Obras

Jakob Lorber

Abgaro

Abgaro

 

Correspondencia del rey Abgaro con Jesucristo

Primera carta de Abgaro

a Jesús de Nazaret:

Abgaro de Edessa a Jesús, el buen Salvador, que ha aparecido en la región de Jerusalén, ¡Salve!.

He oído hablar de Ti y de las curaciones que haces sin medicinas ni plantas. Pues se dice que Tú devuelves la vista a los ciegos, que haces andar a los paralíticos, que purificas a los leprosos y expulsas los espíritus impuros y curas a aquellos que sufren de enfermedades crónicas en fin, que resucitas hasta los muertos.

Después de haber oído estas cosas sobre Ti, he sacado en mí la conclusión que una de las dos cosas tiene que ser cierta: o bien eres Dios descendido del Cielo, ... o bien, para cumplir tales cosas, eres al menos un hijo del gran Dios.

Por lo tanto te ruego, por medio de esta carta, que vengas a mí para curar la enfermedad que tengo.

También he oído decir que los judíos murmuran contra Ti y quieren causarte daño. Yo tengo una ciudad, sin duda pequeña, pero está bien dispuesta, y para nosotros dos será suficiente. Por consiguiente, mi sumamente estimado amigo Jesús, quédate conmigo en mi ciudad y en mi país. Todo el mundo aquí Te mimará y guardará en su corazón. Te espero con la mayor ansia de mi corazón.

Enviado por mi fiel servidor Braco.

Respuesta de Jesús

»Abgaro, bienaventurado eres, porque no me has visto y sin embargo ... tienes fe. Pues ¡mira!, sobre Mí está escrito, que aquellos que me hubieren visto no creerán en Mí, para que aquellos que no me hubieren visto crean y vivan en la Eternidad.

Mas respecto a lo que me dices, que vaya hacia ti, porque aquí en el país de Judea seré perseguido, te digo: Es necesario que todo aquello por lo cual he venido mundo se cumpla en Mí, en este lugar, y que Yo mismo al poco tiempo de que todo haya sido cumplido en Mí, ascienda hacia Aquél del cual he venido desde la Eternidad.

Pero sé paciente en tu leve enfermedad. Tan pronto como Yo haya subido al Cielo te enviaré mi discípulo para que cure tu enfermedad y te de la verdadera salud, a ti y a todos los que estén junto a ti.«

Escrito por Santiago, un discípulo del Señor Jesús y enviado desde las cercanías de Genezareth por Braco, mensajero del rey.

Poco tiempo después que Abgaro hubo recibido esta celestial respuesta, sucedió que el primogénito, príncipe heredero de este rey, cayó en una fiebre mortal que los médicos de Edessa dijeron que era incurable. Esto llevó al desdichado Abgaro casi a la desesperación. En su grandísima aflicción escribió nuevamente al buen Salvador.

Segunda carta de Abgaro

a Jesús de Nazaret:

Abgaro, miserable soberano de Edessa, a Jesús, el buen Salvador que ha aparecido en la región de Jerusalén, ¡Salud y honor divino!.

¡Oh Jesús, buen Salvador! Mi hijo primogénito, heredero del trono, quien esperaba conmigo, con gran paciencia y gozo, Tu llegada a mi ciudad, ha enfermado mortalmente. Una fiebre maligna se ha apoderado de él, poniéndolo en peligro de morir en cualquier instante. Pero yo sé, como el mensajero me ha asegurado, que Tú curas estas enfermedades sin medicinas, solamente con Tu palabra y Voluntad, incluso a distancia.

¡Oh Jesús, buen Salvador! ¡No me conformes esta vez a mí, que también estoy enfermo, con el tiempo de Tu Ascensión al Cielo que me has anunciado, sino, ayuda, ayuda, ayuda ahora mismo a mi hijo!.

Escrita en mi ciudad de Edessa, enviada por el mismo fiel mensajero.

Respuesta de Jesús

»Abgaro, grande es tu fe. Por ella bien podría mejorar tu hijo. Mas como Yo he encontrado en ti más amor que en Jerusalén, por eso quiero hacer mucho más por ti que si sólo hubieras creído.

