctrica de la zona afectada se haya compensado con la electricidad general.
Cuando tal estado se produce, basta una corriente de aire muy ligera para que todo el bosque se transforme en una nube de polvo que se levanta y se dispersa sobre la zona, lo que significa el fin del bosque.
4. «¿Pueden los habitantes sacar provecho de esos fenómenos naturales?».
Por cierto, y no poco. Los habitantes aguardan cuidadosamente el momento en el que los árboles del bosque empiezan a perder su electricidad. Cuando esto ocurre, se acercan cuidadosamente al mismo provistos de cestas y de palos muy largos con puntas o palas. Tocan con ellas un árbol para saber si todavía está eléctricamente activo. En caso afirmativo lo pinchan con las barras puntiagudas el tiempo que haga falta hasta que toda su electricidad se haya disipado.
Cuando se han asegurado de ello, empiezan a cortar con sus palas las ramas nudosas y, finalmente, se llevan todo el árbol en sus cestos. La masa así obtenida se parece a la ceniza de lava de vuestros volcanes y es sin discusión el mejor fertilizante para sus campos. Esa es toda la utilidad de este árbol.
5. Ahora objetáis y preguntáis: «¿Por qué no se producen tales fenómenos en la Tierra?».
Y Yo os digo: En primer lugar, vuestra Tierra no es ni mucho menos tan rica en electricidad como el planeta Mirón y, en segundo, todavía sabéis demasiado poco sobre los fenómenos de vuestro suelo terrestre y sobre los efectos de la electricidad para que podáis hacer una pregunta así de manera fundada.
Que viaje alguien a países centroafricanos, preferentemente a la altura del ecuador, y topará con los más extraños fenómenos electrostáticos, que parecen quiméricos. Aun así hay una diferencia entre la electricidad de vuestra Tierra y la de este planeta: fenómenos que en vuestro caso son de poca monta, allí se producen en proporciones gigantescas, con una magnitud de mil a dos mil veces mayor que en la Tierra.
6. Como hemos terminado la descripción de este árbol digno de mención, vamos a mencionar una planta, o mejor dicho otro árbol, que allí se llama el “árbol-burbujas”. Este árbol enorme crece naturalmente a orillas de los lagos que, como sabéis, no son muy grandes.
Su forma es como sigue:
En un tronco de corteza bastante lisa de una altura de unas treinta brazas y de un diámetro de tres, hay normalmente tres filas de ramas rectas, un poco inclinadas hacia arriba, y en su parte superior brotan multitud de ramas rectas en todas direcciones. La punta de cada una de ellas termina en una especie de embudo cuyo canuto se comunica con un tubo capilar que pasa por toda la rama y por todo el árbol. También este árbol es más bien una especie de esponja que un verdadero árbol, porque no tiene raíces sino sólo un cono truncado que sale del suelo.
7. Ahora preguntáis: «¿Por qué le llaman el “árbol-burbujas”?».
Durante cierto tiempo los embudos de las puntas de las ramas exudan un jugo pegajoso. Pero después, la producción del jugo en el interior de este árbol-esponja se detiene y el jugo que queda se convierte en una especie de aire, fenómeno que también en este caso es consecuencia de la actividad de la abundante electricidad.
Entre tanto, el jugo que se ha amontonado en las bocas de los embudos se ha concentrado y se ha vuelto más elástico, por lo que ya no puede ser disuelto. Por la misma razón el aire producido en el interior del árbol tampoco puede salir ya libremente.
8. ¿Cuál puede ser el resultado más que evidente?
El mismo que cuando niños jugabais con agua jabonosa: el aire que se ha formado en el tubo capilar a lo largo del árbol sale de él y entra en el embudo, empujando el jugo pegajoso ya bastante concentrado. Debido a ello se forma allí un balón que frecuentemente alcanza un diámetro de varias brazas.
Cuando los habitantes saben que hay algunos balones, acuden rápidamente con cuerdas y estrangulan la entrada del aire en el globo a la salida del embudo. Luego, bien atado, cortan el globo de la rama.
Cuando la masa de la burbuja está completamente seca y ha alcanzado la elasticidad adecuada, desatan las cuerdas consiguiendo así los sacos y bolsos más preciosos y duraderos para conservar en ellos lo que sea. Pues estas burbujas, óptimamente preparadas, son más duraderas todavía que las vuestras de goma arábiga; son tan resistentes que no pueden ser cortadas fácilmente ni incluso con herramientas bien afiladas.
9. Los habitantes incluso se llevan el propio árbol a casa, donde es su combustible preferido; en primer lugar, porque cuando está seco es puramente resina; en segundo, porque al quemarlo despide un olor muy agradable que los habitantes de este planeta aprecian mucho y, en tercero, porque su llama es de un color verde claro muy bonito; además, al quemarlo, humea muy poco.
10. Estos son los árboles y las plantas excepcionales de este planeta, que no existen en otra parte. Pero para no perder el tiempo la próxima vez estudiaremos la fauna.
1. Ya hemos dicho que el reino animal, hasta cierto grado evolutivo, está sujeto a una continua metamorfosis alternativa: de plantas a animales y viceversa.
Por ello no comenzaremos nuestras observaciones con los animales inferiores, sino que nos ocuparemos sin pérdida de tiempo de los superiores que tengan en este planeta una existencia estable.
2. A esta clase de animales pertenece, ante todo, una multitud considerable de diferentes especies de cuadrúpedos muy grandes que habitan el planeta. Luego hay otra clase de animales que no existe en otra parte sino sólo aquí: los bípedos. Después varias especies de volatería. Para acabar describiremos detalladamente al hombre mismo.
3. Uno de los cuadrúpedos se llama el “animal vaporizador”, y es uno de los más raros y extraños de Mirón. Su altura desde el suelo hasta la espalda es de aproximadamente treinta brazas y su abdomen tiene un perímetro de por lo menos treinta seis.
Sus patas son relativamente largas y fuertes, y recuerdan las de vuestros elefantes, sólo que en vez de uñas tienen garras como las de las zarpas de los osos.
Posee también una cola larga y fuerte, provista de un mechón de pelos rizados, como la cola de los leones terrestres. La cabeza y el cuello, corto pero muy grueso y robusto, se parecen mucho a los de un rinoceronte de la Tierra.
4. En su nariz, en vez de un cuerno tiene un embudo muy amplio y espacioso de varias brazas de perímetro. En la frente, delante de el embudo, tiene dos trompas que puede estirar hasta treinta brazas.
Recoge con ellas raíces y otros frutos comestibles y los mete en el ancho embudo. Cuando lo llena de alimentos, echa en el mismo por sus ollares un vapor muy caliente. Los alimentos resultan así como cocidos y, cuando están suficientemente blandos, los coge uno tras otro sirviéndose de las trompas y los mete en sus fauces, bastante amplias. En vez de dientes tiene unas encías muy desarrolladas que sirven para aplastar los alimentos ya cocidos.
5. Cuando cuece sus alimentos, se levanta de su embudo un vapor que frecuentemente produce nubes más densas que las de un edificio ardiendo en la Tierra. Por este motivo los habitantes le llaman el “gran vaporizador” como ya dijimos.
6. En ningún otro planeta como en Mirón hay tantas polaridades animales opuestas que, por lo tanto, son enemigas. También nuestro “gran vaporizador” tiene una multitud de enemigos animales que le agreden; pero todos ellos siempre salen perdiendo.
Aunque el animal sea bastante grande, es sorprendentemente ágil; sobre todo maneja sus dos trompas con la rapidez de la flecha. Cuando percibe enemigos que se le acercan, hace como si no se hubiera dado cuenta. Pero en cuanto están a su alcance, lanza repentinamente sus trompas hacia ellos, los coge y los echa en el embudo, aplicándoles una buena ducha de vapor muy caliente. Si el enemigo no vino solo, cuando la compañía ve semejante espectáculo desiste por lo general de sus intenciones y se larga, dándose por vencida pero esperando una mejor oportunidad para satisfacer su hostilidad. Aunque la próxima vez tampoco tendrán más éxito.
El animal nunca se sirve de esta defensa ante los hombres, a los que respeta especialmente. Si estos lo provocan demasiado, los ahuyenta agitando sus trompas fuertemente y soltándoles tanto vapor por su embudo que, envueltos en una nube densa, les resulta difícil saber en qué dirección ha escapado el animal. Aunque la nube de vapor apesta, los hombres permanecen tranquilos hasta que se aclara, y después se marchan sin haber logrado su propósito.
7. Este es uno de los animales notables del planeta.
Su utilidad es metafísica pues representa un elevado eslabón de la cadena evolutiva que sale de la vida metafórica de las plantas y entra en la vida animal inmutable.
Su color es verde grisáceo.
8. Otro animal no menos notable de este planeta es el “animal tamborilero”.
Es un tercio más pequeño que el anterior, y una especie que sólo existe en Mirón. Tiene un vientre extremadamente grande al cual, además, puede hinchar enormemente de aire, de modo que en ciertas ocasiones el perímetro del mismo puede llegar a más de cuarenta brazas, cuando en estado normal sólo es de poco más de diez.
Se parece mucho a vuestros canguros, a los que también llamáis marsupiales, pero con una cabeza casi tan redonda como la vuestros monos. También sus pies se parecen a la de vuestros monos, aunque en relación con el tamaño del animal son sobremanera robustos.
9. Este animal se alimenta de hierbas y algunas veces de frutas de los árboles. Vive preferentemente en la cercanía de los lagos.
«¿Pero por qué lo llaman animal tamborilero?».
En seguida lo sabréis.
10. Cuando lo persiguen sus enemigos y se encuentra en un aprieto, hincha su vientre de tal manera que presenta un aspecto horrible, en realidad más bien ridículo. Entra en el agua con el vientre hinchado y, nadando ágilmente, se aleja de diez a veinte brazas de la orilla. Cuando flota en ella, empieza a golpear su vientre sumamente tenso con las patas delanteras.
Hace así un ruido tan fuerte que incluso la orilla empieza a temblar como si hubiera un terremoto. El ruido asusta a sus enemigos de tal manera que ya no se atreverán fácilmente a volver a una región tan espantosa.
11. Incluso los propios hombres no son muy amigos de este ruido molesto porque frecuentemente, sobre todo cuando se trata de un tamborilero macho, es tan intenso que, comparado con él, los estampidos de los cañones terrestres resultan ridículos.
12. La utilidad de este animal es similar a la del precedente.
Los hombres nunca lo cazan porque es de naturaleza muy pacífica y jamás hace daño a otros seres, incluso cuando lo provocan, ocasiones en las que sólo hace el ruido mencionado hasta que sus enemigos huyen. A continuación vuelve a la orilla, purga su vientre del aire acumulado, y continúa su modo de vida acostumbrado.
El color de su espalda es azul oscuro, y por la panza pasa al amarillo.
13. Esto es el segundo animal notable del planeta.
Ahora describiremos otro no menos extraordinario.
14. Este tercer animal especial tiene el nombre de “soplador”.
Antes de detenernos en el motivo de su nombre nos ocuparemos un poco en describir su particularísimo aspecto.
Ahora vais a preguntar: «¿Qué tiene tan particular este animal?».
Pues un aspecto entre cómico y gracioso. En toda vuestra Tierra no encontráis otro de forma tan ridícula como este.
Comparado con él, un asno vuestro podría ser un verdadero sabio de Oriente. Los habitantes del planeta lo domestican, porque el animal les da innumerables espectáculos bufos y ellos son muy aficionados a reírse. En el sentido espiritual, los habitantes de este planeta corresponden a las glándulas risorias del vientre del gran Hombre cósmico.
15. El animal es diez veces mayor que un caballo de la Tierra. Su color es parecido al rojo de un ladrillo sucio. Sus patas son muy largas y las tiene, ya casi desde las articulaciones de las rodillas, dobladas hacia los lados.
Desde la panza hasta las patas de camello, menos las pezuñas, estos animales son muy peludos, pues llevan una especie de pelos muy rizados. Las patas traseras son, como las delanteras, peludas y dobladas hacia los lados.
Del vientre cuelgan dos filas de pezones sin pelo que frecuentemente tienen una longitud de media braza. El macho los tiene un poco más cortos, en cambio sus órganos genitales son muy pronunciados, particularmente el escroto que les cuelga hasta debajo de las rodillas de las patas traseras. El rabo está provisto desde la espalda de abundantes pelos de mala raza y se mueve continuamente para ahuyentar los insectos del cuerpo.
También la espalda tiene pelos muy rizados. Como el trasero es bastante abultado, su tronco se parece al de un babuino gigantesco, salvo en las patas y en la cola. Del cuerpo voluminoso y bastante torpe se levanta un esbelto cuello de cisne, sobre el que se asienta una cabeza parecida a la de vuestros mulos, aunque más chata, y con orejas mucho más grandes y menos puntiagudas.
Los bordes de las orejas son peludos como las patas. De la mandíbula inferior cuelgan unos pezones grises estirados que, ocasionalmente, llevan algunos pelos muy largos.
Además, este animal tiene unas fauces que puede abrir de par en par y de las cuales, en caso de necesidad, puede hacer salir una lengua de varias brazas de largo.
Y ya está descrita su forma.
16. «Pero, ¿por qué se llama el “soplador”?».
Cuando los habitantes del planeta se burlan excesivamente de él por su apariencia ridícula y lo irritan demasiado, entonces se hincha y, plegando su lengua en forma de tubo, sopla con tal fuerza por ella que fácilmente tumba a un hombre desprevenido, pese a que en este planeta tienen la muy notable estatura de unas treinta brazas.
Este animal sopla sobre todo cuando ve tirados delante de él muchos objetos sueltos. El “soplador” los sopla entonces hacia sus provocadores, por lo que estos frecuentemente tienen que retirarse bien escarmentados.
Este escenario es el que precisamente divierte a los habitantes, no tanto a causa del hecho mismo, sino sobre todo por la postura tan extremadamente ridícula que adopta el animal cuando reacciona.
17. Esta es la única razón por la que los habitantes se sirven de él. Por lo demás su utilidad es similar a la de las dos especies anteriormente descritas.
Abandonemos ahora al “soplador”, y la próxima vez continuaremos observando animales.
1. Mencionaremos todavía tres especies de cuadrúpedos de este planeta y, tras un resumen general, pasaremos sin demora a los bípedos.
2. El próximo cuadrúpedo que describiremos será la cabra común, también autóctona; los habitantes la cuidan como animal doméstico de gran utilidad.
Tiene un tamaño casi diez veces mayor que el de vuestras vacas, aunque no se parece a ellas, ni tampoco a vuestras cabras. Tal como la hay allí, no existe en otro planeta.
«¿Qué aspecto tiene?».
El tronco de su cuerpo es tan voluminoso que el contorno del vientre frecuentemente alcanza doce brazas. Las patas son delgadas comparadas con el cuerpo, más bien zancudas. En los pies, en vez de las pezuñas de las cabras terrestres, tiene dedos como vuestros gansos y patos, no puntiagudos sino romos, y provistos de membranas interdigitales sólidas.
Su trasero termina en dos auténticos conos que se elevan más de braza y media sobre la columna vertebral. Entre ellos hay una cola bastante larga parecida a una trompa con un voluminoso mechón de pelo al final. El resto de su pelo es corto, salvo en la columna vertebral, que está cubierta densamente por cerdas largas y rígidas frecuentemente de más de dos varas de largo, a veces gruesas como una caña de escoba de la Tierra.
Donde las patas salen del cuerpo están rodeadas por un collar de lana crespa muy tupida; otro collar algo menor se encuentra bajo las articulaciones de las rodillas. Delante de las dos patas delanteras se levanta un cuello perfectamente redondo, del mismo largo que todo el cuerpo y cubierto de pelo corto. Termina en una cabeza que recuerda la de vuestros camellos, con la única diferencia que en la frente lleva tres cuernos rectos bastante largos, muy puntiagudos, siendo el del medio un poco más largo y fuerte que los dos exteriores.
En el centro del vientre de la hembra, que puede ser ordeñada, cuelgan cuatro grandes tetas que suministran a los habitantes una leche muy grasa y sabrosa.
Este es el aspecto del animal, por lo que se refiere a su forma.
3. Ahora preguntáis: «¿Qué es lo que tiene de extraordinario?».
Que puede buscar su alimento en los tres reinos elementales, es decir, en el aire, en el suelo y en el agua.
Hay algunos que objetan: «Pero eso no es nada especial porque lo mismo le pasa a todos los cuadrúpedos de la Tierra: también ellos viven gracias al agua, la tierra y al aire».
Aquí la cosa es diferente: esta cabra puede entrar en el agua, nadar como vuestros gansos, y alimentarse de sus abundantes hierbas acuáticas.
