Obras

Jakob Lorber

Los Tres Días en el Templo

tres días en el templo

 

Obra recibida mediante la Voz Interior

Prólogo

    «Hay muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribiesen, el mundo no las comprendería»
    Juan 21,25

¿Quién no desearía saber más sobre la vida maravillosa del Salvador, y entre otras cosas, saber qué conversó con los sacerdotes en el templo de Jerusalén? El relato bíblico es escueto y apenas nos deja vislumbrar la divinidad de su ser. En el evangelio de Lucas leemos:

«Y aconteció, que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se pasmaban de su entendimiento y de sus respuestas. » (Lucas 2,46-47)

A finales del segundo milenio de era cristiana, Dios despertó a un gran místico llamado Jakob Lorber (1800-1864). Sus escritos, —denominados en Alemania La Nueva Revelación— nos entregan una sabiduría celestial capaz de responder a todas las preguntas de vital importancia para la humanidad.

La presente obra Los tres días en el templo, que es un suplemento de La infancia de Jesús, fue recibida entre 1859 y 1860. Esta contiene el detalle de la conversación de Jesús, de 12 años, y de los eventos en el templo. Además nos describe las preguntas y respuestas hechas por Jesús con los sacerdotes y cómo reaccionaron ellos. Entre otros temas Jesús fundamenta detalladamente, sustentándose fielmente en los textos bíblicos, el porqué Él es el Mesías que había de venir.

Para mayor información véase al final del presente libro Las obras de la Nueva Revelación.

Estimado hermano buscador de la verdad, quiera que la lectura de la presente obra lo colmen de la bendición de nuestro Padre Celestial.

El editor

Capítulo 1

1. La costumbre y el uso prescritos en todo el reino de los judíos era que éstos tenían que llevar a sus hijos a Jerusalén, después de cumplidos los doce años de edad. Los niños eran examinados en el templo por los ancianos, escribas y fariseos sobre todo lo que sabían hasta esta edad, especialmente sobre la doctrina de Dios y los profetas.

2. No es preciso decir que para tal examen era obligado tributar un pequeño impuesto. Si querían un certificado de aptitud, tenían que pagar un impuesto adicional. Los niños que eran aprobados en este examen podían ser admitidos también en las escuelas del templo, con la posibilidad de hacerse servidores del templo.

3. Si los padres podían testimoniar que descendían de la tribu de Leví, los hijos sobresalientes eran admitidos con gran facilidad en las escuelas del templo. En caso contrario, la admisión ofrecía dificultades. Los padres eran forzados a ingresar en la tribu de Leví y mediante dinero, hacer un sacrificio importante al templo.

4. Las hijas no necesitaban someterse a examen, a excepción las que por iniciativa de sus padres querían pasar el examen para mejor satisfacer a Dios. En este caso eran examinada por las ancianas del templo en una mansión separada, y recibían también un certificado de todos los conocimientos y capacidades adquiridos hasta entonces. Esas muchachas podían convertirse en las mujeres de los sacerdotes y levitas.

5. Los exámenes de los muchachos y sobre todo de las muchachas duraban poco tiempo. Había unas preguntas importantes desde siempre, que cada judío sabía de memoria desde mucho antes.

6. Las respuestas a las preguntas conocidas eran comúnmente inculcadas en los muchachos, de manera que cuando el examinador apenas había terminado la pregunta, el muchacho ya había dado respuesta.

7. Al muchacho no se le formulaban más de diez preguntas, por lo que fácilmente se comprende que un examen apenas dura más de un minuto, y si respondía acertadamente las primeras preguntas, se le eximía de las demás, en la mayoría de los casos.

8. Concluido el breve examen, el muchacho recibía un papelito, con el que tenía que presentarse, acompañado de sus padres, el mismo lugar, donde antes había pagado el impuesto. Al mostrar el papelito de examen, tenía que pagar otro pequeño impuesto si quería obtener un certificado del templo. Los muchachos de padres pobres tenían que presentar un signum pauperatis (certificado de pobreza), pues de lo contrario no eran admitidos a examen.

9. El examen se efectuaba durante las Pascuas o la fiesta de los tabernáculos, y duraba comúnmente 5 ó 6 días. Sin embargo, unos días antes de que dieran comienzo los exámenes en el templo, los servidores del templo eran enviados a los mesones para informarse de cuántos candidatos iban a presentarse a examen.

10. Los que querían hacer una reserva especial con anticipación, podían hacerla contra el pago de un pequeño impuesto, y en este caso eran examinados antes. Los que no pagaban el impuesto eran habitualmente los últimos, y no se tomaban gran molestia en examinarlos. Generalmente no recibían los certificados, aunque se los prometían para más tarde. La mayoría de las veces, esta promesa no se cumplía.

11. En algunas ocasiones algunos muchachos inteligentes hacían preguntas a los examinadores y pedían explicaciones sobre diversos textos de los profetas. En estos casos los examinadores acostumbraban a enojarse y ponían muy mala cara, pues los examinadores raras veces estaban más al corriente de las Escrituras y de los profetas que los maestros mal instruidos de enseñanza elemental. Sólo sabían de lo que tenían que preguntar; de lo demás tenían poco o ningún conocimiento.

12. También estaban presentes algunos escribas y ancianos, que actuaban como comisarios de exámenes, y que no examinaban sino que se limitaban a escuchar. Sólo empezaron a actuar en el caso especial antes mencionado, reprendiendo al muchacho preguntador, que se había atrevido a poner a sus examinadores en una situación desagradable, y que producía pérdida de tiempo.

13. Si el muchacho no resultaba fácilmente intimidado y perseveraba en su propósito, era colocado al lado de los que esperaban, más para guardar las apariencias ante el pueblo que por otra razón más profunda. El muchacho tenía que esperar hasta cierta hora de la noche en que se le interrogaba expresamente y se daban explicaciones a las preguntas más sutiles.

14. Llegada la hora señalada, estos muchachos eran sacados siempre con cierta indignación de su escondrijo para que repitieran sus preguntas. Uno de los ancianos o escribas daba al muchacho que preguntaba una respuesta generalmente muy mística, tan desconcertante como posible, de la que el muchacho no podía aprender nada. Y el pueblo hería su pecho y admiraba de manera profunda, tonta, muda y ciega, la profundidad inescrutable del espíritu de Dios, que salía de la boca del anciano o del escriba, y finalmente reprendía al muchacho por su desconsiderado atrevimiento.

Capítulo 2

1. Ahora bien, un muchacho ingenioso y de mucho talento no se dejó desalentar, y dijo: «Toda la actividad en el gran mundo de Dios está iluminada durante el día por la más clara luz del sol, y ni siquiera la noche llega a estar tan oscura que no se puede ver algo. ¿Por qué se da entonces en forma tan desconcertada e incomprensible, precisamente aquella doctrina importantísima que debería mostrar de modo muy claro al hombre el camino de su salvación?.

2. El muchacho que hizo esta objeción a los ancianos era Yo mismo, y con esta objeción les puse en un gran apuro, especialmente porque todo el pueblo presente empezó a darme la razón, diciendo: «¡Por el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob! Este muchacho es asombrosamente inteligente. Debe tener la oportunidad de seguir discutiendo con los ancianos y escribas. ¡Vamos a poner una ofrenda importante en el arca de las ofrendas!.

3. Un israelita muy rico, de Betania (el padre de Lázaro, Marta y María, que a la sazón aún vivía) se adelantó y depositó una ofrenda de 30 libras de plata y un poco de oro, sólo para que Yo pudiese continuar discutiendo más tiempo con los ancianos y escribas.

4. Ni que decir tiene que los ancianos y escribas aceptaron con sumo gusto la ofrenda, y se me concedió entera libertad para entrar en una discusión extraordinaria con los ancianos, que no había tenido lugar hasta entonces por motivos bien fundados.

5. La primera pregunta preliminar estaba tomada del libro del profeta Isaías. La contestación, sumamente mística y oscura, constituía la base para la siguiente discusión. Quien la lea con corazón bueno y sincero, ganará mucho para su alma y su espíritu.

6. Antes de que comenzáramos con la discusión más extensa, y como Yo tenía la libertad bien pagada para poder hablar, volví a la pregunta preliminar y empecé a preguntar a los ancianos y escribas sobre algunos puntos detallados.

7. La pregunta preliminar estaba tomada del libro del profeta Isaías, capítulo 7, versos 14, 15 y 16. Los versos dicen así: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes de que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será abandonada por sus dos reyes.

8. La primera parte de la pregunta preliminar evidentemente consistía en lo siguiente: ¿Quién era la virgen y quién su hijo Emanuel, y cuándo llegaría al mundo ese hijo? Acto seguido Yo dije que el tiempo ya debía cumplirse, pues hacía años que habían sido destituidos los dos reyes de la tierra de Jacob, y ahora era gobernada por los paganos. ¿No era posible que aquel niño que nació hace doce años en un establo cerca de Belén, de la virgen María, confiada al carpintero José —no como su mujer sino como su desposada, según la vieja costumbre del templo—, que los Reyes Magos vinieron de Oriente para saludarle como el gran Rey de los judíos prometido, y del cual Ana y Simeón habían dado gran testimonio en el templo con la circuncisión, no era posible que aquel niño fuera el Emanuel que Isaías había profetizado?

9. Ahora bien, a esta pregunta preliminar y no insignificante, un anciano —un verdadero y miserable dominador— empezó a contestar con muchos disparates y cosas insustanciales, que Yo no quiero repetir, porque entre otras cosas me llamó muchacho mal educado pues Yo ya sabía algo sobre «nacer de una mujer.»

10. Sólo un escriba más joven, de aspecto más humano, se levantó objetando que esto en modo alguno era indicio de una mala educación, pues los muchachos maduraban más temprano en Galilea que en la ciudad decadente de Jerusalén, donde no había más que lujo y se mimaba excesivamente a los niños. Era de esperar que me pudiesen dar una mejor contestación, pues pensó que Yo estaba ya familiarizado con todas las situaciones de la vida humana. Debía alejarse a los demás muchachos y hablar conmigo como con un adulto.

11. Pero el anciano rezongaba algo y Yo pregunté al escriba más joven sobre la historia del nacimiento en Belén. Sin embargo, éste también se expresó en términos prolijos:

12. «¡Querido y simpático muchacho! Por fortuna la historia se ha desvanecido por completo. Verdad es que en aquel tiempo llamaba mucho la atención del pueblo y que ahora ha perdido su importancia. Por lo que respecta al oscuro presagio del profeta Isaías, sólo puedo decir que éste predijo únicamente por su tiempo, y en imágenes oscuras. Según yo pude entender, después del conocido infanticidio de Herodes en Belén, con el que infaliblemente, también fue matado el rey de los judíos, saludado por los reyes Magos, los padres huyeron probablemente de Judea, y quizás hayan muerto porque no se ha vuelto a oír hablar de su existencia.

13. Puede que la cosa tuviese cierta importancia, pues causaba gran sensación. Pero es curioso que transcurridos unos años todo haya desaparecido totalmente en la mar del olvido, de manera que nadie menciona hoy este suceso ni merece la pena perder una palabra sobre el particular. Respecto a Simeón y Ana, éstos han sido dos viejos y conocidos entusiastas del templo, que en un tono místico hicieron sus observaciones mesianas con muchos muchachos, con lo que daban esperanzas excepcionales a muchos padres fácilmente influidos.

14. Cuando Dios entregó los mandamientos a Moisés, en el monte Sinaí casi todo el círculo de la tierra tembló, y los sucesos en el desierto duraron cuarenta años enteros, y en aquel entonces casi todo el mundo debía reconocer la omnipotencia de Jehová. Y el Mesías que ha de venir a este mundo, sin duda alguna se manifestará de modo que todo el mundo tiemble aún más violentamente, porque de Él cantó David:

¡Ensanchad y alzad las puertas del mundo para que entre el Rey de la gloria! ¿Quién es el Rey de la gloria? ¡Es el Señor Jehová, fuerte y poderoso! ¡Es el Señor Jehová poderoso en la batalla! ¡Ensanchad y alzad las puertas del mundo para que entre el Rey de la gloria! ¿Quién es el Rey de la gloria? ¡Es el Señor Zebaot! ¡Es el Rey de la gloria!

15. Y tú, simpático muchacho, tienes que comprender que el nacimiento del Mesías prometido en Belén, que ya casi se ha olvidado por completo, ha perdido su gran importancia. ¡Considera tan sólo como David le anunció y lo que había de hacer, antes de que el gran Rey de la gloria descendiere de los cielos, viniendo a los judíos; y considera también que, unos años antes, todos los judíos serán invitados, por los grandes profetas —como Elías, que antecederá al gran Rey de la gloria— a llevar a cabo lo que el gran rey David ordenó para prepararse a la impresionante llegada del Dios supremo!

16. ¡Piensa, simpático muchacho, y reflexiona sobre este particular, y comprenderá claramente que un Jehová Zebaot no viene tan fácilmente al mundo! ¡Vete y no vuelvas a preguntar semejantes cosas!

17. Acto seguido Yo hice la observación antes indicada, que impelió al hombre rico de Betania a pagar por mí el impuesto grande para continuar la discusión. De esta manera Yo tenía la posibilidad de hacer más objeciones sobre la pregunta preliminar que había hecho, y de expresar mi opinión sobre los textos del profeta Isaías referente al Mesías. Quiero mencionar que este hombre rico de Betania era uno de los pocos que según Elías no esperaban al Rey de la gloria ni en la tempestad ni en el fuego, sino en el dulce susurro del viento.

Capítulo 3

1. De este modo Yo conseguí libertad para hablar. Los ancianos y escribas me invitaron a hablar y a preguntar sobre lo que Yo quisiera. También me aseguraron que respondían debidamente. Yo volví a empezar con la pregunta preliminar: «Vuestras palabras, aparentemente muy seguras, no pueden calmar la mar ni imponer silencio a los vientos violentos. Sólo un hombre ciego no siente las señales de este tiempo; y como este hombre es, además, más sordo que una tapia, tampoco puede entenderse nada de la tormenta retumbante de la historia de este tiempo sumamente memorable en toda la tierra. ¡Mientras ya Carmelo y Sión inclinaron sus cabezas ante el Rey que ha de venir, y mientras Horeb hace fluir leche y miel de sus altos pináculos, vosotros, que deberíais saberlo antes que todos los demás y anunciarlo al pueblo que espera, no sabéis ni jota!.

2. En este momento todos arquearon las cejas y miraron hacia mí y hacia ellos mismos, no sabiendo qué debían responder.

3. Pasado un rato, uno de los escribas dijo: « ¡Continúa y habla de lo que sabes sobre esto! .

4. Dije Yo: «¡Seguramente Yo sé lo que Yo sé. Por ese motivo no os puse ninguna pregunta para hacerme explicar lo que Yo sé de todos modos, sino sólo para que me mostréis quién es la virgen encinta de la que debe nacer el Hijo del Altísimo, y de la que habla el profeta Isaías! ¿Por qué ella le llamará Emanuel (Dios sea con nosotros)? ¿Por qué tomará leche y miel para desechar lo malo y elegir lo bueno? Sin duda vosotros, como escribas, que sois, debéis saber lo que el profeta designó bajo la virgen, estando encinta, la cual dará a luz al Hijo indicado.

5. Mi opinión es que aquella historia del nacimiento en Belén es más importante de lo que pensáis, y que aquellos padres —el carpintero llamado José, y la virgen que más tarde le fue confiada como su mujer— junto con su Hijo, nacido en Belén, todavía viven. Todos ellos escaparon maravillosamente de la crueldad del viejo Herodes por la prudente y sabia intervención del centurión Cornelio. Ahora viven sanos y salvos en Nazaret, en Galilea.

6. ¡Mirad, Yo sé todo esto y soy un niño de 12 años, y vosotros, que sabéis tantas cosas, ¿vais a decirme que ignoráis esto, tanto cuanto que José, en calidad de carpintero calificado, ha recibido todos los años bastante trabajo aquí, en Jerusalén, y que vosotros le conocéis bien, al igual que a su mujer, nacida aquí y educada hasta los catorce años en el templo? ¿No es hija de Ana y de Joaquín, que según vuestro registro cronológico nació como por milagro? Ana ya era de avanzada edad, y sin un prodigio nunca se hubiese podido pensar en una fecundación.

7. Los padres y el hijo recién nacido vivieron en Egipto durante tres años, inmediatamente después de la huida de Belén, en las proximidades de la pequeña ciudad de Ostrazina (también conocida como Zoán), según el idioma antiguo Austrazhina, que quiere decir «fortaleza de horror. Era una fortaleza que mataba a todos los enemigos durante los tiempos de los faraones. Más tarde los enemigos más poderosos del antiguo Egipto conquistaron este lugar de horror, al igual que muchos otros. Del lugar de horror y de la fortaleza de aquel entonces no ha quedado más que el nombre decadente, al que los romanos, por supuesto, han dado una interpretación distinta a la de los antiguos egipcios.

8. Sin embargo, esto no es importante. Yo sólo mencioné estas cosas que conocía para indicaros el lugar de residencia durante tres años de los padres en cuestión. He sabido que desde allí regresaron a Nazaret, obedeciendo una instrucción divina, donde viven una vida retirada, enteramente sumisos a la voluntad de Dios, aunque se cuentan allí muchas cosas maravillosas del niño, al que Yo también tengo el honor de conocer bien, pues le obedecen hasta los elementos, y las bestias de la selva y del desierto huyen con más horror de su mirada que de mil cazadores. A este respecto es un verdadero Nemrod. ¿Y vosotros pretendéis no saber nada de esto? Os ruego que me digáis con toda sinceridad si de verdad no sabíais nada de lo que Yo os acabo de relatar.

9. Dijo otro anciano animado por un mejor sentido: «Sí, ya hemos oído decir algo de estas cosas, y también que el conocido carpintero y María, su joven mujer, permanecen en Nazaret. Sin embargo, no sabemos si el maravilloso muchacho es el mismo que nació hace doce años en el establo de Belén, y dudamos mucho que sea el mismo. ¿Y cómo debía ser aquel muchacho hasta el Emanuel del profeta?.

10. Dije Yo: «Muy bien, pero si Él no lo es, ¿de dónde viene el poder que ejerce sobre todos los elementos? ¿Y quién es la virgen del profeta, y quién Emanuel?.

11. Dijo el hombre rico de Betania: «¡Escuchad! ¡Este muchacho tiene una enorme inteligencia! Es como si fuera un Elías joven al que aquel niño maravilloso de Nazaret envía con anticipación para preparar a todos nosotros al Emanuel presente del profeta. Porque, ¿cuándo ha hablado tan sabiamente un niño de doce años, a excepción de Samuel?

12. Por este motivo debéis empezar a hablar de manera más concluyente y espiritual con este niño, de lo contrario va a continuar molestándoos. Tendréis que explicarle de un modo más claro el sentido de los versos del profeta y dilucidarle lo referente a la virgen María, la hija maravillosa de Joaquín y de Ana, que cuando murieron legaron como herencia todos sus considerables bienes al templo, o mejor dicho, el templo se apropió de ellos como sueldo para la educación de la hija María, confiscándolos como propiedad sin dueño.

13. ¿Qué opináis sinceramente de esta virgen? Si se puede prestar fe al profeta, entonces el tiempo designado exactamente por él será ahora, y ya no podrá ser negada la singularidad de la virgen en cuestión. ¡Si hubiera algo en esto, entonces sería muy sacrílego por nuestra parte no informarnos más profunda y detalladamente sobre el particular!.

14. Dijo un anciano enfadado: «Esto tú no lo comprendes, y favoreciendo al muchacho, hablas de este asunto como un hombre enteramente ciego que explica la magnificencia de los colores bellos.

15. Dije Yo, interrumpiéndolos: «¡Es una cosa verdaderamente singular que un hambriento se imagina siempre que todos los hombres que encuentra tienen hambre! Y un hombre tonto siempre tiene a todos los demás hombres por más tontos que a sí mismo. Para el ciego cada hombre es ciego, aunque tenga la vista aguda, y para el sordo los demás hombres son sordos.

16. ¿Crees tú, vieja cabeza iracunda, que fuera de ti no hay hombre alguno que pueda saber algo? ¡Oh, en tal caso te equivocas mucho! ¡Mira, Yo soy sólo un muchacho y puedo contarte y hacerte saber cosas verdaderas, de las que jamás ha soñado tu mala sabiduría!

17. Simón, hombre rico de Betania, ha viajado por la India, Persia, Arabia, Egipto, España, y ha visto Roma y Atenas. ¿Por qué no iba a saber algo de lo que tú nunca has pensado ni por asomo? Si la cosa es así, ¿por qué razón puedes imputarle ignorancia? Yo te digo que él juzga correctamente, y por tal motivo debéis hacer lo que él pide de vosotros, porque él lo ha pagado con su mucho dinero.

18. Si alguien contrata un servidor para un trabajo, el servidor está obligado a ejecutar el trabajo para el que el amo le ha contratado. En el caso de que el servidor no quiera o no pueda, el amo del servidor tendrá derecho a pedir la restitución del sueldo contratado, dando al servidor por perezoso o inhábil. Vosotros habéis recibido una buena cantidad de dinero, y a cambio no queréis hacer algo, o no podéis hacerlo. ¿No tiene derecho Simón a pediros la devolución del sueldo que os ha dado?.»

19. Dijo un comisario y juez, bien versado en jurisprudencia: «¡Ved a este muchacho! Es un jurista perfecto y puede actuar de juez en todos los asuntos en litigio. Su declaración está fundada enteramente en nuestras leyes, y caso de que Simón de Betania pida la devolución de su dinero, evidentemente tendré que pronunciar el exequátur (¡Qué se cumpla el derecho!).

20. Acto seguido se acercó a mí, me acarició, me estrechó contra su pecho y me dijo: «¡Escucha, simpático muchacho de cabello rizado! Estoy enteramente enamorado de ti. Quiero cuidar de ti con todos mis bienes, y educarte para que más tarde, seas un gran hombre.

21. Dije Yo: «Bien sé que me quieres, pues tienes un corazón sincero y fiel. Pero ten la seguridad de que Yo también te amo mucho. No es necesario que cuides de mis estudios ni de mi porvenir, porque ya hay alguien que se preocupa de esto.

22. También Simón de Betania se dirigió a mí y me preguntó con asombro: «Dime, mi más querido, hermoso y simpático muchacho, ¿cómo sabes mi nombre y todos los países de la Tierra, donde he estado?.

23. Dije Yo: «No te extrañes, pues siempre que Yo quiero saber algo, lo sé porque ya está en mi naturaleza. Pero el "cómo" tú no lo podrías comprender ahora. Vamos a volver al asunto que estábamos tratando y a nuestra virgen. Vosotros, levitas y escribas, ¿queréis dilucidar más detalladamente esta cuestión, o no?.

24. Dijo uno de los más listos de entre los numerosos ancianos: «Sí, sí, ya no podemos hacer otra cosa que decir la verdad al muchacho, y os ruego encarecidamente que le expliquéis a Isaías según la doctrina simbólica de la cábala, y entonces no tendrá ni salida ni ocasión para hacernos más preguntas.

25. Seguidamente tomó la palabra un escriba que presumía de ser muy sabio: «Ahora, escucha bien, muchacho curioso que quiere saberlo todo. Concéntrate y piensa. El profeta no entendía por "virgen" a una virgen de carne y hueso, sino sólo a la doctrina que Dios dio a los hijos de este mundo, a través de Moisés. En sentido más estricto, nosotros, los levitas y escribas, representamos vivamente esta doctrina y la ley.

26. Pero nosotros, como palabra viva de Dios, tenemos la gran esperanza de que esta doctrina originada en nosotros se dirija a todas las partes del mundo y dé luz a los paganos. Y esta esperanza viva y verdadera es la virgen embarazada, de la que habló el profeta. Sin embargo, el hijo al que dará a luz son los paganos, todos los que aceptarán nuestra doctrina, y éstos dirán entonces y se llamarán "Emanuel", es decir, Dios también está con nosotros. Y esto ya sucedía antes de nosotros, pero ahora sucede de un modo más vivo y activo.

27. Este hijo tomará miel y leche, y desechará lo malo y escogerá lo bueno. Bajo la palabra "miel", el profeta entendía el amor puro y lo verdaderamente bueno que sale del amor, y bajo la expresión "leche", la sabiduría que sale de Dios, que caerá en suerte al hombre al observar la doctrina y la ley; y al apropiarse enteramente del amor y de la sabiduría, se detesta voluntariamente lo malo y se escoge lo bueno.

28. Mira, querido muchacho, así se expresa el sentido interior de la sabiduría y de la verdad según las palabras y dichos espirituales. Todos tienen un profundo sentido espiritual, que sólo puede ser descubierto por el escriba verdadero por medio de la doctrina verdadera y fiel de los símbolos. Un lego no puede averiguarlo, pues si pudiera no necesitaríamos las escuelas, y Moisés no habría tenido que instruir sacerdotes y escribas para la administración de las doctrinas y de las leyes de Dios. ¿Comprendes ahora la interpretación verdadera y correcta de los versos del profeta, que hasta ahora no habías entendido?.»

Capítulo 4

1. Dije Yo: «Lo que tú acabas de exponer ya lo sabía hace mucho tiempo, y en el fondo hubieras podido ahorrarte la molestia de hacerme saber tales cosas. Sin embargo, Yo persevero en mi opinión y no pierdo de vista a la virgen María.

2. ¿Por qué dice el profeta (Isaías, capítulo 9, versos 6 y 7): Porque un niño nos nace, un hijo nos es dado, y el principado estará sobre su hombro, y se llamará Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su Reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. Esto hará el celo de Jehová de los ejércitos?