Yo, el Señor de toda la Eternidad, ahora un maestro de los hombres y un libertador de la eterna muerte, daré a tu hijo la vida eterna antes de Mi Ascensión, porque sin verme ni conocerme, antes de saber sobre Mi pasión que sufriré por todos los hombres, me ha amado con todo su corazón. Así, Mi querido Abgaro, perderás a tu hijo en el mundo según la carne, pero lo ganarás mil veces más según el espíritu en Mi Reino Eterno.

Mas no creas que tu hijo, cuando muera, morirá de verdad. ¡No, no! Cuando muera despertará del sueño mortal de este mundo a la Verdadera Vida Eterna en Mi Reino, la cual es espiritual y no corporal.

Por eso no te aflijas en tu alma. Ve, oye y ...cállalo: ¡Sólo Yo soy el Señor, y fuera de Mí no existe ningún otro! Por eso Yo hago libremente lo que hago. Nadie puede decirme: haz esto o no lo hagas.

Mas lo que Yo hago y permito ahora ...ser perseguido como un hombre débil... eso Yo lo había previsto ya aún antes de que la tierra fuera fundada y antes que el sol, la luna y las estrellas iluminaran la tierra desde el firmamento. Por eso salí del Padre, el cual está en Mí, como Yo en Él. El Padre es el Altísimo porque Él es el Amor en Mí. Mi Voluntad, el Espíritu que emana de Mí y del Padre, actuando de Eternidad en Eternidad, es el Santísimo. Y todo esto soy Yo, el que te revela tales cosas.

No te aflijas ahora que sabes quien es Él, el que te ha manifestado estas cosas. Pero cállalo todo hasta que Yo sea levantado en el madero por los judíos, de lo que tendrás noticias tan pronto como suceda; porque si hablas en tiempo importuno, el mundo tropezará antes de tiempo.

En días próximos llegará a tu ciudad un joven pobre. A éste acógelo y hazle bien y con eso alegrarás mi corazón ... y hazle todo el bien a causa de la gracia tan grande que Yo he demostrado para con tu hijo, al enviarlo antes que Yo, debido a su gran amor, allí donde Yo mismo iré después de haber sido levantado en el madero... Amén.«

Escrita en Caná de Galilea por el discípulo Juan y enviada por el mensajero del rey.

Tercera carta de Abgaro

Abgaro, pequeño príncipe de Edessa, a Jesús el Salvador que apareció en la región de Jerusalén, ¡Eternamente toda alabanza!.

En tu magnífica carta de gracia, que Tú Señor, Señor Dios desde toda la Eternidad, me has enviado a mí gusano del polvo, en Tu infinita bondad, para mi gran consuelo y el de mi hijo, ya había reconocido con toda lucidez y claridad, antes de esta carta que te envío hoy, que el Amor Supremo tiene que habitar en Ti. Si no fuera así, sería imposible que Tú, el único Dios de todos cielos así como de esta tierra, me hayas concedido a mí, un gusano ante Ti, tal poderoso reconfortamiento al haber pensado en mi hijo, que te ama sobre todas cosas. ... No puedo, Señor, darte a cambio otra cosa más, bajándome al polvo de mi insignificancia ante Tu nombre santísimo, que ofrecerte mi agradecimiento en prenda de nuestro amor tan entrañable; acuérdate siempre de nosotros en Tu incomprensible clemencia.

El amor hacia Ti de mi hijo tan enfermo, ha suscitado en mí, desde hace unos días, un ansia de amor por Ti. Señor, perdóname que te lo participe en esta carta. ... Bien sé, que Tú conoces nuestros pensamientos ya antes de que yo y mi hijo los hayamos pensado. Te escribo sin embargo, como se escribe aun hombre, y lo hago conforme al consejo de aquel joven pobre que me encomendaste y que ahora se encuentra bien atendido en mi casa. Él me dijo que quien quiera recibir algo de Ti, tiene que acercarse así a Ti.

Este joven afirma haberte visto. Tiene un talento descriptivo muy sencillo y Te detalla, me parece, con suma exactitud y acierto. Este joven, que a causa de su talento me es muy querido, para nuestra gran alegría nos describió recientemente Tu figura de una forma tan clara, que yo y mi hijo, que aún vive, pero que por cierto ya está muy débil, creímos verdaderamente verte. En mi ciudad vive un gran artista en el arte de pintar. Siguiendo a descripciones del joven, hizo inmediatamente un retrato de Tú cabeza con el pecho. Esta imagen nos sorprendió tanto más, para mi mayor alegría y la de mi hijo, cuando el joven pobre aseveró que Tú, ¡oh Señor, justamente así parecías!