«Tampoco esto nos parece tan extraordinario, porque en la Tierra hay igualmente cuadrúpedos que nadan bien y que también se alimentan vorazmente de la vegetación acuática».
Pero este animal puede elevarse libremente por el aire y moverse en todas direcciones. En él puede coger hojas o cualquier otra vegetación que lleve el viento, y comérselas.
Hay que decir que el aire del planeta abunda en extraños fenómenos meteóricos, y raro es el día que no hay nubes, formadas naturalmente, de plantas raras, de semillas, de animales extraños y de otras cosas por el estilo, que lo llenan durante períodos relativamente cortos.
Raras veces caen al suelo sus componentes, simplemente flotan en el aire, lo que allí es muy fácil porque el aire de este planeta es mucho más denso y pesado que el de vuestro cuerpo terrestre.
4. Cuando el animal quiera dar un pequeño paseo aéreo, hincha su vientre produciendo un aire interior más ligero que el del ambiente y, flotando, se dirige en todas direcciones sirviéndose de sus patas. Donde más a gusto se encuentra es donde se le presenta una de esas nubes meteóricas planetarias.
Una vez que ha comido a placer, regresa volando a su hogar, llevando todavía entre sus dos conos traseros una pequeña provisión de alimentos.
5. La cabra es sumamente mansa, pese a lo cual tiene varios enemigos entre los animales. Si los descubre a tiempo, difícilmente pueden vencerla porque se levanta rápidamente en el aire, vuela hacia ellos y, con sus cuernos, se lanza ágilmente contra los mismos.
Si se trata de enemigos pequeños, entonces la cabra los coge con sus fuertes dedos, los lleva a una altura de vértigo y los deja caer. Los enemigos lo saben, lo recuerdan y, cuando ven que la cabra empieza a volar, toman las de Villadiego.
6. Esta cabra tiene apego a los hombres, y no les hace daño ni le ocasiona gastos. Por eso un hogar tiene frecuentemente varios cientos de ellas, las cuales proporcionan a los habitantes un sustento abundante.
No abandonan fácilmente una finca, salvo si un hombre mata alguna. Si eso ocurre, todas, aunque sean varios cientos, abandonan inmediatamente la finca para quedarse en otra.
7. Su color es sin duda muy notable, generalmente entre rojo y verde; los pelos son de color azul oscuro en los sitios peludos; las cerdas y la cola, los conos traseros y el cuello, así como los cuernos, de un blanco deslumbrante.
8. Otro animal doméstico también muy notable es el “apisonador”.
Se parece a vuestro elefante, aunque sus patas y su trompa tienen forma distinta; las patas parecen cuatro conos colgados del cuerpo, con la parte más ancha tocando el suelo y la punta insertada en el mismo. El resto es exactamente igual que vuestro elefante, sólo que diez veces mayor. La cabeza se parece también a la de vuestro elefante, menos la trompa, que es un poco más corta, y al final dos veces más ancha que la cabeza.
Así es su aspecto.
9. «¿Por qué lo llaman el “apisonador”?».
Ya el nombre lo explica: allí donde se encuentra pisotea el suelo, no descansando hasta que el sitio que ha elegido para vivir queda perfectamente plano.
10. También es domesticado por los habitantes que lo usan para preparar los cimientos de sus sencillas viviendas. Sólo necesitan trazar algunos surcos en el terreno que desean compactar y transformar en un cimiento enteramente llano.
Cuando llevan el animal al terreno marcado por los surcos, inmediatamente empieza a nivelar el suelo, excavando la tierra con sus dos colmillos largos y su fortísima trompa. Y de esta manera, emulando a un arquitecto, aplana la superficie marcada.
Cuando el terreno está superficialmente plano, empieza el apisonamiento. El suelo queda tan llano y compacto que, primero, incluso la burbuja de un nivel colocado encima quedaría absolutamente horizontal y, segundo, su dureza sería tal que mucho habríais de esforzaros para removerlo con vuestros azadones.
11. Este animal se alimenta también de hierbas y de raíces, y casi no tiene enemigos, salvo algunos insectos esporádicos.
Su color es verde pálido.
Como ya no hay nada digno de mención sobre el apisonador, pasemos al animal doméstico más útil y más extraño de este planeta.
1. «¿De qué animal se trata?».
Es como la vaca para vosotros, aunque de aspecto totalmente diferente. Es mucho más útil que la vaca terrestre.
Para que podáis haceros una idea adecuada sobre este animal, será necesario que ante todo os familiaricéis con su forma.
2. Diréis: «¿Qué aspecto tiene?».
Mide veinte brazas desde el trasero a la cabeza y diez desde el suelo al lomo. Su tronco se caracteriza por un vientre desproporcionadamente grande. Las patas son más bien débiles y delgadas en relación con el cuerpo, como la cabra que ya conocéis. El trasero tiene una cola larga y peluda que recuerda las melenas de vuestros caballos.
Su espalda es casi como la de los camellos, aunque con una joroba no tan pronunciada pues empieza gradualmente en el trasero y termina poco a poco en los hombros de las dos patas delanteras.
Aquí se levantan dos conos algo aplastados de aproximadamente media braza. Le dan al animal un aspecto torpe porque siempre se mueven a contrasentido cuando anda.
3. El cuello, que por su anchura resulta todo él bastante delgado en relación al cuerpo, termina en una cabeza relativamente grande casi igual a la de vuestros mulos, aunque bastante mayor. Lleva en ella un único cuerno vertical que, por lo tanto, no apunta hacia delante como en el caso de los ya extinguidos unicornios de vuestra Tierra. En su punta hay una bola de apenas una braza de circunferencia, de una materia durísima como vuestro cuarzo.
Cuando el cuerno sale de la frente está rodeado por un fuerte mechón de crines un poco erizadas. Bajo ellas hay dos grandes ojos centelleantes que superan la agudeza de los de todos los demás animales. Su lengua, provista de púas similares a la de vuestros erizos, tiene una braza de largo cuando está fuera. El animal puede coger cómoda y eficazmente con ella su alimento y meterlo en sus fauces; luego lo tritura entre los fuertes dientes y, finalmente, se lo traga.
4. Todo su cuerpo, salvo las extremidades, está abundantemente cubierto por la más preciosa y fina lana; sólo tiene corto el pelo en las patas, en los dos conos ya mencionados y en las orejas.
Es el único animal del planeta que posee pezuñas como la corza terrestre. Un poco delante de las patas posteriores tiene una ubre relativamente grande con seis tetas en una sola fila, no en dos.
Su lana es completamente blanca, las crines de la cola y el cerco de donde sale el cuerno, entre marrón y rojo oscuro, y las partes con pelusa están descoloridas.
Con lo dicho podéis haceros una idea bastante aceptable sobre la figura de este animal.
5. Si lo observamos tal como aparece ante nosotros, todos diréis: «Parece muy útil; pero no vemos en él nada extraordinario ni notable».
Vosotros tenéis el dicho: “No es oro todo lo que reluce”.
Y Yo os digo que también puede haber mucho oro sin que reluzca. Quien quiera que el oro o cualquier otro metal brille, debe pulirlo antes.
Pulamos pues este animal y veréis cuánto oro esconde. Así que antes de fijarnos en sus múltiples utilidades veamos qué es lo que encierra de extraordinario y verdaderamente maravilloso.
6. Su primera singularidad consiste en poder comunicarse con los hombres del planeta mediante una especie de lengua. Dicha lengua consiste en signos que el animal hace con sus patas delanteras, acompañados por movimientos de cabeza, lengua y ojos.
No penséis que se lo tienen que enseñar como hacéis en vuestra Tierra con algunos animales: dicha capacidad es natural. Aumenta considerablemente con el tiempo gracias al trato con los hombres, pero no es necesario enseñarlos.
7. Estos animales también vaticinan de forma fiable fenómenos diversos antes que se produzcan.
Cuando con el trato humano han desarrollado una habilidad cada vez mayor en este campo, llegan incluso a pronosticar con extrema exactitud grandes tempestades, grandes entenebrecimientos del aire causados por nubes meteóricas, fuertes terremotos, la formación de árboles relampagueantes y otras cosas más por el estilo propias de este planeta.
8. Por ello los hombres le tienen un respecto especial, que en algunos lugares ha degenerado incluso en cierta idolatría. Pero como los habitantes de Mirón están en comunicación con el mundo espiritual de su planeta, tal idolatría nunca dura mucho sino que es corta, recordando el entusiasmo de algunos de vuestros necios poetas, los cuales frecuentemente cantan ante una estatua de madera o de piedra como si estuviesen frente a un espíritu angélico del tercer Cielo, lo que también sería idolatría. Pero como vosotros mismos sabéis ya, tampoco eso dura mucho.
El fenómeno ocurre de manera más acentuada en este planeta, donde la veneración de los habitantes, más que una idolatría, es una fascinación ante el talento del animal.
9. Esta peculiaridad de la vaca de Mirón ya supera sin duda alguna cualquier otra de los animales que habéis conocido hasta ahora.
Ahora preguntáis: «¿Tiene todavía otras características extraordinarias y maravillosas?».
Pues sí, ¡escuchad!
10. La segunda característica maravillosa y memorable consiste en cómo hace frente a los muchos enemigos que tiene.
«¿Cómo se defiende de ellos?».
Ante todo hay que decir que el animal siente exactamente dónde acecha su enemigo. Entonces saca su lengua espinosa fuera de sus fauces y corre directamente hacia él.
En virtud de su organización interna, al correr con la lengua afuera acumula una enorme carga de electricidad positiva. Cuando nota que ya está saturado de electricidad, guarda la lengua y cierra sus fauces. Luego dirige la esfera de su cuerno hacia el enemigo y descarga sobre él toda la electricidad acumulada. Aunque el enemigo no muera debido a la fortísima descarga eléctrica, por lo menos queda tan abatido que abandona en el acto su lugar del acecho, y ya no se atreverá a acercarse otra vez hostilmente al animal.
Esta es otra peculiaridad suya, sin duda memorable.
11. Su tercera particularidad, singular y extraña, consiste en que cuando los habitantes desean su leche no necesitan ordeñarlo.
Sólo hace falta que le preparen un recipiente sobre el cual se coloca el animal directamente. Primeramente la leche sale por sí sola; sólo cuando la ubre ya no está repleta, el animal se ordeña a sí mismo hasta la última gota. Para ello coge ágilmente sus tetas entre las patas delanteras y las estira, apretándolas con cuidado. Cuando está ordeñado del todo, avisa a los hombres, que se llevan el recipiente para utilizar la leche como alimento.
12. Una cuarta propiedad insólita suya es que sirve de pararrayos vivo durante las grandes tormentas, debido a que tiene una afinidad natural con el rayo. Siempre que hay nubes muy cargadas de electricidad, se colocan en grandes grupos en un lugar elevado y sacan sus lenguas hacia las nubes, absorbiendo así su electricidad y dejándolas frecuentemente descargadas por completo. Luego no se descargan súbitamente a sí mismos mediante la bola del cuerno, sino que lo hacen poco a poco, sirviéndose de los dos conos situados en los hombros, los cuales les sirven específicamente para tal fin.
Gracias a ello son los mejores guardias nocturnos de los hogares de Mirón. No es aconsejable que nadie, salvo las personas a las que conocen, se acerque de noche a una casa vigilada por ellos. Cualquier intruso se expone al peligro de morir electrocutado o, como mínimo, a sufrir graves daños.
13. De todo lo que ya sabéis sobre él podéis deducir fácilmente que también lo utilizan para otros fines.
Por ejemplo, os podréis imaginar que no falta en las frecuentes cacerías y en otras ocasiones.
Observando sus notables y extrañas características quedáis perfectamente enterados de la utilidad de este animal.
Queda por decir que los hombres pueden hacer una ropa buenísima con su abundante lana. Ante vosotros tenéis un animal de gran provecho.
La próxima vez, después de dar un pequeño vistazo general al resto de la fauna, estudiaremos los bípedos de este planeta.
1. Ya os quedó claro cuando describimos el planeta Saturno que en cada planeta hay cosas parecidas a las de otros planetas pertenecientes al mismo sistema solar.
Por lo tanto podéis suponer razonablemente que en este planeta que ahora tenemos ante los ojos, también existen sin duda alguna animales semejantes a los de vuestra Tierra, aunque diferentes en determinados detalles, por ejemplo en la forma, en el tamaño o en el color.
Pese a ello no os costaría mucho identificar los animales del planeta Mirón emparentados con los de vuestro cuerpo terrestre. Pero no sólo existen en Mirón animales como los que viven en vuestra Tierra, sino también como los de los otros planetas, aunque igualmente difieren en tamaño, forma o color.
2. Incluso el “Mud” de Saturno no falta en Mirón, donde también vive únicamente en algunas islas solitarias del cinturón habitable. Pero hay una gran diferencia de tamaño entre los de ambos planetas, pues en Mirón es casi veinte veces más grande que vuestros elefantes.
Si comparáis ambos tamaños, la diferencia os saltará a los ojos.
3. En Mirón hay todavía otros animales que también existen en los demás planetas de vuestro sistema solar, pero, como ya dijimos, con ciertas variantes. Aunque no vamos a entrar en todos los detalles porque ocuparían demasiado tiempo de estas comunicaciones, debido a que en Mirón hay más de cien mil especies de cuadrúpedos que no se metamorfosean.
Pensad en el ejército de animales que son animales de transición y, finalmente, en el numerosísimo reino de los bípedos. Podéis imaginar el tiempo enorme que costaría presentar adecuadamente esas especies una a una.
Así que basta esta visión general sobre el conjunto del reino animal. Al mismo tiempo decimos que en casi ningún otro planeta hay una variedad de especies tan grande como en Mirón, sin que los mismos perjudiquen ni molesten al hombre en esfera alguna de su vida o actividad.
Hay en Mirón espacio abundante para todas ellas. Se asientan sobre todo a orillas de los mares que hay tras las montañas, que verdaderamente hormiguean de animales. Raras veces se aventuran a atravesar las dos grandes cordilleras y a quedarse en los territorios habitados por los hombres. Pero si alguna vez lo hacen, pronto los animales nativos los obligan a retirarse por intrusos.
4. Como no nos detendremos más en los cuadrúpedos, continuemos sin demora con los bípedos.
Ya preguntáis: «¿Qué clase de animales son? ¿Quizás pájaros o monos? Porque sólo estas dos especies han sido creadas de manera tal que el pájaro pueda andar sobre las dos únicas patas que tiene y el mono, cuando lo desee, moverse con las dos traseras».
5. Pero Yo os digo: Los bípedos de este planeta son completamente distintos: ni pájaros ni monos.
¿Pensáis quizás que son medio hombres, la mitad o un cuarto? Tampoco es eso. Habitualmente no se parecen lo más mínimo al hombre.
Preguntáis: «Entonces, ¿qué clase de seres son?».
En este planeta todo tiende a lo extraordinario, y así ocurre también con esta especie particular de animales que sólo existe en Mirón.
6. Para que, como soléis decir, podamos derribar el árbol de un sólo hachazo y, como el héroe de Macedonia, deshacer este enmarañadísimo nudo gordiano, os digo que esta especie animal, no es otra cosa en el fondo sino una réplica de todos los cuadrúpedos existentes, que en vez de moverse sobre cuatro patas lo hace sobre dos.
7. Las formas de sus cuerpos sólo se diferencian de las de los verdaderos cuadrúpedos en que son cinco veces más pequeñas. Sus dos patas son, por supuesto, relativamente más fuertes que las traseras de los cuadrúpedos. Además, las plantas de sus pies son más grandes y pronunciadas. Sus patas se diferencian de las piernas de los hombres porque sus rodillas están dirigidas hacia atrás, mientras que las de los hombres lo están hacia delante.
8. Otra diferencia muy notable entre las patas de estos bípedos y las de los cuadrúpedos consiste en que las de los bípedos están unidas mediante una piel muy fina y elástica desde la entrepierna hasta las rodillas, la cual no les molesta en absoluto cuando andan.
En seguida veréis para qué les sirve.
Cuando los animales tienen además grandes garras parecidas a las de las aves, las mismas están igualmente unidas por una membrana interdigital. También en estos casos, las patas disponen de la mencionada piel desde la entrepierna hasta las rodillas.
9. Los animales cuyas patas están unidas con una piel desde la entrepierna hasta las plantas de los pies, tienen, en la zona donde el cuello sale del cuerpo, una especie de brazos relativamente grandes en forma de abanico, parecidos a las aletas de vuestros peces.
Sin embargo, aquellos a los que la piel existente entre las piernas sólo les llega hasta las rodillas, y que a la vez poseen membranas interdigitales, carecen de esa especie de brazos en abanico, pero tienen sin embargo un rabo bastante largo en forma de abanico.