3. ¿Qué niño y qué hijo nos es dado? ¿No sería probablemente aquel niño nacido en un establo de Belén? Porque también se dice: "En Belén, en un establo, les nacerá un Rey a los judíos. Fundará un Reino nuevo, que nunca tendrá fin.» ¿Cómo entiendes todo esto, cabalista?.»

4. Confusamente se miraron unos a otros, preguntándose: ¿De dónde se ha apropiado este muchacho de la escritura? Tan sólo existen pocas reproducciones, y perfectas apenas diez. Sabemos dónde están y ningún lego puede acercarse de ellas. Verdad es que los samaritanos tienen una escritura oncena, que es falsa y contiene muchos pasajes adicionales, que son una poesía puramente oriental.

5. Luego me preguntó un levita sumamente arisco: «Ahora contesta a mi pregunta: ¿De dónde y desde cuándo te has apropiado de un conocimiento tan perfecto de la Escritura, especialmente de los profetas?.

6. Dije Yo: «Sobre este particular, tú tienes tanto derecho a preguntarme como Yo a preguntarte: ¿Cómo es posible que tú, en calidad de levita, no te hayas apropiado aún de la Escritura, ni de la palabra, y mucho menos aún de los hechos? Dame una respuesta a lo que te pregunto, pues has sido pagado para ello. Todo lo demás no es de tu incumbencia, pues nada te ha costado, ni una molestia, ni tiempo, ni una preocupación, ni un sacrificio.

7. Por lo demás, en vuestra condición de maestros en Jerusalén, no redunda en vuestro honor que la educación visible de un muchacho de Galilea os imponga de semejante modo, pues con esto manifestáis sólo que vuestros hijos tienen aquí una educación semejante a la de los animales!

8. Cuando hice esta observación, un poco exagerada, el comisario romano empezó a reír a carcajadas. Tampoco Simón podo reprimir enteramente la risa. El observador arisco, empero, desapareció y fue a sentarse de muy mal humor en un banco situado en el fondo.

9. Acto seguido un príncipe de la sinagoga de Belén, que también estaba presente en los exámenes de los muchachos en el templo, dijo: «Ya veo que tengo que empezar a hacer de árbitro, de lo contrario no acabaremos nunca con este muchacho. Ahora tiene el derecho pagado a preguntarnos durante una semana entera. Tenemos que contestarle debidamente, si queremos o no. Si ya nos mete en un apuro con su pregunta preliminar, ¿qué pasará cuando nos haga preguntas importantes?

10. Tiene inteligencia suficiente y abundante de gracia natural. Si no queremos contestar como él desea la verdad, nunca seremos capaces de satisfacerle. Quiere saber las circunstancias verdaderas del nacimiento de un niño en un establo, cerca de Belén, hace doce años. Yo puedo proporcionárselas, porque en aquel entonces, como todavía hoy en día, yo era príncipe de la sinagoga de aquel lugar.

Capítulo 5

1. Enseguida el príncipe se dirigió a mí, diciendo: « Tú quieres saber precisamente todos los detalles del aquel nacimiento maravilloso en Belén, ¿no es verdad?.

2. Dije Yo: «Como Yo los conozco mejor que todos vosotros, ya puedes ahorrarte el trabajo y el esfuerzo. Yo sólo quiero saber la relación entre el acontecimiento de Belén y las palabras de los profetas, principalmente del profeta Isaías. ¡Se trata de esto y de nada más!.

3. Habló el príncipe de Belén: «¡Mira, simpático niño! Tú pides algo que es muy difícil para nosotros, casi imposible.

4. Debo confesarte que sin duda alguna se puede buscar y hallar fácilmente una conexión entre las profecías de Isaías y aquel nacimiento ocurrido hace doce años en un establo cerca de Belén, un lugar también designado por el profeta. Pero, querido hijo mío, cuántos acontecimientos parecidos pueden haber ocurrido desde aquellos tiempos del profeta Isaías hasta hoy en día, y todavía no tenemos una huella evidente de un Emanuel.

5. Judea, por decirlo así, ya había estado varias veces sin rey, y diversas vírgenes daban a luz un niño en cualquier establo cerca de Belén, y algunas veces presentaba incluso gran ceremonia, que únicamente se presentaba como suceso natural.

6. Hombres débiles y supersticiosos bajo la influencia de codiciosos magos de la India y Persia, y de astrólogos, de los que nunca han faltado entre nosotros, han sabido aprovecharse de estos sucesos. Familiarizados con las palabras de los profetas, siempre aprovechaban tales ocasiones especiales, y con caras serias de profetas anunciaban a los ciegos judíos el nacimiento de su Mesías esperado.

7. Pero el tiempo, el destructor inexorable de todas las obras, leyendas y poesías, ha podido iluminar a la posteridad de una manera más conveniente. Todo se perdió en la profundidad del mar del gran olvido, y sólo llegó a nosotros una vana leyenda, tan confusa como posible. Las declaraciones del profeta son imágenes místicas, que durante muchos siglos los hombres todavía intentarán interpretar, pero difícilmente llegarán a conseguirlo.

8. Y mira, simpático muchacho, lo mismo ha sucedido con el maravilloso nacimiento en Belén, lugar que conozco muy bien, precisamente porque los profetas lo han pregonado a viva voz, frecuentado siempre por magos, videntes y astrólogos, buscando cualquier cosa que ocurriese allí y que pudiesen aprovecharse en su propio beneficio. El nacimiento en cuestión eran las aguas necesarias para sus campos secos.

9. Los tres magos de Persia, como es bien sabido, han recibido de los pastores muchas ovejas, terneros, vacas y bueyes, en retribución a los regalos traídos a la virgen, y seguramente no habían hecho en vano su viaje. Desde aquel entonces han pasado tan sólo doce años, y ningún hombre ha vuelto a pensar en aquella historia.

10. No me extraña en absoluto que tú vuelvas a contar esta historia del país de los fanáticos, pues Galilea ya fue designada por los ancianos como país del que puede nacer un profeta verdadero.

11. Con esto, querido muchacho, creo haber contestado enteramente a tu pregunta preliminar. Es muy posible que Jehová despierte, cualquier héroe entre los judíos, ahora muy acosados, que les convertirá de nuevo en pueblo libre. Sin embargo, a estas alturas, según la situación natural de las cosas, no hay la menor esperanza.

12. ¿Qué apariencia debería tener un héroe y de dónde debería venir, para que pudiera rivalizar con el enorme poder de los romanos? Quizá esto pueda suceder una vez cada mil años, cuando ocasionalmente los grandes imperios y Roma se hallen en decadencia. Pero de ahora en adelante no habrá perspectiva alguna, ni con mucho, y tu pregunta preliminar se transforma evidentemente en humo de paja, es decir, en nada. ¿Tienes por fin claro lo de tu pregunta preliminar?.»

13. Dije Yo: «Sí, sí. Puedes tener razón si tomas todo según la medida de este mundo. Pero en este caso no se mide sino con una medida espiritual, de la que, según me parece, tú no tienes la menor idea, así que con tu sermón aparentemente rico en experiencias sobre mi pregunta preliminar, no me has dicho nada.

14. Pues si viene el Mesías, no fundará un reino material en la Tierra sino solamente un reino espiritual, y este reino no tendrá fin en toda la eternidad, tal como también ha predicho el profeta Isaías del Mesías que ha de venir.

15. Pero, ¿en qué consiste un reino espiritual en la Tierra? Éste no es un reino con pompa y ostentación exterior, sino que ha de manifestarse interiormente en el hombre, y un hombre que entre en este verdadero reino de Dios en la Tierra será un hombre auténticamente vivo, y nunca verá ni sentirá la muerte en toda la eternidad, tal como fue presagiado por David, Daniel e Isaías.

16. Si los acontecimientos con el Mesías prometido se relacionan así y no de otra manera, ¿cómo y por qué motivo iba a carecer de importancia aquel nacimiento maravilloso en Belén?

17. Dios ha protegido maravillosamente de la mano asesina de Herodes a aquel niño, que sigue viviendo, por cierto una vida sumamente retirada, y mantiene una fuerza imperativa sobre los elementos, la cual sólo es inherente a Dios. Nadie puede esconderse de Él, mas si Él se esconde de los hombres, entonces nadie podrá hallarle antes de que Él lo decida voluntariamente.

18. Nunca ha aprendido a leer ni a escribir, y, sin embargo, no hay escritura en todo el mundo que no sepa leer ni escribir, y está versado en todas las artes que hay en el mundo. Tiene una fuerza ante la cual tiemblan los montes, y los cedros más poderosos inclinan sus cabezas hasta el suelo. Hasta el sol, la luna y las estrellas parecen obedecer a su voluntad. Lo que acabo de decir no es una exageración, sino una verdad absoluta.

19. Si es así y no de otra manera, entonces pienso que debéis informaros más detalladamente de este asunto, y leer en los profetas si el presagio del Isaías corresponde o no con los padres de ese Niño, con el Niño mismo, con su nacimiento, con su lugar de nacimiento, con el tiempo, con su residencia actual y con otras señales que hasta ahora ya ha efectuado.

20. Todo esto, ciertamente de gran importancia, no debía pasaros inadvertido a vosotros, los sacerdotes, sabios, escribas y ancianos del pueblo, tanto más cuanto que ocupáis esos puestos en el pueblo, de los cuales el pueblo puede esperar con todo el derecho la publicación abierta de la llegada del Mesías prometido. Yo hablo por mi derecho pagado con mucho oro, y nadie debe mandarme callar. Allá está el juez romano, únicamente él tiene tal derecho.»

21. No habría hecho Yo esta alegación al juez si en el curso de mis manifestaciones un fariseo no me hubiese amonestado mandándome callar, indicando que esto eran cosas sobre las que un impertinente pastor de puercos de Galilea no tenía derecho a juzgar.

22. Pero el juez, que estaba enteramente de mi parte, reprendió seriamente la impertinencia del fariseo y le ordenó que en su presencia no manifestase tan ordinarias palabras; pues mi exposición sobre el maravilloso muchacho, que vive cerca de Nazaret, era más importante, también para los romanos, que todas las telas ya usadas y muy raídas de los judíos. Él les dijo secamente a la cara:

23. El juez: «Vuestra doctrina necesita una reforma total, como ninguna otra en la Tierra; de los contrario no va a durar ni cincuenta años. En comparación con vuestra doctrina divina y con vuestro servicio a Dios, las bacanales de Roma son un sol verdadero, aunque como veneración de un supremo ser divino pueden ser consideradas como una monstruosidad de la inteligencia humana.

24. No obstante, continúa hablando con ánimo, simpático muchacho. Nadie debe ofenderte ni maltratarte, pues me parece que tú tienes más sabiduría que todos los del templo. Continúa hablando, muchacho.»

Capítulo 6

1. Se adelantó un fariseo joven, que todavía era un levita, y pidió permiso para agregar unas palabras. El juez se lo permitió, con la advertencia de hablar paciente y comprensiblemente.

2. Acto seguido el levita empezó como sigue: «Soy natural de Galilea, en las proximidades de Nazaret. Ahora puedo acordarme de haber oído muchas cosas de aquel muchacho maravilloso, del que este muchacho acaba de hacer una declaración muy importante. Verdad es que no lo conozco personalmente, pero con frecuencia me han contado muchas cosas de él.

3. Me informé tan bien como me fue posible de su familia, y me dijeron que su padre, de nombre José, era carpintero de profesión, que su mujer se llamaba María, y que ambos descendían de David por línea directa de primogenitura, lo que corresponde totalmente con la declaración del profeta.

4. Por tal motivo soy de la opinión que vale la pena examinar detalladamente este asunto, que en el principio nos concierne a los judíos. No tengo el derecho a disponer de algo. Sólo quiero dar a conocer mi opinión con toda humildad, pues lo considero un deber. Todo lo demás depende del alto consejo del templo. He hablado con toda humildad. .»

5. Luego se levantó un sacerdote superior, y dijo: «¿Qué debe hacer el templo con la declaración de un muchacho demente y falto de juicio? ¡En este caso han de ser indicios de suma importancia para el templo! Otras muchas veces se han contado tales sucesos entre el pueblo de los judíos, y hasta se han visto también maravillas evidentes, y más tarde, sin embargo, no podían descubrirse huella alguna de un Mesías.

6. ¿Cuánto tiempo hace ya que Zacarías gobernaba el templo en calidad de sumo sacerdote? Su mujer Elisabeth, ya en edad muy avanzada, le dio un hijo, tal como un ángel le había indicado cuando ofreció el incienso en el santuario. Zacarías no dio crédito a esta declaración, pues su mujer era demasiado vieja para dar a luz. Entonces, por no creerlo, quedó mudo hasta que su mujer dio a luz. Pero cuando un día le informaron en el templo que su mujer había dado a luz un hijo, y cuando le preguntaron cómo se debía llamar el hijo, se le soltó la lengua y dijo: "Juan.» Y mira, éste era el nombre que le había dado el ángel del Señor diez lunas antes.

7. Zacarías, empero, preguntó al ángel: "¿Qué debo hacer del niño? ¡Hazme saber la voluntad del Señor!.»

8. Y el ángel dijo: "Éste es de quien Isaías dijo: 'Será la voz que clama en el desierto'. ¡Preparad el camino a Jehová, enderezad la calzada en la soledad a nuestro Dios! Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá.»

9. Se observaba cuidadosamente a Zacarías y pronto se descubrió que con la ayuda secreta de los esenios quería fundar una dinastía espiritual hereditaria. Por tal sacrilegio fue ajusticiado y castigado con la muerte.

10. ¿Qué ha pasado con aquella gran esperanza del Mesías? Ningún hombre ha vuelto a pensar en esta esperanza. Como un vapor de un charco ante el poder del sol, todo se desvaneció ante el templo, el cual fue sacrificado por Jehová por los siglos de los siglos. Aunque el iniciador de esta historia era el propio sumo sacerdote, como la historia era impura y amenazaba con impurificar el santuario de Dios, el Señor no tardó en castigar el sacrílego en el momento oportuno.

11. Mas cuando aquella historia, en apariencia tan memorable, se encaminó a tal fin, ¿cómo acabaría luego ante el templo aquella historia del Mesías del carpintero José, cuando no incluye sino engaños de los esenios y de los magos indios? ¡Que el muchacho produzca ante nuestros propios ojos sus maravillas, y entonces sabremos bien cómo tendremos que explicar y desvelar su supuesto Mesías al pueblo ignorante!

12. Antes de que venga este Mesías, se reproducirán grandes señales en el firmamento ante los ojos de todos los hombres. Sólo después de que ocurran estas señales, vendrá el gran esperado, con todo el poder de los cielos, para salvar a su pueblo del poder de los paganos, y en el futuro será un Señor y un Rey sobre todos los países de la Tierra, y los hijos de Abraham serán su pueblo para toda la eternidad.

13. Quien sabe cómo se realizará la llegada del Mesías, como nosotros lo sabemos por los libros de los viejos presagios, es imposible que pueda creer que Dios —que siempre efectuaba su llegada de manera grandiosa y sublime ante los ojos de los hombres y de toda criatura— vaya a venir ahora con la mínima vistosidad, como un niño ilegítimo, como un hombre débil sumiso a la muerte al igual que nosotros.

14. Sabemos bien que María, la hija de Joaquín, quedó encinta incluso antes de que fuese confiada como mujer a José, en el templo. Al principio, la joven se dejó al cuidado del famoso artista-constructor de la tribu de David, y sólo para evitar arruinarlo se le aconsejó amablemente casar a la joven antes de que el asunto se divulgara entre el pueblo, y de esta manera hacer desaparecer la mancha.

15. El muchacho ha nacido fuera del matrimonio, y es, por tanto, ilegítimo. Por esta circunstancia es más imposible que sea el Mesías prometido, y hasta es posible que sea capaz de trasladar todos los montes con sus artes mágicas aprendidas.

16. Espero que cada imbécil pueda enterarse de este asunto, cosa que todavía es posible, y lo que aquí según la luz de los hechos es y debe ser absolutamente imposible.»

Capítulo 7

1. Me preguntó el juez: «Ahora, simpático muchacho, ¿qué dices tú a este argumento bien fundado del sacerdote superior?.

2. Dije Yo: «Sólo puedo decir o que él tiene razón y el profeta es un mentiroso y no la tiene, o que el sacerdote superior se equivoca y el profeta tiene razón. Es imposible que ambos tengan razón, porque el sacerdote superior sostiene lo contrario de lo que predijo el profeta sobre la llegada del Mesías.

3. Si el profeta dice: "Ved, una virgen" (es decir, no una mujer). "Está encinta y dará a luz a un hijo, al que llamará Emanuel" (es decir "Dios con nosotros"), ¿cómo puede afirmar el sacerdote superior que el Mesías vendrá bajo las más sublimes señales en el firmamento en calidad de un héroe bélico omnipotente, convertido en rey que gobierna sobre todos los pueblos de la Tierra, descendiendo de los cielos con la mayor magnificencia hasta la Tierra. Si así fuera, ¿qué ganarían los débiles y pobres hombres, la mitad de los cuales, al menos, se consumirían llenos del mayor miedo ante la expectación de las cosas que han de venir?

4. Estoy absolutamente seguro que semejante llegada del Mesías también sería muy importuna para los amos del templo, y que en definitiva preferirían la llegada del Mesías de aquella manera tan modesta y sumamente sencilla, como la describió el profeta.

5. Sin embargo, el sacerdote superior nos acaba de decir que se ha acabado la maravillosa historia sobre el hijo de Zacarías —del Zacarías que fue estrangulado por las manos de los sacerdotes entre el gran altar del sacrificio y el santuario— y que nadie piensa más en ella.

6. Pero Yo digo que esta historia no ha terminado ni mucho menos, y que continuará mucho más tiempo de lo que estos señores piensan. Muy pronto el mismo Juan entrará entre ellos como un poderoso relámpago, y los juzgará. Sus palabras os herirán más que las flechas más agudas.

7. Y de la misma manera que se cumplirá la historia de Juan que acabo de mencionar, se cumplirá también que el maravilloso muchacho de Nazaret vendrá entre vosotros y os mostrará su magnificencia enteramente divina, pero no para vuestra salvación sino para vuestra perdición.»

8. Al oír esto, el sacerdote superior me miró con ojos llenos de ira y me dijo: «¿De dónde sacas tú eso, muchacho loco? ¿Quién te ha vuelto loco con semejantes cosas? ¿Quién eres tú, que te atreves de achacarnos semejantes atrocidades de tan desvergonzada manera?».

9. Dije Yo: «Yo soy el que soy, y de dónde vine ya lo sabéis. ¿Por qué volvéis a preguntármelo? Ya os he dicho que he venido de Galilea, exactamente de Nazaret, y por eso conozco muy bien a este muchacho, y no soy tan tonto como para poder diferenciar los hechos maravillosos de un mago —incluso de un mago de la India— de los del maravilloso muchacho.

10. ¡Que alguien de entre vosotros haga doce gorriones de tierra arcillosa y los vivifique sólo con la palabra, para que luego vuelen como los demás, empiecen a buscar alimento y sigan viviendo!

11. ¿Quién de entre vosotros es capaz de devolver sólo con la palabra la vida a un muchacho que murió de una caída, quebrándose los miembros, y volver a curarle perfectamente el cuerpo?

12. ¿Quién de vosotros es capaz de mandar al rayo que caiga acá y allá, y que mate a una hiena que robó al hijo único de una madre, y que se apresuró a llevar al bosque?

13. ¿Quién de vosotros puede mandar a la tempestad —como hizo aquel muchacho— que se formó silenciosamente por la noche en una ocasión en que una cuadrilla de cerca de doscientos asesinos y ladrones, armados hasta los dientes, se acercó a Cafarnaum durante la noche, en un gran barco, amenazando de gran peligro a unas aldeas y lugares?

14. El muchacho, que se encontraba con su padre en Cafarnaum, salvó de esta manera todo el lugar. Su palabra levantó repentinamente una terrible tormenta y empujó con la velocidad de una flecha el barco desde la orilla hasta mar muy adentro, donde el barco quedó destruido por los golpes de las olas, y se hundió con toda la tripulación de doscientos piratas.

15. Éste y otros muchos hechos semejantes ha realizado aquel muchacho, siempre para el bien de la vejada humanidad, y nunca pidió un sueldo o una recompensa por sus servicios y favores. Si queréis comprobar que estos hechos no son ficciones mías, podéis llamar como testigos a todos los habitantes de Nazaret y de Cafarnaum, que ellos harán honor a la verdad.

16. Si esto es así, ¿es aquel muchacho sólo un mago mal instruido, o lo hace todo únicamente con la divina omnipotencia inherente en Él, en toda su abundancia? Explicadme ahora, según vuestros conocimientos y vuestra sabiduría, ¿cómo y con qué medios el muchacho puede realizar tales hechos?

17. A mi pregunta preliminar habéis contestado muy mal. Vamos a ver cómo contestáis a esta pregunta importante, y entonces volveremos a la pregunta preliminar y la transformaremos en una pregunta importante. ¡Apresuraos, porque el día declina y luego tendremos que cenar!

Capítulo 8

1. Dijo el sacerdote superior: «Si aquel muchacho, sin nuestro conocimiento y sin el consentimiento del templo, es decir, arbitrariamente, ejecuta tales hechos, entonces es evidente que está poseído de Belcebú, el príncipe de todos los diablos. No puede realizarse esto fuera del templo con la fuerza divina. ¡Qué pureza moral se necesita para recibir la fuerza divina! Y ésta sólo puede adquirirse en el santuario del templo, según la doctrina de Moisés y de todos los profetas.

2. Quien sabe esto de las Sagradas Escrituras sabe también la significación de tales maravillas efectuadas fuera del templo. Es incluso una necesidad imprescindible extirpar tales hijos y hombres de la Tierra. Y si según nuestras investigaciones resulta verdadero lo que tú dices sobre el muchacho, entonces también él será extirpado de la Tierra como cómplice de Belcebú.»

3. Dijo el juez: «Me parece que esto es desde hace mucho tiempo una costumbre vuestra. Pero desde que nosotros, los romanos, en calidad de vuestros soberanos, estamos presentes, esto difícilmente ocurrirá, pues la espada de la justicia está enteramente en nuestras manos, y quien la levante arbitrariamente y sin nuestro conocimiento ni deseo será tratado como amotinador y asesino, sin distinción de casta.

4. Acabo de saber de este muchacho, como también de ti mismo que, en vuestra obcecación por el templo, incluso asesinasteis a un sumo sacerdote, y esto en el mismo templo, porque pretendió haber tenido una visión. Sin duda alguna había despertado vuestra gran envidia, y esto bastó para que tomarais la resolución de quitarle de en medio. Esto sucedió hace doce años, es decir, bajo nuestro dominio.

5. Este caso será examinado minuciosamente, y quién sabe si no saborearéis más pronto la espada, que aquel muchacho maravilloso vuestra venganza en el templo. Y os digo a vosotros, los del templo, con toda mi autoridad, que yo castigaré con la espada a cualquiera de vosotros que se atreva, aunque sea por alusiones, a causar daño o a maltratar a este muchacho. ¡No necesito deciros más!»

6. Tomó la palabra el sacerdote superior para defenderse: «Tenemos una promesa verbal, o sea un decreto del emperador. Este decreto nos asegura la administración de la justicia en el templo, y a que ningún juez mundano pueda violarla.»

7. Dijo el juez: «Yo sé exactamente hasta dónde se extiende este decreto. Verdad es que podéis practicar una disciplina sabia, pero existe un enorme abismo desde esta disciplina hasta el jus gladii (derecho de ejecución). ¡Castigado sea quien lo traspase! .»

8. Dijo el sacerdote superior: «¿Hasta qué punto se extiende el poder de Herodes, que al mismo tiempo es tetrarca? ¿No posee también el jus gladii? .»

9. Contestó el juez: «Tanto Herodes como los demás príncipes en los países de los judíos, son simples príncipes feudales, y su jus gladii se limita a sus servidores y esclavos. Si los tratan con crueldad, aunque paguen un derecho pagado cada diez años, pronto se quedan sin servidores, porque nosotros no forzamos a nadie a que contraten con ellos. Por esta razón, y en su propio beneficio, no pueden hacer uso especial de su derecho pagado, y menos aún porque cada uno de sus servidores —a excepción de unos esclavos— puede retirarse del servicio cuando quiera, y desde el momento en que dije de estar a su servicio no quedará bajo la jurisdicción de tal príncipe, sino que se encontrará bajo la nuestra.

10. Así pues, tienen el derecho de imponer los impuestos que les corresponden y si es necesario cobrarlos por la fuerza, pero no con el jus gladii. Para la ejecución necesitan nuestra sanción, y tienen que pagar por ella.

11. Estos son los derechos de Herodes, como los de cada príncipe feudal. Su inobservancia constituye un crimen severamente castigable y con la primera contravención será penado con la pérdida del derecho feudal.

12. Caso de que tú creas que podrás perseguir al muchacho maravilloso sirviéndote del poder de Herodes, te equivocarás mucho, y Herodes tendrá buen cuidado de reservarse prudentemente para no exceder el derecho.

13. Este muchacho también se halla aquí bajo mi protección, y ahora le concedo todo el derecho de molestaros con toda clase de preguntas. No lo abandono porque en su corazón y en su alma hay una sabiduría y una inteligencia más sana y perfecta que en todos vosotros y en todo vuestro santuario. Ahora, mi querido muchacho, puedes volver a hablar, porque acabo de limpiar este sitio para ti.»