Por lo que aprovecho también esta ocasión, para enviarte Tu propio retrato a través del fiel portador de ésta mi carta, con el correspondiente agradecimiento a Ti, para que lo examines y me digas si este cuadro se parece verdaderamente a Ti.

¡Oh Jesús, Tú, buen Salvador de todos los hombres, no te enojes con nosotros por eso!. Pues no una vana curiosidad, no, sino un puro y grandísimo amor hacia Ti nos impulsó a ello, haciéndonos pintar de este modo la más valiosa alhaja de nuestro corazón, para que pudiéramos hacernos alguna idea de Ti, que has llenado nuestro corazón con Tu Amor hasta la profundidad más honda, y has llegado a ser nuestra mayor riqueza, nuestro mayor consuelo y el más delicioso adorno nupcial de nuestro corazón, en la vida y en la muerte.

¡Oh Señor!, ¡no dejes jamás de acordarte de nosotros en Tu corazón! ... ¡Que se haga Tu Santa Voluntad!

Respuesta de Jesús

enviada por el mismo mensajero del rey antes de los 10 días

»¡Mi bendición, Mi Amor y Mi Gracia, a ti, mi muy querido hijo Abgaro!.

Yo digo frecuentemente aquí en Judea, a aquellos que he curado de toda clase de males corporales: "Mira, esto lo ha hecho tu fe". ... Mas a ninguno he preguntado todavía: “¿Me amas?” Y hasta ahora ninguno me ha dicho desde el fondo de su corazón: “¡Señor, yo te amo!”

Pero tú ya creías mucho antes, que Yo soy el Único, sin haberme visto. Y ahora ya me amas como uno que ha renacido por el fuego del Espíritu desde hace ya mucho.

¡Oh Abgaro, Abgaro! Si supieras y pudieras comprender cuanto te amo por eso y que gran alegría das a mi eterno Corazón de Padre ... una felicidad demasiado grande te ahogaría de tal modo que no podrías vivir nunca más.

Sé firme ante todo lo que durante un tiempo oirás sobre Mí de los malos judíos, que pronto me entregarán en las manos del verdugo. Mas si no te escandalizares cuando lo oigas decir, serás espiritualmente el primero después de tu hijo, que participará vivamente en Mi Resurrección de la muerte.

En verdad, en verdad te digo: los que creen que Mi Doctrina ha salido de Dios, esos resucitarán en el último día, cuando cada uno reciba su justo juicio. Pero los que me aman como tú, esos jamás gustarán de la muerte. Sino que como el más rápido pensamiento, así tan deprisa, así serán transfigurados de esta vida del cuerpo a la más luminosa vida eterna, y habitarán conmigo, su Padre desde la eternidad. Tales cosas sin embargo, guárdalas cuidadosamente en secreto hasta que Yo haya resucitado.

Poco después, como ya te había prometido en mi primera carta, llegará a tu casa un discípulo y te hará sanar a ti y a toda tu casa, corporal y espiritualmente, excepto a tu hijo, el cual entrará sin dolor delante de Mí en Mi Reino.

En cuanto al parecido entre Mi aspecto físico y el retrato que me has enviado por tu mensajero, te lo dirá fielmente él, tu mensajero, quien ya me ha visto ahora tercera vez. Quien desea una imagen de Mí con esa intención tuya, no peca. Porque el Amor soporta todo. Pero desgraciado de aquél que quiera hacer de Mi imagen un ídolo ... ¡Pero guarda igualmente este cuadro en secreto!

Escrito en Judea por Mi discípulo, uno que está próximo a mi corazón, y de nuevo enviado por el mismo mensajero.

Que Mi salvación sea en tu casa. ... Amén«

Cuarta carta de Abgaro

a Jesús escrita a las siete semanas después de la tercera

Abgaro, un pequeño príncipe de Edessa, a Jesús, el buen Salvador de toda salvación, que ha aparecido en los alrededores de Jerusalén, y que es ahora perseguido de una punta a otra del país por los necios y ciegos judíos que no reconocen la Luz Santa Original, el Sol de los soles en medio de ellos.