10. Ahora preguntáis: «¿Por qué están provistos estos animales de semejantes abanicos?».
Porque todos ellos habitan tanto la tierra como el aire, como vuestros murciélagos y otros quirópteros.
Gracias a una especie de aire extremadamente fino y ligero que se desarrolla en su organismo, menos denso que el del planeta Mirón, todos ellos pueden elevarse en el aire como vuestros globos aerostáticos. Una vez allí, mediante las pieles de las patas, sus brazos en forma de abanico, el rabo en forma en abanico o las membranas de las garras, pueden moverse hábilmente en todas direcciones como los quirópteros terrestres.
11. Ahora preguntáis: «¿Qué finalidad tienen estos animales de Mirón?».
Una muy importante.
En primer lugar representan, en sentido metafísico, el estado transitorio entre el reino animal y el hombre.
En segundo lugar, por su naturaleza, son depuradores muy necesarios y eficaces de la atmósfera del planeta. Pues ya se dijo que hasta una altura de cincuenta a cien leguas, parte del aire del Mirón está frecuentemente lleno de nubes meteóricas repletas de toda clase de plantas y animales, sujetos a metamorfosis.
Aún nos queda por decir algo muy importante.
Podéis estar seguros que estos fenómenos abundan sobre todo cuando declina la tarde, lo que hace que el Sol quede totalmente oscurecido como nunca habéis visto, a no ser durante un eclipse solar total.
Cuando el fenómeno meteórico es inminente, millones de estos animales se levantan de las montañas o de donde se encuentren y, subiendo a una velocidad increíble, alcanzan pronto la nube.
No hará falta decir que allí encuentran comida a su gusto. Frecuentemente devoran el contenido de la nube, que puede tener un volumen de más de cien leguas cúbicas, en un lapso de pocas horas.
Esto es un gran beneficio para los hombres del planeta.
12. También los abundantes pájaros de Mirón, casi todos sujetos al proceso de la metamorfosis, son mantenidos por estos bípedos dentro de límites rigurosos.
13. Aquí vais a preguntar: «Estos extraños bípedos, ¿no molestan nunca a los hombres?».
¡Por supuesto que no! Son sumamente tímidos y por ello sólo habitan lugares del planeta que no son fácilmente accesibles a hombres y animales o que, si lo son, resultan tan desiertos que ni hombres ni otros seres desean ir.
14. Acabamos así con esta especie de animales y, por lo tanto, vamos a ocuparnos de los hombres del planeta.
1. Los hombres de este planeta no son tan altos como los de Saturno, pero sí mayores que los de Urano, aunque entre ellos mismos existen diferencias considerables de estatura.
Así que en Mirón se encuentran frecuentemente hombres que alcanzan una estatura de cuarenta brazas mientras que otros no llegan ni siquiera a veinte. En este sentido Mirón se parece a vuestra Tierra, donde también hay grandes diferencias en la estatura humana.
Lo mismo puede decirse del sexo femenino de Mirón.
2. La figura de ambos sexos es por lo general muy hermosa, aunque también existen diferencias importantes. Para que a la mayor brevedad podáis haceros una idea tan completa como sea posible, nos referiremos en todo al tipo medio, a partir del cual podéis conocer fácilmente otras variantes. De modo que examinemos un hombre de una estatura de treinta brazas y una mujer de unas veintiocho.
3. «¿Qué aspecto tiene el hombre?».
Es bastante serio, aunque en manera alguna antipático. Sus miembros son perfectamente varoniles según vuestros criterios estéticos.
Tiene cabellos largos de color verde oscuro, habitualmente ensortijados. Su piel es blanca, con tendencia aquí y allá a un verde muy claro. Aunque los labios sean rojos, tienen un ligero brillo tirando a verde. No hay ojos azules o grises: siempre son verdes, con muchas variantes. También es verde su abundante perilla, aunque de un tono más claro que el cabello.
Las uñas de sus dedos parecen un cristal verde intenso, mientras que los propios dedos son por lo común completamente blancos si están limpios, caso general en el planeta. Los dientes son azulados como vuestro nácar e irisan suavemente con diversas tonalidades.
Su voz tiene un sonido agradable, pero es tan grave y fuerte, que habitualmente se encuentra en el registro más bajo de vuestros contrabajos, y de una intensidad tan fuerte que todavía la oirías a una distancia de dos o tres leguas con la fuerza de un trueno.
Aunque también la mujer habla con voz bastante grave, la tiene más agradable y suave que el hombre. Por ello resulta muy atractiva, sobre todo para el sexo masculino. Mirón puede ser considerado como cuna del arte musical, porque allí no sólo se cultiva este arte basándolo en la voz humana, variada y moldeable, en lo que la voz femenina se distingue mucho, sino sobre todo en la diversidad de instrumentos musicales.
4. Acabáis de ver cuál es el aspecto del hombre; miremos ahora a la mujer, exceptuando su ropa por el momento.
Alguien preguntará: «¿Por qué no presentar los vestidos junto con la figura?».
El motivo es el siguiente: En el planeta Mirón, la manera de vestir es casi tan variopinta como en vuestra Tierra, de modo que no puede establecerse una norma fija como en otros planetas. También los hombres visten según las modas de las diversas regiones, al igual que las mujeres, con variadas clases de abrigos, chaquetas, pantalones, zapatos y sombreros.
Si queréis tener ante vosotros un hombre o una mujer vestidos, vestidlos entonces vosotros mismos, lo que no os resultará difícil. Basta con ponerle a los habitantes de este planeta los trajes tradicionales de Europa y Asia, por supuesto a su medida, y ya los tenéis engalanados delante vuestra.
Una vez sabido esto, podemos acercarnos sin reservas a una mujer desnuda para observarla y ver qué aspecto tiene.
5. Por lo general es de una belleza extraordinaria, a veces incluso maravillosa. Su fisonomía y su aspecto manifiestan una dulzura y gracia fascinantes; sus formas redondeadas, su suavidad y su delicadeza son distintivos femeninos que casi nunca faltan.
Su piel es extraordinariamente delicada y de un color blanco casi como el de la nieve virgen de un pasto alpino: sólo las mejillas tienen en la mayoría de los casos un tinte verde rojizo. Los cabellos son de un verde muy oscuro y brillan a la luz como las plumas de vuestro pavo real. También el pelo de las axilas y el vello púbico irisan como diamantes.
Las uñas de los dedos son de un color verde extraordinariamente vivo y brillan como el cristal perfectamente pulido, lo que da a los dedos blancos y redondos de estas mujeres un aspecto muy bonito.
6. El semblante de la mayor parte de ellas tiene la forma que vuestros principios estéticos consideran más hermoso: frente lisa y alta, cejas bastante pronunciadas, ojos grandes y muy vivos con pupilas verdes centelleantes, a veces con destellos rojizos.
Su nariz es recta y bien formada. La boca está igualmente bien proporcionada respecto a todas las otras partes de la cara. El mentón, ni demasiado puntiagudo ni demasiado ancho, tiene una forma oval perfecta, un poco achatada en el centro.
7. El cuello es redondo y de tamaño mediano, y la nuca perfecta, y en parte alguna se ven huesos salientes. Tiene los pechos turgentes. Desde el pecho hasta la cadera, la mujer es muy esbelta. Más abajo vuelve a aumentar, de modo que sus caderas son tan anchas como la zona de la espalda. No es necesario decir que también sus pies y piernas son perfectos.
8. Vestidla ahora a vuestro gusto y tendréis una idea de cual es el aspecto de esta bien proporcionada y hermosa mujer. Sin embargo, no debéis hacer de ella un figurín sino, como ya se dicho, vestirla con una ropa tradicional discreta.
9. Hemos terminado con la descripción de los seres humanos pero ni hemos nombrado sus viviendas. Será necesario ante todo darles una, porque los hombres de Mirón viven en casas como vosotros.
Nos interesa saber cómo son, si están separadas o juntas, o agrupadas como en vuestros pueblos y aldeas. Cuando lo sepamos, podremos proveer de viviendas a los grandes y hermosos hombres de Mirón después de haberlos vestido.
10. «Entonces, ¿qué aspecto tienen allí las casas?».
Son muy parecidas a las vuestras, aunque nunca tienen varios pisos sino sólo una planta baja cuyas paredes no sobrepasan altura y media del hombre. Los tejados son como los de vuestras casas de campo, aunque más puntiagudos, parecidos a los de vuestras capillas góticas.
11. Una vivienda nunca tiene más de tres habitaciones: una para el sexo masculino, otra para el femenino y la tercera, normalmente situada entre ambos, para uso común.
«¿Qué tamaño tienen las habitaciones?».
Óptimo en relación con el tamaño de los hombres del planeta. Son tan grandes que cada uno de ellas da fácilmente cabida a un grupo de cien personas.
12. «¿De qué material están construidas?».
Siempre de piedra labrada. Las ventanas de las habitaciones son altas pero no muy anchas, provistas de un vidrio natural elástico parecido a vuestra mica, y colocadas por lo general en un marco metálico.
El color del vidrio varía según lo suministre el taller de la naturaleza. Cierto es que los habitantes también tienen un vidrio artificial del que hablaremos más tarde, pero lo utilizan para otros fines.
13. Junto a las viviendas hay casas de campo, tanto para los animales domésticos como para otros fines domésticos diversos. También hay delante de las viviendas casas de una sola habitación para los niños. Son tan altas como las viviendas propiamente dichas, pero su superficie es menor.
14. Queda por decir que allí los hombres viven en su mayoría agrupados en pueblos. Como ya los hemos colocado adecuadamente, podemos continuar examinando las demás condiciones.
1. Tras albergar a los habitantes de Mirón, sin duda alguna será necesario proveerlos también de tierras, porque sin ellas les resultará difícil subsistir en sitio alguno.
Ahora vais a preguntar: «¿Cómo está organizada la propiedad de la tierra? Los pueblos y aldeas, ¿tienen terrenos colectivos o cada habitante posee el suyo propio particular, proporcional al número de miembros de la familia, para cultivar los alimentos de su hogar?».
2. Para ser precisos, ni lo uno ni lo otro: ambos modos se combinan de manera extraordinaria. Cada pueblo y aldea dispone de un terreno enteramente comunal, lo suficiente grande en relación al número de habitantes, para satisfacer abundantemente sus necesidades de frutos alimenticios de todo tipo.
En ellos nadie puede decir: “Este terreno es mío”. Todos pueden cultivarlo, por lo que todos pueden afirmar: “El terreno es nuestro”.
3. Diréis: «Está bien y es correcto. Pero cabe plantearse la pregunta: Si todo el pueblo posee un terreno comunitario, ¿cómo puede articularse ahí una propiedad particular?».
Yo os digo: Nada hay más fácil, porque la propiedad particular se otorga solamente a tierras que uno u otro de los habitantes del pueblo ha labrado con sus propias manos, sembrándolas de frutos menores que, para madurar, no requieren sino un tiempo limitado.
El terreno labrado debe ser señalado visiblemente con la marca particular de la casa. Desde que se jalona hasta la cosecha, no puede serle disputado al cultivador, pues es su propietario legítimo. Pero después de la cosecha vuelve de nuevo a la comunidad y puede ser marcado inmediatamente por otra casa sin que el propietario anterior pueda oponerse.
4. Los frutos mayores producidos por los árboles que ya conocéis, los que no están sujetos a metamorfosis son un bien común de todo el pueblo. Toda la cosecha de esos árboles se distribuye a partes iguales entre todos sus habitantes.
5. Sin embargo, el derecho a la cosecha de los frutos sujetos a metamorfosis como las plantas y los arbustos menores que sólo existen cierto tiempo y después se reproducen en formas animales, se otorga al primero que encuentra el campo, aunque está obligado a declarar el beneficio total a la comunidad.
Si alguna casa manifiesta el deseo de participar en una cosecha, entonces, según las leyes humanitarias allí vigentes, se emite una disposición amistosa que determina en qué medida puede hacerlo en relación con el total. Una vez emitida, el cultivador principal procede inmediatamente a ejecutarla.
6. Lo mismo pasa con el “pan volante”. El propietario principal es quien lo coge, pero también lo reparte entre diversas casas conforme a las disposiciones amistosas, las cuales siempre deben respetar que al menos la mitad de esa cosecha espontánea corresponda al propietario principal.
7. Los animales domésticos forman parte de la propiedad común. Pero no es fácil determinar acertadamente como se reparten sus productos, por ejemplo leche o lana. Aquí entra en vigor el “primo occupanti jus”, con la condición de que nadie puede aplicar este derecho de propiedad a la leche que una vaca deposite ante de la casa de otro vecino.
En tal caso el derecho de propiedad corresponde a dicha casa y no al primero que ha puesto su mano sobre el recipiente de leche.
8. Existe otro arreglo para todos los productos minerales: pertenecen a partes iguales a todos los habitantes del pueblo, por lo cual todas las casas tienen que aportar el mismo número de obreros para explotarlos.
Lo mismo que ocurre con los minerales sucede con las piezas de caza: se les considerada capturas que corresponden a todos los habitantes a partes iguales.
9. Los productos de la artesanía doméstica son enteramente propiedad de la casa de la que se trate, y no pueden ser transferidos a otra sino por intercambio o amistad. Entre ellos podemos citar sobre todo los instrumentos musicales, y también otros objetos mecánicos de gran utilidad que allí fabrican frecuentemente.
«¿En qué consisten esos instrumentos de música y los objetos mecánicos?».
Ya lo veréis.
10. Como los hombres visten casi igual que vosotros, podéis suponer que para fabricar los tejidos de sus prendas debe haber también tejedores diversos. Pero no están en las casas, sino que normalmente hay una fábrica en el centro del pueblo. Una vez que en las casas hilan la lana y la marcan con su señal, la llevan a la fábrica donde es tejida según sus indicaciones. Posteriormente la casa recibe el tejido para hacer los vestidos.
11. A esta altura alguien puede preguntar: «¿Qué sueldo reciben los tejedores por su labor?».
La paga es de tipo general y no depende del trabajo hecho.
Dicha fábrica la monta toda la comunidad. Los tejedores no tienen preocuparse por su sustento porque cada casa les entrega anualmente una parte de su cosecha. A cambio tienen la obligación de suministrar a cada casa el trabajo pedido, y no hay más compromisos.
12. Lo mismo se aplica a quienes confeccionan los vestidos, pues también allí hay efectivamente sastres y zapateros que deben trabajar “gratis”, como los tejedores, porque son sustentados por la comunidad.
13. Ya conocéis las relaciones domésticas más importantes y las relaciones legales de convivencia en estos pueblos. Pero todavía se plantea la pregunta de si no hay jefes...
14. En el fondo no hay directrices, porque todo se basa en el acuerdo mutuo.
Pese a ello, los ancianos del pueblo, a la vez sacerdotes e instructores, son considerados consejeros en casos de importancia. Una vez que toman una decisión, es aceptada irrevocablemente por toda la comunidad.
15. «¿No tienen emperadores ni reyes?».
¡No! Cada pueblo es absolutamente autónomo, y por ello su propio señor en todo, razón por la que tampoco hay impuestos ni guerras. Generalmente existe además tanta distancia entre los pueblos que todos ellos disponen para su sustento de terrenos suficientes, de una extensión frecuentemente mayor que todo el imperio austríaco.
16. Ya sabéis todo lo referente a los habitantes de este planeta, menos lo que concierne a las relaciones internas en las viviendas. Estas, como también las relaciones entre los pueblos vecinos, las examinaremos la próxima vez.
1. «¿Qué se entiende por relaciones internas en las viviendas?».
Únicamente las reglas internas que los habitantes de cada casa han de observar en sus relaciones. Comprenden las relaciones amistosas y las actividades mutuas correspondientes, las movidas por el amor mutuo, con las que una familia manifiesta que todos sus miembros tienen conciencia de su gran afinidad.
2. Primera regla:
“Respeto por respeto, amor por amor y amistad por amistad”.
Segunda regla:
“Ojo por ojo, mano por mano y corazón por corazón”.
Tercera regla:
“Paso por paso, oído por oído y camino por camino”.
Todo en un hogar se organiza según estas reglas.
3. La pareja de padres es la cabeza suprema de la familia: el padre para la parte masculina y la madre para la femenina. Como allí padre y madre forman verdaderamente un ser, estos dos polos superiores se combinan en uno solo: lo que quiere el padre, también lo quiere la madre. De este modo las mismas normas rigen toda la casa, tanto la parte masculina como la femenina.
4. Por ello la regla “respeto por respeto” es aceptada en toda la casa.
El padre de la casa respeta a su mujer y ella al padre de la casa; así ambos forman una unidad porque sólo de tal respeto mutuo puede surgir el verdadero amor puro. Del mismo modo los hermanos respetan a las hermanas y estas a los hermanos, y así, en línea ascendiente, todos los hijos a sus padres y, viceversa, los padres a sus hijos, etc.