Capítulo 9

1. Miré al juez romano con suma amabilidad y le dije: «Verdad es que tú eres pagano, pero eres justo y tienes buen corazón. En verdad te digo que cuando venga el verdadero Reino de Dios a los hombres de la Tierra, tú y toda tu casa no seréis de los últimos en ser recibidos por Él. Mas quien sea recibido en el mismo Reino, será bienaventurado y no conocerá la muerte eterna.»

2. Preguntó el juez: «¿Cómo puedes hacerme tal promesa?»

3. Contesté Yo: «No hay cosa más fácil, pues he dicho que conozco muy bien a aquel muchacho maravilloso y soy su más íntimo amigo. Cuando le encuentre no me olvidaré de ti, y Él te bendecirá, y su bendición tendrá consecuencias.»

4. Al oír mis palabras, el sacerdote superior se levantó lleno de ira, y me preguntó: «¿Es aquel muchacho un Dios que pueda bendecir? ¿No sabes que sólo Dios puede bendecir, y su sumo sacerdote, tres veces por año, según el decreto de Dios? ¿Cómo hablas de aquel muchacho como si también él pudiera bendecir a un hombre, e incluso a toda su casa? ¿Qué clase de maestros debéis tener que sus discípulos predican semejante cosa absurda?.»

5. Dije Yo: «En primer lugar, vosotros mismos nos habéis dado tales instructores y maestros, y si los discípulos predican tal disparate, entonces éste recaerá en vosotros mismos, y de esta manera un disparate produce otro. Pero si es un disparate lo que acabo de testimoniar sobre el muchacho maravilloso, de que Él bendice a los que son sus verdaderos amigos, ¿por qué enseñáis que los padres siempre deben bendecir a los hijos, y los hijos a los padres?

6. Noé no era un Dios, y sin embargo bendijo a sus dos hijos, que cubrieron su desnudez. Tampoco el viejo y ciego Isaac era un Dios cuando bendijo a Jacob y le dio el epíteto de "Israel", lo que equivale a decir "de ti nace el pueblo de Dios.» ¿Acaso no fue provechosa tal bendición?

7. Sin embargo, si preguntas con tu gran arrogancia y orgullo del templo si aquel muchacho era un Dios, puedo decirte que sí, que Él es Dios, y evidentemente con más derecho que vosotros, según está escrito: "¡El Señor Jehová Zebaot habló a sus dioses!.» Si según esta presunción vuestra sois dioses, ¿por qué no había de ser un Dios aquel muchacho provisto y dotado de tantas cualidades verdaderamente divinas, como descendiente incluso de la casa y de la familia de David?

8. No obstante, quien oye la palabra de Dios y obra según ella, contiene vivamente la palabra de Dios, y él mismo es en todo su ser una palabra viva de Dios y, por tal motivo, en espíritu es Dios. Si es así, ¿quién puede negar que todo hombre no es de Dios? ¿No es acaso un dios por el hecho de haber llegado a ser en todo su ser una palabra viva de Dios, lleno enteramente del espíritu de Dios, como en todas partes lo verdaderamente divino debe ser visto como Dios, y por consiguiente tanto más en el hombre?»

9. Dijo el sacerdote superior: «¡Qué disparate blasfemo y punible acabas de decir! ¡Sólo un loco insensato puede hablar de este modo! ¡Son desatinadas sandeces que hacen reír a cualquier pensador clarividente!». Después de pronunciar estas palabras, el propio sacerdote superior soltó una carcajada.

10. Pero Yo le dije: « ¿Cómo puedes llamar disparate a esto? Vosotros mismos, los sacerdotes, ancianos y escribas, sois creadores y divulgadores del mismo, lo que puedo probaros con toda claridad inmediatamente.»

11. El sacerdote superior respondió: «¿Cómo quieres probárnoslo tú, atrevido pastor de puercos de Galilea?.»

12. Dije Yo: «¡Traedme el catecismo del pueblo!».

13. Preguntó el sacerdote superior: «¿Para qué lo quieres?.»

14. Dije Yo: «¡Ya lo verás! ¡Por lo pronto, buscadme el libro! ».

15. Se me trajo el libro y el sacerdote me dijo: «Ahí tienes el libro. ¿Y ahora qué vas a hacer con él?.»

16. Dije Yo: « ¡Lo vas a ver en seguida!.» Abrí el libro y pedí al juez romano que leyese en voz alta el pasaje que le indiqué. Él lo hizo con visible alegría.

17. El juez romano: «Quien oye la palabra de Dios y obra según ella, contiene vivamente la palabra de Dios, y él mismo es en todo su ser una palabra viva de Dios y, por tal motivo, en espíritu es Dios. Si es así, ¿quién puede negar que todo hombre no es Dios? ¿No es acaso el hombre un dios por el hecho de haber llegado a ser en todo su ser una palabra viva de Dios, lleno enteramente del espíritu de Dios, como en todas las partes lo verdaderamente divino debe ser visto como Dios, y por consiguiente tanto más en el hombre?.»

18. Acto seguido el juez romano dijo: «Bien, éstas son exactamente las mismas palabras que antes el venerable sacerdote había juzgado como un disparate de un pastor de puercos. Por lo que veo, este asunto empieza a ser cada vez más interesante. Yo mismo tengo mucha curiosidad por conocer el resultado.»

Capítulo 10

1. El sacerdote superior, al oír estas palabras del catecismo, puso cara de enojo.

2. Pero Yo dije: «Ahora, príncipe del templo, instruido de Dios, ¿acaso no te he probado muy claramente que si lo que antes he dicho es un disparate, no lo es si vosotros mismos sois los creadores y divulgadores del disparate? En el caso de que Yo haya mentido, tú podrás darme una bofetada por mi atrevimiento. Sin embargo, es muy difícil que lo hagas, porque ahora no puedes declarar como disparate lo que está escrito en vuestro catecismo. Ahora quiero que me digas la razón por la que lo has hecho antes. Ya he hablado. Ahora habla tú.»

3. El sacerdote superior puso una cara ridícula, y evidentemente no sabía qué responder.

4. Sin demora, otro escriba se levantó, diciendo: «Su venerable magnificencia solamente pretendió examinarte y ver si estás bien familiarizado con el catecismo, porque tú mismo te has referido a él a favor de tu asunto. ¡Déjalo ahora y vamos a hablar de otras cosas, porque con esta disputa sobre palabras no llegaríamos a un resultado bueno y ventajoso».

5. Dije Yo: « ¡Mira qué sensato quisieras ser! Con mucho gusto quieres ayudar al sacerdote superior a sacarle de la cloaca en la que se ha tirado él mismo. Pero es demasiado tarde.

6. Bien sé por qué él ahora no me va a explicar el motivo por el que llamó disparate a mis palabras, y es que lo que él como sacerdote superior hubiese debido saber, está escrito en el catecismo ante los ojos de todo el mundo. Pero al desconocer el contenido lo llamó disparate, y es al mismo tiempo sacerdote superior, escriba y anciano.

7. No comprendo cómo en tanto tiempo se puede llegar a ser un sacerdote superior y serlo, y cómo uno puede considerarse lleno del espíritu de Dios, no conociendo literalmente, ni por asomo, la palabra de Dios. ¿No es una ley y una costumbre que cada sacerdote superior, sentado en la silla de Moisés y de Aaron, conozca perfectamente las Escrituras que dan razón e instrucción a cada uno que tenga su duda sobre cualquier cosa?

8. Sin embargo, ninguna razón ni instrumentación puede dar quien ni siquiera conoce el estilo lacónico del texto del catecismo popular, y por ignorancia llama disparate lo que cada muchacho judío debe saber del catecismo popular, pues de los contrario un maestro probo no lo acepta en ningún aprendizaje de oficio.»

9. Acto seguido otro anciano me exhortó que considerara bien qué es y quién es un sacerdote superior.

10. Pero Yo dije: «¿Puedo acaso ofender a un hombre verdadero si digo la pura verdad? Decidme, vosotros mismos si lo que hablo aquí no corresponde con la escritura de Moisés, y si no es así, ¿cómo se demuestra en toda su evidencia?

11. Por desgracia, hoy en día, hombres linajudos ya no serán promovidos a empleos más altos según su capacidad espiritual, sino sólo según su riqueza mundana. En los oficios que tienen, por lo general llegarán a ser más pobres en su espíritu, pero a cambio serán más ricos materialmente. No obstante, decidme: ¿es esto también justo ante Dios?

12. En este caso, sin duda alguna, es fácilmente comprensible que se reciba con dificultad información sobre la llegada del Mesías prometido, si quienes deben saber en primer lugar algo de la llegada, están tan poco versados en la Escritura como hombres que carecen absolutamente de conocimiento alguno sobre la escritura venidera del espíritu de Dios por Moisés y otros profetas, pero sin embargo están sentados muy alto y cómodamente en la silla de Moisés y de los profetas.

13. Ellos mismos saben poco o nada de Dios y de su palabra, y aún menos de la palabra viva de Jehová en el hombre, por la que ellos deben llegar a ser un dios según sus propios principios establecidos para instruir al pueblo. Pregunté al juez romano: «¿Como pagano, qué dices tú de tales cosas y circunstancias?».

14. Dijo el juez: «¡No puedo sino darte la razón en todo lo que dices! Pues aquí entre los muros y en esta sala cerrada, puedes hablar lo que quieras. Huelga decir que hablar de estas cosas abiertamente ante el pueblo sería impropio, inconveniente y hasta muy malo, cosa que tú no harás, pues eres un muchacho muy razonable y bien educado, y tú mismo puedes deducir las consecuencias negativas que iban a resultar. Pero ahora vamos a cenar. ¡Tú y Simón seréis mis huéspedes hoy y mañana!.» Acto seguido el juez levantó la sesión para continuarla a la mañana siguiente.

15. En la proximidad del templo se encontraba un albergue grande (una fonda), donde cenábamos bien, y pronto nos acostábamos.

16. Este albergue pertenecía también al templo, y era atendido por los servidores del templo. Al viajero que se quedaba en este albergue se le consideraba como si quedase inmediatamente en el templo mismo. Verdad es que se podía permanecer también en el templo, pero uno tenía que pagar el doble, y sólo se recibía pan y agua. Si se dice entonces que Yo permanecí durante tres días en el templo, hay que añadir también la estancia en este albergue del templo.

17. A los tres nos iba bastante bien en el albergue. Cada uno de nosotros podía dormir dulce y tranquilamente.

Capítulo 11

1. Sin embargo, los señores del templo no tenían una noche tan tranquila como nosotros, pues Yo quería precisamente que estos hombres arrogantes, imperiosos y egoístas, permanecieran angustiados con toda clase de temores. El sacerdote superior no pudo conciliar el sueño debido de la rabia, el enfado y el miedo, pues le incomodaba sumamente que el juez romano me invitase como huésped, honrado de acompañarle en el albergue. Para tranquilizarse algo, el sacerdote superior enviaba continuamente a sus espías al albergue, para que le trajesen noticias de lo que hablábamos entre nosotros, pero nosotros no hablábamos nada y por tanto no divulgábamos secretos.

2. En contrapartida, los del templo hablaban mucho y se daban consejos unos a otros sobre cómo podían confundirme y hacerme pasar por necio, poniéndome toda índole de preguntas. Sólo el levita joven, que se halló al punto de hacerse un fariseo independiente y prefecto de una sinagoga, por haber visto y experimentado mucho en sus viajes de misión, dijo secamente a los del gremio:

3. (Levita joven): «No conseguiréis nada con este muchacho. En Nazaret he oído cosas verdaderamente maravillosas sobre su elocuencia, que ningún sabio le hubiese aventajado. Sinceramente debo deciros que la lengua de este muchacho y la incomprensible fuerza de voluntad de su amigo, son bastante poderosas para subyugar a todo el mundo. Con este muchacho nos hemos metido en un feo lío, del que no saldremos sin perjuicio.

4. Por eso mi humilde opinión es que le dejemos con su parecer. Posiblemente ese muchacho maravilloso podría ser o hacerse con el tiempo el Mesías prometido, pues el presagio de los profetas le indican bastante bien a él y a este tiempo.

5. Con todas las contradicciones, sean las que fuesen, no conseguiremos nada, y enojarlo con alguna amonestación sería muy arriesgado y crítico, según mi parecer, pues él sabe perfectamente todas las cosas, y hasta parece conocer nuestros secretos más profundos del templo.

6. Sería para volverse loco si empezara a divulgar nuestros secretos ante Simón y el juez romano, que le son muy propicios. Por eso debemos obrar con prudencia, dejándole con su parecer. Más vale fortificarle en su parecer que intentar hacerle desviar de su idea.

7. ¡Qué nos importa a nosotros, que desde hace mucho tiempo hemos arrojado al mar del olvido todas las escrituras, si va a venir un Mesías o no! Será mejor que seamos listos y vivamos bien a costa del pueblo tonto y ciego, en lugar de pretender tener autoridad, que por fin ya no tenemos, y al mismo tiempo dejarnos roer por toda clase de preocupaciones y miedos innecesarios.

8. Ayer ya nos insinuamos mal con el romano en la inflexibilidad de nuestra sublimidad mal calculada, y la cosa con el Zacarías puede ponernos en un gran apuro. ¡Que de ninguna manera se burle con los paganos! Si nos portamos un poco mal y duro con el muchacho, todos nosotros estaremos metidos en el verdadero caldo romano.

9. Seamos zorros listos y remendemos las faltas que hemos cometido. Imagino que el romano olvidará la historia sobre Zacarías, de lo contrario la usará inmediatamente como arma contra nosotros. ¿Qué pensáis de mi consejo?.»

10. Dijo el sacerdote superior, siempre alerta: «¡Sí, sí, soy de la misma opinión, es lo mejor! Debemos contestar a todas las preguntas del muchacho, porque tiene un elevado derecho pagado, que no podemos abolir. Sólo soy de la opinión que mañana le demos otro colegio, que le debe contestar más favorablemente. ¿Qué os parece?».

11. Dijo el orador joven: «¡Eso sí que no! Un colegio nuevo debería ser informado para comprender perfectamente quién es el muchacho. Sin embargo, ahora nosotros lo conocemos y sabemos lo que realmente quiere. Un colegio nuevo no sabría a qué atenerse, e incluso con la mejor información no podría saber cómo darle la contestación más adecuada.

12. Además, quién sabe si el muchacho no insistiría en que fuéramos nosotros quienes contestáramos a sus preguntas. Luego, a solicitud de Simón y del juez romano, debemos aparecer y contestar a las preguntas del listo muchacho, pues de lo contrario pondríamos en evidencia que habíamos perdido en la lucha contra el muchacho y no quedaríamos demasiado bien ante el romano.

13. No quiero ni puedo hacer prescripción valedera con mi opinión, pero está claro que tenemos que esperar con seguridad lo que acabo de observar, pues nadie de vosotros va a desearlo vivamente.»

14. Dijo el sacerdote superior: «Abundo en la misma opinión que tú, y también tomaremos tu buen consejo como pauta; pero ¿qué piensas tú, hijo mío, de este muchacho tan sumamente listo?

15. ¡Es verdaderamente para volverse un Satanás! Nosotros, los dignatarios superiores de todo el país judeo, debemos acobardarnos por este pastor galileo de puercos. Debemos temblar ante tan ínfimo gusano del polvo de la carretera, y tratar de hacer todo lo posible para salir del apuro en el que nos ha metido. Nunca ha sucedido una cosa igual desde que el mundo existe.

16. Pero dame tu opinión sobre el muchacho: ¿Cómo y cuándo ha podido apropiarse de tan perfectos conocimientos, teniendo sólo doce años?.»

17. Contestó el joven orador: «Querido sacerdote superior, esto no es nada nuevo en Galilea. En Galilea todos comercian y toman contacto con hombres de todos los países del mundo, adquieren experiencias de toda índole, aprenden diversas lenguas y frecuentan el trato con griegos, armenios, egipcios y otros pueblos. Así que no tiene nada de extraño que frecuentemente nos encontremos en las ciudades, aldeas y otros lugares de Galilea, niños cuya penetrante inteligencia nos produce un gran asombro, incluso a nosotros, que desde Jerusalén vamos allá.

18. Yo mismo nací cerca de Nazaret y a los doce años ya estaba más familiarizado con toda la Escritura que ahora, que he olvidado muchos pasajes y multitud de otras escrituras y cosas. ¿Por qué no puede suceder lo mismo con nuestro muchacho de rubio cabello rizado? ¡No me extraña tanto su viva inteligencia, aunque es muy penetrante!.»

19. Tomó la palabra el sacerdote superior: «Esto no tendría nada de particular en un muchacho de talento con instrucción y educación tempranas; pero estos hombres, ¿cómo llegan a conocer la escritura, conservada como autenticidad única sólo en el santuario del templo, y que a nadie le está permitido de leer a excepción del sumo sacerdote, del sacerdote superior y de los escribas?.»

20. Contestó el joven orador: «Querido superior, esto ya no es verdad. Desde que los romanos conquistaron nuestro reino, se les habían de entregar no sólo todas las instalaciones del templo sino también todos los libros, para ser inspeccionados. Durante tres años se hicieron fieles copias de todas las escrituras.

21. Y ahora los romanos y los griegos poseen tal cantidad de copias totalmente fieles, que por unas pocas piezas de plata puede comprarse una copia en cualquier lengua. Pero si es así, ¿por qué va a resultar difícil de encontrar en un muchacho galileo un verdadero escriba non plus ultra?».

22. Dijo el sacerdote superior: « ¡No me vengas con palabras romanas, sabiendo que soy enemigo de todo lo romano! ¿Qué significa "non plus ultra"?.»

23. Dijo el orador: «Altísimo superior, yo como galileo domino no sólo la lengua hebraica sino la de los griegos y romanos. Entiendo también sirio, caldeo, armenio, persa y árabe antiguo, que se debe entender como enviado, y así me ocurre fácilmente en el curso de una disputa o de otra circunstancia, que se me meten palabras de idiomas extranjeros en mi boca.

24. La expresión "non plus ultra", debido a su concisión y brevedad, es muy corriente hoy entre nosotros lo judíos, pues nos resulta muy difícil usar la larga y monótona expresión hebraica. Si decimos tal muchacho familiarizado en todas las escrituras es el non plus ultra, vale tanto como decir que es insuperable. .»

25. Dijo el sacerdote superior: «Bien, bien, no es demasiado importante, pero por razones fácilmente comprensibles no soy amigo de los romanos ni de su lengua; pero en todo caso dime si conoces el maravilloso muchacho de Nazaret.»

26. Dijo el joven orador: «¡Esto, mi altísimo superior, es un punto sumamente crítico! Si mal no recuerdo, creo haberlo visto hace unos años en compañía de varios muchachos, que se parecían como hermanos gemelos. Me dijeron quién era, pero como los muchachos continuaban jugando y se mezclaban tumultuosamente no me fue posible clavar mis ojos en el muchacho. Lo cierto es que lo vi, pero por otra parte no lo vi.

27. Puedo asegurar que el muchacho que ahora nos causa tantos problemas estaba también entre los mencionados muchachos, acompañado de uno que se le parecía mucho, con un semblante todavía más serio, y no hacía saltos alegres. A juzgar por las apariencias, me pareció como si los dos muchachos reinasen sobre los demás, y éstos parecían moverse obedeciendo enteramente la voluntad de los dos.

28. Por lo demás, no comprendí qué significaba este juego de muchachos, esta mezcla tumultuosa, porque nunca había visto un juego similar. No me parecía que careciera de orden o plan, porque al observarlo durante mucho rato se podía reconocer cierto orden, pero ninguno de los presentes pudo explicarme qué representaba. Me dijeron que los muchachos siempre se entretenían de esta manera, que hasta entonces nunca se había visto en Nazaret. Nadie comprendía qué significaba tan extraño entretenimiento.

29. Esto es todo lo que sé sobre el muchacho por propia experiencia. Pero me han contado cosas extraordinarias sobre él, que parecen realmente inverosímiles. Para contarlas todas necesitaría por lo menos diez días. Por eso sólo hago un comentario general.

30. A este, o mejor dicho, a aquel muchacho maravilloso, obedecen literalmente todos los elementos. Incluso el sol, la luna y todas las estrellas son súbditos de su voluntad, y siquiera ni un sol y ni la luna darían luz. Y cuando dice seriamente al sol o a la luna "¡Continúa dando luz!", la luz vuelve a aparecer inmediatamente.

31. Da la vista a los ciegos de nacimiento sólo con la palabra, y los que eran ciegos pueden ver tan claramente como un gato, que en la noche más oscura también ve a su presa.

32. A un muchacho que mientras jugaba con sus compañeros trepó a un andamio y se mató al caer, le volvió a la vida sólo con la palabra. En presencia de la gente curiosa resucitó al muchacho caído, de tal manera que cuando fue curado de todas las heridas, permaneció de pie completamente sano y alegre, como si nunca le hubiese sucedido ningún mal. Cierto es que luego el muchacho maravilloso dio una severa amonestación al muchacho resucitado de la muerte, diciéndole que no le ayudaría más a no ser que dejara de ser tan petulante y desobediente.

33. En general se dice que este muchacho tiene una maravillosa moralidad y una gran fuerza predicadora. Sólo hay una cosa muy rara, y es que este muchacho maravilloso jamás pide a nadie, y si alguien le da algo, nunca da las gracias por lo que recibe. Siempre está muy serio; con frecuencia se le ve orar o llorar, mas nunca reír.

34. Ahora bien, esto es brevemente lo más memorable que he llegado a saber de aquel muchacho maravilloso. Por mi parte no sé más cosas maravillosas de él. Está fuera de mi alcance saber cómo realiza tales maravillas. Es de vuestra incumbencia, de los ancianos y sacerdotes del templo, formar un juicio sobre el particular. .»

35. A estas palabras, el sacerdote superior contestó: «¡Sólo con el poder de Belcebú personificado! Dios nunca efectúa maravillas por medio de muchachos, sino muy raras veces a través de hombres maduros, piadosos y enteramente devotos a Él, como nosotros. Pero si un muchacho de doce años realiza tales cosas, en Nazaret, entonces es más claro que el sol que semejantes maravillas sólo podrán ser efectuadas con ayuda de Belcebú. Ésta es mi opinión. Quien tenga otra mejor, que se levante y hable.»

36. Se levantó un anciano, y dijo: «A mi parecer concedes demasiado poder a Belcebú. Y Belcebú no es sino una personalidad alegórica, bajo la cual se supone que existe todo mal, lo cual es sólo una absurdidad de la voluntad humana.

37. Desde hace mucho tiempo es muy evidente que por una colaboración de toda la sociedad, ultrajando las leyes buenas de muchos hombres, se ha creado el llamado Belcebú, que en lo sucesivo no permitirá que prospere tal sociedad, pues semejante espíritu malo produce una emanación moral apestosa y continúa envenenando los corazones de los hombres de tal manera que nunca puedan hacerse mejores.

38. No es culpa de cierto mal espíritu personificado en Belcebú, sino de la educación totalmente equivocada, y por tanto mala educación de los niños desde la cuna. Tales hombres no pueden formarse una idea de un Dios omnipotente y omnisapiente. En los demás conocimientos y ciencias son sumamente inferiores a los pueblos civilizados, y por esta razón son vencidos fácilmente por estos últimos.

39. Pero si ahora consideramos la instrucción y educación extraordinarias de nuestro querido muchacho, cuyos piadosos y educados padres conocemos bien, y si valoramos su gran sentido de caridad, entonces es imposible afirmar, por lo menos por lo que a mí respecta, y ni siquiera en un sueño malísimo que tal muchacho estuviese en unión perfecta con el príncipe de los demonios, los cuales no pueden despertar, ni por asomo, la ínfima idea iluminada.

40. Según nuestro modo de ver las cosas, ¿puede conseguirse a través del mal absoluto algún fin aparentemente bueno? Que yo sepa, no. ¿Hay alguno entre vosotros que sepa de hombres malísimos que hayan hecho una acción buena y laudable? ¿Puede obtenerse alguna cosa verdaderamente buena a través de medios malísimos y desechados?

41. Pero si nuestro maravilloso muchacho con su fuerza de voluntad, que para nosotros es incomprensible, efectúa sólo acciones sumamente nobles y maravillosas, de efectos duraderos y buenos, ¿cómo puede servirse de los medios malísimos? ¡Haga el favor de darme una explicación comprensible sobre el particular! .»

42. Muchos de los ancianos y escribas estuvieron conformes con el orador. Sólo se opusieron el sacerdote superior y sus partidarios, no muy numerosos. El sacerdote superior se levantó, y dijo al defensor del maravilloso muchacho:

43. El sacerdote superior: «Veo por tus palabras que niegas la personalidad del Belcebú y de los diablos que le están subordinados. Si mantienes el derecho con tus palabras, explícame entonces según tu modo de ver, ¿quién había luchado contra el arcángel Miguel por el cuerpo de Moisés, durante tres días, en el monte de Horeb, y a pesar de todo había salido vencedor?

44. ¿Quién era aquella figura de luz que podía atreverse ante el trono de Dios a pedir permiso para tentar al padre Hiob? ¿Quién era la serpiente de Eva? ¿Quién era el espíritu malo de Saúl, que ahuyentó al muchacho David con el son del harpa? Hay además otros muchos pasajes en las Escrituras, especialmente en el libro de Daniel, que con frecuencia hacen mención al gran dragón y a la ratera de Babel. ¿Cómo explicas tú, verdadero sabio del mundo, todas estas cosas?.»

45. Dijo el escriba sabio y anciano que antes había hablado: «Esto sería una cosa muy fácil para mí si tu inteligencia pudiera comprenderlo; pero la noche de tu capacidad intelectual no concibe cosas claras como el sol, de modo que yo predicaría un sermón a un sordo y ciego, sin resultado alguno, así' que lo dejo.