¡Oh, mi buen Salvador Jesús!, en verdad le ha sucedido a mi querido hijo lo que Tú, oh Señor, me habías predicho en la segunda carta. Murió hace unos días, y en su lecho de muerte me suplicó aún encarecidamente, con lágrimas en los ojos, que te expresara en este escrito su más profundo agradecimiento por el hecho de haberle dejado partir clementemente, sin dolor alguno y sin temer la muerte del cuerpo.

Miles de veces apretó Tu imagen contra su corazón. Sus últimas palabras fueron: “¡Oh Tú, mi buen Padre Jesús!, ¡Oh Jesús, Amor eterno, solo Tú eres la verdadera Vida desde toda la eternidad! Tú, que ahora caminas como hijo del hombre en medio de aquellos que Tu Omnipotencia llamó a la existencia, dándoles forma y vida. ... ¡Sí, solo Tú eres mi amor eterno! ... ¡Yo vivo, vivo, vivo por Ti, ... en Ti ... eternamente!.”

Después de haber pronunciado estas palabras, mi querido hijo expiró. Tú, oh Señor, debes bien saber que así fue el fin terrestre de mi hijo y que yo y mi casa lo hemos llorado mucho. Sin embargo te lo escribo como un hombre a otro hombre, porque mi hijo agonizante lo había deseado ansiosamente antes de su fin terrenal.

¡Oh Señor!, perdóname, pobre pecador ante Ti, si te importuno por medio de una cuarta carta causándote quizás algún incomodo en Tu santísimo e importantísimo negocio.

Finalmente tengo aún la osadía de adjuntar a esta carta el ruego de que no me prives de Tu consuelo. Pues después de la partida de mi hijo, una gran tristeza se ha apoderado de mí, la cual no puedo superar ni con la mejor y más firme voluntad. Por lo tanto te ruego, buen Salvador, Tú el mejor Padre desde la eternidad, que quieras librarme de este gran dolor. Pero que se haga, no mi voluntad, sino la Tuya santísima.

Respuesta autógrafa de Jesús

escrita en lengua griega, mientras que las precedentes estaban escritas en lengua judía.

»Mi querido hijo y hermano Abgaro. En lo que respecta a tu hijo lo sé todo. Me es sumamente grato que haya tenido un fin terrenal tan hermoso y, aún más, un comienzo mucho mejor en Mi Reino.

Haces bien en llorar un poco por él. Porque buenos hay pocos en este mundo. Mas los que son como tu hijo bien merecen que se les llore.

Yo mismo vierto una preciosa lágrima por él. ... Así fue creado, todos los mundos, de una lágrima de mis ojos. Y así mismo será también formado el nuevo cielo.

Yo te digo que las buena lágrimas son de un grandísimo valor en el cielo. Porque con estas joyas preciosas se adornará eternamente el cielo. Mas las malas lágrimas del odio, de la envidia y de la cólera fortificarán el infierno en su solidez.

Que tu mayor consuelo sea afligirte por el bueno. Conserva ese dolor un corto tiempo aún, hasta que en breve llores Mi muerte. Entonces irá mi apóstol a librarte de todo.

¡Continúa siendo muy misericordioso y encontrarás también gran misericordia!. ¡No olvides a los pobres, porque todos, sin excepción, son mis hermanos! Lo que les haces a ellos, lo haces conmigo y Yo te lo devolveré centuplicado.

¡Busca lo grande ... es decir Mi Reino ... así lo pequeño de este mundo te será igualmente concedido! Pero, si buscas lo pequeño, entonces no podrás ser tenido por digno de lo grande.

Tienes en la prisión de tu reino un criminal que, en virtud de tus sabias leyes, ha merecido la muerte. Pero Yo te digo: el Amor y la Misericordia están en un grado más alto que la sabiduría y la justicia. Trátalo, por ello, el amor y la compasión, así tú serás uno conmigo y con Aquél que está en Mí y del cual he venido para ser un hombre al igual que tú. ... Amén.

Escrita por Mí mismo en Cafarnaúm y enviada con tu mensajero.«

Quinta carta de Abgaro

a Jesús escrita a las tres semanas de la respuesta del Señor a la cuarta carta.