5. De esta manera todos están unidos, en el sólido fundamento del respeto mutuo, por el vínculo del amor recíproco, que se manifiesta en la amabilidad amorosa mutua, sumamente dulce y complaciente.
Con esto ya están cumplidas en realidad todas las demás reglas; pues, en un ambiente amoroso como este, la regla de “ojo por ojo”, ciertamente significa: ver juntos... en los corazones, ser en armonía perfecta... con las manos, ayudarse mutuamente... prestar sus oídos, escuchar con agrado lo que otros tengan que decir... y prestar los pies con mucho gusto para acompañar a otra persona a lo que sea...
6. En general, en una casa no vive solamente una sola familia, sino frecuentemente tres, cuatro o cinco, de modo que hay hasta cinco parejas de padres, de los cuales unos pueden tener más hijos y otros menos. Todas las familias reunidas en una casa son tan solidarias que es inimaginable cualquier disputa; por el contrario, cuanto más familias viven juntas, tanta más armonía y bendición hay.
Todas estas personas aman tanto a los demás, que preferirían cualquier sufrimiento a faltar lo más mínimo a los principios del respeto a los otros, y todos, incluso los hijos más pequeños cuando salen de las casas de niños, observan el respeto mutuo con la mayor delicadeza.
7. Esta es la razón por la que aman tanto la música que, entre todas sus artes y ciencias, es la que se encuentra en mayor sintonía con su carácter interior, por lo que constituye una de sus principales ocupaciones domésticas.
8. Para que podáis tener una idea más clara de su afición a la música, pasemos antes revista a sus instrumentos musicales y luego oigamos una pequeña presentación musical.
9. Sus instrumentos musicales no tienen la menor semejanza con los vuestros, por cuyo motivo la música suena allí de manera totalmente diferente a la vuestra.
No hay instrumentos de viento, ni tampoco de cuerda. En su lugar disponen de unas especies de instrumentos de campana, de disco y también de esferas.
10. El de campanas está fabricado con una clase de metal que suena muy armónicamente. Lo fabrican de la siguiente manera: funden varias campanas semiesféricas y, después de pulirlas y afinarlas perfectamente según vuestra escala tónica, las colocan en fila en una barra, de manera coaxial, desde la mayor hasta la menor.
El instrumento completo comprende un juego de campanas que abarca tres octavas, empezando con vuestro re en el contrabajo y ascendiendo tres octavas. Los sonidos los producen de dos maneras: batiéndolas con un martillo algo blando o friccionándolas con los dedos mojados previamente en agua salada.
Habitualmente tocan este instrumento los hombres, pues no es un instrumento solista sino muy armónico, ideal para acompañar el canto femenino.
11. El instrumento de discos está hecho del vidrio del que ya hemos hablado. También los discos los colocan en fila sobre una barra que gira como la del instrumento anterior; el sonido lo producen con los dedos untados de una resina. Este sonido es muy penetrante y, afinado, su tonalidad es una octava más alta que la del anterior, por lo que sirve para aumentar su armonía.
12. El instrumento más admirable, un instrumento solista, ya lo hemos nombrado: el de esferas. Pero como tiene un mecanismo bastante complicado, lo describiremos detalladamente en la próxima ocasión, junto con la manera como los músicos lo tocan muy habilidosamente.
1. El instrumento de esferas se compone de muchos tubos de forma espiral, que al principio son perfectamente redondos pero al final. Estos tubos se encuentran en una esfera que tiene un diámetro de tres brazas. Los polos de la esfera tienen forma de embudos abiertos que en su interior se comunican. En la parte más abombada de la esfera se encuentran los tubos espirales más gruesos, y su grosor disminuye progresivamente hacia los polos.
2. La esfera descansa sobre un trípode, bajo el cual hay un mecanismo para producir viento. El viento producido es llevado por el trípode y así entra en la esfera.
Los tubos espirales de diámetro más grueso, que son los tubos sonoros principales, terminan en la superficie de la esfera por una abertura algo saliente. También terminan allí todos los demás tubos sonoros más pequeños, aunque más arriba de las aberturas de los tubos sonoros principales.
En el interior de la esfera, donde se distribuye el viento entre los diversos tubos, hay un sistema de lengüetas manejadas por un mecanismo propio que permite o impide el paso del viento. Al abrir la lengüeta, el viento puede pasar por el tubo sonoro y llegar a la abertura que produce el sonido; para terminarlo, se cierra la lengüeta, de manera parecida a como ocurre en vuestros órganos.
3. Ahora sabéis cómo está construido este instrumento.
Vais a preguntar: «¿Cómo lo tocan?».
De forma parecida a vuestros órganos: mediante un teclado. Aunque dicho teclado tiene otra forma y los semitonos están distribuidos de manera distinta a la de vuestros pianos, porque la escala que vosotros llamáis diatónica, no es en Mirón la escala fundamental: la escala fundamental consiste allí exclusivamente en notas redondas, entre las cuales siempre hay un semitono.
Y conforme a ello está organizado el teclado, consistente en dos filas de semiesferas alargadas, cada una de una anchura aproximada de un pie. Este teclado se llama “teclado principal”. Entre cada dos de sus teclas inferiores, hay otra semiesfera un poco más elevada y un poco más corta, de una anchura de medio pie.
Ahora preguntáis: «¿No serían mejor teclas planas y no redondas?».
Para vuestros dedos tal vez sí; pero para los dedos fuertes de los habitantes del planeta Mirón, resultan mejores estas. Porque si las teclas fueran planas, habrían de tener doble anchura para que el músico pudiera apretarlas individualmente, puesto que los dedos de los habitantes de Mirón tienen frecuentemente un diámetro de dos pies. La convexidad de la tecla, que tiene muy poco juego, permite que el músico pueda apretarla fácilmente sin riesgo de rozar las dos vecinas.
Veis pues la ventaja que tiene esta forma de teclado para los habitantes del Mirón.
4. «Ya conocemos el instrumento en su conjunto. Pero ¿qué clase de sonido produce?».
Muy parecido al de vuestras flautas, sólo que incomparablemente más fuerte. Aunque mediante un dispositivo adecuado que les permite abrir o cerrar los conos acústicos polares de la esfera según lo necesitan, pueden producir intensidades que van desde el pianísimo hasta el fortísimo.
5. Los habitantes de Mirón son verdaderos artistas tocándolo. Los hay que tienen una habilidad tal que vuestros mejores artistas se sorprenderían sobremanera al escucharlos.
Este instrumento no falta en ninguna casa; es tan popular que a un hombre que no sepa tocar nada en él, caso rarísimo, se le considera un zoquete.
6. Sin duda desearéis saber qué clase de piezas musicales tocan estos músicos y si también tienen composiciones como vosotros.
Podéis creer que tales obras no escasean. Seguro que casi en cada casa hay un compositor que expresa sus ideas mediante signos de color dibujados entre tres líneas horizontales que representan las tres octavas, o en placas de metal, de piedra, y a veces también de madera.
7. Estas notas son mucho más sencillas que las vuestras, pues los seis colores designan los tonos, marcados por puntos redondos como lo hacéis vosotros. Los semitonos son designados por ceros del mismo tamaño y del mismo color de la nota fundamental a la que pertenecen.
De esta manera el compositor puede escribir en una línea toda la escala de una octava. Si quiere escribir un acorde, entonces pone estos puntos de distintos colores uno sobre otro, como vosotros, cuidando que no toquen la próxima línea, motivo por el cual las líneas siempre se dibujan a una distancia adecuada.
8. Decís: «Está bien y es correcto; pero ¿cómo marcan el ritmo?».
Muy fácilmente.
El compositor señala con una línea todas las sucesivas notas musicales que entran en un intervalo, y debajo de ella pone un número, o lo sustituye por puntos. Si desea sostener una nota más tiempo que un intervalo, la escribe sola, con un signo debajo que indica cuánto tiempo hay que sostenerla.
También en Mirón ponen al principio de cada composición, como vosotros, un signo que marca el compás de toda la obra, cuyos intervalos, también igual que vosotros, están marcados con finas líneas transversales.
9. Esto es lo más importante sobre la manera cómo los compositores del planeta Mirón suelen conservar sus ideas. Como sus instrumentos musicales se limitan siempre a tres octavas, por lo que no necesitan más que una sola clave, estas tres líneas son enteramente suficientes.
Aunque el instrumento de discos suena en una octava más alta, esto carece de importancia porque es una característica del instrumento mismo que, a su manera, reproduce las mismas notas musicales que otro en una octava más baja.
Lo que vale para los instrumentos, vale tanto más para los cantantes, cuyas gargantas raras veces abarcan las tres octavas de los mismos.
10. De modo que sin contar los cantores, una orquesta completa se compone sólo de tres personas, más, en el caso del instrumento de esferas, otra persona más que maneja el mecanismo que produce el viento. Estas personas producen eventos musicales de una intensidad tal que podríais escucharlos perfectamente incluso a tres horas de distancia. En primer lugar, debido a que los instrumentos producen un sonido extraordinariamente fuerte con el aire mucho más denso y elástico de este planeta, y, en segundo, porque los cantantes de Mirón tienen una voz muy desarrollada: un sonido recio de un cantante de Mirón ahogaría un cañoneo de vuestra Tierra.
11. De modo que un concierto así, escuchado desde cerca, sería algo fuerte para vuestros oídos. Pero desde una distancia adecuada os encantaría, porque sus composiciones son sublimes y raras veces en tono mayor sino, por lo general, en tono menor, que ellos llaman medio modo de sonidos.
12. Tienen tres tonalidades en su teoría musical, a saber: un modo muy duro que es el fundamento de los demás; después un modo entero que corresponde a vuestro modo mayor, y finalmente un medio modo que corresponde a vuestro modo menor, al que ellos llaman “el único fruto comestible” de su árbol de sonidos.
Para ellos el modo entero es “el tronco incomestible” del árbol de sonidos, el modo muy duro es “la raíz del árbol” que, al igual que el tronco, también es declarado fruto incomestible.
Con esto ya conocéis también el marco del arte musical de los habitantes de este planeta.
13. Queda todavía por decir que los hombres de Mirón son tan expertos en óptica como en acústica. De ello podéis deducir fácilmente que son igualmente hábiles matemáticos y astrónomos.
14. No hará falta mencionar que para fabricar instrumentos musicales como estos, deben ser también muy diestros mecánicos. Os sorprendería ver allí por todas partes los más prácticos cronómetros mecánicos, que miden el tiempo con exactitud mucho mayor que la de vuestros mejores relojes. En cada pueblo hay técnicos relojeros que tienen sus propios talleres fuera de sus hogares.
15. Los hombres de este planeta poseen también caracteres gráficos, mediante los cuales son capaces de conservar palabras por escrito utilizando el mismo material en el que apuntan sus notas musicales. De todo lo dicho podéis deducir fácilmente que son verdaderamente cultos.
16. Pero sobre lo que se refiere a su educación espiritual religiosa hablaremos en detalle la próxima vez.
1. Los habitantes de este planeta ignoran las ceremonias religiosas como servicio divino. Su idea de la religión se basa exclusivamente en el conocimiento íntimo de Dios.
2. Carecen incluso de oraciones, a las que sustituyen por la formación de su espíritu, la cual les sirve de hilo conductor en todas las demás ciencias y saberes.
Dicen: «Adorar a Dios con palabras es ridículo, indigno de un hombre inmortal, y desagrada al Dios supremo. Sin embargo, quien ha conocido en espíritu su verdadero destino y vive según él, agrada a Dios. La mejor oración y la mayor honra que podemos tributar a Dios es vivir según el destino que Él ha puesto en nosotros, que siempre podemos descubrir donde lo puso».
Esta es toda su religión, es decir, los hombres del planeta viven y actúan según este principio; de modo que dicha vida y dicha actividad son su servicio divino, el cual realizan continuamente.
3. Por este motivo tampoco tienen días festivos, siendo todos los días fiesta para ellos.
Pues dicen: «Tantos días como vivimos, los vivimos por Dios. Así que no debe haber diferencia entre los mismos. No debe haber hora alguna en la que seamos menos conscientes de Dios que en cualquier otra, ni tampoco ninguna en la que lo seamos más.
Como nuestra vida es continua desde que entramos en este mundo hasta que salimos de él, y como no podemos decir que en una hora vivimos más y en otra menos, no debemos ser ni más ni menos píos en un momento de nuestra vida que en otro».
4. Como también en Mirón existen aquí y allá “santos imaginarios”, los habitantes dicen: «¿De qué le puede servir al hombre gastar sus labios a horas determinadas con oraciones rutinarias y no hacerlo el resto del tiempo?
¿Acaso Dios, el eternamente santo, sólo merece que los humanos le veneren durante ciertas horas y no en las otras? ¿Qué pensará de tal “santo imaginario” un espíritu despierto que sabe que Dios siempre es igual de santo y que, por ello, el hombre debe honrarle continuamente en todo lo que hace o deja de hacer?
¿Qué papel tiene en eso nuestra impotente lengua, sola, como si fuera la única parte del hombre que puede honrar a Dios? Ya que Él nos ha creado totalmente, ¿cómo no vamos a honrarle siempre con todo nuestro ser? ¡Eso es lo correcto y lo único digno del hombre!
Por ello actuamos conforme a la disposición eterna que encontramos en nuestro espíritu. Quien actúa así, siempre lo hace en conformidad con el Orden divino.
Quien siempre actúa de acuerdo con el Orden divino, tal como lo conoce en su interior, honra a Dios verdaderamente cada momento de su vida y con todo su ser».
5. Si reflexionáis un poco sobre los principios religiosos de los habitantes de este planeta, entonces comprenderéis también el sentido de las palabras del apóstol Pablo quien dijo: “¡Orad incesantemente!”
Pues quien vive según mi Orden y cumple mis fáciles mandamientos, él es quien reza y me honra incesantemente. Pero quien piensa que debe gastar sus labios día y noche, o es un ingenuo o un embustero, porque incluso en la misma Escritura se indica varias veces cuál es el aprecio que tengo a cualquier clase de oración que no sea sino producto de los labios.
6. Todos los hombres del planeta Mirón, con muy pocas excepciones, viven como también debería vivir cada hombre en vuestra Tierra.
Por supuesto que hay diversas aberraciones aquí y allá; pero pronto los sabios, que no ceden fácilmente antes de llevar al hermano o a la hermana aberrante al camino correcto, reconducen a los desviados.
Las aberraciones de Mirón nunca acaban en degeneraciones tan graves como las de vuestra Tierra. Consisten en su mayoría en puntos de vista equivocados, los cuales se dejan corregir mucho más fácilmente que vuestras grandes aberraciones basadas en el egoísmo más inveterado.
7. Si por fuerza quisierais encontrar en el marco de su religión algún ceremonial, podríais considerar como tal la procreación humana y el fallecimiento del hombre.
8. Allí la procreación, aun haciéndose mediante el coito, se realiza de manera muy emotiva: sólo por la mañana, y nunca en casa sino en un templo construido en un monte alto de la vecindad para tal fin.
9. Los cuerpos de los fallecidos los llevan a otro monte alto, colocándolos con la cara hacia arriba en el suelo de otro templo específico para ello, y cubriéndolos de hierba cortada.
Así preparados, dichos cuerpos se descomponen de tal manera en tres días que se disipan por completo no quedando rastro alguno del cadáver.
Si queréis, podéis considerar ambas cosas como una ceremonia religiosa.
10. Los medios con los que lo más píos sirven y veneran a Dios son la música y la astronomía.
Sobre la música ya hemos entrado en detalles más que suficientes. Sin embargo, nos quedan por decir algunas cosas de la astronomía, mediante la cual estos hombres reconocen mi Omnipotencia y mi Grandeza, y al mismo tiempo el Orden extraordinariamente grande que ha de morar en Mí, pues ya en el mundo visible todas esas grandes obras se mueven y están relacionadas unas con otras dentro de este Orden asombroso.
11. Que la astronomía, sobre todo sus Lunas, les llame la atención, tiene varias razones:
Primero, porque los habitantes de Mirón nunca ven nada de los otros planetas de órbitas más cercanas al Sol a causa de su gran distancia al mismo; sólo divisan Urano de vez en cuando.
Segundo, porque todo el cielo estrellado no ofrece a su vista casi ningún cuerpo celeste móvil, salvo sus propias Lunas, y salvo, rara vez, algún cometa errante que a causa de su enorme distancia del Sol ni siquiera lleva cola, por lo que es poco interesante.
12. Lo más curioso de su astronomía lunar, y lo que les preocupa mucho, es que en el fondo sólo tienen tres Lunas, que, por otro lado, son diez.