46. Los que querían y podían entenderme, ya lo hecho; sin embargo, pronunciar un sermón a un hombre de voluntad dura sería como poner una roca en el agua para que se ablandara. ¿Nunca has leído la cábala grande, obra de un gran espíritu? Contiene una explicación detallada de las analogías entre los símbolos lingüísticos y la realidad que representan.»

47. Respondió el sacerdote superior: «He leído la cábala pequeña, con toda seguridad, pero no la grande».

48. Dijo el que tenía la palabra: «Entonces me va a resultar imposible hablar contigo, porque la cábala pequeña tiene otro autor y no merece la pena considerarla un extracto malísimo de la antigua grande.

49. Ante Dios no hay Satanás ni diablo, y por tanto tampoco ninguna cosa absolutamente mala, porque le deben obedecer todos los poderes y fuerzas, y ninguno de ellos puede sobrepasar su dominio.

50. ¿No es acaso el fuego un elemento que contiene gran abundancia de fuerzas malas y destructoras? Así pues, ¿es el fuego un producto de Satanás si destruye ciudades enteras y las reduce a cenizas, si se desencadena por la mala voluntad de los hombres o por su negligencia reprensible?

51. ¿Está metido Satanás en el agua porque mata también a hombres y a animales si caen en ella? ¿O está metido Satanás en una roca, o en lo alto de la montaña, o en los animales y plantas venenosos, o en todo lo que puede matarnos a los hombres, por el uso absurdo e irrazonable que hacemos de ello? Mira, todas las cosas sobre y en la tierra, pueden estar llenas de bendición, pero al mismo tiempo también pueden estar llenas de maldición, esto depende de si el hombre las usa sabia o tontamente.

52. ¿Qué ocurrió en la famosa lucha de Satanás contra el arcángel Miguel, por el cuerpo de Moisés?

53. Los judíos piadosos, que adoraban a Moisés como a un Dios, pensaban que Moisés no podía morir corporalmente, porque está escrito: "Los que observan con rigor las leyes de Dios no morirán, sino que continuarán viviendo eternamente y su cuerpo no será comido por los gusanos" . .Sin embargo, Moisés quedó finalmente débil y murió como todos los hombres.

54. Entre los judíos había un sabio y un médico.

55. El sabio dijo: "¡Que se lleve el cadáver a la cumbre de un monte alto, donde soplan los vientos purísimos, y Moisés volverá de la muerte a la vida y guiará a su pueblo a la tierra de promisión!.»

56. Pero el médico, de más claro entendimiento replicó: "Ningún cuerpo volverá a vivir una vez enteramente desanimado.»

57. Dijo el sabio: "Si Moisés no resucita en tres días, en la cumbre del monte, sino que sigue muerto, triunfarás sobre mi fe y seré tu esclavo durante toda mi vida.»

58. Contestó el médico: "Sé de antemano que triunfaré, pero no por eso necesitas hacerte mi esclavo, sino que yo seguiré siendo lo que soy y tú lo que eres, y comprenderás que el príncipe o el poder de la muerte nunca soltará a su víctima.»

59. El cadáver de Moisés fue llevado a la cumbre del monte Herob con gran solemnidad. Muchos miles de los israelitas más nobles acompañaron al cadáver, y cuando finalmente se llegó con gran esfuerzo a la cumbre del monte, Moisés fue expuesto a los libres vientos vitales, y durante tres días fueron hechos todos los esfuerzos imaginables para reanimarle espiritual y corporalmente. Mas todo fue en vano: el ojo del gran profeta no volvió a abrirse para ver la luz de este mundo.

60. El cuarto día, el sabio dijo con gran indignación ante el pueblo: "Mira, pueblo de Dios, aquí puedes ver el poder de Satanás. Durante tres días ha luchado Miguel (poder del cielo) contra Satanás (poder de la muerte) por el cadáver del profeta, y Satanás le ha vencido. Pero Miguel respondió: "¡Dios te condenará por ello!.»

61. Éstas fueron las palabras pronunciadas ante el pueblo. A decir verdad, eran palabras en sentido figurado, aunque necesarias y enteramente verdaderas.

62. Cuando el médico habló con el sabio y le recordó que tenía razón, el sabio contestó:

63. El sabio: "Siento mucho que tengas razón; pero de todos modos es muy triste para nosotros, los hombres, que Jehová tampoco haga una excepción con su profeta mayor y que finalmente lo mate como a un animal cualquiera. Verdad es, a mi modo de ver, que Él hubiese podido resucitar a Moisés, y mostrar al pueblo que Satanás ya no tiene poder alguno sobre los sus santificados.»

64. Pero el médico dijo: "¡Tú no razonas correcta y justamente sobre Jehová! Mira, Él ha designado su camino a la carne y al espíritu; también al suyo. Sin embargo, el camino de la carne debe ser juzgado enteramente para que el camino del espíritu quede libre para siempre.»

65. Cuando estos dos todavía disputaban mutuamente, apareció el espíritu de Moisés, diciendo: "La paz sea con vosotros! El orden de Dios es inalterable, y todo lo que Él hace es bueno. Aunque el cuerpo muere, el espíritu continúa viviendo. Observad los mandamientos y las leyes, y no discutáis por mi cuerpo, pues continúo viviendo, aunque mi cuerpo haya muerto mil veces.»

66. Acto seguido desapareció el espíritu y los dos se reconciliaron.

67. Ahora bien, querido hermano en Abraham, Isaac y Jacob, ¿qué dices a esto? ¿Dónde está la personalidad de Satanás? Porque lo que acabo de decirte es la pura verdad de la historia, y lo que se lee en el libro no es sino una representación en versos poéticos, como todas las informaciones por el estilo, las cuales sólo pueden ser entendidas por la ciencia de los sentidos. ¿Qué dices a todo esto, en calidad de escriba?.»

68. Dijo el sacerdote superior: «Sí, sí, esto que cuentas es muy plausible, pero tiene su fundamento en la fe, y más allá de ésta no existe ninguna razón demostradora. De todos modos, esta historia puede contener un grano de verdad, pues si alguna vez una cosa depende sólo de la fe, entonces no importa que yo crea esto o aquello, y siempre es más fácil de creer algo natural que algo sobrenatural.

69. Dijo el fariseo joven: «De verdad, tengo mucha curiosidad por saber si hoy el asunto va a tomar otro rumbo. Pero por amor a nuestra salvación, quiero solicitar que se tome en consideración mi prudente consejo, debido a los romanos; porque no tiene demasiada importancia si nosotros, entre bastidores y entre las cuatro paredes, suponemos aparentemente lo que el muchacho quiere tener verdaderamente. De lo contrario, sin duda, nos haremos todavía más enemigos de los romanos, que ya lo somos sin este requisito.»

70. Dijo el sacerdote superior: «¡No pierdas cuidado, hijo mío! No omitiremos cosa alguna que podamos hacer. Claro está que hoy conocemos mejor nuestra situación que ayer».

71. Después de estas palabras, entró un servidor del templo y, como de costumbre, anunció con profunda veneración que el comisario romano con el muchacho, Simón de Betania y otros señores más, ya se encontraban en la sala.

Capítulo 12

1. En cuanto se dio la noticia, todo el colegio se apresuró a dirigirse a la sala del auditorio. Al entrar en ella, el colegio fue saludado en la debida forma por los presentes, cosa que fue muy del agrado de los fariseos. Muchos de los del templo censuraban al muchacho porque no hizo ademán de saludar.

2. Por tal motivo un anciano se acercó a mí y me preguntó modestamente por qué Yo, muchacho de apariencia altiva, no había saludado a persona alguna.

3. Pero Yo le dije lacónicamente: «Verdad es que esto os gusta, pero ¿qué tiene que ver un muchacho de doce años con esto? Por lo demás, ninguno de vosotros tampoco me ha saludado. ¿Por qué debo Yo devolveros algo que nunca he recibido de vosotros?

4. Por lo demás, esta costumbre no existe entre nosotros en Galilea, y menos aún para mí. Vosotros siempre os dejáis saludar y honrar más de lo debido, porque el mundo os ha hecho señores. Sin embargo, también Yo soy a mi modo un señor especial, ¿por qué no me habéis saludado cortésmente?

5. Podéis creerme con certeza. Yo, como muchacho, sé exactamente a quién he de saludar. Pero a vosotros no os debo saludo alguno. Mi juez romano puede daros una razón más detallada, si queréis conocerla. Hoy es el día que sigue al sábado, y como durante el sábado mismo, según vuestros reglamentos, se prohíbe estrictamente toda salutación y veneración, porque también éstas profanan el sábado e impurifican al hombre durante todo el día. ¿Por qué exigís de mí algo que infringe vuestro reglamento?».

6. Al oír mis palabras, los del templo abrieron los ojos y el joven levita dijo: «Queridos altísimos soberanos, este muchacho, en otras ocasiones tan simpático, es insoportable. Con todo, lo mejor es que sabe de todo, y por tanto tiene razón irrevocablemente.»

7. Dijo el sacerdote superior, dirigiéndose al juez romano: «¡Juez augusto, según la justicia y la razón! Este muchacho nos remitió a ti por otra razón, porque no nos ha saludado. ¿Quieres hacérnosla saber?.»

8. Contestó el juez: «¿Por qué no? Y además con mucho gusto, aunque no creo que os produzca gran alegría.»

9. Dijeron todos: «Suéltala ya! Hoy estamos de buen humor y lo soportaremos mucho mejor que en otras ocasiones.»

10. Dijo el juez: «Pues bien, ¡oíd! Este muchacho es el mismo muchacho maravilloso de Nazaret, al que ayer pareció representar. ¿Qué os parece ahora esta historia? ¡Quien le haga mal, contará con mi ira fuerte y violenta!».

11. Al oír semejante cosa, el colegio se estremeció con gran asusto.

12. Pasado un rato, el sacerdote superior dijo: «¿Por qué no nos lo dijiste ayer? Si lo hubiésemos sabido ayer, habríamos hablado de otra manera contigo y también te habríamos dado otras respuestas, que sin duda te habrían gustado más que las de ayer.»

13. Dije Yo: «Oh, esto lo sé bien, pero aquí no me interesa oír hipocresías sino únicamente la verdad. Ayer hice lo que tenía que hacer. Y si Yo fuere hoy todavía el que era ayer, entonces no habría recibido de nuevo ninguna palabra verdadera, porque durante la noche, por temor al juez romano, os habéis consultado bien. Por ejemplo, queréis admitir todo lo que dije sobre el Mesías ya descendido en esta Tierra, sólo para suavizar y tranquilizarme, y a través mío queréis tranquilizar también al juez romano debido a lo ocurrido con Zacarías.

14. Mas como Yo ahora no soy el defensor del maravilloso muchacho, sino el mismo muchacho maravilloso. Así pues, tal cambio súbito e imprevisto del asunto ha perturbado vuestros sentidos y contrariado vuestro mal intento. Ahora estáis perplejos y llenos de miedo y temor, y no sabéis qué partido tomar. ¡Hablad y decid qué os parece este asunto!.»

15. Todos se quedaron sorprendidos, y el sacerdote superior, aparentemente con cara complaciente, dijo: «Ahora bien, dime tú, mi querido muchacho maravilloso, pues parece que sabes de todo: ¿quién de nosotros había imaginado tal consejo?».

16. Dije Yo: «Es aquel a quien Yo mismo he sugerido el consejo. ¡Es el más joven de entre vosotros, nacido en Galilea, de nombre Bernabé!.»

17. Esta respuesta cayó de nuevo como un relámpago entre los fariseos, y les empezó a asaltar un gran miedo, pues la conciencia de muchos de ellos era muy impura, temían otros descubrimientos de sus vicios secretos ante el severo romano.

18. El sacerdote superior cuchicheó al fariseo: «Devolvamos el dinero a Simón y terminemos la conferencia con el muchacho de "Jehová queda con nosotros.» O no le preguntamos más o todavía nos va a causar calamidades más insoportables. Y si nos pregunta, démosle una contestación que no comprenda ni el mismo Satanás. ¡No, este muchacho no debe meternos en camisa de once varas, no debe ser superior a nuestra inteligencia, ni con mucho! ¡Menuda clientela! ¡Ayer era otro muchacho, y hoy vuelve a ser distinto que ayer!».

19. En este momento, un fariseo que se tenía por muy listo, se colocó al lado del sacerdote superior y le dijo: «Tengo una idea: a este mocito cambiante no debemos hacerle preguntas ni darle contestación alguna, pues quien fue pagado no sigue siendo el mismo hoy, pero nadie ha pagado por el muchacho de hoy, así que no le debemos más contestaciones a sus preguntas. ¿Qué piensas de esto?».

20. Dijo el sacerdote superior: «¡Amigo mío, esta idea no puede habértela sugerido sino un dios! ¡En lo más duro de la necesidad, Dios está más próximo! Consideremos la entrevista y la autorización para hablar como suspendidas por completo, pues el muchacho de hoy es distinto que el de ayer, por el que se había pagado!.»

21. Al oír esto, el heraldo del templo avanzó rápidamente, diciendo con gran énfasis de oficio templario: «Con toda la autorización de parte del superior estado sacerdotal del templo de Jehová —dado que el muchacho de hoy no es el de ayer, para quien fue pagado el gran impuesto— comunico que la sesión queda suspendida y no se contestará a las preguntas de este otro muchacho maravilloso, para quien no ha sido pagado impuesto alguno.»

22. Al oír estas palabras, el juez se levantó y con gran seriedad, dijo: «¡La sesión va a continuar, y vosotros hablaréis! El muchacho de hoy es el mismo que aquél por quien se pagó el gran impuesto. Sólo ha variado la característica personalidad moral, cosa que vosotros no esperabais. Según nuestras leyes, esta prudente circunstancia, sin embargo, no cambia para nada el derecho del muchacho, y por ello mi sentencia siempre valedera es la siguiente: ¡La sesión continuará sin cambios durante hoy y mañana, suceda lo que suceda! ¡Preguntad o contestad, lo mismo me da! Dixi! (He dicho)».

Capítulo 13

1. Con esta enérgica actitud del juez romano, todos volvieron a sus sitios, visiblemente de mala gana, y por cierto tiempo quedaban totalmente mudos. Como nadie quiso hacerme ninguna pregunta, me acerqué a ellos y les dije:

2. «Escuchad, dado que no os dignáis hacerme ninguna pregunta, voy a poneros Yo una pequeña: Decidme sinceramente, ¿qué haríais si Yo fuese de veras el Mesías prometido, del que ayer se habló en la conversación principal?».

3. Contestó un viejo e hiper-colérico fanático del templo: «¡Muchacho, muchacho! ¡Cuídate bien de lo que discutes y hablas aquí, en este lugar santificado, en el templo de Jehová! ¡Cuídate del sacrilegio demasiado grande!».

4. Pero Yo le contesté: «¡Sería mejor que tú y todos vosotros os preocupaseis de que la casa del Señor no se convierta totalmente en una cueva de ladrones! Sin embargo, al preguntaros, ¿qué haríais si Yo fuese el Mesías prometido?, en modo alguno profano el templo, pues tal pregunta puede haceros cualquier hombre sin pecar ni tener miedo. Y vosotros también podéis darme una respuesta condicional».

5. En este momento, Joram, el viejo talmudista y gran cabalista, se levantó y dijo: «Con Dios todas las cosas son posibles. Sin embargo, nosotros, los hombres, debemos obrar con sumo cuidado y no tomar como verdadera tan importantísima promesa, sino cuando todas las circunstancias, de las que el cumplimiento de la promesa debe ir acompañada de la manera descrita, se presentan claramente ante los asombrados ojos de todo el mundo.

6. Querido muchacho, verdad es que algunos versos del profeta Isaías cuentan a tu favor, por ejemplo los referentes a tu nacimiento. Pero las restantes cosas que ha predicho este profeta del Mesías prometido y venidero, cuadran contigo tan poco como conmigo, aunque también yo soy un descendiente de David, por lo que estoy lejanamente ligado por parentesco con tu padre José, y era yo quien contribuí mayormente a que la educanda del templo, María, fuese su mujer.

7. Hace más de once años que no he visto a este matrimonio al que estimo tanto, y nunca te he visto como evidente primogénito del segundo matrimonio del José. Por tal motivo no sé de ti sino lo que ayer llegué a saber por tus palabras y las de nuestro levita Barnabé, que también es de Nazaret.

8. Tus especiales capacidades, que según informaciones ciertas exceden enormemente a todo lo que cualquier poder perfecto de la voluntad y de la fe pueda realizar como una maravilla patente, son de tal manera que uno debe fijar su atención particular en ellas y también en el poseedor de las mismas. Sin embargo, se comprende que no puede deducirse con certeza lo que las capacidades deben justificar, aunque como hombre inteligente y sacerdote no puede desatendérselas.

9. En cualquier caso, también el Mesías, igual que vosotros, será un hombre. Sólo sus capacidades y cualidades serán divinas. Lo que concierne a tus cualidades ahora, en tus años juveniles, son de una condición que cabe esperar cosas extraordinarias para tu edad viril. Pero, mira, yo soy un hombre muy entrado en años, y tengo mucha experiencia y con frecuencia también he descubierto en niños muy jóvenes cualidades y capacidades que me decían: "De éste o de aquel muchacho, Jehová evidentemente nos volvió a despertar un profeta grande.» No obstante, cuando tales muchachos se hacían mayores, todas sus brillantes cualidades se perdían como si nunca hubiesen existido, y la persona en cuestión era tan normal como cualquier otro hombre. Éstas son las experiencias que he hecho afanosamente durante muchos años.

10. Así pues conmigo y con un sinnúmero de otros hombres se ha realizado el proverbio siguiente: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente.» Y quizás, mi querido primo, a ti te sucediese también lo mismo, o quizá no, cosa que nosotros, los hombres, no sabemos de antemano. El hombre propone, pero Dios lo dispone, lo dirige. Ahora bien, mi querido y simpático joven primo, ya puedes hacer de nuevo tus preguntas y yo con mucho gusto voy a contestarte.»

11. Dije Yo: «De todo vuestro colegio, tú me eres el más querido. La noche pasada dijiste algunas buenas y claras palabras al sacerdote superior, con lo que le has abierto un poco los ojos sobre la personalidad de Satanás, que por lo menos —y por primera vez en toda su vida— ha recibido una ligera idea de la importantísima doctrina de la analogía, y con esto empezó a comprender que hechos como los míos es imposible que puedan ser realizados por medio de una fuerza mala.

12. Así pues, tampoco se me oculta eso sobre lo que tan secretamente has discutido con el sacerdote superior, que por tal motivo tiene un gran temor a ser traicionado por mí en algo que le produce gran desagrado. Pero este temor está de más en él.

13. Si Yo realizase mis hechos con ayuda de Belcebú, hace mucho tiempo que él habría sido traicionado y condenado. Sin embargo, como Yo hago todas mis obras sólo con la fuerza y el poder de Dios en mí, que sólo quieren el bien y nunca el mal, el sacerdote superior no debe tenerme miedo, porque en mi opinión no debe ser castigado.

14. Ahora hemos desperdiciado el tiempo, hablando de muchas cosas inútiles y dejado aparte la continuación de la historia principal.»

15. Preguntó Joram: «¿En qué consiste? ¡Habla con franqueza y seremos justos en nuestro dictamen, porque también nosotros hemos descubierto mucha equidad en ti!.»

Capítulo 14

1. Dije Yo: «Aquí, delante de vosotros, está en mí el Justo Maher-Salal-Hashbaz, un nombre del hijo de un profeta en el libro de Isaías. Ayer hablamos del Mesías venidero. Yo mismo fui representado como tal, según el texto del profeta Isaías, texto que cuadra exactamente conmigo. Sin embargo, esto fue negado por vosotros.

2. Ayer Yo sólo hablé de mí como de otra persona. Pero hoy Yo mismo estoy delante de vosotros sin el más mínimo miedo. No tengo miedo ni de vosotros ni de ninguna persona en el mundo, pues confío en la eterna fuerza invencible en mí mismo, que verdaderamente no pertenece a ninguna otra persona sino únicamente a mí. Ahora reanudo la misma cuestión de ayer, y en particular te pregunto a ti, Joram, qué piensas de esto. Te invito a que también hables sinceramente, sin temor. En verdad te digo que tampoco tú serás castigado, en lo más mínimo. Ni un solo cabello de tu cabeza sufrirá mal alguno.»

3. Dijo Joram: «Sí, mi más querido y simpático primo en otras ocasiones —espero que no tomes a mal que ahora te llame así, pues estoy muy unido en parentesco con tu padre—, queda siempre una cosa muy delicada, decir: Tú eres el Prometido. Bajo ciertas circunstancias, también sería muy osado mantener esta afirmación, pues existen muchos ejemplos de personas que también en su tierna juventud manifestaban claramente diversas capacidades y cualidades extraordinarias, de tal manera que mucha gente quedó llena de asombro. Sin embargo, más tarde estos niños se hicieron hombres totalmente normales, de manera que no se podía descubrir en ellos huella alguna de sus capacidades y cualidades juveniles.

4. Ahora bien, tal cosa —aunque tampoco sea verosímil— debe ser aceptada como posible también en ti, y por tal motivo sería prematuro adoptar incondicionalmente la opinión de que en ti se halla escondido el Mesías prometido, lo que tú, como muchacho sorprendentemente sabio para tú edad, no me negarás. En atención a tu nacimiento, a tu procedencia y a tus cualidades hasta ahora nunca vistas, sería absurdo negar apodícticamente que tú seas el Mesías prometido, pues tú lo puedes ser o no ser. Por esta razón debemos tener paciencia, luego veremos lo que el tiempo nos deparará. Dime ahora si tengo o no razón.»

5. Dije Yo: «Según el parecer humano, evidentemente tienes razón. Sin embargo, en el corazón humano existe un criterio más profundo y más brillante; y éste ya puede decirte si Yo soy esa clase de muchacho que años más tarde podrá perder todas sus cualidades extraordinarias. Si Yo tengo el poder de crear y de destruir según mi propio arbitrio, ¿cómo voy a querer destruirme a mí mismo?

6. Yo te digo: De mi espíritu interior depende únicamente el ser, es decir, la existencia de todas las cosas. Por tal motivo, también Yo puedo querer lo que Yo quiero, y lo que Yo quiero debe suceder, tal como también te han dicho de mí por boca de otros testimonios, no sólo por la mía. Mas si es así, ¿cómo puedes imaginarte que Yo pudiese perder mis cualidades y capacidades? Pero si Yo no las puedo perder, ¿qué soy entonces?.»

7. Dijo Joram: «Sí, esto todavía continúa sólo una suposición, pero no es una prueba, ni con mucho. Lo mismo que tú dices de ti, también yo puedo decir de mí. Sin embargo, como esto sería demasiado atrevido y algo que nunca me pueda igualar, entonces se burlarían de mí o me encarcelarían por tonto o loco. Ahora tú eres un muchacho muy vivo e inteligente, en una edad irresponsable, y me parece que posees un talento poético, ya desde el seno materno, y por tanto se sonríe a los estallidos de tus gracias.

8. ¿En qué caso puede decir un hombre de sí mismo: "Por mi espíritu interior se creó todo lo que existe?.» Esto tan sólo puede decirlo el espíritu eterno e infinito de Dios, el cual está presente con su ser en todas las cosas. En este caso, tú te has aventurado demasiado alto en tu idea del Mesías. Vamos a quedar siempre con los pies en el suelo y obramos con la diligencia justa para que él nos traiga alimento suficiente. Esto vale más que querer hacernos a algo que es imposible y nunca llegará a ser.

9. Si viene el Mesías, vendrá sólo como un hombre perfecto, pero nunca como un Dios. Sin embargo, con vosotros los judíos, medio griegos, y por tanto también con los medio paganos, es costumbre que metáis incondicionalmente entre los dioses hombres dotados de aptitudes particulares, o que consideráis como tales. De todos modos, esto no debe ser así, pues se infringe sumamente la ley de Dios que reza: "¡Yo soy Jehová, tu Dios! ¡No tendrás dioses ajenos delante de mí!.» Pero me parece que en Galilea no se observa demasiado meticulosamente este mandamiento, de lo contrario nunca se te hubiese podido ocurrir tenerte por Dios!

10. ¡Te invito a dejar de hacerlo en lo sucesivo! Con tus capacidades y cualidades extraordinarias, permanece fiel a Jehová, el único Dios, y deja ser paganos a los paganos, y te irá bien en la Tierra. ¿Qué es la fuerza de un gigante contra la fuerza unida de muchos miles de hombres, por no hablar de la fuerza de un muchacho? Mas si David dice: "Todos los hombres son nada en comparación contigo, ¡oh Señor!", ¿cómo puede imaginarse a un muchacho decir que es un Dios en su espíritu, por el que han sido creadas todas las cosas? ¿Comprendes ahora tu enorme exageración?.»

11. Dijo el sacerdote superior, en este momento: «Por fin, esto es una enseñanza sana y extraordinariamente moderada. Sin embargo, es justo y verdadero, porque está escrito de los galileos que en su país no nacerá profeta alguno. De ahí que los galileos, esos medio paganos, prefieren hacerse ellos mismos dioses. Me parece que ese muchacho tiene las mejores aptitudes para una cosa así! ¡Tú, mi querido muchacho de Mesías, no nos das tan fácilmente gato por liebre, ni nos haces una alfa por una omega! ¡Eso puedes hacerlo en Nazaret pero no aquí, en Jerusalén!.»