Abgaro, un pequeño príncipe de Edessa, a Jesús el buen Salvador que apareció en la tierra de los judíos en los alrededores de Jerusalén, como la Luz original y la eterna fuerza de la creación que renueva todo: el cielo, los mundos y los seres, y pese a ello, no es reconocido por los primeros llamados, pero si por aquellos que languidecían ya después de milenios en las tinieblas. ¡A Él toda salud, de parte nuestra, los hijos de la noche!.

¡Oh Señor!, ¡¿qué mortal podrá comprender la inmensidad de Tu Amor por nosotros los hombres, que no somos más que tus criaturas?. ... ese Amor por medio del cual Tú quieres renovar todo, andando Tú mismo un camino que, según mi entendimiento humano, parece casi imposible e inimaginable para Dios!

Tú estás presente aquí en esta tierra, que podrías disiparla con un soplo, como un hombre sencillo entre los hombres, gobernando y manteniendo sin embargo, con tu Divinidad interior, todo el universo. Y todo el polvo de la tierra, cada gota en el mar, el sol, la luna y las estrellas, obedecen la voz omnipotente de tu corazón que es el centro eterno de todas las cosas y la esencia de todos los seres del universo entero.

¡Oh Señor!, ¡qué infinitamente dichosos tienen que ser tus discípulos, si es que te reconocen en el día más claro de sus espíritus, como ahora yo, pobre pecador, te conozco en mi noche!

¡Oh, si yo no estuviera paralítico en mis pies! Cuánto tiempo hace ya que estaría junto a Ti. Mis desgraciados pies han llegado a ser un obstáculo a mi mayor bienaventuranza. Pero ahora todo lo soporto de buena gana, porque Tú, oh Señor, me has encontrado digno hasta el punto de hablarme por carta, a mí, pobre necio, enseñándome tantas cosas maravillosas que sólo pueden ser enseñadas por Ti, jamás por un hombre.

¿Qué sabia yo antes de una Vida después de la muerte? Ningún sabio de este mundo hubiera podido revelarme ese enigma. Existe en nuestro politeísmo una inmortalidad poética, pero se parece tan poco a la realidad como un sueño vano en el que tan pronto se va a pie, sobre el mar como por la tierra en barco.

Mas Tú, oh Señor, me has mostrado con la palabra y en el hecho que después de la muerte de este nuestro cuerpo tan quebradizo, da comienzo una perfecta, verdadera y totalmente libre Vida del Espíritu, que nunca variará, por toda la eternidad.

Por todo lo cual considero un deber inexcusable presentarte en esta carta mi efusivo agradecimiento, oh Señor, por la infinita y gran gracia que me has hecho; aunque estas gracias frente a tu gracia, en la pura nada se desvanecen.

Pues ¿qué podría yo darte, oh Señor, que no me hayas Tú dado de antemano?.

Pienso que la gratitud verdadera, brotada del corazón, es lo más apropiado para el hombre, ... porque la ingratitud es, sin duda, su entera propiedad. Por eso no puedo, oh Señor, más que ofrecerte esta mi gratitud ínfima, ... sin embargo con la seguridad completa que desde ahora mismo estoy dispuesto a establecer en mi pequeño estado, todo lo que Tú, oh Señor, me pidas en tu Gracia.

No solo he sacado de prisión al gran criminal de estado, sino que, acto seguido, he hecho que lo llevarán a mi escuela y a mi mesa. Si en caso actué demasiado bien, como suele decirse, mi humana razón no alcanza a juzgarlo. En este asunto también me dirijo a Ti, oh Señor, en este escrito, para que en tu misericordia me des instrucciones sabias y justas.

¡Mi amor, mi gracia y mi más filial obediencia a Ti, oh Jesús, sólo a Ti! ¡Que se haga tu Voluntad!

Repuesta de Jesús

»Escúchame, mi querido hijo y hermano Abgaro. Tengo ahora setenta y dos discípulos, entre ellos doce apóstoles, pero todos juntos no tienen una clara visión como la tuya, siendo un pagano que jamás me ha visto, como tampoco los innumerables milagros hechos desde mi encarnación y nacimiento humano.