13. Ya preguntáis: «¿Cómo podremos entender eso?».
¡Os digo que no hay nada más fácil! Os pondré un ejemplo que lo ilustrará claramente:
14. Suponed, lo que es cierto, que el Sol es un planeta perfecto. Siendo así, ¿qué son para él los cuerpos celestes, por ejemplo, Mercurio, Venus, la Tierra, etc.?
Decís: «Para el Sol son como Lunas».
Y si ahora os pregunto, cuántas de tales Lunas tiene el Sol, diréis: «Mercurio una, Venus dos, la Tierra tres, Marte cuatro, Pallas, Ceres, Juno y Vesta ocho, Júpiter nueve, Saturno diez, Urano once y Mirón doce».
Ahora os pregunto: ¿Cuántas Lunas tiene la Tierra?
Decís: «Una».
¿Cuántas tiene Júpiter?
«Cuatro».
¿Cuántas Saturno?
Decís: «Siete»
¿Y Urano?
«Cinco».
¿Cuántas tiene Mirón?
Decís: «Según el primer número indicado son tres».
Eso, en total, son veinte Lunas. Y ¿qué pueden ser estas lunas para el Sol?
«No podemos decir sino que para el Sol son Lunas secundarias».
Bueno, ¡no necesito más! Volvamos, pues, al planeta Mirón.
15. La primera Luna de este planeta maravilloso tiene dos lunas secundarias que giran alrededor de ella y que, con ella, orbitan alrededor de Mirón, de la misma manera que vuestra Luna gira alrededor del Sol con vuestra Tierra.
La segunda, que orbita una altura mayor que la primera, es más grande que ella y también tiene dos Lunas.
La tercera Luna, la más alta, tiene tres satélites, por lo que la distinguen fácilmente de las otras dos, afortunadamente, porque el periodo de su órbita les sirve para definir su “año”, como ya hemos dicho antes.
Así tenéis resuelto todo el secreto aparentemente imposible de resolver.
16. Ahora alguien preguntará: «¿Por qué no se explicó eso inmediatamente después de empezar las comunicaciones generales?».
Y Yo os digo: ¿Por qué no veis a simple vista las cuatro Lunas de Júpiter, que a causa de su gran distancia se confunden con el planeta mismo, de modo que sólo un potente telescopio es capaz de separar estos cinco puntos concentrados en uno solo, y sólo con él pueden verse las Lunas separadas de su planeta?
Diréis: «La razón está en la naturaleza de nuestros ojos, a causa de la cual vemos habitualmente una multitud muy distante como si fuera una sola unidad».
Ahora responderé vuestra pregunta anterior. De manera análoga, forma parte de mi Orden que os presente como una sola cosa asuntos espiritualmente todavía lejanos cuyo conjunto forma una sola unidad; sólo los definiré cuando nos hayamos acercado tanto a ellos espiritualmente como vosotros a Júpiter con el telescopio.
En esto también tenemos un orden totalmente apropiado, según mi Plan.
17. Cuando científicos de vuestra Tierra dicen: «¡Hemos descubierto tres estrellas nebulares!», ¿es verdad o están equivocados?
Yo os digo: Es verdad y, al mismo tiempo, están equivocados.
Es verdad, porque realmente no han descubierto más que tres estrellas nebulares; pero están equivocados porque una de esas estrellas nebulares frecuentemente está formada por un trillón de estrellas. Si comparamos las cifras, “tres” y “varios trillones” son evidentemente incompatibles; aun así, esa multitud de estrellas dentro de las tres estrellas descubiertas sigue siendo una realidad.
18. El ejemplo basta para demostrar que la manera como Yo os desvelo paulatinamente una cosa u otra es tanto absolutamente natural como espiritual, y enteramente conforme a mi Orden.
19. Alguien preguntará ahora: «¿Por qué el planeta Mirón tiene Lunas secundarias, si no las hay en ningún otro planeta?».
No responderé directamente la pregunta, pero analizaré su punto de partida. Quien quiera saberlo por un afán de criticismo sabihondo, que tenga antes la bondad de explicarme, por su propio espíritu, por qué, por ejemplo, los planetas Mercurio, Venus, Marte y los cuatro planetas muy pequeños no tienen Luna alguna, y por qué el planeta Júpiter, que es con mucho el mayor de todos, sólo tiene cuatro, mientras que Saturno, bastante menor, además del sistema de anillos que le rodea, tiene siete.
Si el crítico sabihondo es capaz de explicarme todo esto a fondo, también desvelaré a su espíritu la razón de la existencia de las Lunas secundarias del planeta Mirón.
20. Sin embargo, el objeto de nuestras reflexiones sigue siendo el Sol y no la descripción minuciosa de un planeta. Como ya conocemos suficientemente todo lo que para nuestros fines nos hace falta saber de Mirón, no nos detendremos más en él.
Volveremos sin pérdida de tiempo la próxima vez al séptimo cinturón del Sol.
1. El séptimo y último cinturón habitable del Sol está separado del sexto por una cordillera fronteriza no muy alta, aunque el cinturón acuático lindante con ella es anchísimo.
2. La cordillera es volcánica por lo general; en otra ocasión ya mencionamos el tamaño de sus cráteres.
3. Después de este cinturón acuático encontramos una tierra firme habitable, no demasiado montañosa. Su suelo es el más sólido de todo el Sol, tanto en la parte sur como en la norte. Desde el cinturón acuático hasta el macizo montañoso polar, la tierra firme tiene una anchura media de seis mil leguas.
4. Las regiones polares del Sol, igual que los polos de todos los planetas, son inhabitables por los tiempos de los tiempos. Por ello están aisladas del último cinturón habitable por un declive escarpado extremadamente alto. Tan altas son sus cumbres que frecuentemente superan la capa atmosférica reluciente del Sol, cuya altura media es de seiscientas leguas sobre el suelo. Aunque no debéis considerar esta cifra como fija porque, igual que en vuestro cuerpo terrestre, la altura de la capa atmosférica está sujeta a grandes variaciones, tanto más en el caso en el Sol cuyo interior está mucho más vivo que el de cualquier planeta.
5. Como tenéis el cinturón delante, no nos detendremos en observar la estructura del terreno sino que, sin pérdida de tiempo, nos ocuparemos de sus habitantes.
6. Los hombres de este cinturón no se diferencian prácticamente en nada de sus hermanos correspondientes del planeta Mirón, aunque su estatura os resultará fabulosa. Son tan grandes que las altura del Himalaya o del Chimborazo les serviría de medida para hacerse un bastón.
Aunque no debéis pensar que todos tienen la misma estatura, porque en ningún cinturón ni planeta las hay tan variadas como en el séptimo.
Los que tienen una estatura de trescientas brazas, son considerados enanos por los gigantes, los cuales frecuentemente llegan a seis mil brazas de alto. Pero tampoco esta es la estatura normal de los hombres del cinturón, pues la misma oscila entre ochocientas y mil doscientas brazas.
7. En la mayoría de los casos los gigantes viven en la región que limita con la cordillera polar, donde encuentran suficiente alimento.
Cuanto más cerca del cinturón acuático están, tanto más pequeños son los hombres. Los enanos, más pequeños que la media, pero aún así mayores que todos los demás habitantes de los cinturones del Sol, habitan muchas islas importantes que hay en las aguas del cinturón acuático. Podéis imaginar que dichas islas no son tan pequeñas...
8. Si pensáis que la menor de ellas tiene una extensión como Asia y Europa juntas, os aproximaréis bastante. La mayoría de estas islas están unidas al continente por lenguas de tierra, únicamente transitables por estos “enanos”.
Los habitantes más grandes del cinturón no pueden pasar por allí porque su anchura no es suficiente para que le quepan los pies y, si les cupieran aquí o allí, el propio terreno no sería lo suficientemente firme para soportar, sin hundirse, la carga de muchos miles de quintales.
En cambio, los “enanos” sí que pueden plantar perfectamente sus pies en tierra firme y emprender viajes por ella hasta llegar a los gigantes, quienes siempre los acogen con cariño y amabilidad extrema: los miman e incluso los llevan en sus manos.
9. Los colores de su piel, variados como en ninguna otra parte del Sol, son tan diversos como las estaturas: menos el negro, encontraréis toda la gama de tonalidades. Por ejemplo, los gigantes son entre un rojo encendido oscuro y un rosado muy claro. También hay otros que de color entre amarillo pálido y verde o azul.
Existen tantos tonos que para mencionarlos todos se necesitaría un libro aparte.
Cierto es que también en otros cinturones del Sol existen distintos tonos de color, pero siempre sobre la misma tonalidad de fondo. Sin embargo, en esta séptima pareja de cinturones se trata de una mezcla heterogénea y no de una tonalidad única.
10. Alguien pregunta: «¿Cómo es la lengua de estos hombres?».
Se comunican de dos maneras.
Llama la atención cuando hablan un enano y un gigante. En cuanto el gigante se dé cuenta que el enano quiere decirle algo, le levanta y le lleva a su oreja.
Pero cuando el gigante habla con el enano, primero le aleja de su boca tanto como puede. Luego, para que el enano no sufra daño alguno, le habla en el tono más agudo y con la voz más baja que le es posible. Porque si hablara en su habitual tono bajo y fuerte, las vibraciones del sonido sacudirían fuertemente al enano antes de oírlo. Para evitar este inconveniente los gigantes hablan a los enanos con muchísimo cuidado.
Si un gigante dijera una palabra en la Tierra algo reciamente, provocaría con ella un terremoto que haría que varios países perdieran todas sus ciudades y que las cumbres de las montañas sufrieran daños considerables.
11. Alguien va a preguntar: «¿Cómo son sus viviendas?».
Los gigantes no tienen otra casa que el mismo suelo solar, porque viven al aire libre: como el suelo de estas regiones es muy duro y compacto, los soporta perfectamente.
12. Pese a toda su robustez, son extraordinariamente sensibles; su modo de andar y todo lo que hacen, lo hacen de manera muy suave y delicada.
Viven entre sí muy pacíficamente. Y cuando van a alguna parte, dan pasos muy cortos y lentos en relación con su gran estatura, pisando el suelo con extrema prudencia por temor a destruir algo bajo sus pies.
Por eso prestan mucha atención al suelo para ver si algo se mueve en él. Si ven cualquier cosa, se agachan para examinarla de cerca. Y si encuentran un ser vivo, lo apartan con mucho cuidado antes de dar el próximo paso.
13. Debido a estas dificultades, rara vez los gigantes se desplazan a las regiones próximas al mar, muy animadas, porque allí tendrían que moverse con extremo cuidado para no destruir nada con sus pies.
Cuando quieren viajar a ellas, caminan normalmente por los ríos, por lo general bastante anchos, porque no hay en ellos gran cosa que tengan que quitar de en medio. Pero en tierra firme, sobre todo junto al mar, no se los ve prácticamente nunca.
14. «¿Con qué se alimentan?».
Viven de las abundantes frutas de los gigantescos árboles permanentes, aunque también consumen los productos de su voluntad que cultivan en las tierras que les pertenecen, como otros habitantes del Sol que ya conocéis: la agricultura a voluntad es muy común en este último cinturón.
Una tercera fuente de alimentos es el aire solar extraordinariamente rico en diversos nubes meteóricas; en ellas se vuelve a encontrar casi lo mismo que en el planeta Mirón al que corresponde el cinturón, aunque, por supuesto, todo de un tamaño gigantescamente mayor que en el planeta.
También hay un “pan volante”, pero tan grande, que un sola de sus piezas podría tomarse fácilmente por el pequeño satélite de un planeta.
15. Viendo todo esto, sin duda alguna os resultará obvio que el gran Anfitrión, que tiene que alimentar miríadas de Soles centrales para que siempre estén saciados, encontrará alimento suficiente para estos hombres enormes. Porque para alimentar a un Sol central, ante el que la Tierra no puede ser considerada ni siquiera como una mota de polvo, lógicamente se necesitará más que para sustentar a un hombre, aunque este hombre fuera tan grande que llegase desde la Tierra a la Luna.
No importa si un cuerpo es grande o pequeño; seguro que mi Despensa infinitamente abundante no le dejará sucumbir.
16. De modo que no tenéis que preocuparos por el sustento de esos seres enormes, porque ante Mí no hay nada en ningún sitio que sea grande. Lo que vosotros consideráis grande, aunque lo fuera infinitamente, ante mis ojos apenas puede llamarse polvo. El gran hombre de la Creación, compuesto de incontables cúmulos cósmicos globulares, no es ante Mí más que un ínfimo punto del infinito.
17. Ante lo dicho, los hombres del séptimo cinturón del Sol os parecerán de tamaño modestísimo pese a sus varios miles de brazas de estatura.
Desentendámonos pues de su estatura corporal y de su sustento y, en vez de eso, observemos sus relaciones, su organización y, finalmente, su religión.
1. Las relaciones sociales de los habitantes de este cinturón son, como ya hemos dicho, casi las mismas que las del planeta correspondiente, aunque en el cinturón no hay viviendas ni pueblos. Pese a ello, los hombres viven siempre en sociedad, disfrutando juntos, en lugares determinados, de enormes terrenos cuya propiedad es común, pues los terrenos muy grandes no pertenecen a nadie en particular.
2. Todos pueden disfrutar de lo que el suelo produce naturalmente. Pero lo que cada cual obtiene de la tierra con su voluntad sólo le pertenece a él. Aun así, según las reglas amistosas por las que se rigen, el productor cede a la comunidad por lo menos una tercera parte de los productos que obtienen con su propia voluntad.
Igual ocurre con las propiedades que dan “cosechas espontáneas”, propiedades de las que decís: “¡Me gusta este país de Jauja donde las palomas asadas vienen solas volando a tu boca!”.
3. Todavía recordaréis que la atmósfera de Mirón ofrece frecuentemente alimentos de manera maravillosa. Con cogerlos y metérserlos en la boca ya estaba todo hecho. Pues lo mismo ocurre, con mayor intensidad, en esta pareja de cinturones, sobre todo en el septentrional.
Como precisamente son las regiones polares del Sol las que suministran alimento abundante a todo el ejército de sus planetas, fácilmente podréis colegir que, a consecuencia de esa copiosa distribución, multitud de “migas” se pierden frecuentemente en el séptimo cinturón, fronterizo con las cordilleras polares. Así pues sus habitantes siempre tienen una “golosina” u otra para “picar”.
4. El aire de este cinturón siempre está henchido de vapores fértiles de diversa naturaleza, de los cuales surgen muchas buenas cosas comestibles. Los habitantes del cinturón los reciben alborozadamente como los israelitas la lluvia del maná en el desierto.
Todo lo que el aire dispensa gratis pertenece a quien lo ha encontrado primero y lo ha cogido. Aunque siempre está obligado a ceder la mitad a la comunidad.
Así están organizados estos habitantes.
5. Ahora preguntáis: «Si estos hombres gigantescos del Sol no tienen casas, ¿cómo organizan su vida doméstica?».
Buscan las partes más llanas y blandas de colinas muy grandes. Allí hacen crecer un césped espeso muy elástico, cuya hierba alcanza frecuentemente una altura de varias brazas.
Rodean dicho césped, cuya extensión ronda las tres leguas cuadradas, con árboles frutales enormemente altos y muy tupidos. Pues bien, esta superficie rodeada de árboles es su vivienda, una parte de la cual está habitada por los hombres y otra por las mujeres. Nunca tienen forma regular sino la de la colina.
6. Todo el terreno que rodea la colina-vivienda, cuya superficie fácilmente alcanza las mil leguas cuadradas, es propiedad común, para beneficio de sus habitantes.
7. «¿Quién es el primero o el jefe de esa sociedad?».
El orden jerárquico es el mismo del planeta. Los padres lo son todo para los hijos. En los casos importantes son consultados el decano y los ancianos, y todos respetan con la mayor diligencia el dictamen emitido.
8. «¿Qué relación hay entre tales comunidades?».
Cuando se encuentran hay un ambiente extraordinariamente amistoso. Pues no distinguen razas, y ni remotamente ocurre entre ellos lo que sucede con los habitantes de la Tierra, que comercian como si fueran animales con aquellos hermanos suyos que tienen la piel más oscura.
En este cinturón solar pasa todo lo contrario. Un hombre de distinto color siempre es más apreciado que otro del mismo, porque los habitantes piensan que, con los colores variados de los hombres, el gran Creador quiso dar una prueba más de su Sabiduría inescrutable.
Por esta razón, buscan diligentemente cualquier indicio en base al cual puedan averiguar que intención sumamente sabia ha podido tener el gran Creador omnipotente para aplicar a la piel de los hombres estas sorprendentes coloraciones.