Capítulo 15

1. Dije Yo: «A vuestra manera y según vuestro entendimiento, habéis hablado bien porque vuestros pensamientos e ideas apenas alcanzan la distancia de vuestro aliento. Pero si fueseis capaces de pensar más lejos y más alto, entonces me miraríais con otros ojos y os formaríais otro juicio sobre mí. Pero como ya halláis escandaloso lo que acabo de deciros sobre mi espíritu interior, ¡explicadme qué espíritu era el que hablaba por los profetas!.»

2. Dijo Joram: «Era el espíritu de Dios, el mismo por el que han sido creadas todas las cosas».

3. Dije Yo: «Bien, si aquel espíritu que hablaba por los profetas era el espíritu de Dios, como Yo con Él mismo soy capaz de efectuar cosas mucho más grandes de las que han efectuado todos los profetas, a contar desde Enoc? Porque ellos estaban limitados a obrar sólo en cierta esfera. Pero Yo soy ilimitado y hago lo que quiero, y ha de suceder lo que quiero. Sin embargo, si es así ¿cómo puede ser mi espíritu interior otro que aquél que hablaba a través de los profetas?.»

4. Dijo Joram: «Sí, sí, perfectamente; podría ser así si tú no fueses galileo. Pero está escrito en el libro que de Galilea no vendrá profeta. Así pues, debes consentir en que no podemos igualar tu espíritu al de los profetas.»

5. Dije Yo: «¿Nací también en Galilea? ¿No es Belén, la ciudad vieja de David, el lugar de mi nacimiento? ¡Buscad en vuestros registros, si no es así! ¿No era Isaías un profeta verdadero porque también iba a Galilea y allí hacía profecías en las proximidades de la ciudad vieja de Cesárea Filippi? ¡Mirad qué ciegos estáis, y cómo vuestro juicio carece de fundamento!

6. Bien es verdad que la escritura dice que nadie que haya nacido en Galilea puede ser llamado a ser profeta. Mas como ni mi padre sustentador, ni mi madre corporal, María, ni Yo mismo, nacimos en Galilea, sino que hace sólo nueve años que vivimos como inmigrantes forasteros en Nazaret, ¿cómo no debo Yo poseer en mí el verdadero espíritu divino, igual que los demás profetas?».

7. Preguntó el sacerdote superior: «¿No está escrito: "He aquí que yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí" y que antes vendrá Elías y preparará a los hombres para la gran venida del Mesías? ¿Es tal vez tu caso? ¿Dónde está el ángel del Señor, y dónde está Elías?».

8. Contesté Yo: «Verdad es que para hombres de vuestra clase, que están en la aldea y no ven las casas, ni el ángel del Señor, ni su profeta Elías, no han estado presentes. Sin embargo, para hombres que pueden ver, todo esto ocurrió hace doce años. Pero vosotros no visteis, ni reconocisteis el ángel, que hablaba con Zacarías, ni el hijo de éste, engendrado tan maravillosamente; pues no sentís lo que con vosotros no se hace con fuego, relámpago y truenos.

9. Cuando Elías, en su famosa cueva, recibió la invitación de fijarse en cómo Jehová pasaría delante de ella, pasó primero un fuego delante de su cueva abierta; pero Jehová no estaba en el fuego. Luego pasó un viento violento; pero Jehová tampoco estaba en el viento. Por fin pasó un susurro apacible y delicado, apenas sensible, y ved, en este susurro estaba Jehová.

10. Y es exactamente con esto con lo que el gran profeta indica la llegada del Mesías.

11. Verdad es que esperáis fuego y vientos violentos que ya pasaron muchas veces delante de vosotros, pero en éstos no estaba Jehová. Ahora pasa el susurro delicado y apacible delante de vosotros, en el que verdaderamente está Jehová, pero vuestras orejas sordas y vuestros ojos ciegos no lo sienten ni lo sentirán, salvo al borde de vuestra vida, cuando tal observación sea demasiado tarde, y ya no os servirá.

12. Yo creo haber hablado con bastante claridad. ¡Dadme una contestación según vuestra sabiduría del templo!

Capítulo 16

1. Barnabé preguntó a los sumos fariseos si le concedían permiso para hablar conmigo, pues se le había ocurrido una buena idea contra mí. Se lo permitieron, y él empezó a hablar como sigue:

2. «Escucha, mi querido y pequeño Mesías divino de Nazaret, lo que verdaderamente no quiere decir mucho. Tú nos has facilitado unas pequeñas pruebas. Empezamos a oír con nuestras orejas obstruidas y a ver con ojos vendados que tú, por fin, y a pesar de todo, eres el Mesías prometido. Pero precisamente con este conocimiento estamos ahora como bueyes uncidos ante el monte. ¿Qué haremos ahora, o qué debemos hacer ahora?

3. El día ya declina y tú sólo tienes el derecho comprado para hablar hasta mañana, a pesar de ser el Mesías. Por este motivo opino que ahora es el momento adecuado para que hagas tus disposiciones, como te hemos reconocido. Sin embargo, ¿qué va a suceder a partir de ahora con nosotros y el templo? ¿Queda todo igual o queda todo reorganizado? Tú eres ahora el Mesías prometido, traído hasta nosotros por el viento susurrador, lo que ya no podemos seguir negando, pero ¿ahora qué? ¡Habla y actúa ahora, joven Mesías divino y humano, naturalmente desde arriba!.»

4. Dije Yo: «Para tu mala broma, verdaderamente no hubieses necesitado abrir tan indecentemente la boca y mostrar que tienes muchas ganas de vanagloriarte. Pero te faltan los medios materiales y espirituales para este fin. ¿Me comprendes, portador de Balaán? Sin embargo, como ya me has preguntado lo que ha de suceder con vosotros y más tarde con el templo, Yo tengo que darte una respuesta justa.

5. Mira, está escrito como sigue: "Mas cuando venga el Mesías, no abolirá la ley —ni un ápice de la misma—, sino que él mismo la cumplirá perfecta y concienzudamente!.» Él no acabará con el templo, ni con sus servidores, pero castigará su ilegal perversidad y caracterizará a los fanfarrones levitas que se tienen por sabios, como tú, para el reconocimiento merecido de su majadería.

6. Pues, ¿es para ti una tontería mi opinión sobre mí y los textos de la escritura, que también irrefutablemente se refieren a mí? ¡Pruébame tú, que Yo no soy exactamente el mismo, de quien todos los profetas han pronosticado! Mas si tú no eres capaz de probarlo en serio ¿por qué te atreves a burlarte de mí? Cuidado conmigo, que ahora voy a hacerte una pregunta, que deberás contestarme. Caso de que no la contestes a mi satisfacción, te convertirás en un verdadero Midas1 de los paganos.

7. Dime, bromista sin gracia, ¿qué significa el nombre de Jerusalén? Como levita y como novicio de varisar (fariseo), debes saberlo por los libros de Moisés y de Enoc, el libro que Noé salvó a través del diluvio universal, titulado Las guerras de Jehová. Ahora Yo tengo el derecho de pedirte la explicación de palabra, pues la comprensión correcta de este nombre es de gran importancia. ¡Ya puedes hablar!.»

8. El joven levita empezó a rascarse la oreja, pues no tenía ni idea de la lengua hebraica primitiva. Por tal motivo me pidió un poco de tiempo y paciencia, y Yo se lo concedí. Entonces se dirigió discretamente a un viejo escriba, preguntándole si él lo sabía y podía decírselo. Éste tampoco lo sabía y le envió al cabalista Joram. Éste se encogió de hombros, y pasado un rato le dijo en voz baja:

9. Joram: «Verdad es que en los librotes viejos hay cierta explicación etimológica sobre el nombre, y en la cábala también hay cierta mención explicativa, pero es una tesis tan mística, que el Cantar de los Cantares de Salomón en contraposición con ésta es un verdadero juego de niños. Yo mismo no he podido comprender ni lo uno ni lo otro, y por tal razón no puedo ayudarte a salir del apuro.

10. Por lo demás, debo hacerte la observación de que debieras de hablar más moderada e indulgentemente con el muchacho, tanto por su perspicacia y agudeza de ingenio, como por el respeto de su alto protector romano, tanto más cuanto que tú eres quien nos has dado una información más aceptable sobre su extraño ser.

11. ¿No has observado antes cómo sabía palabra por palabra todo lo que durante la noche habíamos deliberado y discutido en secreto sobre él? No digo nada sobre el particular, pero por lo que a mí me respecta, he hallado en ello una enorme señal de la presencia de cierto espíritu en este muchacho, para el que no representa ninguna dificultad, según parece, examinar detenidamente el corazón de cada hombre.

12. Te aconsejo pedir perdón al extraordinario muchacho por el evidente insulto. En caso contrario temo que te juegue una mala pasada. ¡Vete y sigue mi consejo!.»

13. Dijo Bernabé: «Verdad es que tiene el derecho de hablar y que no tolera bromas, así que se le debe pedir perdón. Sin embargo, es curioso que ninguno de nosotros, los del templo, sepa descomponer etimológicamente el nombre de la ciudad».

14. Acto seguido Barnabé se dirigió a mí, y dijo con cara complaciente: « ¡Querido y simpático muchacho! Sinceramente reconozco mi culpa por mi broma tan mala. Te pido de todo corazón que me perdones. Al mismo tiempo te pido que tengas la amabilidad de explicarnos el nombre de "Jerusalén", porque nadie de nosotros sabe nada de él. Se le traduce con la expresión de "Ciudad Santa" o "Ciudad de Dios.» Sin embargo, nadie de nosotros sabe la verdadera composición de este nombre.

15. Verdad es que se cuenta que había existido aquí un lugar llamado Salen, donde vivía un poderoso rey, al que todos los príncipes de aquella época tenían que pagar el diezmo, pues el rey Melquisedec era al mismo tiempo el único y el más auténtico sumo sacerdote de Jehová para todos los hombres de la Tierra, pero por lo demás se sabe muy poco o casi nada de este sumo sacerdote, de sus doctrinas y de sus obras y hechos, así como de su personalidad. Si tú, sin duda alguna, sabes más que nosotros de estas cosas, te pido que nos las hagas saber con complacencia».

16. Dije Yo: «Has hecho bien en hablarme de esta manera, pues de lo contrario hubieras sido caracterizado de un modo que verdaderamente no te habría gustado. Los signos con los que tu cabeza hubiera sido adornada, sin embargo, se hallan ahora a tus pies. ¡Levántalos y aprende de éstos que Yo, con el primero, castigo en cada hombre el sarcasmo petulante, y, con el segundo, que en el lugar donde se trata eternamente de la mayor seriedad vital de todos los hombres de la Tierra, no se gasta una broma fútil y vil. Ahora puedes mirar lo que Yo hubiera hecho contigo por tu mala broma; luego voy a concederte el segundo ruego».

17. En este momento Barnabé se agachó al suelo y levantó dos orejas de burro, perfectamente desarrolladas, que se encontraban delante de sus pies. Se espantó tanto más porque no tenían indicio alguno, como si hubieran sido cortadas de cualquier asno para tal fin.

18. Algunos de los presentes, especialmente Simón y el juez romano, soltaron grandes carcajadas. Sin embargo, los del templo se sentían muy raros y empezaron a preguntarse unos a otros cómo era posible realizar un hecho semejante de una manera natural. Ellos hacían toda clase de conjeturas, pero no podían obtener ni con mucho un resultado plausible y convincente.

19. Pasado un rato, Barnabé dijo: «¿Para qué nos sirven todas nuestras conjeturas? ¡Esto es una maravilla, y nada más! Si el muchacho se hubiese provisto antes de ellas, también habría sabido antes que me burlaría de él. Y esto era una maravilla todavía mayor.

20. Sin embargo, el muchacho ya nos ha dado una prueba memorable de su talento cuando repitió cada palabra de nuestra secreta discusión nocturna, y cuando quería pronunciar en voz alta y en público los pensamientos totalmente secretos del sacerdote superior. Quien puede hacer semejantes cosas, no le será imposible realizar otras maravillas, igualmente incomprensibles para nosotros.

21. Infaliblemente, este muchacho es extraordinario. Soy de la opinión que con el tiempo se convertirá en un Mesías perfecto».

22. Dijo el sacerdote superior: «Tú hablas como un ciego del brillo de los colores. ¡Cuántas veces nos han sorprendido los encantadores persas con sus obras mágicas! Y leer los pensamientos tampoco constituye ninguna novedad para nosotros. ¿Quién no conoce los oráculos de los griegos? Éstos podían leer tan fácilmente los pensamientos, que finalmente nadie se atrevió a acercarse a su proximidad.

23. Amigo mío, con una cosa tan sumamente importante uno debe mirar con otros ojos y formarse un juicio mucho más profundo de las apariciones. Sólo puede empezarse a tomar una opinión mejor cuando se ha examinado exacta y detalladamente todas las cosas, pero con mucho cuidado. No debe hablarse de una fe completa mientras no se hayan comprobado de tal manera todas las señales y circunstancias que nada queda por desear.

24. Esto, querido Barnabé, te sirve de lección, pues siempre te ha ocurrido que con tus conocimientos estimables eres muy crédulo.

25. Contestó Barnabé: « ¡No, yo nunca lo he sido! Si fuese una persona muy crédula, nunca habría llegado a adquirir conocimientos tan fundamentales, que nunca pueden adquirirse por medio de la credulidad. Sé examinar una cosa y una manifestación, y con seguridad distingo la alfa de la omega. Pero en este caso, toda mi inteligencia ha sido demasiado corta y mis muchas experiencias han caído en el río Jordán.

26. Conozco las obras mágicas de los persas y también otras muchas; sin embargo, entre ellos no hay ninguna con la que pueda crearse del aire puro un par de orejas perfectas de asno. También conozco bien los oráculos sabiamente calculados y la adivinación de los pensamientos, así como los oráculos antiguos de Dodona y de Delfos. Pero entre ellos nunca he visto nada semejante a los que este muchacho nos ha mostrado a mí y a Joram, repitiendo palabra por palabra lo que en secreto habíamos hablado.

27. Por esto mantengo mi opinión y digo de nuevo, francamente: Este muchacho es mucho más de lo que todos nosotros jamás seremos capaces de comprender. No quiero afirmar tajantemente que debido a sus habilidades extraordinarias sea infaliblemente el Mesías esperado; pero por lo visto, él puede serlo con mayor razón que ninguno de los que estamos aquí reunidos.

28. Mas ahora, mi querido y joven compatriota, antes de que se haga de noche, deseo que nos expliques el sentido de la palabra de "Jerusalén", así como el de "Melquisedec", tal como nos has prometido.»

29. Dije Yo: «Voy a hacerlo porque tú has hablado muy bien de mí. ¡Pero antes toma con tus manos estas dos orejas del asno por las puntas y aguántalas con los dedos a la altura de tu pecho, y vamos a ver si los magos persas también son capaces de realizar lo que sigue!».

30. Así lo hizo Barnabé, y Yo ordené: «¡Que estas orejas se conviertan en un perfecto, vivo y sano cuerpo de asno!.»

31. En seguida un asno perfecto y bien proporcionado, con piel y pelos, se encontró en medio de la asamblea.

32. Todos se estremecieron ante mi poder de realizar maravillas, e hicieron ademán de huir.

33. Pero el juez romano y Simón no lo permitieron, diciendo: «¡El tiempo ha de ser observado, y el maravilloso muchacho todavía tiene que explicar el sentido de las dos palabras! » .

34. Entonces los del templo se sentaron de nuevo, y con suma estupefacción miraron el asno recién creado. Ninguno de ellos era capaz de decir palabra alguna ni de juzgar cómo era posible efectuar tal maravilla.

Capítulo 17

1. Yo dije: «Para mostraros qué poder poseo y para quitaros el miedo a este animal, Yo mando que deje de existir de la misma manera como fue creado».

2. En el mismo momento el animal desapareció enteramente, de modo que ni un pelillo siquiera restó de él. Después de este hecho todos quedaron aún más estupefactos, y no sabían qué decir.

3. Sólo el valiente juez romano: « ¡Escucha, mi muchacho más querido! ¡En ti debe vivir Zeus o cualquier otra divinidad principal! Yo creo que si tú quisieras también podrías hacer desaparecer un animal natural o un ser humano.»

4. Dije Yo: «Es verdad, y no sólo esto sino también toda la Tierra. Sin embargo, mi sentido, que jamás nadie ha reconocido es mantener todo y no destruir nada. No obstante, para que tú mismo veas que no soy un vano fanfarrón y que soy capaz de realizar lo que digo, os invito de traer una roca tan grande y pesada como queráis, y a ponerla sobre la mesa».

5. Seguidamente fueron a buscar una roca muy dura que pesaba más de cien libras, y con grandes esfuerzos la pusieron sobre la mesa.

6. Entonces mandé: « ¡Disuélvete y hazte etérea, como tu elemento original! .»

7. Y la roca desapareció de tal manera que no restó de ella ni tare siquiera un átomo.

8. Dijo el romano: «¡Mis apreciados amigos, esto no puede hacerlo un hombre, aun poseyendo grandes talentos, sino sólo Dios! Ahora tengo la convicción de que vale más vivir en la mejor amistad contigo, mi querido muchacho, que en cualquier enemistad.

9. ¿De qué nos valdrían a nosotros, los romanos, todas nuestras legiones de los soldados más valientes contra ti? Si tú quisieras, ellos sufrirían el mismo destino que la roca, y en el momento que decidieras dejarían de existir y quedarían disueltos en aire y etéreo. Y con esto quiero decir que tú eres infaliblemente un Mesías de tu pueblo, y que no hay poder alguno que pueda entablar una lucha inútil contigo.»

10. Dije Yo: «Esto no debe hacerte salir canas por ser romano. No he venido a este mundo para convertirme en príncipe mundial ni para fundar un reino mundial de los judíos, sino únicamente para establecer el Reino Divino de toda la vida para todos los hombres de buena voluntad, y a ser posible para perder y destruir el reino de Satanás, que es la muerte en la Tierra. Por este motivo cada reino terrestre podrá existir bien, e incluso mejor si acepta también el Reino Divino, que crearé en la Tierra.

11. Por tal razón debe desaparecer vuestro temor por mi poder divino, pues Yo permaneceré súbdito vuestro hasta la transformación de mi cuerpo, cuando Yo regrese allá de donde he venido. Sin embargo, ahora, al acabar el día, aún tenemos que aclarar más detalladamente las dos palabras».

12. Dijo también Barnabé, visiblemente contento: «¡Alabado sea el Señor! ¡Vamos a oír palabras y a presenciar hechos maravillosos que nos tienen inquietos!.»

13. Yo le pregunté: «¿Por qué te sientes inquieto? Muchas veces has quedado atónito ante las maravillas persas, indias y egipcias, mirándolas con asombro, y nunca te has sentido inquieto. ¿Por qué ahora?».

14. Contestó Barnabé: «Porque aquellas habían sido realizadas de una manera comprensible, mientras las tuyas sólo están basadas en el poder de tu voluntad. Y esto es una enorme diferencia».

15. Dije Yo: «En este caso debo hacerte una observación, antes de pasar a la explicación de las dos palabras.»

Capítulo 18

1. El muchacho Jesús: Hace exactamente dos años que tú andabas vagando por Damasco. Al mismo tiempo venían veintisiete magos de la India. Éstos hacían grandes anuncios, como que el tercer día después de la luna nueva efectuarían magníficas maravillas en la gran floresta, fuera de la ciudad.

2. Entre los muchos anuncios figuraban también los siguientes: cinco magos principales, sólo con sus dedos pequeños y sin aplicar esfuerzo físico alguno, sacarían un poste, que pesaba más de 1.000 libras, enterrado a una profundidad de más de 7 pies —es decir, más de su mitad— y luego lo harían flotar libremente en el aire, de un lado a otro, durante algunos momentos. Lo mismo harían también con una roca de más de 10.000 libras de peso, que no puede ser dislocada, ni por asomo, por trescientos hombres fuertes con las fuerzas de sus manos. Por fin se daría incluso vida por unos momentos a un camello totalmente muerto. Como final de su presentación, se vivificaría por unos momentos una columna estatutaria.

3. Motivados por estos anuncios, el día en cuestión casi todos los habitantes de Damasco estaban presentes en la gran floresta para admirar el anunciado arte de hacer milagros. Tú eres uno de los que estaban más próximos a los magos para ver detalladamente todo lo que ocurría. Quedaste sorprendido por todos los conceptos.

4. Ya conocías las muchas representaciones precedentes pero cuando fueron efectuadas las últimas con precisión sorprendente, abriste la boca y los ojos de estupefacción, y gritaste en voz alta: "¡Nunca hasta ahora se ha representado una cosa semejante! ¡Esto no pueden ser hombres sino sólo dioses, a los que se debe adorar!.»

5. Verdad es que hiciste tal exclamación sobre todo por los muchos paganos de reputación distinguida, que abundaban en esta representación. Sin embargo, interiormente pensaste en Belcebú, y por tal motivo te sentiste muy inquieto.

6. Pero ahora dices también que te sientes muy inquieto por mis maravillas. ¿Qué diferencia encuentras entre mis maravillas y las que viste en Damasco hace dos años?.»

7. En este momento Barnabé se puso muy nervioso. Después de un rato dijo: «Dime, incomprensible muchacho, ¿cómo puedes saberlo? En aquel tiempo, ni tú ni ninguna persona de tu región estabais en aquella ciudad. A excepción de unos pocos colegas del templo, no he referido a nadie este arte de hacer maravillas. ¿Cómo puedes conocer el secreto de mi experiencia tan profundamente escondido?.»

8. Dije Yo: «¡Puedes estar perfectamente tranquilo! Yo consigo saber todas las cosas. Pero por mi parte a nadie se le pone el freno, sino que cada uno queda libre para actuar según la ley o contra la misma. Las consecuencias nunca dependen del poder de mi voluntad, sino del orden y de la santificación de las leyes dadas en la naturaleza, como también de la esfera moral de los hombres.

9. Pero cómo y de dónde Yo puedo saber todas las cosas, esto también es un secreto, que se dará a conocer al mundo dentro de unos veinte años, así como mis restantes hechos maravillosos. Si creyeseis que en mí vive en su abundancia el espíritu del Mesías, entonces comprenderíais pronto cómo y de dónde me son propias tales capacidades, hasta ahora nunca presentes. Mas si no podéis creerlo ni aceptarlo, entonces debéis esperar el tiempo antes mencionado. Luego lo comprenderéis bien, pero nunca podréis imitármelo.»

Capítulo 19

1. Dijo Barnabé: «¡Mi querido y maravilloso muchacho! Te pedimos encarecidamente que expliques hoy las dos palabras "Jerusalén" y "Melquisedec" .»

2. Dije Yo: «Pues bien, pon sólo atención a los radicales de la vieja lengua hebraica: je (esto es), ruh o ruha (la residencia), sa (para él), lem o lehem (gran rey); me o me¡ (de mi), I'ch o lichi (faz o luz), sedek (sede).

3. Vosotros sabéis que los viejos, en la formación de las palabras, pronunciaban las vocales entre las consonantes, pero debido a cierta piedad nunca los escritores. Por tal razón hay que poner las vocales entre las consonantes con tales palabras muy antiguas, y el concepto verdadero de un nombre tan antiguo se explica por sí mismo a través de sus raíces. ¿Estás ahora satisfecho con esta explicación?».

4. Dijo Barnabé: «Sí, estoy muy satisfecho, pero ¿cómo has vuelto a descubrir tales secretos?».

5. Dije Yo: «En este caso, la cosa es como antes. Todo se basa en la fuerza del espíritu de Dios, que desde arriba me glorifica. Sin embargo, todavía falta mucho hasta que puedas comprender cómo es posible tal cosa.

6. Mira, tú lees también la Escritura, pero no encuentras en ella ninguna cosa divina porque la tomas por una obra puramente humana, que ha sido compilada y escrita por diversos hombres para dominar más fácilmente a sus prójimos. Cree que los egipcios lo habían hecho por medio de sus monumentos místicos y gigantes, y los hebreos por medio de sus escrituras místicas. Sin embargo, para la instrucción verdadera de los hombres de nuestra época, ni lo uno ni lo otro tienen ya ningún valor, cosa que todos los sabios del mundo ya habían comprendido y probado de una manera evidente desde hace mucho tiempo.

7. Ahora bien, esto es tu propio símbolo de la fe, pero te digo: Quien considere la Escritura con tu sentido y la observe con tus ojos, nunca hallará cosas divinas en ella y continuará siendo un material inútil, que de vez en cuando tendrá también un sentido para cosas y apariciones extraordinarias si se efectúan exactamente delante de sus ojos. Pero nunca sacará beneficio alguno de ellas, pues para él cada maravilla, por grande que sea, no es sino algo para divertirse, que regocija sus sentidos.

8. De verdad, tales hombres tienen gran semejanza con los puercos, que devoran toda clase de alimentos, aunque no dejan de ser viejos puercos, a los que les gustan igualmente todas las cosas, ya sean inmundicias o pan cocido del trigo más fino.

9. Por esta razón, tales hombres que carecen de una fe espiritual más alta, no leerán las escrituras dadas por el espíritu de Dios a los hombres —por tal motivo estas escrituras han de ser consideradas como palabra divina—, pues al leerlas esta clase de hombres las profana. Está escrito: No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano.

10. Pero Yo añado: Cada Palabra del espíritu de Dios se iguala al nombre de Jehová. Quien la lee como una obra humana es un culpable hombre vanidoso del nombre de Jehová. Mas quien la lee con profundo respeto y veneración de su alma, y cree que la Escritura es de origen divino, pronto y con facilidad hallará en ella también lo divino para despertar y vivificar su espíritu.