Permanece, pues, lleno de la mejor esperanza. Porque ha sucedido y sucederá, que quitaré la luz a los hijos y os la daré en abundancia a vosotros los paganos. Porque he encontrado en poco tiempo, entre los paganos que viven aquí, griegos y romanos, más fe que la que se pueda encontrar en todo Israel. El amor y la humildad han llegado a ser cualidades del corazón humano completamente extrañas a los judíos, mientras que, con frecuencia, las encuentro en vosotros abundantemente.

¡Por eso le quitaré a los judíos Mi Reino temporal y eterno y os lo daré vosotros! ¡Los hijos que se alimenten con las inmundicias del mundo!

¿Quieres que mi voluntad sea Ley en Tu reino? ... ¡Por ahora no es posible!, porque para todo se requiere cierta madurez. Pero Mi ley no es más que Amor. Si quieres introducir en tu reino algo de Mí, entonces introduce esta ley; entonces te será fácil obrar con Mi Voluntad. Porque Mi Voluntad y Mi Ley son enteramente una misma cosa, del mismo modo que Yo y el Padre somos Uno.

Sí, es verdad que en Mi Voluntad hay muchas cosas que tú no podrías comprender todavía. Cuando mi discípulo vaya a tu casa, te iniciará en todo y así que seas bautizado por él en Mi Nombre, el Espíritu de Dios vendrá sobre ti y él mismo te instruirá en todas las cosas.

Con el criminal has obrado perfectamente bien. Yo hago lo mismo con vosotros los paganos. Que tu acción te sirva como un buen espejo de lo que yo ya hago ahora y haré en abundancia más adelante.

Esto, para tu paz y tu bendición. ... Amén.«

Sexta carta de Abgaro

a Jesú escrita diez semanas después.

Abgaro, pequeño príncipe de Edessa, a Jesús, el buen Salvador, ¡toda salud a Aquél que ha aparecido en la región de Jerusalén como salvación para todos los pueblos con buen corazón y la buena voluntad de poner en práctica Su Palabra!.

¡Oh Señor, perdóname mi gran atrevimiento y ya descarada impertinencia!. Pero Tú sabes que los buenos médicos siempre tuvieron la mayor consideración entre los hombres porque siempre poseían los conocimientos más ciertos, también en las cosas de la naturaleza, y por eso todo el mundo se dirigía preferentemente a ellos para obtener aclaraciones en caso de grandes y extraordinarios fenómenos naturales. ¡Cuán infinitamente más alto que todos los médicos expertos del mundo en todas las ciencias naturales estás Tú, que no solamente eres un médico en todas las cosas, sino también al mismo tiempo, el Creador y el Señor eterno de toda la naturaleza!

Es a Ti solo, y sólo a Ti, a quien puedo exponer la presente desgracia particular y extraña de mi nación, y suplicarte desde lo más hondo de mi corazón que apartes esa singular desgracia.

Como Tú sabes perfectamente hace tiempo, un pequeño terremoto se sintió aquí diez días, el cual, eternamente seas agradecido, pasó sin dejar huellas; sin embargo, unos días después de ese terremoto empezaron a ponerse turbias todas las aguas. Todo aquel que bebió ese agua empezó a tener dolor de cabeza y se volvió loco.

Promulgué enseguida una orden severa: que nadie utilizara el agua en todo el país, hasta que yo lo autorizase nuevo. Todos mis ciudadanos, durante ese tiempo, debían venir a mi casa en Edessa, donde recibirían vino y agua que, para tal fin, hice traer expresamente desde bastante lejos en grandes embarcaciones.

Creo no haber cometido ninguna mala obra, pues me impulsó sólo el puro amor y la verdadera piedad por mi pueblo. Por esto te pido a Ti, oh Señor, con toda humildad y contrición de mi corazón, que accedas a ayudarme a mí y a mi pueblo en este apuro.

Porque el agua no se aclara y sus efectos dañinos siguen siendo los mismos. Oh Señor, sé que todos los poderes, buenos y malos, están a Ti sometidos y tienen que ceder a Tu menor señal. Por lo que te suplico que, misericordiosamente tengas piedad de mí, librándome de esta plaga, por mi pobre nación, ...¡Hágase Tu divina y santa voluntad!

Cuando el Señor hubo leído esta carta se indignó profundamente en su interior y exclamó en voz alta como un trueno: »¡Oh Satana, Satana!. ¿¡Cuánto tiempo aún quieres tentar a Dios, Tu Señor!? ¿Qué te hizo, malvada serpiente, este pobre, buen pueblecito para que le envíes plagas de esta manera tan monstruosa?