Conversan atentamente con quienes tienen otro color de piel con la esperanza de descubrir en lo que dicen una señal de la Sabiduría divina. Así que en las palabras dichas por la boca de un hombre de otro color encuentran un tesoro que analizan y conservan lo más íntimamente posible.
9. También las diferentes estaturas de los hombres del cinturón son importante motivo de respeto mutuo, pues pasa con ellas lo mismo que con los distintos colores.
10. Ahora preguntáis: «¿Son los habitantes de este cinturón tan industriosos como los del planeta?».
No precisamente, porque muchas de las cosas imprescindibles para los habitantes del planeta, aquí no las necesitan. Como no tienen casas ni ropa, prescinden de muchas ramas de la industria.
11. Pero los superan, y con mucha ventaja, en lo que concierne a los profundos conocimientos espirituales interiores y a los conocimientos científicos.
Salvo su fuerte voluntad no tienen otras herramientas sino sus dos manos y sus sanos sentidos.
12. «¿Son músicos notables?».
No se preocupan de los aspectos materiales de la música. Carecen de instrumentos musicales y de la voz adecuada. Como el registro de su voz es demasiado bajo, no son capaces de producir algo parecido al canto.
Pero tienen en su espíritu mucho talento musical, gracias al cual pueden comunicarse mutuamente sus íntimos conciertos espirituales de manera tan perceptible como los pensamientos que vosotros os comunicáis con palabras.
13. «¿Cómo lo hacen?».
De manera casi idéntica a como en la Tierra los hipnotizados perciben clarísimamente los sonidos y vibraciones que piensa, siente, o en los que se concentra el hipnotizador.
Sin duda vais a preguntar: «Y eso, ¿cómo pasa?».
A esta pregunta os respondo ante todo que el hombre espiritual dispone de oídos y de todos los demás sentidos que tiene el hombre natural.
Así como el hombre natural puede percibir con sus sentidos naturales el canto de otro hombre, el espíritu también puede hacerlo con los suyos, incomparablemente más sublimes, además con una perfección muchísimo mayor.
Con ello os quedará claro que estos hombres, incluso sin instrumentos de música y sin estar dotados de una voz que se preste al canto, pueden ser músicos excelentes. Si no ocurriera así, ¿dónde, entonces, habría podido inspirarse el primer músico, a no ser que su propio espíritu ya fuera un buen maestro de ese arte?
Así que los habitantes del séptimo cinturón, sin instrumentos musicales ni voz para cantar, pueden ser excelentes músicos y deleitarse mutuamente, alabándome profundamente en el interior de sus corazones.
14. La música del espíritu siempre debiera expresar la alabanza íntima más profunda que un espíritu es capaz de ofrecerme desde su profundidad celestial, como lo hicieron para honrarme el “hombre que agrada mi Corazón”338 y otros cantantes. Y como lo hacen eternamente todos los espíritus angélicos de los Cielos.
Pero cuando la música degenera como en la Tierra, entonces convendría que muchos músicos de los bailes públicos se presentasen con serpientes de cascabel en vez de venir con instrumentos musicales armoniosos, el conjunto de cuyos sonidos no es otra cosa para el espíritu que en el son poderoso de las trompetas de Satanás para la muerte eterna.
Pero dejemos esto, pues vosotros mismos estáis al corriente de hasta qué punto ha degenerado vuestra música.
15. «¿Cómo se entienden los habitantes de este cinturón con la astronomía?».
Muy bien, tan bien como con la música.
Cierto es que nunca ven con sus ojos constelación alguna en el firmamento debido la continua nubosidad que reina, característica específica del séptimo cinturón. Pero tanto más nítidamente las ven en su espíritu. Y son tan expertos en este arte que hasta galaxias remotas les resultan casi tan conocidas como su propio cinturón solar.
16. Y aunque no todos, los más sabios también saben cómo está hecho su planeta perfecto, el Sol, y qué clases de huéspedes lleva en su superficie, en su interior y en las esferas que hay encima suya.
Igualmente saben que deben permanecer tanto tiempo en su cuerpo físico como está dispuesto que su espíritu tenga que llevarlo.
De modo que los habitantes de este cinturón realmente no son ni mucho menos tan ingenuos o torpes como a primera vista pudiera hacernos suponer su gigantesca desnudez.
17. Alguien va a preguntar: «¿Por qué tienen estos hombres un cuerpo tan inmensamente grande si su espíritu, pese a toda su perfección, no manifiesta nada más sublime que otro espíritu perfecto de un hombre mucho más pequeño?».
He aquí otra pregunta que no responderé directamente, sino con preguntas nuevas.
Igualmente hubierais podido preguntar: “¿Por qué el roble es tan fuerte y tan grande si no da sino bellotas pequeñas?”. O, “¿por qué el manzano que produce las manzanas más grandes es el más pequeño, no sólo comparado con el roble, sino también con los demás manzanos?”. Y también: “¿Por qué tiene el enorme elefante los ojos más pequeños que los demás animales, y la mosca y otros insectos voladores, los más grandes en proporción a su tamaño?”.
18. Podrían hacerse multitud de tales preguntas provocativas, pero estas dos deberían bastar para demostraros, a vosotros y a quién sea, que también Yo tengo mis caprichos y que no siempre estoy dispuesto a rendir cuentas, sobre todo a hombres que, por disposiciones muy sabias mías, no pueden acceder a una sabiduría superior desde su estado todavía demasiado natural.
Pero cuando termine definitivamente este estado de prueba, seguro que durante toda la eternidad habrá tiempo más que suficiente para iniciar a todos los espíritus perfectos en la sabiduría total. Así que dejemos a los hombres gigantescos de este cinturón tal como son. Ya llegará el momento en que el espíritu de los preguntones entrará en un estado en el que lo entenderán todo.
19. Como ya hemos echado un vistazo a las condiciones sociales de los habitantes del séptimo cinturón, la próxima vez nos ocuparemos de la religión de estos hombres, en la que se aclararán algunas aparentes contradicciones sobre el Sol.
1. Como habéis observado la religión de los habitantes del planeta Mirón, ya tenéis una cierta idea sobre la de este séptimo cinturón del Sol. Aunque no debéis perder de vista que las relaciones del cinturón solar no están orientadas en el mismo sentido que las del planeta correspondiente, sino siempre en sentido opuesto: lo mismo pasa con la religión.
2. En un planeta la religión va de lo material a lo espiritual. Por eso, necesariamente, lo material prevalece sobre lo espiritual.
Pero en el Sol ocurre precisamente lo contrario. Allí la religión va de lo espiritual a lo material, donde se manifiesta como base creativa de todo lo que existe. Por ello lo espiritual predomina allí sobre lo material.
3. Para poner más de relieve esta diferencia, mirad el asunto de la siguiente manera: Cuando tenéis ante vosotros a los habitantes de uno u otro planeta, más la materia, y las formas y condiciones en que la misma se presenta, entonces os admiráis y, examinándolas en detalle, cada uno de vosotros pregunta: “¿Cómo surgió todo esto? Y, sobre todo, ¿cuál puede haber sido el impulso para su realización?”.
Con preguntas como estas y con respuestas tal vez recibidas, os iniciaréis cada vez más profundamente. Y si indagáis según las reglas debidas, al final toparéis necesariamente con lo espiritual. Tendréis que dar con la vida autónoma, porque finalmente la misma materia inerte os dirá: “¿Cómo podría yo crearme a mí misma, y menos todavía animarme a mí misma?”.
En otras palabras: vosotros andáis “el camino antisolar”, el que va de lo material a lo espiritual.
4. Como en el Sol se anda ese camino en dirección opuesta, nadie considera la materia tal como se presenta ante él, sino que primero atiende a la causa de su existencia, luego, saliendo de la causa, sigue descubriendo gradualmente los caminos por los cuales una cosa o un ser natural ha surgido de lo espiritual.
Ese camino se llama “el camino solar”.
5. Lo mismo ocurre entre vosotros con todo tipo de revelación. Pues también las revelaciones pasan de lo espiritual a lo material con forma. Por ello es inevitable que las formas exteriores parezcan frecuentemente contradictorias, pese a tener su origen en lo interior, en el Orden supremo bien determinado.
6. Para que lo podáis comprender mejor, os pondré un pequeño ejemplo. Fijaos en un árbol viejo. Suponiendo que esté bien sano, podréis examinarlo perfectamente si cortáis el tronco en sentido transversal. Luego, con vista aguda, podréis estudiar todos los anillos que parten desde el núcleo hasta llegar, cada vez más irregulares, a su áspera corteza exterior.
Cuando veis el perfecto orden que tienen el corazón y los primeros anillos, os maravillaréis ante semejante perfección. Pero observando luego los círculos más alejados del centro, notaréis que sus formas empiezan a mostrar irregularidades, por lo que os preguntaréis: “¿Cuál puede haber sido la causa de semejante desorden que evidentemente contradice el orden existente entre el corazón y los primeros anillos, perfectamente redondos?”. Pese a que el centro es perfectamente redondo, descubriréis en los anillos exteriores curvas convexas y cóncavas, con diferencias de hasta tres pulgadas. ¿Qué será lo que ha causado estas irregularidades?
Y cuando por fin llegáis a la corteza exterior, ¿qué pensáis qué habrá causado semejante desorden y todos esos surcos ásperos?
Forzosamente diréis: «Cuánto más nos fijamos en ello, tantas más contradicciones encontramos entre el corazón y el exterior del árbol».
¡Todo esto os lo enseña un sólo corte hecho en un árbol!
7. Para que el conjunto del asunto sea más claro, lo puntualizaremos todavía un poco más.
Si, por ejemplo, cortáis el mismo árbol en diferentes puntos y comparáis estos cortes con el núcleo, que siempre es igual, ¡qué diferentes resultarán todos! Aun así estas diferencias todavía no son lo suficientemente llamativas. Por ello observemos el asunto aún con más precisión.
8. Tomad, por ejemplo, la semilla de un árbol.
Podéis comparar cien bellotas e incluso pesarlas. Cuando las cogéis del árbol, difícilmente encontraréis diferencia alguna entre ellas. Y si les sacáis los gérmenes para examinarlos con el microscopio, en todos encontraréis las misma disposiciones.
Pero ahora, queridos Míos, tomémonos la molestia de dar un paseo por un robledo e inmediatamente veréis que no hay ningún árbol igual a otro. ¿Acaso pensáis que las raíces se parecen más entre sí, como los gérmenes de las bellotas?
Cavemos los árboles, pues, en espíritu resulta muy fácil. ¡Ahora mirad las raíces! ¡Qué diferencia hay entre ellas!, ¡igual que entre los cortes de los troncos y las copas de los árboles!
9. Vais a decir: «Pero ¿cómo es posible que el orden inicial pueda degenerar en semejante desorden, en el que troncos, ramas y copas contradicen al orden original del germen?».
10. Esto es precisamente lo que hace falta que comprendáis si queréis sacar provecho de cada revelación espiritual comunicada de manera exterior en forma de palabra escrita.
Lo espiritual es una fuerza autodeterminante, por lo que está consigo mismo en un orden perfecto.
Pero si quiere manifestarse exteriormente con su máximo orden interior, debe saber cuál es la manera más conveniente de hacerlo, teniendo en cuenta que, por un lado, no puede perder de vista su verdadera naturaleza íntima y, por otro, ha de obrar de tal manera que también esté en armonía con las circunstancias exteriores.
11. Por lo dicho os resultará claro que cuando Yo me manifiesto al mundo exterior desde mi eterno Orden puramente espiritual como la Fuerza Primaria misma, también cumplo minuciosamente estas dos reglas, de las que Yo mismo soy el Autor, pues cuido que no se desperdicie nada de la plenitud de lo divinamente santo; más aún, cuido que lo divinamente santo sea inherente a todo y por todas partes, con suma perfección.
Pero la manifestación formal hacia el exterior debe adaptarse a las condiciones exteriores, por lo que inevitablemente aparecerán en las mismas contradicciones en diversos aspectos, pese a que internamente su orden supremo esté en la mayor armonía.
Esto lo veréis confirmado cuando miréis los robles cuya naturaleza siempre es igual y cuyos frutos siempre indican el mismo orden fundamental, por mucho que lo contradiga la diversidad de las formas exteriores de los árboles.
Seguro que alguien preguntará: «¿Qué tiene que ver esta explicación con la religión de los habitantes del séptimo cinturón?».
12. Más adelante entenderéis su necesidad para comprender la verdadera base de la religión y demás asuntos espirituales, no sólo de los habitantes del séptimo cinturón sino también de todos los demás, pudiendo sacar de ello el provecho conveniente.
13. Ya os dije en otra ocasión que cuando tratemos la religión de los habitantes de este cinturón, se aclararán ciertas contradicciones aparentes que han surgido a lo largo de estas comunicaciones.
¿Cómo ibais a entenderlo sin la explicación precedente? Como ahora ya la conocéis no os costará mucho aclarar todas esas aparentes contradicciones y comprender la diferencia entre los efectos “solares” y los “antisolares”.
14. Pero el tema de la religión no lo empezaremos ahora sino que lo dejamos para la próxima comunicación.
1. Para los habitantes de la séptima pareja de cinturones la religión consiste en ofrecer a Dios una alabanza unánime en todo.
2. Por ello allí analizan todas las cosas de manera tal que, vistas desde su interior, siempre tienen la misma base. No les importa que una cosa sea grande o pequeña, o que haya más o menos. Ni tampoco que un número indique una distancia y que, simultáneamente, la misma distancia sea indicada por otro número distinto. Vistas desde lo exterior, estas diferencias son perceptibles y se contradicen; sin embargo, mirándolo todo desde lo interior, no hay diferencias.
3. Os pongo un ejemplo. La distancia de vuestra ciudad a un determinado pueblo es de siete leguas340; luego, hablando siempre del mismo trayecto, os diré que es de diez, y ahora que de veinte, y aun podría deciros más números diferentes...
Examinando el ejemplo desde un punto de vista exterior, podréis asegurar con la mayor tranquilidad que es un puro disparate. Pues incluso un ciego sabe que una vez medida una distancia, si sigue siendo la misma, no puede aumentar ni disminuir.
Preguntaréis ahora: «Entonces, ¿cómo es este ejemplo visto desde lo interior?».
4. Para que lo comprendáis os ayudaré también en este caso con un ejemplo.
A todos los que conocéis la ciudad de Bruck, os pregunto: ¿Cómo os la imagináis?
Respondéis: «Tal como siempre la hemos visto».
Continúo: ¿Dónde podéis imaginárosla?
Vais a decir: «Pues, en nuestro interior, es decir, por la fuerza de nuestra imaginación y el recuerdo de su aspecto».
Bien, digo Yo. Pero ahora decidme: para imaginárosla, ¿tenéis acaso que encontraros en un lugar preciso? O, para imaginárosla en vuestro espíritu, ¿tenéis que estar en la misma ciudad?
Seguro que en vuestro espíritu podéis trasladar la ciudad a cualquier lugar y a cualquier distancia. Ved, ya estamos en el buen camino.
Si, visto desde lo interior, al espíritu le da igual dónde imaginar este lugar, y si imaginarlo le cuesta en todos los casos el mismo esfuerzo, preguntadle entonces qué diferencia encuentra entre las distancias mencionadas antes.
¿Acaso el espíritu puede imaginar más rápidamente el pueblo de Bruck si se encuentra alejado del mismo siete leguas en vez de cien? Quien conoce la gran habilidad de sus propios pensamientos habrá comprobado que no hay diferencia alguna entre imaginárselo a una legua o a varios trillones de leguas.
Si, observado desde lo interior, esto es exactamente igual para el espíritu, entonces es evidente que todas las cosas, vistas desde lo interior, tienen que ser exactamente lo mismo, pues parten del mismo punto.
5. A esta conclusión podéis llegar unificando términos generales.
Por eso os pregunto: ¿Con qué nombre común podéis pensar todas las cosas creadas, sin diferenciar sus naturalezas, calidades, propiedades y formas exteriores?
Decís: «Con el nombre común de seres o criaturas».
Bien, digo Yo. Pero decidme también: en tales nombres comunes, ¿hasta qué punto encontráis diferenciada la multitud de seres tan distintos?
Vais a responder: «Reconocemos que en estas expresiones comunes no hay la menor distinción entre todas las cosas creadas, porque los términos “seres” y “criaturas” sólo dicen que hay una multitud de cosas creadas».
Continúo preguntando: ¿Y por qué?
«Considerando lo precedente, no podemos sino contestar: porque todas las cosas por distintas que sean, son absolutamente una en el origen de la Creación».
Insisto preguntando: ¿Cómo y por qué?
Tendréis que decir: «Como todas las cosas surgen del Amor divino, también deben estar perfectamente unidos a él, tanto como el mismo Amor divino lo está perfectamente consigo mismo».