11. Si tú y todos vosotros creyeseis en vuestras almas que la Escritura es de origen divino, o divinamente inspirada, ya me habríais reconocido desde hace mucho tiempo, o tenido por lo que realmente soy, y sabríais cómo realizo mis hechos maravillosos. Pero como tenéis la Escritura sólo por una vana obra humana totalmente inutilizable para este tiempo, no os es posible reconocerme como lo que realmente soy, y como no queréis reconocerme como tal, mis hechos os deben ser sumamente incomprensibles.»

12. Dijo Joram: «Mi querido muchacho, me parece que exageras un poco. Pues mira, si entre nosotros hay algunos que no creen en la divinidad purísima de la Escritura, hay otros sin embargo que creen firmemente en ella, y también esperan la venida del Mesías prometido y de su reino; y éstos, al conocerte más de cerca, no pondrán grandes objeciones a que seas el Mesías prometido, del que Isaías predecía más que los demás profetas.

13. Verdad es que en el libro de Isaías la profecía está teñida místicamente, y es muy difícil familiarizarse con la personalidad del Mesías; pero considerándola en su totalidad tiene muchas cosas que se igualan a ti. Por otro lado, hay pasajes que no corresponden ni a ti ni menos aún a un Mesías verdadero, que descienda directamente de los cielos. Así pues, sabio muchacho, comprenderás por ti mismo que aun los que creen firmemente —para hablar con sinceridad— están muy lejos de convencerse del asunto del buen Mesías, y que verdaderamente es muy difícil orientarse clara y convenientemente según el sentido de las profecías.

14. El asunto siempre queda en una simple leyenda popular, originada desde hace mucho tiempo por el deseo abrigado en el pueblo, y en este caso los romanos tienen razón al decir: Ubinam vanis invectis superlativum tradit gens, nihil quam aquam haurire! (Cuando el pueblo cuenta exageraciones de los rumores vanos, no se hace más que sacar agua. O dicho más claramente: Poco le importan al pueblo las leyendas populares.) Y así, esto ocurre también en parte con el asunto del Mesías. Puede que tenga importancia o no, y de esta manera casi se va a sacar una gota de agua sana del pozo de Jacob. ¿Qué dices tú a mis explicaciones, mi muchacho más simpático? .»

15. Dije Yo: « ¿Cómo rezan los pasajes de los presagios dados por Isaías, que no pueden ser aplicados ni al Mesías, ni a mí, preferentemente?».

16. Contestó Joram: « En este caso, mi joven amigo, tengo que buscar el libro. No recuerdo de memoria esos pasajes, pues se leen raras veces y en tales casos se olvidan muchas cosas, especialmente de la esfera de los profetas. Pero, espera un poco, pronto vamos a tenerlos».

17. Dije Yo: «Propongo que como hoy se ha hecho tarde, lo hagamos mañana. Por otra parte, desde la mañana ninguno de nosotros ha tomado nada para fortificación del cuerpo. Por tal motivo propongo suspender la sesión, tomar una cena, y mañana continuar con nuestro tema.»

18. Todos se mostraron conformes con mi propuesta. Así que abandonamos el auditorio y nos fuimos al albergue.

Capítulo 20

1. Yo, el juez y el viejo Simón fuimos al albergue, en el que ya habíamos pasado una noche, y donde los viajeros de Nazaret solían detenerse cuando iban a Jerusalén.

2. Ya era una vieja costumbre en Jerusalén que cada ciudad de todo el reino judío tuviera un albergue que llevara el mismo nombre. El motivo era que si alguien de Jerusalén, o de otra ciudad, quería arreglar alguna cosa, u obtener informaciones de cualquier ciudad, sólo necesitaba dirigirse al albergue que llevaba el mismo nombre, donde sin duda alguna se encontraba con una o varias personas de la ciudad en cuestión, las cuales venían a Jerusalén para efectuar aquí ciertos negocios.

3. Con el tiempo esta costumbre se extendió también por Europa. En épocas anteriores, los rótulos en las posadas tuvieron también un fin similar. Sin embargo, hoy en día no se ve huella alguna para este fin.

4. Yo añado esta explicación sólo para que se comprenda más fácilmente cómo al anochecer del tercer día mis padres hubieran debido hallarme sin dificultad, pues me habían buscado y habían preguntado dónde pasaba el día en el albergue llamado Nazaret.

5. Después de cenar, la mayor parte de los del templo se acostaron. Sólo Joram y Barnabé consultaron el libro de Isaías, buscando en él pasajes o textos que no convenían en modo alguno ni a mí ni a otro Mesías. No obstante, con el tiempo también los dos fueron vencidos por el sueño y se acostaron.

6. Para los cansados, la noche pasa en un abrir y cerrar de ojos, como sucedía en este caso. Los del templo querían dar otra vuelta en sus camas, pero la claridad del día les forzaba a permanecer despiertos y a cumplir con sus cometidos, cosa que no debía gustarles ni por asomo. Tampoco a Joram ni a Barnabé, porque en todo el libro de Isaías no pudieron hallar ningún pasaje convincente que me forzara a callar.

7. Al buscar estos pasajes, Joram dijo a Barnabé: «¡Es para volverse loco! En otras ocasiones tengo inmediatamente delante de mis ojos docenas de pasajes adecuados para este fin, y desde hace una hora estoy buscando como un cuervo cansado su nido y no hallo nada, absolutamente nada.»

8. Dijo Barnabé: «¡No tiene demasiada importancia! En el caso de que el muchacho quisiera hacerse Mesías debido a sus cualidades extraordinarias —si éstas las conservara también en la edad viril—, pues que se haga. ¡Qué nos importa! Al abandonarle estas cualidades, ya desistirá por sí mismo de su idea. En todo caso, lleva contigo el libro, por si las moscas. Es muy posible que lo usemos a lo largo del día de hoy. ¡Vámonos ahora al auditorio, pues la mayoría ya se hallará reunida allí! ».

9. Acto seguido ambos se levantaron y se fueron sin demora al auditorio.

Capítulo 21

1. La discusión del tercer día dio comienzo cuando Joram y Barnabé ocuparon sus puestos.

2. A la señal del juez romano, que me tenía gran afecto, me presenté primero y dirigí mis palabras a Joram, diciendo: «Hoy es el tercer día que volvemos a reunirnos aquí, en esta sala del auditorio. Ahora se trata de que tú, tal como ofreciste ayer, me muestras algunos textos del profeta Isaías que, según tu parecer, no van a convenirme ni a mí ni a ningún Mesías venidero».

3. Dijo Joram: «Querido muchacho, lo haría con mucho gusto, pero ya hace mucho tiempo que olvidé los textos en cuestión, y me ocasionaría un gran embarazo buscarlos delante de ti, que debido a tu enorme memoria pareces tener firmemente en la cabeza, palabra por palabra, toda la Escritura. Por este motivo vamos a abstenernos de hacer tal cosa, por lo que hemos visto y oído de ti, podemos considerarte como el Mesías prometido. Sin embargo, buscar ahora los numerosos textos en la Escritura nos costaría demasiado tiempo y trabajo.»

4. Dije Yo: « ¡No, amigo mío, esto no me conviene! Ahora queréis desembarazaros de mí de una manera muy inadecuada, pues lo mismo os da si hay o no un Mesías. Lo único que os importa es llevar una buena vida y recoger gran abundancia de oro, plata y piedras preciosas. Pero ahora se trata seriamente de los siguiente: ¿Soy Yo el Mesías prometido, o debéis esperar otro?

5. En el caso de que lo sea, entonces el Reino de Dios ya habrá venido a vosotros y por la Escritura sabréis lo que habréis de hacer, si sois hombres de buena voluntad. Pero en el caso de que Yo no sea según vuestra opinión comprobada en el libro del profeta, entonces podréis quedaros con vuestros viejos pecados hasta que la muerte sea vuestro destino final. Sin embargo, como ya habéis gastado mucho tiempo y trabajo en busca de los textos adecuados para vosotros, os invito de darme el libro para ahorraros mucho tiempo y trabajo.»

6. Dijo el sacerdote superior: «En este caso vas a buscar sin duda alguna todos los textos que mejor se adaptan a ti.»

7. Dije Yo: «¡Bueno, búscame algunos pasajes que se adapten lo menos posible a mí! ».

8. Dijo el sacerdote superior: «Bien, quiero servirte en esto sin demora. ¡Dadme el libro!.»

9. Se le entregó el libro y con semblante de importancia buscó en él hojeándolo. Sin embargo, durante algún tiempo no pudo hallar lo que convenía. Por fin halló algo, según su parecer, pues su cara irradiaba cierta satisfacción, y su cresta sacerdotal pronto empezó a alzarse peor que la de un pavo enojado. Con cierto énfasis dominador puso el libro abierto delante de sí, en la mesa, y seguro de triunfar, colocó su dedo índice en el texto, diciendo:

10. El sacerdote superior: «¡Ven acá, joven Mesías de Galilea. Lee el texto y dime si también se adapta a tu persona! ».

11. Dije Yo: « ¿Por qué me llamas para que lea el texto de tu libro? El espíritu que vive en mí ya lo sabía mucho más antes de que fuese escrito por Isaías. Y tú has elegido un texto que redunda en triunfo sobre ti. ¡En verdad te digo que tú no hubieses podido hallar mejor texto para mí!.»

12. En ese momento, el sacerdote superior se levantó lleno de ira y habló furiosamente: «¿Qué dices? ¿Ya conocías este texto antes de que el profeta lo hubiese escrito? Te advierto contra semejante petulancia, muchacho de Galilea. ¡Sólo tienes doce años y pretendes haber conocido el texto antes que el profeta! ¿Te has vuelto loco?

13. Aunque hablas de tu alma o de tu espíritu —lo que siempre es la misma cosa— es imposible que tu alma sea más vieja que tu cuerpo, que según el testimonio de Moisés ya debía existir antes para que el alma pudiese entrar en él.

14. ¿No dice Moisés: "Dios formó al hombre del polvo de la tierra y le sopló en la nariz un alma viva"? ¿No quiere decir esto muy claramente que el cuerpo de cada hombre, al servir de vivienda para el alma, debe existir antes que ella misma? Pues, ¿dónde puede estar el alma sin el cuerpo? Así pues, joven galileo, piensa bien dónde estás y delante de quien!».

15. Dije Yo: «Haciendo abstracción de que aquí eres sacerdote superior sólo por protección mundana, y no por superior vocación espiritual, y haciendo abstracción de que estamos reunidos aquí, en el antiguo auditorio del templo, te digo secamente y sin rodeos a la cara que juzgas peor de las cosas espirituales que un ciego de los colores.

16. Si Dios sopló un alma viva por la nariz al cuerpo acabado de Adán, entonces sin duda alguna existió el alma antes en Dios, y no podía estar en otro lugar porque Dios es infinito en su ser, y bien mirado fuera de Él nada puede existir.

17. Sin embargo, Dios, existiendo eternamente, no puede contener en sí cosas temporales y pasajeras, o algo que sólo ahora se va a formar, sino que lo que está en Él es eterno, como Él mismo. Sus pensamientos y conceptos, eternamente grandes, pueden ser puestos fuera de sí como si estuviesen separados de Él, según la apariencia, para llegar a recibir una existencia independiente, y cuando lo realiza, efectúa un acto de creación con el ser creado en su pensamiento, ser creado que ha sido separado de su pensamiento por medio de su poder y de su sabiduría. Y sólo ahora empieza el tiempo, o mejor dicho, el estado de independencia permitido por Dios, en el que el ser creado se hace un ser permanentemente independiente y libre, como si estuviese separado de Él, aunque en el fondo del fondo tiene todavía su existencia en Él.

18. Si las cosas son así, ¿cómo no iba Yo a haber existido en el espíritu y en Dios antes de que el profeta hubiese escrito sus textos inspirados por Dios?

19. Además, te equivocas mucho si piensas que el espíritu y el alma son lo mismo. En los hombres, el alma es el producto espiritual de la materia porque en la materia yace sólo lo espiritual, para ser libertado de su condenación. El espíritu puro, sin embargo, nunca ha estado condenado, y cada hombre tiene el espíritu que le ha sido dado por Dios, el cual hace y guía todo con el hombre a nacer, pero no se une con el alma verdadera hasta que ésta ha pasado al orden de Dios, y con esto se ha hecho puramente espiritual.

20. Sin embargo, todavía te falta mucho para que esta transición se efectúe, pues acabas de mostrar que tú nunca has recibido idea alguna de tu propio espíritu, sin el cual te sería imposible vivir.

21. Pero Yo conozco a mi espíritu y desde hace mucho tiempo soy una cosa con él y por eso puedo mandar también a toda naturaleza, porque el espíritu es verdaderamente un espíritu divino, y eternamente no puede ser otro, porque fuera de Dios no puede haber espíritu, que no sería espíritu de Dios. Te invito a ti y a todos los demás a que meditéis sobre este asunto, y sólo después de haberlo considerado seriamente vamos a pasar al texto, que no debe ser conveniente para mi persona.

22. No obstante, a ti, sacerdote superior, te doy el consejo de que te comportes conmigo dentro de los límites de la justa moderación, de lo contrario irritarás pronto el poder de mi espíritu divino contra ti. Lo que Yo soy capaz de hacer, ya lo conociste ayer, así que ya sabes lo que te espera si sobrepasas tus límites. Pues, Yo tengo derecho a hablar sobre cosas de Jehová, un derecho que hemos convenido ante todo, y pagado con mucho oro. Ya es malo que a vosotros, que queréis ser servidores de Jehová, haya que compraros el derecho a hablar, medido en horas, y todavía es peor si además no se permite usar el derecho pagado.»

Capítulo 22

1. En este momento el juez dijo: «Pero tú, simpático muchacho, venido directamente de los cielos, ya eres ahora más sabio que todos los hombres sabios que han vivido en la Tierra. ¿Qué llegarás a ser? Sin duda alguna eres un verdadero Mesías (mediador entre Dios y el hombre), porque hasta ahora ninguna persona ha expuesto tan claramente y con tan pocas palabras las diferencias entre materia, alma y espíritu. Verdaderamente, esta enseñanza merece incluso una recompensa peculiar, pues nunca se ha oído hablar con tanta sabiduría».

2. Dije Yo: « ¿Qué recompensa pudieras darme que Yo no pudiera devolverte por mil? En verdad te digo: Quien con amor puro y verdadero para con Dios y para con su prójimo hace bien a los menesterosos, me lo hace a mí y se le retribuirá mil veces. Pero de la misma manera queda retribuido el mal que alguien hace a su prójimo».

3. Preguntó el juez: «¿Quieres indicarme más detalladamente el mal que no se debe hacer al prójimo? Deseo saberlo, porque en mi calidad de juez, con frecuencia me hallo en la posición de hacer mal al prójimo, aunque muchas veces contra mi voluntad. No obstante, nuestra ley es una ley férrea y no acepta consideración alguna, ni siquiera con sus propios hijos. ¡Haz el favor de decirme algo interesante sobre el particular!

4. Contesté Yo: «Si tú hubieras hecho las leyes, podrías cambiarlas; pero ellas son la vieja voluntad del pueblo, bien ideada, y es tu deber castigar a los pecadores contra tal voluntad del pueblo. Sin embargo, si lo haces concienzuda y justamente no harás mal, sino sólo bien.

5. Pues cada miembro de una gran sociedad humana debe observar las leyes, que deben inspirar sus máximas de vida; quien no quiere observarlas, debe soportar las severas y obligadas consecuencias, como hombre obstinado que desobedece el orden común del pueblo.

6. Encargado por el pueblo o por el representante que gobierna el pueblo, que puede ser un rey o incluso un emperador, el juez que ejerce severa y justamente la ley, no puede sino hacer bien, porque limpia de mala hierba el campo de la siembra humana. Si tú haces esto, cumples con tu deber y eres un bienhechor de los hombres amantes del orden.

7. Sin embargo, si tú, en calidad de juez, pones principalmente la atención en que un hombre extraviado no sea castigado sino más bien corregido, entonces posees una virtud de los cielos en tu corazón. En tal caso observas el dogma eternamente verdadero del amor al prójimo, que reza así: "Lo que tú razonablemente no quieras que se haga contigo, tampoco lo hagas a tu prójimo.» Y con esto estás justificado ante Dios y ante los hombres, y no necesitas hacer caso de lo que verdaderamente es bueno y de lo que es malo.

8. Si los que se han sentado en las sillas de Moisés y de Aaron obraran y hubiesen obrado de la misma manera, nunca habrían sido subyugados por vosotros, los romanos. Pero como no permanecieron fieles a la ley vieja, que igualmente fue dada a todos los hombres, sino que establecieron sus propios estatutos según su capricho, Dios apartó también su mirada de ellos y los puso bajo la férula de los paganos, bajo la cual quedarán debido a su imperdonable obstinación.

9. Tú eres pagano y me reconoces. Éstos son judíos, hijos de Jehová, no me reconocen y difícilmente me reconocerán. ¿Qué te parece? ¿Cómo es posible que ya en aquella época hablara un profeta ante orejas sordas: A los suyos vino, y los suyos no le reconocieron y no le recibieron. Sea como fuere, ahora te he demostrado cómo están las cosas y es tiempo de mirar más detalladamente aquellos versos buscados y hallados por el sacerdote superior, que no deben corresponder con mi persona.»

Capítulo 23

1. Seguidamente el sacerdote superior empujó el libro hacia mí, diciendo: «¡Lee tú mismo y convéncete!.»

2. Yo tomé el libro y se lo di al juez, mostrándole en voz alta los pasajes a leer, y también le pedí leerlos en voz alta, para que nadie pudiese decir que Yo leía los textos a mi favor. Esto el juez podía hacerlo con gran facilidad, por estar familiarizado con la mayoría de las lenguas orientales y particularmente en la escritura hebrea antigua, que sabía leer mucho mejor que todos los del templo juntos.

3. Espontánea y alegremente, el juez tomó el libro y leyó lo siguiente: «Porque nos ha nacido un niño, hijo tenemos, y el principado sobre su hombro, y se llamará Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en justicia y en juicio desde ahora y para siempre. Esto hará el celo de Jehová de los ejércitos.» Luego el juez preguntó al sacerdote superior si había leído bien los versos.

4. El sacerdote superior dijo que sí, acompañando sus palabras con una profunda inclinación.

5. Luego el juez continuó hablando: «Según mi opinión, habéis buscado exactamente un pasaje que describe perfectamente como ningún otro a este joven, simpático y sabio muchacho.

6. Una virgen da a luz a un hijo, al cual llama Emanuel, esto ya lo hemos discutido —por lo menos según mi criterio subjetivo— de tal manera que a mí no me cabe la menor duda de que este muchacho es exactamente aquel hijo —mencionado antes por el profeta—, el cual según vuestra declaración es de la bien conocida virgen María.

7. Y si no me equivoco, el centurión Cornelio me contó el otro día el maravilloso nacimiento de un muchacho en Belén, que tuvo lugar —a falta de un albergue mejor— en un establo vacío para ovejas. Él me lo contaba con gran entusiasmo, pues tenía una íntima participación en el desagradable destino de aquella familia memorable, y dijo que se había informado varias veces sobre ella, pero que desde la partida de aquella familia de Egipto no le había sido posible saber nada de ella. Siento mucho que él tuviese que dirigirse a Tiro debido a negocios del gobierno, de lo contrario ahora habría estado aquí, sin duda alguna.

8. Pues bien, está claro el nacimiento profetizado de este muchacho, y cualquiera que tenga sentido común y criterio sano no puede mantener lo contrario ante el tribunal.

9. Respecto a lo de que comerá mantequilla y miel para más tarde comprender y elegir lo bueno y desechar lo malo, imagino según la antigua tradición egipcia una analogía, que, quizá —sólo según mi opinión— quiere decir tanto como que él estará lleno de amor y sabiduría, y reconocerá perfectamente lo verdadero, puro y bueno, así como lo malo.

10. Acaba de darme una prueba ante vosotros de que es capaz de hacerlo como ningún otro sabio de todo el mundo. Así pues, tiene sin duda alguna la mayor abundancia de miel y de mantequilla espirituales, como ya os ha demostrado suficientemente a vosotros, los más sabios del templo. Vosotros todavía podéis aprender de él muchas cosas, pero él, sin duda alguna, ninguna de vosotros. Y esto ya muestra cuánta miel y cuánta mantequilla ha debido tomar hasta ahora.

11. Sin embargo, todo esto demuestra con gran evidencia que él verdaderamente es el Emanuel anunciado por los profetas y nacido de una virgen, y que desde ahora en adelante ninguna virgen dará a luz tal hijo en esta Tierra.

12. En todo el gran imperio romano nunca he llegado a conocer un hijo de doce años que —prescindiendo enteramente de sus incomprensibles cualidades para realizar maravillas– sólo se iguale a él hasta en lo más mínimo. Así pues, creo que el pasaje segundo del profeta, que nos habéis presentado, corresponde exactamente a él, como el primer texto que él nos puso como pregunta preliminar.

13. Verdad es que nos nace un Hijo de todos los hijos, y un Hijo del seno de los dioses —como solemos decir nosotros los romanos—, que se nos da a nosotros, los hombres mortales, cuya incomprensible potestad él mismo lleva sobre sus propios hombros, con lo cual no necesita ayuda alguna.

14. El profeta caracterizó sus cualidades por los nombres citados, y decidme vosotros mismos si le falta una sola.

15. ¿No es maravilloso en su facultad intelectual, en sus palabras y en sus hechos?

16. ¿Qué sabio de la Tierra puede darme un consejo más sabio que este verdadero y puro hijo de los dioses?

17. Espero que nadie, habiéndole oído hablar y visto obrar, dude de que posee en todos los aspectos una verdadera omnipotencia, tanto espiritual como material.

18. También por su valor intrépido contra vosotros, conocidos como sacerdotes sumamente altaneros, que os hacéis adorar y alabar más que todos los dioses, ha manifestado suficientemente su denodada heroicidad.

19. Su espíritu necesariamente es eterno y uno con el espíritu de Dios, como os ha demostrado de manera fácilmente comprensible, con muy pocas palabras. A mi modo de ver, haría falta estar obcecado con la obscuridad de todas las noches para no sentir inmediatamente cuál es el origen de su espíritu.

20. Además, únicamente Él puede dar la paz verdadera e interior al hombre, y por ello sólo Él es un verdadero príncipe de todos los príncipes de la Tierra, y Él puede dar la paz al hombre como ningún otro príncipe de esta Tierra, esto ya lo he sentido.

21. Únicamente Él puede volver a establecer el antiguo y verdadero reino de David —destruido ya desde hace mucho tiempo por vosotros— y fundar un dominio del que todos los príncipes de la Tierra, a pesar de sus cetros y coronas, queden eternamente súbditos; porque es el reino del reconocimiento más claro, y siempre quedará el más poderoso en el mundo, y no puede ser subyugado enteramente por ningún poder. Pero donde está la luz que penetra en todas las cosas, también allí hay un juicio justo y una perfecta justicia.

22. Y, finalmente, también está escrito: "El celo de Jehová hará esto." ¿Quién pudiera ser si no el espíritu de Dios, que llena enteramente a este muchacho? Sólo el mismo Señor Zebaot. ¡Esto sentí en el primer momento! ¿Por qué no lo habéis sentido vosotros, que evidentemente os concierne más que a mí, que soy un pagano?

23. ¡Por todos los dioses y oráculos del mundo! ¿Qué enormemente ciegos, estúpidos y malvados debéis ser para no sentir ni comprender inmediatamente de dónde ha empezado a soplar el viento! ¡Yo, un pagano, tengo que decíroslo!

24. ¿Qué diría aquel profeta que escribió tal predicción, ante vuestra obscura e imperdonable obstinación, si resucitara y apareciera ante vosotros?

25. ¿No os da vergüenza aparecer tan ignorantes y ciegos ante los ojos de aquél cuya voluntad sólo os permite vivir esta mala vida, detestable y fútil, de la que vosotros mismos tenéis la culpa y de ejercer vuestra obscura dominación? ¿No podría hacer con vosotros lo mismo que hizo ayer con el asno vivo y con la roca grande?

26. Y luego pensáis de todos modos que era la verdad y la justicia —o ante un dios al que no conocéis y en el que nunca habéis creído, o ante el mundo ante el cual habéis echado panzas y aún pensáis en haceros más gordos— y un Dios verdadero de una manera más natural y sublime está delante de vosotros, dotado de todas las cualidades que la fantasía humana pueda imaginarse en un dios.

27. Ahora quiero que me digáis, viejos pedazos de alcornoque, cómo os imagináis un dios. ¡Sin duda alguna tenéis formada una idea de Él! ¡Hablad, pues ahora os mando que me contestéis!»

Capítulo 24

1. Estas duras palabras del juez romano desconcertaron enormemente a nuestros sacerdotes, y con el susto no eran capaces de hablar coherentemente sino sólo de balbucir. El sacerdote más concentrado seguía siendo Joram, que se levantó de su silla, se inclinó respetuosamente ante el juez, y dijo:

2. Joram: ¡Altísimo soberano, severo y justo juez sobre toda la ciudad de Jerusalén, y aún más allá! A nosotros nos resulta muy difícil formarnos una idea verdadera del ser de Dios, porque en el libro de Moisés se nos prohíbe expresamente hacernos cualquier idea comprensible de Él. Por esta razón no hallarás imagen alguna en nuestro templo, y por tanto los sentidos externos del hombre pueden hacerse un concepto intuitivo de la divinidad.

3. A pesar de esto, los padres —como Abraham, Isaac y Jacob— frecuentemente tuvieron visiones en las que siempre veían y hablaban con Dios sólo en una perfecta forma humana, aunque está escrito en el libro de Moisés: "Nadie puede ver a Dios y al mismo tiempo vivir; porque Jehová, tu Dios, es fuego consumidor y vive en la luz inaccesible."