Para que nuevamente sepas que Yo Soy Tu Señor, ¡que cese al instante tu maldad sobre este pueblo! Amén.

¿¡No te limitaste antaño a tentar solamente la carne de los hombres, lo que Yo te permití como con Job!? ¿¡Qué haces ahora con Mi tierra!? ... Si tienes valor, ¡atácame a Mí! ¡Pero deja en paz mi tierra y a los hombres que me llevan en su corazón, hasta cuando Yo te lo permita para tu última prueba de libertad!«

Respuesta de Jesús

escrita después de terminar la exclamación anterior y enviada por medio de un discípulo

»Mi querido hijo y hermano Abgaro. Esta mala pasada no te la ha jugado tu enemigo, sino sólo el mío. Tú, sin embargo, no conoces a este enemigo, pero Yo lo conozco desde hace ya muchísimo tiempo.

Éste, mi enemigo, es el antiguo príncipe invisible de este mundo. Hasta ahora, tuvo un gran poder, no sólo sobre esta tierra, que es su morada, sino también en las estrellas. Pero su poder no durará sino muy poco y pronto el príncipe de este mundo será vencido.

Ya no le temas nunca jamás. Porque por ti y por tu nación lo he derrotado ahora. Por lo tanto, vuelve a usar tranquilamente el agua de tu país. Porque en este mismo instante se ha vuelto limpia y sana.

¡Mira, porque me amas se te ha presentado algo malo. Pero como tu amor por Mí se ha hecho más poderoso en la aflicción, con ello tu amor venció todo el poder del infierno y ahora estás para siempre libre de semejantes engendros infernales.

Sucederá que la fe estará expuesta a grandes tentaciones y tendrá que caminar por sobre el fuego y agua. Pero fuego del amor sofocará al fuego de prueba de la fe y evaporará al agua con toda su fuerza.

Lo que le ha pasado a tu país, en el orden natural, sucederá más tarde espiritualmente a muchos a causa de mi Enseñanza. Se volverán también completamente insensatos quienes beban en los charcos de los falsos profetas.

Mi Amor, Mi bendición y Mi Gracia para Ti, Mi hermano Abgaro. ... Amén.«

Séptima carta de Abgaro

a Jesús a las nueve semanas después de recibir la sexta respuesta escrita al Señor y alcanzó al Señor cinco días antes de la entrada Triunfal en Jerusalén.

Abgaro, un pequeño príncipe de Edessa, a Jesús, el buen Salvador, ¡Toda salvación a aquél que apareció en los alrededores de Jerusalén, una salvación para todos los pueblos, un Señor y un Rey ungido desde la Eternidad, Dios de las criaturas todas, de todos los hombres y de todas las divinidades, buenas y malas!.

¡Oh mi Dios y mi Señor, Tú, el único que colma mi corazón. Tú, absoluta esencia total de todos mis pensamientos! Bien sé ya, por Tu primera carta, que debe cumplirse enteramente en Ti, según Tu propia e incomprensible Voluntad y decreto divino, lo que han propuesto contra Ti los malos judíos de Jerusalén.

Puedo imaginarme oscuramente, que así tenga que ser todo. Pero, desde el punto de vista humanamente, mi corazón que te quiere sobre todas las cosas, se subleva en contra, eso ya lo comprenderás Tú, oh Señor, aún mejor que yo, un hombre débil. A lo largo de este escrito mostraré que tengo buenos argumentos para exponer lo siguiente.

Como vasallo romano y pariente cercano de Tiberio, que es emperador (el César) de Roma, tengo también en Jerusalén mis fieles observadores romanos que vigilan especialmente al sacerdocio sumamente soberbio de allí. Estos observadores míos me han informado exactamente de lo que estos orgullosos y petulantes sacerdotes y fariseos intentan hacer contigo.

¡No solamente lapidarte o quemarte según sus costumbres; no, eso es demasiado poco para ellos; quieren hacer de Ti un ejemplo de la más inhumana atrocidad! ... ¡Escucha, oh Señor. ¡Estas bestias feroces en figura humana quieren clavarte en la cruz con clavos afilados y dejarte suspendido allí el tiempo necesario para que mueras lentamente de espantosos sufrimientos en el madero de la vergüenza! ¡Esta obra maestra de maldad humana la quieren llevar a cabo esta próxima Pascua!