6. Es fácil que alguien objete: «¿Acaso es necesario que todo haya surgido del Amor divino? Dios también es la suprema Sabiduría. ¿No será más acertado tomar como principio creativo de todas las cosas su Sabiduría infinita y no su Amor? Entre los seres humanos hay filántropos que aman a sus hermanos y hermanas de tal manera que, con sus ansias de abrazarlos amorosamente, poco falta para que los asfixien. Si no intentan cultivar al mismo tiempo sus facultades intelectuales, poco fruto producirá ese amor exorbitante; en cambio, otros hombres dotados de mucho menos amor son capaces de realizar grandes obras con sus amplios conocimientos».
Os digo que tal objeción sería digna de consideración si Dios y el hombre fueran idénticos. Pero como existe gran diferencia, tiene que haberla también entre el Amor de Dios y el amor del hombre, aunque precisamente en este punto un verdadero hombre debiera parecerse lo más posible a su Creador.
7. La Sabiduría de Dios surge de su Amor como la luz de la llama. Aunque las cosas en su heterogeneidad estén dispuestas y ordenadas por la Sabiduría divina, nadie puede negar que, en última instancia, surgen del Amor.
Como esto lo entendéis, también entenderéis que, visto desde su base más íntima, todo debe estar en el máximo orden, como si exteriormente no hubiese diferencia alguna.
La diversidad de árboles que observamos en el mensaje anterior, se unifica finalmente, en el sencillo Orden eterno y sin diferencias, en la semilla.
8. De modo que quien se observa a sí mismo y a todos los seres según este Orden interior mío, o sea, desde su amor íntimo hacia Mí, germen original de todo, hallará en todas partes la misma unidad y el mismo orden.
9. Mirad, por ejemplo, el Arbol de la Vida, o sea, la Palabra escrita, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento: ¡cuántos miles de ramas y raíces encontráis en ellos! Y ni una sola raíz, ni un sólo ramo, se parece a otro.
Visto del exterior todo parece contradecirse; testimonios sobre el mismo asunto son totalmente diferentes. Predicciones de diversos profetas sobre los mismos acontecimientos futuros han sido hechas de manera distinta. Igualmente los cuatro evangelistas cuentan de manera diversa los mismos sucesos, que difieren incluso en las cifras. Frecuentemente ni siquiera coinciden lugares ni fechas.
Quien quiere deducir las relaciones internas partiendo de las informaciones exteriores, seguro que yerra el camino porque no encontrará el centro, de manera parecida a alguien que agujerease un árbol desde el exterior y pensara: “Tal como he aplicado el taladro daré con el corazón”.
Pero cuando después examina el camino de su taladro, sin duda tendrá que convencerse de que lo ha errado por varias pulgadas.
Sin embargo si primero raja el árbol y después lo perfora desde el núcleo hacia fuera, no podrá errar la corteza. ¿Por qué? Porque todo se concentra en el núcleo, pero nada suyo se encuentra en lo exterior.
Alguien pudiera acertar el centro por pura casualidad. Pero, ¿qué mérito tiene eso? ¿Acaso será capaz por ello de acertar el corazón de cada árbol que agujeree?
10. Ya veis pues que la sabiduría “antisolar” del intelecto no sirve para nada. Un sabio “antisolar” siempre andará a tientas como un ciego, y todas sus conclusiones serán apenas adivinadas, sin rastro de convicción íntima.
Pero quien, por “el camino solar”, taladra con su broca desde el núcleo los árboles hendidos, ¿acaso puede nunca errar la corteza?
11. Esta es la verdadera clave para entender la religión que os fue transmitida, clave que no sólo os inicia en la verdadera sabiduría íntima sobre la religión de los habitantes del séptimo cinturón solar sino que, mucho más todavía, es para vosotros mismos. Por lo tanto también es la verdadera clave para comprender la Nueva Revelación actual.
Mediante ella, o sea, mediante el verdadero taladro de la sabiduría interior, podréis no sólo profundizar toda clase de revelación recibida, sino también observar todas las cosas y fenómenos desde la base íntima de la verdadera sabiduría, el punto de vista clave en el que no hay divergencia ni contradicción, o sea, desde el centro de vuestro amor hacia Mí.
12. A continuación se os explicará más ampliamente la religión de los habitantes del séptimo cinturón.
1. Ya sabéis que quien taladra el árbol desde el centro, de ninguna manera puede errar su corteza, primero porque la corteza rodea todo el árbol, segundo, porque desde el centro siempre hay un camino recto y cierto hacia la corteza. Pero quien no dispone del centro del círculo, no lo encontrará con seguridad porque tendrá que buscarlo desde la circunferencia.
2. Alguien dirá: «Está bien y es cierto; pero si para ello hay primero que rajar el árbol a lo largo de su corazón, con el fin de poder perforarlo posteriormente desde el centro, esto resultará un trabajo más que pesado».
A eso Yo digo: ¡Por supuesto!, pues descubrir la pura y eterna Verdad cuesta más que inventar una mentira cualquiera.
Pero ¿acaso debiera uno vacilar en buscar la pura Verdad porque su camino es más penoso que el de la mentira? Supongo que nadie sostendrá algo parecido.
3. Aunque la verdad exija el difícil trabajo de rajar el árbol y perforarlo desde su interior.
Hay que buscar la vida donde está y, después, tomarla como punto de partida. No debe buscarse donde no está, como un muerto que quisiera buscarla y estudiarla a partir de la muerte.
4. Quien quiera andar el camino acertado, siempre debe andarlo en sentido “solar” y no en sentido “antisolar”. Por lo que el árbol debe estar rajado para que el centro de la vida salga a la luz.
5. Alguien dirá: «Todo esto es plausible, pero ¿cómo debemos rajar el árbol? Porque arriba está la copa y abajo las raíces».
Os digo: Cortad la copa y las raíces, y os quedará el tronco que podréis rajar fácilmente.
6. De nuevo vais a preguntar: «¿Qué significa eso? ¡No hay quien pueda comprenderlo! ¿Qué significa la copa del árbol?».
Os digo que son los conocimientos y las conclusiones mundanas que están grabados en el intelecto exterior del hombre.
7. «Entonces, ¿qué significan las raíces?».
¡Estáis preguntando por algo que salta a la vista! Responded antes a la pregunta de para qué atiborran los hombres su intelecto con toda clase de conocimientos mundanos, y veréis las raíces ante vosotros.
¿Acaso aún no las veis? Yo mismo responderé entonces. Las raíces representan todo tipo de ventajas e intereses mundanos. Estos intereses y ventajas se unen en el núcleo del árbol, que representa el amor propio del hombre. Este amor propio se ramifica posteriormente, desarrollando diversas ciencias mundanas provechosas, con las que encontrar cada vez más alimento para su propio ser.
8. Supongo que ahora habréis comprendido la imagen.
¡Arrancad las raíces! ¡Cortad la copa! ¡Rajad el tronco! Para que así el amor propio salga a lo exterior, al descubierto, y se transforme en amor al prójimo y en amor a Dios, y para que, invertido, esté expuesto a los rayos del Sol de la Vida eterna.
Así el amor se manifiesta al exterior y puede ser escudriñado directamente; y dondequiera que se aplique el taladro de la sabiduría interior, el mismo saldrá desde la base bien iluminada y siempre alcanzará, en línea recta, el círculo exterior sin buscarlo penosamente.
9. Habrá quien objete: «La imagen es buena y todo eso suena muy bien, sin embargo, ¡con semejante operación se acabó el árbol!».
Yo os digo: Si el fin del árbol exterior no llega así, entonces, lo interior del árbol perecerá con el tiempo junto con lo exterior. Pero si el árbol exterior perece por la causa de lo interior, entonces lo interior se mantiene.
Porque el que ama la vida, la perderá; pero quien la rehuye, la conseguirá. Lo que quiere decir que quien ama la vida mundana perderá la Vida del espíritu, pero quien ama la Vida del espíritu y rehuye la del mundo, ganará la Vida del espíritu.
10. De modo que el que ama la Vida del espíritu y la consigue, se ha hendido a sí mismo, porque ha abierto su vida más íntima a la Luz que surge de Mí. Y esta Luz es el verdadero taladro de la Sabiduría que penetra todas las cosas partiendo del punto en donde todas las cosas y seres se aúnan.
11. Sabiendo eso, ya sabemos lo más importante sobre la religión de los habitantes del séptimo cinturón, la cual consiste simplemente en lo siguiente: observar todo desde lo interior, y a base de estas contemplaciones íntimas, ofrecerme una verdadera alabanza viva.
12. «¿En qué consiste esa alabanza?».
En la unión perfecta establecida que convierte todo lo natural exterior en lo espiritual sencillo. Sea cual fuere la dispersión de todo lo exterior, finalmente debe manifestarse en lo interior como unidad perfecta.
13. Los habitantes del séptimo cinturón lo ven de la siguiente manera:
«Dios es el Amor.
Todo lo que existe es una irradiación de este Santuario eterno.
De manera tan infinitamente perfecta como el propio Ente de este Santuario se halla dentro de sí mismo, así se halla también dentro de nosotros que somos su viva imagen.
Porque somos esta viva imagen, y gracias a este Santuario unido que hemos encontrado dentro de nosotros, nosotros mismos somos unidos con el eterno Santuario que es Dios, único Amor verdadero.
Así amamos a Dios, si tenemos su Amor. Porque Él no admite que se le ame con amor distinto al Suyo, íntimamente uno.
De modo que aquel que quiere amar a Dios para poder vivir eternamente en Él, debe ser penetrado por el Amor de Dios y debe encontrarse en perfecta unión con Él, unión realizada por haber devuelto a la santa Unidad íntima todo aquello que el eterno Amor, en su gran Misericordia, derramó en innumerables rayos de Gracia».
14. Este es el principio de la religión en este séptimo cinturón y, a la vez, el principio fundamental de todas las actividades de sus habitantes.
15. También toda su naturaleza se identifica perceptiblemente con este principio:
-Andan desnudos porque lo exterior les deja indiferente; pero tanto más vestidos están en su interior, porque lo único que les importa es lo espiritual.
-Su gran estatura es una señal que, a gran escala, convierten lo exterior para unirlo en su interior.
-Su estatura varía mucho, para que compensen en su espíritu las diferencias exteriores y las unifiquen.
-El color de su piel varía mucho, lo que corresponde a la refracción de la luz o a la división de las cosas en lo exterior, para que en su espíritu todos estos colores queden unidos en una sola luz.
-Habitan los cinturones exteriores extremos del Sol, en señal de lo exterior que debe ser convertido a lo interior, donde debe volverse uno con ello.
-Todos viven de frutos muy diversos, en parte de los árboles y arbustos que crecen libremente, en parte de los que su voluntad produce en el suelo, y en parte de los alimentos que el aire les suministra maravillosamente, en señal de que el hombre debe absorber en su interior toda la abundancia de la Gracia dispersada por el Amor eterno.
16. Por eso los mueve el afán de que en su interior todo sea unido en el amor a Dios.
Aquello que exteriormente es lo mayor, ellos lo consideran lo menor.
A través de su espíritu conocen bien a todos los habitantes del Sol, y dicen que los del cinturón central, quienes, entre todos, rebosan al máximo esplendor exterior, son los más pequeños.
Si su criterio fuera la medida física exterior, seguro que encontrarían hombres aún más chicos, como los hemos encontrado nosotros en el curso de esta revelación. Como observan todas las cosas sólo desde su interior, también las nombran conforme las encuentran en él.
A estas alturas os recuerdo que Yo mismo, durante la descripción del cinturón central, os dije que sus hombres son los más pequeños. Se trataba de una indicación precisamente en el sentido de la explicación que acabo de daros. Pues donde el exterior es sobremanera suntuoso y muy variado, el interior resulta muy pequeño. Y donde el exterior se manifiesta con sencillez, el interior es tanto mayor.
17. Aquí en el séptimo cinturón no hemos visto la menor suntuosidad exterior, por lo que lo interior es lo mayor.
Que también en este caso lo exterior resulte grande, no afecta el asunto para nada, porque su estatura no es sino consecuencia del verdadero tamaño especial interior, consecuencia de la que ya hemos hablado. Las demás medidas del cinturón central están dadas también bajo uno u otro de estos dos aspectos, pero siempre en relación con la estatura exterior o interior de los hombres que lo habitan.
En este sentido todavía hay otros cuantos detalles que, vistos desde lo interior, son bastante distintos de lo que su aspecto exterior pretende.
18. Si habéis comprendido esto, en adelante siempre podréis observarlo todo de dos maneras: desde lo exterior y desde lo interior. Cuando descubráis una grieta en lo exterior, sed conscientes que, en el centro, también se funde en una sola cosa.
Observando las circunstancias desde lo interior, siempre encontraréis la línea recta que lleva afuera, y sabréis de antemano que las irregularidades exteriores deben unirse en el centro formando una sola cosa, porque es imposible que las mismas puedan hacer variar al centro, por muchas grietas, bultos y hundimientos, sea cual sea su tamaño, que tenga el exterior.
19. Y ya hemos acabado de presentar la religión de los hombres de este cinturón. La próxima vez hablaremos de cómo son engendrados, de su nacimiento, de su matrimonio y de su muerte. Después nos dirigiremos al interior del Sol, aunque allí nos entretendremos lo menos posible.
1. Como el engendramiento del hombre es el primer paso para su aparición, o sea, su paso desde la esfera espiritual a la natural, también empezaremos con esto.
Ya preguntáis: «¿Cómo se realiza allí el engendramiento?»
2. Si os habéis fijado bien en que los productos del país proceden de tres fuentes, entonces podéis deducir de ello que también la procreación del hombre se realiza de tres maneras, pero no en forma alternativa, sino siempre de una manera triple, fundida en una sola unidad.
3. Ahora preguntaréis: «¿Cómo es posible esto?».
¡Os digo que muy fácilmente! Incluso en vuestra Tierra la procreación se realiza de manera triple, aunque su orden es inverso, pues en vuestro caso la primera manera es la sensual y sólo después, por lo general de forma inadvertida, siguen la anímica y la espiritual. En el caso de estos hombres del Sol, el engendramiento espiritual es el primero, luego sigue el anímico y, finalmente, el corporal.
4. «¿Cómo se realiza el engendramiento espiritual?».
Mediante la palabra interior dirigida a la palabra interior.
«¿Y el engendramiento anímico?».
De la voluntad a la voluntad.
«¿Y el corporal?».
Abrazándose mutuamente con intensidad, de manera parecida a un abrazo fraterno. Después de este abrazo el hombre echa el aliento a la mujer y, con ello, el acto de la procreación queda realizado enteramente; lo que Juan dice del “Verbo que se hizo carne”344, pasa allí literalmente.
5. La gran importancia de la procreación está escondida en el hombre que se desarrolla, como fundamento del cual él mismo procede y al cual reconoce finalmente como tal en su interior, a lo largo de su desarrollo; y este fundamento es el centro en el cual todo se aúna de la manera que ya os he explicado más que de sobra.
6. Sobre la procreación no hay más que decir.
«¿Cómo se contrae el matrimonio?».
También de manera triple.
No hay estímulo exterior alguno que sea motivo para que se forme una pareja, sino sólo estímulos interiores. Si ambos son uno en la palabra y luego también en la voluntad, también se vuelven entonces uno en el cuerpo.
7. De modo que cuando a la edad de unos cien años, según vuestras ideas del tiempo, un hombre encuentra su palabra y su voluntad en la hija de algún padre, se dirige al mismo y le dice: «He hallado en tu hija mi palabra y mi voluntad, por lo que el gran Dios quiere que la tome por esposa. Te lo hago saber para que la examines y, acto seguido, acerques su cuerpo al mío para que yo la abrace y engendre en ella un nuevo fruto de la vida».
A estas palabras el padre llama a su hija y le dice: «He aquí ante ti el hombre cuya palabra y voluntad llevas en tu interior según la Voluntad del Dios todopoderoso. ¡Sé suya y permite que tu marido te abrace! ¡Que Dios os bendiga y que su Palabra sea vuestra vida, eternamente!».
Luego el padre entrega su hija al novio y el matrimonio queda contraído.
Si el padre de la doncella ha fallecido, lo que sucede raras veces, se encarga de la ceremonia nupcial un hermano mayor suyo o, a falta de este, otra persona en cuyas manos hubiera puesto el padre a sus hijos cuando vivía.
Y con esto hemos terminado también la ceremonia nupcial.
8. Ahora preguntáis: «¿Cómo mueren estos hombres enormes, la mayoría de los cuales llega a una edad de mil años terrestres?».
El proceso de morir, es algo maravilloso y no hay hombre o mujer que lo teman. Por el contrario es para ellos el punto culminante de toda clase de bienaventuranzas.