4. Pese a todo, una vez Moisés pidió ver a Dios, aun cuando muriese instantáneamente. Entonces, en el monte de Sinaí, Dios habló a Moisés: "¡Escóndete en esta cueva! Voy a pasar por allá. Cuando oigas que te llamo, sal de la cueva y verás mi espalda.»

5. Pero en nuestro tiempo, cuando por un lado se trata de averiguar si Dios tiene forma, y por otro —según la interpretación de las leyes estrictas de nuestra religión— está establecido que Dios no tiene forma alguna, y que está penado creer de otra manera, es muy difícil formarse una idea de Dios, y con el tiempo ya no es posible, aunque el espíritu humano ansía poseer un Dios formal. Así pues no puede parecer mal que los paganos se imaginen a su Zeus como un hombre perfecto. Tenemos sólo la palabra de Jehová, más allá no hay otra cosa.

6. Por lo que a mí me respecta, sólo como ser humano, siento como tú que este muchacho es suficientemente bueno y poderoso para ser un dios. Pero piensa ahora en el pueblo que cree en la doctrina de Moisés y de los profetas. El templo es el viejo centro de su beatificación. A él trae el pueblo sus deseos, sus esperanzas y en él cree estar cerca de su Dios, donde le oye a través de la oreja del sumo sacerdote y le contesta por las oraciones del mismo y de sus asistentes. Si al pueblo le quitas súbitamente esto y en lugar del Arca de la Alianza pones este muchacho divino, muy pronto tendrá una revolución general en todo el país.

7. Somos chiflados porque estamos forzados a serlo. Si esto no fuera así y no dependiera de ello nuestra vida y el bienestar del pueblo, hace mucho tiempo que habríamos dejado de ser chiflados. ¿O crees tú que es muy fácil presentar al pueblo algo que no existe y de lo que no puede hacerse una idea?

8. Por lo que a mí respecta, tengo al muchacho por lo mismo que tú le tienes; pero ante el pueblo tengo que continuar la vieja chifladura y no manifestar, ni por asomo, que en mi interior creo otra cosa que la que sustento públicamente.

9. Si con el tiempo el poder del muchacho llama la atención del pueblo sobre sí, y el pueblo lo reconoce y lo toma por lo que es, entonces el muchacho convencerá fácilmente a todo el templo, y éste, a su vez, no le pondrá dificultades. Pero no podemos desprendernos tan fácilmente de una cosa vieja, en la que existen tantos intereses importantes, como si se tratara de un viejo armario al que hay que sustituir por otro.

10. Esta es mi opinión, que sin duda alguna todo el templo compartirá conmigo, y no creo que nadie me contradiga.»

11. Dijo el juez: «Sí, verdad es que por el momento no puede objetarse mucho contra esta opinión. Sin embargo, si vosotros creéis en la misión de este muchacho, podéis llamar la atención del pueblo sobre el muchacho de una manera adecuada, y mostrar al pueblo quién ha venido ahora a este mundo.»

12. Dijo Joram: «Esta solicitud puede ser considerada como justa, y quizá se pueda hacer algo a favor de la propuesta. No obstante, siempre será una empresa osada, que podrá ocasionarnos muchos problemas, tanto a nosotros como al buen muchacho.

13. Pues en primer lugar el muchacho no se queda en el templo, porque hoy o mañana será llevado de nuevo por sus padres a Nazaret, un lugar que se halla demasiado lejos para enviar allí a todos los que quieran informarse sobre él.

14. En segundo lugar, centenares de miles de hombres nos preguntarían seriamente por qué razón quien fue anunciado por el profeta no toma vivienda en la casa que únicamente a él le corresponde, y que sin duda alguna es el templo.

15. ¿Y qué razón podríamos dar al pueblo para explicar porqué prefiere Galilea y Nazaret a la ciudad de Dios? Pronto diría el pueblo: "La ciudad y el templo deben ser culpables de algún grave mal; esto ha de ser investigado y en caso de una gran culpa, ésta ha de ser expiada."

16. En fin, hagamos lo que hagamos, siempre despertaríamos la susceptibilidad del pueblo, que nos causaría muchos problemas. Por tal motivo pienso que en este caso sería mejor no decir nada al pueblo, sino dejar el asunto enteramente al muchacho y al tiempo.

17. Venga lo que venga, por lo menos nosotros estaremos preparados por la experiencia que hemos tenido durante estos tres días, y podemos prepararnos todavía mejor. Por lo demás, que hable el muchacho y decida lo que quiere, porque difícilmente podremos contrariar a su voluntad.»

Capítulo 25

1. Dije Yo: «Ahora estoy aquí para informaros de que Yo he venido para hacer la voluntad y las obras de quien me envió, a quien conozco bien porque Él vive plenamente en mí, pero al que vosotros no conocéis, según habéis confesado.

2. Moisés pidió verle y sólo vio su espalda. Esta visión le cegó durante tres días, y su rostro se iluminó tanto que debía cubrirlo al dirigirse al pueblo, cuyos ojos nunca hubiesen soportado el brillo de la luz.

3. Sin embargo vosotros podéis mirarme perfectamente al rostro, y ningún brillo de luz insoportable ciega vuestros ojos. ¿Por qué? Porque esta carne esconde a Él, que vive en mí. Pero a pesar de esto, aquí está más de lo que estuvo allá. Pero a pesar de esto, aquí está más de lo que estuvo allá. Pero vosotros no lo sentís, porque delante de vuestros ojos pende el triple velo de Moisés, y todavía penderá por mucho tiempo hasta que no reconozcáis a quien ha venido a vosotros de los cielos más altos.

4. Verdad es que podéis hablar bien con el juez, pues no puede sino prestar oídos a vuestras palabras bien dichas. Hablar conmigo, sin embargo, es más difícil, porque Yo percibo también los pensamientos secretos de vuestros corazones, y estos pensamientos tienen un sentido totalmente diferentes al de vuestras palabras. Por tal motivo me sois sumamente antipáticos y desagradables, porque os limpiáis exteriormente, pero en vuestro interior, en vuestras almas, estáis llenos de suciedad.

5. Si el juez, en cuyo interior no se halla falsedad alguna, os invita a llamar la atención del pueblo sobre mí y a regocijarlo con el cumplimiento de su esperanza, ¿por qué buscáis circunstancias vanas para no poder hacerlo?

6. Pues Yo os lo digo francamente: vosotros, y no el pueblo, no queréis que se conozca. ¡Vosotros sois mis peores adversarios! Pero esto no es demasiado importante. En primer lugar, mi tiempo aún no ha llegado, y en segundo lugar este templo ha sido profanado de tal manera que Yo nunca podría vivir en él. En verdad os digo que vuestro prestigio nunca crecerá por mí.

7. Mostráis enfado porque Moisés os ha prohibido hacer cualquier imagen de Dios, pero poco os importa si delante del pueblo vosotros mismos os hacéis dioses y le ensañáis que Dios no hace nada sin vuestra intervención, ni presta oídos a otros ruegos que a los que salen de vuestra boca. ¡Decidme si Moisés también os ha mandado eso!

8. Verdad es que debéis guiar al pueblo por los caminos que conducen al cielo, porque esto es la voluntad de Dios y esto mandaron Moisés y su hermano Aarón. Sin embargo, vosotros hacéis exactamente lo contrario y consideráis vuestra profesión, Dios, el pueblo y el templo sólo como una gorda vaca de leche, y pretendéis que únicamente vosotros tenéis derecho a ordeñarla, por la voluntad divina.

9. Sinceramente os digo que Dios, al que negáis con cada aliento y con cada latido del pulso, nunca os ha dado este derecho, y que vuestras oraciones muertas y maquinales nunca han sido ni serán oídas por Dios.

10. Porque si Dios oyese vuestro griterío y vuestros graznidos de cuervos, en verdad os digo que entonces Yo también debería saber algo de esto. Pues lo que el Padre sabe, sabe también el Hijo, es decir, lo que sabe mi corazón (amor), también lo sabe mi intelecto.

11. Y a pesar de esto, decís: "Si tú, hombre, pides algo a Dios, de nada te valdrá. Sin embargo, si nos traes sacrificios y nosotros oramos para ti, entonces te servirá nuestra oración. Sólo nosotros, los sacerdotes, estamos autorizados a orar con provecho, pero el pueblo ha de traer sacrificios y ayudar orando con los sacrificios abundantes.

12. De esta manera explotáis dos veces al pueblo: en primer lugar, tomáis la décima parte de todo los frutos y todos los primogénitos de los animales domésticos, y por los primogénitos de los hombres os hacéis entregar una cantidad de rescate bastante elevada. En segundo lugar, molestáis continuamente al pueblo para recibir sacrificios, y prometéis largas y continuas oraciones, que nunca cumplís.

13. Pues entre vosotros decís: "¡Si oramos o no, esto de nada vale al que trae sacrificios; sólo el sacrificio que nos ha traído con buena intención puede servirle de algo!." Y así tampoco hacéis nada por lo que os habéis hecho pagar.

14. ¿Con quién debo equipararos? Siempre habéis ido contra Dios. Sois enteramente como lobos voraces, que van cubiertos en pieles de ovejas para que no huyan de ellos y poder devorarlas con sus agudos dientes sin esfuerzo alguno. Pero así como es ahora vuestro trabajo, así os será también pagado el sueldo allá en el reino espiritual. ¡Os lo digo Yo, y podéis creerme con confianza: mi promesa será cumplida sin falta!.»

Capítulo 26

1. El sacerdote superior se enojó mucho con mis palabras, y me preguntó: «Muchacho, ¿quién te dio el derecho a amenazarnos, a nosotros los sacerdotes del templo? ¿Hemos hecho acaso nosotros los estatutos, según los cuales debemos obrar y actuar ahora? ¡Tan sabias fueron tus palabras anteriores como imprudentes han sido las últimas! ¿No sabes tú que un solo golpe no derriba un roble, y que es vano alterar algo que de ninguna manera puede cambiarse? ¡Corrige al pueblo si puedes! El pueblo de los judíos es un árbol muy viejo, al que no puede doblarse como una varita de avellano joven.

2. No queremos dudar en modo alguno que Dios te ha proporcionado una elevada vocación, pero esto no es una razón para pisar las viejas instituciones fundadas por Moisés —quizá con algunos arreglos adicionales, requeridos por las condiciones del tiempo—, ni de caracterizarnos de lobos voraces cubiertos con pieles de ovejas, a nosotros, los administradores del templo. Todavía no hemos devorado a persona alguna; sin embargo, sí hemos castigado a cualquier blasfemador contra Dios o contra el templo, y a los fornicadores. Así pues, no hemos hecho sino lo que Moisés nos mandó. ¿Acaso hemos obrado injustamente y contra las leyes de Dios?

3. Si hablas con nosotros, te aconsejo que medites tus palabras. En el caso de que halles algo malo en nosotros o en el templo, dínoslo con palabras infantiles o inofensivas, y entonces veremos qué se podrá hacer. Pero con amenazas teosóficas no lograrás nada de nosotros.»

4. Dije Yo: «Dada vuestra índole, nadie ha logrado nunca cosa alguna ni con palabras suaves ni con palabras agrias. Así pues vosotros quedaréis como sois hasta el fin del mundo. Por esta razón, vuestra gracia será otorgada a los paganos.

5. ¡Mirad sobre el mar grande hacia el continente de Europa! Este continente está habitado por puros paganos; muy raras veces va un judío hacia allá. Pues hacia allá será trasplantada la gracia de los cielos.

6. Sin embargo, dentro de unos setenta años se buscará la ciudad de Jerusalén y el templo, y no se hallará el lugar donde estaba la ciudad ni donde estaba edificado el templo, y luego se dirá: "¡Qué importa dónde estaba el viejo lugar, y dónde se había erigido el templo! Vamos a elegir el lugar más conveniente y allí construiremos un templo de Salomón, y le arreglaremos como estaba antes."

7. Así dirán y harán; pero tan pronto como vayan a poner manos a la obra, un fuego poderoso saldrá de la tierra y maltratará a los trabajadores y al material.

8. Después de varios ensayos malogrados, poderosas tribus desde el oriente hasta el mediodía invadirán este país y lo destruirán, y vosotros seréis dispersados y perseguidos de un extremo a otro de la Tierra.

9. Así acontecerá con vosotros, porque os habéis alejado arbitrariamente de las leyes y de los viejos estatutos de Dios, y en lugar de éstos habéis introducido los vuestros, humanos y egoístas, y os habéis engordado con la gran ganancia que os ha rendido la manipulación de vuestros estatutos humanos.

10. Leed las crónicas del templo y sus sucesos secretos, y desde los tiempos de los profetas hallaréis cosas ante las cuales los cabellos de cada hombre que piensa con justicia humana, se erizan hasta la punta del Líbano.

11. Cada sacerdote y profeta que proponía seriamente alejarse de los terribles estatutos humanos de la casa de Jehová y volver a introducir los estatutos netamente divinos, ha sido apedreado.

12. ¿Cuánto tiempo hace que fue estrangulado por vuestras manos el sumo sacerdote Zacarías, cuando sacrificaba del modo puro en el templo?

13. El pueblo, que respetaba y amaba mucho a Zacarías, quería saber de vosotros qué había sucedido con el hombre de Dios, cuando fue nombrado en su lugar un nuevo sumo sacerdote.

14. Luego mentís de una manera sumamente insolente al pueblo, diciendo con una expresión de fingido respeto: Zacarías había orado en el sanctasantórum para todo el pueblo; entonces se le volvió a aparecer el ángel del Señor, cuya cara brillaba más que el sol al mediodía.

15. Y el ángel debió decir al asombrado hombre de Dios: "¡Oh, fiel servidor del Señor! ¡Has cumplido tu misión terrestre y has sido justo ante Dios! Por esta razón debes ahora dejar esta Tierra, y como eres igual a Enoc y Elías en cuerpo y alma, sígueme hacia el trono de Dios, omnipotente en el cielo, donde te espera una gran recompensa.

16. Acto seguido, Zacarías, con ojos enteramente transfigurados y celestiales, había mirado al cielo y desaparecido súbitamente del templo y de esta Tierra en brazos del ángel.

17. Además habéis colocado una roca blanca en el lugar ficticio, con esta inscripción: "El lugar de la transfiguración de Zacarías, el hombre de Dios." Y con esto demostrasteis de nuevo vuestra inocencia ante el pueblo. Respetabais ante el pueblo al hombre de Dios, cantando diversos salmos, mientras vosotros, como sus peores enemigos, le habéis asaltado y estrangulado como asesinos entre el gran altar de los sacrificios y el sanctasantórum, cuando él estaba orando de rodillas.

18. Sin embargo, igual como sucedió a Zacarías, sucedió también a muchos profetas y verdaderos sumo sacerdotes en el orden de Aarón. Luego les habéis erigido monumentos sublimes de cara al pueblo, y hasta ahora les habéis mostrado toda clase de respeto.

19. ¡Decid si no es así! Calláis y permanecéis mudos de miedo porque Yo acabo de descubrir tales hechos ante vosotros. Verdad es que vosotros, por vuestra posición, presumís de estar seguros ante el brazo de la justicia mundial. Siento que este brazo no os alcance, porque fuera de mí no se hallará testigo alguno contra vosotros. Sin embargo, Yo no necesito el brazo de la justicia mundial, ni tampoco atentaré contra vuestra vida ni os castigaré. Pero si persistís en vuestras perversas maquinaciones, entonces sucederá con vosotros lo que Yo os he anunciado. Acabo de hablar. ¡Ahora, hablad vosotros!.»

20. En este momento la cara del juez tomó una expresión extremadamente severa y amenazadora, y me dijo: «Si tú quieres, acabaré con estas máscaras de servidores de Dios. Tu testimonio me basta por completo».

21. Dije Yo: «¡Déjalo, ya está bien! Mira, Yo en mi voluntad, tengo poder en abundancia y puedo aniquilarlos en un abrir y cerrar de ojos, pero ni tú, ni el pueblo ni tampoco Yo ganarían nada con ello. Ahora ya basta con la luz crepuscular que les hemos proporcionado en sus noches obscurísimas. Una luz clara de día les cegaría aún más, y con ellos a todo el pueblo de los judíos. Esto sucedería si les castigaras ahora rigurosa y severamente debido a sus abundantes, grandes y graves pecados. Ellos se enredarán en sus propias redes, y en ellas perecerán.

22. Sin embargo, a todas las cosas se les ha puesto una medida para el hombre en la Tierra, tanto para lo bueno como para lo malo; de la misma manera se ha puesto también una medida a cada institución y a cada pueblo. Cuando la medida está colmada de cosas divinas y buenas, el pueblo y su país empiezan a abundar en bendiciones; pero si el pueblo y su país se llenan de cosas malas, una justicia severa y sin perdón les caerá en parte. El pueblo acabará de jugar su papel malo y el país se transformará en un desierto, como en un futuro no muy lejano ocurrirá también con este país.

23. ¡Quien pueda y quiera comprenderlo, que lo comprenda! Ahora se aproxima el tiempo en el que se pregunta a los hombres de qué espíritu son, y sus hechos se les podrá leer de la frente. Pues de la escuela, de la que Yo he recibido mi instrucción y sabiduría, de la misma escuela, muchos discípulos de mi amor recibirán su saber, y entonces también sabrán lo que Yo sé y harán lo que Yo hago. Este tiempo todavía no ha llegado. No obstante, cuando llegue, ya lo sentiréis, y entonces podréis acomodaros a las circunstancias.

24. Ahora acabo de hablar. Quien todavía tenga algo que decir, que lo diga, pues sólo voy a quedarme poco tiempo entre vosotros. Aquellos que piensan haberme perdido, pronto llegarán a Jerusalén y me hallarán aquí.»

Capítulo 27

1. Dijo Joram: «Querido muchacho, de verdad sentiríamos mucho haberte ofendido en algo y que pienses en abandonarnos tan pronto. ¡Escúchame, muchacho divino! Ahora deseo hablar abiertamente unas palabras contigo y mi deseo es que no me interpretes mal. Si te pido un consejo, no vas a callar ante mí ni ante nosotros».

2. Dije Yo: « ¡Habla, aunque sé lo que vas a decir, y qué consejo necesitarás! Sin embargo, habla en voz alta por los demás aquí presentes, porque a ellos es más necesario comprender tus palabras que a los dos.»

3. Seguidamente Joram se acercó a mí, y me dijo: «No tengo duda alguna de que tú eres aquél que nos fue prometido y cuya llegada esperan todos los judíos, y con ellos también las demás naciones. Lo que mayormente ha abierto mis ojos han sido tus conocimientos sumamente exactos de las malas y libres maquinaciones, desde hace ya mucho tiempo, en el interior del templo.

4. Pues así es y así ha sido desde hace mucho tiempo, y desgraciadamente esto también fue la razón por la que el importante país de Samaria se separó enteramente de nosotros, y de que ahora no estemos mejor con Galilea que con Samaria. Con nosotros no puede hablarse de un espíritu, ni por asomo. Sólo por una política obligada por la necesidad recibimos todavía la pequeña reputación del templo.

5. Verdad es que yo era participante forzoso en la disciplina negra de los muros de Salomón pero, aun comprendiendo el mal, individualmente no podía hacer nada contra ella, porque con nosotros cada resolución efectiva depende del gran consejo, y en él siempre decide la mayoría de votos. Con mi voz yo nunca estaba de acuerdo con tales circunstancias, como tú nos las has citado y descubierto, sino que me oponía siempre, lo que no producía provecho alguno a los condenados.

6. Ahora comprendo muy claramente que en estas circunstancias el templo no puede existir más de siete decenios, y por otro lado siento muchísimo que esta respetable institución deba perderse evidentemente, tanto más cuanto que los esenios y los saduceos empiezan a aventajarnos fuertemente en la proximidad.

7. Pero también en este asunto uno se pregunta seriamente qué se puede hacer todavía por mantener al templo para los siglos venideros. Me parece que en ti, muchacho divino, está presente en toda la abundancia aquella sabiduría, que según mi opinión podría dar un consejo decisivo.

8. Y ahora, por fin, como tú debes ser el Prometido —sobre lo que yo no tengo la menor duda— consideremos todavía algo sumamente particular sobre el Mesías, tomado del libro del profeta de Isaías.

9. He aquí el capítulo 53. A mi modo de ver es una cosa extraña la descripción del Mesías, que es enteramente idéntico a Jehová. Se menciona su ser humano diciendo que muchos se enfadarán con Él porque su parecer es más desfigurado que el de los otros hombres, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres. (Isaías, capítulo 52, verso 14.)

10. Y en otro pasaje se dice: "Era el más despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.» (Isaías, capítulo 53, verso 3.)

11. Cuando contemplo tu figura enteramente sana, que por añadidura es de gran gracia y hermosura, y cuando ahora veo cómo eres apreciado, de verdad tengo que objetar que el profeta se equivocó. ¿O qué quiso decir el profeta con estas palabras? .»

12. Dije Yo: «¡Sí, esto será finalmente la señal verdadera de que yo soy el Prometido! Pues todo lo que está dicho se efectuará casi literalmente en mí. Sin embargo, en lo que se refiere a mi figura corporal, la declaración del profeta no se remite a ella, sino que el profeta expresa en sentido figurado sólo la disposición equivocada del ánimo y el modo falso de pensar de los hombres actuales, en contraposición a los cuales mi disposición del ánimo y mi modo de pensar se mostrarán como una figura fea, atrofiada por toda índole de enfermedades y dolores.

13. Por este motivo seré muy despreciado por los hombres respetables y ricos de este mundo, y se huirá de mí como de la carroña, y si se lo permiten desde arriba, se me perseguirá como a un peligroso criminal, como ya ha resultado evidente con vosotros, pues si Yo no estuviese aquí ante vosotros como un hijo humano bajo la protección romana, y si ya se cumpliese el tiempo en que la Providencia Divina os permitiese atentar contra mi vida, nunca me salvaría de vuestras manos.

14. Sin embargo quedaréis mayormente como ahora sois, hasta que más tarde venga el gran juicio contra vosotros, del que el profeta Daniel profetizó cuando estuvo en el santo lugar.

15. No obstante, todo podría cambiar si reconocieseis vuestra gran equivocación, si hicieseis penitencia y os convirtieseis enteramente. Pero esto será muy difícil con vosotros, y por lo tanto el consejo que os he dado es en balde y sin provecho, pues vosotros estáis demasiado apegados a vuestro prestigio mundial y a vuestros tesoros terrestres, y éstos os precipitarán en el juicio. Yo no doblo la vara de la justicia, condenando vuestra conducta —aunque puedo hacerlo por mi omnipotencia— sino que lo haréis vosotros mismos con vuestro apego al mundo.

16. Pero tú piensas que Yo debería daros ahora una instrucción justa. Entonces celebraríais consejo, consultando cómo podrían ser participados al pueblo, de una manera imperceptible, todas estas cosas en cuestión. Verdad es que celebraréis consejo, pero vuestro dinero y vuestra reputación en el mundo os contrariarán, y os dirán: "¡Quedamos lo que somos; primero queremos esperar a ver si este juicio nos va a castigar; una institución tan vieja y fuerte no debe acobardarse por un muchacho de Galilea!.» Luego mi consejo será desechado por la mayoría de votos y quedaréis como sois ahora y, a decir verdad, mucho peor.

17. ¡Sacaos de encima vuestro dinero y vuestra plata; sacaos de encima vuestras muchas piedras preciosas y la gran cantidad de las perlas. Distribuidlo entre los hombres pobres, y dad la mayoría que aún os quedaría al emperador, que únicamente tiene derecho a amontonar los tesoros de la Tierra y a usarlos en tiempos de necesidad. Vivid sólo según lo que Moisés os ordenó. Arrepentios de vuestros muchos sacrilegios, violaciones y maldades, expiad vuestros pecados con obras de amor verdadero para con el prójimo. No tengáis secretos con el pueblo; sed verdaderos, fieles y justos en todas vuestras palabras y acciones, y actuad siempre con vuestras intenciones buenas, y nunca os enfrentéis a hombres despertados por el espíritu de Dios, y el juicio no os caerá en parte y el templo existirá hasta el fin del mundo!

18. Porque Dios, el Señor, no quiere tener a los hombres como máquinas de su omnipotencia, sino sólo como hijos enteramente libres e independientes. No necesita vuestros sacrificios ni vuestras oraciones. Sólo quiere que le reconozcáis en vuestros corazones, que le améis sobre todas las cosas, y a vuestros hermanos pobres como a vosotros mismos. Haced todo lo que sabiamente queráis que tal harán también con vosotros. Así volveréis a hallar toda la gracia con Dios y le seréis agradables, como a una madre sus hijos más queridos, y Él os protegerá como una leona a sus cachorros, y cuidará de vosotros como una gallina a sus pollitos.

19. ¿Podéis hacerlo? En verdad os digo que podéis hacerlo si tenéis la voluntad necesaria para ello; pero esta voluntad os falta y os ha faltado siempre. Así pues, Yo, al igual que todos los profetas y videntes que han vivido antes que Yo, hemos hablado a corazones y orejas sordos.»

Capítulo 28

1. Dijo Joram: «Esto no quiero considerarlo como cosa hecha y decidida. Con el tiempo maduran las uvas, y si Salomón tiene razón al afirmar que en el mundo todo es vano, también podría ser que la profecía que das ahora fuera también vanidad, y a pesar de todo realizáramos tu consejo, que verdaderamente debemos tomar a pecho. Mira, algunos de nosotros estamos de acuerdo con lo que dices. Verdad es que somos la pequeñísima parte de los habitantes del templo, pero puede que seamos poco más o menos los supremos, competentes y con autoridad. ¿Qué piensas tú de esto?.»