Señor, será como fuera, ... pero me ha indignado en lo más profundo de mí. Sé que estas bestias voluptuosas y tiranas no quieren matarte porque Tú te hayas declarado ante el pueblo como su Mesías prometido, esto poco le importa a esta ralea sacerdotal de hienas. Pues se muy bien que no creen en ningún Dios y mucho menos aún en Ti, y entre ellos poco caso hacen de una blasfemia.

¡Su plan es completamente diferente! ... Mira, estas bestias saben que Roma los observa atentamente con ojos suspicaces a causa de sus maquinaciones ocultas. El año pasado, el perspicaz Pilatos descubrió un día un intento de motín del alto clero, aunque fue sutilmente preparado. Y en la fiesta, como Tú sabes, hizo detener ante el atrio exterior alrededor de quinientos hombres, pobres y también ricos, desgraciadamente la mayoría de ellos galileos, los hizo decapitar en el acto, con lo que se atrajo por cierto la hostilidad de Herodes, ya que la mayoría de las víctimas eran súbditos suyos.

Este ejemplo causó fuerte impresión a los del templo. Para sacarse esa molesta espina, te han escogido a Ti; quieren acusarte ante Pilatos como agitador político, calificándote también como el principal cabecilla de la sublevación del año pasado. Con ello tratan de salir bien del asunto ante la corte romana y de esta manera apartar de sí la molesta mirada recelosa de Roma, y continuar fraguando así más fácilmente su proyecto de alta traición. Tú mismo ya ves, sin necesidad de esta carta, e infinitamente mejor, que Roma sabe exactamente sus intenciones.

Si Tú, oh Señor, quieres un servicio de mí, tu más entrañable amigo y adorador, en el acto envío a Roma y Poncio mensajeros urgentes, y te garantizo que estas bestias caerán en seguida en la misma fosa que habían para Ti.

Sin embargo, como ahora ya te conozco bien y bien sé que Tú no necesitas ningún consejo humano, harás lo, que te parezca mejor. Pero como hombre he considerado que mi primer deber es manifestarte este asunto y cómo es exactamente, ... expresándote aquí mi más ardiente agradecimiento por la gracia que Tú nos has mostrado a mí y a mi pueblo.

¡Oh Señor, hazme saber lo que debo hacer en esto por Ti! ... ¡Hágase eternamente Tu Voluntad Santísima!.

Última respuesta de Jesús

»Escucha, mi querido hijo y hermano Abgaro, todo es cierto, exactamente como me los has anunciado. Pero tiene que suceder todo así en Mí porque si no, ningún hombre podría alcanzar jamás la Vida Eterna, ... lo cual tú ahora, en verdad no comprendes, pero dentro de poco comprenderás como un gran misterio.

Por lo tanto no realices, por lo pronto, las que gestiones amistosamente me ofreces para Mi justificación. Porque poco fructuosas serían dónde gobierna y actúa el poder infinito del Padre, que está en Mi y del que he salido como hombre.

¡Mi cruz, en la que seré clavado, no te espante!. ¡Porque precisamente esa cruz llegará a ser para todos los tiempos venideros, la piedra angular del Reino de Dios, al mismo tiempo puerta para entrar en él!

Solamente durante tres días estaré muerto en lo que concierne al cuerpo, mas al tercer día resucitaré otra vez como un eterno vencedor de la muerte y del infierno y Mi juicio omnipotente caerá sobre todos los culpables del mal.

¡Mas para aquellos que están unidos en el corazón Conmigo, abriré la puerta del Cielo de par en par ante sus ojos!

Si dentro de pocos días vieras que se obscurece completamente el sol, entonces piensan que Yo, Tu mejor amigo y hermano, he muerto en la cruz. ... ¡No te asustes!. Porque todo eso tiene que cumplirse así; a los Míos, sin embargo, no se les torcerá ni un pelo.

¡Cuando Yo resucite, al instante mismo recibirás una señal como símbolo cierto, por lo cual reconocerás inmediatamente Mi Resurrección!

¡A ti, Mi querido hermano Abgaro, Mi Amor, Mi Gracia y Mi Bendición! ... Amén.«