9. De enfermedades, ¡ni hablar!
Siempre que se acerca la hora en la que alguien tendrá que dejar su cuerpo atrás, lo sabe mucho antes; durante ese tiempo, el más lúcido de toda su vida, se prepara debidamente para lo venidero, cuando pase a lo puramente espiritual.
Cuando la hora está a punto de llegar, se prepara por lo general una gran fiesta de acción de gracias, seguida por una comida en común. Acto seguido, el hombre cuya hora ha llegado, se levanta y saluda a todos sus parientes y a toda la vecindad que vive en el mismo recinto cercado por árboles. Luego abandona la reunión a paso ligero y se dirige a toda prisa a una colina donde todos pueden verle. Una vez allí, se acuesta en el suelo con la cara hacia arriba y se disipa totalmente en pocos minutos, no quedando el menor rastro suyo.
10. Poco después de la desaparición física, vuelve en espíritu a los que se quedaron, pues todos le ven con su vista interior. Pero esto no dura sino algunos minutos y el espíritu se aleja para no ser visto allí nunca más.
11. Cuando el acontecimiento termina, toda la asamblea sube a la colina en cuestión y, unánimemente, alaba a Dios y le da las gracias. Acto seguido, felices y sumamente animados por la gran Gracia que Dios ha concedido a uno de sus hermanos, vuelven a su hogar.
Todos mueren igual en todo el cinturón, tanto en las islas como en el gran continente.
12. Todavía pudiera llamar vuestra atención el hecho de que el hombre desaparece por lo general antes que la mujer, y los gigantes antes que los hombres pequeños.
Y esto es todo lo que se refiere a “la muerte” de los hombres de este séptimo cinturón.
13. No hace falta mencionar que lo dicho hasta ahora vale para ambos cinturones.
Como hemos terminado con toda la superficie habitable del Sol, la próxima vez nos dirigiremos al su interior como ya advertimos.
1. Ya se os dijo a principios que el Sol no es un cuerpo enteramente compacto sino que se compone de siete Soles interiores, metidos unos dentro de otros, entre los cuales siempre hay un espacio de varios miles de leguas.
2. También se dijo que estos soles interiores están habitados.
Preguntaréis: «Ahora nos encontramos ante la cuestión de qué clase de habitantes puede haber allí. Si tienen un cuerpo material o si quizás se parecen a nuestros gnomos de las montañas, o a los llamados espíritus naturales del aire, del fuego, del agua o de la tierra. O si son seres que no existen en ninguna parte salvo en el Sol».
He aquí tres posibilidades, ninguna de las cuales puede ser ni rechazada ni confirmada del todo.
A primera vista esos habitantes tienen alguna semejanza con las hipótesis mencionadas. Pero en la realidad, sobre todo según su sentido interior, no hay el más mínimo parecido.
3. Cuando se trata del Sol, siempre habéis de tener presente que allí sólo hay seres primarios, o sea, de concepción “solar”, mientras que en los planetas lo son de concepción secundaria, o sea, “antisolar”.
Por supuesto que la forma se manifiesta en el Sol de la misma manera que en los planetas; pero lo que concierne a su constitución interior y a su fundamento, es en el Sol todo lo contrario que en el planeta.
4. Ahora ya podemos echar un vistazo a los habitantes de estos soles interiores.
Son tan diferentes entre sí como los colores del arco iris. En el fondo no son gnomos, ni espíritus naturales del aire, del fuego, del agua o de la tierra, y menos aún verdaderos hombres naturales, sino auténticos hombres espíritus que, con el tiempo, pueden pasar a la vida natural de la superficie del Sol o, en el caso menos favorable, a la vida planetaria fuera del Sol.
5. Quien desee darles un nombre acertado, puede llamarlos “espíritus de la luz fundamental del Sol”. Se perciben entre ellos como hombres naturales, construyéndose a tal fin un cuerpo con el aire allí presente, cosa que pueden hacer cómo y cuándo quieran, pues, dentro del espacio que Yo les he asignado como morada, tienen absoluta libertad de hacerlo.
6. Si utilizan correctamente su autonomía y plena libertad, entonces, con el tiempo, toda su naturaleza se vuelve más consistente y luego, mediante la procreación y el nacimiento, pueden pasar directamente a la superficie del Sol.
Allí se les abre la puerta a un camino espiritual posterior que les permita lograr la perfección final, como ya ha sido descrito en esta revelación.
7. Si estos espíritus del Sol interior no hacen uso adecuado del estado de libertad de su intelecto y su voluntad, utilizándolos de una manera que no corresponde a mi Orden, entonces también su apariencia exterior se volverá desordenada y adoptará formas increíblemente diversas.
Cuando ven el resultado favorable de los espíritus ordenados, los desordenados se agrupan por montones de trillones y quieren conseguir a la fuerza lo que los ordenados alcanzan por el camino conveniente y corto; o sea, que quieren llegar también a la superficie del Sol y complacerse allí en la misma libertad a la que están habituados.
8. Estas diferencias se manifiestan de la manera más intensa y llamativa entre los espíritus del ultimo sol interior, el primero después del sol natural visible, porque en los soles más interiores existen muchas menos, al menos aparentemente, debido a que sus habitantes son más uniformes que en el último Sol interior.
9. Las diferencias menos llamativas son las del sol más interior, que en cierto modo constituye el corazón del Sol.
Partiendo de este corazón, dichos seres espirituales fluyen en diversas formas al Sol superior, o sea, exterior, de manera parecida a la sangre que sale del corazón y circula por todas las partes del cuerpo, depositando en ellas lo más nutritivo, y devolviendo al circuito lo menos nutritivo.
10. Frecuentemente o, con más exactitud, continuamente, hay espíritus desordenados que llegan a la superficie del Sol, desde donde tienen que regresar por los polos bajo diversas formas. De este modo son reunidos de nuevo con el corazón del Sol. Mucho tiempo después vuelven a salir y a ascender, ordenados o no.
11. «¿Cómo se realiza la ascensión?».
La ascensión pasando por los soles interiores es más bien una ascensión espiritual, motivo por el cual resulta casi imperceptible porque no provoca erupciones. Sin embargo, cuando se trata de la ascensión de espíritus del último sol interior a la superficie externa, siempre se manifiesta de manera muy violenta.
12. Ya habéis conocido los efectos de esas ascensiones violentas cuando tratamos de las manchas solares.
Queda todavía por explicar cómo se prepara en el interior un acontecimiento así; no ya de manera natural, esa la conocéis, sino de manera espiritual.
13. Como ya hemos dicho, los seres espirituales desordenados se reúnen en número de muchos trillones, normalmente en la región ecuatorial del último sol interior. Cuando se sienten suficientemente fuertes, se sublevan en grandes masas y avanzan, subiendo hasta debajo de la misma corteza exterior del Sol y fijándose instintivamente dónde resulta más débil.
Cuando encuentran dicho lugar, el cual presenta simultáneamente multitud de resquebrajaduras y canales en todas direcciones, lo invaden a la fuerza y, por los mismos esfuerzos, empiezan a encenderse más y más, con lo que también incendian la zona invadida. Además, en la zona se juntan a ellos los espíritus cautivos en esa materia; de modo que todos juntos, encendiéndose cada vez más, alcanzan un poder ante el cual incluso la corteza solar, que tiene un espesor de algunos miles de leguas, cede y se rompe de la manera ya conocida.
14. Estos espíritus adquieren cierto peso por sus tendencias materiales altamente contrarias al orden, el cual favorece sus designios pues, debido al mismo, se aprovechan de la fuerza centrífuga producida por la rotación rápida del Sol alrededor de su eje, que en la región ecuatorial es máxima. A tal caso se le puede aplicar literalmente el dicho: “¡Hacer fuego con cualquier astilla!”.
15. Si comparáis esta descripción con las primeras explicaciones sobre las manchas solares, muchas cosas que antes os habrían resultado incomprensibles os resultarán más claras ahora. Con el tiempo, habríais topado con alguna contradicción de difícil solución, de la que cualquier zorro erudito habría recibido alimento, bien acogido por sus dientes, sus ojos y sus agudas garras.
16. Tan sólo os indicaré la contradicción siguiente: si las protuberancias de las regiones ecuatoriales del Sol se originaran exclusivamente por la fuerza centrífuga producida por la rotación del Sol alrededor de su eje, Yo quisiera conocer a aquel que fuera capaz de levantar un templo, además sobre un monte cuya fuerza centrífuga es todavía mayor que a un nivel inferior, sin que el templo y sus habitantes fuesen lanzados al espacio. En semejantes condiciones no sería posible ni poner una pieza sobre otra sin que también ambas fueran arrojadas al espacio.
Por eso os digo que la fuerza centrífuga del Sol está en una relación óptima con su gran fuerza de atracción.
Aun así la fuerza centrífuga del Sol facilita las violentas empresas desordenadas de estos espíritus.
1. Al explicaros las manchas solares ya visteis que esos espíritus desordenados alcanzan su propósito en parte.
A continuación ilustraremos las consecuencias que les acarrean sus empresas triunfantes.
2. Al obtener de esta manera violenta la libertad anhelada, muchos millones de espíritus se dispersan por el espacio inconmensurable.
Al principio, la excursión les resulta agradable porque en cierto sentido los refresca; con lo que también sus ánimos se tranquilizan.
3. «¿Qué otras consecuencias les trae este estado de libertad absoluta?».
La segunda consecuencia podéis imaginárosla en cuanto sepáis que cada espíritu, sea de la clase que sea, necesita alimento para mantener su existencia en condiciones saludables y agradables.
Al no tenerlo, el espíritu se debilita cada vez más, cayendo finalmente en un estado de inconsciencia parecido a un sueño profundo. El resultado de la libertad absoluta que consiguen los espíritus violentos desordenados del Sol, es precisamente ese estado
4. «¿Cuáles son sus consecuencias?».
Nadie necesitará romperse la cabeza para suponerlas. Si alguien fuera capaz de privar a un tigre de alimento durante mucho tiempo, hasta que entre en estado de coma, poco esfuerzo le costaría posteriormente apoderarse de este animal de naturaleza feroz que, a causa de su estado de coma, no puede ofrecer resistencia ni tampoco sentir cuando el cazador lo captura.
Parecida es la suerte de esos espíritus procedentes del Sol que han obtenido la libertad absoluta. Serán presa de la fuerza de atracción de los planetas que en todas partes los acecha.
De este modo sirven a los planetas como alimento bien recibido.
5. Pero debido a la fuerza del mundo espiritual del Sol, una parte de esos espíritus autócratas está obligada a regresar ya en el momento de la erupción. Para que se apacigüen se les hace caer en los grandes mares solares.
Otra parte todavía mayor, la que consiguió alejarse más del Sol, es atraída por la polaridad poderosa del Sol que la reintegra a su estado original, es decir, al verdadero corazón del Sol.
Aunque también la parte recogida por los mares solares realiza con el tiempo una “marcha atrás”, pasando por los poros, venas y canales de la corteza hasta llegar al último sol interior que, como sabéis, es el primero después de la superficie del Sol. Una parte de los espíritus caídos en los mares solares se utiliza para alimentar y mantener la misma corteza exterior del Sol.
6. Los espíritus del sol interior que ya han pasado varias veces la experiencia de esta “marcha atrás”, ya no vuelven a asociarse fácilmente con los que intentan emprender erupciones ecuatoriales, sino que buscan caminos laterales de las regiones polares por donde escapar clandestinamente. Pero como también allí encuentran resistencia, de nuevo sucede que se juntan en grupos para recurrir a violencias, con las cuales pronto llegarán a uno u otro cinturón vecino a estas regiones polares para cometer allí sus travesuras.
Basta con llamaros la atención sobre los volcanes ya conocidos de estas regiones para que podáis deducir fácilmente dónde, como soléis decir, “el carpintero ha dejado la gatera” para estos seres. Pero tampoco esta salida les sirve de mucho, porque esta alternativa apenas le permite alcanzar la altura de la atmósfera de la capa luminosa del Sol.
Poco después de estos intentos, continuamente repetidos, las fuerzas de los polos solares los invitan terminantemente a volver al Sol interior o, más bien, al corazón del Sol, donde tendrán tiempo suficiente para reflexionar sobre lo que les interesa más: seguir el buen orden o provocar impotentemente por cuenta propia su propia perdición, e ir de mal en peor durante mucho tiempo.
7. Así son las cosas.
Ahora preguntáis: «¿Son estos los únicos espíritus a los que les toca volver a ser atraídos por los polos solares, o hay otros?».
Sí, todavía hay varios más.
Unos son los fugitivos de los planetas que giran alrededor del mismo Sol y, otros, los violentos amotinados de otros Soles. Cuando esos espíritus penetran en el sistema planetario de este Sol, pronto son atraídos por la fuerza polar del mismo.
Cuando de la manera ya conocida se asocian a suficiente distancia del Sol, aunque todavía en el campo de acción de su amplia esfera, entonces adoptan la apariencia de cometas. En esta condición pueden girar durante mucho tiempo por una órbita “desordenada” alrededor del Sol; pero si se descuidan y se acercan demasiado al Sol, este se los tragará del todo.
Aunque entre estos cometas los hay que con el tiempo se vuelven verdaderos planetas, no por ello quedan exentos de servir posteriormente de alimento al Sol.
Porque lo que una vez ha entrado en el campo de atracción polar del Sol, ya es irremediablemente presa suya. Porque por su fuerza, primero el Sol se nutre constantemente de tal huésped, debilitándolo en el transcurso de muchos milenios y, finalmente, lo absorbe completamente en sus amplias entrañas candentes.
8. Esto ya lo podéis comprobar por la distancia actual a la que los planetas giran alrededor del Sol. En otros tiempos, hace muchos millones de años, Mercurio estaba todavía en el lugar de vuestra Tierra, Venus aproximadamente donde ahora está Marte, y vuestra Tierra donde actualmente gira Júpiter.
Ahora calculad cuánto es lo que el Sol ha acercado a estos planetas con su fuerza de atracción, y fácilmente podréis deducir de ello que, aunque sea después de muchos milenios, se apoderará de los que todavía hoy giran libremente.
Sólo así los espíritus más obstinados y tenaces de tales astros volverán a alcanzar su libertad ordenada o, si abusan de esta libre voluntad suya recuperada, la desordenada, para que, de una u otra forma, puedan seguir el camino hacia su redención.
9. Que todos los planetas completamente absorbidos por Sol son sustituidos por otros, lo podéis deducir del hecho de que alrededor de vuestro Sol gira un ejército de más de diez mil millones de cometas, número impresionante, y que uno u otro de los más desarrollados podrá volverse fácilmente un nuevo planeta.
Actualmente, en la vasta área de vuestro sistema solar, hay una gran cantidad de cometas muy desarrollados y en parte ya habitados, no por hombres todavía, pero sí por plantas y animales primitivos.
10. Así es este orden. Para vuestras ideas sobre el tiempo su duración resulta eterna, pero con mis Ojos, por supuesto, abarco su principio y su fin.
De la misma manera como el Sol irá incorporándose planetas para que los espíritus liberados puedan seguir el camino hacia su redención, también los Soles centrales podrán incorporarse sus Soles subordinados, y los Soles centrales principales se incorporarán universos solares y regiones solares enteros.
En lugar de los Soles absorbidos volverán a ponerse otros nuevos, de modo que el curso de las cosas dentro de mi Orden jamás de los jamases podrá ser interrumpido.
Sabed que Yo nunca dejaré de crear, porque como Dios nunca podré dejar de pensar, eternamente. Y mis Pensamientos son las criaturas.
11. Alguien dirá: «¿Pero a dónde llegaremos finalmente con semejante multitud infinita de criaturas?».
En cambio, Yo os pregunto: ¿Qué relación puede tener un número de criaturas y seres, por elevado que sea, pero aun así en último término limitado, ante un Dios infinito?
12. Por eso os digo que nadie se preocupe por algo parecido, porque dentro de mi Infinitud caben infinidades que nunca la llenarán, aunque el incremento continuo de seres fuera indeciblemente mayor y numeroso de lo que es según el Orden existente y vigente.
13. Esta visión global quiere daros la tranquilidad de que vuestro buen y santo Padre es mayor, más poderoso y más perfecto que lo que un débil espíritu de la Tierra es capaz de imaginarse hasta en sus momentos píos más iluminados.
14. Y ya hemos terminado con el Sol material y natural. La próxima vez nos dirigiremos al Sol celestial o, más bien, al Sol espiritual.
Traducido por Hellmuth Roden, Traducción revisada por Meinhard Füssel.
Muñoz Moya editores, 28 de Febrero, 8; 41310 Brenes (Sevilla)
Tfno: 95-479 72 51, Fax: 95-479 66 50
Email: editorial@mmoya.com, Web: http://www.mmoya.com