2. Dije Yo: «Así ha sucedido muchas veces en esta casa y algunas veces hasta mucho mejor, y a pesar de ello nunca prevalecía la mejor parte sino siempre la mayoría, o sea el montón que siempre sabía hacer el mayor ruido. No obstante, te lo digo a ti y a cada uno que piensa como tú y actúa según piensa, pues con la superabundancia de los hombres malos, el justo no quedará sin consideración ante la cara de Dios.

3. Vosotros, según consejo general, os habéis hecho construir una arca nueva de la alianza y os habéis procurado un recipiente nuevo para depositar el "agua maldita", no aconsejada por profeta alguno, la cual es la peor invención de los últimos tiempos. En verdad os digo que era innecesario, tanto el arca nueva como el recipiente. En vez de esto, ¿por qué no habéis renovado vuestros corazones con una penitencia justa a Dios, y transformado vuestro viejo sentido de influencia y poderío en el mundo en otro de amor y misericordia verdaderos?

4. En verdad os digo que la vieja arca de la alianza, llena del espíritu de Dios, se encuentra ahora en mí delante de vosotros, y os digo francamente a la cara que en vuestra nueva arca de alianza no se halla ni una gota de un espíritu de Dios. Por el contrario, contiene mucho del viejo espíritu malísimo, engendrado en vuestros corazones; y "el agua maldita" son las lágrimas malas por las cosas materiales perdidas, de las que habéis esperado mayores ganancias; y la mayoría de aquellos hombres que os denunciaban a los romanos perecieron miserablemente por "el agua maldita", cuando conseguíais cogerles con vuestras garras.

5. Pero de ahora en adelante ya no os servirá ni el agua mil veces maldita. Verdad es que se decidió que aquellos, al hacer una traición en cosas divinas contra el templo en beneficio de los enemigos de Jehová —como eran los filisteos y otros paganos muy hostiles de tiempos pasados— debían tomar el agua mala del Mar Muerto, y si el agua en cuestión no les causaba ningún daño, eran considerados inocentes. Pero si se les hinchaban los vientres, deberían ser entregados a sus funestos destinos como culpables, y perecer bajo los efectos del agua muerta. Sin embargo, ¿cuánto tiempo hace ya que este estatuto ha sido modificado por otro?

6. ¿Cuántos miles de hombres han perecido como consecuencia de vuestra nueva agua envenenada, sin que hubiesen hecho la mínima traición de las cosas puramente divinas del templo a cualquier pagano malo? ¿Por qué no habéis tomado vosotros mismos el agua muerta, como vosotros mismos habéis revelado a los paganos con frecuencia y en secreto —pero por mucho dinero y oro— en el sanctosantórum?

7. Mira, esto y otras cosas más por el estilo ocurren aquí en el templo. Sí, esta supuesta casa de Dios en la Tierra se ha hecho una verdadera cueva de ladrones y asesinos, pues no hay atrocidad alguna que no haya sido cometida varias veces en este templo. ¿Pensáis, quizá, que tal lugar siga siendo todavía bastante bueno como residencia de Dios, el Señor? En verdad os digo: Con la espada, en la que pega la sangre de tu hermano, nunca entrarás en campaña, porque en ella existe una antigua maldición, y nunca ganarás una victoria luchando con ella.

8. Sí, todavía podéis limpiar vuestros corazones si queréis hacerlo seriamente, pero nunca podréis limpiar estos muros. Vosotros mismos tenéis una ley, según la cual todo un país, una casa, un campo, un animal doméstico y un hombre, pueden ser impurificados para siempre por un gran pecado contra el espíritu de Dios. ¿Por qué no este templo, en el que han tenidos lugar las peores y más escandalosas atrocidades?

9. Pero Yo os digo que no sólo este templo, sino todo el país, desde hace mucho tiempo, ha sido impurificado sobremanera sin poder ser salvado ni purificado de nuevo. Por este motivo será pisado y destruido en lo sucesivo por los paganos, y quedará como vivienda de los ladrones y fieras rapaces y voraces.

10. Yo os he dado sinceramente mi opinión y con ella podéis hacer ahora lo que queráis. Voy a abandonaros pronto, y lo que acabo de deciros lo he hecho sólo ante vosotros y no ante otras personas, aunque Yo siempre sabía cómo estaban las cosas con vosotros. No voy a hablar a nadie de estas cosas, pues sé que sería en vano. Pero si queréis, aún podéis cambiar este asunto. No obstante, estos muros no servirían para nada. ¿Lo comprendéis?.»

Capítulo 29

1. Acto seguido el sacerdote superior volvió a tomar la palabra, y dijo: «¡Dime ahora, muchacho de Galilea, semidiós y semihombre, ¿a dónde vas a dirigirte para que no volvamos a verte por mucho tiempo? Pero opino que como eres nazareno e hijo del carpintero José y de su mujer María, a los que conozco bien, y como yo o alguien de entre nosotros sin duda alguna visitaremos una, dos o tres veces al año aquellas aldeas galileas, no resultará muy difícil verte allá como personalidad muy conocida y discurrir contigo sobre una continua reorganización del templo. ¿Qué piensas sobre esto, joven profeta de Galilea?»

2. Dije Yo: «Si tu corazón también estuviese presente en tus palabras, aún te daría una respuesta satisfactoria. Pero en este caso no mereces otra respuesta que la que acabo de darte.

3. Tú puedes venir una o mil veces a Nazaret. Nunca me verás ni me hablarás, pues cuando vengas Yo lo sabré con bastante anticipación. Pero a dónde me dirigiré entretanto, esto no lo sabrás ni tú ni ninguno de tus compañeros del templo.

4. Te aseguro que es sumamente difícil buscar y hallar a quien es omnisciente. Verdad es que cuando venga el tiempo permitido por el espíritu, que está en mí, volveréis a encontrarme. Si todos vosotros seguís mi consejo, entonces no me haré esperar por mucho tiempo, y Yo mismo me dirigiré a vosotros. Pero de lo contrario, sólo como ya he indicado.»

5. A esta exposición mía, el sacerdote superior ya no contestó nada, pues le enojó mucho que Yo no le tributara homenaje alguno de respecto a él, que hizo de representante del sumo sacerdote. Pero los otros lo veían con mucho gusto, pues para ellos era un verdadero tirano.

6. Acto seguido, Barnabé volvió a acercarse a mí, y dijo: «Dime, sabio muchacho, ¿cómo entiendes tú los siguientes textos del capítulo 54 del profeta Isaías? Contienen el consuelo a Sión y rezan como sigue:

7. "¡No temas, que no serás confundida; y no te avergüences, que no serás afrentada: antes te olvidarás de la vergüenza de tu mocedad, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria.

8. Porque tu marido es tu Hacedor: Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel. Será llamado Dios de toda la Tierra.

9. Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a mujer moza que es repudiada, dijo tu Dios.

10. Por un momento te abandoné, pero te recogeré con gran misericordia.

11. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo tu redentor Jehová.

12. Porque esto será como las aguas de Noé. Así como juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la Tierra, así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré."

13. Mira, estos importantes versos de Isaías me parecen muy favorables y consoladores a pesar de tus amenazas contra Jerusalén y contra el templo. Si puedes referirte también a estos textos, entonces creeremos plenamente que tú eres verdaderamente el Mesías prometido, y todo el templo será derribado, y para todos los tiempos de los tiempos se construirá uno nuevo en el monte puro de Libanón.»

14. Dije Yo: «Todo lo que se ha escrito hasta ahora sobre mí también era posible hacéroslo comprensible. Sin embargo, lo que desde ahora en adelante se va a referir de mí y a mis obras, esto será sumamente difícil o incluso imposible de hacéroslo comprender.

15. Porque aquella "virgen", que no será confundida, y que no se avergonzará porque no será afrentada, sino que olvidará la vergüenza de la mocedad y no tendrá más memoria de la afrenta de la viudez, no es Jerusalén ni su templo. Así pues, nunca pueden usarse los sentidos figurados de "virgen" ni de "viuda.»

16. La virgen de la que habla el profeta será hecha por mí, y consistirá en mi nueva doctrina de los cielos, dada a los hombres. Se la llama virgen porque no ha sido abusada por los sacerdotes egoístas y fornicadores para sus indignos y desaprensivos unes mundanos.

17. Sin embargo, mi futura doctrina se llamará también viuda por poco tiempo, porque Yo seré tomado de ella debido a vuestra ira y a vuestra venganza, pero sólo por el permiso de quien está en mí y nunca fuera de mí. Yo seré también el marido de esta virgen y de esta viuda, porque ella será fundada por mí. Pero quién es el Hombre que ha fundado a la virgen y a la viuda, esto podéis leerlo en los versos del profeta, así como las promesas hechas a ella; porque Yo mismo soy este Hombre y las promesas sólo interesan a la virgen misteriosa.

18. Mucho más tarde vendrán tiempos, como Daniel los describió, en los que se abusará gravemente de esta doctrina, pero nunca de la misma virgen, sino de los hijos y nietos de la virgen pura, y de la viuda. Claro está que éstos no participarán de mis promesas, pero sí la "virgen", emanada de mi boca, y sus muchos hijos puros.

19. Mira, así será la cosa y así sucederá, y eternamente será de esta manera. Pues en adelante no estaré en relación alguna con vosotros ni con vuestro templo. Yo vine aquí para salvaros, pero vosotros no me habéis reconocido ni aceptado. En los sucesivo vendréis cuando las contrariedades y dificultades empiecen a atacaros. Sin embargo entonces no os reconoceré, ni aceptaré. Espero que me hayáis comprendido bien.»

20. Dijo Barnabé: «De verdad te digo que se necesita una gran paciencia para soportarte con el corazón sereno, pues te comportas con más insolencia. Sea como fuera, nosotros vamos a tener paciencia y a esperar todavía. Tu comportamiento y la cosa contigo me parece como un relámpago, el cual al formarse produce súbitamente una luz muy fuerte, y hasta hace estremecer la tierra con el trueno que siempre lo acompaña. Pero pronto todo habrá acabado y entonces quedará más obscuro que antes.

21. Evidentemente, eres un fenómeno sin igual en tu manera de ser, y pese a tu obstinación imperdonable, nos has proporcionado gran placer. Muchacho, podría ser usado tu talento, pero debes recibir otra educación. Tus calidades verdaderamente sublimes, y hasta ahora desconocidas, deberían reunir un poco más de humanidad, y en los sucesivo serías un hombre extraordinario en el mundo, como hasta ahora nunca ha existido. Sin embargo, con tal severidad, si no cambias, conseguirás muy pocos amigos entre los hombres de este mundo. Si hicieses todavía más progresos con tu poder especial y no tuviese que temer a enemigo alguno, entonces serías verdaderamente temido por todos los hombres, pero nunca serías amado ni apreciado. Mas yo prefiero ser amado por todo el mundo que temido. ¿Qué opinas de mis palabras?.»

22. Dije Yo: «Tú dirías la verdad si todos los hombres fuesen buenos y limpios de corazón. Pero como en la Tierra hay hombres muy distintos, de los que unos pocos son buenos y otros muchos perjuros y maliciosos, en verdad te digo que sería una tarea dificilísima para un hombre justo y cabal conseguir ser amado igualmente por toda clase de hombres. Se debe ser malo con los malos y bueno con los buenos y, mira, esto es tan imposible como ser una índole de luz que al mismo tiempo disemina la mayor claridad, y en el mismo lugar también la mayor y más intensa obscuridad.

23. Yo te digo: Los verdaderos amigos de la eterna verdad invariable de Dios me amarán extraordinariamente; pero los hombres que hollan las leyes y las verdades divinas, y viven como si no hubiera Dios, éstos deben temerme. Porque hombres de esta índole llegarán a saber que Yo no soy amigo de bromas y que retribuyo a cada uno según sus obras, pues únicamente Yo tengo la eterna omnipotencia para hacerlo».

24. Dijo Barnabé, sonriéndose: «Pero muchacho, tú hablas de "eterno" y apenas tienes doce años. En tu celo por ser el Mesías, vuelas demasiado alto. ¡Estate tranquilo y te vamos a escuchar con mucho gusto!.»

25. Dije Yo: «¡Me fastidias! Al decir esto, ¿me refiero acaso a mi cuerpo que sólo ha existido doce años en esta Tierra? ¿No os di ayer a todos vosotros una explicación suficiente sobre la eternidad del espíritu que vive y obra en mí? ¿Por qué me reprochas mi celo de Mesías que vuela demasiado alto? ¡Primero debes comprender lo que se dice a ti. Después mira si eres capaz de hablar a favor y en contra mía, y evidentemente sobre cosas que para ti están más lejanas y son más desconocidas que el polo más distante de la Tierra!».

Capítulo 30

1. En este momento se levantó otro anciano y dijo: «Ahora bien, ¿qué sabes tú del polo más distante de la Tierra? Dime algo sobre esto, por favor, pues he oído hablar de ello a un griego que viajaba mucho.»

2. Dije Yo: «No sólo sé de los polos de la Tierra, sino también de todos los polos eternamente distantes de todos los cielos de Dios. Pero para proporcionarte una idea de todos los polos en cuestión, debería instruirte por lo menos durante mil años. Como esto es imposible, te digo otra cosa:

3. A aquellos que crean en mi doctrina y obren según ella, les daré mi espíritu, el cual les hará verdaderos hijos de Dios y les guiará en toda la verdad y sabiduría. La infinidad no debe encerrar nada sobre la natura y al espíritu, que les debe quedar desconocido.

4. Si quieres hacerte discípulo de mi doctrina, pronto recibirás también algo de los dones del espíritu de Dios, y llegarás a conocer mejor los polos de la Tierra de lo que hasta ahora has aprendido a conocer.»

5. Al escuchar mi respuesta, el anciano que había hecho la pregunta abrió los ojos, sin olvidar mis palabras, pues el hombre en cuestión ya no era viejo, aunque sin embargo era uno de los más sabios entre los ancianos. Porque muchas veces un hombre joven recibía el título de anciano si poseía una fortuna suficiente para conseguirlo, es decir, el oro y la inteligencia necesarios, de los que no carecía el interlocutor que preguntaba. Su nombre era Nicodemo, que más tarde, cuando empecé mi misión, enseñando mi doctrina, se hizo también mi discípulo secreto y serio, como ya es conocido.

6. El anciano alerta había escrito secreta y profundamente en su corazón todas mis palabras. Se levantó de su asiento y se dirigió a mí, apretándome amablemente las manos y diciéndome en secreto: « ¡Querido y simpático muchacho maravilloso! Si vuelves a venir a Jerusalén, visítame a solas. Nosotros dos nos entenderemos fácilmente. Y si tus padres necesitan algo, que se dirijan solamente a mí. Me llamo Nicodemo».

7. También Yo le apreté amablemente la mano y le dije: «Si vienes a Nazaret será el único de todo vuestro colegio que me hallará, y si te falta algo, ven a nosotros y te ayudaré en todo lo que necesites. Por lo demás, tu buena voluntad ya la considero como obra.

8. Pero como tú al mismo tiempo eres alcalde permanente de todos los ciudadanos de Jerusalén, vigila que del lado del sumo sacerdote dominador, que no me quería conceder el honor, no se hagan vejaciones dentro ni fuera del templo, para no verme forzado a hacer que se lleve a cabo el juicio sobre esta ciudad antes del tiempo señalado.

9. ¡Piensa en mí! Mi nombre es Jesús Emanuel, y mi espíritu se llama Jehová Zebaot. ¡Ahora ya sabes lo que has de hacer! ¡Confía en mí y no verás la muerte!.»

10. Cuando Nicodemo escuchó estas palabras, su alma se regocijó interiormente, pero no mostró ningún sentimiento a sus colegas.

Capítulo 31

1. Seguidamente el juez romano se frotó la frente y dijo en voz alta: «¡Ahora escuchadme otra vez! Según todo lo que he visto y observado en este muchacho durante los últimos tres días, y según todo lo que Él nos ha dicho, nos muestra fácilmente que Él es sin duda un ser diferente a nosotros, hombres sumamente débiles, miserables y mortales de esta Tierra.

2. Verdad es que según su nacimiento pertenece a la tribu de los judíos, y por consiguiente está en parte bajo las leyes del templo, y en parte, como todos los judíos, bajo nuestras leyes. También observé que el espíritu de este muchacho es el fundamento de todas las leyes, así como las de cada país, y de cada orden social. Es el fundamento también de todas las leyes de la naturaleza, de toda la materia y de todos los espíritus, leyes que nunca nos pueden ser manifestadas. Al mismo tiempo el muchacho es un juez profundamente sabio y justo, y en su ser no hay ni un átomo de maldad, ni siquiera en apariencia. ¿Qué deben tener que ver todavía nuestras leyes con Él, que sin duda alguna es un Señor sobre las leyes?

3. Por tal motivo lo elevo hasta el cielo sobre todas nuestras leyes romanas y también sobre vuestras leyes del templo, leyes sin valor. Y con esto también declaro solemnemente que este templo es demasiado indigno de recibir su santa personalidad, y que tantas veces como desee visitar la mala ciudad de Jerusalén, encontrará la más amable y agradable recepción en mi palacio, evidentemente más puro que el templo. Esta recepción deberá ir acompañada de los mayores honores que los hombres mortales puedan demostrar a un Dios omnipotente e inmortal.

4. Y si tú quieres visitarme, exclamaré a viva voz: "¡Escuchad, naciones, a mi casa y al soberano de Roma ha venido la mayor y más elevada salvación!.»

5. Tomará vuestra salvación, la de los judíos, y nos la dará a nosotros, los paganos, y a su debido tiempo seréis pisados por nuestros pesados calcañares, y diseminaremos polvo y cenizas sobre este lugar, porque os hacéis adorar y alabar como dioses por el pueblo engañado.

6. Acabo de hablar con más completa convicción interior, e incluso soy de la opinión que ahora, en el momento en que vamos a levantar esta sesión, vosotros, los obscuros sacerdotes y ancianos del templo, no podéis ser motivados para recibir un mejor estado. ¿Por qué vamos a gastar saliva en balde y a malgastar palabras santísimas para orejas sordas como una tapia y para corazones más duros que rocas?.»

7. Dije Yo: «¡Vamos a esperar todavía unos momentos hasta que vengan aquellos que me han buscado durante tres días! Ellos habrán sabido en el albergue "Nazaret", que de todos modos pertenece al templo, dónde podrán hallarme, y vendrán a buscarme a este lugar. Con ellos regresaré a Nazaret, pues debo quedarme con aquellos que yo mismo escogí para tal fin.

8. Dijo el romano: «¿Cómo perdiste a tus padres? Según mi parecer, debían haberte acompañado a este lugar, y ahora recuerdo haber visto, al entrar en el gran auditorio o sala de exámenes del templo, a un digno hombre viejo y a una mujer joven, pero de apariencia muy piadosa. Verdad es que después de haber pagado su pequeño impuesto, salieron del templo en compañía de otras muchas personas, por lo que no les volví a ver. Pero ellos habían de saber, sin duda, que tú no podrías encontrarte en otro lugar sino aquí».

9. Dije Yo: «¡Querido amigo, esto es muy sencillo: Yo así lo quería, porque esto ya estaba en mi voluntad y en mi orden eterno! Pues Yo te lo digo: Esta escena ya fue prevista desde la eternidad, así pues esto podía ocurrir de este modo con entera naturalidad.

10. Mis padres me esperaban como los otros en el albergue, sabiendo que Yo podía hallarles allí sin falta, mas como José, mi padre físico o sustentador, encargó unas herramientas a un herrero de Damasco, y ya de antemano sabía que no acabaría muy pronto, y para llevarlas, mi madre, bien dispuesta y fuerte, le acompañó allí, él dio orden a variar personas ligadas por parentesco y a otros hombres bien conocidos de Nazaret, para que en caso de que regresara demasiado tarde con María, me llevaran con ellos hasta la estación más próxima. Porque los dos no necesitaban, en este caso, regresar desde el herrero en cuestión, al detenerse más de lo que pensaban, a Jerusalén, lugar que se halla muy lejos de su camino.

11. Así fue convenido y hecho. Los dos se detuvieron mucho tiempo y al llegar a la mencionada estación, encontraron a muchos hombres conocidos de Nazaret, pero Yo no estaba entre ellos, y estos hombres suponían que Yo había acompañado a otro grupo que había salido antes, dirigiéndose a un albergue de noche que está situado muy lejos, cosa que mis padres creyeron sin hacer ninguna objeción. Acto seguido ellos fueron tranquilamente allí, donde no llegaron hasta la pasada la medianoche. Bien, allí tampoco me encontraron.

12. Marcharon de madrugada a otro albergue situado aún más lejos, pero allí tampoco recibieron noticias mías. De allí regresaron de nuevo aquí, y ya han llegado a nuestro albergue, donde para su tranquilidad les han dado informes sobre mí y pronto van a hallarme aquí, reprendiéndome un poco.»

13. Dijo el juez romano: «Oh, no, no deben reprenderte, pues en tal caso voy a protestar.»

14. Dije Yo: «Deja que ocurra todo lo que fue profetizado por los profetas. Voy a darles también mi opinión, que les será muy provechosa.»

15. En este momento el sacerdote superior quiso decir todavía algo, pero el juez romano y Simón no lo permitieron, y declararon levantada la sesión.

Capítulo 32

1. Seguidamente mis padres entraron en el auditorio, conducidos por un servidor del templo. Se sorprendieron interiormente al encontrarme entre un grupo de personas tan sabias y soberbias.

2. El romano les preguntó al instante si Yo era su hijo.

3. Y mis padres lo confirmaron con visible alegría. María, sin embargo —no por reprenderme, sino más bien por imponer un poco su reputación de madre ante las grandes personalidades del mundo— dijo con voz amable y placentera: Pero, Hijo queridísimo, ¿por qué nos has hecho esto? ¡Durante casi tres días te hemos buscado con gran temor!».

4. Dije Yo: «¿Por qué lo hicisteis? ¡Ya os dije por anticipado en nuestra casa que Yo tenía que hacer aquí lo que es la voluntad de mi Padre en el cielo!».

5. Luego los dos se callaron y grabaron profundamente mis palabras en sus almas.

6. Seguidamente el juez romano les relató minuciosamente el ser que Yo era, lo que había hablado y hecho, y cómo sorprendía a todos los presentes la alta sabiduría y el poder de mis palabras, así como el poder incomprensible de mi voluntad. Por esto, el juez romano, como primera autoridad de Roma en Jerusalén, se había encariñado sobremanera conmigo y se ofreció a conceder a mis padres todas las ventajas imaginables.

7. José le dio las gracias con gran amabilidad, y se recomendó particularmente como carpintero y arquitecto, y pronto recibió orden del romano para construir edificios en Jerusalén y en los alrededores de la ciudad. Incluso recibió orden de construir un nuevo tribunal, es decir, un trono nuevo para el juez, al estilo romano, con lo cual José ganó mucho dinero.

8. También el acaudalado Simón de Betania aseguró a José su gran amistad, con lo cual nos levantamos y nos dispusimos a marchar.

9. Los del templo también se levantaron e inclinaron profundamente en señal de deferencia, y se fueron todos a excepción del Nicodemo. Éste, sin embargo, nos acompañó amablemente al gran palacio del romano, que insistió en que nos albergáramos en su palacio la próxima noche, con gran agasajo. Yo debía bendecir a su mujer y a todos sus hijos, a lo que él dijo:

10. El juez romano: «Sólo ahora ha venido a mi casa la mayor salvación y el altísimo honor, porque el Señor de todos los señores, y el Rey y Emperador de todos los reyes y emperadores, ha venido a mi casa y la ha bendecido.»

11. No es preciso decir que mis padres se sentían sumamente conmovidos, y que nunca olvidarían estos momentos.

12. Seguidamente nos condujeron al comedor, donde nos esperaba una exquisita comida, que beneficiaba particularmente a mis padres fatigados y hambrientos.

13. Durante la comida, que duró mucho tiempo, el romano pidió a María que contase todos los acontecimientos que sucedieron en su concepción y mi nacimiento, y otros detalles de mi juventud, con los que el romano se entusiasmó y se admiró continuamente, diciendo muchas veces:

14. El juez romano: «¡Todo esto lo saben estos valentones del templo y a pesar de ello no creen nada!»

15. Después de la comida nos acostamos. Al día siguiente, el romano nos proporcionó un vehículo muy cómodo hasta Nazaret, y entregó a José dinero suficiente para el viaje. Simón de Betania nos acompañó hasta Galilea, donde tenía que hacer un negocio en una pequeña aldea. De esta manera regresamos sanos y salvos a Nazaret. Con esto termina la escena del templo.

16. Es sabido que Yo, hasta los treinta años, apenas di a conocer mi divinidad. Con esto doy por terminada esta comunicación verdadera y correcta sobre lo que ocurrió en el templo durante los tres días. ¡Bienaventurado el que la crea! ¡Quien la lea con su corazón y la crea, recibirá grandes satisfacciones y bendiciones! Amén. Esto digo Yo, el Señor. Amén, amén, amén.

Información

Obra recibida por Jakob Lorber mediante la Voz Interior
Publicado con el gentil permiso de Muñoz Moya editores
Título de la obra: "Los tres días en el Templo"
Título original: "Die Drei Tage im Tempel"
Traducido por Miguel Ángel Muñoz Moya
Revisado y cotejado con la edición alemana por Meinhard Füssel
Muñoz Moya editores
© de la traducción Miguel Angel Muñoz Moya